Resulta paradójico que justo hoy, cuando el desarrollo de la infraestructura nacional comienza a tomar vuelo, los tentáculos de Odebrecht se hayan asomado sobre algunas obras estratégicas. Pero es más difícil de entender el hecho de que un lunar negro como este –oscuro, sin duda, pero a fin de cuentas aislado– se haya convertido en coto de caza para contaminar injustamente el buen nombre de la ingeniería y, de paso, el de las firmas locales que ejecutan centenares de obras civiles, dignas de exhibir en cualquier parte del mundo. Es aventurado, entonces, como han tratado de hacer algunos, mezclar dentro del mismo saco a los unos y los otros.