La Ciudad de Galdós

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Canarias. La ciudad de Galdós

Por Galo Martín Aparicio Fotografías por Daniel Martorell

LAS PALMAS DE GRAN CANARIA, LA CIUDAD DE GALDÓS En el caso del novelista Benito Pérez Galdós no es baladí recordar que nació en Las Palmas. Desde el Muelle Viejo zarpó a Madrid a estudiar para acabar escribiendo. El cariño del autor por su ciudad se lo ha devuelto Las Palmas de Gran Canaria conservando su memoria.

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Canarias. La ciudad de Galdós

La ciudad de Galdós se recorre a pie, pero para llegar a ella hace falta un DeLorean que nos lleve a 1843. Aquel año el censo de Las Palmas sumó un habitante más a los 15 000 que vivían rodeados por una muralla. En su interior había dos barrios: Triana y Vegueta. El barranco de Guiniguada los separaba y los puentes de piedra y palo los comunicaba.

Tirso de Molina, en Bocabarranco, la satirizó con una tira gráfica y un poema. Un capricho del azar hizo que más adelante, coincidiendo con la representación de su obra Electra, la población comenzase a llamarlo Teatro Pérez Galdós. Mucho antes, cuando caminaba al colegio San Agustín, pudo ver cómo avanzaban las obras de la catedral de Santa Ana. Inspirado por la visión de este monumento inacabado creó al palanquero del órgano de la catedral, el protagonista del cuento Necrología de un Proto-tipo. Enfrente de Santa Ana estaban las Casas Consistoriales, que ardieron un año antes de que naciera Galdós. En el nuevo Ayuntamiento se aprobó proponer al novelista como candidato al Nobel de Literatura, premio que no ganó. El prolífico autor escribió más de cien obras, lo que le convierten en el novelista español más importante, después de Cervantes. Las calles de la barriada de Schamann llevan por nombre novelas y personajes galdosianos: Trafalgar, Mariucha, Doña Perfecta, Misericordia, etc.; además, cuatro lonas en las fachadas de los edificios ilustran a los personajes Federico Viera, Marianela, el abuelo y al propio Benito Pérez Galdós.

De niño a Benito le gustaba ir desde su casa, en la calle del Cano, en Triana, hasta el Muelle Viejo y contemplar los exvotos en forma de barquitos que colgaban en la ermita de San Telmo. Desde este puerto zarpó a la Península, dejando atrás una ciudad decimonónica, repleta de conventos y sin universidad, iluminada por antorchas, faroles de aceite y la luna llena.

Las calles de la barriada de Schamann llevan por nombre novelas y personajes galdosianos: Trafalgar, Mariucha, Doña Perfecta, Misericordia, etc. En aquella urbe aislada y reducida el joven Benito se formó. Lo hizo yendo de un barrio a otro mientras la gente cambiaba su mentalidad y la ciudad su fisionomía. En la iglesia de San Francisco le bautizaron y el tañido de sus campanas quedó grabado para siempre con unas palabras del novelista en la espadaña: “Su son no lo confundiría con ninguno. Lo distinguiría entre cien que tocasen a un tiempo”.

Sus novelas son fruto de su observación. Tomaba notas de todo lo que sucedía en las calles. Tanto es así que la ciudad de Madrid se convirtió en un personaje más de sus historias. Las Palmas, en cambio, se convirtió en la ciudad que alberga la Casa Museo Pérez Galdós, una vivienda típica canaria de finales del siglo XVIII que, antes de exhibir una colección de escritos, correspondencia, dibujos, cuadros, fotografías, instrumentos musicales y muebles, fue habitada por sus padres y sus nueve hermanos. Junto a la Casa Museo están grabadas las palabras que repetía al ser preguntado por su procedencia: “¿Que de dónde soy? Hombre, si eso todo el mundo lo sabe: de Las Palmas”.

En el colegio de San Agustín sus dotes como dibujante, poeta y periodista le acarrearon contratiempos con profesores y compañeros. No fue esta la única ocasión en la que el estudiante Benito convirtió la pluma y el papel en un arma satírica. La ubicación del nuevo Teatro

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