Paco de Lucia (2013)

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www.eltiempo.com - SÁBADO 12 DE OCTUBRE DE 2013 - EL TIEMPO

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Carlos Solano Cultura y Entretenimiento

Tras más de 50 años en la música, Paco de Lucía no tiene ningún afán de impresionar a nadie: sabe que los fanáticos que cultivó hace décadas tendrán claro por siempre a quién vieron reinventar el flamenco, sacarlo del cliché de la postal española y convertirlo en una de las músicas más ricas del mundo. Y por eso, su franqueza está intacta para explicar por qué le tomó 16 años volver a Colombia: “De pronto me dio pereza hacer viajes tan largos –responde, sin reparo–. América es muy grande y cada viaje es como ir al fin del mundo”. El próximo 22 de octubre, finalizará esa espera, cuando se presente en el Teatro Metropolitano de Medellín, y el 24 en el Palacio de los Deportes de Bogotá. El Paco que en el 2010 recibió su doctorado Honoris Causa del Berklee College de Boston es el mismo que se asiló en Playa del Carmen, en México, y, buscando el goce más primario, se dedicó a pescar en el mar lo que comía cada día. Llegado el momento, volvió a España para rodearse de su familia: “Los años no pasan en vano ¿sabes?”. Paradójicamente, de la guitarra, esa compañera que aún consume sus tardes dedicadas al ensayo, asegura que simplemente aún no la controla. “Es que es un instrumento muy difícil y desagradecido. Tú le dedicas horas y horas, y luego te subes a un escenario, estás perfectamente de manos y ¡tocas como una mierda! Entonces le dices ‘Oye, ¿por qué me haces esto, si te he dedicado una semana, tocando ocho horas diarias, por qué?’ –sostiene De Lucía–. A veces, depende hasta de una mosca que pase volando y te desconcentra. O algo en el teatro de pronto te hace tocar muy mal. O al revés, estás mal y tocas muy bien... No la controlas. Es lo que más se parece a una mujer de todos los instrumentos que hay. Cuando crees que la tienes agarrada por el cuello ¡qué va! eso es un espejismo, es mentira”. Fue a partir de los años 60 que De Lucía empezó a despuntar y a dar los pasos de una revolución musical en la tradición que recibió de su padre, Antonio Sánchez: “Él nos crió tocando la guitarra flamenca, que es el lenguaje de mi pueblo, con el que tengo una deuda, aparte de que es mi pasión, para con mi cultura, la gente de

‘¡La guitarra es una desagradecida!’: Paco de Lucía Anécdotas del gitano de Algeciras acerca de los días en que conoció a Camarón de la Isla, de cuando descubrió el cajón peruano y de cómo reinventó el flamenco en contra de quienes llama ‘talibanes’ de la música. mi niñez. Soy un apasionado, perfeccionista y eso me ha hecho crecer como músico y que a la vez crezca conmigo la tradición tan antigua que hay detrás y medio ‘talibán’ ortodoxa que no quería moverse –relata el andaluz–. Con mi esfuerzo y entre unos cuantos de mi generación, hemos ido tratando de hacer cada vez nuestro trabajo de cada día para que esta música sea un poquito más grande”.

“Empezamos a componer música nueva porque los flamencos de la época no te dejaban moverte de Cantaor frustrado La historia de Paco de Lulos cánones cía resulta inseparable de la (...). ¡Eran del cantaor Camarón de la Istalibanes!”. la. Fue su complemento. La

“Nunca he pretendido ser un músico de jazz. Mis coqueteos con el género han sido para divertirme oyendo cómo toca esta gente”. Paco de Lucía, guitarrista ACERCA DEL GIRO DEL FLAMENCO.

dupla marcó en los 70 el camino del flamenco, pero fue realmente en 1968 que se conocieron: “Yo era dos años mayor que él, que tenía 16, y yo ya era famoso. Pero a mí siempre me gustó el cante, porque pienso que la esencia del flamenco está en la voz. Siempre fui un cantaor frustrado. Aprendí la guitarra porque me daba vergüenza el protagonismo del cantante, y con una guitarra me podía esconder y era la guitarra la protagonista, siempre fui un niño muy tímido”, sostiene el músico que desde entonces decidió llamar al Camarón “mi héroe para siempre”. Le colaboró en un demo que Camarón grabó para Columbia, y que no gustó a algún ejecutivo de entonces: “El tipo dijo ‘no, no, eso no interesa... El flamenco no es una música que se venda’. Le dije a Camarón ‘vente a mi casa, que yo te hago el disco’ ”. De allí, el Camarón se perdió un tiempo hasta un encuentro fortuito en Jerez, que se convirtió en noche de copitas e improvisación. “Él cantó y yo no podía dar crédito a lo que oía –recuerda De Lucía–. Creo que conozco todo tipo de músicos y músicas de todo el mundo, pero nadie me ha sorprendido e impresionado

como Camarón aquel día. Le dije: ‘¡Ahora sí no te escapas! Vente pa’ Madrid que vamos a hacer un disco’ y ahí empezamos a componer música nueva, porque los flamencos de la época no te dejaban moverte de los cánones de los cantes, era como un sacrilegio mover una frase de cómo se cantaba 100 años atrás... ¡Eran talibanes!”, insiste.

El cajón es peruano En esa revolución, De Lucía introdujo en el flamenco el cajón peruano, y desde entonces la música española se ha vuelto casi impensable sin este sencillo instrumento de madera, a tal punto que –pese a la obviedad de su nombre– el tema se ha prestado para controversias históricas, y muchos músicos peruanos reclaman su crédito. La voz afroperuana Susana Baca sostiene que “eso nos pasa (a los peruanos) por generosos y entregar todo”. Paco de Lucía recuerda con melancolía cómo fue ese encuentro revelador: “Estaba en Perú (años 70) de gira, y el embajador español me invitó a una fiesta en homenaje a mi grupo. Entre los invitados estaba la cantante

Con el famoso Camarón de la Isla (derecha), Paco de Lucía formó una de las duplas más brillantes del flamenco. Grabaron diez álbumes juntos entre 1968 y 1977. Archivo particular.

Chabuca Granda, y con ella apareció por ahí un negro que se llamaba Caitro Soto, que empezó a tocar el cajón, y yo me quedé mirando y pensé ‘¡qué bien suena!’ y lo vi clarísimo, esa tenía que ser la percusión nuestra, porque hasta ahí la flamenca era gente tocando las palmas pero eso te destroza los brazos después de 10 minutos. Un ‘bailao’ tampoco es un instrumento como tal, tiene vida propia, es más que una percusión. El cajón me sonaba como los pies del bailaor, porque el grave es como el tacón, y la palma es como el lado del cajón. Y los gitanos somos gente pobre, así que el cajón se puede llevar y guardar en cualquier lugar. Era clarísimo”. Entonces abordó a Soto (el otrora miembro de Perú Negro, fallecido en 2004), tocaron juntos y le dijo “ ‘¿me vendes el cajón? ¿Cuánto quieres por él? ¿quién lo ha hecho?’. Me dijo: ‘Lo hice yo mismo’, y me pidió 12.000 pesetas, todavía me acuerdo, era como 60 dólares de la época. Se lo entregué a mi percusionista Rubem Dantas, brasileño, y le dije ‘en una semana, quiero el cajón sonando... Olvídate

de congas y vamos a tocar esto’ (...), en España corrió como la pólvora y en un año, en cada casa de gitanos había un cajón”. De Lucía también ‘echa leña al fuego’: “Hay tan buenos percusionistas de cajón ahora en España que creo que superan a los peruanos, porque es más complejo y sofisticado lo que tocan los gitanos de acá que lo que hacían los peruanos. Con todo respeto lo digo. Viene de ahí la tradición (...). Justamente, el flamenco lo ha difundido más que la música peruana y de alguna manera me siento orgulloso de haberlo sacado al mundo”. Aunque en la última década su producción discográfica ha mermado (presenta ahora su álbum Canciones andaluzas para dos guitarras, que grabó con Ramón de Algeciras), varias presentaciones recientes en las que ha maridado su instrumento con leyendas del jazz como Chick Corea o Wynton Marsalis (con John McLaughlin y Al Di Meola hizo equipo en los años 70 y 80) dan cuenta de ese nivel universal que escaló su flamenco. “Nunca he pretendido ser un músico de jazz. Mis coqueteos con el género han sido para divertirme oyendo cómo toca esa gente, porque son diablos, son ‘bicharracos’ improvisando y su conocimiento de armonía y demás, y por curiosidad siempre me he acercado para aprender (...). No fui a la escuela a aprender música, siempre fui un guitarrista de oído y tengo la asignatura pendiente de conocer de armonía (...). Si no estás preparado armónicamente, se te ve limitado”, afirma. Finalmente nostálgico, De Lucía se decidió a volver por estas tierras. El guitarrista y pescador, el hijo de Algeciras, cierra esos 16 años de espera. – Ha sido tanto tiempo... Ya mis novias de aquella época deben estar tan viejas –bromea el gitano–. – Seguramente aún lo están esperando... –¡Seguro, muy pintadas ellas!

“Aprendí la guitarra porque me daba vergüenza el protagonismo del cantante, y con una guitarra me podía esconder”.

Paco de Lucía, en su presentación durante el V Festival Leo Brouwer de Música de Cámara, luego de 26 años desde su última actuación en Cuba. Efe


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