China

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n.ยบ 7

Enero 2011

Psoriasis y embarazo Psoriasis grave tratada con etanercept Dramรกtica respuesta al retratamiento con etanercept en psoriasis grave tras embarazo Desollados en la pintura China


CHINA Galo Martín Aparicio Licenciado en Historia por la Universidad Complutense de Madid

Capital: Beijing. Idioma: Chino mandarín. Población: 1.313.973.713 habitantes. Superficie: 9.596.960 km². Densidad: 136,12 hab/km². Forma de estado: República Popular. Producto Interior Bruto per cápita: US$ 3.189. Moneda oficial: Yuan (RMB).

Templo tibetano

Cordillera del Himalaya

Monjes tibetanos

Mujer tibetana


China es el país más poblado del planeta, con casi 1.400 millones de habitantes, además de ser el cuarto país más grande del mundo, después de Rusia, Canadá y Estados Unidos. Está constituida como una República Popular regida por el Partido Comunista de China. El territorio nacional se divide en 22 provincias, cinco regiones autónomas (Xingjiang, Mongolia Interior, Tíbet, Ningxia y Guangxi), cuatro municipalidades (Beijing, Tianjin, Shanghai y Chongqing) y dos Regiones Administrativas Especiales (Hong Kong y Macao); 55 etnias minoritarias cohabitan con la Han, la más numerosa de todas. Repartidas por todo el país, tratan de conservar sus costumbres, cultura, lengua, escritura y religión. Uno de los grupos minoritarios más interesantes son los uigures de Xingjing, musulmanes de cultura, que conviven con los han a la vez que conservan sus hábitos de vida. Resulta muy fácil identificarles por su aspecto más árabe que oriental. Los tibetanos constituyen un pueblo mágico. Localizados en un medio tan inhóspito como bello. Otras comunidades son las de los li, miao y zhuang.

En sus más de 9 millones de kilómetros cuadrados se suceden diferentes paisajes y ecosistemas. Praderas y estepas de una gran extensión en Mongolia y Manchuria, los desiertos del Gobi en Mongolia y el de Taklimakán en la región autónoma de Xingjiang, además de bosques subtropicales al sur del país, junto a Laos, Vietnam y Myanmar. Al oeste se dan cita las altísimas cordilleras del Himalaya y de Tian Shan, que constituyen una frontera natural con India y el Asia Central. Cuenta con un litoral de 14.500 kilómetros de largo bañado por los mares de la China Meridional y Oriental. Hace frontera con 14 países:

Estepa de Manchuria

Mujer uigures

Desierto del Gobi

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LA PIEL del Planeta


Afganistán, Bután, Myanmar, India. Kazajistán, Kirguistán, Laos, Mongolia, Nepal, Corea del Norte, Pakistán, Rusia, Tayikistán y Vietnam. Torre Jim Mao (conocida como “el Abrebotellas”)

Alrededor de China todo es tan desmesurado y exagerado como exótico y misterioso. Por sus dimensiones, el país es conocido como el Gigante Asiático, en términos económicos se le denominaba el Gigante Dormido, pero poco a poco se ha ido desperezando hasta convertirse en la segunda potencia mundial según su PIB, después de Estados Unidos. La velocidad a la que crece el país le hace irreconocible de un mes para otro. Da vértigo ver la transformación que ha experimentado China en los últimos años desde lo alto de los rascacielos de Pudong, en Shanghai, que apuntan hacia el cielo y constituyen un skyline que invita a imaginar Nueva York. La Perla de Oriente, la Torre Jin Mao y la sede del SWFC, conocida como “el Abrebotellas”, son las joyas de la corona que custodian el curso del río Huangpu (conocido como el Río Amarillo), a su paso por la capital financiera del país, Shanghai.

Pudong en Shanghai


La meta que obsesiona a este país, con forma de gallo, es el futuro que anhelan alcanzar sin vivir el presente. En este maratón, la distancia entre unos corredores y otros es tan grande que las desigualdades copan la realidad del país. De esta manera, viajar a China es sumergirse en un mar de contrastes del que sale a flote la esencia de un pueblo milenario, difícil de comprender y lleno de sabiduría.

Preocupada por borrar las huellas de una historia salpicada de sangre, de intrigas, de grandeza y miseria, modernas construcciones se erigen entre los más bellos vestigios del pasado. Ciudades antagónicas, Shanghai muda su piel de la piedra al cristal, mientras que Beijing conserva un aura imperial que le convierte en una orgullosa capital. Los turistas que recorren la Gran Muralla China se preguntan desde qué lado atacaba el enemigo. Grabada sobre la superficie terrestre del país a modo de

tatuaje, esta magna obra arquitectónica quiere permanecer para siempre y recordar el camino recorrido por China para llegar a ser lo que es hoy.

Artesanos de lo cotidiano, los chinos han hecho de la caligrafía un arte, de la gastronomía una ciencia y de la lengua un códice, apto para los más eruditos. Todo ello bajo una mirada rasgada que le dota de personalidad. Elementos atractivos por extraños a las personas ajenas a la cultura oriental. Sin embargo, víctima de la globalización, los símbolos capitalistas, con el paso del tiempo, conquistan cada esquina de las ciudades chinas convirtiendo al país es un gran anuncio publicitario. China regala al viajero instantáneas únicas, difíciles de olvidar y de ver en otros lugares. Unos cocineros fumando en un callejón, un corro de personas jugando al Mahjong, un mercado, una puerta decorada con el caracter de suerte invertido, atascos de coches y de

Aresano y caligrafia

Gran Muralla

Jugando al Mahjong

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LA PIEL del Planeta


bicicletas y sobre todo, la expresión de los rostros anónimos.

Los Juegos Olímpicos de Beijing 2008 y la Exposición Universal de Shanghai 2010 han sido dos escaparates para mostrar al mundo la fuerza y capacidad de China. Occidente parece enmudecer cada vez que Catai (antigua denominación de China durante la Dinastía Liao en el siglo X) se mueve. La “Fábrica del mundo” dicta las nuevas reglas del mercado internacional. Consciente de su potencial, el hambre de poder es tan grande que evoca a la época de los emperadores y su sueño de llegar a ser dioses. China no parece conocer su límite, avanza dando la sensación de que la despensa nunca quedará huérfana de provisiones, de ahí la osadía de retar al orden mundial establecido.

La grandeza, el poder y la ostentación del país como estado, contrasta con la humildad, la generosidad y solidaridad de su gente. El pueblo chino regala sonrisas al extranjero que quiere descubrir su cultura. La comunicación sin palabras tiene su espacio en el Lejano Oriente. La sensación de ser un analfabeto desaparece con la mímica y una buena dosis de paciencia. Hacerse entender en China es como un juego, a veces divertido, otras desesperante.

Marco Polo viajó y regreso de Catai allá por el siglo XIII. Maravillado por lo que vio, encontró y descubrió, animó a otros viajeros a partir en dirección Este. Lo que relató en su Libro de las Maravillas, ocho siglos después sigue despertando curiosidad y son muchos lo que se animan a tomar un avión con dirección a China para comprobar si es cierto todo lo que se cuenta en sus páginas.

El Estadio Nacional de Beijing o “El Nido”


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