LA CELESTINA APUNTES SOBRE LA CELESTINA AMOR: La Celestina es la reprobatio amoris, condenación de los excesos del amor cortés.
la
Los protagonistas quebrantan desde el primer momento el código del amor cortés y las normas de la moral cristiana. Las fases que debía superar todo enamorado eran las siguientes: fenhedor (tímido ante la dama), ataque de hereos (sobre todo para aquellos amantes dotados de un corazón aristocrático y grande), superioridad de la dama (se convierte en objeto del culto religioso del amor). El amor cortés permitía y expresaba la mediación de los amigos o confidentes, pero no de una alcahueta (recurrir a ellas para satisfacer los lujuriosos deseos del amante era de suyo pecado mortal). Se recurre a la mediación y malas artes de Celestina debido a un exceso de desesperación por parte de Calisto. El amor, a pesar de las protestas del poeta, no es más que lujuria; el amante, a pesar de lo que digan los amantes, no es elevado y ennoblecido por su experiencia sino que se convierte en un pecador blasfemo y objeto de burlas merecidas; y el amor, sin ningún género de dudas, a pesar de todos los teóricos, no es una enfermad que afecta solamente a las mentes nobles, pues los sirvientes pueden ser víctimas de él y, como señala Celestina, no hay ninguna diferencia entre la muchacha campesina y la dama exceptuando que ésta niega hipócritamente su lujuria y tarda más en entregarse. Las reglas del amor cortés exigían, primero, secreto, después el respeto devoto a la dama y la distancia. Calisto quiere eliminar cuanto antes esa distancia: es un obseso ridículo, un personaje cómico que se equivoca a menudo. No solamente Calisto ha caído en la “herejía del amor”, sino que además presenta los síntomas más agudos de la alienación amorosa (funciona dentro de los cánones del amor cortés, aunque solo sea para, en un momento dado, invertir esos mismos cánones de modo brutal). Se ha señalado de qué modo los médicos medievales diagnosticaban y trataban la enfermedad –así considerada– del amor: tenía unos síntomas, como el insomnio, la falta de apetito, la melancolía, el gusto por el silencio y la soledad… Es el acto XIV donde se muestra de modo definitivo la enfermedad amorosa de Calisto, una vez que ha conseguido físicamente a Melibea. Pero, además, lo que ocurre en el caso de Calisto es que se trata de una falta de relación real con Melibea, incluso cuando su amor se haya consumado físicamente. Melibea tiene la desgracia de haberse enamorado de un hombre egoísta, lo cual no es buena condición para vivir y alimentar un amor auténtico, unas relaciones reales.
En el siglo XV se creía en la inferioridad básica de las mujeres, y se definió las tres condiciones que dominan su mente y que determinan las etapas de la caída de Melibea: la condición vergonzosa, que se refiere al pudor y la reserva; la condición piadosa, que se refiere a la piedad y a la sensibilidad, y, por último, la condición obsequiosa, que le incita a consolar y, en el caso de la historia de amor, a entregarse. PERSONAJES. La obra va más allá del esquema simplificador que consiste en oponer al amor idealizado de los señores, el amor grosero de los personajes de baja extracción, y en ello consiste, también, su modernidad. La igualdad de todos ante los impulsos sexuales no debe hacernos perder de vista, sin embargo, que Celestina y los criados son, la mayoría de las veces, simples ayudantes o adversarios en la historia central de Calisto y Melibea. El personaje de Calisto es sumamente interesante. Se forma en el siglo XV un grupo de “nuevos ricos” y Calisto responde fielmente a la figura del joven miembro de la clase ociosa. No solo es rico, sino que lo ostenta. Sin embargo, sin amigos ni parientes. Siempre solo, y sobre todo indeciso y con complejo de inferioridad. Su prehistoria es más que oscura y digna de olvido: percibimos que algo ha ocurrido, que ha habido una dislocación entre el modo de vida anterior de la familia y el modo de vida actual de Calisto. Es la antítesis del caballero castellano del siglo XV. Melibea pertenece a la nueva clase dominante, la nueva oligarquía burguesa y mercantil. Se muestra en todo momento como mujer decidida e instalada en su propia clase, acostumbrada a mandar y a ser obedecida. Es, además, culta, como demuestra su lectura de libros clásicos, en la que ha sido iniciada por su padre. A partir del acto X, y una vez que ha sido entregado el real y a la vez simbólico cordón al “doliente” Calisto, Melibea se enfrenta por primera vez, y de qué manera, con lo que suele llamarse la “condición femenina”, que sería mejor considerar como la situación de la mujer encerrada en unos convencionalismos que le impiden declarar su amor como lo hacen los hombres. Lanzada ya por el camino de la pasión, se entrega Melibea a Calisto, no sin lamentarse a posteriori de la pérdida de su virginidad. No es imposible pensar que la rebelde Melibea, en su suicidio, haya elegido para su muerte no los muros del jardín, sino la torre que representa el orgullo y el poder – burgués– de su familia. Celestina tiene antecedentes en el LBA o en Corbacho. Muestra un firme arraigo social y maestría en la acción. Sus diversos oficios nos muestran su codicia, su afición desmedida al vino, el erotismo, su habilidad para seducir y convencer utilizando sus artes de psicóloga y conocedora penetrante de los puntos débiles de los demás, su capacidad de improvisación para salir adelante en situaciones difíciles, su orgullo profesional. Además, es bruja, y utiliza la philocaptio (apoderamiento de la voluntad del objeto amado), usando la madeja como instrumento y completando el hechizo con la prenda de la víctima. Los valores de la bruja (libertad, sexualidad abierta) desafían las normas e instituciones sociales, y son la encarnación de la “amoralidad” y de todo aquello que va contra los ideales de la sociedad. En
el mundo de los bajos fondos domina Celestina. Es una alcahueta profesional, ligada al mundo de la prostitución. La novedad del personaje hay que buscarla en sus “ojos intelectuales”, que permite penetrar en los seres y dominarlos. MAGIA. Los testimonios históricos prueban sobradamente que en la España de la época de Rojas, a todos los niveles de la sociedad, por regla general se creía en la realidad de la magia, discutiéndose únicamente el problema de si los magos realmente gozaban de poderes sobrenaturales o si los actos mágicos eran realizados directamente por el demonio… Las ideas de la época sobre la brujería se exponen con particular claridad, entre otras muchas fuentes, en el famosos Malleus maleficarum (El martillo de las hechiceras, hacia 1484), obra de los dominicos Jacob Sprenger y Enrique Institor, quienes aseguraban que quienes se supusieran que todos los efectos de la hechicería se debían meramente a la ilusión y a la imaginación se engañaban grandemente. Ofrecían argumentos razonados para apoyar la opinión general de que los hechizos tenían eficacia especial en lo que atañía a las cosas amorosas. El conjuro de la Celestina está basado en la técnica de la philocaptio, que buscaba producir por medios mágicos una violenta pasión hacia una persona determinada en la mente de la víctima del hechizo. En ella tiene un papel destacado el aceite serpentino, por su fuerza diabólica (y por la facilidad del diablo para disfrazarse de serpiente) y la madeja de hilado (que se asemeja a una culebra enroscada y que se convierte en el instrumento de la philocaptio). Comienza invocando a Plutón, ya que no era herético, porque no se dirigía al demonio. El posterior amor de Melibea tendrá, pues, un origen sobrenatural. CRIADOS. Originariamente, el criado no era un servidor contratado, sino un miembro de la casa, ligado personalmente a ella, con lazo de deberes morales entre él y el amo, lazo que unía también entre sí a todos los miembros de la familia como amplia sociedad doméstica. En el siglo XV, en cambio, se convierte en una relación de mero contenido económico, conforme lo permiten los recursos de la economía monetaria, al generalizar el sistema de pago de los servicios en dinero. A diferencia de los que poseían status familiar, los criados de Calisto son mercenarios, gentes alquiladas, cuyos derechos y obligaciones derivan de una relación económica y terminan con ésta. Los servicios personales a que está obligado el criado, según esa nueva relación, se pagan con un sueldo o un salario. La obtención de éste es el móvil del servicio. La pareja Pármeno-Sempronio se deja arrastrar por la infidelidad, por las reivindicaciones y por una especie de desprecio hacia el señor, mientras que la pareja Sosia- Tristán actúa con fidelidad y abnegación. A los dos primeros Celestina los ha “tornado desleales”. Otro aspecto a tener en cuenta es el del dinero. La cosificación del ser humano, resultado de la nueva sociedad, es patente. Todas las invocaciones y programas de amistad,
solidaridad, comunicación, fracasa de modo estrepitoso ante la realidad del dinero y de la lucha de clases; todos los personajes cosifican a los demás, en tanto que de un modo u otro los utilizan. La amistad, en efecto, no existe: la persona, el individuo, desaparece frente al dinero. El feroz individualismo, la lucha de todos contra todos son patentes desde el inicio. CIUDAD Y SOCIEDAD. Es fácil encontrar en las explicaciones críticas sobre La Celestina la idea de que se trata de una obra consecuencia del choque entre el mundo medieval –ya en completa descomposición– y el renacentista. Se produce la ruptura de los valores tradicionales. La fragmentación del sistema acompañada de la descomposición de la persona. La ciudad es una ciudad española –castellana– cualquiera, prototípica, formada por unos elementos de unas y otras. Esa ciudad representa el sistema social castellano de finales del siglo XV, con valor generalizado. No se trata de un asunto local, sino nacional; la tragedia de Calisto y Melibea es la tragedia de la sociedad castellana de la época en bloque. IRONÍA Y SUBVERSIÓN LITERARIA. La obra es una destrucción de toda una literatura y de la cultura en que se enmarca y, al propio tiempo, algo más: la destrucción de un sistema social basado en la injusticia y la cosificación. La cuestión más estudiada ha sido la parodia y destrucción que del amor cortés se hace en La Celestina, incluida la novela sentimental. En este sentido la pieza maestra es la desmitificación del viejo y conocido tópico del locus amoenus, tan habitual en la tradición religiosa y literaria desde la Biblia en adelante. Todos los elementos necesarios están presentes, como sabemos, en el jardín de Melibea (acto XIX): noche serena, árboles, suave viento, murmullo del agua, sombras apropiadas para el deleite. Será el jardín, precisamente, donde Calisto hará saltar por los aires de modo brutal toda la cortesía amorosa tradicional, cuando trata desconsideradamente a Melibea en búsqueda urgente de su propio placer, cuando la compara con el pájaro que hay que desplumar y comer y cuando habla de tenerla en su poder. No tiene sensibilidad ni inteligencia. MONÓLOGO DE PLEBERIO. El acto XXI se convierte en el portavoz de la intención final de Rojas. Se centra en una amarga acusación a la Fortuna, al Mundo y al Amor, en orden creciente de importancia. La Fortuna para Pleberio pervierte el orden del universo y no ejerce su ira sobre aquello que debiera estar sometido a ella. El Amor es también injusto, arbitrario y cruel. Para entenderlo hay que comenzar por recordar lo sabido, esto es, su pertenencia a la nueva oligarquía burguesa mercantil y, además, culta, como demuestran los libros que hacía leer a su hija y las referencias también librescas que él hace en su monólogo. Parece representar sin problemas a esos nuevos señores que centran su poder en el dinero, urbanos y secularizados. Se pregunta lo mismo que el mercader de la Danza de la Muerte. La ausencia de herederos y todo lo que conlleva aparece aquí como el elemento que más angustia al viejo burgués. Es una visión muy pesimista de la existencia humana, debido a su tragedia personal. El mundo es visto como un caos, en el cual el orden natural se halla trastocado.