15/06/2016
NOTICIAS DE TURISMO DE COSTA RICA
Costa Rica, qué mae Un viaje por Tiquicia se mide en las sodas –casas de comida locales a precios razonables– que se van dejando por el camino mientras se escapan los ¡guau! y los ufff ante cada nueva manifestación de su exuberante selva y populoso reino animal. La humedad, la lluvia o las picaduras son los impuestos que hay que saldar para disfrutar de este país en el que su gente no deja de decir pura vida
El cráter del Poas Volcano se ha convertido en una de las grandes atracciones de este país centroamericano. :: KENT GILBER / AP
Las playas costarricenses se han convertido en un reclamo para los amantes del surf. :: GALO MARTÍN
PARQUE NACIONAL MANUEL ANTONIO Área silvestre protegida ubicada en la provincia de Puntarenas, en la costa del Pacífico. Se trata de una pequeña isla biológica, dentro de un marco muy turístico, como son las localidad de Manuel Antonio
SAN JOSÉ (COSTA RICA). El mae con la mano izquierda sujeta la tabla de surf. La derecha alzada y con la palma abierta apunta al cielo. Como su cabeza. A continuación se santigua y se introduce en el agua. Sí, playa Hermosa, con su arena negra, palmeras y sus despreocupados coge olas, en la costa del Pacífico, es distendida y relajada, pero también es devota, igual que el resto del país. Destartaladas viviendas particulares, hotelitos y cabinas –alojamientos económi-
COSTA RICA
PURA VIDA GALO MARTÍN
cos que consisten en una habitación equipada a full y con aparcamiento–, de estética y atmósfera surfera, se esconden entre la vegetación y a un lado del asfalto por el que circulan pick-up, 4x4, coches alquilados y camiones con frontales majestuosos. La playa, alargada y con series de ondas que se repiten una y otra vez, hacen las delicias de los forasteros y locales que se juntan en este lugar, donde su topónimo es una obviedad y beber una rubia y suave cerveza Imperial,
después de un buen baño, una sana obligación.
De la palmera al plato Por sus carreteras, llenas de señales de tráfico de fondo amarillo que advierten de reductores, de la presencia de escolares y puentes angostos, se suceden talleres mecánicos, llanteras, fábricas de muebles, modestas iglesias cristianas y sodas: el sabanero, el coco, la amistad, Garabito y más y más nombres que a uno le hacen sonreír y preguntarse ¿por qué? Todo ello custo-
diado por cocoteros, plataneros y ranchos en los que campa ganado vacuno. De alguna parte tiene que salir la materia prima que da vida a sus platos autóctonos estrellas: el casado –hecho a base de arroz, frijoles, carne/pollo o pescado, ensalada y plátano maduro– y el gallopinto –desayuno compuesto de arroz, frijoles, cilantro y cebolla, más algún añadido extra–, acompañado de una taza de cafeína acuosa y negra. El café costarricense tiene su método propio y rústico de elaboración.
y Quepos. En el interior del parque hay una gran variedad de aves, mamíferos, así como fauna y flora marina. Es fácil ver a tucanillos, pelícanos, iguanas, mapaches, perezosos y monos tití y carablanca. En el interior hay senderos, miradores y dos playas en las que sí está permitido el baño. El precio de la entrada de acceso al parque cuesta 16 dólares. Si lo desea puede contratar los servicios de un guía. La visita al lugar ronda las cuatro horas.
Se le denomina chorreador y no es más que verter agua caliente sobre el grano molido que reposa en un filtro suspendido en una estructura de madera. «Hay que ser paciente cuando se ordena una taza», dice Heiner, del restaurante Tierra mía, en La Fortuna.
Volcán Arenal Merece la pena esperar, sobre todo por la conversación con el joven mesero tico y por la vista del cono casi perfecto que queda al fondo, si las nubes lo permiten.