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Elkarrizketa | Entrevista
from BIHOTZEZ Nº52
La magia de una sonrisa
¿Cuándo te convertiste en mago?
Empecé buscándome la vida en fiestas y parques infantiles, en los que siempre coincidía con un mago. Lo cierto es que me quedaba atontado mirándole. Un día decidí hablar con él y me animó a entrar en contacto con una asociación de magia. De eso, hace ya cerca de 25 años. Fuí poco a poco. La gente empezó a llamarme para que participara en actos solidarios para recaudar fondos. Un verano coincidí con los niños saharauis que visitaban Euskadi. Tras hacer varias actuaciones para ellos me informé sobre su situación en el Sahara, cómo era su vida en el desierto… Así me animé y cada puente de la Constitución viajaba a un campamento distinto. Allí hacía magia en las escuelas… y era alucinante. Estaban sentados bajo el sol, en el patio sobre la arena, sobre piedras… Así empecé a involucrarme y, hoy en día, muchas ONG me llaman para colaborar con ellas. Por supuesto que saben de antemano que cuentan conmigo. Estoy tan involucrado con proyectos de magia solidaria que posiblemente sea el mago más pesado de España, ya que pretendo liar constantemente a mis compañeros. De vez en cuando consigo que hagan lo mismo que yo allá donde están, que visiten centros de la tercera edad, de discapacitados… No me extraña que casi hasta me rehuyan, pero reconozco que lo que he encontrado en todos los países que he visitado me ha llegado muy hondo.
¿Donde has recibido la mayor impresión?
Han sido muchas. El año pasado estuve con la Fundación Abrakadabra en Kenia, en un centro al que acudían familias enteras que estaban enfermas de sida; iban allí a medicarse. En aquel dispensario hicimos nuestro show de magia y por un momento conseguimos animar a aquella gente que apenas tenía fuerzas para sostenerse en pie. En Lima, estuvimos en San Juan de Lurigancho, una población que tiene más de un millón de habitantes. Concretamente estuvimos en un asentamiento de la periferia ubicado en una cima enorme. Resultaba increíble siquiera imaginar cómo puede llegar a vivir la gente, con casas levantadas sobre rocas sueltas, donde cualquier movimiento puede acabar en una catástrofe. Es en esos momento cuando deseas hacer magia de verdad para cambiarlo todo y hacer que desaparezca tanta necesidad. Yo colaboro con la Fundación Abrakadabra “Magos Solidarios” de Madrid. Durante todo el año tienen programadas actividades en hospitales, centros de niños con Síndrome de Down… campañas en las que participo habitualmente. Concretamente en el viaje que organizaron a Kenia
El mago Zaki
les faltaba un mago y me llamaron. El circuito que hicimos fue muy duro, pero personalmente muy gratificante. Se aprende mucho visitando esos lugares. Los demás proyectos son en general por propia iniciativa. Aprovechas, por ejemplo, un congreso para quedarte por allí unos días y hacer magia solidaria. Tanto en Ghana como en Perú, por ejemplo, a través de la embajada española concertamos citas para acudir a dos orfanatos, con los que mantienen líneas de colaboración. Hacíamos magia, nos invitaban a comer y charlábamos con ellos durante horas. Curiosamente trasladaron a la embajadora de Ghana a Italia y me invitó a que fuera también allí a hacer lo mismo.
¿Se viven momentos especiales a través de la magia solidaria?
Tengo una simpática anécdota, aunque en su momento se me cayó el alma a los pies. Estuve diez días en Lima en un orfanato haciendo unos talleres. Aquel centro tiene acogidos a unos 800 niños, desde lactantes hasta los 16 años. Con el paso del tiempo empezaron a confiar en mí y un día se me acercó una niña de unos nueve años y me preguntó si yo era de España. Después de decirle que sí, volvió con otra pregunta: ¿Allí nieva? Claro que sí, le dije. Entonces ella me respondió: ¿si vienes el año que viene me traerías una bola de nieve? La solicitud me impresionó. Lo cierto es que conservo recuerdos preciosos, pero luego ves tanta miseria, historias tan duras… niños que rompen a llorar cuando les preguntas por sus familias a los que hace tiempo que no ven…
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¿Qué otros lugares has visitado?
Estuve en Sarajevo, en un festival. Es un proyecto que pretende propiciar la convivencia para hacer olvidar a las nuevas generaciones los desastres de la guerra. Inmediatamente descubres que no se está ante un problema económico grave. Visten bien, están perfectamente alimentados, sus familias tienen casas decentes…pero descubres que sobre todos planea el triste recuerdo del conflicto sufrido.
¿Qué tipo de magia haces para ellos?
Mi magia es muy provocativa. Busco que los niños se impliquen, que chillen, que participen… me gusta hacer que colaboren conmigo en los números porque les encanta ser protagonistas y estar cerca del mago. Nos divertimos mucho y procuro sacar todas esas carcajadas que tienen acumuladas porque no han tenido motivo alguno para soltarlas.
¿Cómo te arreglas con el idioma en tus actuaciones?
Fue muy duro. En Ghana, Kenia o Sarajevo los que viajaban conmigo hablaban inglés, pero yo nada. Aún así me hacía entender con gestos o tocando un silbato. Observaba a los niños, sus reacciones y comprobé que se reían igual, que disfrutaban intensamente.
¿Cuál es el nuevo proyecto que tienes entre manos?
En octubre cumplí 55 años y todavía me siento con fuerzas de hacer algo fuerte. Así, antes de que lleguen los achaques típicos de la edad y que me retiren de esto, decidí que era momento de empezar otra aventura. En principio pensé en trasladarme a Lima. Es un terreno conocido, tengo muchos contactos entre ONG locales, tengo muchos amigos… por eso la intención inicial era establecer allí la base de operaciones y cada seis meses hacer alguna que otra salida a los países de alrededor. Dándole vueltas a la idea, me di cuenta que de este modo iba a dejar a muchos niños de otros lugares sin verme. Por eso, tomé la decisión de visitar doce países diferentes en un período de tres años. Tres meses en cada país haciendo magia solidaria en hospitales, orfanatos, centros de discapacitados, escuelas… Este ambicioso proyecto “Repartiendo ilusión” me llevará a Perú. Guatemala, Colombia, Ecuador, Nicaragua, República Dominicana, Venezuela, Chile, Argentina, Uruguay, Paraguay y Bolivia. También he proyectado impulsar dos escuelas de magia en Colombia y Venezuela para niños que han sido soldados y están en orfanatos. Llevaré conmigo todo el material necesario para dar clases desde aquí con la esperanza de que aprendan lo necesario para que en adelante puedan vivir de ello. También organizaré talleres de malabares, decoración con globos, globoflexia… si hay suerte, intentaré brindarles una oportunidad. Además pretendo participar en galas benéficas para recaudar fondos para los proyectos de las ONG locales.
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Jaietan eta haur-parkeetan bizimodua ateratzen hasi nintzen, eta ekitaldi horietan, beti-beti, mago batekin egiten nuen topo. Egia esan, aho zabalik geratzen nintzen hari begira. Halako batean, berarekin hitz egitea erabaki nuen, eta magia elkarte batekin harremanetan jarri ninduen. Orain dela 25 urte inguru izan zen hori. Apurkaapurka hasi nintzen. Jendea deitzen hasi zitzaidan, dirua biltzeko ekitaldi solidarioetan parte hartzeko. Uda batean, Euskadira etortzen diren Saharako umeekin egon nintzen
¿ Supongo que llevarás tiempo preparando la logística y buscando la financiación?
He estado meses buscando contactos. Antes de empezar siquiera a organizar el viaje, tomé la decisión de conseguir previamente la financiación. Siendo muy austero en los gastos y con lo poco o mucho que puedan aportarme unos u otros es posible ponerlo todo en marcha. Lo cierto es que no es un buen momento y lo he comprobado al contactar, por ejemplo, con diversas fundaciones. Algunas ni siquiera me han contestado, a otras les ha parecido un proyecto muy bueno. Así que ahí ando, pero hacerlo lo voy a hacer.
¿Significa que la intención que te impulsa a llevar adelante este proyecto va más allá del simple entretenimiento?
Uno de mis objetivos van a ser los niños que trabajan y los que están en la calle. Una vez en contacto con ONG locales que trabajan con ellos, además de las actuaciones, intentaremos realizar un reportaje fotográfico sobre cómo es su día a día para preparar una exposición con el objetivo de potenciar la sensibilización hacia este terrible problema. Sin duda, temas como el de los niños
de la calle te llegan al corazón: ves cómo viven y se te cae el alma.
¿Alguna vez has vuelto a contactar con los niños que disfrutaron de tus primeras actuaciones?
Cuando los niños saharauis vienen a Euskadi, muchos me reconocen. Tu eres el mago, me dicen cuando me ven. En Lima suelo acudir con regularidad al mismo orfananto, no obstante en esta ocasión quisiera desplegarme por los 52 distritos que tiene Lima. Hasta la fecha ha estado en la mitad pero me encantaría hacer también los demás.
¿En algún momento te han fallado las fuerzas?
En Lima aprecisamente pasé un mes completo, con actuaciones para ONG todos los días en sesiones de mañana y tarde. El cansancio sumado a las escasas condiciones técnicas empezó a hacer mella en mí. Pero ves las reacciones de los niños en las actuaciones y te sobrepones. Aquí, los niños están saturados de actividades, algunos se distraen, otros te faltan al respecto… en estos otros lugares resulta increíble comprobar lo atentos, lo participativos y lo agradecidos que se muestran. Cuando terminas una actuación se acercan a ti a chocarte la mano, a besarte… La gente mayor viene y dice que hacía años que no se reía de ese modo… eso te penetra y es difícil de olvidar. Además son pueblos sencillos, su modo de vida es así, exentos de derroches y consumismos y aún con la capacidad de apreciar las cosas pequeñas, regalos como el que yo les llevo que no es otro que una sonrisa o un rato de entretenimiento. Hay un lema que me encanta: ”la magia de una sonrisa”. Allí en Lima, en los 68 pueblos que me he recorrido, una familia entera vive con dos euros al día, lo mismo que aquí se gasta en chucherías. Nuestros niños han perdido buena parte de la ilusión y la fantasía, apenas valoran lo que tienen, ni lo que ha costado . Afortunadamente no les pasa a todos, pero es cierto que en esos otros países, a pesar de las dificultades, les sigue quedando margen para ilusionarse con un mago.
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