1ra intervención en el foro

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Profesora Teresa y compañeros: Inicio mi intervención con la siguiente cita: Durante la adolescencia, los jóvenes establecen su independencia emocional y psicológica, aprenden a entender y vivir su sexualidad y a considerar su papel en la sociedad del futuro. El proceso es gradual, emocional y, a veces, perturbador. Un joven puede sentirse desilusionado, decepcionado y herido en un determinado momento y, poco después, eufórico, optimista y enamorado. A la vez que luchan con cambios físicos y emocionales, los adolescentes de hoy deben también hacer frente a fuerzas externas sobre las que carecen prácticamente de control. Los imperativos de la cultura, el género, la mundialización. (UNICEF, 2002, p. 4) “En occidente la adolescencia se ve como enfermedad a curar, pues el término se define desde casos patológicos: Se convirtió en modelo, el antimodelo.” (Feixa, 2011, como se citó en RTVE, y TRES14, 2011). No obstante, luego de consultar varias teorías y autores, pienso que la adolescencia es una etapa del desarrollo que enriquece y complementa a la edad adulta. Forja el carácter y brinda las herramientas sociales e identitarias necesarias para crecer y utilizar este cerebro tan complicado que poseemos en la vida adulta. Con sus senderos escarpados e indefinidos, este fascinante viaje puede resultar agotador y confuso, revitalizador y apasionante. Señala el comienzo de una búsqueda de la identidad y de un camino para darle un sentido a la vida y encontrar un lugar en el mundo. (UNICEF, 2002). A pesar que el adolescente cuenta con la corteza prefrontal todavía inmadura, (lo que le lleva a no saber calibrar los riesgos y a no saber tomar decisiones), esta etapa del desarrollo humano, “por incómoda y conflictiva que parezca, es la pista de despegue del pensamiento adulto” (Punset, 2012); es el momento en que se aprende a poner en práctica los valores adquiridos en la primera infancia y a desarrollar habilidades que les permitirán convertirse en adultos atentos y responsables. Su energía, curiosidad, entusiasmo, y espíritu que no se extingue fácilmente, lleva a los adolescentes a ver el mundo con otros ojos, a abstraer a proponer y a crear. Esta etapa constituye el secreto del éxito de nuestra especie, porque es el momento en el que, como lo asegura Eduard Punset, “nuestro cerebro se transforma y pasa de ser un cerebro caótico, a un cerebro organizado y flexible que permite adaptarse a los cambios del entorno.” (2012) Precisamente, este cerebro caótico conlleva un pensamiento arriesgado que “baraja distintas ideas que no encajan y hace que cacen a la fuerza para ver qué es lo que pasa” (Bainbridge, 2012, como se citó en Punset, 2012), lo cual, genera cambios sociales drásticos para bien y para mal, pero que dan la oportunidad al individuo de inventarse y reinventarse. “Un adolescente puede ser el artista de su propia vida.” (TRES14, 2011)


Sin embargo, esta extraordinaria y potencial energía mental y emocional que encuentra respuestas a los retos y desafíos de la sociedad y que está en permanente remodelación, debe desarrollarse en un contexto atractivo para el aprendizaje en el que se ofrezca una salida a ese enorme caudal de energía. Los adolescentes necesitan tener acceso a la información, los conocimientos y los servicios. También necesitan sentirse seguros, apoyados y ligados a los adultos con los que se relacionan. Si bien es cierto el aporte de nuestro compañero Andrés Macías Samboni, en el que se señala que muchos adolescentes "no saben qué hacer con sus vidas, quieren ser alguien en la vida y con esta actitud es evidente que la integración no se ha realizado. Su proyecto de vida poco está fundamentado con los ideales de la infancia," a mi modo de ver, también es cierto que, la sociedad, en cabeza de la familia y el colegio, tiene la obligación de conducir a los jóvenes a través de sus años adolescentes y de tratarlos con respecto y comprensión. “Cuando los adolescentes reciben el apoyo y el aliento de los adultos, se desarrollan de formas inimaginables, convirtiéndose en miembros plenos de sus familias y comunidades, dispuestos a contribuir.” (UNICEF, 2002). En otras palabras, pienso que lo que entendemos como el problema del adolescente, es en realidad el problema del adulto y del enlace que hay entre ambos sujetos. Estas tensiones no vienen de la pubertad, del cuerpo, ni del espíritu, sino que vienen de una relación de mala calidad entre ambos. El objetivo de nuestra acción es cambiar la relación. Es la relación la que está enferma. No es el adolescente, ni el padre o el docente. La crisis de la adolescencia nos habla de la crisis del mundo adulto que proyecta sobre el adolescente sus propios fantasmas y se niega a esforzarse por involucrarse "en su mundo" y entenderlo. Esto no es cuestión de magia, es de inteligencia emocional. Bibliografía en la que basé mi razonamiento y, que recomiendo a mis compañeros de maestría: - UNICEF. (2002). Adolescencia, una etapa fundamental. Nueva York. Página 4. Recuperado en: www.unicef.org/ecuador/pub_adolescence_sp.pdf - RTVE. (Productor). Y, TRES14. (Programa de divulgación científica). (2011). Adolescencia. [Video]. España. Recuperado en: https://www.youtube.com/watch?v=Zjcqlbp_68k - RTVE. (Productor). Y, Eduard Punset. (Director y presentador). (2012). La adolescencia nos hizo adultos. [Video]. España. Recuperado en: https://www.youtube.com/watch?v=_NmlxzDNE0E


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