El racionalismo en Santander

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A R Q U I T E C T U R A R A C I O N A L I S TA E N

EL EDIFICIO SIBONEY

TAN E L AT E N E O

SAN LA ESCUELA DE VELA

DER

E N T R E LO M AS P R O N U N C I A DAS Y L A A R E N A D E U N A D E L AS P L AYAS

M ÁS B O N I TAS D E E S PA Ñ A , N AV E GA M O S P O R L AS CA L L E S D E SA N TA N D E R E N B U S CA D E L A A R Q U I T E C T U R A R AC I O N A L I STA Q U E S E C O LÓ E N

E L U R B A N I S M O C L ÁS I C O D E E ST E P U E RTO C O N FA M A D E C O N S E RVA D O R . Texto Galo Martín Aparicio Ilustraciones La Marinera/Baixa Studio

LA GASOLINERA DE LOS JARDINES DE PEREDA


Santander es una ciudad elegante que siempre está húmeda. Sus coordenadas la localizan varada en una bahía cantábrica desgastada por el viento sur. Un viento que enloquece más que sopla. Ese empuje del aire y la proximidad del mar hacen que en sus calles haya barcos de hormigón. Construcciones que no navegan, permanecen atracadas en los Jardines de Pereda, en la calle Castelar y en la isla de la Torre. Lo hacen desde que el mundo se desmadró entre las dos guerras mundiales. Construcciones racionalistas a las que no se accede, se embarca. Un discurso arquitectónico de formas, volúmenes y colores que seduce a la luz y da la razón a Walter Gropius, Ludwig Mies van der Rohe y Le Corbusier, padres de la arquitectura racionalista. Ejemplos de arquitectura moderna que se filtraron en la conservadora Santander. Pasear por ella es una delicia, a pesar de su irregular topografía. La ciudad se asienta sobre lomas y vaguadas en las que los arquitectos han tenido que encajar sus diseños. Pronunciadas y curvas pendientes que desembocan en el mar. Navegar en Santander es un placer, en el Cantábrico y en tierra firme. En uno y otro medio hay barcos. En el primero sienten las olas, desde el segundo las contemplan. De las fábricas y de la náutica provienen las influencias que inspiraron la construcción de unos pocos edificios. Supervivientes de aquel gran incendio que redujo a cenizas la ciudad en 1941. El Sardinero y la península de La Magdalena fueron coto de la burguesía y la realeza. Hoy quedan rescoldos de aquella arquitectura decimonónica. En la línea del muelle y en el ensanche los arquitectos colaron construcciones racionalistas. Una parada de autobús, una gasolinera, un cine, una escuela de vela, una caseta de los Prácticos del puerto, el Real Club Marítimo, el Ateneo y el edificio Siboney. Contrabando arquitectónico puro. Los arquitectos Deogracias Mariano Lastra, José Enrique Marrero, Gonzalo Bringas y Javier González de Riancho, entre otros, razonaron con el entorno a través de formas volumétricas

EL REAL CLUB MARÍTIMO

Las fábricas y la náutica inspiraron una serie de edificios racionalistas, supervivientes del gran incendio de 1941 puras en las que se adivinan simetrías y asimetrías, equilibrios y regularidades, forradas de hormigón, acero y vidrio. En estas construcciones la decoración no existe y la belleza reside en la propia estructura. Construcciones lógicas y útiles. La parada de autobuses de San Martín es arquitectura cotidiana camuflada. Debajo de su cubierta elíptica hay un refugio de sombra que protege del viento y cubre de la lluvia. Una parada inteligente que sigue cumpliendo su rutinaria función. Suerte que no ha tenido la antigua gasolinera de los Jardines de Pereda, reconvertida en una cafetería al aire libre junto al Centro Botín. Los surtidores son historia, pero el icónico voladizo se conserva.

L A PA R A D A D E S A N M A R T Í N

El edificio Siboney es el buque insignia del racionalismo cántabro. Un barco blanco en la calle Castelar que debe su nombre a un transatlántico americano que hacía la ruta Santander-Cuba. Los entendidos en la materia se recrean en las ventanas rasgadas, en los bordes exteriores redondeados y en la escala colosal de este edificio. El resto nos fijamos en los huecos de ojo de buey de las torres superiores. Camarotes en vez de habitaciones, imaginamos que tiene este edificio anclado en primera línea de costa. La sutileza decorativa y formal hace que el Real Club Marítimo de Santander pase desapercibido entre el bosque de mástiles desnudos de los barcos deportivos atracados. Unos pilotes de hormigón elevan el edificio sobre el mar y una corta pasarela lo une con el espigón de Puertochico. Sus socios embarcan en un edificio asimétrico, blanco y de fachada bipolar. Urbana la que mira a la ciudad, transparente la que observa el mar. Grandes ventanales horizontales, enmarcados en rojo, y terrazas abiertas desde las que no se alcanza a ver la isla de la Torre. Este farallón, frente a las playas de La Magdalena y los Bikinis, lo ocupa una escuela de vela. Una joya oculta con una gran balconada a modo de puente de mando que se descubre a bordo de una embarcación procedente del Puntal, al otro lado de la bahía.

EL CINE LOS ÁNGELES

DÓNDE DORMIR Urban Suite Santander Cardenal Cisneros, 8 urbansuitesantander.com

Para reposar la resaca racionalista, nada como este luminoso hotelito de siete habitaciones en pleno centro.

DÓNDE COMER Bodega Cigaleña Daoíz y Velarde, 19 cigalena.com

Dese 1949, un clásico para arrancar la ruta. Paraíso de vinófilos. Cañadío Gómez Orena, 15 restaurantecanadio.com

Aquí comenzó la aventura de Paco Quirós. Y también su tarta de queso... La Bombi Casimiro Sáinz, 15 labombi.com

Vayas donde vayas... acabarás aquí. Y

Los patronos de los barcos y los pilotos de las embarcaciones de recreo no son nadie sin los prácticos del puerto, controladores del mar que con su templanza guían a las naves a buen puerto. Su labor pasa desapercibida, igual que su oficina. Un pequeño pabellón que recuerda a un barco y cuyos bancos adosados los vecinos han convertido en punto de reunión improvisado. Más oficiales son las reuniones en el Ateneo, ciudad adentro y cuesta arriba. Un edificio curvo en una calle con desnivel y con huecos geométricos y simétricos en la fachada. Portada en la que destacan las letras que forman la palabra ATENEO. Lo mismo le sucede al cine Los Ángeles. El neón de la marquesina es su seña de identidad. Un cartel que evoca a Broadway de casualidad. El letrero de “Los Ángeles” se corresponde a la réplica manuscrita del propietario, que le puso el nombre de su mujer al cine. Cine en el que todavía se proyectan películas. Muchas nuevas y pocas antiguas. Con los edificios de la ciudad pasa lo mismo, se construyen más nuevos que modernos. Mientras sus barcos de hormigón no leven anclas, Santander, además de ser elegante y húmeda, conservará trazas de modernidad.

nunca olvidarás sus rabas. Ambientazo y buen pescado. La Caseta de Bombas Gamazo, s/n lacasetadebombas.es

Cocina marinera en un edificio histórico junto a la caseta del práctico del puerto.

DÓNDE COMPRAR Doméstica domesticasantander.com

Podrás comprar las ilustraciones de este reportaje en esta tienda de decoración que

haría las delicias de Le Corbusier.

DÓNDE TOMAR UNA COPA Bar Moondog Calle del Sol, 52

Modernidad para todos los públicos.

L A C A S E TA D E L O S P R Á C T I C O S D E L P U E RT O


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