SANTUARIOS CAMILO RODRÍGUEZ CHAVERRI
Para Sor Bettina Vargas, mi maestra en La Escuela La Asunción, en San Isidro de El General. Para Sor Isabel Ramírez, mi guía de viaje por los santuarios de Europa. Para mamá, mi compañera en este viaje.
santuarios 1 Tu voz a veces es la voz de mi madre. Tu voz a veces es la voz de la lluvia. Tu palabra me llega del cielo con muchos rostros y voces. Tu voz es el canto de los pájaros. En Roma, es un concierto de picos desde cinco árboles. Una isla de Tu belleza en medio de buses y trenes. En San José, hasta el nombre de la ciudad es la voz tuya. Una voz y un camino. En Guápiles, tu voz es verde y húmeda. En San Isidro, tu voz es un arado. San Isidro Labrador mete la pala en la roca y brota el agua en la montaña. ¡Cómo me hablas con todo, mi Señor!
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camilo rodríguez 2 En Asís viven la paz y la calma. Ahí, Señor, le hablaste a Francisco y a Clara. Aprendieron contigo a escuchar a la luna. Contigo descubrieron los secretos de los árboles. Los árboles hablan desde cada rama y cada pico. Los árboles nacen también desde cada nido. En Asís, entiendo el valor de la espina para Ti, para mí y para la rosa. De cada callejuela, surgen la luz y el silencio. De cada minuto en la nada, nace una sonrisa.
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santuarios 3 En Orvieto, la hostia sangró, Señor. Tu sangre se hizo un río ante mis ojos. Tu sangre fue una fuente de nuevo. De la piedra brota el agua. De tu carne, este misterio. En un corporal dejaste un mapa de tu recuerdo. Lo miro en el altar, hincado frente a Ti. Estás a mi lado, a mi espalda, debajo de mi cuerpo, encima, en mi sangre, en mi cuerpo, Tu sangre y Tu cuerpo, Tu grandeza en un altar tan pequeño, Tu grandeza por todas las calles y los parques, en el Cristo de madera de Orvieto. Es el madero que le habló a Tomás. Soy débil y pequeño como Tomás. Me hablas en Orvieto. Te escucho en silencio.
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camilo rodríguez 4 Después de cuatro trenes, llegamos al pueblo de Lanciano, cerca de Pescara, en la costa italiana, frente al Mar Adriático. En este pueblo, la hostia se hizo carne y el vino, sangre. Muchos siglos después, se conserva la carne. Nunca se descompuso. El milagro no se desintegra. Según estudios científicos, es tejido de corazón humano. La sangre se mantiene en cinco coágulos que son como piedras rojas, vivas. Tu poder, Señor, suscita espectáculos asombrosos.
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santuarios 5 En Subiaco, al este de la ciudad de Roma, Benito se aisló del mundo en una cueva. Pasó tres años comiendo solamente pan y bebiendo únicamente agua. Un cuervo le traía el pan con su pico. Tú, Señor, eras el alimento de Benito. Con él inició la vida monástica, la entrega absoluta a la oración y el servicio entero a Dios. En la cueva de Benito, me hinco y te agradezco Tu entrega absoluta y Tu servicio perenne. No descansas. No duermes, Señor. No conoces la noche. Escuchas todas las plegarias al mismo tiempo. Te duelen tantos dolores nuestros. Te compadeces ante los ruegos. Tu ojo en el cielo nunca se cierra. Ni con la luna nueva. Ni siquiera quienes consagran la vida a Ti, Señor, en las grandiosas órdenes monásticas, se entregan tanto como Tú, Señor. Eres infatigable, incansable, indestructible e invencible, mi Señor. Benito es tu instrumento. El cuervo es Tu hijo. Benito abre un hueco en la piedra y sale luz para siempre. Benito me lleva a Ti en silencio.
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camilo rodríguez 6 El Padre Pío recibió los estigmas de Jesús cuando tenía 41 años. Pasó cincuenta años con las llagas y las heridas de Jesús. Murió hace casi medio siglo. Cuarenta años después de su muerte, sacaron sus restos y el cuerpo estaba intacto. Señor, te vistes de ser humano y vives aquí, entre nosotros. De rodillas, frente a un ataúd de cristal, no miro al Padre Pío. A Ti, Señor, te veo en el Padre Pío, y te saludo.
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santuarios 7 Teresa de Calcuta se entregó a los más pobres y a los más enfermos. Se entregó a quienes recibían el rechazo y el asco de los demás. Una vez, una actriz famosa le dijo que ella no haría ese trabajo ni por todo el dinero del mundo. Teresa de Calcuta le contestó que tampoco ella lo haría por todo el dinero del mundo, porque lo hacía por amor. Lo hacía por Ti, Señor. Tú eres más grande que todo lo grande, más poderoso que todos los poderes, eres el infalible y el omnipotente. Por Ti trabajaba Teresa de Calcuta. Trabajar por Ti es trabajar en medio de la abundancia, es trabajar con las manos en medio de la plenitud. Trabajar por Ti es trabajar con las manos llenas, Señor.
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camilo rodríguez 8 Perfecto es el cuerpo humano. Su cerebro es complejo. Sus órganos y sus músculos son más finos y más preciosos que las máquinas más nuevas, que las máquinas más modernas. La inteligencia humana
es maravillosa, pero nunca podrá
superarTe. Perfecto es un ecosistema, un bosque, un pantano, un lago… Perfecto es el equilibrio de la naturaleza. Perfectos el sol y las estrellas. Perfectos los ciclos de la vida, la metamorfosis, la luna, el sol y la lluvia. Perfecta la relación de las plantas y los animales. Todo lo perfecto viene de Ti. Todo es exacto, sencillo y bello porque fue hecho por Tus manos.
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santuarios 9 El Padre Pío y la Madre DiMaggio, una de las fundadoras de las Hermanas Oblatas al Divino Amor, podían estar en dos o más sitios a la vez. Ella estaba de gira por El Salvador, Honduras y Nicaragua, y durante las noches, las religiosas la veían en la capilla, en Roma, orando. Estaba al mismo tiempo a los dos lados del ancho océano. El Padre Pío y la Madre DiMaggio estaban en varios lugares a la vez, pero siempre estaban orando. Una de sus dimensiones estaba detenida, sumergida, absorta en la oración. Mientras hacían alguna tarea, también estaban ante el Santísimo, o meditando, o en la eucartistía, o en vigilia. Así estás Tú, Señor, en mi casa, en las nubes, en el río, en la cueva de los manatíes, que vuelan para Ti, Señor, en las profundidades; en el nado de la mantarraya, en la aleta del tiburón, en la semilla de los árboles, en las bellotas y en la comida de los animales. Déjame orar todo el día. Déjame trabajar y orar al mismo tiempo. Dame ese privilegio. Déjame agradecerte por Tu luz todo el día. Déjame agradecerte la luz de las estrellas, que son Tus ojos, cientos de Tus ojos, en el manto sin huecos de la noche.
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camilo rodríguez 10 Al descansar encuentro otro mundo Tuyo. Me arrullas. Me duermes. Me chineas. En Tus brazos, se me multiplican las fuerzas. Me entrego a Ti en mis sueños. Fuera de mi mundo, sigo en Tu mundo. Me escapo del espacio y del tiempo. Eso es dormir. Pero estás por encima y por debajo de Todo. Estás a los lados, estás en el centro. Me escapo de todo y sigo estando en Ti, Señor. Dormir es alejarme de Tu mundo para entrar en Tu mundo conmigo. Quiero soñar que me quedo dormido en Tu regazo.
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santuarios 11 En cada vuelo de paloma estás Tú. Les doy pan en los parques y en las estaciones de tren. Le estoy dando de comer a mi Señor. Se levantan y te doy las gracias por sus misterios. Vuelan sopladas por Ti. También está tu aliento en el vuelo de los aviones. Te agradezco por la belleza del vuelo de los pájaros y por el ingenio humano. Gracias por los puentes y los túneles. Gracias por los edificios más bellos y las torres más altas. Gracias por la pintura y la escultura. Los artistas te tienen, Señor, en sus manos. Los poetas también. Gracias por la música que le diste a los pájaros, al agua, a las ranas del pantano, a los delfines, a las personas. En todos los músicos, soplas, tocas, sientes. Ahí están tu armonía y tus melodías. Todos los gustos son parte de tu gusto. También te gusta el silencio. En el silencio, escucho una música inefable que viene de Ti.
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camilo rodríguez 12 Estás en todas las flores, Señor. Eres de todos los colores. Todas las combinaciones te quedan bien, como las flores en el campo. Eres grande y a veces te haces pequeñito por puro gusto. Apareces antes mis ojos en una rosa, en una estrella solitaria en el cielo, en un puntito de sol al fondo del atardecer. Me embarras de tonos la mirada, Señor, y a veces tu arco iris me nace por dentro.
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santuarios 13 Voy en un tren, feliz de todo lo que creaste para nosotros. Pasan tus bellezas con velocidad por mis ojos, ante mis sentidos. Hay pastizales, cultivos, plantaciones de flores y de olivos, pueblos. De pronto tengo frío, pero muy rápidamente llegan hasta mí Tus rayos de sol. Siento que Tú, Señor, me calientas, me confortas. Igual cuando siento el calor. Me llega una brisa que viene de Tu boca. Cierro los ojos y dejo que el viento caiga sobre mi cara. Es una ola invisible, que va y viene. Tienes millones de maneras de hacerte sentir en mi vida. Eres respetuoso de mi espacio, pero todos mis espacios son Tuyos, Señor. Vivo de prestado en Tu universo. De nada me cobras alquiler. Soy espectador de tus bellezas. He entrado a esta fiesta de gratis. Estoy sentado en primera fila. Gracias por Todo, Señor.
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camilo rodríguez 14 Mi madre se desprende de Todo por nosotros, Señor. Se quita el bocado para dármelo. Igual lo hace con mis hermanos. Su amor es el amor humano más puro y más bello que conozco. Es la plenitud del amor. El amor de mi madre es el más bello rostro que tengo de Ti, Señor. Todo nos lo das. Todo es para nosotros. No me privas de Tus bellezas. No me privas del gozo y del placer. Mis ojos celebran Todo lo que hiciste. Mis manos también te celebran. Mis oídos gozan el invento de Tu música. De los frutos de Tus árboles y Tus plantas, nace la dulzura. Más dulces son los gestos de mi madre, Tu espejo para mí. Gracias por todas las maneras que tienes para acercarnos.
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santuarios 15 Odorico D´Andrea fue un fraile que llegó a San Rafael del Norte, Chinandega, Nicaragua, hace más de cincuenta años. Formó el pueblo. Lo desarrolló. Ayudó con la escuela, el colegio, el municipio. Le alcanzó el tiempo hasta para llevar a un pintor austríaco para que pintara escenas bíblicas en las paredes de la iglesia. Esas pinturas ahora son famosas. El pueblo vive tan agradecido con las obras de su santo, ya en el cielo, que los carros municipales llevan su retrato en todas las puertas. Algo así deberíamos hacer contigo, Señor. Deberíamos llevarte pegado al pecho como un escudo, izarte todas las banderas, saludarte siempre con honores y llevar Tu nombre como himno, como emblema, como caballo de batalla. Tu nombre a flor de piel. Tu nombre como puerta natural de mi boca.
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camilo rodríguez 16 Los patos nadan en el lago como escribiendo un camino en el lago. Dicen cuá cuá cuá como si descrifaran con alegría todo lo que ven. El lago es su destino. Deben sentir un gran placer. Con cada cuá cuá te dan gracias, Señor. El delfín salta feliz sobre el océano. Juegan en grupo. Pasan en un eterno recreo. El mar les pertenece. Juraría que se ríen contigo. Las focas salen del agua con algarabía, hacen alharaca y aplauden para Ti. En los árboles de las ciudades, los pájaros tienen un concierto para que pares la oreja ante ellos. Te celebra y te saluda la ballena cuando saca la cola y sacude la superficie plateada del mar. Te saludan el elefante, el lobo y hasta la hiena. La jirafa estira el pescuezo para hablarte de cerca, entre las copas de los àrboles. El coyote te canta alegremente cuando aúlla. Él piensa que vives en la luna , y es cierto. La ardilla te rinde tributo saltando entre los àrboles. El tiburón estampa su firma en el paisaje para Ti cuando parte en dos la mesa plana del agua. El manatí sale a la orilla. Come pasto. Por eso le dicen vaca del agua. Te busca afuera, aunque estàs en todas partes.
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santuarios Entre los corales, los peces forman un arco iris que es tu retrato más colorido en la profundidad silenciosa y serena. Todos tus seres te celebran, Señor, y te agradecen este universo que nos regalaste. Es mío, absolutamente mío. Es de todos tus seres.
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camilo rodríguez 17 Un anuncio en el periódico dice, “¿Qué se le puede ofrecer a los que ya lo tienen todo?” Reacciono ante el anuncio. Me pregunto, ¿qué es tenerlo todo? ¿Tener dinero? ¿Fama? ¿Un carro del último modelo? ¿Una casa majestuosa? Tu Hijo, Señor, nació en un pesebre. Creció en una casita diminuta, que se conserva en Loreto, al este de Roma, en el otro extremo de la bota que forma el mapa de Italia. Hijo de un carpintero, Jesús no tuvo lujos en la vida. ¿Qué es tenerlo todo? Es tenerte a Ti, Señor. Nada más. ¿Para qué lo vano y lo banal? Le contesto al anuncio: ¿qué se le puede ofrecer a los que ya lo tienen todo, es decir, al Señor? Nada. Tenerlo todo es tenerte a Ti, Señor. Si Te tengo en mi corazón, ya nada me falta.
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santuarios 18 En Loreto, Ancona, Italia, frente al Mar Adriático, conservan la casa donde vivió Jesús. La trajeron para el tiempo de los cruzados, cuando se agudizaron los problemas en Palestina. Dicen que los ángeles velaron por el traslado. Yo no lo dudo. Entro a la casita de María y me sorprende su pequeñez. Es más pequeña que el apartamento diminuto en que vivo. Yo le digo a mi residencia, “el cuartillo”. Pero Jesús, José y María vivían en un espacio aún más pequeño. Esta casita es pequeña pero muy grande. Es gigante por dentro. Hay una energía, como una fuerza invisible, que se desprende de sus paredes. Me hinco un rato. Luego me siento en una orilla. Es todo tan sencillo. Son tan humildes sus muros. No hay adornos ni lujos. Ahí creció Tu Hijo, Señor. Pobre entre los pobres. Pobre, pero feliz. Su papá era trabajador, comprensivo, sereno. Su mamá era fuerte, sencilla, la dulzura andando. Señor, escogiste a los labriegos, a los pobres, a los desprovistos de oro y de plata para que naciera entre ellos Tu Hijo. Los lujos no van contigo. A Ti sólo te conocemos el lujo de todas las flores, las noches de luna, el mar y los atardeceres. En Loreto, vi el tamaño de tu grandeza en la casita pobre y pequeñísima de Tu Hijo, Señor.
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camilo rodríguez 19 El sol sobre los árboles, cuando amanece o cuando se acuesta el día, es Tu luz que baña al planeta. De cada ojo Tuyo en lo celeste, brotan los rayos, como cuando Te pones tu ropa redonda y blanca de la luna, Señor. Son tuyos el sol, la luna, las estrellas. Tuya la luz de los animales marinos que son astros que cambiaron el cielo por el agua. Tuyas son todas las luces. Y con Tu luz nació el mundo al que llenamos con nuestras palabras. Las mías celebran Tu luz, Señor.
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santuarios 20 Quieren atarme al tiempo. Quieren encadenarme a los compromisos. Quieren atarme la prisa y el dinero. El trabajo a veces quiere ser una carga, no un gozo. Todo lo pongo en Tus manos. Pongo en Tus manos mi incertidumbre. Pongo en Tus manos mis vacĂos. Pongo en Tus manos mis dolores. Pongo en Tus manos mis defectos. Ya en tus manos, en tus brazos, en tu regazo, todo es liviano para mĂ. Gracias, SeĂąor, por cargar mis pesos. Gracias por permitirme andar ligero entre mis pasos.
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camilo rodríguez 21 A veces quieren amarrarme. A veces quieren lanzarme a un precipicio. Pero aquí estás, Señor. Eres más fuerte que todos los cataclismos, más bello que la lluvia, más intenso que las erupciones de los volcanes.
Corres por mis venas más
fuertemente que un río reventado. Eres más potente que las tormentas. Eres más sereno que los lagos profundos. Eres más callado que las llanuras. Eres más calmo que un animal viejo. Eres lo grande y lo pequeño, lo fuerte y lo suave, lo duro y lo delicado. Como a un arbusto, no te botan los vientos. Como a un árbol grande, me sostienes como unas raíces. Eres mis bases y mis fundamentos.
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santuarios 22 Una mujer extranjera con un niño en los brazos es la imagen que me llega hoy de la Virgen María, Tu versión femenina. Un hombre pobre o enfermo, que pide limosna, es un dibujo de Ti, Señor. Un mendigo se parece tanto a Ti como un volcán o un río. La niña perdida en la estación me grita Tu voz entre una multitud que no mira. La alzo y es como tener un pajarito asustado entre los dedos. Eres Tú, Señor, aquí estás. Todos los días me dices presente.
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camilo rodríguez 23 Cuando cae la niebla, has puesto una sábana blanca sobre los árboles. Es como si nos cobijaras. Te doy gracias por el frío y por la niebla. Cuando llueve, dicen en el campo que San Pedro abrió las puertas del cielo. Dicen que María está lavando Tu ropa. Dicen que San Francisco de Asís está regando las flores. El pueblo sabe hacer poesía para agradarte, Señor. Cuando llueve, nos regalas Tus ríos del cielo en gotitas. Y las gotitas son niños que salieron al recreo. Te doy gracias, Señor, por el agua y el sereno. Cuando cae granizo, dejas caer las lágrimas de Tu Madre. Pesan y hacen ruido. Tu mamá nos quiere. Es el dolor que ella hace suyo, y era apenas nuestro. Te doy gracias porque me regalaste a María. Ella es mi otra mamá, la mamá del cielo.
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santuarios 24 Me preocupa el hambre. Me duele la miseria. Me averg端enza el lujo. Me apena que hayamos hecho tanto mal. Algunos te culpan, Se単or. Yo no. No es Tu culpa. Nos dejaste los tesoros para todos. Nos dejaste el asombro y la risa, el silencio, la luz, las estrellas. Tus tesoros son de la ardilla y del pez que salta mirando al cielo, de la foca y la arena. Yo tengo mi pedacito de todos Tus tesoros. Como cada quien. Como todos. Soy de una suerte que me inunda.
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camilo rodríguez 25 Sabes contar mejor que nosotros, Señor. Gracias porque siempre sumas, nunca restas. Gracias porque multiplicas el pan y las nubes. Gracias porque divides el dolor y las tormentas. Gracias porque me ayudas a entender que todos los números vienen de Tu grandeza. Gracias por hacerte cargo de los cálculos del día y la noche, de la luna, del planeta. Es exacta la mañana plena.
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santuarios 26 Me equivoco, con frecuencia. No quisiera equivocarme, pero me equivoco. No soy tan audaz como quisiera. A veces cometo errores e incurro en torpezas. Pero de todo aprendo, Señor. Aprendo de mis caídas y mis fracasos. Aprendo de mis manías y mis miedos. Caigo y me levantas. Me salgo del camino y pones migajas de pan que yo sigo hasta retomar el rumbo. Ya no me recrimino por mis faltas. Las dejo en el trillo. Soy una criatura Tuya, hecha con dulzura del cielo. Puedo ser bueno. A veces me atacan por los flancos. Puedo ser presa fácil de los espejos. Podría pensar mal y caminar a un despeñadero. Pero estás Tú, Señor, y cuando hay desorden en mi casa, me golpeas la mesa. Te me acercas como un campaneo. Me dices Tus consejos como una música. El viento me trae escondidas todas Tus palabras. Soy pequeño y débil, pero siempre Te escucho en todas Tus formas de decirme Te quiero.
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camilo rodríguez 27 A veces es la pereza. A veces es el cansancio. A veces es el miedo. La incertidumbre. La vanidad. El frío. El abismo. El tiempo. El dinero. La espera. Me hacen perder la paz. Son los demonios de mi era. Tienen cachos y rabo, usan tridente, les crecen los dientes como a los felinos más fieros. Pueden comerme. Devorarme. Pero aquí estás, Señor. Ya tengo heridas y llagas. Sangro. Me lamo las heridas. El olor a sangre despierta su sed. Pero Tú, Señor, los haces pequeños, inermes, inofensivos. Son insectos que no pican. Son insignificantes. Los leones son gatitos. Los dragones, lagartijas. Los monstruos, renacuajos. Adiós a la pereza, al cansancio, al dolor, al miedo. Señor, me subes en Tu regazo, me acurrucas. Contigo vuelo a lugares serenos. No llegarán las serpientes hasta mí. No me matarán el frío o los golpes del camino. Tú, Señor, eres el gran escudo, el albergue seguro, mi estancia bajo abrigo, el bello lugar de mi morada.
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santuarios 28 Pedro Vanucci, pintor italiano del Renacimiento, tiene una obra en la que María Magdalena limpia tus pies ensangrentados, al pie de la cruz. Soy como Magdalena. Débil, cuestionable. He conocido la miel del mundo. Tengo espacios vacíos en mi pelotón de batalla. Pueden atacarme. Si preguntan por mi reputación, podrían tirarme piedras, palos y flechas. Podrían matarme mis defectos. Podrían golpearme mis errores. No estoy libre de pecado. No puedo tirar piedras. Tengo un techo de vidrio sobre mi cabeza. No soy una blanca paloma. Podría tener rabo que me majen. Pero te tengo en mí, Señor. Y te tengo a mi lado, para el camino. Eres mi Rey y Tu madre es mi Reina. Eres el habitante de todos los altares donde rindo tributo. Me hinco ante Tu grandeza. Me arrodillo ante Ti. Eres el Altísimo, el Santísimo, el Generalísimo. Eres el Único. A Tus pies me hinco. Beso Tus pies.
Quiero ser como
Magdalena en la pintura de Vanucci. Quiero limpiar Tus pies ensangrentados. Confortarte con mi solidaridad y mi mirada. Quiero aprender de Tu ejemplo. Quiero estar al pie de tu cruz. Quiero decir, “aquí estoy, mi Señor, soy uno de los tuyos”.
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camilo rodríguez 29 Miro el ejemplo de San Francisco de Asís. Quiero abrazarte en la cruz. Quiero llegar hasta Tu dolor. Servirte de alguna manera. Que bajes de ese madero entre mis fuerzas. Que te nutran mis manos, Señor. Que te abriguen mis brazos. Bajando de la cruz, eres como un pajarito muerto. Como un viejo león que muere solo. Tu cuerpo pesa mucho y hay muchas mujeres a Tus pies. A los pies de Tu cruz quiero quedarme para siempre. A los pies de Tu cruz espero que te bajen. Quiero quitarlos y darte mi cuerpo para que te dejes caer en mí. Quiero bajarte con estas mujeres. Quiero servirte cuando me necesitas. Siempre me sirves Tú a mí. Tú estás aquí, a mi lado. Tú estás aquí, en mi camino. A veces estás en mis pies, aunque me avergüencen Tus atenciones. Eres un puente a veces. Eres un pararrayos. Cuando mis pies se cansan, eres una alfombra mágica. Caminas o vuelas, y yo ni te peso. Todos mis dolores son Tuyos y disimulas con elegancia todas las molestias que Te provoco. Eres prudente, discreto, compasivo. Tienes infinita misericordia conmigo. Nunca me dejas cargar solo mis penas y mis dolores. Nunca me dejas solo en el trillo, o al lado del abismo. Si alguna vez me siento perdido es que olvido que vas conmigo en el camino.
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santuarios Señor, quiero ayudarte a bajar de ese madero. Quiero abrazarte, como San Francisco de Asís. Prometo bajarte con cuidado, con cariño, con compasión por Tus heridas. Es lo menos que puedo ofrecerte, Señor, a Ti que me ayudas todos los días, me cuidas todas las noches, me miras a cada minuto, me velas a cada instante, estás pendiente de mí y cargas conmigo mi pequeña cruz.
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camilo rodríguez 30 Me impaciento, Señor. Lo quiero todo ya. No entiendo, a veces, que esperar es un aroma, una escuela, una luz. Quiero todo al mismo tiempo. Todo día tiene su afán, como me mandaste a decir en un recado. Suda mi cara y hay hormigas en mis piernas. No me gustan la incertidumbre y la espera, Señor. Pero me respondes que todo es una sorpresa. Todo viene de Ti y Te encanta que me asombre. Los poetas somos hijos predilectos. Juego. Para no impacientarme juego a que ya vienes, ya estás de camino. Y el juego es cierto, la fantasía es vida nueva. A la vuelta de andar llega una flor tuya, un animal con alas, un roedor diminuto, el arco iris y la mañana que trae de nuevo las montañas y el baño para los pájaros. Todo nace de nuevo para mí con cada día nuevo. Ahí vienes Tú, Señor, en cada playa, en cada río, en cada hora, en cada nuevo puerto de luz para mis ojos, en cada puerta de música para mi estremecimiento. Aquí estás conmigo, y sin embargo acabo de dejarte atrás también, y vienes a la vuelta de cada esquina. Entras hasta en mis juegos de niño viejo, Señor, y de pronto eres Tú quien juega conmigo. Ya no hay espera que no espere.
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santuarios 31 Un tren veloz se va comiendo el paisaje. Lo va cortando en dos. Los prados y los bosques dejan una estela, como el mar al paso de un bote. Es un surco de colores. Voy aplaudiendo con los ojos, mis pestañas se agitan felices, y sé que todo esto que se comen la velocidad y mis sentidos es parte del concierto enorme y puro que me heredas. Señor, quiero comerme el mundo. Este mundo que es Tuyo y que me regalas. Quiero tragarme la vida, sacarle el jugo a cada segundo, no dejarle un instante de tregua a la muerte. Quiero llenar conmigo cada espacio de la nada. Y me das derecho, Señor. Es mi vida porque es Tuya y me la prestas. Me la diste como un fuego, como un madero ardiendo. No se puede apagar antes que Tú quieras. Yo conservo el fuego. Gracias, Señor, porque puede agradecerte la luz y el calor, la magia y el asombro, la plenitud y amanecer cada día. Me siento tan digno cuando te digo Gracias, Señor. Luego, comerme cada minuto que me das se vuelve una nueva alegría.
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camilo rodríguez 32 Amo la risa, Señor. Amo el buen humor. ¿Tuviste buen humor? Ahora que lo pienso, es lo único que no sé de Ti. Eres valiente. Eres sereno. Eres justo. Eres noble. Eres sensible. Eres sencillo. Eres genial. Eres único. Pero, ¿tienes buen humor? Pienso en los gatitos cuando juegan, en los perros recién nacidos, en los chistes que cuentan los niños, en el leoncito que se agarra del rabo de su madre, en las ardillas que se tiran de los árboles… Pienso en los delfines que parece que se carcajean. Y te doy gracias porque los seres humanos sonreímos. La risa es humana. No se ríe una lora, ni se ríe un perico. Ni el rey de la selva. Ni un tiburón. Ni una ballena. Nos hiciste a Tu imagen y Tu semejanza. Sonríes. Sonreímos porque sonríes. Sonríes cuando el sol es un melón en el cielo. Sonríes cuando la ballena escribe un poema sobre el agua con su cola con ojos. Sonríes cuando el elefante levanta el moco como una bandera de la selva, cuando la lapa pinta un abanico de colores en la copa de los árboles, cuando la mariposa alza vuelo y descubres una flor en cada ala. Sonríes. Tienes un gran sentido del humor, y una maravilla capacidad para el buen gusto. Perdón por la pregunta, Señor. Gracias por todas Tus respuestas.
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santuarios 33 En la Basílica de María Auxiliadora, en Turín, vive mi corazón. Señor, sé que no eres celoso, y que compartes la gloria con Tu Madre. Y sé que la Virgen no se enoja porque yo quiera más a María Auxiliadora que a las otras. Es sólo un poquito más. Pero así es el amor. Un amigo mío, Don Lanzo Luconi, dice que se arrodilla ante la Virgen, sea cual sea aquella María, pero siempre le pide a María Auxiliadora. Me pasa igual. Yo siempre le pido a Tu Madre. Tú, Señor, nos enseñaste que a la madre siempre se le obedece. Te pidió el primer milagro, le dijiste que aún no era tu hora, que todavía no llegaba el momento, pero ella siguió adelante con su mandato. A través de María, sé que me escuchas mejor, Señor. A todas las María que son rostros de Tu Madre, las quiero, y a María Auxiliadora, especialmente, la amo. Por María Auxiliadora, me siento Hijo de la Virgen y Tu hermano menor, mi Señor, mi Padre y mi Hermano. Es el misterio de la fe. Es el milagro del amor.
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camilo rodríguez 34 ¿Sabrán de Ti los pájaros, Señor? ¿Sabrá de Ti la piedra? ¿Te cantan los pájaros sacando el pecho y cerrando los ojos? ¿Todo ese gozo de su belleza es en honor a Ti? ¿Te cantan el río? ¿Te cantan las piedras cuando sienten el agua que les hace cosquillas? ¿Saben de Ti el toro y la ballena? ¿Saben de Tu misericordia el perro, el lobo, la hiena?¿Sólo nosotros sabemos de Ti, Señor? ¿Sentirá el pavorreal que le sonríes cuando extiende su abanico de colores? ¿Sabe el mar que es un niño pequeñito de tus entrañas? ¿Son las olas el canto del mar para Ti? Si sólo los hombres lo sabemos, ¿qué hemos hecho, Señor, para merecer tanto? También te veo en el tucán, en la estrella fugaz, en los peces que son como arco iris, en la mariposa que lleva una isla de luz por el aire. ¿Qué hemos hecho los poetas para que nos abrieras los ojos? Gracias, Señor, por esa brisa preñada por la paz que me llega con todas tus respuestas.
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santuarios 35 Los bosques que rodean el santuario de la Virgen de Fátima tienen un verdor especial. En esos bosques viven el color y la frescura. Señor, hiciste que Tu Madre bajara a la tierra a hablar desde este pedacito de Tu paraíso, con unos niños sencillos, humildes, pobres, que Ella podía confundir con angelitos en ese pueblo de pastores y de ovejas. María ni siquiera pensó que había bajado del cielo. Le subieron a los niños a su regazo celeste. Pienso en mi país, como un portal, con un universo de tonos en las plantas, con un concierto exquisito en sus selvas y en sus ríos. Quiero ganarme el cielo aunque sé que ya me tienes viviendo en el paraíso.
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camilo rodríguez 36 Señor, te huelo en las flores; te toco en el agua fría del río y en la suavidad de la rosa; te saboreo en la dulzura y el ácido de las frutas que puedo apear de un árbol, como los niños del campo; te siento en la brisa y en el silencio; te bailo en la música; te abrazo al abrazar a mi madre; te escucho en el susurro de los árboles con el viento; te percibo al orar, al caminar por la montaña, al escribir mi agradecimiento, mi gratitud; te presiento en todos los favores que me has hecho, y que llegan a mí como casualidades o milagros cotidianos; te veo en la risa de los niños y los ancianos, en las cataratas y la nieve, en los pezones de esos pechos maternos del planeta que son las montañas; te degusto en un café durante una tarde fría, en una cabaña, a la orilla de un camino. Señor, no soy como Tomás. No pienso que haya que ver para creer. Pero igual te veo, te oigo, te huelo, te siento, te toco, te descubro y te respiro. Eres una fiesta para todos mis sentidos.
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santuarios 37 He tenido seis accidentes graves y he salido ileso. He perdido por destrucción total un vehículo. He perdido realmente dos vehículos. Las dos veces, lo que he perdido es la lata de un aparato que camina. Tengo intactos los brazos, intactas las piernas, sin un solo rasguño las manos, la cara, el cuerpo. Los dos accidentes más peligrosos y aparatosos han sido exactamente en el mismo lugar. Otros dos han sido a una cuadra de distancia entre uno y el otro. Siempre me has cuidado. Siempre me has protegido. Me llamas la atención y a veces me hago de oídos sordos. Entonces, vuelves a llamar a mi puerta. En ocasiones, has tenido que tocar fuertemente, con insistencia. Te agradezco tanto los signos de Tu presencia. Te agradezco tanto tantas oportunidades nuevas. Te agradezco tantas maneras que has tenido de sacarme ileso del peligro, en la raya de la muerte. Te doy gracias, Señor, porque has perdonado todos mis errores, me has disculpado todos mis descuidos, me has cobijado para que no lleguen hasta mí los vientos del mal. Gracias, Señor.
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camilo rodríguez 38 Una muchacha bella me atiende en una cafetería. Otra muchacha bella hace fila para el bus a mi lado. Otra va a recibir la comunión y le permito pasar primero que yo. Otra conversa con su novio en un parque. Otra cruza la calle cuando me detengo ante una señal de alto. Señor, cuán gran artista has sido. Cuánta belleza reúnes en un rostro, en una mirada, en una sonrisa, en el cabello o el andar de una muchacha. En un espacio tan pequeño como una boca, imprimes magia, luz, color y alegría. Señor, cuánta elegancia en el andar de algunas mujeres, cuán grande la precisión de sus dimensiones, cuán grande Tu capacidad de síntesis en una sola criatura. Gracias, Señor, por mis ojos, y porque puedo apreciar la delicadeza y la exquisitez de las mujeres que creaste con Tus manos, un día que sacaste feriado y cerraste el taller de los atardeceres. Eres el Artista Supremo, Señor, el creador de todas las maravillas.
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santuarios 39 El mundo es ancho, Señor, pero nada me es ajeno. Me regalaste estos ojos, Señor, y hacen míos todos los paisajes que me caben en la cabeza. Son míos los peces del mar que vuelan en las profundidades oscuras con sus emblemas de arco iris. Son míos los pájaros que despliegan abanicos en el cielo. Son míos todos los montes y los volcanes. Míos los lagos y los ríos. Mías las risas de las mujeres. Hago mía la competencia veloz de la gacela y el leopardo. Hago mía la lluvia que siento en mi rostro y mi espalda, que escucho en el techo o el agua, que miro truncar el vuelo en el vidrio de la ventana. El mundo es ancho, pero me pertenece. Es mío y de todos. Tú, Señor, me lo regalas para mi tiempo de pasajero y de peregrino, de dueño de este pequeño cuerpo prestado por Tu grandeza, Señor.
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camilo rodríguez 40 Señor, soy un niño que salta de alegría con el pájaro que anida en el balcón de una casa. Soy un niño que roba flores en los potreros y en los jardines, que se sube a los árboles para apear naranjas y jocotes, que ama recibir la lluvia en su cuerpo y bañarse en los ríos. Soy un niño que se tira de zambullida en el viento. Soy un niño que se asombra con los caracolitos que juegan al escondido en la arena mientras el mar desacomoda las sábanas blancas y con vuelos de las olas. Gracias, Señor, porque el niño que vive en mí sonríe con los venados y se sorprende cuando mira a un ternero mientras bebe feliz la leche de la ubre de su madre. Gracias, Señor, porque el hombre que soy no ha podido destruir las pequeñas alegrías, los tesoros escondidos, los escondites secretos y los milagros vivos de todos los días que asombran a ese niño que todavía habita dentro de mí.
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