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Narcotráfico

Narcotráfico

Mauricio Zurita Hernández Criminología, criminalística y técnicas periciale Oaxaca de Juárez, Oaxaca

Violencia derivada por una indelidad

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Recientemente se han difundido dos videos de violencia derivada por una infidelidad, en uno se observa a un hombre descubriendo a una mujer teniendo relaciones sexuales con otro hombre, y donde el primero agrede hasta la muerte a la mujer; y en el otro transcurriendo en Brasil, donde una mujer le avienta la silla a su esposo al descubrirlo con su supuesta amante. Pero estos videos no son caso aislado, porque las mismas conductas que se aprecian en los videos, se presentan todos los días. La realidad es que, la infidelidad es una de las conductas más frecuentes en todas las sociedades, estimándose que en al menos en el 85% de las relaciones de pareja en algún momento se presentará algún tipo de infidelidad, ya sea por uno o incluso ambos miembros de la relación.

En México, la infidelidad masculina se había estado viendo como algo totalmente correcto, sin consecuencias y que siempre debe de permitirse, mientras se solía criticar a la mujer que no permitía a su pareja ser infiel, e incluso generando burlas a la mujer que reaccione “histéricamente” ante una infidelidad. Por otro lado, la infidelidad femenina en México suele considerarse un tema de burla, donde solo se suele criticar al hombre que le han sido infiel. En ambos casos, podemos encontrarnos, que para la sociedad el culpable es la víctima, y no quien ha sido infiel, situándonos justo en el problema.

La infidelidad de uno de los miembros de la relación es la principal causa de separación de parejas o familias, pero desafortunadamente cada día podemos observar a personas fingiendo tener una relación sana, y diciendo que luchan por una relación que nunca ha existido amor, porque la costumbre, el miedo a la soledad y al fracaso de una relación se ha apoderado de ellos (as). Es por lo último, que en criminología se debe prestar atención a las infidelidades, porque la infidelidad es una conducta antisocial, donde las victimas (personas a quienes les son infieles) creen luchar por tener una relación eficaz, pero al observar la historia aprendemos que varios suicidios famosos han ocurrido después de una infidelidad, y que también m u c h a s c o n d u c t a s a n t i s o c i a l e s s e h a n desencadenado después de una infidelidad, e incluso ha habido casos sin resolver donde se considera que homicidios famosos fueron derivados de la venganza ante una infidelidad, encontrándonos así con miles de delitos pasionales, derivados justo por una infidelidad.

De manera que, la infidelidad no es solo la principal causa de separaciones de parejas o familias, sino que es una conducta antisocial que pasa desapercibida, que genera en la victima más daños psicológicos que la violencia directa, daños similares a los presentados en diagnósticos de estrés postraumático; y en caso de familias, los daños pueden incluso presentarse a los hijos, provocando daños irreparables que se prologan en el tiempo. Entre los principales daños que pueden derivarse de las infidelidades son ansiedad, trastornos somatoformes o psicosomáticos y enfermedades mentales como la depresión, problemas que, de no ser tratados, llevan a que la víctima empiece a actuar emocionalmente, terminando por generar que una persona pase de víctima de infidelidad a ser un agresor (a) físico o psicológico.

La monogamia suele ser la principal característica del amor romántico y de las relaciones ideales, pero las consecuencias de una infidelidad también suelen presentarse en relaciones “cuckold”, “cuckqueen” o poliamorosas. Por ello el psiquiatra Frank Pittman (1994) define la infidelidad como “una defraudación, la traición a una relación, la violación de un convenio”, es decir independientemente del tipo de acuerdo y las circunstancias y cualidades que conlleva, la infidelidad es mentir o mantener en secreto la traición del convenio. Ni las personas que realizan una infidelidad, ni las personas que la toleran, es porque haya “amor” en la relación, la realidad es que la persona víctima de la infidelidad perdona por miedo a la aceptación del fracaso, su sentimiento de inferioridad, la baja autoestima y la carencia afectiva de la persona que lo tolera deriva en la necesidad de engrandecer al otro. Frank Pittman señala que es porque “Este amor parece haber sido un amor fantasioso, idealizado e idealista fruto de una distorsión perceptiva y una disociación entre lo bueno y lo malo. No parece un amor realista sino un amor ideal, romántico”.

Anteriormente se mencionaron los principales daños que pueden derivarse, pero también es de gran importancia considerar los siguientes síntomas emocionales producidos por una infidelidad: estado de shock, incredulidad, negación, irritabilidad, irá, sentimientos de culpa y vergüenza, sentimiento de aflicción, ansiedad, confusión y aislamiento (Tutté, 2004).

Tras la infidelidad toda la existencia de la victima se desmorona, entrando a una especie de muerte psíquica, la cual se diagnostica como depresión. Depresión que puede durar años, independientemente de si se termina o no la relación, caracterizado porque “el eje sintomático se traslada de la tristeza a la inhibición, a la perdida de iniciativa; donde la creencia de fondo se hace añicos, se rompe y el paciente incapaz de reconstruirla, renuncia” , todo esto da como resultado que muchas personas no pueden volver a rehacer su vida, y ésta renuncia afecta todas las esferas de la vida, a ejemplo la incapacidad para trabajar adecuadamente o el cuidado ineficaz de los hijos sí los hubiera.

Como mencione anteriormente, esta conducta antisocial, se suele creer que el máximo o único culpable es la persona a la que le han sido infiel, y que han sido infiel por falta de sexo, poca atención a la vida de pareja, insatisfacción sexual o perdida de la percepción de amor romántico, pero la realidad es que una infidelidad viene derivada de “situaciones típicas del infantilismo del infiel”, donde son personas con poca capacidad de comprensión y empatía, que no tienen voluntad para renunciar al placer inmediato. Al final, todo esto termina originando en la victima un sentimiento de fracaso personal, el cual no solo puede derivar en suicidios, sino en un estado de alerta que ante el mínimo estimulo pueda agredir como manera de repeler una acción.

Estas conductas violentas derivadas por una infidelidad, pueden presentarse inmediatamente o tiempo después. Debemos considerar que cuando la pareja es afectada y termina cometiendo una conducta antisocial, en la mayoría de los casos se considera como factor desencadenante; y cuando el daño es presentado en los hijos, se considera como factor preparante. Entonces, ser víctima de una infidelidad puede originar sentimientos de irá e irritabilidad, venganza y resentimiento los cuales pueden perdurar toda la vida, y que la realidad nos ha mostrado que esta rabia producto de una infidelidad puede terminar siendo mortal.

La irá suele ser “la emoción defensiva que emerge inmediatamente, la cual puede movilizar recursos psicológicos para corregir comportamientos equivocados o ayudar a adaptarse a nuevas situaciones”, pero tiene una parte negativa, y es que al sentir irá, mentalmente se carece de la capacidad para prever consecuencias en los actos, perdiendo de vista la perspectiva de las cosas e incluso la empatía. La rabia está relacionada con una percepción de injusticia, donde se refleja una relación de poder desequilibrada, en donde la persona infiel al tener la posibilidad de ocultar y mentir, es considerada como la que tiene el poder, quitando así la posibilidad a la pareja de decidir, situación que puede derivar en el sentimiento de venganza.

Cuando una persona rompe nuestra confianza, entramos en un estado a veces inconsciente de querer venganza, “en la venganza se produce una escisión entre lo bueno y lo malo, un oscilar entre el amor y el odio, entre la idealización y la denigración” (Lansky, 2009). Por esta razón, una persona que jura amar o que tras la infidelidad perdió la idea del amor, llega a convertirse en agresor. Con la venganza se busca que el daño infligido sea restaurado, trasladando todo ese daño a la persona que lo ha provocado, es decir, tratar de que la relación sea justa para ambas partes; pero esta venganza no suele realizarse mediante la misma acción, sino que por la irá suele desencadenar en conductas agresivas. Todo esto va relacionado con el resentimiento o rencor, que perdura en el tiempo, y este no permite soltar, ni avanzar a la persona, porque alejarse y terminar la relación conllevaría un duelo, y esta incapacidad de soltar conlleva una dependencia emocional.

El factor principal a una dependencia emocional hacia una persona infiel, no es precisamente la infidelidad de la pareja, sino los malos tratos de la infancia, entre ellos podemos encontrar la posible infidelidad de uno de nuestros padres. De manera que en la infidelidad podemos encontrarnos con un círculo de violencia donde, no solamente la persona victima de la infidelidad pueda agredir a su pareja, sino que traslade este resentimiento ante alguien más, siendo los hijos la victima de esta infidelidad. Entonces, un padre o madre que es infiel con su conducta genera problemas psicológicos antes mencionados en la victima; y la victima al perder la estabilidad mental, no mide las consecuencias en la ira y resentimiento, y trasladando estas emociones a agredir a los hijos con el supuesto que es para corregirlos (condicionarlos). Por tanto, debemos recordar que toda violencia ejercida a un menor tendrá graves consecuencias en su vida adulta, situación de la que, aprende que la violencia es correcta y la repite, o entra en un estado de sumisión donde aprende que la violencia es correcta y la permite.

YARELY CAMPOS Lic. derecho

El Síndrome de la Mano Ajena (SMA)

El Síndrome de la Mano Ajena (SMA) es un trastorno neurológico que es poco frecuente, pero sí muy importante, debido al impacto por incapacitación que se produce en la vida diaria.

El rasgo más común del SMA es la actividad motora autónoma e involuntaria del miembro afecto y a su vez la sensación de extrañeza que es sentida por el paciente, que es caracterizado por los movimientos involuntarios, sin objetivo e incontrolables.

Este síndrome como entidad nosológica se ha modificado durante las últimas décadas y puede ser resultado de enfermedades que involucran al cuerpo calloso o al córtex frontomedial, aunque unos autores han descrito casos del Síndrome de la "mano jena" en pacientes que son debidos a lesiones posteriores.

La forma frontal que tiene el Síndrome de la Mano Ajena aparece en la mano que es la dominante, y se asocia a grasping, groping y a la manipulación compulsiva de instrumentos. El subtipo calloso se caracteriza por el conflicto inter manual, y es el primero que se describe en el contexto de casos de desconexión callosa.

El comportamiento de la mano ajena se incrementa en condiciones de fatiga o de ansiedad y normalmente se desencadenan por objetos cercanos. El tratamiento rehabilitador, dirigido hacia las necesidades en específico de cada paciente, puede permitir la mejoría en la consecución de las actividades de la vida diaria.

Los signos del Síndrome de Mano Ajena se producen comúnmente por lesiones en zonas determinadas del cerebro. Por ejemplo, puede darse en un paciente que su mano izquierda (Hemisferio derecho) prefiera otros instrumentos, e incluso otro programa televisivo que puede llegar a interferir con las elecciones que realiza la mano derecha (Hemisferio izquierdo).

La falta de uniformidad en los métodos de diagnóstico y clasificación a la hora de estandarizar la publicación de casos dificulta verificar su incidencia y prevalencia real.

Hay diversas descripciones del síndrome, y muchos de ellos hacen énfasis en la predilección que presentan los pacientes afectos por actuar de manera oportuna sobre objetos cercanos. Por ejemplo, se han descrito casos en los que un paciente, agarraba un vaso con su mano ajena (izquierda) mientras intentaba comer un trozo de pan con la derecha, y llevaba ambos simultáneamente a la boca.

Las intenciones del miembro ajeno pueden consistir e intentar levantar haciendo palanca los dedos para soltar algún objeto, el miembro agarra con fuerza partes corporales e incluso intenta asfixiar al propio individuo o a otros. El signo de la mano ajena puede encontrarse como un síntoma acompañante en diversas afecciones y entidades de etiología diversa. Aunque por otro lado se sostiene que la mayor parte de los casos descritos implican a accidentes vasculares cerebrales de etiología isquémica o hemorrágica.

ANA LUISA AGUILAR LAGUNES

Licenciada en Criminología y Criminalística Xalapa, Ver

Fan Man-yee

Fue una prostituta de 23 años, la cual ya había vivido todo el horror del mundo. De niña fue abandonada y criada en un orfanato. Su adolescencia llena de sexo, drogas y dinero condujo a que, en 1996, conoció en una discoteca en donde trabajaba como bailarina a un adicto al igual que ella, con el cual tendría. La violencia doméstica provoco su separación y que ella volviera a su antiguo trabajo. Chan Man-lok era líder de la Triada, de la mafia China, de 34 años de edad era un traficante de drogas, despiadado proxeneta y usurero. Cliente frecuente del burdel Villa Romance, y de Fan Man- yee ya que ella era prostituta en ese burdel, donde juntos llevaban a cabo largas sesiones de sexo y drogas, específicamente hielo (clorhidrato de metanfetamina), todo iba muy bien, hasta que Fan Man- yee le robo a Chan Man-lok su billetera con lo equivalente a 4,000 dólares y él se dio cuenta del robo y le exigió a Fan que le regresara el dinero. Ella lo hizo y además le pago 10,000 dólares más de intereses. Pero esto no fue suficiente para Chan, ya que le exigió 16,000 dólares extra para perdonarle la ofensa, y al Fan no poder pagarlos firmo su sentencia de muerte. La triada de Chan se componía con sus dos cómplices, Leung Shing-cho de 27 años y Leung Wai-lun alias “Gángster” de 21 años. El 17 de marzo de 1999 los dos cómplices de Chan siguiendo órdenes de este secuestraron a Fan Man-yee de su casa. Teniendo en mente el plan de llevarla a su departamento situado en Grandville Road y prostituirla, quedándose con todas las ganancias hasta que la deuda, que con el tiempo a causa de los intereses solo crecía, quedara saldada.

En este apartamento de Grandville Road de siete habitaciones que Chan utilizaba como centro de operaciones de todos sus negocios, no solo vivían los 3 miembros de la triada, sino que también se encontraba una niña de entre 13 y 14 años llamada Ah Fong, ella era novia de Leung Wai-lun. Ah Fong acababa de cumplir los 13 años de edad cuando escapó de su casa, al estar harta de su casa, su familia y todo lo que la rodeaba. Quien llego mientras ella estaba sentada en un restaurante fue Leung Wai-lun y Ah Fong se enamoró de inmediato al verlo con un traje de Armani falso y cadenas de oro mientras hablaban. A pesar de su corta edad Ah Fong amaba el ambiente de hoteles, sexo y bares. Donde un día Leung Wai-lun la introdujo a la triada presentándole a Chan Man-lok, a él le agrado y la llevo a quedarse al departamento. Ah Fong Chan era un fanático de Hello Kitty, y en el departamento tenía una gran variedad de productos y de la decoración con este personaje. Además de drogas de todo tipo incluyendo el hielo, pornografía, videojuegos, juguetes sexuales, televisión por cable, películas de todo tipo y alcohol. Cuando Fan Man-yee llega al departamento, el plan principal no se lleva a cabo, ya que tanto los tres mafiosos eran adictos consumidores del Hielo. Bajo los efectos de esta droga que es un psicoestimulante, similar a la anfetamina, solo que mucho más potente y altamente adictivo, para ellos fue irresistible abusar de la chica indefensa. Empezaron a castigarla por diversión, cuando estaban aburridos, sin algo más que hacer. La tortura aplicada a Fan Man-yee fue horrorosa en todos los sentidos y diversa, como colgarla del techo desnuda para darle constantes golpizas. La golpeaban con los puños, con las hebillas de los cinturones, y además de esto, si ella lloraba, gritaba o se quejaba de alguna manera sus castigos eran aumentados y con más fuerza. La obligaban a sonreír, reír a carcajadas cada vez que la golpeaban simulando que era feliz cada vez que la torturaban. Ah Fong con los ya 14 años cumplidos los visitaba y se sumaba a la tortura hacia Fan Man-yee. Ellos lo tomaban como diversión, como un juego. Ojalá su depravación hubiera tenido limites, pero lamentablemente no. Fan Man-yee fue sometida a vejaciones, maltrato y tortura durante un mes, en el que fue violada brutalmente con diversos objetos los cuales la desgarraron, la quemaban con cigarrillos, platico derretido o con fuego directo. Los tres delincuentes también le orinaban en la cara y en la boca, obligando a Fan Man-yee a tragarse todo y de manera “alegre” o sus torturas serian peores, llegaron al grado de obligarla a comer las heces fecales de Ah Fong, si la niña de 14 años la cual presenciaba todo y era participe. Solían colgarla del techo amarrada con cables eléctricos, y la golpeaban con barras de hierro, reventándole las piernas y dejándola ahí colgando mientras ellos salían a jugar videojuegos toda la noche e incluso días. Un mes de inimaginables torturas llevo a Fan Man-yee a una debilidad física y mental, permaneciendo 2 días tirada en el piso del baño antes de morir, siendo Ah Fong quien la encontrara. Los 3 delincuentes al no saber qué hacer decidieron dejarla ahí un día mientras se iban a jugar videojuegos y al día siguiente bajo una fuerte dosis de hielo decidieron que hacer con el cadáver de Fan Man-yee. Pusieron el cuerpo en la tina de baño y lo descuartizaron. Chan separo la cabeza con un serrucho, sus 2 cómplices la desnudaron, siguieron descuartizándolo y fueron envolviendo os trozos en plástico, una parte la guardaron en el refrigerador y otra se le dio a perros callejeros. Chan le dio a Ah Fong una bolsa con los intestinos de Fan Manyee y le ordeno llenar la bolsa con agua caliente. Leung Shing-cho fue el encargado de cocinar la cabeza en una olla hasta que quedó la calavera limpia, abrieron un gran peluche de Hello Kitty con cola de sirena, que tenía ahí Chan como parte de su colección y metieron dentro de este la calavera y cosieron de nuevo el peluche. Peluche donde estaba la calavera de Fan Man-yee Parte de lo más increíble de los sucesos es que a medio día descansaron para comer, mientras que en una hornilla se cocinaba la cabeza de Fan Man-yee, en la hornilla de al lado se cocinaban los fideos que comerían y removiendo ambas ollas con la misma cuchara. Existen las sospechas de que parte de la carne que guardaron en el refrigerador la consumieron en los días siguientes. Este crimen nunca habría sido descubierto a no ser por Ah Fong, la cual empezó a sufrir con pesadillas donde Fan Manyee le reclamaba por no ayudarla y por su trágica muerte. Las pesadillas fueron tan constantes que Ah Fong no lo resistió, y fue con la policía a declarar todo lo ocurrido. Los policías incrédulos de que una niña tan pequeña declarara tales atrocidades, fue al departamento, donde solo encontraron un diente, viseras y el peluche con la calavera dentro. Y los forenses no lograron determinar la causa de muerte de Fan Man-yee, tomando en cuenta su adicción. Ah Fong fue imputada por su edad y colaboración en el juicio. La triada fue condenada a cadena perpetua por homicidio involuntario, allanamiento de morada y privación ilegítima de la libertad por un jurado de la Corte de Primera Instancia y durante 20 años no podrán solicitar libertad condicional.

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