feria del libro
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Carlos solano
1. Mind Da Gap, figuras del ‘hip hop’ ‘tuga’. 2. Amália Rodrigues, símbolo del fado. 3. Moonspell, el rostro del metal. 4. Una figura singular fue el cantante António Variações. 5. Buraka Som Sistema rescata la influencia africana del kuduro.
CuLtuRA y entRetenImIento
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n 1994, Wim Wenders abrió al mundo una ventana por la que brillaron las bondades de la música portuguesa y, desde entonces, la imagen de Madredeus y, en especial, de Teresa Salgueiro, que el director retrató en Lisbon Story, encarnaron una palabra que los pueblos no luso-parlantes han intentado definir sin éxito por años: el sentimiento de la ‘saudade’. A partir de ahí, nuevas generaciones despertaron su atención por el fado y por rescatar las grabaciones de su gran leyenda, la cantante Amália Rodrigues, quien modernizó estas raíces sonoras provenientes del siglo XIX. El mismo interés internacionalizó a Mísia, Teresa Silva, Mariza, y a la caboverdiana Cesária Évora con sus canciones de ‘morna’, la hermana creole del fado. Entre tanto, Madredeus llevó por el mundo sus fusiones. Pero más allá del cuadro costumbrista que se ha levantado sobre las músicas de las calles de Lisboa y Coimbra, un fenómeno que se comporta similar a la cultura del tango en Argentina, estas ciudades son también epicentro de otras manifestaciones musicales, no tan comercializadas, que hablan de un Portugal diferente: de artistas contestatarios, enérgicas danzas africanas, roqueros, jazzistas y, en particular, cantantes de hip hop.
Del rock al ‘tuga’ En los años setenta y ochenta, una figura singular en la escena pop portuguesa fue António Variações, un artista enigmático que surgió en el municipio de Fiscal y que, sin mayores conocimientos de música, comenzó a componer letras, algunas que se convirtieron en éxitos con un sonido entre el rock, el punk y el folk, con notorios guiños a David Bowie y Roxy Music. Su grabación de Povo que lavas no rio, que inmortalizó Amália Rodrigues, lo puso en el radar nacional. Su muerte inesperada a los 39 años, en 1988, lo convirtió en un ícono. El rock portugués fue fuerte desde los años sesenta. Así como Colombia tuvo sus Speakers y Flippers, en Portugal tuvieron a los Sheiks, que emularon en paralelo las estampas de Los Beatles. Pero una de las bandas más desenfadadas de Portugal, y que merece un capítulo exclusivo, fue UHF, que descargaba su potencia new wave en temas como Cavalos de Corrida. António Manuel Ribeiro, su líder, inspiró todo un movimiento. En el post punk , estaba Rádio Macau, que era como ver una versión portuguesa de Siouxsie and the Banshees.
También hicieron historia en los setenta las bandas de rock progresivo Arte & Oficio y Tantra, esta última tan inspirada en Génesis, que su vocalista acudía a la misma teatralidad, con máscaras de Peter Gabriel. Otros nombres que merecen recordación del rock portugués: Petrus Castrus, Salada de frutas, GNR, Patchouly, Jáfumega, Trabalhadores do Comercio, Peste & Sida, Delfins, Pedro Abrunhosa, entre otros. Por su parte, en el metal, Portugal tiene una banda que ha sido fielmente acogida por seguidores colombianos: Moonspell, que estuvo en Bogotá hace tan solo unos meses. Entre lo más comercial, artistas como Seda, Táxi, Catarina Boto, baladistas como Carlos Paiao y Dina en los años noventa, que ganó en Eurovisión de 1992 con Amor de agua fresca, siguen moviendo la radio del país. Y entre los géneros más populares, está la pimba pimba, basada en el acordeón, con Quim Barreiros como su principal exponente. También hay en el panorama bandas de vanguardia en el jazz, como la orquesta Matosinhos, o cantantes como María Anadon, que siguen la escuela americana.
Entre el fado y el enfado NO TODA LA MÚSICA EN PORTUGAL ES FADO. EL PAÍS DE MADREDEUS Y AMÁLIA RODRIGUES TAMBIÉN CONCIBIÓ UNA OLA DE ARTISTAS ALTERNATIVOS QUE EXPLORAN OTRAS RAÍCES.
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Enfadados Las nuevas generaciones han retomado las banderas del hip hop y las influencias africanas, a través de ritmos como el kuduro. Buraka Som Sistema, que ha venido en varias oportunidades a Colombia –y ha grabado con Bomba Estéreo–, es su principal exponente. Pero en la última década, el sonido más destacado y con una personalidad que se definió en las calles y se ha extendido por Europa es el hip hop tuga, una red de artistas urbanos que sembró la migración de jóvenes africanos desde los años noventa, y que ha traducido su situación en sus letras, con exponentes como Sam The Kid, Valete, Dalema, Mind Da Gap y Da Weasel. Es muy diferente al hip hop americano –excepto por las bases de funk que lo sostienen– pues está empapado de las raíces de la percusión africana, e incluso del ritmo de Sergio Mendes. Por supuesto, el fado sigue siendo la principal fuerza vital de la música de Portugal hacia el mundo, y las voces de Ana Moura, Cristina Branco, Aldina Duarte o Carminho representan su nueva generación. Una que no olvida el legado de Amália Rodrigues.
ABRIL 2013 / Lecturas
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