Camilo RodrĂguez Chaverri
Primera edición, San José, Costa Rica, Junio del 2009 © 2009, Camilo Rodríguez Chaverri iglesiasviejas@gmail.com Diseño: Paula Garro Ramírez Impreso en Poliart Impresores
La historia de un luchador
Este libro es una lección de valores y un manual de lo que alguien puede hacer con base en el coraje, el tesón y la fe en los sueños. La vida de Vinzenz Schmack está llena de grandes ejemplos para quienes luchamos por concretar nuestros anhelos. Hay una dosis de heroísmo en lo que cuenta, pero es un heroísmo a la mano, que se puede palpar en este libro, y demuestra que cuando nos proponemos algo, podemos lograrlo. Esta es la historia de un niño que fue víctima del régimen de Hitler y los estragos que sufrió Alemania en la Segunda Guerra Mundial. Es la historia de un niño que vio a su papá pasar de ser un granjero importante en su pueblo a ser un peón, un operario que limpiaba escombros y un desterrado. También es la historia de un adolescente que fue al colegio a pesar de la pobreza y el frío, a pesar de la nieve y la distancia, a pesar de las secuelas que dejó la guerra en su patria. Y es la historia de quien se vino con mucha ilusión a América después de estudiar en Alemania, de quien triunfó en una cultura ajena a la suya y pudo llevar adelante sus proyectos de vida. Ni un problema jurídico en una institución en la que trabajó por mucho tiempo, pudo disminuir su ímpetu. Ni un secuestro en su hotel, en una zona inhóspita, alejada, remota, pudo hacerlo desistir de su gran sueño con alas. Ojalá que este libro le ayude a usted, lector, lectora, como escuela y como encuentro. A mí me ha ayudado muchísimo como persona, como periodista y como escritor, y me ha encantado el hermoso proceso de llevar este libro hasta sus manos.
Camilo Rodríguez Chaverri
Pri m e ra Parte Mis memorias en primera persona
Me llamo Vinzenz Schmack. Nunca usé mi nombre completo, que es Vinzenz Antonius Schmack Vlahovitz von Dragomirest. No lo uso por razones obvias. Nací en Alemania del Este, ahora Polonia, en un pueblo que se llama Katscher, una pequeña ciudad con entonces 10 mil habitantes, en la frontera con la antigua Checoslovaquia, y no muy lejos de la frontera con Polonia Mi papá se llamaba Kurt Schmack. Falleció en 1979. Era agricultor, dueño de una finca de 150 hectáreas, una de las fincas más grandes del pueblo, y también era dueño de una fábrica de ladrillos. En la finca se producían remolachas de azúcar, trigo, y se mantenía ganado vacuno, ovejas y caballos de trabajo. Mi mamá se llamaba Emilie Vlahovitz von Dragomirest. Falleció en 1992. Era ama de casa. Se casó muy joven. Antes de eso, trabajó en un banco. Mis papás procrearon diez hijos, seis varones y cuatro mujeres. Todos viven en Alemania, menos yo, quien soy el gitano de la familia. Tengo nueve hermanos, soy el número cinco. Tristemente hace cuatro años, uno de mis hermanos se accidentó y falleció. Nací el 1 de julio de 1934, en la noche en que un gran cooperador de Hitler, el General Ernst Roehm, fue asesinado, en un esfuerzo de Hitler para eliminar a todos sus posibles rivales. El acontecimiento es conocido como “Roehm Putsch”. Este caso causó tal conmoción que casi se olvidan del recién nacido. Hitler llegó al poder en 1933, así que crecí en Katscher, bajo el régimen del Fuehrer. En ese entonces, Hitler era, para nosotros, un héroe. Siempre cuento la siguiente historia: estaba un grupo de pequeños amigos de la escuela, nos encontrábamos en un cementerio, había una tumba abierta, y enfrente de esta, nos preguntábamos cuáles serían las últimas palabras si íbamos a morir allí mismo: “Dios me salve”, o “Heil Hitler” (viva Hitler). Después de mucha discusión, llegamos a la conclusión de que Dios todavía era más importante. Quiero mencionar una anécdota de mi infancia con uno de estos amigos, Gerhard Kaether, con quien he mantenido una amistad hasta la fecha. Su papá era profesor en el colegio y llegó a Katscher desde la región del Rin. Después de la guerra nos separamos. Su familia se refugió en un pueblo cerca de donde
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venían antes y nosotros nos fuimos a Bavaria y perdimos contacto durante un tiempo, hasta que de alguna manera, volvimos a saber de cada uno. Mantuvimos nuestra amistad solamente por correspondencia, ya que no teníamos plata para visitarnos. Al principio, nos escribíamos regularmente, luego nos comunicábamos muy esporádicamente por teléfono y cuando me fui al extranjero, la amistad se enfrió. Un día, ya aquí en Costa Rica, recibí de mi amigo, Walter Beutel, una llamada diciéndome que tenía en su casa a un viejo amigo mío, Gerhard Kaether. ¡No podía creerlo! ¿Cómo le conoce usted? --Bueno, es un pariente mío, me dijo. Su mamá es una Beutel nacida en Costa Rica, su papá era mi tío abuelo, el primer Beutel que llegó al país como médico-farmacéutico. El gobierno de Costa Rica le pidió ayudar a erradicar la fiebre amarilla en la Zona Atlántica y murió a causa de esta enfermedad, aún muy joven. Su hija nació aquí, pero después de la muerte de su padre, su madre y sus hijos regresaron a Alemania y la mamá de Gerhard creció allá. ¡Quién hubiera podido imaginarse cuando jugábamos en la casa de mi amigo, bajo el cuidado de su mama, que ella había nacido en el país que sería mi destino! Después de 62 años de no vernos, nos encontramos nuevamente en Costa Rica y renovamos nuestra amistad de infancia. (Véase la foto bajo una palmera en Costa Rica). Gerhard tuvo el cuidado de guardar las cartas que yo le escribí en los años 1947 y 1948 y me las trajo. En una de estas cartas, le pedía conseguirme un cuaderno, ya que después de la guerra, en mi región, era imposible conseguirlos. En la escuela escribíamos con tizas sobre pizarras. Hoy, ¿quién podría imaginarse esto?, pero la pobreza después de la guerra fue tremenda en Alemania y él me envió algunos cuadernos que causaron tanta envidia entre mis compañeros, que yo los compartí con ellos. Durante el régimen nazi, el lavado de cerebros fue tan grande y tan inteligentemente elaborado, que nunca vimos un mapa global del planeta en la escuela, solamente el de Alemania, y no nos dábamos cuenta de lo pequeña que era, con relación al mundo entero.
Existía como una religión alrededor de Hitler, pero mi papá fue siempre antihitleriano y nunca entró en el partido. Por las noches, escuchaba la radio extranjera, la BBC, y de este manera se dio cuenta que la guerra estaba perdida. Escuchar la radio extranjera era estrictamente prohibido. Violar esta regla era penado. Quien fuera encontrado en esta práctica, era condenado con el campo de concentración. Muchas veces nos preguntaban en la escuela qué hacía nuestro papá en la noche, pero él nos preparó bien y nunca lo delatamos, ya que escuchar la radio extranjera era, de verdad, todo un crimen. El campo de concentración no sólo era para los judíos, también para los alemanes que estaban en contra de Hitler, Mi papá no quería a Hitler, y siempre se rehusó a entrar en el partido, pero la presión fue tan alta y el peligro de que lo metieran en el campo de concentración fue tal que mi mama decidió entrar en el partido especial para las mujeres. Era un régimen de partido único, pero con diferentes divisiones. Mi papá estaba en contra del antisemitismo. Tenía muchos amigos judíos. Un pediatra judío curó a un hermano mío que tenía una infección bastante grave y estaba en peligro de muerte. La cura tardó varios años y él quedó con una pierna más corta que la otra. Entre paréntesis, este judío, que emigró a los Estados Unidos después de la guerra, me dio la garantía para conseguir la “Green Card”, para trabajar cuando yo también emigré a los Estados Unidos en busca de un futuro mejor. Mi hermana más joven Dorothea, nació en febrero de 1942. Es la novena de los diez hermanos. Adolfo Hitler fue el padrino. No llegó personalmente, pero mandó un certificado impresionante con su firma. Cuando Hitler se suicidó, en 1945, mi hermanita lloro por la muerte de su padrino. Mi infancia fue muy feliz. Hice muchas travesuras. No me iba muy bien en la escuela y hasta fallé el primer examen para entrar a la secundaria, pero Dios me ayudó mucho, estudié un poco más y pase en el segundo intento. Al año siguiente fue el fin de la guerra y comenzó nuestra vida de refugiados. Crecí en una finca, me divertía mucho, compartía labores con los trabajadores. En la primavera ayudábamos en la selección y separación de las remolachas.
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Mi niñez Las remolachas se siembran con máquinas en filas largas, pero, cuando crecen, hay que separarlas en distancias de más o menos 20 centímetros y esto se hacía a mano. Con una pala en la mano, sobre las rodillas se separaban las remolachas fila por fila y se pagaba por fila separada. En la ciudad existió un campo de concentración para los prisioneros de la guerra y mi papá logró que estos prisioneros pudieran trabajar en la finca. Esto mejoró sus condiciones de vida porque por trabajar en la finca recibían buena comida. Nosotros, los niños, trabajábamos en la tarde, después de la escuela y los sábados, con los empleados corrientes de la finca, separando remolachas. En el otoño manejábamos los caballos y yo, con apenas seis años, ayudaba en la cosecha del trigo y halando a la granja grandes carretas con caballos. Los sábados también hacíamos fila con los trabajadores, orgullosamente, y papá nos pagaba. Papá siempre quiso que trabajáramos. Nunca nos regaló nada. Aunque el tiempo en general fue muy duro para todos por causa de la guerra, que empezó en 1939, cuando yo tenía apenas seis años, lo fue especialmente dura para las gentes en las ciudades grandes. Nosotros, al menos, no lo sentimos tan fuerte, ya que vivíamos en el campo y nunca nos faltó la comida. Para la Navidad, mi mamá lograba cambiar mantequilla y así conseguía algunas frutas tropicales, como bananos y naranjas. Recuerdo que entre los niños, cambiábamos un banano por una naranja, para el que le gustaba más la naranja o el banano. Estas frutas fueron para nosotros algo realmente exótico y solamente para la Navidad mi mamá lograba conseguir algo así para nosotros. En este pueblo, la guerra no fue lo estruendoso y destructiva que fue en las ciudades, .pero vimos los escuadrones de aviones del enemigo pasando por nuestra comunidad, y presenciamos cómo tiraban las bombas en la ciudad más grande, Ratibor, y en otra ciudad grande, Leobschuetz. Nos enteramos de la crudeza de la guerra, pero no llegó directamente a nuestro pueblo. Antes del fin de la guerra, cuando los rusos se acercaron, nos refugiamos en una ciudad que se llama Glatz, que es más lejos de la frontera con la antigua
Checoslovaquia y con Polonia. Un hermano de mi papá era un reconocido oculista en Glatz. El tenía varios hijos. Uno de ellos, que nació dos días antes de yo, el 29 de junio, fue obligado a ir a la juventud nazi, el Hitler Jugend. Los jóvenes recibían entrenamiento militar y formación en la filosofía nazi. Yo me salvé por dos días, ya que el límite era el 30 de junio. Pero mi primo me pidió que le acompañara y yo fui voluntariamente. Llegue a las reuniones. Más o menos recibí endoctrinamiento y, hasta que se acercaron los rusos, trataron de convencernos de que Hitler estaba ganando la guerra. Recibí el uniforme elegante de la Hitler Jugend. Fue necesario destruirlo, así como el certificado de padrinazgo de Hitler para mi hermana. Los destruimos por miedo de que cayeran en manos de los rusos y creyeran que nosotros éramos nazis. Cuando ya se acercaron los rusos a Glatz, al fin mi papá decidió refugiarse más al oeste. Todos íbamos con caballos, con carros con toldos de lona, con carromatos, tal como en el Viejo Oeste de los Estados Unidos que uno ve en las películas de vaqueros y de indios norteamericanos Allá nos fuimos en cuatro carros, mi familia y la familia de dos de mis tíos, Franz, el oculista, y Georg, quien era también agricultor. Dos días después, nos avisaron que ya no se podía avanzar más hacia el oeste, porque los rusos nos cercaron. Entonces, mi papa decidió regresar primero a un pueblo cerca de Glatz, donde nos acogieron amigos de mi tío Franz. Allí recibimos el primer susto. En el edificio donde vivía mi tío también vivía un doctor con tres hijos, un varón y dos mujeres y, aunque ellos ya eran mayores, nos hicimos buenos amigos y jugamos siempre juntos. Cuando mi papa y tío Franz fueron a Glatz, ya ocupado por los rusos, para ver cómo estaba la situación, encontraron en el patio, tirada en el suelo, a toda la familia muerta. El papá de mis amigos tenía miedo de los rusos y se suicidó después de matar a toda la familia. Esto nos dejó un trauma profundo. Después de dos semanas en este pueblo, mi papá decidió que regresáramos a Katscher, nuestro pueblo natal.
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El regreso fue una aventura impresionante y dolorosa. Pasamos por campos minados donde días antes un carro como el nuestro cayó sobre una mina y explotó, y los cadáveres estaban por todos lados del camino ya en estado de putrefacción. Los rusos nos pararon y nos robaron todos los artículos de valor, incluyendo algunos de los caballos. Nos salvamos solamente por la presencia de nosotros, los niños, ya que los rusos tenían gran respeto por los menores. Cuando al fin llegamos a Katscher, nuestra casa ya había sido ocupada por los rusos. Nosotros encontramos espacio en una casa vacía. Era la casa de uno de los trabajadores de mi papá. Con tal de alimentarnos, mi mamá no tuvo reparos ni vergüenza de ir a los establos que antes eran nuestros, para ordeñar las vacas junto con las mujeres que antes eran sus empleadas y aguantar los chistes y críticas sarcásticas de ellas. En compensación por ese trabajo, los rusos le daban un balde de leche para nosotros.
Los rusos en nuestro pueblo natal Los rusos fueron amables con nosotros, en el trato personal. Tengo en la mente la imagen de uno que cuidaba una fábrica enfrente de la casa donde vivíamos y que cada día tomaba en sus brazos a mi hermano menor. En un brazo tenía el rifle y en el otro cargaba a mi hermano para chinearlo. Ellos eran muy cariñosos con los niños. Esto sucedió en 1945 y yo tenía 11 años. Vi a un ruso rezando el rosario. En ese gran ejército ruso se vio de todo. También cometieron muchos abusos, pero gracias a Dios, nuestra familia se salvó de estas experiencias. Cuando se marcharon los rusos, quemaron nuestra casa. Fue muy triste especialmente para mis padres, que no pudieron hacer nada para impedirlo, pues no existían ni bomberos, ni mangueras, ni hidrantes que funcionaran. Sólo nos quedó mirar cómo se quemaba toda una historia de nuestras vidas. Los rusos pasaron la administración de nuestro pueblo a los polacos y mi papá perdió sus tierras. El administrador polaco permitió que mi papá pudiera seguir trabajando en su propia finca, pero como simple empleado. En el Tratado de Yalta, los rusos quitaron una parte de Alemania y se la dieron a los polacos en compensación de lo que ellos habían quitado a los polacos en el este. Este despojo fue algo terrible para nuestra cultura, pues fue como si nos arrancaran parte de nuestro país. Los polacos que llegaron eran de una región lejana a la nuestra y, como ellos no hablaban alemán y tenían miedo de una venganza, erradicaron todo lo que era alemán. Hasta en los cementerios tacharon de las lapidas todo lo escrito en nuestro idioma. De un día para otro, nos obligaron a hablar polaco, lo que fue imposible porque desconocíamos ese idioma. Las tensiones crecieron. Recibimos información de que nos iban a expulsar a todos nosotros hacia Siberia. Entonces, huimos durante la noche y nos refugiamos en la antigua Checoslovaquia, pues la finca nuestra colindaba con
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la frontera checa, que aún no era comunista, y los alemanes que llegaron de Polonia eran bienvenidos. Mi papá encontró trabajo sacando basura y escombros de la ciudad llamada Tropau (ahora Opava), que fue destruida por la guerra. Ganó buen dinero y la vida fue confortable para nosotros. Quiero decir confortable para las circunstancias de entonces. Por lo menos no pasamos hambre. De repente, el régimen democrático fue tumbado y entró el comunismo en la antigua Checoslovaquia. Nos dieron la oportunidad de ser aceptados como ciudadanos checos o de salir del país. Decidimos lo segundo y nos metieron en un vagón de ferrocarril y atravesamos junto con otros refugiados todo el territorio hasta llegar a Bavaria, en Alemania. Estuvimos todo un año en la antigua Checoslovaquia.
Bavaria En Bavaria, teníamos una tía que nos consiguió un techo en un pequeño pueblo, en una vieja fábrica abandonada. Allá empezamos de nuevo, es decir, de cero. En esa época no existía nada en Alemania ni tampoco en ese lugar que pudiéramos aprovechar. Únicamente nos servía para guarnecernos de la intemperie. Mi papá fue muy ingenioso para alimentarnos. Trabajó en fincas vecinas y así nos dio la alimentación, por lo que no pasamos hambre gracias a Dios y a la sagacidad y el ingenio de mi papá. Él preparaba trampas para atrapar liebres y nosotros, los niños, íbamos en el verano a los bosques cercanos a recoger moras y frambuesas para hacer mermelada. También conseguimos una vaca, que metimos en el sótano de la fábrica y la alimentamos con el zacate que recogíamos a la orilla del río que pasaba cerca de la fábrica y los alimentos que nos regalaban los finqueros vecinos. Esta vaca fue nuestro tesoro ya que dio la leche suficiente para alimentar a toda la familia Papá hizo un molino con piedras para hacer harina con el trigo que recogíamos en el campo y un lagar para prensar el aceite de la colza, un cultivo oleaginoso, muy común en esta zona. Así sobrevivimos, casi al estilo de la Edad Media. Cuando la economía empezó a despegar, mi mamá fue de casa en casa, como los polacos de aquí (los judíos que llegaron al país), comprando jabones y perfumes y vendiéndolos de casa en casa. Mi mamá hizo esto cargando una pesada valija sobre sus hombros, mientras mi papá trabajaba en las fincas y en el campo, como un peón más. Fue muy duro para ellos, pero pudieron salir adelante. Ya más tarde, cuando se formó la República Federal Alemana, el gobierno nos ayudó con becas y de esta manera pudimos ir al colegio. Perdí más o menos tres años de escuela por causa de la guerra y de nuestra estadía en Polonia y la antigua Checoslovaquia. A partir de entonces fui siempre de los mejores de la clase. Las condiciones en la casa, de la vieja fábrica, fueron muy primitivas. Nuestra
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vivienda consistió en una pequeña cocina, una sala relativamente grande y tres dormitorios. Uno para mis padres, pero ahí también dormía mi hermano menor. En otro dormimos los cinco hermanos. Mi hermano mayor había regresado de la guerra sano y salvo. Y en el otro cuarto dormían las cuatro hermanas. La casa no tenía calefacción, ni baño, ni luz eléctrica, y en el invierno las ventanas se cubrían de hielo. Una vez a la semana nos bañábamos en una tina portátil que llevábamos a la habitación de mis padres. De la cocina traíamos el agua caliente y nos metíamos uno después del otro en la tina. Cambiábamos el agua después de cada cuatro “bañadas”. Sin embargo, a pesar de todas estas limitaciones, nos divertíamos mucho. En la sala grande teníamos una estufa con leña para no enfriarnos en el invierno. En el verano, íbamos a los ríos a pescar truchas. Jugábamos a las cartas, al ajedrez y otros juegos. Asistí a la primaria en el pueblo, a tres kilómetros de nuestra casa. Naturalmente, siempre iba a pie. En el invierno, a veces iba a la escuela con medio metro de nieve. Cuando pasé al colegio, como en la zona rural donde vivíamos no existía uno, fue necesario ir en tren hasta la próxima ciudad, que era Weiden. Nos despertábamos a las cinco de la mañana, caminábamos como media hora hasta la estación del tren, que salía a las seis y veinte. Lo peor era en el invierno, cuando todavía estaba oscuro y muchas veces íbamos con la nieve hasta las rodillas. El viaje en tren tardaba casi dos horas hasta llegar a Weiden, una ciudad grande. Fuimos al colegio por la presión de mi mamá. Ella siempre nos habló de la necesidad de ser buenos estudiantes y desarrollarnos como profesionales, porque, según ella decía, de lo contrario nos íbamos a convertir en simples trabajadores, en peones de finca. Todos fuimos buenos estudiantes y los hermanos hombres pasamos a la universidad, nos hicimos profesionales, mientras que las mujeres fueron a escuelas vocacionales. Mi hermano mayor, Arno, estudió ingeniería civil; Leo es doctor en química;
Waltraut estudió economía doméstica; Imgard es secretaria, yo estudié economía; Ferdinand (QPD) fue agrónomo; Hubertus, ingeniero industrial, Beate y Dorothea secretarias, y Bertram, doctor en química y doctor en medicina, especializado en gastroenterología. Él tiene su propia clínica. Todos gozan de una buena situación económica y varios de ellos han venido a visitarnos a Costa Rica. Tuve una niñez y una juventud llenas de adversidades, pero nunca pasamos hambre y siempre estuvimos muy unidos. Los diez hermanos hemos sido buenos compañeros, compartimos muchas aventuras, pescando en los ríos, cazando con flechas y en las largas noches sin electricidad, a la luz de las velas, jugábamos ajedrez y otros juegos de mesa. Primero viví en el pueblo de mis padres, en una casa cómoda, con electricidad, con agua, con sirvientes y con lujos, pero en Bavaria no. Empezamos después de la guerra en un lugar sin electricidad y sin ninguna comodidad. Fue como retroceder en el tiempo.
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Refugiados de Alemania del Este Después de dos o tres años en esta vieja y abandonada fábrica, mi papá logró comprar una pequeña finca cerca de Regensburg, ciudad donde estudió el Papa actual, Benedicto XVI. Mi papá compró esa finca con un crédito muy favorable a largo plazo, que dio el gobierno alemán a los refugiados de Alemania del Este. Allá, en la finca, empezamos de manera muy primitiva, sin máquinas ni equipos modernos, así que trabajamos muy duro, pero la vida mejoró mucho. Al principio, vivimos también sin calefacción ni baño. Sembramos trigo, papa y remolacha de azúcar y todos trabajamos con implementos muy rudimentarios. También volvimos a comprar vacas de leche y tuvimos que trabajar mucho. Empezábamos a las cinco de la mañana alistando los caballos, cortando el zacate con una guadaña manual, cargándolo sobre la carreta y llevando todo hasta el establo, para alimentar a las vacas. Cuando llegaba la hora del desayuno ya habíamos trabajado dos horas. Para mí, el fin de las vacaciones fue siempre un gran alivio porque en los bancos, en las sillas del colegio se podía al menos descansar. Ir al colegio tampoco fue fácil. Manejábamos en bicicleta de la finca hasta la estación del tren, por casi una hora. Más tarde, ya pudimos comprarnos una motocicleta. Después, nos tocaba estar una hora en el tren hasta llegar a Regensburg. Este viaje lo hacíamos diariamente, en el verano y en el invierno, con lluvia y nieve. Fue duro, pero nunca nos quejamos. Íbamos con un buen grupo de amigos. Cuando terminé la secundaria, y me inscribí en la Universidad de Múnich, recibí una beca del gobierno de Alemania. Después de cuatro años en la universidad, me gradué como economista, y recibí una beca para ir a Canadá. Mi deseo era ir a Harvard, pero sólo había
disponible una beca para la Universidad de British Columbia, en Vancouver, Canadá, y con alegría la acepté. La verdad es que hubiera aceptado cualquier universidad porque tenía un gran deseo de conocer el mundo. Yo recuerdo que cuando vivimos en la vieja fábrica, los cinco varones dormíamos en una habitación muy estrecha, sin calefacción, luz, ni baño, y yo rezaba cada noche pidiendo a Dios que me diera la oportunidad de conocer el mundo más allá de mi tierra natal. Tal parece que Dios me escuchó muy bien, ya que he vivido en diez países.
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Vancouver Llegué a Vancouver a finales de 1960. Tenía 26 años. Me fui en barco. Era un barco chiquito. Así me trasladé de Alemania hasta Montreal. Pasamos una tormenta grande, fue horrible, y yo fui uno de los pocos que no se mareó. La mayoría de los pasajeros pasaron hasta tres días sin comer y bien mareados hasta que llegamos al río Saint Lawrence. En Montreal pasamos al tren y atravesamos todo Canadá. En el barco iban muchos jóvenes emigrantes, por eso hablo en plural, pero ya en el tren iba yo solo. Al principio me sentí un poco perdido, pero en Vancouver me recibieron bien, pues tenían una organización para estudiantes extranjeros. Cada fin de semana llevaban a cabo excursiones para conocer el país. Canadá es un país enorme, mucho más grande que Alemania, un país muy vasto. Las Montañas Rocosas me impresionaron en gran manera. Vancouver era toda una ciudad. La encontré muy grande y bella. Desde el aula del colegio veía el mar y las montañas cubiertas de nieve todo el año. Para ganarme un poco de dinero, trabajé en los tiempos libres como camarero en un restaurante grande. Mi inglés era de formación escolar y colegial. Al principio era un inglés macarrónico, pero rápidamente mejoró y luego, como trabajaba en el restaurante tenía un poco de plata y pude hacer excursiones con los grupos de estudiantes. Tenía más interés en conocer el país que estar en las bibliotecas, pero cumplí con los estudios, y cuando se terminó la beca me quedé un tiempo más. Durante las vacaciones encontré un trabajo en una lavandería en Prince Rupert, una pequeña ciudad varias horas al norte de Vancouver. Era un pequeño puerto. El dueño de la lavandería era un alemán, que tenía también un barco y me llevó a excursiones hasta Alaska. Yo trabajaba lavando ropa, trayendo los sacos y poniéndolos en las lavadoras. Era un trabajador común y corriente, nada fino, nada de oficina. Estuve ahí durante todas las vacaciones. Al final de la beca, decidí pasar a Estados Unidos. Durante ese año en
Canadá, no fui a los Estados Unidos, ya que no tenía los medios. No quería regresar a Alemania sin antes conocer los Estados Unidos, pero como no tenía recursos, la única manera de quedarme un tiempo allá era encontrando un trabajo y esto era solamente posible si tenía el permiso de trabajo, o sea, la famosa “Green Card”. El viejo amigo pediatra, el judío que salvó a mi hermano, me ayudó a conseguirla. En ese entonces, él estaba de vacaciones en Israel, y solamente al regreso me pudo ayudar con una garantía para conseguir la dicha tarjeta o permiso de trabajo. Él vivía en Filadelfia, pero no tuve que viajar hasta allí. Todo lo hicimos por correo. Para estar más cerca, me fui de Vancouver a Toronto haciendo auto stop, es decir, pidiendo aventones y durmiendo en una tienda de campaña. Menos mal que fue en agosto y setiembre y se podía todavía soportar el clima.
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De Canadá a Estados Unidos Para atravesar las Montañas Rocosas, me recomendaron ir por tren, pero como no tenía plata, me fui en un vagón de carga entre troncos de madera, nada de lujos, ni siquiera en tercera clase. Era bastante común en Canadá que la gente que no tenía recursos viajara brincando sobre un furgón de tren. Se llamaban “Hobos”. Hoy es estrictamente prohibido viajar de esta manera. Era muy atrevido, había que tener coraje, especialmente en el otoño porque ya era muy frío y en las noches me quería morir de congelamiento; sin embargo, fue un viaje de lo más impresionante, viendo las altas montañas tan cerca, así como los grandes precipicios. Una vez que pasé las Montañas Rocosas, en la primera parada en un pequeño pueblo que se llama Fields, me descubrió un guarda de trenes y me preguntó hacia donde iba, le dije que quería llegar a Banff, famosa ciudad turística, él me contestó que el tren no paraba allí, pero yo le dije que si el tren iba más despacio yo me tiraba, a lo que él insistió que no iría despacio y en lo que llegaba hasta Banff me podía morir de frío y admito que tenía toda la razón, porque yo ya estaba casi congelado. Me quedé en Fields, esperé en la sala de espera hasta la mañana y tomé nuevamente un aventón hasta Banff, donde me quedé una noche y seguí mi camino hacia Toronto. Fue un trayecto muy interesante. Viajé con dos estudiantes durante veintiséis horas. A medio camino, en la noche, me preguntaron cuánto podía gastar para un hotel, y les dije que cinco o seis dólares. Entonces me dijeron que ellos no tenían plata para la gasolina, pero que si les pagaba un tanque de gasolina me llevaban hasta Toronto. Les pagué y viajamos toda la noche hasta llegar a esa ciudad. Llegando a Toronto busqué un apartamento, me inscribí en la Universidad de Toronto y tomé unos cursos, mientras el doctor llegaba de Israel. Por variar, trabajé nuevamente como camarero en un restaurante. Estaba esperando la ayuda de mi amigo pediatra, cuando por fin llegó mi
visa, mi ansiada “Green Card”. Me fui en bus desde Toronto hasta Nueva York, es como un día de viaje. Me hospedé en el YMCA, que es donde jóvenes con muy poco dinero pueden pasar la noche. Eso es muy común en los Estados Unidos. Empecé a buscar trabajo, tenía una recomendación de un banquero amigo de mi papá. Él era funcionario en un pequeño banco y no tenían vacantes, pero me abrió la puerta a varias instituciones y bancos. Me ofrecieron un trabajo en una compañía de publicidad, y tenía una oferta en un banco, pero era necesario que esperara dos semanas para la decisión final. Le pedí consejo al banquero y él me recomendó esperar la decisión del banco, que era el Chemical Bank, entonces uno de los bancos más grandes de Nueva York. Yo le dije al amigo que a mí también me gustaría esperar, pero tenía un pequeño gran problema: ya no tenía plata para sobrevivir dos semanas más sin trabajo. Él, generosamente, me prestó 150 dólares y así pude esperar y conseguir el trabajo en el Chemical Bank. Fue así que me convertí en banquero.
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Estados Unidos 1962 - el amor En ese momento, yo tenía 28 años. Era el año 62, el Presidente de Estados Unidos era John F. Kennedy. Con el primer salario empecé a abonar el préstamo de 150 dólares de mi amigo. En el Chemical Bank estuve en el programa de entrenamiento ejecutivo. El salario no era muy grande, pero era lo suficiente para sobrevivir en Nueva York. Compartía un apartamento con un compañero del banco. Ya corría el año de 1964 cuando fui invitado a una fiesta de luna llena, en un tour en barco por el río Hudson. Era una fiesta patrocinada por las Naciones Unidas. En ese entonces, Conchita trabajaba como secretaria de la Embajada de Guatemala ante las Naciones Unidas y en ese evento se definió nuestro futuro. Casi al final del viaje, vi a una muchacha un poco tímida y como yo era tímido también, me costó un mundo, pero me atreví a pedirle que bailara conmigo. Yo le pregunté de dónde era y ella me dijo que de Guatemala. Me preguntó inmediatamente si sabía donde está ubicada Guatemala y como ella era un poco morena, pensé en África, pero yo le dije que sí sabía dónde estaba Guatemala, sabiendo que no sabía. Era mentira, pero por dicha ella no me preguntó dónde. Fue la primera y última mentira en 46 años. Nos dimos el primer beso en las escaleras de la Biblioteca Pública de Nueva York. Yo ya había decidido regresar a Alemania, para radicarme en mi patria, pero ese beso me cambió la vida. Antes de ir a Alemania, mi plan era ir a París para perfeccionar mi conocimiento del francés, para empezar a trabajar en mi país conociendo tres idiomas, alemán, por supuesto, inglés y francés. Fui en barco a Francia, Conchita fue a despedirme y fue un adiós muy emocionante. Le dije que una vez que me radicara en París, ella podía venir si me quería. Ella no tardó mucho en llegar y nos comprometimos en casa de mis padres, en la noche de Año Nuevo. Ella se quedó con mi hermana
Waltraut preparando nuestra boda y nos casamos en febrero de 1965. Después de nuestro viaje de bodas en Austria, regresamos a París y ella encontró un trabajo en una firma de abogados norteamericanos, quienes necesitaban una secretaria que hablara inglés “gringo”. Además de su español natal, ella hablaba el italiano muy bien. Eso sí, como ella no hablaba alemán y yo no hablaba español, nuestro idioma común es el inglés. Bueno, ahora, después de tantos años, son los dos, el español y el inglés. Cuando llegué a Francia procedente de Nueva York, decidí quedarme un tiempo a probar suerte en París y encontré un trabajo con el Bank of America, que era entonces el banco más grande del mundo, pero yo no lo sabía. Solamente pensé que era mejor tratar de conseguir un trabajo en un banco americano, porque era difícil entrar a uno francés, así que cuando vi el primer banco americano con el nombre Bank of America, me sonó muy bonito. Entré muy dispuesto y cuando presenté mi currículum, no me dejaron salir más, ya que estaban buscando una persona que hablara bien inglés y que tuviera conocimiento de análisis de créditos. Como Conchita tenía su trabajo muy cerca del mío, nos encontrábamos seguido para almorzar en el Parque de las Tullerías, así como en simples cafeterías cuando no teníamos suficiente dinero. Vivimos relativamente bien durante un año, gozando la vida en París y viajando por Francia. Conchita quedó embarazada en París. Esta es una historia muy chistosa. Un amigo de Conchita, médico, guatemalteco, tenía una beca en Francia y cuando nos confirmó que estaba embarazada, se me llenó todo el cuerpo como de ampollas. El doctor no estaba seguro si era varicela o alergia, pero como precaución nos recomendó estar dos días separados, así que yo me fui dos noches a un hotel. Al final, resultó ser lo segundo: alergia, un sarpullido del puro susto y la alegría.
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De Bruselas a América Latina Todo estuvo muy bien hasta que, cuatro meses antes del nacimiento de nuestro primogénito, recibí la noticia de que me trasladaban a Bruselas, Bélgica. Conchita decidió que el nacimiento sería en Guatemala, así que entonces tomamos nuestras vacaciones más dos meses de ausencia para ir donde su familia. Paramos algunos días en México y en el avión de Bruselas a México abrí por primera vez un libro de español y aprendí las primeras palabras en ese idioma, ya que tanto en París como en Bruselas me concentré en el francés que hablaba de manera fluida, por lo que podía hacer conversaciones de negocios En ciudad de México, tuve los primeros problemas con la cultura latina, y me pareció que era muy peligroso vivir aquí. Fuimos en la noche a Plaza Garibaldi, tomamos un taxi del hotel, que estaba en el centro de la ciudad y nos dio vueltas y más vueltas durante media hora. Llegando a Plaza Garibaldi vi el hotel muy cerca y pensé que me habían engañado. Conchita me dijo, no importa, estamos en vacaciones. En efecto, fue un engaño. Al regreso, en menos de dos minutos estábamos en el hotel. El primer taxi nos engañó. Fue el primer engaño que experimenté en América Latina. Yo siempre quise ver una corrida de toros. En todo lado se anunciaba una para el domingo próximo. Pregunté por entradas en el hotel y me dijeron que era imposible conseguirlas. Sólo había entradas a los toros como parte de un tour. Entonces, tomamos el tour en una limusina elegante, con otra familia, y estuvo relativamente bonito. Nos llevaron a varias partes, incluyendo los Jardines de Xochimilco. Al final del tour, la limusina me dejó en la plaza de toros, Conchita estaba cansada y regresó al hotel. La plaza estaba medio vacía. Detrás de mí, estaba una pareja que contó que había pagado una décima parte por las entradas. Entonces pensé, ahora sí, a prepararse, estoy en América Latina. Siguiendo nuestro viaje a Guatemala, vivimos en la casa de mis suegros
y durante dos meses visité todo el país y las muchas amigas de Conchita nos invitaron a sus casas. De esta manera, pude conocer la sociedad de Guatemala. Kurt, nuestro hijo mayor, nació en el Hospital Roosevelt, También fue una bonita experiencia. El nacimiento fue un poco difícil y yo estuve casi dos horas en la sala de espera, nervioso, sudando. Nuestro amigo, doctor, que estaba en Paris, me previno sobre todos los problemas de un embarazo y, sobre todo, acerca de la posibilidad de que mi hijo fuera moreno, ya que Conchita es morena y su raza es más fuerte que la blanca. Yo me había preparado para tener un hijo moreno, así que cuando llegó, después de casi dos horas de parto, la enfermera me presentó a mi hijo y para mi sorpresa era completamente rubio. Como los hospitales de Guatemala no tenían la mejor reputación y yo estaba tan seguro de tener un hijo morenito, le pregunté tres veces a la enfermera si no había una confusión y me había traído un bebe equivocado. Le costó a ella convencerme de que era mi hijo y al fin lo acepté naturalmente, muy feliz y orgulloso. Los dos meses en Guatemala pasaron muy rápido y yo regresé a Bruselas. Conchita llegó dos meses más tarde. Encontré un apartamento cerca del Bosque “Bois de la Cambre”, un precioso bosque al lado de la ciudad. Empecé mi trabajo en la recién abierta sucursal del Bank of America. Empecé como subgerente. Fue un trabajo muy interesante y el banco creció rápidamente. Cuando llegó Conchita, aprendí también los oficios de un joven padre y fue necesario ayudar mucho en la casa, ya que Conchita no sabía mucho del oficio de ama de casa. Bruselas es una bella ciudad con muchos lugares históricos. El país también es muy bonito y, con la división entre los flamencos en el norte y los franceses en el centro y el sur, muestra un contraste cultural muy interesante y a muy poca distancia. Es poco conocido, pero Bélgica tiene tres idiomas oficiales, francés, flamenco y alemán, que se habla en la frontera con Alemania. Después de dos años en Bruselas, nació nuestro segundo hijo, Karl, en 1968.
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Disfrutamos mucho las playas de Bélgica, que están solamente a una hora de la capital, así como las lindas ciudades, como Brujas y Amberes. Además podíamos viajar fácilmente a Holanda, Luxemburgo y desde luego a Alemania. Muy rápido pasaron nuestros tres años en Bélgica. Un lunes llegué a la oficina y mi jefe me llamó y me dijo que el viernes había llegado un fax de San Francisco buscando gentes que quisieran ir a América Latina y que él había puesto mi nombre en la lista, ya que yo tengo una esposa latinoamericana y, entonces, tengo ventajas para entenderme en este mundo. Según él, no había tiempo de pensarlo mucho, pero creo que él quería que me fuera, ya que nuestra relación no era la mejor. Ya no había nada que se pudiera hacer, solamente esperar si me aceptaban y saber a cuál país me iban a mandar. Después de pocas semanas, llegó la decisión de la casa matriz. Me ofrecieron ir a Guatemala. Cuando traje la noticia a Conchita, ella dio un gran brinco de alegría. Yo estuve un poco más reservado por la nueva aventura que me esperaba. Hicimos nuestras valijas, pero antes de empezar el viaje, nos fuimos a Alemania para despedirnos de mis padres. Ya en la sala, dándonos los últimos abrazos, de repente la radio anunció una noticia muy importante. Todos estábamos muy nerviosos si no había estallado una nueva guerra u otro desastre, cuando se anunció que acababa de ser asesinado el embajador de los Estados Unidos en Guatemala. Mis padres estaban muy asustados. No sabían a qué clase de país nos íbamos, pero Conchita muy rápido los tranquilizó diciéndoles que no había peligro ya que allá no matan alemanes. Parece que los se calmaron al menos un poco, o eso parecía. Nos despedimos y empezamos una nueva aventura. Entre paréntesis, Conchita no tenía razón, pues dos años después en Guatemala secuestraron y mataron el embajador de Alemania.
Guatemala Llegando a Guatemala, nos quedamos en la casa de mis suegros hasta encontrar una para nosotros. La de ellos estaba en el centro de la capital, no muy lejos de las nuevas oficinas de Bank of America. Pocos días después de mi llegada, fue la inauguración de las nuevas oficinas, con la presencia del presidente de la república. Allí recibí el primer gran susto. Llegando a la entrada, ya estaban un montón de policías y militares con ametralladoras revisando con una aguja grande si no había bombas en las macetas y arreglos de flores. En todo lado había policías. Con un susto grande me paré en una columna y ahí me quedé quieto, como una estatua, con un vaso de whisky. Por suerte, Conchita se había quedado en la casa. Me tomé varios tragos de whisky para tranquilizarme y, poco a poco, me acostumbré, pero el peligro en Guatemala era constante. Dos veces fue necesario dar préstamos a buenos clientes con el fin de que pudieran rescatar a sus parientes secuestrados. Aún con este constante peligro, no me detuve en conocer el país. Viaje por todo quiera con un amigo que tenía el mismo espíritu aventurero que yo. Fuimos a Petén, subimos los volcanes, fuimos a los Cayos de Belice. Me tocó la pena del secuestro y muerte del embajador de Alemania, con quien había establecido una buena relación. Se rumoró entonces que el secuestro se debió a que él había sido embajador en Cuba durante la crisis de los misiles y denunció la llegada de estos a los estadounidenses. A pesar de todos estos peligros, gocé mucho mí estadía en Guatemala, y para mí, los tres años que vivimos allá terminaron demasiado rápido.
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República Dominicana Al principio de 1971, el banco me nombró como gerente de la sucursal del Bank of America, en Santiago de los Caballeros, en la República Dominicana, que es la segunda ciudad, donde tuve nuevamente grandes experiencias. Todos los fines de semana íbamos con un amigo argentino, que era un poco loco como yo a la pesca y la cacería. Como banquero, se hacen buenos contactos con todas las personas influyentes de la ciudad, y así conocí al famoso Presidente Balaguer, quien era una persona impresionante, muy sencilla y no se veía en él la gran historia de su vida. El tenía ya altos cargos bajo el régimen de Trujillo. Conocí a casi todos los hombres importantes de Santiago y también a muchos de Santo Domingo. Un día, un conocido abogado de apellido Guzmán llegó al banco pidiendo un préstamo para sembrar maní. Su situación financiera entonces no justificaba el préstamo y le dije de forma respetuosa que desafortunadamente no calificaba. Tres años después fue elegido Presidente de la República, pero gracias a Dios para ese tiempo ya estaba en Costa Rica. En la República Dominicana me gustó mucho la sencillez y hospitalidad de la gente. Como el clima allá es muy caliente, las casas están siempre abiertas y las gentes se sientan en la terraza, en una mecedora y si uno pasa le invitan inmediatamente, le ofrecen otra mecedora, un café o un vaso de ron, que es el mejor del mundo. Ron Bermúdez Especial fue mi marca preferida. Por costumbre me dirigía a todos de usted, pues para mí es difícil hablar de tú o de vos, yo me confundo mucho con la gramática. Un día, el subgerente me dijo que todos estaban extrañados por mi formalidad, que ya me conocían hacía dos semanas y todavía me dirigía a ellos de usted en lugar de tú o vos, pero después me perdonaron cuando se dieron cuenta de mi pobre conocimiento de la gramática en español. Una vez llegó una llamada de mi jefe, que tenía su sede en Guatemala, ofreciéndome la gerencia del Bank of America en San José, Costa Rica. Yo
casi ni sabía dónde estaba Costa Rica. Le pregunté cuánto tiempo me daba para pensar, él me dijo dos minutos, así que hice mi última pregunta decisiva: pregunté si en Costa Rica tenían bonitas playas y lugares donde pescar, y él me contestó, “en Costa Rica están las mejores playas, las más bellas del mundo”. De inmediato le dije que sí. Empezamos a preparar nuestra salida, que fue muy triste, pues todos en la familia nos habíamos enamorado de ese hermoso país. Kurt nació en Guatemala, Karl en Bruselas, los dos crecieron en la República Dominicana, entre varios idiomas. Conmigo hablaban alemán, con Conchita español, pero entendían el inglés, porque lo aprendieron en la escuela, y Conchita y yo nos hablábamos entre nosotros principalmente en inglés. En Bruselas, Kurt iba a la escuela maternal y allí aprendió algunas palabras en francés. Un día fuimos a la playa, vimos un barco medio hundido y él me dijo: “Mire, papá big bateau kaput”, o sea, cuatro idiomas en una frase.
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El país de las playas más bellas del mundo Cuando llegamos a Costa Rica, matriculamos a los niños en el Country Day School. Dos años después pasaron al Colegio Humboldt, así que hablan inglés, alemán y español. Desafortunadamente, yo perdí el francés, por falta de práctica. En Costa Rica encontramos una casa en Escazú, en Palermo, donde vivimos casi diez años muy felices. Después nos compramos un lote en la urbanización Trejos Montealegre, donde construimos nuestra propia casa. Los hijos hicieron amistad con los vecinos, amistad que todavía mantienen, y yo fui un gerente bancario muy poco ortodoxo, ya que iba cada fin de semana de cacería y de pesca, ensuciándome todo. Tenía aspecto como de peón. Fue la época más bonita, ya que siempre llevé a mis dos hijos a todas mis aventuras. Conchita se quedaba el mayor tiempo en la casa rezando por nuestro regreso. Fuimos a todas las playas del Pacífico, a la montaña de la Laguna de Barva, donde nos perdimos una vez, pero gracias a Dios pudimos salir sin ayuda. En Guanacaste hice amistad con un americano, William Gesling, que compró la finca de los Clachar, donde hoy es el ingenio de Catsa. Allá íbamos a la cacería de patos, y con el hijo de él, Jimmy, fuimos de pesca, hasta la isla de Murciélagos. De Costa Rica, me impresionó la belleza de todo en el paisaje. Sigo admirando su naturaleza. Cuando llegamos, nos hospedamos en el hotel Royal Dutch, en Avenida Primera y Calle Cero, pero el ruido era tan grande que aguanté solo una noche y nos fuimos al hotel Tennis Club. El hotel Cariari estaba nuevo, recién inaugurado, pero no había espacio. Durante mi estadía en el hotel tuve mi primera experiencia acerca de la diferencia entre Costa Rica y las repúblicas militares de Guatemala y Dominicana. Fuimos al entonces restaurante Regis, frente al estadio, y vi en
el bar a un hombre chiquito departiendo con algunos amigos. Mirando más de cerca, se trataba ni más ni menos que de don Pepe Figueres, presidente en ejercicio, sin guarda espaldas y sin ningún protocolo. Al frente estaba estacionado un Mercedes Benz sin placa, al salir le pregunté al guarda, por qué el carro no tenía placa, y él me contestó porque tal vez no habían pagado el marchamo, como la cosa más natural del mundo. Otra experiencia fue después de la fiesta de mi presentación como nuevo gerente del Bank of America. Llevé a mi jefe al aeropuerto y en la tienda de duty free estaba haciendo fila el presidente electo, Daniel Oduber, para comprar whisky, también sin guarda espaldas, haciendo fila como cualquier otro. Me parecía increíble. He tenido después experiencias similares, una de ellas en Multiplaza del Oeste. Saliendo del cine, al pasar por el Food Court, estaba don Miguel Ángel Rodríguez, en ese momento presidente electo, sentado ahí, tranquilo, en una mesa, con su señora y su hija. Otra vez, fui a la misa en San Miguel de Escazú, un poco tarde entró el ex presidente Carazo con su señora. Nadie le ofreció al ex presidente ni a su señora su silla y al no encontrar donde sentarse, les tocó estar de pie toda la misa, como cualquier otro ciudadano, como cualquier familia. Esto me agrada mucho del país y de los ticos, su sencillez y su sentido democrático.
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Una amarga experiencia El trabajo en el Bank of America fue muy interesante. Logré más que triplicar el volumen de negocios, estableciendo relaciones con todas las compañías grandes, incluyendo Recope y la Liga de la Caña. En esa época, los bancos privados no podían captar depósitos, pero como éramos sucursal de un banco extranjero, no teníamos problemas con los recursos. Dábamos todos los préstamos en dólares y cuando lo necesitábamos, llamábamos a Panamá o a Miami, y nos depositaban en nuestra cuenta. Una vez, la Liga de la Caña necesitaba diez millones de dólares para cubrir los márgenes en la Bolsa de Valores de Nueva York. Esta suma era mucho mayor que lo que yo tenía autorizado, así que llamé a San Francisco para pedir autorización. El jefe, un poco molesto, me dijo, ¿usted está loco? ¿cómo es que me está pidiendo diez millones de dólares un viernes a las 4 de la tarde cuando yo estoy listo para ir a la casa? A pesar de eso lo convencí de la urgencia e importancia de esta nueva relación, conseguí la aprobación y los de la Liga de la Caña quedaron muy agradecidos. Establecimos una gran amistad con Don Arturo Garcia Golcher, (QPD), entonces presidente de la junta directiva de la Liga de la Caña, y con Juan José Flores, que era el gerente general. Pero Costa Rica no me trajo solamente alegría, también tuve mi primer golpe grande de la vida. El subgerente en el banco falsificó una firma de un cliente para garantizar un préstamo para la construcción de la nueva Casa España, enfrente del Hotel Europa. Cuando los inspectores lo descubrieron, me echaron la culpa a mí, lo vieron como falta de supervisión y me pidieron renunciar. Yo no sentí ninguna culpa, ya que en una organización grande se debe tener confianza en los subgerentes. Me invitaron a la oficina regional en Caracas y a la casa matriz en San Francisco, presionándome a renunciar. Me quedé firme en mi posición, ya que renunciando lo único que hubiera hecho era admitir mi culpa, y no era así. Al final, no tuvieron otra medida que despedirme.
Inmediatamente hice una demanda, reclamando las prestaciones. El licenciado Ricardo Vargas Hidalgo me defendió. Después de cinco años, ganamos el pleito y me tuvieron que pagar la indemnización. Me reconocieron solamente los tres años en Costa Rica, pero no así los otros años que trabajé para el banco, ya que el banco en Costa Rica era una sociedad anónima costarricense. Para mí, no era un asunto de dinero, sino de justicia.
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Nuevas experiencias en Costa Rica Los banqueros en Costa Rica reconocieron mi trabajo y don Manolo Naranjo, (QPD) entonces gerente general del Banco Nacional, me ofreció la gerencia de Bicsa en Panamá. Costa Rica era el décimo país en que vivía. Estábamos muy felices aquí y no deseábamos mudarnos nuevamente y menos para ir a otro país. Por eso no acepté. Tuve la suerte de que el Banco Promotor de Panamá, filial del Vereinsund-West Bank, de Hamburgo, Alemania, me nombrara como representante para América Central La oficina estaba en San José. Me tocó viajar mucho por la región, por América Central, e ir a Panamá y Colombia. Estuve tres años muy contento con este banco, y también porque mi familia podía quedarse en Costa Rica. Había una gran diferencia entre Costa Rica y el resto de América Central. En mis viajes a Honduras encontré muchas veces a don Miguel Ángel Rodríguez. En esa época todavía un empresario en el negocio de carne. Me lo encontré mucho en San Pedro Sula y nos hicimos amigos. Por varias razones, entre ellas algunas fricciones que tuve con la gerencia del banco, me separé a los tres años. Empecé a trabajar como asesor financiero en varias compañías costarricenses, incluyendo Lachner y Sáenz, ECSA, Tecno S.A. También me metí en el negocio de representaciones. Fui representante de varias casas alemanas, como ICI-Glidden. Vendimos lacas especiales para la fabricación de conservas, y la Vereinigte Deutsche Metallwerke VDM, por lo que estuve vendiendo monedas al Banco Central. Mi representada ganó la primera licitación para las nuevas monedas niqueladas. Fue un buen negocio, hasta que entró el Euro y la fábrica no estuvo más interesada en los mercados pequeños, por lo que abandonó esta línea en América Latina. Cuando la AID entró a Costa Rica, en 1982, después de la administración
del Presidente Rodrigo Carazo Odio, los problemas de América Central, así como las alzas del precio del petróleo, me contrataron en la AID, donde buscaban una persona con gran experiencia bancaria. La época era muy dura para Costa Rica, el AID jugó un papel muy importante en las finanzas del país, y ayudó mucho para garantizar su tranquilidad social y su democracia. Hoy queda poco reconocimiento del rol de la AID y de los pocos monumentos visibles, hay uno en la EARTH, en la zona del Caribe, y el edificio del Centro Nacional de Alta Tecnología en San José. La AID primero me dio la gran oportunidad de mantener mi posición como banquero, y me introdujo al mundo de las altas esferas del poder. Muchas veces estuve presente en las reuniones en la oficina de la Presidencia del Banco Central sobre la situación económica y monetaria que enfrentaba el país y fui parte del apoyo instrumental en la creación y fortalecimiento de los bancos privados y en el saneamiento de Cofisa. Antes que la AID cerrara sus oficinas en San José, me retiré en el año 94. Estuve con ellos durante doce años.
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Burocracia Sobre el encuentro con la burocracias costarricense se puede escribir un libro aparte. El articulo “Una Odisea Costarricense”, publicado en La República (véase los artículos en la tercera parte del libro) es uno de los muchos ejemplos. Al principio me quejaba por cualquier molestia por parte de los empleados públicos, pero pronto me di cuenta que no lograba nada. Al contrario, hacía la situación peor y entonces mejor cambié mi estrategia. Empecé de jugar de “el Pobrecito”. Cuando hacía una solicitud por cualquier cosa y presentaba mis documentos me decían que regresara en cuatro días, empezaba a llorar: “Fíjese que vengo todo el camino desde Boca Tapada, estoy perdiendo dos días y con el precio de la gasolina tan alto casi no me alcanza la plata para regresar” y llorando así la empleada tenia lastima conmigo y decía “espere un momentito”, se iba detrás en una oficina y en poco tiempo regresaba con los papeles sellados. La cosa más chistosa me paso cuando se introdujeron las facturas selladas. Le pedí a mi nuera, que trabajaba en una oficina de abogados que me consiguiera las facturas selladas. Ella mando el mensajero que regreso diciendo se debían hacer los trámites en Ciudad Quesada, ya que el hotel esta en San Carlos. Esto era muy difícil para mí ya para ir al Hotel se toma el camino vía Vara Blanca, que es más corto y con menos trafico que el camino vía Ciudad Quesada. Entonces pedí a mi nuera que fuera personalmente y tratara de arreglar el asunto. Ella regreso con la misma historia que no se puede hacer en San José, sino en la municipalidad de la provincia donde está el Hotel. No podía aceptar este argumento ya que tenía las oficinas aquí en San José y todos los otros trámites los había hecho aquí en San José. Entonces fui personalmente a esta oficina, 100 metros al norte del Hospital de Niños. El muchacho que me atendió me dio la misma historia. Entonces pedí de hablar con su jefa. Ella muy amable me dio la misma historia y siento mucho de no poder hacer nada. Entonces insistí en ver el gran jefe de esta oficina. Me dijo que está en el segundo piso. Subí y él me atendió inmediatamente.
Cuando se dio cuenta que soy alemán el, empezó de hablar sobre sus buenas relaciones con los alemanes. El era un gran amigo de los alemanes y hablo casi media hora de las bondades de los alemanes. Y me aburrí y al fin le interrumpí y le dije que vengo para que me ayude a conseguir las facturas timbradas aquí en San José en lugar de ir hasta Ciudad Quesada. El me dijo los empleados abajo tienen razón y estrictamente hablando no se las puedo dar aquí en San José, pero como usted es alemán y parece buena gente como la mayoría de los alemanes yo voy hacer una excepción. Tomo mis documentos, fue a su escritorio y las selló. Así conseguí las facturas selladas aquí en San José y por 15 años no hube problemas.
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La experiencia de mi hotel Trabajé como asesor financiero en varias compañías costarricenses, entre ellas, Tecno S.A., de la familia Peters, representante de la compañía Steyer Daimler Puch, de Austria, que hacen máquinas agrícolas, buses y hasta tanques de guerra. Tecno S.A. vendió algunas máquinas a una persona que tenía fincas en Boca Tapada y esta persona no pudo pagar su crédito, y dio en forma de pago 110 hectáreas de bosque que tenía en esa zona. Tecno S.A. tenía esta finca en sus libros, y yo estuve especulando acerca de cómo poder adquirirla, ya que mi deseo siempre fue tener un gran pedazo de tierra. En esa época no tenía mucha plata, pero estaba seguro que la finca nunca se iba a vender. Sin embargo, de repente llegó un tipo que quiso comprar la chatarra que tenía Tecno S.A. en el patio, pero no ofreció efectivo sino una propiedad en La Garita. Hicieron el avalúo de esta propiedad, que valía más que la chatarra, entonces en Tecno pensaron en meter junto con la chatarra la finca de Boca Tapada, que valía 350 mil colones, que eran más o menos 7 mil dólares, y vi cómo se iba mi finca. Estaba yo muy triste pero no podía hacer nada. Dos semanas después, llegué nuevamente a Tecno preguntando si el negocio se había cerrado, y me dijeron que aún no, puesto que había un pero: la propiedad de La Garita tenía una hipoteca de 200 mil colones y como Tecno ya tenía suficientes deudas propias en su desarrollo empresarial, no quería adquirir más. Entonces, pensé que podía hacer a tres personas felices. Yo tenía algunos ahorros, mi gran amigo, don Ricardo Batalla, (QPD), me prestó 150 mil colones y así logré acumular 200 mil colones. Me fui donde el propietario de la finca en La Garita y le dije: aquí tiene la plata para limpiar la hipoteca, Tecno se queda con la propiedad en La Garita, usted con la chatarra, y yo con la finca en Boca Tapada, y seremos tres personas felices. Empezó a decir que la finca valía mucho más de 350 mil. Sí, le dije yo,
pero aquí tiene 200 mil en efectivo. Le enseñé los billetes. Él tomó los billetes, que equivalían en esa época más o menos a cinco mil dólares. De esa manera adquirí la finca en Boca Tapada por cinco mil dólares y todo el mundo consideró que yo estaba loco comprando una propiedad en esa zona, y con toda razón pues estaba muy alejada, cerca del río San Juan, la frontera con Nicaragua, y para colmo, en medio de la guerra del gobierno sandinista y “La Contra”. Mi esposa me llamó irresponsable, que estaba botando la plata. Al final, se calmó y yo ya tenía la finca de mis sueños.
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Boca Tapada, Pital, San Carlos Fue toda una aventura llegar hasta allá por aquellos caminos hasta Pital. Hoy todo está asfaltado, pero en aquella época gran parte de la carretera era de lastre, y no había muchos puentes entre Aguas Zarcas y San Miguel de Sarapiquí. Entonces, yo entraba por Ciudad Quesada, de allí a Pital, donde me quedaba la primera noche, en la finca “La Josefina” de mi amigo Gilberto Barrantes, de grata memoria, y después por un camino malísimo, pésimo, seguía a Boca Tapada. Allá pedía prestado un caballo para llegar hasta la finca. En invierno, ni con doble tracción se podía entrar. Más tarde compré cadenas de nieve, las puse en las llantas y pude entrar con el jeep. Cuando llegué la primera vez, la propiedad era plena selva. La gente de Tecno antes de comprarla hizo un carril por toda la finca, que es, más o menos, un kilómetro cuadrado, mil metros para cada lado. Daba una vuelta con un peón alrededor de la finca. Daba la vuelta fascinado. Lo hacía una vez al mes. La finca de 110 hectáreas estaba compuesta por 108 hectáreas de bosque y dos hectáreas estaban en charral. Alrededor había una ciénaga. Pude llegar a la loma, que eran estas dos hectáreas, pasé por árboles caídos y cuando la subí, se me ocurrió una idea. Un día me topé con un maderero que tenía un tractor con oruga y le dije: si usted sube la calle arriba dos metros, se convierte la ciénaga en un lago y podemos hacer un puente para subir a la loma. Negociamos el precio, que creo fue más caro que la finca, y al mes siguiente ya había hecho el trabajo. La ciénaga se convirtió en un lago, se podía subir con el carro hasta la loma y había limpiado las dos hectáreas. Con la agricultura en la sangre, contraté a un mandador, quien sembró piñas en las dos hectáreas, crecieron muy bien las piñas, y yo traía el jeep lleno de frutas a San José. Me convertí en buen vendedor de piñas. Las llevaba al mercado de mayoreo en Avenida 10, antes de ir al trabajo. Era un vendedor de piñas vestido de corbata y saco.
Al mismo tiempo, construí una pequeña casa de madera con dos dormitorios, sala-cocina y un balcón enfrente. Cuando invité a mi señora a venir conmigo a la finca para conocerla, ella se rehusó. Yo estuve un poco enojado y le dije, pero cuando nos casamos usted me prometió venir conmigo hasta el fin del mundo y ella replicó: “sí, pero no me imaginé que el fin del mundo estaba tan lejos”. Después de convencerla de venir a la finca, ella me preguntó si había servicio y baño. Yo le dije, servicios hay muchos, hay uno detrás de cada árbol y para bañarse puede ir a la laguna, pero yo le prometí cuidarla para que no viniera un lagarto a comérsela. No hubo manera de convencerla hasta que construí un baño con servicio y con agua corriente. Una vez construidos estos implementos de la civilización moderna, ella llegó a la finca y le gustó. Al fin, se dio cuenta que no había tirado la plata y que no era tan loco. Al principio, tardaba diez horas desde mi casa, en la capital, pero luego lo hacía en dos etapas. El viernes llegaba hasta la finca “La Josefina”, de mi amigo y compañero rotario, don Gilberto Barrantes, (QPD) y el sábado en la mañana seguía hasta Boca Tapada. Al regreso, pasaba nuevamente a “La Josefina”, pernoctaba la noche allá y el domingo regresaba a San José. La piña creció bien, pero yo no tenía el coraje de tumbar el bosque. Además, la inversión era muy grande y había muy mala infraestructura para sacar la madera. El riesgo era enorme. En esa época, todavía no se hablaba en Costa Rica de ecología, y no se necesitaba una gran cantidad de permisos para derribar el bosque. Los madereros estaban muy activos en esa zona. Empezaron a mejorar los caminos para sacar la madera y me presionaban para que les vendiera la madera del bosque, pero gracias a Dios no tenía problemas financieros y no vi el sentido de tumbar los árboles y meter el dinero en el banco. Después de la piña llegó el “boom” de la pimienta y sembré dos hectáreas. Cuando empecé con este cultivo, el kilo valía seis dólares y creí que era un gran negocio. Cuando empecé a cosecharla, después de cuatro años, el precio había bajado a dólar cincuenta y el costo de sacarla era más alto que el precio de venta, así que fracasó mi segunda aventura en la agricultura.
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Me enamoré tanto de mi finca hasta el punto de dejar mi sangre en ella. Una noche, estando solo con el mandador, José, se me ocurrió cortar un coco para tomar un vaso de ron con agua de coco, ya que no tenía hielo disponible. Era la mejor alternativa. Me fui con un machete grande a cortar el coco y subí la cuesta llevando en la mano derecha el coco y en la izquierda el machete utilizándolo como bastón y apoyándome en él. De repente me resbalé y el machete se curvó, saltó por el aire y me cortó las venas de la muñeca de la mano derecha. Con cada palpitación del corazón, un chorro de sangre salía de la vena Yo corrí pidiendo ayuda a José, quien me puso un torniquete que era lo único que podía hacer en ese momento, ya que no teníamos teléfono para pedir ayuda. Para mi mala suerte, el carro tenía una llanta desinflada y como mi mano derecha estaba inmovilizada, José sacó las llaves del carro de la bolsa de mi pantalón y yo a como pude me metí en el carro y con la mano izquierda manejé con una llanta desinflada hasta Boca Tapada. Era sábado. Ya había llegado la noche. El puesto de salud estaba cerrado. Varias personas llamaron a la Cruz Roja y cambiaron la llanta. Luego, me llevaron a Pital, donde encontramos la ambulancia para irnos al Hospital de Ciudad Quesada. En el hospital entramos en la Sala de Emergencias y me atendieron al instante. Encontraron que tenía la presión casi al punto de un colapso y me hicieron inmediatamente una transfusión. Dos doctores me atendieron, uno se encargó de la vena y el otro se encargó del tendón. Yo quedé sorprendido de la buena atención que me brindaron un sábado en horas de la noche. Después de la operación me dieron la salida y me fui al Hotel Central, donde me recogieron Conchita y mi hijo Karl y me trajeron de vuelta a San José.
El gran chispazo En 1989, durante una fiesta en San José, le pregunté a un amigo, Klaus Peter Harder, qué clase de cultivo era mejor para esta zona, si pimienta, piña, palmito u otro. Él estaba ya un poco avanzado en la ecología y me dijo, “por favor no toque el bosque, haga senderos, construya cabinas, métase en el turismo”. Esta idea me cayó bien. Construí cuatro cabinas de madera y fue así como empecé a experimentar con el turismo. La reacción fue muy positiva, pero pronto me di cuenta que con cuatro cabinas no se podía hacer mucho, pues no era negocio del todo. Un amigo, Mario Gutiérrez, de la Agencia de Viajes Viatur, era representante de la agencia de viajes Neckerman, una de las agencias más grandes de Alemania. Él visitó el lugar, le gustó y me dijo lo siguiente: “si usted tuviera al menos 15 habitaciones, entonces Neckerman estaría interesado en venir hasta su hotel”. Empezamos con los planos a principios de 1992 e iniciamos la construcción. Aún no sé cómo lo logré, pero el 9 de noviembre de ese año llegó el primer grupo de Neckerman. Era un grupo de 25 turistas. No contábamos con luz eléctrica, menos con teléfono. La débil electricidad provenía de paneles solares. El bus no pudo llegar hasta el hotel. Se quedó pegado en una cuesta, dos kilómetros antes, así que llevamos el equipaje con jeep y los turistas llegaron a pie. Estábamos todos muy nerviosos, pues apenas la noche anterior estábamos aun limpiando basura de la construcción y para colmo, en la tarde cayó una lluvia tremenda, y todo el patio del hotel se convirtió en una ciénaga, pero como por obra de magia, cuando llegaron los turistas la lluvia cesó, la noche estuvo despejada, el cielo con luna llena… Fue impresionante para los turistas ver una luna llena en el bosque lluvioso y oír el ruido de los grillos y de otros animales en la selva: la música del bosque. Además, teníamos las mesas iluminadas con luz de velas, y esto les pareció muy romántico. Así empezó la aventura con el turismo. Todo marchó muy bien. Hicimos un
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esfuerzo grande por agradar a los turistas y al tiempo nos comunicaron que los grupos de Neckerman consideraban que la estadía en nuestro lugar era lo mejor de su viaje a Costa Rica. Cuando iniciamos en esta etapa, teníamos solamente 16 habitaciones. Con el tiempo, entraron otras agencias y el negocio empezó a crecer. Fue necesario aumentar el tamaño de las instalaciones. Construimos cuatro habitaciones más, llegamos a veinte. El año pasado, es decir, en el 2008, construimos otras dos un poco más lujosas, tipo suites, por lo que ahora tenemos 22 habitaciones. Cuando empecé con este negocio, no había nada de turismo en la zona, así que la idea de construir un hotel le pareció una locura a la gente de la comunidad. Por eso me apodaron “El Alemán Loco”, ya que no podían entender cómo alguien de afuera iba a venir de visita a esta zona tan inhóspita. En línea recta, estamos doce kilómetros al sur del río San Juan y dos kilómetros al este del río San Carlos. Ahora, el camino y la electricidad llegan hasta Boca San Carlos. Cuando vieron el éxito del hotel, empezaron a llegar a consultarme constantemente qué se podía hacer para atraer más turistas El hotel ha tenido un efecto increíble para la transformación de la mentalidad de los vecinos y para el desarrollo de la zona. Hoy, somos la empresa más grande de la región. Tenemos catorce empleados. Nos consideran la mayor fuente de empleados. Antes de construir el hotel, había comprado otra finca al frente, de 180 hectáreas. La compré en pedazos. La tierra seguía estando muy barata. Compré a 150 colones la manzana. Ahora se ve como un regalo, pero en ese entonces podía verse como un riesgo. Allá todos me ofrecían las fincas de la vecindad. Mi señora me dijo, si usted compra una manzana más, yo me divorcio. En honor a la verdad, cuando compré el último pedazo, no le dije nada a ella, si no sólo durante un viaje a Alemania ya en el avión, pues de esa manera, si se enojaba, no podía dejarme botado. La única manera era que se tirara del avión, lo cual no hizo,
gracias a Dios.. El hotel no solo ha dado oportunidad a los trabajadores directos, sino que creó otros proyectos. Un muchacho de la zona, José Luis Herrera, compró un bote con motor para llevar a los turistas hasta Boca San Carlos. Es un tour muy atractivo. Él se desarrolló mucho, se convirtió en un gran empresario. Además con nuestras turistas, hace excursiones para otros grupos. Los turistas consumen en Boca de San Carlos refrescos y cervezas, y mantienen la pulpería y la soda. El dueño de la soda en Boca Tapada, alquiló la soda, compró un bus, y lleva a los turistas de nuestro hotel a La Fortuna y viceversa, y cuenta ahora con un próspero negocio de transporte de turismo. Vale la pena mencionar la historia de dos trabajadores. Uno es Oscar Artavia, hijo de un pequeño finquero de la vecindad. Le contratamos primero como misceláneo. Después, lo mandamos a San José a un curso de inglés y posteriormente dos meses a los Estados Unidos, por medio de un intercambio de los Rotarios. Hice la conexión con una familia Rotaria que le aceptó muy bien. Tuve que pagar únicamente el costo del boleto del avión. Él se convirtió en un excellence guía de turismo. Un día llegó una compañía que organiza tours en canoas, en el verano en los Estados Unidos y en el invierno en Costa Rica. El dueño de la compañía necesitaba un asistente para ayudarle en el verano en Vermont y Óscar inmediatamente se apuntó y, claro, nosotros no podíamos rehusar esta oportunidad para él. Le dimos cuatro meses de permiso, de junio a setiembre, durante la época baja. Él era entonces el asistente de la gerencia y guía de turismo. El año siguiente tuvo una estadía similar en Estados Unidos y al tercer año renunció y se trasladó allá donde trabajó dos años con esta compañía. Tomó varios cursos en “canoeing” (canotaje), ahorró dinero, regresó a Costa Rica y formó su propia compañía de turismo de aventura en La Fortuna. Se llama “Canoa Aventura”. Hoy es un gran empresario. Actualmente está construyendo en la finca de su papá, a tres kilómetros de la nuestra, al otro lado del río, un lujoso hotel, con 14 cabinas. Se llama “Maquenque Ecolodge”.
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Otra historia es la de nuestro cocinero, Adolfo, quien trabajó primero como peón con mi mandador, mientras construía una casa en Santa Rita. El mandador me pidió permiso para que Adolfo se quedara en la cabina de nosotros y cuando yo llegaba, el fin de semana, él me preparaba la comida. Entonces yo descubrí su talento de cocinero, le mandé un mes a Pital a un restaurante para que lo entrenaran y cuando empezaron a llegar los turistas, ya él estaba listo, también gracias a la ayuda de mi señora, quien le enseñó los primeros platillos. Él se desarrolló como cocinero experto. Tiene una amabilidad innata en su forma de tratar con la gente. Tanto que se ganó la simpatía de un turista alemán, a quien le encantó tanto su cocina que lo invitó a ir a Alemania. Al principio, cuando él me lo contó, pensé que era un chiste o una broma, pero pocas semanas después llegó un sobre con el tiquete de ida y vuelta a Alemania. Adolfo sólo conocía Managua, él es nicaragüense. Estuvo dos veces en San José. Era todo lo que conocía. En ese momento, no hablaba ni una palabra de alemán, ni de inglés y nunca había visto un avión por dentro. Se fue por tres meses a Alemania con todos los gastos cubiertos por ese turista alemán. Él tuvo la oportunidad de conocer un poco el país por gentiliza de otros turistas que le conocieron y le convidaron a sus casas. Hasta estuvo en Suiza, ya que una guía turística, Susi, es de allá, y fue invitado por su familia. Llegó hasta Los Alpes y vio nieve por primera vez en su vida. Para él, fue la gran experiencia de su vida. Además, su arte en la cocina mejoró muchísimo. Digo jocosamente que hoy nuestra cocina está reconocida mundialmente. Tenemos un equipo de trabajadores muy fieles, muy leales, muy agradecidos. Esta es una ventaja, entre las muchas desventajas que tenemos como hotel aislado. Ahora hay otro pequeño hotel a tres kilómetros, en Santa Rita. Se llama “Pedacito de Cielo”, pero seguimos siendo los líderes. Hace más o menos dos o tres años, un empresario de Pital que tenía un supermercado, lo vendió
y empezó a acondicionar una pequeña quinta a tres kilómetros de nuestro hotel, sobre el río San Carlos. Ahora tiene quince cabinas. El turismo en la zona está desarrollándose rápidamente, ya que mejoraron el camino hasta Boca San Carlos y hace un año llegó la electricidad hasta allá. Al lado este del río San Carlos, en Boca San Carlos, ya se desarrolló un pequeño pueblo. Es el pueblo más joven de la zona.
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El secuestro Todo pintaba muy bien hasta la noche del primero de enero de 1996. Cuando terminamos la cena y platicábamos tranquilamente con los turistas, de repente el gerente me tocó a la espalda y me dijo: ”hay un asalto”. Yo miré a mí alrededor y todo el comedor estaba rodeado de guerrilleros encapuchados, con una cadena de granadas alrededor de sus cuellos y cada uno con una amenazante ametralladora. No había manera de escapar. Nos tiraron al suelo, empezaron a amarrarnos con unos mecates que llevaban y cuando se les acabaron, usaron cable de teléfono. Luego nos metieron a todos en una habitación, estallaron las llantas de todos los carros, con excepción del mío, que utilizaron después para escapar. Lo sorprendente fue que ellos se comportaron sin violencia, no destruyeron nada, trajeron agua a los huéspedes que tenían sed, no robaron la caja que tenía alrededor de dos mil dólares y otro buen poco en colones, preguntaron si había armas y la única que teníamos parecía más de juguete que real, pero aún así, se la llevaron. No se llevaron las botellas de licor que estaban a la vista. Lo único que pidieron fue la llave del Toyota Four Runner que estaba en el estacionamiento y que era mi carro. Les dije, “está en la habitación 9”. En ese cuarto, al lado de la llave estaban mi billetera y la de mi señora, con más o menos cien dólares en efectivo, pero no las tocaron. Sólo dijeron, “esto no es contra ustedes, sino contra el maldito gobierno”. En el año 96, apenas empezó la presidencia de Figueres Olsen, se suscitaron unas medidas muy impopulares. Por ejemplo, con respeto a las pensiones de los maestros. La policía golpeó a los maestros que se manifestaron frente a la Casa Presidencial. Ellos nos hicieron creer que el asalto era una protesta contra el gobierno y no contra el turismo. Lo único que se llevaron fue comida no perecedera, como granos, café y latas. Después de que ellos se fueron con mi carro, nos dimos cuenta que faltaban dos muchachas, y que se trataba de un secuestro.
Nuestra reacción Fui con el carro de un turista, con las llantas desinfladas hasta la finca de Eduardo “Macho” Artavia, donde me prestaron una motocicleta y un hijo de Macho me llevó, ya que yo no manejo motocicleta. Todo el pueblo estaba durmiendo. Era ya la una de la madrugada. Yo tocaba puertas y nadie abría. En el pueblo existía solo un teléfono público. Llamé a la policía de Pital y a la OIJ en San José. Ellos me dijeron que tenía que llamar a Ciudad Quesada. En Ciudad Quesada me dijeron que no podían hacer nada porque el jefe estaba durmiendo y llegaba hasta las ocho de la mañana. Entonces, no pudimos hacer nada hasta la mañana del 2 de enero del 96. Al mediodía llegó un despliegue de policía con helicópteros, la prensa y televisión. Prácticamente ocuparon todo el hotel. Logramos que los alemanes se fueran con el bus para la playa. Desafortunadamente, las autoridades tomaron una política equivocada, escondieron e incomunicaron a los turistas en una playa. El gobierno fue completamente torpe, ellos mismos se escondieron y no quisieron dar información o declaraciones. Los reporteros que llegaron de Europa no tenían a nadie del gobierno a quién preguntar, así que no les quedó otra cosa que inventar historias increíbles. Por ejemplo, en un periódico de Alemania, un medio sensacionalista, “Die Bild Zeitung”, dijeron que el hotel consistía en un grupo de primitivas cabinas de madera; que se comía alrededor de una fogata, como los indígenas; que el cielo estaba negro de mosquitos, detrás de cada árbol había una terciopelo; que la lluvia fría de las montañas del norte caía a torrentes y que en esta selva inhóspita estaban las muchachas secuestradas. Un reportero llegó al hotel y yo le pregunté, ¿cómo hacen ustedes los reportes tan rápido, que la noticia llegó el martes y ustedes llegaron aquí hasta el miércoles y más tarde el viernes ustedes deben presentar el reporte? Él me confesó, “ah, nosotros hacemos el texto desde el avión, entramos a Internet y allá se encuentra la zona con selva, pantano, mosquitos, guerrilleros, etc… y a partir de eso, inventamos la historia”. Yo quise hacer una demanda contra el periódico “Spiegel” (que significa
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Espejo, que es la revista semanal más grande de Alemania), pero era muy difícil plantearles una demanda. Era casi imposible de ganar desde aquí y peor contra un periódico tan fuerte. Ellos pueden decir las mentiras más grandes con toda impunidad. Hasta acusaron al gobierno de cómo podía permitir operar un hotel en una zona tan inhóspita, sin teléfono y sin electricidad. Se imaginan. cuestionaron al gobierno por el clima y los mosquitos.
71 larguísimos días Las muchachas estuvieron secuestradas 71 días. Yo viví bajo una tensión tremenda. De las dos secuestradas, la guía turística, la suiza, era amiga nuestra. Ella se llama Susana Siegfried. La otra, Nicole era una turista alemana que no conocimos antes. Susana es amiga nuestra, vive aquí, tiene hijos ya grandes, pero lucia joven y por eso tal vez fue que se la llevaron. La otra, la alemana, llegó con su novio. Él se quedó aquí dos meses, hasta que se supo que ella tenía un romance con uno de los guerrilleros. Se marchó apenas se dio cuenta. Fue un momento muy duro para mi vida. Solamente con valium y con unos traguitos podía soportar la tensión y la preocupación. No sabíamos cómo salir adelante. Después de muchas negociaciones, el esposo de Susana, quien ya falleció, tomó el asunto en sus manos y junto con otro alemán negociaron con los secuestradores y llegaron a un acuerdo. Entregaron 200 mil dólares. Originalmente habían pedido 2 millones de dólares. Con una parte del dinero compraron zapatos, víveres y una cámara fotográfica, con la cual tomaron la famosa foto con el beso que circuló por todo el mundo. El beso de Nicole y el guerrillero Julio Loco. A cada uno de los cinco guerrilleros entregaron algo así como 35 mil dólares en efectivo. Ellos se pelearon entre sí, ya que Julio Loco, uno de ellos, no respetó las reglas y se enamoró de Nicole. Él se separó y se fue a San Juan del Norte, donde, con sus 35 mil dólares en la bolsa, empezó a gastar la plata y la policía de Nicaragua lo agarró y lo entregó a la policía tica. En San José, le hicieron el juicio y fue condenado a 21 años de cárcel. Está en La Reforma. Otro de los guerrilleros fue capturado en Nicaragua, se había dado una gran vida con sus 35 mil dólares, compró un carro a su papá, le dio plata a la mamá, se metió en el negocio de drogas, pero en lugar de comprar un paquete de cocaína, compró uno con harina y perdió su dinero. Regresó donde su mamá, exigiéndole la plata o quemaba la casa. Ella, asustada, llamó a la policía, lo arrestaron y encontraron las fotos de él y las del beso de Nicole con Julio
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Loco, el otro guerrillero, las cuales le dieron la vuelta al mundo con todo el morbo y el sensacionalismo posible. Lo condenaron en Nicaragua y a principios del año pasado, 2008, vi en Internet la noticia que él se había suicidado en la cárcel de allá. Según la historia, se rumoró que Nicole regresó a Alemania, tuvo un aborto, se separó definitivamente del novio, se enamoró de un cubano y vive ahora en Cuba. Los otros tres desaparecieron en Nicaragua, y según dicen, uno de ellos fue asesinado en un pleito entre borrachos, un pleito callejero.
Un balde de agua fría Esta es la triste historia del secuestro. Fue un balde de agua fría. Fue un golpe profundo. Lo pensé mucho, si seguir o no con el hotel. Mi mayor preocupación era que mataran a Susana y a Nicole. De haber sido así, yo habría cerrado el hotel. Pero gracias a Dios, a pesar del sufrimiento de ellas y las repercusiones para nosotros, la historia tuvo un final feliz. El hotel prácticamente se paralizó. En el primer año solo llegaron algunos reporteros y muy pocos turistas. Pero lo mantuvimos abierto y pasamos la época más dura. Neckerman canceló los tours y nunca reanudó un contacto, pues ellos me dijeron, exactamente, “cuando y donde se da un acontecimiento como este, nunca más volvemos”. Soportamos un año sin turistas, pero no despedí al personal. Soportamos la crisis y salimos adelante. Después de diez años, toda la infraestructura ha mejorado. Tenemos teléfono y electricidad. También un guarda nocturno, que antes no teníamos. En Alemania, rápidamente se olvidó la historia, porque en el mismo año del secuestro, se dieron dos secuestros grandes allá. Uno de ellos, el secuestro de un gran empresario de una fábrica de cigarrillos, que salió bien y que se pudo liberar. El otro, el secuestro de un empresario en Frankfurt, desafortunadamente, lo encontraron muerto. Lo triste es que cuando algo como esto pasa en un país subdesarrollado se hace mucho ruido. Los dos secuestros en Alemania no causaron tanto revuelvo como el de Costa Rica. La prensa de aquí y la prensa extranjera fueron muy sensacionalistas. El problema es que el secuestro sucedió un primero de enero y en el mundo no había noticias de relevancia. Costa Rica era conocida como el país donde estas cosas no pasaban. Eso colaboró para que hicieran fiesta con la noticia.
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Secuelas del secuestro La experiencia vivida durante y después de este secuestro dejó una marca devastadora a nuestra familia. Aquí solamente relato la parte que nos tocó directamente a nosotros y como logramos superarla Conchita y yo, pues ambos estuvimos presentes esa noche. Con el correr del tiempo, fuimos analizando paso a paso lo ocurrido y en qué forma deberíamos o no haber actuado en tales circunstancias. Primero, uno realiza la fragilidad de la vida humana y ve cuán fina es la línea entre vida y muerte. Los secuestradores, como mencioné anteriormente, llegaron de la nada, encapuchados, fuertemente armados y tomaron inmediatamente control de la situación. ¿Qué puede hacer uno tirado al piso, con las manos atadas hacia atrás y la vista abajo? Una palabra fuerte de protesta, un movimiento en falso o un arrebato de cólera, podía costar la vida de 29 personas (turistas y personal del hotel), pues los asaltantes se habrían puesto violentos. El instinto de supervivencia es algo natural y en casos así es mejor acatar las órdenes hasta donde fuera posible. Como los alemanes no entendían que sucedía, Susy, la guía, le pidió a uno de los secuestradores que le permitiera explicar a los turistas lo que acontecía para que pudieran guardar la calma. Ella con voz pausada les dijo cómo tenían que comportarse y seguir lo que ellos dijeran. Nunca pudimos ver a los asaltantes, ni de qué color tenían la piel o los ojos, pues estaban bien encubiertos, entre sí se llamaban por nombres de provincias, como Puntarenas, Heredia, Limón (de lo que recordamos) y pasado que echaban pestes contra el Gobierno y defendían la causa de los pobres bajo el escudo de Viviana Gallardo (QEPD), no entendíamos que estaba pasando realmente. Luego nos llevaron de cuatro en cuatro a una habitación, previamente desocupada por ellos (los muebles los tiraron afuera), nos sentaron en el suelo con la vista baja y metieron a cuantos cupieron. Fue cuando pidieron las llaves del Four Runner, apagaron las luces y cerraron la puerta del cuarto, no sin antes advertir que si tratábamos de salir iban a dejar explosivos que se
activarían. En esos momentos, imagino que cada uno pensó: ¡este es el final!, ya que hubieran podido matarnos o incendiar el hotel. A nuestro cocinero y otros empleados, los encerraron en otra habitación y Adolfo logró salir por la ventana del baño y fue a abrirnos la puerta y ayudar a desatarnos. Lo de los explosivos resultó solo ser una amenaza. Segundo, las reacciones individuales en situaciones extremas. Sin duda alguna, Dios nos protegió esa noche pues es increíble como todos en forma telepática, pensamos y actuamos sin histeria, ni llantos, gritos, desmayos o tratar de huir o correr. Las mujeres fueron muy valientes, especialmente Susy y los hombres aunque asustados, guardaron los instintos heroicos para adentro. Quizás fuera la disciplina germana, la falta de conocimiento del idioma español, o que jamás les pasó por la cabeza que en sus vacaciones les pudiera pasar algo así. Después que se fueron los secuestradores y nos dimos cuenta que se habían llevado a las dos muchachas, realizamos el alcance de lo sucedido y las limitaciones para hacer algo inmediatamente. En ese entonces, no teníamos teléfono, las llantas de los carros habían sido desinfladas, era ya casi medianoche y el susto era enorme. Unos se atrevieron a buscar en las cercanías del hotel rastros de las secuestradas, se les llamó en la oscuridad, yo andaba en el pueblo tratando de localizar a la policía, OIJ, lo que fuera. Otros rezaban y se consolaban mutuamente. Tercero, consecuencias y efectos posteriores. El hotel fue evacuado y tomado por la policía, guardia civil y otras autoridades. En las prisas y atarantamiento no se cobró a algunos turistas, tuvimos que pedir que viniera un camión de Pital a recoger las llantas desinfladas y que las arreglaran allá por cuenta nuestra. Las primeras dos semanas el equipo militar vivió a costa nuestra en todo el sentido de la palabra, después llevaron comida (que preparaban y cocinaban nuestros empleados), pero usaron las habitaciones, baños y todo sin pagar un centavo y esto duró casi dos meses. Nos encontrábamos en tal estado de shock que ni acatábamos que todo este mantenimiento nos afectaba económicamente y que no llegaban turistas. Sin embargo, sostuve el hotel solo Dios sabe cómo y salimos adelante poco a poco. Con el tiempo, nuestra salud pasó su factura, pero esto también lo superamos.
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Cuarto, enseñanzas y reflexiones. Si aprendimos mucho después de este suceso: lo que vale la vida, cuán afortunados fuimos que no pasara una tragedia mayor, el apoyo familiar y de amigos, la lealtad de nuestros empleados y agencias de viajes. Pasamos muchas noches en blanco, pensando qué podría pasarle a las dos muchachas en la selva y como las tratarían. Hicimos una visita muy penosa a la mamá de Nicole cuando vino a Costa Rica para saber de su hija y necesitamos armarnos de valor para consolarla y contarle lo sucedido. En un momento, cuando las negociaciones del Gobierno no avanzaban y los días pasaban sin saber nada, llegamos a pedirle consejo a nuestro buen amigo, Jorge Rossi (QEPD) si él podía conseguirnos una entrevista privada con el Presidente Figueres. Jorge habló con el entonces Ministro de Seguridad, Lic. Juan Diego Castro y él y el Presidente nos recibieron en la sede del Ministerio y les propusimos que si en algo ayudaba la aceleración de que Susy y Nicole fueran devueltas a cambio de nosotros dos, que estábamos dispuestos a ofrecernos voluntariamente. Ambos funcionarios dijeron que esto no sería necesario, pues ellos estaban manejando el asunto en conjunto con asesores especializados en este tipo de secuestros, pero que si el caso fuera, lo tomarían en cuenta. No fue gran ayuda, pero sentimos que era lo menos que podíamos hacer y que nuestra conciencia nos lo pedía. También visitamos a Susy, a su regreso y tanto ella como su esposo, nos recibieron muy afectuosos y comprensivos. El peso de responsabilidad que cargamos por un buen tiempo, fue grande y algunas veces flaqueamos y nos sentimos agobiados, pero gracias a la formación que recibimos de nuestros padres y la fe y confianza que depositamos en Dios para que nos ayudara en esos momentos de prueba, nos levantamos y emprendimos el camino de regreso. Creemos que eso es sobrevivencia.
Empezar de cero Me tocó empezar de cero. El primer año fue prácticamente un año sin ingresos, sin entradas, pero mantuvimos a todos los empleados con sus sueldos porque es gente en la que creíamos y seguimos creyendo, personas que habían aprendido muchísimo, que estuvieron con nosotros en aquel momento tan difícil, y hasta siento que formamos parte de una familia especial, la familia del hotel. A Adolfo lo mandamos a San José a aprender inglés. Les dimos vacaciones a algunos, nada más. Todos los empleados fijos quedaron en sus puestos. Mantuve el hotel con mis ahorros. Gracias a Dios, los turistas individualmente empezaron a llegar, poco a poco, y como el hotel es, en muchos sentidos, único en su entorno, relativamente con rapidez se recuperó. Yo hice mucha publicidad. La historia del hotel fue metida en Internet. Fui invitado por tres universidades, en el 2001, a la Universidad de Toronto para dar una charla sobre el impacto de un pequeño hotel sobre el desarrollo de una zona muy remota y muy aislada. Volví a dictar la misma charla en el 2004, en la Universidad de Cornell, donde fue muy bien recibida, y el año pasado, 2008, fui invitado a la Universidad de Esmirna, Turquía, pero no pude asistir. También logramos meter al hotel en todas las guías turísticas en Alemania y los Estados Unidos. Rápidamente recuperamos el camino. Como en el mundo pasan tantos secuestros y calamidades en la actualidad, raramente un turista recuerda el pasado y en muy escasas oportunidades un turista nos pregunta algo al respecto. El punto positivo del secuestro es que ahora Boca Tapada está reconocida en todos los mapas, y cuando empecé con el hotel, el último pueblo en el mapa, el último pueblo de la zona norte era Pital. Lentamente pero más firme, el hotel se ha ido recuperando y así también logramos que la prensa se interesara en nuestra propuesta diferente de turismo. Han salido muchos reportajes en la prensa alemana y europea
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en general, incluyendo uno en exclusiva en la televisora más grande de Alemania, durante seis minutos, en el programa más visto en Alemania, el “Welt Spiegel”, (El Espejo del Mundo). Así mismo, la “Geosaison”, una prestigiosa revista alemana, hizo un reportaje de varias páginas, en su edición de Octubre del año 2003, algo bellísimo sobre lugares ecológicos en Costa Rica. Ahí nos hicieron una publicidad formidable. En los últimos años, he ido delegando la responsabilidad del manejo del hotel sobre mi hijo Kurt y prácticamente me quedé en mi actividad preferida: las relaciones públicas del hotel. Él se encarga de toda la administración y yo todavía cuido la finca donde tenemos sembradas veinte hectáreas de palmito. Además, yo tengo una inclinación natural para las relaciones públicas y una gran facilidad para relacionarme con cualquier persona en cualquier lugar. Con esto logré que el hotel fuera mundialmente conocido en casi todas las guías turísticas de Europa. El 75 por ciento del turismo es europeo. Dominan los alemanes y los suizos y un poco menos, españoles, ingleses u holandeses. De los Estados Unidos sólo se vio últimamente un incremento, antes de la crisis económica de ese país, que inició el año pasado, 2008. Ellos han venido poco porque sólo tienen dos semanas de vacaciones y prefieren el lujo, los hoteles caros, tipo “resort”. En cambio, los europeos tienen seis semanas de vacaciones, y muchos viajan casi todos los años fuera de Europa, de tres a cuatro semanas. Después se quedan dos semanas en su país. Por esto, deben cuidar su presupuesto. Los europeos tampoco acostumbran viajar 24 horas en avión para quedarse después en un hotel de lujo, de los cuales tienen en Europa por todo lado. Ellos buscan lo que ofrecemos nosotros: el bosque tropical, la naturaleza en su estado original, unas habitaciones como cabañas, sin lujos. De lo que ellos buscan, nuestro hotel tiene lo suficiente.
Otra vez economista y banquero Últimamente me metí de nuevo en la actividad profesional mía, como economista y como banquero, debido a la quiebra del Banco ELCA S.A. Después de la intervención, en junio del año 2004, un grupo de inversionistas formó un comité para hacer valer nuestros derechos. Yo tenía dinero invertido en el banco. Cuando este fue declarado en quiebra, en febrero del 2005, el comité de inversionistas me propuso y al final fui elegido como representante de ellos en la Junta Liquidadora, que está conformada por tres personas, el representante de los accionistas, licenciado Rándall Alvarado Sánchez; yo como representante de los inversionistas, y el representante de la SUGEF, originalmente don Óscar Rodríguez y ahora don Marcos Hernández Ávila. Nos reunimos cada semana y hemos logrado mucho, gracias al gran trabajo de Medina y Medina Consultores, S.A., la compañía liquidadora y su equipo. Hemos tenido el gran éxito de haber recuperado y distribuido el 74 por ciento del capital de los inversionistas. El trabajo es muy duro, ya que estamos amarrados con una camisa de fuerza, que es una gran cantidad de leyes y reglamentos. Para mí es algo incomprensible. Después de que quebraron siete bancos privados, la SUGEF no ha tomado la iniciativa para cambiar algunas leyes y algunos reglamentos que rigen para una institución financiera, así como las leyes y los reglamentos de liquidación. La situación es tan preocupante que la intervención se comió una gran parte del capital de los accionistas, debido a los altos costos y salarios de los interventores y el largo tiempo de la intervención. La ley exige que los interventores manejen el banco en lo que mejor convenga a los inversionistas, pero durante los 11 meses, de junio del 2004 hasta abril del 2005, solamente hicieron perdidas. Luego, la Junta Liquidadora fue elegida el 21 de abril del 2005. El banco
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estuvo bajo el control de los interventores y de la SUGEF y las pérdidas acumuladas llegaron a 6 083 008 671 millones de colones, que representa el 44 por ciento del las acreencias legalizadas. Aunque una gran parte de estas pérdidas se debe a las altas provisiones para préstamos malos, también hay una buena parte que fue producto del resultado de la intervención, pues muchos clientes dejaron de pagar. Solamente los gastos administrativos y otros gastos de operación arrojan la suma de.2 792 906 000 millones de colones, o sea el 20% del capital de los inversionistas. No entiendo aún cómo es posible que la SUGEF no haya cambiado los reglas después de tantas quiebras bancarias y sigan cometiendo los mismos errores. Cuando una intervención y liquidación termina, la SUGEF archiva el asunto en el olvido, en lugar de analizarlo para aprender a mejorar el proceso de intervención y liquidación. También es extraño que el representante de la SUGEF sea el presidente de la Junta Liquidadora, ya que naturalmente tiene que defender en primer lugar la posición de la SUGEF y no la de los Inversionistas, especialmente en un caso tan crítico como la quiebra del Banco ELCA, donde todo pareciera indicar que la quiebra misma no fue necesaria.
Estoy en otra lucha He interpuesto también un proceso judicial contra la ABC (Asociación Bancaria Costarricense) por el manejo de un fondo de garantía. Este fondo que tiene hoy un capital de alrededor de 27 millones de dólares, fue establecido y elaborado por mí en la AID. Por esto conozco muy bien la filosofía y el propósito de este fondo. Este fondo fue originalmente manejado por el Banco Central, pero cuando la AID se fue del país, dejó de supervisar estos proyectos y el Banco Central, por razones de costos administrativos, pasó el fondo a la ABC. Los administradores del fondo han declarado que este fondo tiene una naturaleza privada, por lo que se niegan a suministrar información a los beneficiarios de estos recursos. En virtud de lo anterior se ha tenido que recurrir a solicitar dicha información por la vía judicial. Hemos presentado un recurso ante la Contraloría General de la República para declarar el fondo nuevamente público. Este recurso fue presentado por el abogado constitucionalista Rubén Hernández Valle y lo perdimos. Ahora, he presentado a nombre personal una demanda en la vía contencioso administrativo, dirigida por el abogado especialista en Derecho Administrativo y Público, Doctor Enrique Rojas Franco. Este proceso se inició en el año 2004 y actualmente está en curso. Recientemente el Tribunal Contencioso declaró sin lugar la excepción de falta de competencia interpuesto por los representantes legales de la ABC, quienes afirmaban que dada la naturaleza de los fondos (privados), el Tribunal no contaba con la competencia para dirimir el caso. Por la vía incidental y para garantizarse los resultados del proceso se planteó una medida de cautelas, y hemos ganado una primera batalla en el sentido de que la Corte impuso una medida cautelar. Eso quiere decir que la ABC puede utilizar el fondo solamente para los fines previstos, hasta la resolución final de la Corte. El manejo de este fondo es tan arbitrario que la ABC destinó para la protección de los inversionistas del banco Elca, solamente 1,2 millones de dólares, de los casi 24 millones que consiste el fondo, y ellos ya han recuperado el 74 por
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ciento, gracias a las distribuciones que hemos hecho. La ABC también ha decidido arbitrariamente destinar el fondo solamente para los pequeños inversionistas y ahorrantes. Lo digo así, arbitrariamente, ya que el convenio original no puso ese límite. En el caso del banco Elca, solamente inversionistas individuales, con una inversión de no más de diez mil dólares, se vieron beneficiados por la ABC, pues ellos saben bien que en Costa Rica, hasta los pequeños inversionistas tienen su capital en sociedades anónimas. Sería interesante saber cuánto van a destinar para los inversionistas si uno de los grandes bancos privados llegara a estar en dificultades. Yo me hice impopular entre los banqueros y funcionarios de la SUGEF, ya que no dejo de decir lo que pienso y hasta escribí varios artículos que fueron publicados en “La Nación”, en “El Financiero” y “La República” y si yo veo una injusticia, no cejo hasta que se corrija en todo lo posible. Muchos de esos artículos aparecen en este libro como un anexo.
Rotario En mi vida nunca he rehusado responsabilidades y cuando me las ofrecieron, siempre las acepté. Cuando fui gerente del Bank of America, fui miembro de la Junta Directiva del American Chamber of Commerce (Amcham). También fui muy activo en algunos grupos de laicos orientados por El Opus Dei, la obra inspirada por el Santo José María Escrivá de Balaguer. Estuve en estas actividades por varios años, durante el liderazgo de don Jorge Rossi (QPD), principalmente para conseguir fondos para sus obras. Tengo todavía muchos amigos en este movimiento. También soy Rotario desde hace 38 años. Me incorporé en el movimiento en 1971, en la República Dominicana, y cuando llegué a Costa Rica, inmediatamente me juramenté en el Club Rotario de San José. Fui Presidente del Club en el período 1998 / 1999. Rotary Internacional, la casa matriz, es una organización de servicio voluntario, pionera en todo el mundo. Fue fundado en 1907 por Paul Harris en Evanston, cerca de Chicago, y hoy ese movimiento agrupa a casi un millón trescientos mil miembros en el mundo, hay 32 mil clubes en168 países. Su red internacional de socios está compuesta por lideres empresariales y profesionales que aportan su tiempo, dinero y conocimientos a fin de prestar servicio en sus comunidades y en el mundo. A Costa Rica, el Rotarismo llegó en 1927 con la fundación del Club Rotario de San José, el 4 de Febrero de 1927, hace 82 años. Hoy tenemos 15 Clubes Rotarios en Costa Rica. Los Rotarios de todos los clubes han hecho grandes obras. Desafortunadamente, muchos de estos proyectos son poco conocidos por el público en general. Los Rotarios promovieron el establecimiento del Hospital Nacional de Niños, a través de la Feria de las Flores, han fundado el Hospital Nacional Psiquiátrico, y la Plaza Víquez es otra de sus obras. En general, los Rotarios han ayudado a muchos hogares de ancianos y de niños abandonados. Una de las grandes obras de los Clubes Rotarios es el intercambio de estudiantes. Desde hace casi 25 años, hemos mandado un promedio de 25 estudiantes por año al extranjero y recibimos el mismo número de extranjeros para estudiar español y conocer nuestra cultura.
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El hotel, mi realización El hotel en Boca Tapada es la realización más grande de mis sueños. El ser dueño de un pedazo grande de tierra, y el haber construido algo que tiene impacto positivo sobre una zona alejada y por muchos años abandonada, eso es importante para mí. Gracias a la continuación a través de mi hijo, el hotel ha sido como un monumento fundamental en mi vida. Costa Rica es mi país. Aun soy de nacionalidad alemana, pero soy tico de corazón. He vivido aquí casi la mitad de mi vida, 35 años. Aún me gusta visitar Alemania, pero después de tres semanas allá, me hace falta el gallo pinto. También he encontrado muy buenos amigos en Costa Rica, en quienes puedo confiar. Estuvieron a mi lado en los tiempos difíciles… Cuando fui despedido del Bank of América, durante el secuestro o cuando tuve mi operación cardíaca, hace ya diez años. Me hicieron un examen y descubrieron que estaba listo para un infarto. Me pusieron 4 bypasses en la Clínica Bíblica. Sigo activo en las organizaciones de beneficencia, y hace poco me nombraron tesorero de la Embajada de la Soberana Orden de Malta en Costa Rica y me incorporaron como Caballero en la Asociación Costarricense de la Soberana Orden Militar de Malta donde, junto con el padre Claudio Solano y los otros miembros de la Asociación de Caballeros de la Orden, queremos aportar nuestro esfuerzo para colaborar en la realización de los objetivos de la Orden, sintetizados en su lema o carisma de defender la Fe y proporcionar ayuda caritativa a los hermanos necesitados. Queremos que, con la ayuda de la Asociación de Caballeros, la Orden recupere en Costa Rica el sitio que tuvo durante muchos años. La Orden Soberana de Malta fue fundada en el año 1048 en Jerusalén y es una de las más antiguas órdenes religiosas católicas. Allá empezó con una hospedería para cuidar y albergar a los peregrinos y pobres que iban a la Tierra Santa. En 1113 fue reconocida formalmente como orden religiosa por
el Papa Pascual II. El primer Presidente de la Asociación de Caballeros de la Orden en Costa Rica fue el Licenciado Germán Serrano Pinto y ahora es el Licenciado Enrique Granados Moreno. La Soberana Orden de Malta es un ente originario de Derecho Internacional. La sede de la Orden se encuentra en Roma, tiene su propio Gobierno, mantiene relaciones diplomáticas con más de 100 países en los cinco continentes, y posee el estatus de Observador Permanente ante numerosas organizaciones internacionales relevantes, como las Naciones Unidas. La Soberana Orden de Malta, estuvo durante muchos años bajo la soberanía de S.A.E, el Príncipe y Gran Maestre Fra´ Andrew Bertie, ya fallecido, y su sucesor, recién nombrado es Fra’ Matthew Festing, el 79 Gran Maitre. El ordenamiento jurídico de la Orden se refleja en la habitual división de los tres Poderes: El Legislativo, el Ejecutivo, y el Judicial.
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Soy una persona feliz Me considero una persona feliz y muy afortunada. Creo que he recibido muchas bendiciones de Dios. Conchita y yo estamos dichosamente casados desde hace 44 años y creo que yo no hubiera podido hacer muchas de las cosas que he hecho sin la ayuda de mi señora, que es una persona excepcional. Ella es muy culta, tiene una gran formación diplomática y me ha salvado de muchos problemas. Ella tuvo una formación muy completa, estudió en Guatemala, luego fue enviada por sus padres a estudiar a un Junior College en Nueva York, donde aprendió muy bien el idioma inglés, y años después fue a estudiar italiano a la Universidad para Extranjeros en Perugia, Italia. Conchita trabajó como secretaria bilingüe en Guatemala, Nueva York y París. Estoy muy orgulloso de mis hijos, Kurt y Karl. Como escribí antes, Kurt ha tomado las riendas del hotel y Karl trabajó siete años en el extranjero con la British American Tobacco. Por fin regresó a Costa Rica y ahora es el Director Ejecutivo del Centro Cultural Costarricense Norteamericano. Estoy también muy orgulloso de mis nueras, una chilena, Ximena Parada, abogada, casada con Karl. Ellos se conocieron aquí, en la Universidad de Costa Rica. Nos dieron dos preciosos nietos, Alexander y Sebastián. La otra nuera, casada con Kurt, se llama María Gabriela Mora Valverde. No tiene ninguna relación con Manuel Mora, aunque lleva los mismos apellidos. Es la única tica que tenemos en la familia. También es abogada. Aunque siempre me peleo con los abogados, el destino me mandó dos nueras abogadas, pero son muy buenas personas y me confirman nuevamente que siempre hay excepciones en las reglas. Mi hijo Kurt se naturalizó costarricense con mucho orgullo de nuestra parte y es ya participativo en la política del país, así como en ayuda a comunidades. También le gusta colaborar con artículos que publica en el periódico La Nación. Mi familia cuenta con ocho personas que nacimos en siete países diferentes:
yo en Alemania; Conchita en Guatemala; Ximena en Chile; Gabriela en Costa Rica; Karl nació en Bruselas, Bélgica; Kurt en Guatemala, pero ahora es tico; el nieto Alexander en los Estados Unidos y Sebastián en Madrid, España. La vida me ha beneficiado mucho. He tenido mis subibajas, mis crisis, mis tristezas, mis dolores, pero con la ayuda y el soporte de mi familia siempre he salido adelante. Aún me siento muy bien. Tengo 75 años y muchos planes e ideas por realizar.
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Seg u nda Par te Testimonios e historias de vida, de superaci贸n y esfuerzo
Testimonio de
Henry Solís Me llamo Henry Solís Flores. Vivo en Boca Tapada junto a mi esposa, María de los Ángeles Loría Arce, y mis tres hijos, Henry Antonio, Domingo José y Luis Alonso. Soy oriundo de Nicaragua, de El Roble del Muelle de Los Bueyes, Zelaya Central. A principios del 83 me vine para Costa Rica. Tenía 15 años cuando llegué. Me vine debido a la difícil situación de la revolución sandinista. Mi papá me dijo que me viniera para acá y, siguiendo su consejo, me vine. Ahora ya murieron él y mi mamá. No alcancé a ir a verlos. Nunca más pude volver a verlos. Sólo fui a donde están enterrados. Primero llegué a Cureña y de ahí pasé para Boca Tapada. A mis 15 años vine a hacer lo que cayera. Primero fue una volada de machete que no fue jugando. Después fui vaquero. Así me la pasé un tiempo grande, como doce años, ordeñando vacas, trabajando con ganado en toda clase de oficio. Después estuve durante tres años y medio en Mona Lisa. Es una finca que tiene reproducción de madera. Trabajé ahí como misceláneo. Pasaba a la gente en un bote de motor sobre el río San Carlos, de un lado para otro, Tengo 42 años. Me casé de 27 años. Mi señora tenía 18 años. Le faltaban unos días para cumplirlos. Así que le llevo nueve años y diez meses. El Padre no quería casarla, pero los papases le dijeron que estaban de acuerdo. Ella es de aquí. Nació en una finca en Boca Tapada. El papá es de Tacares de Grecia. Tengo casi diez años de trabajar en La Laguna del Lagarto Lodge. Entré como guarda y sigo siendo quien cuida de noche. También hago un tour a la laguna para mostrar a los caimanes. Hago la presentación de los caimanes. No se tienen cautivos. Es a lo que ellos quieran. Les damos de comer y ellos salen a mostrarse para los turistas. Laguna del Lagarto Lodge es fuente de vida para mí y los míos. Don Vincent establece una buena relación laboral con uno. La gente de Santa Rita se beneficia de este hotel, y la mayoría de los que trabajamos aquí son
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de Santa Rita. Hablo algo de alemán y de inglés, que he aprendido aquí con los turistas. Yo les entiendo bien a ellos. Aquí la mayor parte de los turistas son alemanes o de otros países europeos, pero también vienen norteamericanos y canadienses. Gente de Costa Rica viene muy poca. Me encanta mi trabajo. Es fuente de bendición para mi familia.
Testimonio de
Didier Ortega Castro Yo soy Didier Ortega Castro. Tengo 26 años. Nací el 29 de mayo de 1983 en Ciudad Quesada. Me crié con mis abuelos en Boca Tapada. A los 14 años me independicé. Me fui a andar y empecé a trabajar en el campo en tubérculos, en yuca. Después anduve trabajando en un aserradero portátil, por el lado de El Pataste, en la zona de Cutriz, y por el lado de Pital. Estuve sólo un año en el colegio, en la Tele Secundaria de Boca Tapada. Hace como seis años empecé en la Laguna de Lagarto Lodge. Me dieron una oportunidad como estudiante para aprender a ser guía. Empecé a estudiar inglés, me mandaron un mes a San José para tomar clases en inglés y después, poco a poco, he ido mejorando con los turistas y hoy me desenvuelvo bastante bien en ese idioma. Con los turistas hacemos un tour en un bote de motor por el río San Carlos, llegamos hasta el puro límite de Costa Rica, hasta la Boca San Carlos. Entramos un poco adentro en el río San Juan y después paramos en el pueblo, Boca San Carlos, para tomar un refresco y conocer un poco el lugar. Con los turistas hacemos también un tour por los jardines del hotel y en los senderos del bosque y les muestro las plantas, árboles y flores que tenemos. Este trabajo es muy bonito. Se aprenden muchas cosas. Mi vida ha mejorado, ha cambiado desde que trabajo aquí. Vivo aquí mismo. Empiezo a trabajar a las 5.45 a.m, y termino a las ocho de la noche si hay muchos visitantes; pero tengo ratos de pausa y descanso, y hay días que salgo como a las dos de la tarde. A veces son más horas por la propia dinámica de las actividades. Los turistas vienen a ver naturaleza, los animales, y muchos se interesan por las aves. Alguno que otro viene buscando determinadas plantas. Para Santa Rita, este hotel es la fuente de trabajo más grande. La mayoría de la gente de la aldea se beneficia con este hotel y Boca Tapada también.
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Testimonio de
Adolfo González Téllez Mi nombre es Adolfo González Téllez. Nací en Acoyapa, Chontales, Nicaragua, el 27 de septiembre de 1967. Me vine para Costa Rica hace 18 años. Tenía entonces como 24 años. Dejé mi tierra para aventurar un poco. Trabajaba en construcción y llegué aquí por medio de unos amigos que estaban trabajando en la construcción de las primeras habitaciones del hotel. Cuando llegué aquí, unos compañeros me dijeron que nos diéramos una vuelta porque había trabajo. Don Vicente tenía un trabajador, don José. Él me ayudó a conseguir el trabajo y cuando el patrón vino, no había quién le hiciera la comida, así que yo le hice un almuerzo y una cena, y él me dijo que tenía talento para cocinar, pero como yo no sabía nada, me prometió que me iba a mandar a un curso. Me mandó a Pital, a un restaurante que le llamaban El Hogar. Ya no existe. Estuve ahí con el objetivo de aprender, para que yo asumiera la responsabilidad de la cocina por un año. Yo le dije que sí, pues pensé que las oportunidades hay que aprovecharlas, pero yo no estaba entonces muy seguro de mis habilidades. Me las batí con recetas, y me la jugué. Gracias a Dios, todo me ha salido bien. Estoy contento con la oportunidad que me dan. El patrón y Kurt me han ayudado mucho. Tuve mucha adversidad cuando llegué a Costa Rica. Era indocumentado. Me vine escondido por Upala, en un bote. Me agarró la policía. Nos echaron presos dos noches. Entonces, le dije al policía que estaba limpiando, “oiga, señor policía, yo le ayudo a limpiar, no estoy acostumbrado a estar encerrado y sin hacer nada , si quiere le ayudo, no ando en malos pasos, estoy acostumbrado a tener un trabajo”. Me dijo que sí y me puse a limpiarle todo, la casa del comando, la calle, los vidrios… Se sintieron contentos con mi trabajo y me tuvieron quince días en el comando. Me daban de comer, me daban de beber. De
verdad que estaban felices con mi ayuda. Después, me dijeron que como me porté bien, que me iban a ayudar con los documentos. Me llevaron a Migración, dos policías hablaron en Migración para que me dieran un permiso temporal de seis meses, y posteriormente con don Vicente, conseguí la cédula de residencia. Esa es mi historia en Costa Rica. He estado como 18 años con el hotel. Una vez vino un alemán, le gustó mucho la comida, me invitó a ir a Alemania por tres meses, me pagó absolutamente todo, el vuelo, los gastos, me dio todo. Fue muy bueno para mí, pues pude conocer la cultura alemana, las costumbres, las comidas… Fui a muchos restaurantes. Eso ahora me ayuda porque hago comida variada, entre alemana y tica. Aquí vienen sobre todo alemanes. Yo me cuido mucho con la comida. Les damos mucha comida tropical, yuca, chayote, malanga… El toque de la buena cuchara lo hace todo, hace la diferencia, según dicen. Y es que el secreto es ponerle amor al trabajo, ponerle amor a la labor de todos los días. Nunca en mi vida me imaginé con una oportunidad así. Me siento contento porque ahora puedo hablar un poco de inglés y de alemán. Nunca pensé viajar a otro país, nunca pensé subirme a un avión, nunca había viajado en uno, estuve en lugares en que nunca imaginé podría haber estado. Gracias a Dios, me siento muy contento con mi trabajo. Estaré con ellos hasta las últimas consecuencias. Aparte de trabajar en la cocina, a la gente le gusta el carisma mío. Entonces yo ayudo en la atención de los huéspedes, les hablo en inglés, en alemán. Con el turista hay que ser atento. Yo le abro una puerta, le abro una ventana al turista y eso lo hace sentirse contento y bienvenido. Dios me dio el don de tratar bien a la gente. Me realiza mi trabajo, me hace muy feliz.
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Testimonio de
Dirk Vollweiler Me llamo Dirk Vollweiler. Soy alemán, pero crecí en Costa Rica hasta los 18 años y estudié en el colegio Humboldt. Vine de niño porque mi papá trabajó en una organización de desarrollo del Estado alemán, GTZ, que tenía relación con la UNA. Vivíamos en Escazú. Él es ingeniero en catastro y era el jefe de proyecto de enseñanza a técnicos y después a ingenieros. Por eso me quedé aquí hasta los 18. Luego me fui para Alemania. Estudié primero Derecho, pero no lo terminé. Después estudié Turismo y trabajé en un hotel. Al final fueron 22 años en Alemania. Trabajé dos años en un hotel y quise regresarme a Costa Rica. Nunca me gustó mucho Alemania. Siempre quise volver a Costa Rica, pero pensé que no iba a ser fácil, así que puse en Internet un anuncio de que buscaba trabajo. En un foro en alemán, sobre Costa Rica, había un espacio para trabajos. Escribí que me gustaría venir a administrar un hotel en Costa Rica. Kurt, el hijo de don Vinzenz, me contestó. Nos mandamos correos para un lado y el otro, y estoy aquí desde hace cinco años. Llegué en abril del año 2004. Había vuelto a Costa Rica unas cuantas veces. Hice un voluntariado aquí para una agencia de viajes alemana en el año 2000. Luego vine de vacaciones en el 2003 y decidí que era aquí donde quería estar. Me gusta mucho Costa Rica. Esta ha sido la oportunidad para mí, para quedarme en este país. Ya sabía más o menos lo que me esperaba, ya que cuando vivimos aquí teníamos una lancha en Tortuguero. Mis papás y yo íbamos muy seguido, así que sabía más o menos lo que era la jungla. Además, durante mi voluntariado, yo fui a un lodge por unos días, al río San Juan, donde desemboca el río Sarapiquí en el río San Juan. Se llama La Trinidad Lodge. Yo me lo imaginé más o menos así, metido en la selva, no muy lujoso. Más bien me sorprendió la calidad de los edificios, que hay agua caliente,
que hay de todo. Empecé a trabajar y por dicha salió todo bien. No hubo problemas. Hay un buen clima de trabajo que, desde el principio, fue fundamental, ya que mi meta es que los huéspedes se vayan satisfechos. Es mi trabajo, es lo más importante, para que vuelvan y para que nos recomienden. Me interesa que haya un buen clima de trabajo, que todos se sientan bien. Hasta ahora por dicha creo que todo nos ha salido así. Los turistas que llegan aquí son 80 por ciento entre alemanes, suizos y austriacos. No es el turista que va a la playa. Son gente que han ido a países como Tailandia, África en general. Son turistas jugados, económicamente estables. No son mochileros, tampoco son tipo Mallorca. No son turistas que quieren tomar y hacer fiesta. Es gente que quiere ver naturaleza, que quiere vivirla intensamente. Para ellos es totalmente nuevo ver algo así. En Alemania no existe esta exuberancia, la gran variedad de pájaros es un tesoro de aquí. Salen muy contentos de su visita y cada vez llega más y más gente por recomendación. De eso estoy muy orgulloso. Kurt es el gerente general y yo soy el gerente de operaciones. Creo que es muy importante que hable fluidamente tres idiomas, español, alemán e inglés. Es algo esencial para este hotel. Como nací en Alemania, mi idioma natal es alemán, pero también me siento muy bien con el español por haber vivido y estudiado en Costa Rica. Conozco bien ambas mentalidades. La mayoría de los alemanes que vienen tienen una sensibilidad especial. Esperan un buen trato, comprenden si una ducha se rompe y no hay agua caliente. Saben que no están en un hotel de ciudad. Se quejan del camino. Algunos no lo esperaban así de malo. Otros lo ven como parte de la aventura. La mayoría están acostumbrados a las calles bien pavimentadas de Alemania. En cambio, el turista estadounidense es diferente. Llegan muy pocos, y a veces no entienden dónde están. Piden hielo y comodidades. Preguntan si hay aire acondicionado. El turista norteamericano es más exigente.
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Cuando le dije a mi padre que venía para acá, me dijo, “usted no lo va a aguantar mucho tiempo”. Somos sólo dos hermanos. El otro es dos años menor. Vive y trabaja en Berlín, Alemania. Él se quedó allá. Siempre fue así, él con una mentalidad y yo con otra. Pero yo siempre me quise regresar a Costa Rica. Me parece que el ecoturismo es esta forma de turismo que es buena para el país. Primero, no es un turismo que destruye ni el ambiente, ni las estructuras sociales. El ecoturismo es sostenible. Por ejemplo, en este hotel tenemos pocas habitaciones. Lo suficiente para que funcione bien. No genera mucho impacto al ambiente. La gente va a caminar, anda en un bote, y no hace daño, realmente. Para Boca Tapada y Santa Rita, el hotel es una importante fuente de trabajo. Aquí no hay mucho empleo. Sólo está este hotel y el hotel “Pedacito de Cielo”, pero todavía no llega mucha gente. Hace tres años me casé en Boca Tapada. Mi esposa vivía en Ciudad Quesada. Se mudó para acá y nos conocimos. Cuando iba de compras, en Pital dejaba el camión y me iba en bus para Ciudad Quesada. Se llama Magaly Ponce González. Visualizo mi vida aquí. No me quiero regresar a Alemania. Mi papá está satisfecho porque en Alemania no me sentía bien. No tuve empleo durante medio año. Todos piensan que Alemania es un país muy rico, pero hay cinco o seis millones de desempleados en una población de ochenta millones, así que es muy difícil conseguir algo. En este hotel me siento muy feliz.
Testimonio de
Lidia Rivas Calero Me llamo Lidia Rivas Calero. Nací en Nicaragua, en El Rama, en el Atlántico, cerca de Bluefields. Llegué a Costa Rica hace 26 años. Tenía entonces 22 años. Entré por la montaña, indocumentada. Salí a Remolinito, por Sarapiquí. Me vine a trabajar y conseguí trabajo en la frontera, en el río San Juan, con don Manuel Perera, haciendo limpieza, cocinando, lavando… Yo traía un chiquito de dos años. Después, ya me dediqué a ser ama de casa porque me junté con un nica, Rufino Bravo Rivera. Él es de Chontales. Tuvimos cuatro hijos más. Uno más se nos murió. He tenido seis partos. Más bien he tenido poquitos. Tengo cinco hijos y el que está muerto. Hace como quince años entré a Laguna de Lagarto Lodge. Entré a trabajar en la cocina. Vivo en Santa Rita. Mi marido trabaja como peón en fincas y yo sigo en la cocina. Este lugar me gusta mucho para trabajar. Este hotel es importante para mí. Me gusta mucho la estabilidad. Tengo cerca mi casa. Camino todos los días kilómetro y medio al hotel, para trabajar, y en la noche me llevan en carro, de regreso. Don Vincente es una buena persona. Le agradezco mucho la oportunidad que me ha dado.
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T e rc e ra Parte Artículos de Vinzenz Schmack en periódicos del país
Unica fórmula de salvar la crisis es mediante inversión extranjera Periódico El Industrial, Viernes 20 de febrero de 1981 La devaluación es una medida para corregir el déficit del balance de pago vía el mecanismo de los precios. Con la devaluación los productos importados se encarecen, al menos en el mismo porcentaje que la devaluación. El dólar a 12.50 colones representa una devaluación de 45.35%, a 13.00 colones, 51.16% y como en una economía todos los productos se van a encarecer por el porcentaje de la devaluación. No nos dejemos engañar, pues pronto todos nos vamos a dar cuenta de la realidad y cada día veremos nuevos aumentos en precios de productos locales. Según la teoría, si el precio de un producto sube, la demanda va a bajar y entonces la importación va a disminuir y con esto la salida de divisas.
Productos de exportación Por otro lado, los productos de exportación se hacen más baratos. Un producto hecho en Costa Rica a ¢86 significaba antes para el comprador extranjero $10; con el colón devaluado a 13.-por dólar, este mismo producto lo consigue el comprador extranjero a $6.50. O en otros términos, si un producto se cotizó antes en el extranjero por $10 el exportador costarricense consiguió 86 colones, hoy con el colón a 13, el recibe 130 colones. Con esto la demanda por la oferta de productos costarricenses aumentará y consecuentemen-te la exportación y el ingreso de divisas. En resumen, según esta teoría la devaluación es una medida fácil y eficaz para reducir las importaciones y con esto el egreso de divisas, para aumentar las exportaciones y con esto el ingreso de divisas y convertir una balanza de pago negativa en una balanza positiva y las reservas de divisas del país aumentan. Hasta aquí todo sería muy fácil.
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Oferta y demanda Pero esta teoría clásica y simple sobre la devaluación, esta basada sobre un modelo simple y perfecto de una economía donde la curva de la oferta y la demanda por todos los productos que el país importa y exporta es flexible. Sabemos de antemano que una economía de esta índole no existe y solamente desarrolladas se acercan un poco a este modelo simple y perfecto. La economía de un país pequeño en vías de desarrollo se aleja completamente de este modelo, como lo vamos a demostrar seguidamente; pero para esto, debemos primero aclarar los conceptos de las curvas de oferta y demanda que significa la flexibilidad de estas curvas. Las curvas de oferta y demanda indican en qué proporción varia la oferta y demanda por un producto con la variación del precio. Si la demanda (oferta) varía en la misma proporción que el precio, se habla de una curva ideal o perfecta. Si la variación de la demanda (oferta) es más grande que el precio, se habla de una curva flexible y si la variación es más pequeña que el precio, se habla de una curva rígida o inflexible. Para cada producto existe una curva de demanda y oferta especifica y solamente si se hace un promedio ponderado de las curvas por cada producto, se puede construir una curva de demanda y oferta para el país.
Cambio de precio Ahora, una vez entendida la importancia de la flexibilidad de las curvas de demanda y oferta, nos queda solamente analizar los principales productos de importación y exportación para ver cómo reaccionan la demanda y oferta por estos productos a un cambio de precio para demostrar el efecto de una devaluación. Debemos enfatizar que el único efecto inmediato y directo de una devaluación es el cambio de los precios de los productos de importación y exportación, expresado en moneda local. Naturalmente sería un trabajo muy amplio el de determinar la elasticidad de las curvas de demanda para todos los productos de exportación e importación.
Por esto nos limitamos hacer un breve análisis de todos los productos en conjunto.
Curva de demanda Primero: Analicemos la curva de demanda de los productos importados sin lugar a dudas la curva de demanda en Costa Rica por los productos importados en conjunto, es poco flexible y se acerca a una curva casi rígida. Es decir, con una devaluación de 50%, la importación no va a bajar a un porcentaje significativo y a esta conclusión se llega por simple deducción. Si analizamos $1.500.000.000 de importaciones, más de 75% o $ 125.000.000 se dividen entre materia prima y productos intermedios (35%), bienes de capital 25% y 15% de combustible y lubricantes y alrededor del 25% son bienes de consumo. Este 75% representa productos necesarios para un país en vías de desarrollo y que no puede regresar al pasado y el 25% de los productos de consumo, comprenden la mayoría también productos que son indispensables para una sociedad culta y civilizada y por ende la importación no se puede reducir a un monto significativo.
Productos importados Un país pequeño en vías de desarrollo, básicamente agrícola y con poca industria y diversificación depende de los productos importados si quiere avanzar y desarrollarse. Actual-mente el país ha conquistado un nivel de vida y no va a regresar a lo que era hace 50 o 100 años. El finquero no va a cambiar el tractor por el buey las fabricas tienen que seguir produciendo, por lo tanto continuaremos consumiendo productos importados. Costa Rica con una población de 2.200.000 y un crecimiento de 2.5%, debe producir cada año comida y ropa para 55.000 habitantes adicionales. Debemos también tomar en cuenta que los precios en el extranjero de los
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productos importados, suben cada año alrededor de 10% y si queremos mantener el egreso de divisas por concepto de importaciones al mismo nivel, sin pensar en una reducción, debemos también reducir el volumen de las importaciones cada año a un 10%.
Exportaciones agrícolas Creo que estas pocas ilustraciones son suficientes para demostrar que la curva de demanda para los productos importados es inflexible y por ende no vamos a resolver el problema de la balanza de pago por medio de la devolución. Sin embargo, nos falta todavía analizar las curvas de ofertas de nuestros principales productos de exportación. En Costa Rica las exportaciones agrícolas representan poco más de 70% del total. Para ser exacto, 70.3% en 1977; 74.1% en 1978; 71.7% en 1979 y 1980 se calcula también alrededor de un 70%. La curva de oferta para estos productos es también inflexible, al menos a corto plazo, pues todos sabemos que para aumentar el volumen de café este tarda más de 3 años, azúcar 2 años, carne 4 años. Entonces el famoso estimulo para la exportación solo lo vamos a sentir dentro de 3 años.
Moneda local Lo más importante de todo esto es que una devaluación cambia solamente el precio del producto expresado en moneda local. El precio de US dólares no cambia. El país recibe el mismo monto de dólares por sus productos de exportación antes y después de la devaluación y Costa Rica en nada puede influenciar el precio en dólares de sus productos. Es cierto que el exportador recibe ahora por sus productos más colones y con esto queremos estimularlo a producir más para la exportación. Pero no debemos olvidar que los gastos suben también, ya que para exportar mas se necesitan muchos productos
importados tales como fertilizantes, insecticidas, pesticidas, maquinaria, combustible, etc. En otras palabras, una devaluación tiene como vemos ahora un gran efecto inflacionario y la ganancia adicional del exportador va a ser absorbida por gran parte por el incremento en los costos de producción incluyendo los salarios. Este estimulo para la exportación se va a evaporar más rápido para los productos industriales que exportamos, pues alrededor del 75% del valor consiste en productos importados.
Cerrar la brecha Si resumimos ahora, Costa Rica tiene un déficit de su balanza de pago de $500.000.000. El Gobierno y el Banco Central decidieron cerrar esta brecha por medio de la devaluación. Para lograr esto tendríamos que reducir las importaciones de $500.000.000 ó 33%, o aumentar las exportaciones por $500.000, lo que significaría un aumento del 50%. Cualquier combinación entre estos dos extremos va a ser imposible de lograr. Yo no creo que se puedan reducir las exportaciones ni en un 10%, que seria $150.000.000 y todos sabemos que el aumento de las exportaciones es muy difícil. El volumen se puede aumentar solamente en un lapso de tiempo de 3 años y los precios del mercado son impredecibles. Veamos solamente las siguientes cifras: las importaciones subieron en los últimos tres años a $478.570.000 o un 40%, mientras las exportaciones aumentaron solamente $171.836.000 o 19.3%:
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Importaciones Exportaciones (En miles) 1997 1.021.430 828.164 1978 1.165.730 864.907 Aumento 144.300 14% 36.743 4.4% 1978 1.165.730 864.907 1979 1.408.600 924.528 Aumento 242.870 20% 59.621 6.8% 1979 1.408.600 924.528 1980 1.500.000 1.000.000 Aumento 91.400 6% 75.472 8.1% Seria ya un éxito si pudiéramos mantener las exportaciones al mismo nivel lo que significaría ningún crecimiento en nuestra economía. Entonces debemos aumentar las exportaciones a un 50% si reducimos las importaciones al nivel de 1979, entonces debemos aumentar las exportaciones a $400.000.000 o un 40%.
Déficit de cuenta corriente Naturalmente no es el propósito cerrar el déficit en la cuenta corriente completamente. Si podemos reducirlo a un nivel aceptable de $200.000.000, ya que seria un logro. Pero si vemos el crecimiento de las exportaciones en los últimos 3 años, nos damos cuenta que va a ser imposible aumentar la misma suficientemente para reducir el déficit en la cuenta corriente vía el mecanismo de los precios que significa la devaluación. Un punto de suma importancia que no debemos olvidar: La devaluación contribuyó a destruir la confianza la confianza en el futuro del país, no solamente de los extranjeros que traen inversiones, sino también de los mismos costarricenses, y cualquier ganancia que se pueda lograr por medio del mecanismo de los precios, se pierde por el camino de la fuga de divisas.
Confianza en el desarrollo Nos apartaríamos del tópico del tema, si elaboráramos alternativas a la devaluación para resolver el déficit de la balanza de pago. Pero se puede preguntar, ¿por qué el gobierno se decidió por este camino cuando la teoría indica claramente que es el camino equivocado? Todos sabemos que el origen del problema es el enorme déficit fiscal. Como el Congreso no quiso reducir el presupuesto en un monto significativo, el Gobierno se enfrentó con la imposibilidad de seguir financiando el déficit vía préstamos bancarios o emisión inorgánica de bonos, entonces quedó solamente el camino de la devaluación no para resolver el problema de la balanza de pago, sino para procurar fondos al Gobierno para financiar el déficit fiscal. Con la devaluación el gobierno y el Banco Central recibirán ahora 40% hasta 50% más colones por los préstamos internacionales que todavía logran contratar y como los salarios no van a subir inmediatamente en el mismo porcentaje, puede llenar temporalmente su caja. El ex presidente del Banco Central, señor Bernal Jiménez hace poco en una publicación en la prensa, reveló claramente este efecto de la devaluación. Este hecho hace el camino de la devaluación todavía más peligroso, porque en lugar de forzar al gobierno a reducir los gastos le permiten continuar el despilfarro.
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El sube y baja del colón Periódico La República, 11 de marzo, 1981 Los primeros dos meses de la aventura política de la fluctuación del colón con sus variaciones desproporcionadas, deben ser suficientes para enseñarnos que ésta es una política equivocada que desconcierta no solamente al importador, sino también al exportador, sin dejar de mencionar al fabricante y comerciante común, quienes se pasan más ocupados ajustando diariamente los precios, que atendiendo el trabajo propio de sus negocios. Dada la estructura de la economía costarricense, la libre fluctuación del colón no puede conducir a una estabilidad del tipo de cambio que es necesaria para un normal desarrollo de las actividades económicas, porque faltan los prerrequisitos indispensables que son: 1. La existencia de un mercado grande y una competencia, si no perfecta, al menos sin obvias características monopolísticas u oligopolísticas; 2. Un ingreso y egreso de divisas constante, sin grandes variaciones temporales; 3. Un mercado amplio y eficaz de compra y venta de divisas a futuro; 4. El Banco Central debe disponer de una reserva de divisas suficientemente grande para estabilizar fluctuaciones temporales, anormales y especulativas; y 5. La fluctuación de la moneda debe ser acompañada de una política clara y conveniente que propicie un clima de confianza y conduzca a un mejoramiento en el balance de pagos del país. En Costa Rica la oferta y demanda de divisas ésta concentrada en muy pocas manos y el mercado tiene la típica característica de un oligopolio. El setenta por ciento de los ingresos de divisas vienen de exportaciones agrícolas controladas por más o menos 20 exportadores principales: 10 exportadores
de importancia de café, 3 de bananos, 4 de carne, 1 de azúcar y 3 ó 4 de cacao. Cualquiera de estos principales exportadores individualmente o en grupo, puede influenciar el tipo de cambio significativamente. La demanda de divisas por concepto de importaciones parece un poco mejor distribuida, pero algunos grandes importadores como RECOPE, FERTICA, los importadores en grande de trigo, papel y acero, hacen que el mercado de divisas temblar cuando se acerca la fecha de pago de sus obligaciones. Si además de esto tomamos en cuenta que la Bolsa de Valores ésta compuesta de solamente 19 puestos y el Sistema Bancario Nacional, el Banco Central y el Gobierno, aparecen en el mercado como fuertes compradores cuando se acercan las fechas de vencimiento de sus grandes préstamos, nos damos cuenta entonces de las pocas manos que controlan el mercado de divisas del país. El ingreso de divisas por concepto de exportaciones es muy temporal con una gran concentración en el primer y último trimestre del año y sin un mercado eficaz de compra y venta a futuro y una gran reserva de divisas del Banco Central, para suavizar los ingresos temporales, no hay manera de evitar una errática fluctuación del tipo de cambio como experimentamos en los últimos meses. La devaluación de facto que presenta el libre tipo de cambio, es la medida con la cual el Gobierno espera sanear el desequilibrio en la balanza de pago. Pero esta medida no puede conducir a resultados positivos, si no es acompañada por medidas complementarias que den confianza y que conduzcan a la esperanza y convicción que el país ha tomado un buen rumbo. Desafortunadamente la política del Banco Central da la impresión de una completa desorientación con su cambio de dirección y disposiciones a 180 grados casi semanalmente desde que empezó el juego con el tipo de cambio a fines de setiembre pasado. Esta falta de orientación clara y convinzenze ésta destruyendo completamente la confianza y ésta destruyendo completamente la confianza y está creando un nerviosismo en el mercado de divisas tan grande que el más pequeño rumor resulta en una errática fluctuación del tipo de cambio.
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Es una ilusión creer que el colón puede encontrar su valor real vía el mercado libre. El valor real del colón es el que el Banco Central conjuntamente con el Gobierno esté dispuesto a defender vía su política económica y fiscal. El prestigioso periódico The Wall Street Journal en su edición del 9 de febrero califica al presidente del Banco Central de Hungría, Sr Janos Fekete, como uno de los grandes economistas y experto financiero del momento y este señor expresa la siguiente opinión sobre el libre tipo de cambio: “La fluctuación de los tipos de cambio ha creado un absoluto caos monetario”… El señor Fekete se refiere con este comentario a las economías fuertes y grandes de Occidente, así que nada resulta más apropiado que aplicar esta misma opinión al caos económico que se ha creado en Costa Rica con el libre tipo de cambio.
Los logros de la devaluación Periódico La República, 22 de julio, 1981 Poca atención atrajeron los datos sobre el balance de pagos que recientemente suministrara el Banco Central. Según el gerente del Banco Central durante los primeros 5 meses de este año las importaciones bajaron 13.5% en comparación de los primeros 5 meses del año pasado. El Lic. Carlos Hernández, director del departamento de transacciones internacionales, anunció que las importaciones bajaron de US Dólar 657 millones a US Dólar 553 millones, o sea 15.8% mientras que las exportaciones alcanzaron US Dólar 445 millones contra US Dólar 440 millones por los mismos 5 meses del año pasado, o sea un aumento $5 millones o 1.25%. Aunque los datos que dio el gerente del banco son diferentes son diferentes a los dados por el Lic. Hernández- hecho este bastante común-, para nuestros comentarios esta pequeña diferencia de 2.3% no es de gran importancia. Lo que si es importante es que estos datos revelan el fracaso de la política de devaluación y de flotación del colón. Con una devaluación de 132.5% (el colón a 20 por 1 US dólar), el país logró un aumento en las exportaciones de 1.25% y una reducción de las importaciones de 15.8%, una inflación hasta ahora de más de 50%, un estancamiento de la economía, un desempleo muy alto. Ninguna mejora en el balance de pago y una reserva de divisas tan escaza como nunca, lo cual sin lugar a duda que hemos pagado un precio muy elevado para lograr tan poco. Estos datos revelan que la devaluación es un mal instrumento para sanear el desequilibrio en el balance de pagos en la economía de Costa Rica. El famoso y esperado estímulo de la exportación no llega al casi 70% de los productos exportables, como el café, azúcar, cacao, carne y demuestran claramente que en Costa Rica los ingresos de divisas no se pueden aumentar vía la devaluación. Un mejor estimulo seria un amplio y oportuno crédito bancario con bajos
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intereses e insumos a precios razonables. El argumento de que la devaluación compensa al exportador por la caída de los precios en el mercado mundial, pues el recibe ahora 20 colones en lugar de 8.60, es falaz porque no se toma en cuenta su gran efecto inflacionario. Con los 20 colones que recibe hoy el exportador por un dólar, él no puede comprar más diesel, fertilizantes, insecticidas, herbicidas, repuestos para sus maquinarias y un sin número de materiales que necesita para producir productos exportables, así como asegurar el sustento para su familia él podía comprar antes de la devaluación cuando recibía 8.60 colones por dólar. El colón al 20 es como “una sopa con mucha agua”. La disminución de las importaciones es del 15.8% parece a primera vista un poco más halagadora, pero esto se logró solamente con un estancamiento casi total del crecimiento económico, un desempleo muy alto y una inflación que ya alcanzó el 50%. Si queremos regresar a una situación normal, donde la economía crece al menos al 2.5% o que es necesario para mantener el nivel de la vida actual,- en razón del crecimiento de la población por similar porcentaje-, entonces las importaciones no se pueden mantener al nivel actual y deben crecer forzosamente. La inflación que no es más que la otra cara de la devaluación, todavía ha alcanzado su tope. Los faltantes de caja en el ICE, RECOPE, la Caja de Seguro Social y del mismo gobierno, nos dejan prever lo que nos espera en los próximos meses. Si el ICE tiene que conseguir los dólares al 20, no existe más alternativa que subir las tarifas para poder pagar los intereses y amortizaciones sobre sus millonarios préstamos en dólares que resultan ahora 132.5% o más caros, y lo mismo vale decir para RECOPE y la Caja. Si la inflación no ha alcanzado todavía su tope, esto se debe solamente a que el Gobierno trata con su intervención y control de precios de posponer los efectos de su obra, pero con muy pobres resultados, ya que las leyes económicas no se pueden suprimir. Los que permitieron una devaluación del 132.5% o no pueden evitar a la larga, una inflación en un igual porcentaje en lo que le concierne a los productos importados y en un porcentaje muy similar para todos los productos en conjunto, porque los precios interdependientes,
especialmente en una economía tan abierta y endeudada como la de Costa Rica, donde casi todos dependemos de los productos importados. Es la gran contradicción de los “Chicago Boys” de Costa Rica que implementan sus convicciones liberales con la devaluación y la flotación del colón, pero que tratan de impedir las consecuencias de su obra vía el control de los precios sobre un sinnúmero de productos. Aún si hay optimistas que tratan de justificar la devaluación y flotación del colón, en vista que se logró una disminución en las importaciones por US$200 millones, consecuencia de la pérdida total de confianza, como resultado de las medidas económicas. Tomemos además en cuenta la paralización casi total de la inversión extranjera casualmente por la mínima casualmente por la misma falta de confianza, entendemos entonces porque la situación en el balance de pagos va de mal en peor a pesar de la devaluación del 132.5%. El país necesita que se restablezca un clima de confianza a fin de atraer grandes inversiones extranjeras como única solución para salir del caos económico. Los préstamos extranjeros que todos están desesperadamente buscando y a los cuales todos están esperando como solución a los problemas económicos, no lo son, en vista que el país tiene ya un endeudamiento sumamente alto, cuyos intereses y amortizaciones absorben ya más del 25% de las exportaciones y más préstamos solo aumentarían aún más este porcentaje. Solamente fuertes inversiones extranjeras pueden superar la profunda crisis y esto se logra solamente con confianza, confianza y más confianza. Si no se logra restablecer la confianza el colón no solamente va a seguir flotando hacia arriba, sino pronto van a volar hasta las nubes.
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¿Cómo reducir el déficit fiscal? Periódico La República, 22 de abril, 1982 La tarea primordial y más difícil para Gobierno entrante consistirá en la reproducción del enorme déficit fiscal, causa principal de la inflación galopante, de la caída vertiginosa del Colón y de todas las demás calamidades económicas del país. Es un hecho muy obvio que el déficit puede reducirse solamente de 3 maneras: a) aumentar los ingresos; b) reducir los gastos; c) o bien una combinación de ambas. Como el aumento de ingresos y su conveniencia o inconveniencia, ha sido ampliamente discutido en relación con el paquete tributario en este artículo queremos solamente proponer una posibilidad de reducir gastos. Los gastos públicos pueden reducirse solamente en dos formas: 1. Hacer más eficiente las actividades de los entes públicos, eliminando los derroches, planificando mejor cada programa de gastos y administrando en general con mayor eficiencia; 2. Variar el alcance de la actividad estatal, a costo de prescindir de muchas funciones que ahora realiza el Estado por medio del increíble número de más de 200 instituciones estatales. Las dos formas significan forzosamente dejar cesantes a un buen número de personas. Traba-jar con mayor eficiencia quiere decir nada más que hacer el mismo trabajo u ofrecer el mismo servicio con menos personal. Prescindir de funciones del Estado, exige el cierre de varias de las 200 instituciones, sin hablar de la reducción de las 46 representaciones que mantiene Costa Rica en el extranjero que también llega como consecuencia de la cesantía de personal. He aquí el meollo del problema y la tarea espinosa para el nuevo Gobierno.
Dejar cesantes a un buen número de personas aumentará todavía más el alto índice de desempleo. Todos simpatizamos que en esta crisis, un despido no puede justificarse ni moral ni menos aún políticamente, a menos que se encuentre una fórmula para garantizar a las personas despedidas, el sustento económico, que necesitan por un tiempo razonable hasta que encuentren otro trabajo. Creo que existe una posibilidad para reducir el aparato estatal sin las consecuencias negativas que implica el desempleo y que vale la pena estudiar. Es un hecho que muchas veces se olvida tomar en cuenta, que el salario y el físico ahorraría inmediatamente los gastos indirectos que se ocasiones en cualquier empresa u oficina, depreciación de mobiliario y un sin número de otros gastos indirectos. Si consideramos estos últimos, se podría reducir el personal burocrático con pleno pago de salario y el fisco ahorraría inmediatamente los gastos indirectos muy significativamente. Naturalmente la idea no es de seguir indefinidamente con el pleno pago de salario. La fórmula puede ser de pagar durante seis meses el salario completo. Después de seis meses se pagaría el 75% del salario y por un tercer y último semestre, se pagaría 50% del salario. Si al mismo tiempo se pagaran las prestaciones escalonadamente a partir del segundo semestre cuando empieza la primera reducción de salario, se puede garantizar a la persona despedida, el monto completo de su último salario por casi un año y medio. Si al mismo tiempo se elabora un programa de incentivos para que la industria privada absorba a estos cesantes del sector público, se puede esperar que los mismos encontraran en in año y medio un nuevo trabajo, probablemente mejor remunerado. Si se adopta un plan como descrito se puede reducir el aparato burocrático durante los próximos dos o dos años y medio, en un 20 o 25%, despidiendo cada seis meses 5% de los empleados públicos sin causar para los mismos un problema económico. Con este plan, en conjunto con las demás medidas que el nuevo gobierno
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comienza a implementar para bajar los gastos públicos, la nueva Administración podría terminar su periodo legal presentando al pueblo un presupuesto equilibrado. Si no se logra reducir el enorme déficit fiscal, todos los demás esfuerzos y buenos propósitos de sacar la economía del abismo, indudablemente fracasaran.
El valor real del colón Periódico La República (recorte del periódico sin fecha, de 1981 y 1982) Los defensores de la flotación del colón, especialmente los famosos “Chicago Boys” de Costa Rica, recomendaron esta medida como solución a la crisis de la balanza de pagos al Gobierno y basaron su tesis en el argumento de que, solamente el libre juego de la oferta y la demanda podría determinar el valor real del colón y conducir así una estabilidad cambiaria. Nada más lejos de la realidad, pues esta política de flotación del colón nos ha precipitado a la crisis económica más profunda de la historia y nos ha dejado con una inestabilidad cambiaria nunca vista, donde en una semana el colón puede cambiar de 18.90 a 32.20 por 1 U.S dólar. Aún con todos los argumentos a favor de un tipo de cambio flexible, no se puede explicar y justificar una devaluación de 27% (al tipo de cambio de 32 colones por U.S dólar) o de 36.5% con el colón será a 40.00, en solamente un año. Ninguna caída en los precios de nuestros productos de exportación, ningún déficit fiscal por grande que sea y ningún precio de petróleo, pueden justificar una devaluación del 36%, pues nuestros vecinos del Norte y muchos otros países, enfrentan los mismos problemas además de otros más serios de índole y lograron mantener un tipo de cambio menos estable. El problema está en el hecho que los patrocinadores de la flotación del colón, con todos sus buenos argumentos sacados de los pensamientos de famosos economistas internacionales, no sacaron la verdad a la luz, que en Costa Rica con su estructura y condición económica, nunca puede existir en mercado verdaderamente libre y que nadie a definido el concepto del valor real del colón, con excepción de algunas definiciones muy generales tales como que el valor real es el equilibrio que se determina mediante la oferta y la demanda de divisas. Sin embargo, según está definición tenemos que desde hace un año
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cada día variaciones en el “valor real” del colón y de un día a otro, ese valor puede brincar de 18.90 a 30 colones. Si nos apartamos de esta definición general y analizamos los componentes de la oferta y demanda de divisas, nos damos cuenta de la ambigüedad de este concepto. En tiempos normales la oferta de divisas proviene básicamente de tres fuentes: 1) los ingresos por concepto de exportaciones en su definición más amplia, incluyendo ingresos turísticos y otros servicios: 2) las inversiones extranjeras y 3) de préstamos. Las últimas dos fuentes de divisas son por el momento completamente nulas en Costa Rica. La demanda de divisas no solamente comprende la de divisas para pagar productos importados, sino también las divisas requeridas para el pago de los intereses y abonos sobre los billonarios préstamos extranjeros tanto al sector público como privado, las divisas que los bancos locales necesitan para satisfacer los retiros de los depósitos en dólares que ocurren por falta de confianza y por último la fuga de divisas por esta misma razón. Basándonos en este criterio, hay diferentes conceptos sobre el valor real del colón según sea la amplitud con la cual nosotros querramos definir la oferta y la demanda de las divisas. Si hablamos solamente de la oferta y la demanda de divisas por concepto de exportaciones e importaciones, llegamos a un equilibrio No. 1. Si concluimos en la oferta también de los ingresos de divisas por concepto de inversiones y préstamos extranjeros que en el momento no existen y en la demanda de las divisas para el pago de intereses y abonos a préstamos, los retiros de dólares de las cuentas de los bancos locales, la fuga de divisas y la repartición de los capitales e inversiones extranjeras, se puede hablar de un equilibrio 2, 3, 4. Con la política de la flotación del colón, queremos satisfacer una demanda ilimitada de divisas con una oferta muy limitada porque la exportación única fuente de divisas en la actualidad, no se deja aumentar significativamente, en vista de la gran inflexibilidad de la curva de oferta. Por ello, tenemos un tipo de cambio de 40 y no hay ningún límite para arriba. La experiencia de este año nos enseña claramente que nuestras exportaciones, única fuente de ingresos de divisas en el momento son muy inflexibles.
Las exportaciones apenas aumentaron 8% con una devaluación de 120% (el colón a 18.90) y ahora el Banco Central subió el tipo de cambio a 32, un aumento adicional de 69% las exportaciones no van a subir en una proporción significativa. Al contrario, es más probable que los ingresos de divisas van a disminuir porque el exportador que trabajó honestamente y entregó sus divisas debidamente al Banco Central, perdió de un golpe 11.100 por cada mil dólares que exportó al día que el Banco subió el tipo a 32. Quien garantiza al exportador de mañana el Banco Central no va a subir el tipo de cambio a 40 y pasado mañana a 50. Bajo estas circunstancias, ¿no sería más lógico para el exportador quedarse sentado sobre su producto en lugar de trabajar y exportar? Lo anterior nos demuestra que la política de la flotación es la causante del grave caos en que nos encontramos. Solamente si regresamos a un tipo de cambio fijo podremos superar la crisis. Pero este tipo de cambio fijo no es posible si no introducimos, al menos temporalmente, un control estricto de todos los ingresos y egresos de divisas. Si sabemos que la oferta es limitada y no se deja incrementar, cuán alto sea el tipo de cambio, entonces no se justifica que con esta es muy limitada oferta de divisas para importaciones indispensables y de primera necesidad, así como la ilimitada demanda para alimentar la fuga de capital y otros conceptos prescindibles en tiempos de crisis. Eso no significa un asalto al libre comercio. Los países más liberales como Alemania después de la guerra y los Estados Unidos durante la guerra, han impuesto controles de cambios y precios en épocas de profunda crisis precisamente para conservar la libre empresa y la democracia aunque creamos con esto un mercado negro de divisas. Costa Rica no puede seguir bajo el pretexto de la filosofía de la libre empresa y democracia el desastroso juego de la flotación de su moneda, cargando todo el peso de la inflación que trae esta política, sobre los hombros de los más necesitados. Si queremos preservar la libre empresa y la democracia, es necesario someterse voluntariamente por un tiempo limitado a un control estricto de todos los ingresos y egresos de divisas para superar la crisis y para conservar la crisis y conservar las libertades bajo las cuales estamos acostumbrados a vivir.
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Una odisea costarricense Periódico La República, Domingo 23 de diciembre, 1990 Normalmente en cualquier país del mundo, un aviso postal de la llegada de un paquete que llena al recipiente de alegría y expectativa. Sin embargo, ese no es el caso en Costa Rica, donde un aviso de la Aduana Postal de Zapote sólo causa congoja y ansiedad. Esta experiencia la viví recientemente cuando, después de recibir el segundo aviso, decidí dar al comienzo al calvario de sacar el paquete de la Aduana Postal. Recorrí los 10 kms, de mi oficina en Pavas a Zapote y el primer día pasé a los siguientes mostradores: Primer mostrador: Compra de un timbre de 3.5 colones (US$0.036) Segundo mostrador: Sacaron el expediente, tomaron mis datos personales, número de cédula, domicilio, etc. Tercer mostrador: trajeron mi paquete, lo abrieron e inspeccionaron el contenido, lo cerraron y me dijeron que llamara el día siguiente para averiguar el monto a liquidar y regresar a recoger el paquete. Pregunté porqué no se podía pagar inmediatamente, ya que se trataba de una mercancía sin valor comercial y el impuesto sería un monto insignificante. Me contestaron que no era posible pues tardarían cuatro horas en hacer la póliza de liquidación. No me quedó otra alternativa que regresar a mi oficina en Pavas (10 kms.) y regresar al día siguiente. Antes de salir, mi Secretaria llamó para averiguar el monto a cancelar para asegurarme que llevaría los fondos suficientes en efectivo, ya que la Aduana Postal sólo acepta efectivo o cheque certificado. Casi no pude creerlo cuando mi secretaria me dijo que tenía que pagar ¢187.30 (ciento ochenta colones con 90/100) por la liquidación! con ese monto en el bolsillo me puse nuevamente en camino (10 Kms) a Zapote, pasando
entonces al Mostrador Nº 4 donde sacaron mi expediente, confeccionaron el recibo con el cual pasé a la caja (Mostrador Nº5) para pagar los ¢187.90. Luego fui a la bodega Nº 2 para recoger mi paquete, pero antes fue necesario pasar al mostrador Nº 6 para pagar los gastos postales que sumaron ¢55.00. Al fin logré sacar el paquete en el mostrador Nº 7. ¿Por qué no simplificar las cosas? ¿No se podrían incluir los gastos: aduana postal, timbres, etc. en una sola liquidación, eliminando así las colas en dos mostradores? ¿Por qué no se exige un cobro mínimo y único por paquete de valores menores por ejemplo ¢500.00? En mi caso, me hubiera salido más barato pagar ¢500.00 como tarifa única, ya que me costó ¢600.00 en viajes (10 kms. Cuatro veces a ¢15.00 por km.= ¢600) sin contar las tres horas de trabajo que perdí ¿Por qué hacer las cosas fáciles si se puede hacerlas complicadas? Y de esa manera se contribuye a acrecentar el déficit fiscal, mantener un alto aparato burocrático, despilfarrar los recursos productivos y cargar así vía la inflación, los costos de este despilfarro democráticamente a toda la población.
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El río San Juan y Costa Rica Periódico La República, Domingo 26de junio, 1994 El río San Juan es parte del territorio de Nicaragua. El tratado de CañasJeréz otorga a Costa Rica el derecho de libre navegación. Este derecho no lo respeta Nicaragua y tampoco Costa Rica levanta enérgicamente su voz de protesta. Más bien parece acatar el dictamen de Nicaragua y hace pensar que el Gobierno de Costa Rica va a aceptar una interpretación muy dudosa del tratado por parte de Nicaragua. Últimamente Nicaragua está cobrando a los turistas extranjeros US-$5.00 por navegar en un barco de registro costarricense, lo que significa un desafío al derecho de la libre navegación ar- gumentando que el tratado CañasJeréz otorga ese derecho solamente a costarricenses y no a extranjeros. Esta interpretación es una “tomadura de pelo”, ya que el tratado CañasJeréz no limita el cargamento de los barcos costarricenses que transitan bajo el derecho libre de navegación en el rio San Juan. El barco costarricense puede navegar en el río San Juan con el cargamento que le convenga, sean estas vacas, caballos, productos agrícolas de consumo o turistas nacionales o extranjeros. Si el turista no sale del barco y el cobro de US-$5.00 es una violación al tratado, por lo que el Gobierno de Costa Rica debe levantar su voz de protesta con toda justicia. El cobro de este cargo parece más bien una expresión de envidia por el auge que tiene el turismo en Costa Rica. Nicaragua, en lugar de esforzarse en fomentar su propio turismo, quiere aprovecharse del costarricense y sale con la pequeñez de molestar a los turistas con el cobro de US-$5.00, sin darse cuenta que hace más daño a si misma. Los US-$5.00, aunque injustificados, no es en sí la mayor molestia para los turistas que hacen el paseo por el río San Juan, a veces por menos de una hora.
La mayor molestia consiste en llenar largos formularios y de exponerse a cuestionarlos por parte de funcionarios de migración que no siempre son muy corteses. Estas molestias crean una muy mala impresión e imagen sobre Nicaragua y no contribuyen a fomentar su propio turismo. Además, este cobro no significa un ingreso tal para Nicaragua que con él vaya a resolver sus problemas financieros, ya que solamente es una pequeña parte de los turistas que tienen la intención de visitar el río San Juan y con el cobro de los US-$5.00 y las molestias que les causan, el número se reducirá todavía más. Sí Nicaragua quiere verdaderamente fomentar su propia industria turística, no debe empezar con estas pequeñeces y molestias, si no debe abrir fronteras de generosidad, ya que muchas bellezas y atractivos turísticos son accesibles o más fácilmente accesibles a Costa Rica. Sería más provechoso para Nicaragua abrir sus fronteras, especialmente la del río San Juan e invitar a los turistas, provenientes de Costa Rica, a visitar las bellezas, como el Lago de Nicaragua, la historia de Grey Town y el Parque del Maíz. Más ingresos tendría Nicaragua si los turistas que vienen a Costa Rica se quedaran una o dos noches en esos lugares u si cobrara lo que es justo, ya que entonces el turismo tocaría el suelo nicaragüense. El turismo requiere de mucha promoción mundial, tal como lo está haciendo Costa Rica con el ICT. Nicaragua está haciendo lo contrario: acosando lanchas con turistas extranjeros, deteniéndolos varios días, molestándolos por estar paseando en el río San Juan o frente a las costas de Costa Rica. Estos hechos son publicados inmediatamente en los periódicos y pantallas de televisión de todo el mundo dispersando una mala imagen de Nicaragua, como país donde reina la arbitrariedad y la presencia militar. Con estas cosas no se promueve el turismo y los $5.00 que cobran en violación de tratados internacionales hacen más daño que beneficio ya que el monto es insignificante y la mayoría no entra a las arcas del Estado, sino se despilfarra
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en la administración, cuando no queda en la bolsa de los funcionarios de migración. Una cooperación en el campo del turismo entre los dos países es deseable y de provecho mutuo, pero esta cooperación no se fomenta levantar barreras sino más bien abriendo fronteras con toda generosidad.
Papel de la SUGEF Periódico La Nación, Jueves 26de Noviembte, 2004 Todas las intervenciones bancarias se anuncian con las bonitas palabras: “con el fin de proteger a los ahorrantes e inversionistas”. Desafortunadamente, en todas las intervenciones de los últimos años (Banco Germano, Bancoop, Banco Federado, Bantec y ahora Banco ELCA), los ahorrantes e inversionistas han sido y continúan siendo los más perjudicados. En ninguno de estos casos se pudo salvar a las instituciones; al contrario, las intervenciones terminaron por extinguirlas, hasta el punto de que la SUGEF recibió el apodo de Grand Terminator. Al parecer, en todos los casos anteriores, la SUGEF actuó de manera tardía y negligente, sin la celeridad y eficiencia que requerían tales situaciones para salvaguardar a los inversionistas. La función de la SUGEF debe ser mantener instituciones sanas y no quebrar y enterrarlas a través de las intervenciones. Totalmente sano. En el caso del Banco ELCA, al 30 de mayo del 2004, un mes antes de su intervención, la SUGEF publicó un Estado Financiero completamente sano, con un activo total de ¢24.447.460.000, un pasivo total de ¢22.008.159.000 y con un patrimonio ¢2.439.301.000. Al 30 de septiembre del 2004, después de tres meses de intervención, la situación se presenta así: activo total: ¢16.297.139.000, pasivo total: ¢17.747.521.000, y patrimonio: ¢1.450.382.000. ¿Cómo es entonces posible que la SUGEF, que recibe mensualmente los estados financieros y tiene una supervisión constante sobre el banco, no haya detectado las fallas antes? Preocupante prórroga. Por otra parte, la intervención fue anunciada por 90 días, y ahora se ha prolongado por 90 días más. Esta prórroga preocupa pues parece que no existe ningún interés en terminar rápidamente con la intervención ya que todos los gastos se cargan al banco intervenido y a costa de los inversionistas. Así, en los primeros tres meses de la intervención, los
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“gastos de administración” y “otros gastos de operación” ascendieron a ¢483.419.000, un aumento del 55% sobre los mismos gastos de junio, con un promedio del 26% al mes. Como la intervención ha sido extendida por 90 días más, uno puede fácilmente calcular cuánto costará todo esto a inversionistas y ahorrantes. Con estos datos se puede poner en duda la frase: “con el fin de proteger a los ahorrantes e inversionistas”. ¿Para qué, entonces, sirve la intervención?
¿Para qué sirve la intervención? Periódico La Nación, Sección Foro, 16 de Diciembre, 2004 En referencia a los artículos que salieron en La Nación y en El Financiero sobre la intervención del Banco Elca y las quejas de los inversionistas, debemos manifestar lo siguiente. Los argumentos de Don Óscar Rodríguez defendiendo los altos costos de la intervención en realidad son muy débiles pues solo se refieren a gastos de administración que comprenden gastos de personal y gastos generales, y no consideran otros gastos de operación y gastos extraordinarios. Todos estos rubros suman ¢918.270.000 en los primeros 4 meses de la (julio a octubre) con un aumento del 34%. Los datos noviembre aún no están disponibles. Solo los otros gastos de operación aumentaron en este periodo ¢311.491.000: el 206%. Tampoco se toma en cuenta que el banco tenía ya previsiones para las prestaciones y que una parte de los empleados salieron voluntariamente, sin derecho a ellas. Nos parece también excesivo nombrar 22 funcionarios con atractivos sobresueldos para intervenir un banco pequeño. Información que no llega. En cuanto a la falta de información a los inversionistas. El comentario de don Óscar – “El recurso demuestra que hay un desconocimiento tremendo pues nosotros no entrabamos a rescatar bancos y cada quien decide donde va a invertir”- nos preocupa pues, si bien es cierto que la SUGEF no puede “rescatar” bancos, sí tiene un deber de vigilancia, fiscalización, saneamiento y salvamiento de los intereses de los inversionistas. En tal sentido, se supone la intervención no debe de ir en contra de ese saneamiento y salvamento, y nos parece que encarecer los costos y gastos no favorece en nada a los inversionistas. Nos preguntamos entonces: ¿Para qué sirve la intervención?, ¿cuál es el propósito de ella?, ¿en qué forma favorece o protege a los inversionistas? Así las cosas, las quejas de los inversionistas sí están bien justificadas, en defensa de sus derechos constitucionales al libre acceso a la información.
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Seis meses de intervención del Banco Elca Periódico La Nación, Sección Foro, 2004 Según los datos publicados en Internet www.sugef.fi.cr, Banco Elca acumuló durante los seis meses de la intervención ( julio-a-dic. ) una pérdida de Col. 753,507,000 sin tomar en cuenta las estimaciones por préstamos malos de Col. 1,852,181,000 contra una ganancia de Col. 132,355,000 por los primeros seis meses (enero-junio) antes de la intervención, también sin tomar en cuenta las estimaciones de Col. 3,860,692,000. Esto representa al tipo de cambio promedio, una pérdida de US$1.679.000.-, a cuenta de los inversionistas. Aunque la intervención está prácticamente terminada, ya que se había solicitado la quiebra en noviembre, la pérdida solamente del mes de diciembre antes de las estimaciones arroja Col. 103.775.000, o US dólares 226,702. Por los seis meses de la intervención el promedio mensual de la pérdida es de dólares 279,833.Durante todo este tiempo los inversionistas nunca fueron tomados en cuenta, al contrario, cuando el comité de los inversionistas hizo una solicitud al interventor de convocar a una asamblea a los inversionistas para buscar una solución menos costosa antes de la inminente quiebra, la contestación lapidaria fue: “la Interventora no posee facultades suficientes para convocar una Asamblea de los Acreedores” Cabe hacerse la pregunta: ¿se justifica una intervención a un tiempo tan largo y con un costo tan alto? con el pretexto de “proteger a los ahorrantes e inversionistas” Queda ampliamente evidenciado que los mas perjudicados en una intervención han sido siempre los ahorrantes e inversionistas. Parece que los interventores y la Sugef no consideran, ni les interesa cuantas dificultades y congojas causa la costosa y prolongada intervención a los inversionistas y ahorrantes, especialmente a los que viven de sus ahorros y a las compañías que han perdido su capital y tienen que reducir
sus operaciones y hasta despedir empleados. Los inversionistas y ahorrantes aceptan las perdidas causadas por la mala administración del Banco antes de la intervención, pero les duele tremendamente ver que su capital se reduce aun más debido a la costosa y prolongada intervención. Con la experiencia de tantas intervenciones de instituciones financieras en perjuicio de los ahorrantes e inversionistas: ¿no es ya tiempo de hacer una revisión completa de las leyes y reglamentos que amparan a las intervenciones?, y en lugar de dejar la intervención en manos de burócratas, nos preguntamos: ¿no sería mas conveniente para los perjudicados, contratar una compañía externa calificada para realizar esas tareas que pueda hacer la intervención con más eficiencia y menos costosa?
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Mala intervención de Financorp Periódico El Financiero, Número 498, 2005 La intervención de Finacorp ha costado a los inversionistas, cuyos intereses se busca proteger, más de ¢6 millones solo en publicaciones. El 10 de agosto pasado se anunció en un campo de una página entera en La Nación la intervención. El 10 de octubre un segundo campo pagado, anunció el plazo de la intervención por 20 días más. El 27 de octubre otro campo pagado con la ampliación por nueve días. El 11 de noviembre, otra vez anuncian una ampliación, por 25 días. El 3 de diciembre, quinta publicación de una página entera anunciando otra ampliación de plazo por 25 días. Y el 23 de diciembre la última publicación (ojalá), esta vez de media página anunciando la ampliación del plazo por 30 días. Estos seis anuncios, más algunos otros pequeños, cuestan más de ¢6 millones, cargados a los inversionistas ¿No es esta una muestra de ineficiencia y despilfarro? Tecnicismo legal Financorp, una compañía dividida en dos secciones en forma de dos sociedades: Finacorp Puesto de Bolsa S.A y Finacorp Sociedad de Inversión. Por este tecnicismo legal se requieren dos interventores y dos interventores adjuntos, naturalmente con atractivos sobresueldos cargados a los inversionistas. ¿Cómo se puede justificar una intervención por seis meses de dos pequeñas compañías? Cualquier compañía de auditoria externa puede diagnosticar su situación en no más de un mes a menos de la mitad de los gastos. Nosotros, los inversionistas, estamos completamente desprotegidos y tenemos que aguantar sin poder hacer nada, como la intervención se come nuestro capital. Peor aún, los bonos comprados por medios del Puesto de Bolsa y depositados en Ceval claramente identificados a nombre del inversionista,
son retenidos arbitrariamente por el interventor, incluyendo los intereses que paga trimestralmente la emisora de los bonos. Financorp nunca fue dueño de los bonos; actuó solo como intermediario cobrando su comisión. Esto se llama, en cualquier régimen jurídico, “Retención indebida de fondos ajenos”. El interventor muestra una falta completa de sensibilidad social, ya que para muchos estos bonos representan los ahorros de toda una vida y la retención indebida causa un enorme sacrificio.
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La ABC y solidaridad bancaria Periódico La Nación, Sección Foro, 24 de enero, 2006 Los tristes antecedentes de las quiebras bancarias no son exclusivos de nuestra realidad. Por ello se ha replanteado la importancia de la actividad bancaria en el desarrollo económico de los países y la conformación de un sistema sustentado en la confianza y la solidaridad. Hoy existe un “fondo de garantía para los inversionistas de los bancos privados” que el Banco Central constituyó en la década de 1980, con recursos de la Agencia Interamericana de Desarrollo (AID). Pero esos recursos salieron del Banco Central y fueron a la Asociación Bancaria Costarricense (ABC). Ahora bien, todas las asociaciones gremiales tienen dos propósitos principales: defender los intereses comunes y ayudar a los asociados en caso de dificultades. Obviamente, se esperaría que una asociación que administra un fondo de garantía para los inversionistas de los bancos privados lo haga con la mayor transparencia e invite a los bancos asociados a enterar a sus inversionistas de su existencia. De la propia fuente. Pero aquí la ABC no permite que sus asociados hagan pública esta garantía y, peor aún, se niega a dar información al público inversionista. Como conocía la fuente de creación del fondo, pues me correspondió tramitarlo como funcionario de AID, solicité información sobre su estado actual y administración, como inversionista del Banco Elca, pero se me denegó, igual que a varios diputados. Hoy el fondo asciende a unos $25 millones. El monto exacto no se sabe, ya que la ABC se niega a dar información y lo maneja a su entera discrecionalidad, sin transparencia para el público. Ante tal hermetismo, cabe cuestionarse qué oculta la ABC pues “el que nada debe, nada teme”.
Resulta obvio que el traslado de fondos del Banco Central a la ABC ha operado en detrimento de nosotros los inversionistas de bancos privados, pues no solo no podemos conocer el alcance, contenido y regulación del fondo que se constituyó para protegernos, sino que tampoco podemos beneficiarnos de él si la ABC, según su exclusivo y arbitrario criterio, no lo autoriza. Ese traslado de fondos ha operado en detrimento de los bancos privados, dado que sus inversionistas nos sentimos defraudados ante la escasa protección que ofrecen a quienes fuimos sus clientes. De manera que esta garantía, lejos de ser herramienta a favor de los bancos privados, ha sido de uso arbitrario y antojadizo de la ABC. Ayuda limitada. Así, el propósito de ayudar a sus asociados en caso de dificultades, parece no tener ninguna prioridad en el programa de la ABC, ya que en el caso de Banco Elca solo destinó para ayudar a los inversionistas $l,3 millones de los $25 millones que engrosan sus arcas. Y la ABC ha recuperado el 52,5% con la primera liquidación, $682.500, y con las futuras van a recuperar otros $325.000 (25%), con lo que queda un saldo de solo $283.500, que representará la ayuda final de la ABC, apenas un 1% del fondo, a su asociado Banco Elca. Ahora parece muy claro que el Banco ELCA podría haberse salvado si la ABC hubiera estado dispuesta a ayudarlo, aun siendo este, tal vez, el más pequeño de sus asociados. Si en el futuro, cuando un “banco grande” se vea en problemas, ¿será la ABC tan restrictiva con la ayuda como lo ha sido con el asociado pequeño? Indudablemente, flaco favor hizo el Banco Central al público inversionista de la banca privada al privatizar ilegítimamente esos fondos pues, si hubieran quedado en manos del Banco Central, definitivamente estaríamos más protegidos, en el tanto en que estaría obligado a informar al público y contar con procedimientos estándares para todos los inversionistas de los bancos privados, sin discriminación ni preferencias según el tamaño o influencia del banco en la ABC. Ante el referido inquietante manejo de fondos públicos, un grupo de inversionistas del Banco Elca estamos cuestionando por la vía judicial el traslado que hizo el Banco Central del fondo de garantía.
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Extremismo Ecológico Periódico La Nación, Sábado 1 de Abril, 2006 Nadie puede negar la gran responsabilidad de todos de proteger nuestros bosques y el ambiente, pero muchas veces se nos va la mano y en nuestro afán de proteger todo y al extremo, hacemos mucho mas daño. En nuestro país faltan recursos para todo. No hay fondos para mejorar las carreteras ni para las escuelas rurales, muchas de ellas se encuentran en estado deplorable y campea la pobreza extrema por doquiera. Con esta última nos ha llegado la prostitución, alcoholismo, drogadicción, niños ambulantes en las calles y la criminalidad. Faltan recursos para mantener los parques nacionales, no hay dinero para pagar guarda parques y la tala ilegal de árboles abunda, así como la cacería clandestina que extingue inexorablemente nuestra fauna. Las leyes son muchas veces tan rigurosas que llevan la protección al extremo. Se necesitan millones y mas de un año de paciencia para conseguir una concesión para explotar un tajo, mientras tanto las calles siguen en un estado deplorable o se debe traer el material de lejanos lugares y gran parte de los presupuestos se van en el transporte y los caminos quedan medio arreglados. ¡Cuántos litros de diesel se queman innecesariamente y se ensucia el aire! En nombre de la protección de la ecología se hacen leyes tan estrictas que a la larga causan mas daño que los beneficios que se esperan. Contamos con tesoros bajo tierra y mar, como el oro y el petróleo, sin embargo, los ecologistas extremos prefieren que estos recursos queden allí y no ven cómo la ecología se deteriora por falta de fondos. ¿No sería mejor hacer un compromiso y sacrificar una pequeña parte de nuestra riqueza natural y contar con el dinero necesario para proteger el resto y acabar con la pobreza que contribuye a los problemas que deterioran nuestra ecología? En todo el mundo se explota el petróleo “offshore” con técnicas modernas que evitan cualquier desastre. Es comprobado que hay mas accidentes con
barcos petroleros que con torres de perforación “offshore”, pero preferimos dejar la riqueza bajo el agua en lugar de aprovecharla para resolver los problemas que agobian al país y dar una protección adecuada a nuestros parques nacionales y reservas biológicas. Cada proyecto hidroeléctrico es obstaculizado por los ecologistas, aunque se sabe que en diez años vamos a tener faltante de electricidad y si no hacemos presas hidroeléctricas tendremos que importar petróleo para producir electricidad contaminando el ambiente. Por falta de visión no actuamos en una forma racional e inteligente y esto va a costa de nuestra naturaleza. El compromiso es siempre la mejor solución pues el extremismo no nos lleva a ningún fin deseable y por querer dar una protección extrema al final terminamos perdiéndolo todo.
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Los depósitos en los bancos privados... ¡sin protección! La Nación, Jueves 20 de Noviembre, 2008 Cuando en los años ochentas la AID (Agencia Internacional para el Desarrollo) dio mucha ayuda para fortalecer a los bancos privados, una de estas ayudas fue la creación de un Fondo de Garantía para proteger los depósitos y títulos de valores de los inversionistas de los bancos privados. El mecanismo fue que de los préstamos y donaciones que el Banco Central de Costa Rica (BCCR)recibió de la AID para dar prestamos a los Bancos Privados, el BCCR permitió que los Bancos Privados ganaran 9 puntos porcentuales en lugar de los ya atractivos 5 puntos que originalmente el BCCR permitió.. Sin embargo, de los 9 puntos, los Bancos fueron obligados a destinar 4 puntos al BCCR para crear el Fondo de Garantía. Con esto los Bancos Privados no solamente tenían recursos para prestar sino también un fondo para proteger a los ahorrantes que se atrevieron a depositar sus fondos en los Bancos Privados en lugar de depositarlos en los Bancos del Estado donde tenían la garantía del Estado. Todo marchó muy bien y el Fondo, manejado por el BCCR , creció a casi $25,000,000., pero cuando la AID se fue del país, a inicios de los años noventa, dejó de supervisar sus préstamos y el BCCR pasó el Fondo de Garantía a la ABC( Asociación Bancaria de Costa Rica), quienes al principio lo manejaron bajo la supervisión del BCCR , pero después de un tiempo, el BCCR olvidó su obligación de supervisar esto Fondo Publico y la ABC se apodero del mismo declarándolo Fondo Privado. A partir de esta fecha se perdió la transparencia del Fondo y la ABC lo maneja a su antojo utilizando parte del Fondo como caja chica para pagar gastos operativos y otros egresos no contemplados y contrarios o los fines
para los cuales fue originalmente creado. Lo peor de todo es que la ABC arbitrariamente decidió reservar este Fondo solamente para los pequeños ahorrantes e inversionistas, o sea, el Fondo garantiza un máximo de US$10,000.- por persona y todos los inversionistas que tienen más de $10,000 ,quedan sin protección En el caso de Banco Elca , el Fondo era suficientemente grande como para pagar a casi todos los ahorrantes e inversionistas, aproximadamente $25,000,000., pero ellos rescataron solamente a los pequeños por un total de $ 1,250,445.63 quedándose con mas de $23,000,000.- en el Fondo y del $1,250,445.63 ya han recuperado el 69%.En otras palabras el Fondo solo ha aportado apenas $387,628. hasta ahora, ya que la recuperación irá en aumento. ¡Resulta alarmante y vergonzoso ver cómo una asociación gremial como la ABC, que debería promover la transparencia y buen nombre del gremio que representa, perjudica su imagen desvirtuando este valioso instrumento, pues en lugar de proteger a los ahorrantes, ellos han preferido congelar el Fondo y gastarlo en otros usos de beneficio exclusivo para dicha Asociación en lugar de destinarlo para el uso exclusivo de los inversionistas, lo cual era el propósito principal de su creación!. Esto demuestra que en Costa Rica los inversionistas de la banca privada, quedaron sin protección por la negligencia del BCCR de supervisar los fondos que la AID le entregó para destinarlos para la protección de los inversionistas de la Banca privada, y por el abuso de la ABC de apropiarse y dar un destino distinto al establecido al Fondo de Garantía para los inversionistas de los bancos privados. Sería de esperar que los bancos internacionales que hoy día están entrando en el mercado costarricense, los cuales están acostumbrados al control y transparencia en sus operaciones, tomen cartas en el asunto, para que estas lamentables y vergonzosas prácticas de la ABC en detrimento de los inversionistas se detengan. Por ello, lo procedente es que ese fondo regrese al BCCR y este ejerza con decisión y sin paños tibios el control y vigilancia que nunca debió abandonar y que tanto ha perjudicado a miles de inversionistas que han sido despojados de la protección que la AID creó a su favor.
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No hay proporcionalidad En mi opinión, en las discusiones sobre el ambiente no se mantiene la proporcionalidad, es decir no se pone en relación lo que se sacrifica con lo que tenemos y no se hacen estudios de costo y beneficio. Hace un año cuando se quiso tumbar un árbol en Curridabat para ampliar la carretera y aliviar así la congestión del tráfico hubo protestas, igual que cuando se habló de cortar los árboles a lado del ferrocarril en La Sabana. Para los que protestaron lo único que importaba era el árbol y no quisieron ver los daños que causaba la contaminación del aire por la congestión de los carros. Costa Rica tiene el 50%, de su territorio de 52,000 kilómetros cuadrados, bajo cobertura forestal, o sea, 26,000 kilómetros cuadrados . Un kilómetro cuadrado equivale a 100 hectáreas por lo que tenemos 2,600,000 hectáreas bajo cobertura forestal entre Parques Nacionales y bosques privados. En Crucitas se van a sacrificar temporalmente 200 hectáreas que representan 0.00769% del total de nuestros bosques. Este sacrificio lo hacemos para sacar la riqueza que tenemos bajo la tierra y convertirla en recursos para el desarrollo de una zona completamente abandonada dando así trabajo a 300 personas y dando recursos al Gobierno para cuidar apropiadamente los Parques Nacionales , mejorar la seguridad , las escuelas rurales y muchas cosas más . Igual pasa con la Lapa Verde, de las cuales hay todavía 200 en el país. La zona silvestre Maqenque comprende un territorio de 54,000 hectáreas, donde hay, según datos obtenidos, un promedio de tres almendros maduros por hectárea, o sea por cada Lapa Verde tenemos todavía 810 almendros. ¿No es esto más que suficiente para su sobre vivencia? Esta abundancia de almendros nos hace dudar también si la disminución de la población de Lapa Verde no es por causa de la desaparición de su habitad sino más bien debido al gran contrabando que hubo de esta especie hace 15 años, cuando se llegaba a pagar más de 10,000.- dólares por una pareja.
Es obvio que no se toma en cuenta en las discusiones la proporcionalidad y se hace tanto alboroto sobre un asunto donde los beneficios son tan obvios y los sacrificios en comparación son tan menores. ¿No sería mejor hacer un compromiso: sacrificar una pequeña parte de nuestros bosques y proteger el resto apropiadamente y tener así recursos para enfrentar tantos problemas que nos agobian y para desarrollar una zona en tanto abandono?
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¿Por qué somos pobres? La Nación, 3 de Agosto, 2008 Cuando el comerciante costarricense cuenta al Chino, Mr. Wan, (Pensamientos del Sr. Wan, La Nación el 4 de Julio 2008), todas las bondades con las cuales nuestro pequeño país esta bendecido, su área de solamente 52.000 km2, sus cuatro millones de habitantes bien educados , su clima tropical bañado por dos mares y una historia con muy pocas convulsiones políticas, rico en agricultura y turismo, él pensó que en el país todos éramos ricos y quedó muy sorprendido al oír que no era así y que en el país había mucha pobreza. El comerciante tico no le contó al chino que somos pobres porque no aprovechamos nuestras riquezas naturales: que aprovechamos solamente 15% de nuestros recursos hídricos, que con estos recursos tan abundantes y bien aprovechados, no solamente podríamos satisfacer nuestras propias necesidades en electricidad, sino también exportarla . Nuestros vecinos estarían muy felices de comprar toda la energía eléctrica que nos sobra. Se tardó quince años en conseguir el permiso para explotar el oro en Crucitas, Zona Norte y preferimos dejar el petróleo bajo el mar, en lugar de explotarlo, tal como hacen otros países como Noruega. Como excusa damos la protección de la naturaleza, aunque es conocido que nunca fue un desastre con la exploración “ Offshore “, pero estamos expuestos continuamente a uno, importando el petróleo por barco, en lugar de utilizar el nuestro. También dejamos el gas natural y el carbón bajo tierra, en lugar de explotarle y aprovechar la riqueza y así eliminar la pobreza. Los opositores a la explotación de nuestros recursos no están dispuestos de hacer concesiones. Pero ¿no sería mejor hacer un compromiso y sacrificar una pequeña parte de nuestra naturaleza y contar con el dinero necesario para acabar con la pobreza? Con el afán de proteger todo, al final, por falta de recursos, no protegemos nada adecuadamente y siempre quedaremos pobres.
Estas son solamente algunas de las razones más obvias de nuestra pobreza. También debemos agregar a la lista el deterioro de nuestros valores éticos, como la honradez y responsabilidad que nos ha llevado a una corrupción ya institucionalizada, como descrito en el Editorial de la Nación el 25 de Julio, 2008. Por falta de visión no actuamos en forma racional e inteligente ni pensamos y planeamos a largo plazo, como es el caso de los ferrocarriles. En lugar de modernizarlos se eliminaron sin pensar en el futuro. Al fin nos damos cuenta de los errores del pasado y es hasta ahora que corremos a corregirlos, pero no con trenes interurbanos modernos, sino con bacheos tratando de arreglar máquinas y rieles viejos . Con el petróleo nos va pasar lo mismo y cuando por fin nos despertemos, el precio del crudo habrá bajado o Nicaragua nos va a adelantar vaciando el manto de las reservas de petróleo que es el mismo allá como el de acá.
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Paz con la naturaleza Según los datos obtenidos de Recope el consumo de diesel por año es de 707 846 000 litros y de gasolina( regular y súper) 860 070 000 litros. Según los datos obtenidos del Laboratorio Química-Atmósfera de la UNA, un litro de diesel produce 2.8 kg. de CO2 y un litro de gasolina 2.2 kg. de CO2. Por ende los 707.846.000 litros de gasolina producen 1.892.154.000 kg. de CO2 y los 1.981.968.00 litros de diesel producen 1.981 968.000 kg. de CO2 por un total de 3.874.122.800 kg. de CO2 Esto equivale (según la fórmula de conversión de 3.67 toneladas de CO2 a una tonelada de carbono) 1.055.619 toneladas de carbono producido por año por el combustible consumido en Costa Rica durante ese lapso. Dos árboles reforestados durante 30 años absorben una tonelada de carbono. Entonces necesitamos sembrar cada año 63.337.140 árboles (1.055.619x2 x30= 63.337.140). En una reforestación corriente se siembran más o menos 816 árboles por hectárea, o sea que 63.337.140 de árboles entre: 816= 77.619 hectáreas que equivalen a 776 km2 . Entonces para mitigar el CO2 emitido en la atmósfera por el consumo de combustible, necesitamos sembrar cada año 776 kms. cuadrados de árboles. En diez años debemos haber sembrado 7,760 kms cuadrados o el 15% del territorio de Costa Rica con sus 52,000 kms cuadrados. o 36% de toda el área de bajo uso agrícola. Estas cifras no pretenden ser matemáticamente correctas, ya que la absorción varía con la clase de árboles, el área donde se siembran y después de un tiempo se hacen raleos y el número de árboles por hectárea se reduce. También se toma en cuenta el aumento anual del consumo de combustible Sin embargo, yo creo que las cifras demuestran la gravedad del problema y si no se hace un esfuerzo grande por reducir el consumo de combustibles, la
Paz con la Naturaleza no se va a lograr. Para Costa Rica la manera mas apropiada de reducir el consumo de combustible es de cambiar gran parte de nuestro sistema de transporte de los camiones y carros al ferrocarril eléctrico y no solamente el transporte interurbano, sino también pensar en grande y construir un ferrocarril centroamericano, de Panamá hasta México, tal como existe en Europa donde se puede ir de Madrid a Moscú por ese medio. Con los recursos hídricos que tiene el país la construcción de presas para producir electricidad tiene que ser una gran prioridad y cualquier oposición a su construcción se puede considerar como un ataque contra el Paz con la Naturaleza.
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¿ Cuántos
almendros hay? Desafortunadamente no hay un inventario de los almendros maduros en la Zona Norte. Sabemos que existen 200 lapas verdes. El área de la zona silvestre Maquenque tiene 54.000 hectáreas. Si calculamos solamente un árbol de almendros por hectárea, tenemos 54.000 almendros. O sea, por cada lapa verde hay 270 árboles de almendro. Creo que es más que suficiente para su supervivencia. ¿Por qué, entonces, tanto alboroto por los pocos almendros que se cortan en Crucitas?
Cu arta Parte Retazos de mi vida en fotografĂas
Mam谩 se llam贸 Emilie Vlahovitz von Dragomirest. Era de una gran belleza
Mi papรก Kurt. Era finquero. Era uno de los personajes mรกs importantes de su pueblo, Katscher, que estaba justo al lado de la frontera con la antigua Checoslovaquia, en Alemania del Este, en la regiรณn de la Baja Silesia, que ahora pertenece a Polonia.
En esta foto estoy junto a tres de mis hermanos. Yo soy el del medio. A mi derecha estå Ferdinand, a la izquierda Hubertus y abajo mi hermano menor, Bertram‌
En esta foto tengo 25 a単os de edad. Es mi carnet de febrero de 1959
En esta foto estoy en la franternidad universitaria
Nueva York, 1964.
En Bremen, en el barco, rumbo a CanadĂĄ, en mi primer viaje a AmĂŠrica
Nueva York, 1964, con Conchita.
AquĂ estoy en medio de una serenata para mi novia Conchita, en la casa de mis padres.
Nuestro compromiso, en 1965. En Alemania.
París, 1965.
Nuestra boda. Alemania, febrero, 1965.
Nuestro hijo Kurt. Bruselas, 1967.
Oktoberfest, Munich, 1967.
Guatemala, 1970. AquĂ aparecen mis suegros.
En República Dominicana, después de la caza de patos.
Mi juramento como notario, en República Dominicana, 1971.
En RepĂşblica Dominicana, en 1973, con mis hijos.
Mi esposa bautizó esta foto como “Neptuno saliendo del mar”. Punta Leona. 1976.
Regreso a mi pueblo natal, Katscher, en 1988.
En esta finca viví los primeros años de mi niñez. Estas son las ruinas de la finca original.
La casa de campo de mis abuelos paternos. Esta foto fue tomada antes de la guerra.
Así encontré la casa, medio siglo después. Ya estaba abandonada.
La iglesia de mi pueblo natal, Katscher.
La Plaza Mayor en Katscher.
Celebraci贸n con mis amigos rotarios cuando cumpl铆 50 a帽os.
Graduaci贸n de mi hijo Karl en Atlanta, Georgia, EUA.
Navidad en familia, en nuestra casa de Escazú.
Juramentación como presidente del Club Rotario San José, en 1998
En nuestras bodas de plata. San José, 1990.
Aquí recibo una distinción por parte del embajador de Estados Unidos en Costa Rica por mi trabajo en la AID.
En nuestra antigua casa de campo, en El Tirol, San Rafael de Heredia.
Durante nuestro paseo en Washington State.
El Tirol, San Rafael de Heredia.
Edificio principal de mi hotel en Boca Tapada
Reencuentro con mi mejor amigo de adolescencia. Sesenta aĂąos despuĂŠs, nos vimos en Costa Rica.
Halloween en Costa Rica. Heidy y Chente.
En la finca de mis padres en Bavaria.
En Familia
Bodas de Oro de mis padres. Alemania, 1976.
Con mi mamรก y mis hermanos, en 1990.
Reuni贸n familiar en Alemania, 2004.
En esta foto estamos todos los hermanos, seis hombres y cuatro mujeres, junto a mis padres. Yo soy el primero a la izquierda, de pie.
Primera Comuni贸n de mi nieto mayor, Alex. Aparecen mis dos nietos y mis dos hijos.
Con el pasar de los a単os...
...
Aquí estoy yo. Esta foto es de 1943, cuando tenía 9 años.
Camilo Rodríguez Chaverri
(1976) Periodista y escritor.
Tiene estudios universitarios en Periodismo, Psicología, Administración de Empresas y Cine. Ha dirigido diversos medios rurales, especializados y alternativos. Tiene 15 años de trabajar en radio y televisión. Ha publicado 85 libros.
Paula Garro Ramírez
(1984) Diseñadora.
Es diseñadora publicitaria. Estudió en la Universidad Veritas. Antes de esta obra, diseño el libro “A los pies de La Negrita” y la colección “Templos de Costa Rica”. de Camilo Rodríguez. También ha diseñado más de veinte libros de este autor.