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Familia monoparental
MAURICIO ZURITA HERNÁNDEZ Criminología, Criminalística y técnicas periciales Oaxaca de Juárez, Oaxaca
Abuso sexual en hombres
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Hablar del abuso sexual en hombres suele considerarse como un tema irrelevante ante la sociedad, llegándose a considerar incluso como tema de broma, en el que mucha gente lo ha llegado a justificar en frases como “lo abusan otros hombres”, “los hombres no sufren” o “lo tienen merecido”, hablamos de una situación que más allá de lo inmoral de una persona al considerar apropiado que suceda, se está dejando de lado la prevención de delitos, aumentando así la decadencia de las sociedades. Para esto consideremos que los delitos pueden dividirse en 2 tipos de acuerdo a la vulnerabilidad psicológica por la edad de la víctima, primero los delitos a victimas menores de edad o personas que no tienen la capacidad de comprender el hecho y después los delitos a victimas mayores de edad. Para esta división se toma como premisa que de acuerdo a la edad, la personalidad puede o no estar desarrollada de tal forma afectará de diferentes manera de acuerdo a su desarrollo el ser víctima de cierto delito a determinado momento, a ejemplo los d e l i t o s a n t e s d e l a a d o l e s c e n c i a s u e l e n convertirse en conductas aprendidas llevando a repetir esas conductas en la vida a d u l t a , d e e s t a f o r m a e n c o n t r a m o s q u e s e considera que el 90% de las personas pedófilas sufrieron abuso sexual en la infancia.
Consideremos que “El abuso sexual infantil, quebranta la ética del cuidado, de la intimidad, y se aniquila la inocencia d e l d e s a r r o l l o psicosexual, destruyendo la continuidad existencial (Winnicott citado por Della Mora, 2014). ” , De esta forma la autora C. López (2016) menciona que diariamente podemos ver a personas que sufrieron a b u s o s e x u a l e n l a i n f a n c i a y c o m o consecuencia de este trauma que ha sido reprimido o disociado viven mostrando señales como el abuso de las drogas y o el alcohol, actuando mediante la promiscuidad, la adicción a la pornografía y a la masturbación, siendo los h o m b r e s l o s m á s vulnerables a mostrar estas señales. El abuso sexual infantil es un delito en el que actualmente existen más de 1,500 millones de personas que lo sufrieron y de las cuales muy pocas personas denunciaron, y una mínima cantidad de d e n u n c i a n t e s s o n hombres, hablamos que los niños varones pasan d e s a p e r c i b i d o s a l momento de obtener ayuda psicológica. No debemos negar que nos encontramos ante una realidad en el que el mayor porcentaje de víctimas en abuso sexual infantil son mujeres, pero a pesar de ello sigue siendo un delito que afecta a gran cantidad de varones menores de edad, pues 4 de cada 10 víctimas menores de edad son hombres, es d e c i r h a y aproximadamente 600 millones de varones que sufrieron abuso sexual en l a i n f a n c i a y / o adolescencia. En pleno siglo XXI, aun c o n e x c e l e n t e s movimientos como el MeToo para una mujer ha sido difícil denunciar algún tipo de delito sexual, y ante hechos de minoría de edad, nos podemos encontrar con disociaciones, miedo al v i c t i m a r i o o d e s p l a z a m i e n t o d e conductas, pero también el deterioro que tuvo el m i s m o m o v i m i e n t o MeToo al llenarse de denuncias falsas lo que conllevo que muchas verdaderas victimas volvieran a callar. En caso de los hombres también se suma que los prejuicios y el gran estigma social de que los hombres no sufren y deben tolerar c u a l q u i e r t i p o d e agresión, lo que conlleva que a pesar de que haya m a y o r n u m e r o d e victimas mujeres tanto menores de edad como adultas (8 de cada 10 víctimas adultas de violencia sexual son m u j e r e s ) , s e a n l o s varones los que les afecta m á s d e m a n e r a psicológica. L a p s i c o t e r a p e u t a estadounidense Beverly Engel, redactora de la revista Psychology Today menciona que existen varias razones claras de por qué las víctimas masculinas les toma más tiempo asimilar, aceptar y divulgar que fueron abusados sexualmente cuando eran niños. Ta n t o l a s v i c t i m a s f e m e n i n a s c o m o masculinas que han sido agredidos sexualmente, están confundidos sobre lo que se considera abuso sexual. En la adolescencia, el abuso perpetrado por una mujer se suele considerar como una oportunidad de iniciar la vida sexual y no lo termina considerando como violación. El victimario usa varias excusas para llevar gradualmente al niño a p a r t i c i p a r e n a c t o s sexuales, al grado de que llega a considerar que a c t ú a d e m a n e r a voluntaria.
AZRAEL X’TABAY VARGAS GOYTORTÚA Estudiante de Criminología, UDG
Zapopan, Jalisco, México
La doncella de hierro: mito y realidad
A lo largo de la historia, el ser humano ha demostrado contar con el ingenio suficiente para sobrellevar la tempestad, abriéndose paso en la frágil cadena de la evolución y, aunque esto se debe en gran medida a la fuerza y unión de las distintas sociedades alrededor del mundo, también es cierto que nuestra especie experimentó en carne propia la crueldad del pensamiento humano.
Como prueba de ello, existe una lista interminable de artefactos de castigo y tortura que en su tiempo se crearon bajo la ilusión falsa de justicia. Y, aunque el artefacto a continuación ha sido considerado como uno de los métodos más famosos de tortura en la antigüedad, detrás de todo misticismo se esconde normalmente resulta ser mucho más simple y aterrador.
La doncella de hierro fue un instrumento de castigo que, según registros, se creó en Núremberg, Alemania con la única finalidad de castigar prostitutas, ladronzuelos y falsificadores de la época y cuya popularidad ha perdurado a través de los siglos, manteniéndola como uno de los artefactos predilectos en cada museo y exposición. Sin embargo, de acuerdo con expertos en el siglo dieciséis lo que conocemos hoy en día podría ser poco más que una interpretación fantasiosa de la realidad.
Acorde con lo escrito por Johann Phillipp Siebenkees, esta doncella se utilizó por primera vez en 1515 para castigar a un falsificador de monedas. Su estructura constaba de un sarcófago de madera con un tamaño superior al promedio, reforzado con puntas de metal estratégicamente colocadas en el interior para herir a la víctima en puntos no vitales, hecho que permitía alargar el tiempo de agonía; produciendo en los condenados una muerte tortuosa que podía demorar horas o, en el peor de los casos, días enteros.
Con tal espectáculo, las autoridades pretendían demostrar al público la fuerza del Estado para castigar a todo aquel que llegase a considerar como un hereje y es precisamente en este punto donde expertos aseguran que recae la primera inconsciencia.
Según Johann, quien cabe resaltar vivió de 1759 a 1796, el sarcófago cubría al sentenciado en su totalidad, manteniéndole en una prisión de madera y acero de la cuál sólo podían escapar gritos lastimeros y un par de hileras de sangre a los pies del sentenciado, nada que pudiese considerarse un escenario realmente aterrador comparado con otros castigos de la época. Por ello, quienes el siglo XVI supone un campo de estudio único concuerdan que tal vez Johann malinterpretó el pasaje de lo ocurro en 1515, tomándose además la libertad de nombrar al artefacto de acuerdo a lo que su propia imaginación suponía y no a lo que realmente se encontraba escrito frente a sus ojos.
Así, se llegaría a la conclusión de que “La doncella de hierro” no era un sarcófago en su totalidad, sino que se traba de un tonel por el cual las y los condenados podían sacar la cabeza, brazos y piernas, ajustándose a la forma del torso para que las puntas de metal se enterrasen con mayor precisión en las zonas blandas que no suponían un riesgo mortal inmediato.
Después de todo, la finalidad de este castigo no era provocar la muerte de prostitutas, ladrones y falsificadores, sino, obligarles a cargar con el tonel durante el tiempo que se dictara la sentencia, además de dejar sobre su piel marcas infamantes que los acompañarían el resto de la vida.
La imagen que todos conocemos como la imponente doncella de hierro es una aproximación que se creó en Núremberg durante el año de 1802, tomando como base la interpretación errónea de Johann Phillipp Siebenkees, por lo que no se cuentan con ejemplares reales de lo que narra en los párrafos que dieron inicio a la leyenda.