VINOS Y LICORES / PICO Las uvas de las parras plantadas en este singular terruño en la Isla Pico dan un vino
LAS UVAS DEL FUEGO
fresco, mineralizado y salino.
DESDE EL SIGLO XV, CON MUCHO INGENIO, LOS HABITANTES DE LA ISLA PICO, EN EL ARCHIPIÉLAGO DE AZORES, CULTIVAN VIDES E HIGUERAS EN ROCAS VOLCÁNICAS. EN 2004 LA UNESCO DECLARÓ ESTOS VIÑEDOS PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD. Por Galo Martín Aparicio Periodista
AZORES ES UN ARCHIPIÉLAGO COMPUESTO POR
nueve volcanes-islas que emergieron de la dorsal del centro del Atlántico. Pico, la isla más joven de todas, se asomó por encima del océano hace unos 300 mil años. En un lugar aislado en medio del Atlántico, en el que la tierra es pobre y está quemada, subsistir es una hazaña. Que se produzcan al año 250 mil litros de vino (de las variedades de la uva blanca verdejo, terrantez y arinto) con Denominación de Origen Protegida Pico, es una proeza. Un golpe de astucia de los autóctonos que hacen las veces de ingenieros, artesanos y agricultores. Lo que sea con tal de convertir ese basalto que alguna vez escupió Pico, el volcán que da nombre a esta isla negra y la cumbre más alta de Portugal (2.351 metros), en un suelo fértil. Tanta vida brotó de aquella superficie árida que llegó a ser conocida como ‘la madre del vino’. Hasta mediados del siglo XIX, los viñedos fueron el motor económico de la isla. Una plaga de filoxeras echó a perder la cosecha y empujó a muchos habitantes (en la actualidad la población ronda las 14 mil personas) a emigrar sobre todo a Estados Unidos. Esa fuga se tradujo en viñas desatendidas y abandonadas. Los currais se poblaron de matojos y malas hierbas. Lo que no pudo hacer la lava, el sol, el viento, el salitre y el rocío del mar, lo hizo un insecto. A pesar de las adversidades, la cultura vitícola está muy presente en Pico. En una franja de territorio muy cerca de la costa, con una altitud que no supera los 100 metros, que va desde el Lajido da Criação Velha (municipio de La Madalena), hasta el de Santa Luzia (municipio de San Roque), se concentran miles de pequeños corrales de viña. A ellos se suman otras construcciones y huellas que delatan la tradición y el empeño por el cultivo de la vid: almacenes, cuartos de abrigo, rastros de los carros donde se transportaba el vino y rampas que facilitaban el acceso de los carros hasta los barcos que fondeaban en el mar. 68 COCINA SEMANA SEPTIEMBRE 2017
hasta una rampa hecha en la roca, que facilitaba la descarga en los barcos, operación que se hacía por la noche de manera clandestina aprovechando la marea alta, para evitar el pago de aranceles. Hoy, estos episodios son historias que nadie dice ver. Sin embargo, para contemplar la malla de corrales de viña se puede subir al molino de Frades (en Criação Velha) y entender lo que allí se hizo: cambiar las piedras de sitio para convertir la aridez en vida.
Prohíbase el expendio de bebidas embriagantes a menores de edad. El exceso de alcohol es perjudicial para la salud.
Prohíbase el expendio de bebidas embriagantes a menores de edad. El exceso de alcohol es perjudicial para la salud.
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Foto: Daniel Martorell Ramírez
La piedra es el material de construcción. Las mismas manos que la trabajan de manera artesanal son las que realizan la vendimia. Este espectáculo —así lo define un miembro de la Cooperativa Vitivinícola de la Isla de Pico— comienza en junio, cuando llegan los vendimiadores de afuera (de otras islas de Azores, de Cabo Verde y Brasil) y termina en septiembre, mes en el que se cortan los racimos de uva en jornadas de once de la mañana a ocho de la noche, a mano. En los currais, las máquinas no tienen nada que hacer. Los muros que delimitan estos corrales pueden ser simples o dobles, y sirven para que el vendimiador apoye el cesto cargado y descanse. De hecho, los elabora el propio agricultor, que selecciona y coge del suelo las piedras y las coloca unas encima de otras. Están encajadas sin ningún sellante, en caso de terremoto son flexibles y oscilan con el movimiento de la tierra sin caerse. Cada corral tiene una superficie entre los nueve y doce metros cuadrados, en los que se plantan cuatro o cinco parras. La altura de los muros, de entre un metro y un metro y medio, no es casual. Si fueran más altos, los rayos del sol no alcanzarían a la uva y se pudriría, y si fueran más bajos, la uva maduraría antes y se malograría la cosecha. La piedra negra que protege la vid también del viento y del mar, absorbe durante el día el calor y por la noche lo desprende, lo que explica la riqueza en azúcares del mosto (jugo obtenido de la uva). En cuanto a su forma hay dos tipos de currais en los que se planta la vid: los primeros, cuadrados o rectangulares y en los que, para impedir el paso del viento, las entradas y salidas a los mismos se encuentran en los ángulos opuestos. Los segundos son los semicirculares, en los que se cultiva la higuera, muy ligada a la viña. De los higos fermentados se obtiene un aguardiente que se añade al mosto, y por el cual el producto gana en graduación alcohólica, cuerpo y sabor. Que se produzcan Desde 2012 y en cantidades reducidas, al año 250 mil litros Pico exporta vinos tintos, blancos y dulces de vino en la geografía a varios países de Europa, Japón, Angola y de Pico, parte de las islas Estados Unidos. Mucho antes lo hizo de maAzores, es una proeza nera ilegal, como atestiguan las huellas de las de los agricultores y ruedas en la lava de los carros tirados por bueartesanos locales. yes. En ellos se transportaban las pipas de vino