<$$US1>EL_TIEMPO - NACIONAL-1 - 28 - 19/12/11 - Composite - ORLLOP - 19/12/11 07:56 <$$CP09>EL_TIEMPO - NACIONAL-1 - 28 - 19/12/11
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www.eltiempo.com - LUNES 19 DE DICIEMBRE DE 2011 - EL TIEMPO
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Simplemente,
Carlos Solano Cultura y Entretenimiento
Cantar ante el público con los pies descalzos era el sello que identificaba a la cantante caboverdiana Cesaria Evora. El gesto no era producto de la invención de algún mánager, ni buscaba conmover a nadie: ella creció sin zapatos y le resultaba natural. Cantaba así antes de ser famosa, cuando la contrataban en los pomposos cruceros europeos que llegaban al puerto de Mindelo, en la isla de San Vicente, en su país natal. A partir de ahí, se convirtió en un símbolo de la resistencia y de la comunión con sus compatriotas. El pasado sábado, la llamada ‘Diva de los pies descalzos’, que llevó la morna (el género que interpretaba) por el mundo, vendió más de 5 millones de discos, ganó un Grammy, recibió el título de Caballero de la Legión de Honor de Francia y el Premio de la Música de la Unesco, falleció de insuficiencia pulmonar. Canciones como Sodade, Beijo roubado, Africa Noussa, Miss Perfumado o su versión de Bésame mucho son documentos de la historia de una auténtica cantante del pueblo. Cuando vino a Bogotá, en marzo de este año, para brindar el que fue su único concierto en Colombia, sorprendió a quienes la recibieron con esa paz profunda que emanaba de su temperamento, y una humildad que no tiene nada que ver con el calificativo de ‘diva’. Se mostraba totalmente agradecida con cada detalle. Cuentan que guardó en su cartera la página con la entrevista que salió publicada en esos días en EL TIEMPO. “Yo no voy a cambiar nunca alguna cosa de mi personalidad. Es un don natural. Yo estoy viviendo con mi familia, con mi gente, en la simplicidad”, contaba entonces Cesaria, quien, aun siendo el personaje más popular de Cabo Verde (país con una población de 500.000 habitantes) ante el mundo, tenía un estilo de vida desprendido de las posesiones que le permitía caminar por las calles de Mindelo como cualquier otra persona y visitar a sus amigos y parientes, por quienes sentía la importancia de estar cerca. Su música era su medio de comunicación: solo hablaba una lengua créole derivada del portugués y de dialectos africanos, el kriolu de sus antepasados, que fueron esclavos. Por eso, siempre estaba acompañada por una traductora. Solía ser una mujer de pocas palabras en entrevistas: sostenía la mirada con una pasividad extrema. Pocos meses después, en septiembre pasado, anunció su retiro, debido a indicaciones médicas, y tuvo que cancelar la gira que tenía programada. Entonces declaró al diario francés Le Monde: “Lo siento, pero ahora debo descansar. No tengo energía. Lamento realmente tener que ausentarme por enfermedad… Me habría gustado seguir dando placer a aquellos que me han seguido por tanto tiempo”.
Cesaria Se fue la voz maravillosa de Cabo Verde, la relatora de las ‘saudades’ y de la indiferencia ante la pobreza en África. Hace apenas unos meses, pasó por Colombia y dejó ese halo de quien busca la paz a través de las palabras.
Representantes de la cultura lusófona la consideraban como “la traducción más universal de la palabra Cabo Verde”. Fotos: Archivo particular
atado exclusivamente a la realidad de su país. Sin embargo, el amor por la música sí la conquistó cuando apenas tenía 16 años. En aquella entrevista con este diario, relataba que todo comenzó cuando ella iba a ver los ensayos de un grupo en el que cantaba Eduardo, un joven del que ella estaba enamorada, pero era muy tímida para ha-
Fama tardía Fue precisamente en París, apenas en 1988, cuando Cesaria tenía 47 años, que grabó su primer disco y se convirtió en la embajadora mundial de la morna. Fue un descubrimiento tardío: no estaba en los planes de la caboverdiana haber sido cantante y, menos, viajar por el mundo para cautivar al planeta con un canto que parecía
Solía fumar mientras cantaba en el escenario, en el que se presentaba descalza. Reuters
“Acostumbro a escuchar a los músicos, y ellos tienen que moverme”, decía sobre las grabaciones.
blarle. Un día, él la puso a cantar: “Mi voz era muy delgadita, entonces él me dijo: ‘canta más alto, porque tienes una voz muy bonita’ ”. Muchos años después, tras permanecer haciendo música en la escena nacional de Cabo Verde, donde la llamaban ‘la Reina de la morna’, y viviendo de manera austera, viajó a Portugal para cantar en un restaurante. Allí, fue descubierta por José Da Silva, la persona que la llevó a París. “No podía encontrar a nadie que me ayudara en Cabo Verde –le dijo a The New York Times–; por eso, tenía que empezar a grabar en Francia”. El título de su primera grabación con Da Silva le dio el sobrenombre por el que se hizo famosa: La diva de los pies desnudos. A este álbum le siguieron Distino di Belita (1990), Mar azul (1991) y Miss Perfumado (1992), en el que quedaron registradas sus canciones Sodade y Angola. Convertida en figura en Europa, a sus 51 años, Evora comenzó a hacer giras mundiales y fue ovacionada en el Olympia de París y en el festival de jazz de Montreal, entre otros escenarios. Y gracias a los consejos de Da Silva, la cantante exploró los ritmos de otros continentes. Desarrolló gran aprecio
“La esperanza es la última cosa que muere. Creo que la música puede traer la paz al mundo. Esa es mi esperanza”.
“La música no se puede explicar (...) Cuando me encuentro con la música de Cuba y de países de Suramérica, como Brasil, siempre encuentro algo que se puede ganar de ella”. Cesaria Evora
por la música cubana y la del Brasil, así como por la de Egipto. Eso le permitió hacer todo tipo de grabaciones a dúo con artistas como Salif Keita, Compay Segundo, Marisa Monte, Caetano Veloso, Chucho Valdés, Tania Libertad, Bonnie Raitt y Goran Brevogic, entre otros. Siguieron otros álbumes, entre estos el galardonado con el Grammy a mejor álbum de world music, Voz
d’amor; Rogamar (2006), y Nha sentimento (2009).
La expresión de un pueblo La morna, como se le llama al sonido de sus canciones, es un género que retrata la mixtura de su pueblo, que por muchos años fue colonia portuguesa de esclavos y logró su independencia hace apenas 36 años: tiene el espíritu del fado, de Portugal, a través del acordeón y el cavaquinho –tan popular en la música del Brasil–, y, a la vez, las cadencias de la música africana y de expresiones folclóricas locales como la batuque. Y por la esencia del sentimiento involucrado, se le compara con el blues. “Antes de cada sesión de grabación, acostumbro a escuchar a los músicos, y ellos tienen que moverme. Es mi método: si no siento las palabras, no canto, incluso si me golpeas”, cuenta Cesaria en el documental que el sello Lusafrica presentó en el 2009. Pero más allá de las saudades, esas melancolías difíciles de explicar que embargaban su música, ‘la Diva de los pies descalzos’ fue una voz denunciante. En medio de la atención que despertó repentinamente su música en Europa, así como la ola de world music, junto a artistas como Salif Keita, Baaba Maal, Youssou N'Dour y Nusrat Fateh Ali Khan, no tuvo temor para cantar acerca de la indiferencia e hipocresía del hemisferio norte en torno a la pobreza que vive África. “La pobreza siempre ha sido una cosa irreal para ustedes, de manera que, ¿qué derecho tienen para juzgar la situación en nuestro país?”, declaraba en los escenarios europeos, con su canción Tudo tem se limite. Por ello, Cesaria sentía conexión con pueblos en los que también se vive la pobreza. En lo personal, había prometido no volver a vivir con un hombre después de su tercer divorcio. “Estoy casada con mi madre, mis hijos y mis nietos”, dijo en su momento la artista, que entre 1975 y 1985 dejó el canto para trabajar en otros oficios para ayudar a los suyos. Recordaba esa etapa como los “años oscuros”, en los que luchó contra el alcoholismo. Evora era insistente en permanecer en Cabo Verde, junto a su familia, pese a las posibilidades que le daba su fama. “¿Luego en dónde quiere usted que viva?”, le dijo a un periodista que le insistía en el tema. Y precisamente en su hogar, en Mindelo, pasó sus últimos días. Allí reposarán sus restos, desde mañana, cuando sea sepultada con honores.