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La ciberseguridad de tu “Yo” digital
El internet ha cambiado nuestra forma de vivir e interactuar con la tecnología desde hace un par de décadas y su uso se ha exponenciado en los tiempos actuales por la emergencia sanitaria que sufrimos; es innegable que estamos en un momento de Transformación Digital y que las circunstancias que atraviesa el mundo nos han obligado a modificar nuestro entorno de una manera acelerada.
Recordando lo que Aristóteles decía, “el hombre es un ser social por naturaleza”, podemos decir que nacemos con una dimensión individual que necesita socializar para desarrollar una personalidad y un comportamiento. Así sucede también en el ciberespacio, donde, como individuos digitales, vamos cambiando, evolucionando y desarrollando comportamientos y personalidades para contar con una Identidad Digital. Lo anterior hace más vigente que nunca la frase del filósofo.
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Todo individuo, al navegar en la red, requiere de una representación de su persona, un “Yo” digital, una estructura virtual de su individualidad. Este “Yo” digital se va construyendo y desarrollando a través de su actividad en redes sociales, de las aplicaciones de comunicación electrónica que utiliza y de las diversas visitas en sitios de diferentes características, tales como sitios de interés, aplicaciones de georeferencia, sistemas biométricos, compra y venta de productos, servicios y alimentos, y de toda aquella interacción que genera un registro en internet.
La Identidad Digital se constituye, pues, de toda aquella actividad que el “Yo” digital realiza en el ciberespacio, incluyendo aquella información que transmite a través de los diferentes espacios, plataformas y redes sociales, inclusive datos e información que gestiona, edita o comparte. Asimismo, incluye toda aquella interacción histórica y hacia el futuro, estableciendo una apariencia e ideología. Por otro lado, cabe mencionar que, aunque se trata de un entorno intangible, faltan por desarrollar capacidades para convivir en este espacio, donde hay una continua y permanente interacción, en muchos casos con personas desconocidas, y el hecho de no conocerlas frente a frente nos sitúa en una posición de desconfianza.
#Ciberespacio
De la privacidad y seguridad
Es posible argumentar que la vida del “Yo” digital en internet es privada, sin embargo, no se puede pensar que sea así cuando constantemente publica todo lo que hace. Su reputación es algo que debe cuidar celosamente, ya que, una vez que se daña, cuesta mucho trabajo recuperarla y, en algunas ocasiones, ya no queda nada que hacer.
En la vida real, esta dimensión también debe cuidarse de los peligros que existen en el entorno, procurando su integridad y seguridad, ya que existen riesgos y delitos que se cometen en el ciberespacio, así como situaciones que pueden dañar la integridad personal. Estos riesgos pueden ser aprovechados por ciberdelincuentes, incluso sin darnos cuenta.
La emergencia sanitaria que vivimos y la obligada aceleración de la Transformación Digital pone en total relevancia el cuidado que el “Yo” digital debe tener en el ciberespacio. Por un lado, porque la necesidad del uso de las Tecnologías de la Información para disminuir el riesgo de un potencial contagio de COVID-19 abre la posibilidad para que los ciberdelincuentes aprovechen las condiciones y cometan actos ilícitos, y, por otro, porque, como todo ser social, el “Yo” digital también puede adoptar conductas antisociales y malintencionadas, aprovechándose de diversas circunstancias para dañar la Identidad Digital de otros cibernautas y, por consecuencia, su vida personal.
Para evitar los riesgos a los que la Identidad Digital está expuesta es fundamental que todo cibernauta conozca los tipos de ilícitos y conductas antisociales a los que se puede enfrentar o que él mismo puede cometer en el ciberespacio. Asimismo, debe concientizarse y aprender a protegerse al navegar en internet.
#SeguridadDigital
Adicionalmente, es importante señalar que existen múltiples amenazas, algunas de menor impacto como el robo de contraseña, hackeo de una cuenta o red social, un malware o la inyección de un código malicioso. No obstante, existen otras que pueden ocasionar daños mayores, tales como el ransomware, el robo de información, la intercepción y/o modificación no autorizada de comunicaciones, el fraude electrónico o la suplantación de identidad. En situaciones aún más extremas nos podemos enfrentar a casos de acoso cibernético, trata de personas, pedofilia, sextorsión, sexting, pornografía infantil, turismo sexual, pornovenganza y un sinfín de conductas que afectan permanentemente y de manera muy grave la integridad de las personas. Es justo en este punto que la ciberseguridad toma una especial relevancia en nuestra vida cotidiana y para la era tecnológica que actualmente vivimos. La ciberseguridad y la Identidad Digital son términos que están íntimamente ligados porque la ciberseguridad se ocupa de proteger la confidencialidad, integridad y disponibilidad de los sistemas, las redes y la información que fluye por internet, pero la exponenciación de la digitalización exige, además, salvaguardar los derechos y la reputación del “Yo” digital. Las personas hemos encontrado en los servicios que brinda la tecnología una puerta para el descubrimiento de nuevas e infinitas posibilidades, motivados por los beneficios que se obtienen de manera personal. Bajo este escenario, es importante considerar que la mayoría de los servicios bancarios, gubernamentales, de comercio, educación
y comunicación con otras personas o instituciones requieren del conocimiento en el uso de tecnologías sin importar la edad, condición social o género.
Es por lo anterior que todos estamos inmersos, de manera directa o indirecta, en nuestro actuar en el ciberespacio y también estamos obligados a cuidar nuestra Identidad Digital. Debemos proteger nuestra reputación y actuar con responsabilidad, pues lo que pareciera una vida paralela a nuestra realidad tiene quizás más impacto y repercusiones en igual o mayor medida en nuestra persona.
La reflexión de fondo es que, para bien o para mal, todo lo que hacemos en internet deja una huella digital y repercute en nuestra vida cotidiana, por lo que es necesario asumir la responsabilidad de nuestro “Yo” digital, así como las consecuencias de nuestro actuar, siendo objetivos y meticulosos para evitar poner en riesgo nuestra integridad personal.
Javier Miranda Nieto
Ingeniero en Comunicaciones y Electrónica por el IPN, así como Maestro en Administración Pública, Maestro en Educación con especialidad en Nuevas Tecnologías Aplicadas a la Educación y Maestro en Tecnologías de la Información y la Comunicación. Se ha desempeñado como Director de Infraestructura Tecnológica en el IFT, Titular de TI en el Instituto Nacional de Perinatología y Director de Desarrollo Tecnológico del Instituto Nacional de Medicina Genómica. Desde enero de 2019 es Director General Adjunto de Ciberseguridad en la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana. También es catedrático en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Autónoma de México.