Onomichi Denim Project

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365 DÍAS. ÉSE ES EL PERIODO DE TIEMPO DURANTE EL QUE VARIOS TRABAJADORES DE ONOMICHI, UNA CIUDAD PORTUARIA DE JAPÓN, SE ENFUNDAN UNOS VAQUEROS QUE LUEGO SE REVENDEN, CONVERTIDOS EN OBJETOS DE DESEO. ÉSTA ES SU HISTORIA.

ONOMICHI DENIM PROJECT POR GALO MARTÍN

FOTOGRAFÍAS: FELIPE HERNÁNDEZ


HIDEO BABA (REGENTA UNA TIENDA DE BICICLETAS) Lleva un año vistiendo el vaquero de la imagen. Es la segunda vez que participa en el proyecto.


ONOMICHI

HIROYA IMARU (SOLDADOR) Es la séptima vez que participa en el proyecto. Llevaba el vaquero con el que aparece en la imagen desde hacía dos meses.

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KYO WATAYOSHI (DEPENDIENTA) Miembro de la plantilla de Discoverlink Setouchi y dependienta de la tienda Onomichi Denim. Lleva un año con el vaquero de la imagen.

MASAO YOSHIHARA (CARPINTERO) Lleva un año vistiendo ese vaquero. Es la quinta vez que participa en el proyecto.

TSUYOSHI KISO (PESCADOR) Faena en la isla de Mukaishima. Es la sexta vez que participa en el proyecto. El vaquero con el que aparece en la fotografía llevaba tres meses de desgaste.

TEZUKA YUKIKO (REGENTA UNA TIENDA DE MASCOTAS) Es la cuarta vez que participa en el proyecto. Llevaba el vaquero en cuestión desde hacía una semana.


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270 habitantes participan en el proyecto. Cada uno recibe dos vaqueros y visten uno por semana mientras el otro se lava. Algunos sin embargo llevan los suyos un mes entero.

Precio, talla, modelo y profesión. Eso es lo que indica la etiqueta que cuelga de los vaqueros que se venden en una tienda de Onomichi. Vaqueros que se han convertido en la voz de los trabajadores de esta ciudad gracias a un proyecto ideado por una compañía local. Los participantes de esta iniciativa –pescadores, carpinteros, soldadores, agricultores y hasta un monje–, comparten Onomichi como residencia y el vaquero como uniforme. Las manchas, el desgaste y los rotos sobre esa tela recia, ceñida y azulada, son relatos personales que narran cómo es la urbe. Onomichi es una ciudad japonesa portuaria, deportiva y creativa, entre el mar y las montañas. En el mar interior de Seto flotan islas conectadas por puentes y en las montañas se alternan templos, altares y miradores. A estos últimos se asomaron artistas para contemplar y pintar el paisaje que ante ellos se extendía. Naturaleza pictográfica que industrializó su aspecto al son de las grúas metálicas que cargan y descargan las mercancías que van y vienen. Un entorno que disfrutan los ciclistas que pedalean las rutas insulares, gastrónomos que no se cansan de sorber largos fideos de un bol, cinéfilos que identifican las localizaciones de la película Cuentos de Tokio, dirigida por Yasujiro Ozu, y también amantes de la moda. En esta región de la prefectura de Hiroshima se fabrican los vaqueros que mucha gente de todo el mundo viste sin saberlo. El vaquero es un producto clave en la industria local desde los años 70. En 2013, esta tela recia, ceñida y azulada se convirtió en el uniforme de algunos trabajadores de la ciudad y sus alrededores. Vecinos que participan con orgullo en el denominado Onomichi

La tienda de Onomichi Denim luce un aspecto industrial en el que los pantalones vaqueros son los protagonistas. Los hay de varios tipos, nuevos y usados durante un año. Estos últimos son más caros: cuestan cerca de 500 euros cada uno.

Denim Project, ideado por la compañía local Discoverlink Setouchi. Esta iniciativa tiene un objetivo doble: atraer el turismo nacional y extranjero y revitalizar el comercio local. Por medio de gestos, Kyo Watayoshi (25 años), miembro de la plantilla de Discoverlink y dependienta de la tienda Onomichi Denim en la que nos recibe, nos cuenta que para conseguir integrantes se fue a la calle a buscarlos y les pidió por favor que se subieran al carro. A cada participante o desgastador se le entrega un par de vaqueros para que se los ponga durante un año mientras realiza su trabajo. Que la idea provenga de su tierra y que sirva para dar a conocer su ciudad son los motivos que animaron a Tsuyoshi Kiso (70 años) y su cuadrilla a sumarse al proyecto. Este pescador de la vecina isla de Mukaishima nos dice en el muelle que le compensa salir a faenar con un vaquero húmedo si eso significa que haya gente que se interese por su región y la conozca. No se despide, nos invita a venir en otra estación que no sea invierno. No muy lejos del embarcadero se encuentra el taller de Masao Yoshihara (43 años). Este carpintero participa en el proyecto porque le gustan la madera y la moda. Argumentos que evidencian su manera de serrar y posar. Una vez cumple el año de uso y devuelve el par de vaqueros prefiere, en vez de comprarse unos, participar de nuevo y moldear y desgastar otros nuevos. Uno de los vaqueros a los que dio vida lo compró un editor jefe de la cabecera alemana de Vogue. Ni todos los participantes son voluntarios ni a todos les convence vestir un vaquero para según qué. Para el panadero Yu Nakao (32 años) y el cocinero Hironao Tanaka (43), empleados de Onomichi U2 (un complejo de varios negocios: hotel, café, restaurante y tiendas, dentro de un antiguo almancén del puerto), vestir los vaqueros fue una obligación labo-


ral y una incomodidad al principio. Ni son amplios ni son elásticos ni permiten moverse con soltura. Eso sí, al segundo le protegen de posibles quemaduras de aceite hirviendo. Al igual que el vaquero protege al soldador Hiroya Imaru (46 años) de las chispas que saltan cuando corta hierro con un soplete. Seguridad que pierde con las máquinas con las que trabaja, ya que pueden enganchar los jeans y llegar a cortarle. Por eso Hiroya, quien participa en este proyecto desde que echó a andar, dice que el vaquero ni es bueno ni es malo para el desempeño de su oficio. Los tres trabajadores, con el paso del tiempo, han adaptado sus jeans a sus cuerpos y movimientos. No es un mono de trabajo, es una segunda piel raída que llegan a sentir como propia durante 365 días. El Project Denim de Onomichi trata de que sus habitantes presenten en sociedad su ciudad a través de sus vivencias personales por medio de sus oficios. Actividades que quedan plasmadas en los vaqueros que visten en forma de manchas, deshilachados y un desgaste "Los vaqueros que ninguna fábrica puede son únicos: reproducir. Unos vaqueros el cliente lo con denominación de orique compra gen y fidelidad epidérmica. es un estilo A Hideo Baba (45 años), de vida que le seduce" propietario de una tienda de Hiroya Imaru bicicletas y diseñador de las (soldador) mismas, no hubo que convencerle para que se enfundara el vaquero de rigor. La propuesta conceptual de este proyecto le impactó: le atrajo la posibilidad de crear un vaquero que recoja el estilo de vida de los habitantes de Onomichi y su periferia. Las trazas de salitre y harina, el polvo de hierro, madera y tierra; las manchas de aceite y salsas varias, el desgaste y los descosidos a la altura de las rodillas y la decoloración fruto de las dobleces por encima de los tobillos, son como arrugas que

quedan registradas en los vaqueros. Jeans moldeados y recoloreados por estilosos pescadores, carpinteros, cocineros, panaderos, agricultores y hasta por un monje. Cada vaquero tiene un tallaje único, su color es de un pantone sin registrar y contiene una historia que conecta al que lo ha vestido, insuflado y ensuciado de vida con el que lo compra. Comprar este vaquero con cientos de horas cotizadas es interesarse por la vida y por lo que hace la gente de Onomichi. Saciar esa curiosidad cuesta alrededor de 500 euros. La mitad del precio de una litografía original de Miró. "No creo que estos vaqueros sean arte, pero sí que son únicos. El cliente lo que compra es un estilo de vida que, por algún motivo, le seduce", dice el soldador Hiroya, con el soplete apagado dentro de una nave que huele a hierro recién soldado. La tienda Onomichi Denim pasa desapercibida en la calle comercial en la que se encuentra, muy cerca del mar. Es la única que hay en Japón, aunque se puede comprar también a través de internet. Es un espacio rectangular ocupado por una gran mesa alargada en la que hay extendidos vaqueros y botes de detergente para su lavado. Los hay nuevos, además de los usados por los trabajadores. El cliente si quiere puede convertirse en participante del proyecto. Para hacerlo tiene que devolver, un año después, el vaquero nuevo que compró. Una vez se revende el mismo se le abona un 70% de la venta. El precio varía en función del desgaste del vaquero. Tsuyoshi, Masao, Hiroya, Yu, Hironao e Hideo no cobran por participar. Ellos lo hacen por el orgullo de pertenencia, por contribuir a la comunidad y por ser embajadores de su tierra. Han convertido el vaquero en una alternativa contra la moda rápida y desechable, en un vínculo de conexión entre ellos, su profesión y el comprador. Y, al mismo tiempo, en una crónica que cuenta al mundo cómo es Onomichi.

GUÍA PRÁCTICA PARA CONOCER ONOMICHI CÓMO IR: Finnair vuela desde Madrid, Barcelona y Málaga, vía Helsinki, a Osaka, la ciudad más cercana a Onomichi a la que se puede volar desde Europa. Desde Osaka hay que tomar un tren con destino a Onomichi. Además de un vuelo diario a Osaka, Finnair vuela a Tokio, Fukuoka, Nagoya y Sapporo. DÓNDE DORMIR: Hotel Cycle en Onomichi, un establecimiento adaptado a las necesidades de los ciclistas que están de paso por la zona. Ocupa el espacio de un antiguo almacén portuario de mediados del siglo XX y cuenta con restaurante. (onomichi-u2.com). Muchos visitantes vienen también a pasar el día desde otras ciudades. En la cercana Osaka, te puedes alojar en Candeo Hotels Osaka Namba, ubicado en el centro de la ciudad y con un espectacular spa en la planta 17 (candeohotels.com/en/namba).


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