La castidad como fruto de la afirmación

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LA CASTIDAD COMO FRUTO DE LA “GENUINA AFIRMACIÓN”: Reflexiones sobre la obra de Anna Terruwe, Conraad Baars y Juan Pablo II1 Philip M. Sutton, Ph. D., 528 Ostemo Place, South Bend, IN 46617 suttonphilip@sbcglobal.net

Abstract Este documento fue escrito, en parte, como respuesta a otro documento de una conferencia, Pornografía y la Comunión de personas, por Whitney Jacobs. Antes de la elección de Juan Pablo II como Papa, los psiquiatras católicos Anna Terruwe y Conraad Baars ya habían escrito sobre la “afirmación” como una necesidad humana fundamental, y también que la pérdida de la genuina afirmación dada y recibida por la juventud moderna fue la crucial crisis espiritual, psicológica y moral de nuestro tiempo. Justo antes de la muerte de Baars en 1981, Terruwe y Baars dedicaron sus dos últimos libros (Sintiendo y Sanando sus emociones, e Integridad psíquica y sanación) al Papa Juan Pablo II, a quien Baars describió como “un excelente ejemplo de afirmación viviente”. El presente documento revisa la comprensión de Terruwe y Baars sobre la naturaleza de la genuina afirmación y las consecuencias para los individuos y las sociedades, cuando las personas son no afirmadas, o desafirmadas. Los escritos de Juan Pablo II, especialmente su Carta a las Familias, y la afirmación de la persona, se discuten en este documento y se hacen paralelos entre su obra y los trabajos de Terruwe y Baars.


Se explora una comprensión del comportamiento indecente (incluyendo el uso de pornografía), como una conducta de pseudo-autoafirmación, mientras que se considera el crecimiento en la castidad como el fruto de una afirmación genuina. También se consideran las formas en que la castidad puede enseñarse, y cómo puede prevenirse o remediarse la falta de castidad, a través de la afirmación genuina, a la luz de los escritos de Juan Pablo II, del documento del Pontificio Consejo para la Familia sobre la verdad y el significado de la sexualidad humana y la sabiduría pastoral y terapéutica hallada en el Ministerio Coraje, los grupos de 12 pasos y los movimientos promovidos por padres de familia.

Introducción Este breve documento es una respuesta al documento de Whitney Jacob. Mi escrito comenzó como un resumen enviado en respuesta a la convocatoria de documentos de primavera para la conferencia de 2004 de Compañeros Académicos Católicos, que celebran “El año internacional de la familia”, y el décimo aniversario de la Carta a las Familias de Juan Pablo II (publicada en 1994). Había propuesto un documento titulado: “Afirmación genuina: Sine-qua-non para la crianza de niños (católicos o no) en una cultura secular”. Intenté discutir la crianza a la luz del concepto de “afirmación”, como es enseñado y practicado explícitamente por los psiquiatras católicos Anna Terruwe y Conraad Baars, e implícitamente a través de la presencia y las enseñanzas de Juan Pablo II, especialmente en su Carta a las Familias.


Subsecuentemente, fui invitado a presidir y ser primer expositor en una de las sesiones, titulada, “Perspectiva psicológica, la dignidad de la persona y el rol de los padres”, durante la cual iban a ser leídos, el documento del señor Jacobs sobre Pornografía y la Comunidad de personas, así como un segundo documento. Durante el transcurso del verano, dos presentadores diferentes aceptaron inicialmente, pero más tarde tuvieron que declinar la oportunidad de exponer sus escritos. Así que, hace unas pocas semanas, Monseñor Swetland me preguntó si podría presentar un documento, al mismo tiempo que ofrecer una respuesta al escrito del señor Jacobs. En concordancia con esto, decidí escribir sobre el concepto de afirmación, con énfasis en su relación con la castidad y el problema del uso de pornografía y otras conductas indecentes. La primera parte de mi documento discute el concepto de “afirmación genuina” en la obra de Baars y Terruwe, mientras que la segunda parte revela cómo la persona, la presencia y los escritos de Juan Pablo II, específicamente su Carta a las Familias, ofrecen excelentes ejemplos de “afirmar la vida”. En la tercera parte, discuto las consecuencias para los individuos que han sido pobremente afirmados, o incluso no han sido afirmados como personas de valor y dignidad. 1 Este documento fue presentado, en parte, en la Convención de Miembros Académicos Católicos, en septiembre de 2004, en Pittsburg, Pennsylvania, USA, y es publicado en los procedimientos de la conferencia: La Iglesia, Matrimonio y la Familia, Kenneth D. Whitehead (ed.) (South Bend, Indiana: Periódico San Agustín, 2007), p 173-196.


Exploro cómo la necesidad de compensar la afirmación insuficiente puede motivar conducta indecente, incluyendo el uso de pornografía, como una pseudo-autoafirmación y una falsa auto negación. Finalmente, en la cuarta parte, reflexiono sobre cómo la castidad puede ser enseñada como fruto de la afirmación genuina y cómo la participación compulsiva en pornografía, o en cualquier comportamiento indecente, puede remediarse o prevenirse, a través de la recepción de una afirmación genuina de unos a otros. Antes de continuar, ofrezco algunos comentarios personales. Hace quince años, mientras ayudaba a comenzar el programa de maestría en consejería en la Universidad Franciscana de Steubenville, fui introducido a tres fuentes de sabiduría y conocimiento profesional que influyeron sobre mi pensamiento acerca del problema de la pornografía. Esas fuentes incluyeron, no solamente la psicología de Anna Terruwe y Conraad Baars, de inspiración tomística, sino también el Apostolado Coraje, un grupo de apoyo para católicos que experimentan atracción homosexual y quieren vivir castamente, y la obra de profesionales de salud mental, quienes eventualmente fundaron NARTH: Asociación Nacional de Investigación y Terapia de la Homosexualidad (por sus siglas en inglés). Junto con mi preexistente familiaridad con los escritos de Juan Pablo II, esas fuentes continúan dirigiendo mi trabajo profesional y académico. Como terapeuta, dedico una gran cantidad de tiempo a atender adultos y personas jóvenes que experimentan atracciones homosexuales indeseadas, y/o a sus seres queridos. Obro como consejero profesional y facilitador de encuentros para el Ministerio Coraje en la Diócesis de Fort Wayne – South Bend, Indiana.


Y como psicólogo supervisor para un número de terapeutas, ofrezco consejería sobre cómo asistir a pacientes que están luchando con las causas y consecuencias del uso adictivo o compulsivo de la pornografía y la masturbación (que normalmente acompaña estas prácticas). Esas experiencias profesionales forman el trasfondo práctico de lo que he escrito.

I.

La “Afirmación en la obra de Anna Terruwe y Conraad Baars 2 Los psiquiatras católicos Anna Terruwe y Conraad Baars desarrollaron una aproximación a la prevención y tratamiento de los desórdenes emocionales, que fue inspirada por su estudio de la psicología de Tomás de Aquino. Primero Terruwe, y posteriormente Baars como su estudiante, colega y traductor, estudiaron, enseñaron y emplearon en terapia una psicología Tomista aplicada. La mayoría de su trabajo se centra en la naturaleza, maduración, sanación y fortalecimiento de la vida emocional. La ecología de las emociones y las causas de una terapia para la represión emocional son un punto central de atención en su trabajo, pero las limitaciones de tiempo y espacio advierten una discusión adicional de esos tópicos.3 2 Esta y las siguientes secciones sintetizan o incluyen porciones seleccionadas de un documento anterior del autor titulado “Aspectos personalistas en la psicología tomista aplicada de Anna Terruwe y Conraad Baars”, de la editorial James Dubois, “Naturaleza y tareas de una Psicología Personalista” (Lanham, MD: Prensa Universitaria de América, 1995), 113-139; el cual fue una versión ampliada de “Aspectos personalistas en la obra de Conraad Baars y Anna Terruwe”, documento presentado en la conferencia del Instituto para Psicología Personalista (IPP) en octubre/1994, en la Universidad Franciscana de Steubenville, Ohio, USA.


3 Adicionalmente al escrito del autor citado arriba, otros medios de información sobre una comprensión Tomística de las emociones, incluyen: Tomás de Aquino, Suma Teológica, I-III, QQ, 22-48; Baars, Conrad W. Sintiendo y sanando sus emociones (edición revisada) Suzanne Baars y Bonnie Shayne (editores). Gainsville, Fl: Bridge-Logos, 2003; Catecismo de la Iglesia Católica, Segunda edición,. Washington: Conferencia Católica de Estados Unidos – Librería Editrice Vaticana, 1997; # 1762-1775; Groeschel, Fr. Benedict, CFR. La Reforma de la Renovación (San Francisco: Ignatius, 1990). Cf. Capítulo Cinco: “La conversión de las emociones”; Ripperger, Fr Chad, FSSP. Introducción a la ciencia de la salud mental: Psicología Filosófica (Vol. 1), publicado por el autor; Terruwe Anna & Baars Conrad. Integridad psíquica y sanación. Nueva York: Alba House, 1981; Vogt, Fr. Emmerich, O.P. Las pasiones: Una guía para entender sus sentimientos y emociones. Portland, OR: La rtevista de los 12-pasos #S-2, 2000.

Otro punto de atención importante de su obra, fue la afirmación, o, como Conrad Baars solía decir en los últimos años de su vida, “afirmación de vida”. La comprensión de la afirmación de Terruwe y Baars puede resumirse como sigue: Para madurar emocionalmente, cada persona debe experimentar ser afirmada. La afirmación es la “necesidad fundamental” universal4 para ser fortalecido (confirmado) emocionalmente, intelectualmente y moralmente. Esto ocurre mientras uno reconoce y “siente” la bondad propia del otro, su valor, su significado, su ser persona, a través de la presencia, apariencia y acciones de aquellos significativamente importantes, particularmente los padres. Ser afirmado involucra tener la experiencia de que las personas son amadas simplemente por ser, por quienes ellas son, en lugar de por lo que pueden hacer, lograr, producir o tener.


Aun cuando los seres humanos nunca pierden la necesidad de afirmación, la experiencia de “ser afirmado” ocurre inicialmente, e idealmente, con los padres y/o personas significantes que son capaces de presentar a sus hijos “plena atención de su ser integral” y así son capaces de reconocer y ser movidas con gozo por la bondad, la verdad y la compasión de sus hijos, cuando éstas no están suficientemente desarrolladas, o se encuentran débiles.5 Terruwe y Baars consideran que la afirmación es tan fundamental, que llaman el ser afirmado, como el “nacimiento psíquico” (entendido como psicológico) de una persona. En Integridad psíquica y sanación, ellos escriben: “Ser y sentirse aceptado y aprobado por otros constituye el segundo nacimiento del hombre, su nacimiento psíquico (psicológico). Así como un ser humano es incapaz de nacer por sí mismo, de la misma manera no es capaz de aceptarse y amarse a sí mismo sin el amor previo de otros. Recibimos nuestra única y específica humanidad plena, de otros. Es de esta afirmación que recibimos la fortaleza de ser auténticamente humanos, por ejemplo, para dar a otros en reciprocidad a su única y específica humanidad” (énfasis en el original).6


Para el afirmador, actuar de manera afirmante es secundario a ser afirmante. El proceso de lo que Baars llama los ABCs de afirmar la vida, involucra primero la presencia atenta y la consciencia del afirmador, con y para la persona que va a ser afirmada. Tal consciencia atenta resulta en que el afirmador es movido (con sentimientos genuinos), por la realidad y bondad del otro. Tal sentido de empatía conduce a una comunión entre el afirmador y el otro, en tanto que el primero, espontáneamente revela (de manera no verbal), una estima y cuidado por el segundo. El afirmado, tal como es, “experimenta su propia verdad, bondad, belleza, valor” y su potencial para un florecimiento futuro, en y a través de la atenta presencia del afirmador. Mientras se suplen las necesidades del otro, el afirmador puede o no decir o hacer algo para expresar explícitamente este cuidado. Las acciones intencionales o habituales, los gestos o palabras, pueden o no ser necesarios para la afirmación de la persona. La comunicación explícita o la acción, no necesariamente (pero puede, apropiadamente) hacer que el afirmador sea movido con amor y compasión hacia el afirmado, para sentir este fortalecimiento emocional. La afirmación, o la vida afirmante, es fundamentalmente un estado de ser, no de hacer, y la comunión implícita es necesaria, y quizás suficiente, para que ocurra nuestro nacimiento emocional.


4 Conraad Baars y Anna Terruwe, Sanando lo no afirmado: Reconociendo la neurosis de deprivación (Nueva York: Alba House, 1976), 204. 5. Baars, Sentimientos y sanación, 153. 6. Terruwe y Baars, Integridadd psíquica, 24.

II.

Juan Pablo II como el “Papa de la Afirmación” “La verdad que le debemos al hombre, es, primero y lo más importante, una verdad acerca del hombre”. 7 Esta cita viene de una reflexión del Papa Juan Pablo II en Puebla, México, para los obispos latinoamericanos y el clero, durante la primera visita de su papado a las Américas, en enero de 1979. Baars utiliza esta cita en el epílogo de la edición de 1979 de su libro Sintiendo y sanando sus emociones, y Anna Terruwe y él, la usaron en 1981, en el prefacio y el primer capítulo de su último libro como co-autores, Integridad psíquica y sanación. 8 Baars murió en el otoño de 1981, habiendo vivido solamente durante los tres primeros años del pontificado de Juan Pablo II. Pero, durante el primer año de su papado, Baars ya había declarado a Juan Pablo II como “un excelente ejemplo de lo que se trata toda la vida afirmante”.


Dos meses después de la visita de Juan Pablo II a México, publicó su primera Encíclica, Redemptor Hominis, la cual expresa la esencia y el corazón del pensamiento de Terruwe y Baars. La siguiente cita de Juan Pablo II es un profundo eco de lo que ellos entendían por afirmación: “El hombre no puede vivir sin amor. Permanece como un ser que es incomprensible para él mismo, su vida no tiene sentido, si el amor no le es revelado, si no encuentra amor, si no lo experimenta y lo hace propio, si no participa íntimamente de él. Esto, como ya se ha dicho, es por lo cual, Cristo, el Redentor, “se revela a sí mismo plenamente al hombre”. Si podemos usar esta expresión, esta es la dimensión humana del misterio de la Redención. En esta dimensión, el hombre encuentra de nuevo la grandeza, dignidad y valor que pertenecen a su humanidad”. 9


Baars (con Terruwe), se habían reunido antes con Juan Pablo II, en 1971, cuando era el Cardenal Karol Wojtyla, durante un viaje al Vaticano, para discutir su psicología de inspiración Tomista. Baars recordó que, en esa reunión, estaba impresionado por la inteligencia del futuro Papa, su apertura para hacer preguntas y fomentar la discusión, y la habilidad de hacerlos sentir cómodos. Durante el primer año de su pontificado, Baars notó la forma de genuina afirmación con la que el Cardenal Wojtyla “mueve a las personas por su amor y por su coraje para hablar lo que debe hablar, aun en presencia de sus enemigos”. En un taller grabado en video, Baars muestra y describe una caricatura de Juan Pablo II en la que tiene “una gran sonrisa y amor en su cara”, para su rebaño, mientras golpea a un comunista en el rostro con su cayado de pastor en la mano izquierda. Baars asegura: “Este es realmente el hombre de nuestro tiempo!”.10


Además de ser impresionados por la persona, la presencia y el comportamiento emocionalmente afirmantes de Juan Pablo II, como sugiere la cita mencionada arriba, Baars y Terruwe también admiraban su afirmación intelectual y moral. Creo que no subestimo, cuando digo que los escritos y charlas de Juan Pablo II están llenas de verdades intelectuales y morales, plena y genuinamente afirmantes.

7 Sintiendo y sanando sus emociones, 283-284; Integridad psíquica y sanación, 3. 8 Esta fue una edición revisada de la primera traducción al inglés de la tesis doctoral de Terruwe: La neurosis a la luz de la Psicología racional (1960) 9 Juan Pablo II (Marzo 1979), Redemptor Hominis (Boston: Libros & Medios San Pablo), n 10. Este párrafo citado con tinúa: “En el misterio de la Redención, el hombre viene a ser nuevamente “expresado” y, de cierta manera, nuevamente creado. Él es nuevamente creado! … El hombre que desea entenderse a sí mismo a fondo y no solamente con los estándares y medidas inmediatos, parciales, a menudo superficiales, y aun ilusorios de sí mismo, debe, con su inquietud, su incertidumbre, y aun con su debilidad y pecaminosidad, con su vida y muerte, acercarse a Cristo”. 10 Conraad Baars, Vida afirmante & sanación (1979). Video (VHS) del Taller de graduados en Teología, Instítuto Bíblico Carismático Católico, Universidad de Santa María, San Antonio, Texas (Boston: Hijas de San Pablo, 1992).


En concordancia con el tema de la conferencia “El año internacional de la familia”, y teniendo en cuenta que es el décimo aniversario de la Carta a las Familias del Santo Padre, ofrezco algunas citas de la Carta, a manera de ejemplos. En el capítulo 15, titulado “El cuarto mandamiento: “Honra a tu padre y a tu madre”, Juan Pablo II expresa bien la esencia de lo que Terruwe y Baars entienden por afirmación. El Santo Padre escribe que este mandamiento es un profundo llamado al “honor mutuo”: para los padres, de honrar a sus hijos y entre ellos, así como, más literalmente, para los hijos, honrar a sus padres. Explica: “Honrar significa reconocer! Podríamos ponerlo de esta manera: déjate guiar por el firme reconocimiento de la persona … un reconocimiento simplemente porque es una vida concreta, ésta vida individual. Honrar al otro, entonces, es, esencialmente, una actitud de generosidad. Podría decirse que es un sincero obsequio de persona a persona, y en ese sentido, el honor converge con el amor” .11


Antes de esto, en el capítulo 11 (La entrega sincera de sí mismo) y el capítulo 12 (Paternidad y maternidad responsables), Juan Pablo II reafirma y explica las enseñanzas del Concilio Vaticano II de que el hombre “no puede encontrarse a sí mismo plenamente, excepto a través de una sincera entrega de sí”. Esta aparente contradicción, “es la paradoja magnífica de la existencia humana: una existencia llamada a servir a la verdad en el amor. El amor induce al hombre a encontrar plenitud a través del sincero don de sí. Amar significa dar y recibir algo que no puede ser comprado ni vendido, sino solamente dado gratuitamente y mutuamente”. 12 La sincera auto-donación es el camino necesario para la satisfacción humana plena, porque “el hombre ha sido creado a imagen y semejanza de Dios, y redimido por el único Hijo del Padre, quien se hizo hombre por nosotros y por nuestra salvación”. 13

III La pornografía como la Pseudo-autoafirmación que niega a la Persona En esta sección, respondo más directamente al tema del escrito del señor Jacobs. Discuto cómo, participar en pornografía puede ser considerado un ejemplo de “pseudo-autoafirmación”, en el sentido entendido en la obra de Terruwe y Baars, y las ideas relacionadas en los escritos de Juan Pablo II. Verdaderamente, la mayoría de lo que he escrito, aplica también para otras formas de impureza, así como conductas no sexuales compulsivas o adictivas, subyacentes a la pornografía o la masturbación, su frecuente compañera. 14


El señor Jacobs discute las consecuencias negativas de la pornografía sobre la personalidad (y la “comunión de personas”) de quienes participan en su producción, distribución o consumo. La participación en pornografía es justificablemente caracterizada como una objetivización, negación o despersonalización de aquellos que participan en ella. Mi contribución a su discusión es considerar la motivación de tal participación, especialmente por consumidores compulsivos o adictos. Usando las ideas de Baars, Terruwe y Juan Pablo II, explico a continuación el concepto de pseudo-autoafirmación y cómo el compensar una pérdida significativa de afirmación, puede ser una motivación fuerte para participar en pornografía. 11 Papa Juan Pablo II (1994), Carta a las familias (Boston, MA: Libros & Medios Paulinos), #15 12 Ibid, #11. 13 Ibid, #12. Creo que un desafortunado significado contemporáneo de la palabra “sincero”, puede impedir una comprensión exacta. La verdad de que la auto-satisfacción viene de una sincera e idealmente mutua auto-entrega, significa más que hacer cosas con “buenas intenciones” o “de buena fe”. La verdad de esta declaración del Concilio y su reafirmación por Juan Pablo II, depende del significado de sincero, no como una cualidad o intención, o de un proceso, sino de la realidad. Una entrega “sincera” en el sentido pleno, significa, una entrega que es “genuina”, “real”, o “válida”; una entrega que está libre de hipocresía, engaño o simulación” (Diccionario estándar de escritorio


Funk & Wagnall, N.Y.: Harper & Ro, 1984). A menudo me he preguntado, si la aseveración de que el hombre no se puede encontrar plenamente a sí mismo, excepto a través de una sincera entrega de sí, puede ser expresada mejor de la siguiente manera: “excepto a través de una sincera y sabia entrega de sí”. 14 El Catecismo de la Iglesia Católica (1997, segunda edición; Washington: Conferencia Católica de los Estados Unidos – Librería Editrice Vaticana, 1997), describe “pornografía” como el comportamiento que “consiste en dar a conocer actos sexuales reales o simulados fuera de la intimidad de los protagonistas, exhibiéndolos ante terceras personas de manera deliberada. Ofende la castidad, porque desnaturaliza la finalidad del acto sexual, la entrega íntima mutua de los esposos. Causa grave injuria a la dignidad de los participantes (actores, comerciantes, público), puesto que cada uno viene a ser un objeto de un placer rudimentario y se obtiene una ganancia ilícita. Introduce a unos y a otros en la ilusión de un mundo ficticio. Es una falta grave” (#2354). Jacobs cita la descripción del Catecismo de “masturbación”.

Muy rápidamente, una persona puede vincularse al uso habitual de pornografía, como un intento fallido de compensarse por haber sido afirmada pobremente, o incluso no afirmada, o negada como persona de valor y dignidad. Terruwe y Baars explican que la necesidad humana de afirmación, es tan fundamental, que las personas que son significativamente no afirmadas o inadecuadamente afirmadas, probablemente van a ser emocionalmente no desarrolladas, y conducidas a buscar la experiencia de ser amadas y aceptadas, y/o a escapar a la experiencia de sentirse no amadas o rechazadas, en una gran variedad de formas fallidas. 15


Terruwe y Baars llaman a la acción auto-fallida, es decir, al hábito o estilo de vida de tratar de hacerse sentir afirmado a sí mismo, como “auto-afirmación”. 16 Aun cuando es posible una sana auto afirmación para las personas que ya han sido afirmadas, que son emocionalmente maduras y que pueden ser enseñadas y entrenadas por personas que no lo son, Terruwe y Baars usan el término “auto-afirmación”, casi exclusivamente, para significar “pseudo- auto afirmación”. Utilizo este último término para evitar confusión. La pseudo-auto afirmación significa “buscar amor en los lugares equivocados”. “Los pseudo-autoafirmadores pueden buscar la experiencia de ser afirmados y/o evitar los sentimientos de ser no afirmados o desafirmados, de muchas maneras: acumulando riquezas financieras o posesiones materiales, adquiriendo símbolos de estatus, tales como grados profesionales o reconocimientos académicos, desplegar un esfuerzo excesivo para alcanzar éxito ocupacional, o reconocimiento de la comunidad, búsqueda de poder político, convertirse en famoso o asociarse con otros que son famosos, involucrarse en promiscuidad sexual, o abuso de drogas y otras sustancias.


Las personas con baja afirmación, que son muy talentosas, atractivas o asertivas, pueden ser particularmente propensas a los estilos de vida pseudo-auto afirmantes, centrados en la búsqueda de riqueza, fama, poder o placer”. 17 Los estilos de vida de los pseudo-autoafirmadores, pueden convertirse verdaderamente en “círculos viciosos” auto-fallidos. Tales intentos de crear experiencias de ser amado o valorado, solo dejan sentimientos más profundos de no ser amado o valorado, los cuales pueden conducir a esfuerzos adicionales más intensos y auto-fallidos. 18 Algunos hábitos pseudoautoafirmantes pueden ser clasificados con precisión como “adicciones psicológicas o adicciones secundarias”. En tales casos, la necesidad insatisfecha de afirmación, es la fuerza motivante detrás de la inhabilidad de una persona para limitar o detener la conducta “adictiva”. Por supuesto, con una adicción a una droga u otra sustancia, puede existir una adicción “primaria”. Las compulsiones sexuales pueden ser un efecto secundario de la carencia de afirmación, así como un efecto primario de una represión emocional.


Una característica de las conductas sexuales compulsivas, consiste en una preocupación egoísta que impide “la sincera entrega de sí”, que Juan Pablo II y el Concilio Vaticano II describen como esencial para la realización humana plena. Las compulsiones sexuales y las adicciones, involucran un grado de “cautiverio” psicológico o esclavitud. Las personas que actúan de una manera psicológicamente compulsiva o adictiva, han perdido un grado significativo de libertad para escoger lo contrario. En el capítulo 14 (El amor es exigente) de la Carta a las Familias, Juan Pablo II enfatiza que, darse a sí mismo como sincero don “para otros”, está en el corazón de la verdad evangélica sobre la libertad. La persona se realiza a sí misma por el ejercicio de la libertad en la verdad. La libertad no puede ser entendida como una licencia para hacer absolutamente cualquier cosa: significa una entrega de sí. Aún más, significa, una disciplina interior de la entrega”.


15 Terruwe y Baars, Sanando lo no afirmado, capítulos 1-2. 16 Ibid.; Terruwe y Baars, Integridad psíquica, 25; Baars, Nacido solo una vez, 73-80 17 Cf. Baars, Nacido solo na vez. 18 Ibid, 92.

En este contexto, el Santo Padre contrasta el personalismo genuino, con el individualismo, que es antítesis de una sincera entrega de sí. Explica que, en contraste con una persona haciendo una libre y “sincera entrega” de sí: “El individualismo presupone un uso de la libertad en el cual el sujeto hace lo que quiere, en el cual él, por sí mismo, es quien “establece la verdad” de lo que sea que encuentra agradable o útil. No tolera el hecho de que alguien más “quiere” o demanda algo de él, en el nombre de una verdad objetiva. No quiere “dar” a otros sobre la base de la verdad; no quiere convertirse en “sincero don”. El individualismo, así, permanece egocéntrico y egoísta. La real antítesis entre el individualismo y el personalismo emerge, no solamente a nivel de teoría, sino, aún más, en el nivel del “ethos” (estilo de vida ). El “ethos” del personalismo es altruista: mueve a la persona a convertirse en don para los otros y a descubrir gozo en darse a sí misma. Este es el gozo sobre el cual Cristo habla (cf. Juan 15:11; 16:2022)”. 19


En contraste con el ethos del personalismo, el ethos cultural del individualismo frustra en últimas la búsqueda humana de gozo, auto cumplimiento, auto entrega. El individualismo está enraizado en el “utilitarismo ético”, que está fundamentado en sí mismo sobre “la continua búsqueda de la máxima felicidad. Pero es una felicidad utilitarista, vista solamente como placer, como gratificación inmediata para el beneficio exclusivo del individuo, aparte de, u opuesta, a las demandas objetivas del verdadero bien”. 20 Como tal, el ethos del individualismo proporciona apoyo significativo individual y cultural para el comportamiento promiscuo, incluyendo la participación en pornografía y la también, demasiado común, práctica de la masturbación. Esas y todas las compulsiones del comportamiento indecente, son causadas por el individualismo, e invariablemente causan empeoramiento de la persistente tendencia humana hacia el egoísmo y el egocentrismo. 21


La discusión adicional de Juan Pablo II del “amor libre”, también tiene particular relevancia para la pornografía y sus conductas “complementarias”. Él escribe que: “El fenómeno del así llamado “amor libre”, es particularmente peligroso, porque usualmente es sugerido como una forma de seguir los sentimientos “reales” de una persona, pero de hecho es destructiva del amor. Cuántas familias han sido arruinadas por causa del “amor libre”! Seguir en cada instancia un impulso emocional “real”, invocando un amor “liberado” de todos los condicionamientos, significa nada más que hacer al individuo esclavo de esos instintos humanos, que Santo Tomás llama “pasiones del alma”. El “amor libre” explota la debilidad humana; le da cierta “capa” de respetabilidad, con la ayuda de la seducción y la bendición de la opinión pública. De esta manera, hay un intento de “aliviar” las consciencias, creando una “coartada moral”. Pero no todas las consecuencias se toman en consideración, especialmente cuando quienes terminan pagando, aparte del otro cónyuge, son los niños, marginados de un padre o madre y condenados a ser, de hecho, huérfanos de padres vivos. 22


19 Juan Pablo II, Carta a las Familias, #14. 20 Ibid. 21 La verdad y el significado de la sexualidad humana: guía para la educación en la familia (Consejo Pontificio para la Familia. Boston, MA: Libros & Medios Paulinos, 1996) habla acerca de la necesidad de tener siempre en cuenta que la sexualidad humana está afectada por el pecado original. Específicamente, en cuanto a la enseñanza de la doctrina y la moralidad católica acerca de la sexualidad, los efectos perdurables del pecado original deben ser tenidos en cuenta, es decir, la debilidad humana y la necesidad de la gracia de Dios para superar las tentaciones y evitar el pecado” (#122-123).

Muchos niños y adultos fueron afirmados solo parcialmente, o no del todo, porque sus padres u otros adultos significantes estaban físicamente ausentes demasiado a menudo, o en momentos importantes, y/o no estaban emocionalmente disponibles, aunque sí estaban físicamente presentes. Como escribe Juan Pablo II arriba, tales niños no afirmados o desafirmados, pueden ser llamados correctamente “huérfanos de padres vivos”. Analógicamente, sus padres, madres, o allegados, que quedaron físicamente o psicológicamente abandonados, merecidamente pueden también ser llamados “Viudas/os de esposos vivos”. Los niños que son deprivados del amor de una madre o un padre, pueden experimentar “muchas consecuencias terribles”.


Los niños y adultos abandonados emocionalmente, físicamente, o aun sexualmente, comúnmente experimentan “heridas dolorosas, abiertas, escondidas” en sus corazones. 23 Tales heridas, así como los malos ejemplos, si no son perdonados, sanados o resueltos de otra manera, probablemente se repetirán en múltiples generaciones de hombres, mujeres y niños pobremente amados y pobremente proveedores de afecto. El dolor emocional y la tristeza causada por tales heridas, a menudo conduce a los jóvenes a experimentar y persistir en conductas promiscuas auto-confortantes, autotranquilizadoras, anestésicas del dolor emocional. La práctica persistente, conduce a hábitos que se prolongan en la adultez. Estos hábitos pseudo-autoafirmantes, muy comúnmente desembocan en verdaderas compulsiones y adicciones, que involucran una negación de la verdad acerca de sí mismo y de los otros, y la disminución de la libertad y la capacidad de “amor sincero”. La participación habitual o compulsiva en pornografía (y masturbación), a menudo es motivada por una necesidad psicológica subyacente de afirmación genuina, que se perdió durante la infancia o juventud de una persona.


Cuando las personas intentan compensar sus necesidades no satisfechas de auténtico amor, a través de vicios sexuales, comúnmente encuentran que la necesidad no satisfecha crece más intensamente. Así como una persona que habitualmente mitiga el apetito legítimo de nutrición, con comida chatarra, deliciosa, pero no nutritiva, termina siendo una persona desnutrida, de la misma manera, quienes participan en pornografía, terminan siendo personas emocional y espiritualmente desnutridas. Todas las conductas pseudo-afirmantes, incluyendo aquellas “lujuriosamente” gratificantes (por ejemplo, el deseo desordenado de obtener placer sexual, que es moralmente desordenado cuando se busca por sí mismo, aislado de los propósitos procreativo y unitivo), 24 en últimas dejan a la persona frustrada e insatisfecha. La pseudoautoafirmación somete a la persona a ser menos capaz de recibir o dar amor, sexualmente o de otra manera. También frustra la genuina “comunión de personas” que ellas necesitan intrínsecamente, aunque tal vez no conscientemente. En un intento de satisfacer legítimas necesidades de afirmación, el “círculo vicioso” del uso de pornografía, etc., se perpetúa a sí mismo, a menos que la persona sea capaz de aprender cómo amarse y amar a otros de maneras genuinamente afirmantes.


IV Castidad: El fruto de la genuina afirmación La genuina afirmación y el crecimiento en la castidad, son medios de prevenir y remediar la pseudo-auto afirmante participación en pornografía. Ser enseñado, y aprender a ser casto en la juventud, permite evitar ser atrapado en la práctica habitual de la pornografía y otras conductas promiscuas. Comenzar a aprender, o reaprender a ser casto, después de haber desarrollado hábitos promiscuos, es la sencilla, pero no fácil, vía por la cual, alguien atrapado en la promiscuidad, puede llegar a ser libre de amarse y amar a otros. Sin importar si se trata de educación, prevención o remedio, la afirmación genuina de sí mismo y por otros, es una condición necesaria para crecer en castidad.


Mientras el Catecismo nos recuerda: “La castidad significa la integración exitosa de la sexualidad en la persona y así la unidad interna del hombre en su corporeidad y en su ser espiritual. La sexualidad …. viene a ser personal y verdaderamente humana cuando es integrada en la relación de una persona con otra, en la completa y prolongada entrega mutua de un hombre y una mujer” (#2337). La castidad involucra un crecimiento “en el dominio de sí, que es un entrenamiento en la libertad humana. La alternativa es clara: o el hombre gobierna sus pasiones y encuentra paz, o se deja dominar por ellas y termina siendo infelíz” (#2339). Este dominio de sí es un “trabajo largo y exacto de toda la vida” (#2342) que requiere “auto conocimiento, práctica de una ascesis adaptada a las situaciones que lo confrontan, obediencia a los mandamientos de Dios, ejercicio de las virtudes morales y fidelidad a la oración” (#2337).


“La virtud de la castidad florece” y “es expresada notablemente, en la amistad con el prójimo” no importa si es “entre personas del mismo sexo o del sexo opuesto” (#2347). Prevención a través de la educación y la formación en castidad Desde la perspectiva de Baars y Terruwe, la educación (formación) de los hijos en castidad ocurre invariablemente, tanto explícita como implícitamente, si se es afirmado genuinamente. Como se estableció arriba, en la Parte I, ser afirmado involucra nuestro ser, confirmado o fortalecido, intelectual, moral, y emocionalmente. El fortalecimiento emocional ocurre mientras experimentamos (por ejemplo, notamos y somos movidos por) los cambios visibles, sensibles, físicos, en el rostro del afirmador, su voz y postura. El genuino fortalecimiento intelectual y moral requiere que a una persona le sea dado y reciba la precisa verdad intelectual, moral y espiritual. La mente intuitiva (intellectus), así como la mente lógica (ratio), y la voluntad, requieren una dieta balanceada de oportunas verdades. Baars escribe acerca de la necesidad de:


“Un balance entre la afirmación emocional e intelectual, entre dar saludable alimento emocional y verdades intelectuales …. Si uno da saludable alimento emocional, junto con insuficiente alimento espiritual e intelectual, las emociones carecen de la necesaria orientación y temple. Si, por otra parte, uno da en abundancia verdades intelectuales y espirituales, junto con comida chatarra emocional, entonces uno ofrece solamente medias verdades.” 25 Para que ocurra la afirmación intelectual, es necesario que los padres y otros “educadores” familiares y sociales, enseñen la verdad racional, moral, y espiritual, en el momento correcto y de la forma correcta. Los niños necesitan ser enseñados de acuerdo con su madurez, su habilidad para entender y el reto de aprender, ser y hacer todo lo que son capaces. Los niños también necesitan que sus padres y otros educadores no les den lo que no están listos para aceptar y que no les exijan o esperen de ellos lo que más tarde no podrán hacer o dar. Además, los niños necesitan que sus educadores les enseñen con el ejemplo, así como con las palabras, para vivir las verdades intelectuales y morales que les enseñan.


Los padres genuinamente afirmantes, sus sustitutos y todos los cuidadores de los jóvenes, necesitan especialmente abstenerse de todo comportamiento inmoral, ya sea en relación con los niños o en su presencia. Esto requiere “amor auto regulado” por parte de los padres. 26 Vale la pena citar aquí un pasaje del documento Verdad y significado de la sexualidad humana, del Pontificio Consejo para la familia. Mientras el documento ofrece sabiduría para educar (enseñar o formar) a los hijos de todas las edades en castidad, es particularmente notable la orientación para los adolescentes. En este documento, el Pontificio Consejo asegura que "durante las etapas de la adolescencia, la sexualidad tiene un significado positivo para la armonía personal y el desarrollo de las personas. Por lo tanto, los adolescentes en particular, deben ser amorosamente persuadidos de que el uso desordenado del sexo tiende progresivamente a destruir la capacidad de la persona de amar, obteniendo simplemente placer, en lugar de una sincera entrega de sí, que es el fin de la sexualidad, y tiende a reducir a las personas a objetos para la gratificación propia.


De esta manera el significado del verdadero amor entre un hombre y una mujer (amor siempre abierto a la vida) termina debilitado, así como la familia en sí misma”. 27 En sintonía con la comprensión de Terruwe y Baars de “auto-dominio”, amor parental afirmante, La verdad y significado de la sexualidad humana reconoce la importancia de las “amistades” durante la adolescencia, y que “la adolescencia es un tiempo en el que la gente joven disfruta más autonomía en sus relaciones con otros y en las horas que viven en el ambiente familiar”. 25 Baars, Sentimientos y sanación, 234. 26 Baars y Terruwe, Sanando lo no afirmado, 185-189.

Pero este documento también advierte que, “sin quitarle” la recta autonomía al adolescente, los padres deben, “cuando sea necesario, saber decir NO a sus hijos y, al mismo tiempo, deben saber cultivar un gusto en sus hijos por lo que es bello, noble y verdadero. Los padres también deben ser sensitivos a la auto estima de los adolescentes, la cual debe pasar a través de una fase confusa cuando ellos no tienen claridad sobre lo que significa y requiere la dignidad personal”. 28 De manera similar, La verdad y significado de la sexualidad humana, también recuerda a los padres que, a través de su “consejo amoroso y paciente”, ellos serán capaces de “ayudar a la gente joven a evitar un excesivo encerramiento sobre sí mismos.


Cuando sea necesario, también les enseñarán a ir contra las corrientes sociales que tienden a sofocar el verdadero amor y el aprecio de las realidades espirituales”, especialmente mirando a Cristo para “restaurarlos, establecerlos y fortalecerlos” en sus esfuerzos. (1Pedro 5:8-10). 29 La sabiduría clínica de Terruwe y Baars también merece ser escuchada y atendida. Por una parte, dar información precisa acerca de la ley moral a los niños, antes de que sean suficientemente maduros para entenderlo, y dar información imprecisa, ambas situaciones han conducido a represión emocional. Por ejemplo, enfatizar la conducta moral de los niños, de una manera que sugiera que “la conducta pecaminosa es siempre un pecado”, puede resultar en que los niños desarrollen un miedo irracional o una búsqueda inquieta de la ley moral. Algunas personas sinceras, sensibles e inteligentes, pueden desarrollar dificultades emocionales como resultado de habérseles enseñado verdades morales prematuramente, imprecisamente o de una manera impuesta basada en el miedo.


Los escrúpulos o las dificultades con conductas obsesivo-compulsivas, pueden surgir, si los jóvenes terminan creyendo equivocadamente que fue un error (incluso pecaminoso) para ellos, sentir ciertas emociones y sensaciones físicas, y de ese modo empujan tales emociones y sensaciones fuera del rango de la consciencia. 30

Por otra parte, una forma de pseudo-autoafirmación o negación de la personalidad de niños y adultos, puede ocurrir cuando los educadores psicológicos y espirituales, incluyendo a los padres, incorporan bajos estándares morales, dando el mensaje de que “un pecado no es pecado”. 31 Esto puede ser comunicado directamente, con palabras habladas o escritas, o indirectamente, a través de la indiferencia, la orientación demasiado permisiva, o la ausencia de orientación, y el mal ejemplo. Esta “mente abierta” conduce a niños y adultos a pensar que son demasiado “débiles” para vivir la moral, que ésta es demasiado difícil, o que el gusto de la vida moral no justifica el esfuerzo requerido. Esta negación intelectual y moral también deja a niños y adultos en gran riesgo de sufrir daño psicológico y espiritual, como consecuencia de acciones o estilos de vida inmorales, tales como participar en pornografía.


No quiero minimizar la dificultad que tienen los padres y otros “educadores parentales” para enseñar a los jóvenes la vida virtuosa. Y no quiero pasar por alto la necesidad de que, aquellos que “educan” a los jóvenes en la virtud, tienen que buscar la misma asistencia divina para enseñar que los jóvenes necesitan vivir la castidad y todas las virtudes. Gracias a Dios, en Él, todas las cosas son posibles! La solución de la “Castidad interior” a través de la genuina (auto) afirmación Alguien que está cautivo en el uso habitual, compulsivo, o aún, adictivo, de la pornografía o de otras conductas promiscuas, puede encontrar libertad a través del crecimiento en castidad. El fundador de Coraje, el padre John Harvey, OSFS, exhorta a los miembros de Coraje, y finalmente a todos los que tienen que luchar con vivir castamente, a alcanzar la “castidad interior”, de acuerdo con el modelo de los “Doce pasos”. A diferencia de la castidad “ansiosa”32, lo que los grupos de los Doce pasos, como Alcohólicos Anónimos, o Sexólicos Anónimos, llaman sobriedad o abstinencia forzada, la castidad interior es paz de la mente y gozo del corazón, así como auto-disciplina de la conducta sexual (continencia). El lenguaje de los Doce pasos lo llama “serenidad”. Alcanzar serenidad requiere disciplinas espirituales, como sumisión y conversión a la voluntad de Dios, arrepentimiento y confesión del mal proceder, dar y recibir perdón, y hacer enmienda por las malas acciones de uno, rendición de cuentas, oración y servicio. 33 Tales pasos son implícitamente y genuinamente afirmantes. 27 Verdad y significado de la sexualidad humana #105 28 Ibid #107 29 Ibid #108


30 Baars, Sentimientos y sanación, 120 31 Ibid 41-42

Genuina afirmación Las personas no afirmadas o desafirmadas, pueden ayudarse a sí mismas a romper el ciclo auto-fallido, como el uso compulsivo de pornografía, buscando la presencia de adultos afirmantes que son emocionalmente, moralmente e intelectualmente maduros. Aquellos que están viviendo auténticamente la vida afirmante, son capaces de reconocer y ser movidos con compasión por la bondad y el sufrimiento de aquellos que no han sido afirmados. De manera esperanzadora, cualquier terapeuta, consejero, cuidador, o aún amigos prudentes y sabios que son consultados en busca de ayuda, son auténticamente personas afirmantes, capaces de un amor con auto-dominio. Esto significa, en palabras de Adrian van Kaam, que los cuidadores son capaces de responder y atender la necesidad fundamental de quien sufre y clama: “por favor, está conmigo y por mí” (énfasis añadido). 34 Un afirmador genuino es aquel que puede estar plenamente presente con quien sufre y amarlo incondicionalmente.


Un afirmador es una persona en quien “la amabilidad (o la misericordia, o el amor) y la verdad se encuentran” y “la justicia y la paz se besan” (cf. Salmo 85:11). Los no afirmados que están atrapados en compulsiones sexuales, necesitan la presencia amorosa de alguien que, al mismo tiempo, no apruebe la castidad y no condene a alguien por ser promiscuo. Genuina Auto-afirmación De acuerdo con Baars y Terruwe, el primer paso que las personas no afirmadas pueden necesitar dar para prepararse a la presencia auténticamente afirmante de otros, es detener o evitar cualquier conducta pseudoautoafirmante (tal como el uso crónico de la pornografía). Esto es fácil de hacer, si realmente han comenzado a experimentar el trato con una persona emocionalmente afirmante, quien verdaderamente las cuida con amor de autodominio. Otro punto es, aprender a llevar un estilo de vida más calmado, más paciente, de manera que el no afirmado pueda ser más presente para los otros y reconocer mejor la bondad en los demás y en sí mismo. Un tercer paso, involucra típicamente, el convertirse en una persona más asertiva.


Esto incluye detener la tendencia de agradar a los demás y correr el “riesgo” de “herir los sentimientos de otros”, mientras hace lo que realmente parece correcto. Otro punto incluye practicar la “imaginación positiva” y el amor con dominio propio. Baars encarece a los no afirmados (y también a quienes están aprendiendo a sentir emociones que antes estaban reprimidas), ser suaves consigo mismos y con sus sentimientos, que parecen tan “infantiles”. Es necesaria la paciencia para permitir “sacar a flote” todas las emociones no suficientemente desarrolladas o reprimidas, en su propia forma y a su propio ritmo, de acuerdo con la “ley de gradualidad”. 32 He escuchado al Padre Harvey hablar de castidad “interior” y castidad “ansiosa” en numerosas ocasiones. 33 Cf. Los doce pasos: Una jornada espiritual (Curtis, WA: RPI Publishing, 1994), xii-xiii 34 Adrian van Kaam, El arte de la consejería existencial (Denville, NJ: Dimension Books, 1966), 33.

La madurez emocional también involucra una etapa de “ensayo y error”, así como una etapa de éxito en el aprendizaje, sin importar cuándo y cómo expresar o escoger la forma de actuar bajo la influencia de emociones que están despertando. 35 En consonancia con la sabiduría de los grupos de los 12 pasos, la experiencia de movimientos de paternidad moderna, tales como los Guardianes del Pacto de San José y Los Guardianes de la Promesa, ofrecen a los hombres que tienen que luchar para ser castos y que fueron pobremente afirmados, crecer con un mensaje de apoyo, que es a la vez un reto. Los hombres que crecieron sin experimentar genuina afirmación de sus padres, tienden a tener problemas para saber lo que significa ser “un hombre”, con compromiso en las relaciones y con castidad (conducta sexual auto-disciplinada).


Superar los efectos de la ausencia paternal física y emocional, y quizás la correspondiente sobreprotección maternal, involucra típicamente ayudar a los hombres a: alcanzar la paz, iniciar o completar un proceso de duelo (por pérdida o usencia), apoyo psicoterapéutico para organizar y resolver situaciones relacionadas con los recuerdos, así como de emociones arrinconadas y relaciones actuales con sus padres, y algunas veces con sus madres; buscar el apoyo y compartir la responsabilidad con hombres que comparten sus metas, experimentar alguna forma de sustituir la influencia paterna o del mentor (a través de recursos pastorales, terapéuticos, etc.); trabajar para alcanzar auto-disciplina sexual basada en la serenidad (paz de la mente y gozo del corazón) y, si son casados, fidelidad a sus esposas y una adecuada relación con sus hijos; y emplear adecuadas actividades espirituales y religiosas, como medios de cambiar y crecer. 36 Humildad

Recuerdo que, cuando pregunté cuáles eran las tres virtudes más importantes para vivir una vida santa, San Bernardo “respondió”: “humildad, humildad, humildad!” Fundamentalmente, recibir o dar genuina afirmación y crecer en castidad, requiere humildad, que es el fruto de una vida de oración y caridad. El real auto entendimiento y la auto-aceptación, que son el corazón de la humildad, son las bases para una genuina afirmación de sí y de los otros.


Dos trampas que se presentan a menudo para aquellos que son no afirmados y luchan con compulsiones sexuales, son los extremos del orgullo, la desesperación y la presunción. Las personas no afirmadas pueden estar atadas, o vacilar, entre creer y vivir como si no pudieran ser amadas (como si fueran indignas o no aceptadas) y como si ellas no necesitaran ser amadas. Aquellas personas “prisioneras” de compulsiones sexuales, a menudo están atrapadas entre condenarse a sí mismas, como personas que no pueden ser perdonadas, o que no poseen valor, y atenuar el juicio sobre sus conductas como “no (demasiado) malas, después de todo”. Con humildad, es posible realizar y aceptar la posibilidad, así como la dificultad, de ser amadas y amar auténticamente. Esto incluye comprender los desafíos y esperanzas de vivir una vida serenamente casta, libre de compulsiones como la pornografía. 35 Baars, Nacido solo una vez, 81-99 36 Cf. Philip Sutton. Padres, conviértanse en lo que son!: Ciencia social y enseñanza magisterial sobre lo que causa la falta de paternidad y cómo fortalecer la paternidad de todos los hombres. Impresión privada, 1999.


La humilde auto afirmación de aquellos que tienen dificultades significativas para ser castos, requiere que ellos disciernan: “lo que sea verdadero, honorable, justo, puro, amoroso, agraciado, si hay algo excelente y si hay algo merecedor de alabanza” (Fp. 4:8), acerca de sus compulsiones y conductas. Tales compulsiones a menudo son arrastradas por necesidades genuinas no satisfechas, que son disfrazadas o sentidas como “sexuales”. Algunas necesidades son relacionales, como buscar ser afirmados en el presente y/o ser compensados por no haber sido afirmados en el pasado. Otras, son más psicológicas, como entenderse con emociones o sentimientos desagradables, o necesidades biológicas. 37 Mis experiencias dentro del ministerio Coraje y al proporcionar terapia a personas con atracciones homosexuales no deseadas, ofrecen un ejemplo. Estas atracciones son entendidas como formas de alcanzar las “3 “A”: Atención, afecto y afirmación” de personas significantes del mismo sexo. Comúnmente, esta atracción está enraizada en necesidades saludables de atención, afecto y afirmación, que fueron proporcionadas pobremente en relaciones con los padres y con los iguales.


Tales necesidades legítimas también coexisten típicamente con relaciones parentales (y de iguales) emocionalmente traumáticas (desafirmantes) que incluyen represiones, tristeza, ira y dolor emocional resultante de negligencia, abuso u otra condición. La auto-afirmación humilde implica reconocer y tomar los pasos para satisfacer las necesidades saludables en relación con el mismo género, y perdonar; y por otra parte, resolver y sanar las ofensas y heridas del pasado que permanecen de manera poderosamente influyente en el presente. Perdón genuino Por una parte, el proceso de perdonar propiamente entendido y practicado, capacita a la persona que ha sido ofendida, para que sea libre de la ofensa y del agresor, aunque continúe lidiando con dificultades inmodificables 38 resultantes de la ofensa. Por otra parte, el perdón genuino incluye sentir y enfrentar la ira no resuelta y el dolor subyacente, las consecuencias personales y relacionales de esa ira, y la posible corresponsabilidad en las dificultades presentes.


Por ejemplo, las personas con atracción no deseada hacia personas del mismo sexo, comúnmente han “experimentado” alguna deprivación emocional relacionada con el mismo sexo, o incluso una desafirmación traumática. Esta experiencia puede no ser necesariamente catalogada como objetivamente “negligente o abusiva”. Los niños que son temperamentalmente más sensibles, inteligentes e imaginativos que el promedio, pueden “percibir”, en ocasiones, un aparente trato “excesivo” de los padres, hermanos o iguales, que los estresa, y hace que su reacción sea fuerte, como si dicho trato realmente hubiera sido severo. Y si el trato es objetivamente desafirmante, tales niños lo “sentirán” de una manera más estresante que el promedio. Protegerse a sí mismo del estrés adicional, es el origen de la atracción no deseada hacia personas del mismo sexo.39 37 La sabiduría común de los 12 pasos aconseja a una persona a no estar “demasiado cansada, hambrienta, furiosa o sola”, para evitar ser arrastrada a una conducta adictiva de la que se está tratando de librar. Una descripción más completa de las emociones y estados de sentimiento que la persona necesita manejar para evitar recaidas en el comportamiento, para evitar ser demasiado ansiosa, triste, adolorida, hambrienta, furiosa, sola, cansada, eufórica o desanimada. Tengo en mente al tío conejo Remus, que tenía un encuentro auto frustrante con Tar Baby cuando este último no se comportaba como el tio conejo Remus deseaba.


38 Robert Enright, Perdonar es una elección (Washington: APA, 2001); Robert Enright & Richard Fitzgibbons, Ayudando a los pacientes a perdonar (Washington: APA, 2000); cf. Instituto Internacional del Perdón, sitio web: www.forgiveness-institute.org. 39 En una charla grabada (Boston, MA: Libros y Medios Paulinos) de la Conferencia Coraje de 1994 titulada Corazones destrozados- Espíritus completos, el psiquiatra Jeffrey Satinover explica el concepto de “voto de la infancia”. En respuesta al estrés emocional que percibe un niño como “intolerable”, el pequeño hace el voto (propósito) de no permitirse ser estresado otra vez. Tal “decisión”, a menudo producto de la inexperiencia, del juicio inmaduro, y es tomada subconscientemente. Es una explicación para lo que otros terapeutas, quienes tratan atracciones sexuales no deseadas hacia personas del mismo sexo, llaman “aislamiento defensivo”.

Estos hombres crecieron “defensivamente aislados” de sus padres o de otras figuras masculinas significativas. Esto significa que ellos se retiraron auto-protectoramente y, habitualmente, vinieron a evitar futuros encuentros personales con figuras masculinas sobresalientes en sus vidas, incluyendo amigos, compañeros, como una forma de prevenir el rechazo o el abandono. Para superar las compulsiones sexuales que están enraizadas en tal represión auto-protectora, los hombres deben darse cuenta que “el verdadero daño fue causado, no por el padre, amigo o compañero, sino por su propio aislamiento defensivo con respecto a él/ellos”. Superar la simultánea necesidad y aversión de contacto masculino, puede ser posible, solo si el hombre trabaja por entender, y finalmente aceptar (por ejemplo, perdonando) a “su padre, por quien es lo que es, con sus limitaciones, incluyendo su (pasada y tal vez presente), limitada habilidad para demostrar amor, afecto y aceptación” 40


Entender y aceptar a los hermanos y compañeros no afirmantes, puede ser necesario, si se quiere superar el comportamiento promiscuo, motivado por esas heridas y resentimientos no resueltos. Finalmente, perdonar a otros, puede requerir reconocer la necesidad de aprender a perdonarse a sí mismo, por haber sido coresponsable o co-participante en evitar potenciales contactos afirmantes con otros. Oración Es un excelente medio de genuina auto afirmación. La oración también es un recurso fundamental para aquellos que buscan superar dificultades de compulsión sexual y deprivación emocional (habiendo sido pobremente afirmados o desafirmados). Si uno sigue la sabiduría de los 12 Pasos, los Movimientos Cristianos para Hombres, o los contenidos de Baars y Terruwe, la meditación diaria en ello, ayuda a “ser fuerte y conocer quién es Dios” (cf. Salmo 46:11). Aquellos que “son fuertes en el Señor” y aquellos que “encuentran en Él sus delicias”, encuentran que el Señor se manifiesta y satisface los genuinos “deseos del corazón” (cf. Salmo 37: 4,6).


Como recuerda a menudo el Padre Harvey, a aquellos que asistieron a las conferencias del Ministerio Coraje, “la oración del corazón conduce a la castidad del corazón”. La oración meditativa o contemplativa, abre a la persona a la Verdad y Sus genuinas y auténticas verdades morales, afirmantes y amorosas, y a la gracia de seguirlo a Él. El psiquiatra Richard Fitzgibbons, ha escrito acerca del uso de la espiritualidad católica para superar la atracción no deseada hacia personas del mismo sexo y sanar las heridas que se causan y resultan de estas conductas de atracción.41 Fitzgibbons, fácilmente refiere a sus audiencias al estudio empírico del psiquiatra de Harvard, Herbert Benson, sobre el uso de este tipo de actividad para resolver cierto número de problemas psicológicos, incluyendo las conductas compulsivas.42


A lo largo de sus escritos y charlas, Baars y Terruwe consistentemente aconsejan a sus pacientes acerca de los beneficios psicológicos y espirituales de la práctica religiosa constante. Recomiendan la práctica de la oración contemplativa y meditativa, así como la lectura de la Biblia, para conocer mejor a Dios, de manera que podamos amarlo más, con nuestro “corazón”, nuestras emociones humanas y nuestra intuición, así como con nuestra mente racional y nuestra voluntad. 43 Ellos (Baars y Terruwe), respetan la oración contemplativa como una manera de desarrollar y nutrir nuestra habilidad de amar a nuestro prójimo y a nosotros mismos, de manera más afirmante.


40 Joseph Nicolosi, Terapia reparativa de la homosexualidad masculina: Una nueva aproximación clínica. (Northvale, N.J: Aronson, 1997), 161. 41 Richard Fitzgibbons, “Los orígenes y sanación de las atracciones y conductas homosexuales”. En John F. Harvey, O.S.F.S. La verdad acerca de la homosexualidad (Ignatius Press, 1996), 307-343. Cf. Homosexualidad & esperanza: Asociación Médica Católica (2000, sitio web: www.cathmed.org); 0079 (Folleto de preguntas y respuestas-2003; sitio web : www.cmalansing.org) del cual Fitzgibbons es autor principal. 42 E.G. Herbert Benson, M.D. Más allá de la respuesta de relajación: Cómo utilizar el poder sanador de sus creencias personales (N.Y: Berkley, 1984). 43 Baars, Sentimientos y sanación, 243-244.

Baars también creó cintas de audio basadas en meditaciones sobre la Biblia, para ayudar a aprender oración contemplativa.44 Baars y Terruwe, igualmente, recomendaron a sus pacientes practicar la contemplación “natural”, a través de la experiencia de la creación de inspiración divina y la belleza creada humanamente. La contemplación del arte religioso, especialmente los íconos y estatuas, puede ser particularmente útil para aquellos que tienen que lidiar con pornografía. La abstinencia total de pornografía no borra la memoria visual o auditiva, las imágenes, películas u otro medio ya utilizado.


Las personas que tratan de resistir los recuerdos de la pornografía, pueden encontrar que, el experimentar intencionalmente la belleza religiosa, o la belleza de la naturaleza, en momentos de tentación de recordar, o fantasear acerca de la pornografía del pasado, puede ayudarles a superarlas. Pensar en la auténtica belleza (natural o religiosa), da un enfoque alternativo para la atención e imaginación. También permite, con tiempo y práctica, tomar consciencia del aislamiento de emociones o sentimientos que están buscando satisfacción o expresión indirecta a través del uso de pornografía. Alguien que tiene que lidiar con compulsiones sexuales, puede, con esperanzas realistas, buscar incrementar la libertad con respecto a tales compulsiones y aumentar también su paz y gozo (serenidad), a través de la contemplación de la verdad y la belleza, en la literatura y la música genuinas.


Ideas conclusivas Comencé la Parte II de la sección sobre “Juan Pablo II como el Papa de la afirmación”, con la siguiente cita de Juan Pablo II: “La verdad de lo que es el hombre, es, primero y lo más importante, una verdad acerca del hombre”. La cita continúa: “Quizás una de las debilidades más obvias de la civilización actual, radica en una visión inadecuada del hombre. Sin duda, nuestra época es aquella en la cual el hombre ha sido tema de escritos y charlas, la época del más importante humanismo y la época del antropocentrismo. Sin embargo, es paradójico también, que es la época de la más profunda ansiedad del hombre acerca de su identidad y su destino, la época de la degradación del hombre a niveles previamente insospechados, la época de los valores humanos pisoteados como nunca antes. Cómo puede explicarse esta paradoja? Podemos decir que está en la inexorable paradoja del humanismo ateo, es el drama del ser humano deprivado de una dimensión esencial de su ser, concretamente, su búsqueda del infinito, y así, enfrentado a tener su ser reducido de la peor manera posible. Gracias al Evangelio….la verdad acerca del hombre ….. se encuentra en una antropología…. Cuya primordial afirmación es que el hombre es imagen de Dios”.


Comentando la cita completa, Baars establece que el Santo Padre: “subraya el significado y el espíritu de lo que considero mi tarea y la de cada psiquiatra cristiano”, y, de hecho, de cada estudiante, investigador y practicante de las artes y ciencias psicológicas: “ayudar a la Iglesia y a todos los cristianos a conocer más acerca del hombre como imagen de Dios, para reducir su humillación y traer orden y fortaleza a su vida psíquica, para recibir de manera óptima la gracia sanadora de Dios”. 45 El uso de la palabra “afirmación”, que hace Juan Pablo II, expresa una dimensión importante de vida afirmante. Los seres humanos están hechos “en amor, por amor y para amar”. Experimentar la plenitud de la vida, la paz, el gozo y la libertad de la Verdad, y de Su “verdad acerca del hombre”, es el “derecho de nacimiento” de cada persona humana. Para Baars y Terruwe, la genuina afirmación incluye hablar y vivir la verdad en el amor (cf. Ef. 4:15, 25).


La auténtica auto-afirmación, igualmente requiere escuchar y vivir la verdad en el amor, que incluye escuchar y vivir el amor en la verdad, acerca de la ley moral. El crecimiento en la virtud de la castidad, que puede involucrar la fuerza para detener o evitar la pornografía, masturbación y otras conductas promiscuas, es esencial para comprender y satisfacer plenamente nuestro destino humano.

44 Conraad Baars, Cintas de audio: El miedo es inútil – Lo que es necesario es la confianza; no mires a las olas – mira a Jesús; Habla Señor – Una ayuda para meditar; y permanecer en Él – Una ayuda para la contemplación. (Cf. www.conradbaars.com). 45 Conrad W. Baars, Sintiendo y sanando sus emociones (Edición revisada). Suzanne Baars y Bonnie Shayne (eds.) (Gainesville, FL: Bridge-Logos, 2003, 283-284).


Para florecer como personas, la raza humana (como individuos y como pluralidades) debe escuchar y prestarle atención al amor de aquellos que nos hablan la verdad, así sea expresada en palabras, acciones o gestos. Esta es la esencia de dar y recibir afirmación, y de identificar los medios por los cuales podemos obtener el auténtico fortalecimiento emocional, intelectual, moral y espiritual, así como el crecimiento y realización plena de cada persona. Es bueno darse cuenta que comprender la llamada (o llamar a otro) a la conversión y crecer en castidad, realmente son “buenas noticias”.


Como explica el Papa Juan Pablo II en Reconciliación y Penitencia: “La conversión y la contrición …. por el propósito de sacar exitosamente un cambio radical de vida … son (no simplemente auto-negaciones desagradables, aún más), una cercanía a la santidad de Dios (lo que significa convertirse en alguien más capaz de conocer la verdad y de amar y ser amado), un redescubrimiento de la verdadera identidad personal, que ha sido alterada y perturbada por el pecado, una liberación en lo más profundo del yo, y así una recuperación del gozo perdido, el gozo de ser salvados (cf. Salmo 51:12), que la mayoría de la gente en nuestro tiempo, no es ya capaz de experimentar” (énfasis añadido).46 Enseñar o aprender la castidad (y prevenir o escapar de la promiscuidad), es una tarea desalentadora. Estoy confortado por la realidad de que crecer en la virtud y en la auténtica afirmación, es voluntad divina, dirigida y fortalecida para todos.

Compartir algunas citas de la última sección de la Carta a las Familias (titulada: “Fortalecidos en el hombre interno”), parece una manera adecuada de terminar este escrito. Al concluir su Carta, Juan Pablo II escribe: “Doblo mis rodillas ante el Padre, de quien procede cada paternidad y maternidad [Él puede garantizarles ser fortalecidos con poder a través de su Espíritu en el hombre interno (Ef. 3:16)]. La familia es el primer escenario humano en el que es formado el “hombre interior” del que habla el Apóstol. El crecimiento del hombre interior en fortaleza y vigor, es un don del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. 47.


La genuina afirmación de una persona humana por otra (y apropiadamente hecha, de sí mismo), constituyen los medios ordinarios por los cuales el Señor capacita al “hombre interior” (la única personalidad) de cada ser humano para crecer “en fortaleza y vigor”. Tal crecimiento en “virtud”, es, al mismo tiempo, prevención y remedio de conductas pseudo- autoafirmantes, como la pornografía. No importa cuán gratificantes puedan parecer las conductas promiscuas a corto plazo, ellas siempre y finalmente desafirman, niegan y debilitan la personalidad (y la vida familiar) de aquellos que las practican. Juan Pablo II nos recuerda implícitamente la verdad cristiana acerca de la vida afirmante dentro de la familia y su relación con el crecimiento en castidad, cuando escribe acerca de la necesidad de los miembros de la familia de ser “testigos” de santidad. 48 “Hablo con el poder de su verdad a todas las personas de nuestro tiempo, para que ellas lleguen a apreciar la grandeza de las bondades del matrimonio, la familia y la vida; para que lleguen a apreciar el gran peligro que se genera cuando esas realidades no son respetadas, o cuando los valores supremos sobre los que se basa la fundamentación de la familia y de la dignidad humana son ignorados. Que el Señor Jesús nos repita esas verdades con el poder y la sabiduría de la Cruz, para que la humanidad no caiga en la tentación del “padre de la mentira” (Jn. 8:44), quien constantemente busca arrastrar a las personas a los caminos anchos y fáciles, aparentemente suaves y placenteros, pero en realidad, llenos de trampas y peligros. Que nosotros podamos siempre ser capaces de seguir a Aquel que es “el camino, la verdad y la vida” (Jn. 14:6). 49


46 Juan Pablo II, Reconciliación y penitencia (1984), N. 29. En Veritatis splendor (Boston, MA: Libros & Medios Paulinos, 1993), Juan Pablo II igualmente nos recuerda que: “Es el Evangelio el que revela la plena verdad acerca del hombre y su jornada moral, y así ilumina y amonesta a los pecadores; les proclama la misericordia de Dios, que es constantemente un trabajo de preservar a los pecadores de la desesperación en su inhabilidad de conocer plenamente y guardar la ley de Dios y de la presunción de que ellos pueden ser salvados sin méritos. Dios también les recuerda a los pecadores el gozo del perdón, que garantiza la fortaleza para ver en la ley moral una verdad liberadora, un medio de gracia y esperanza, un camino de vida” (n. 112). 47 Carta a las Familias , #23. 48 Concerniente a tales “testigos”, más adelante en esta sección, Juan Pablo II escribe: “como observó el Papa Pablo VI, el hombre contemporáneo escucha más voluntariamente a los testigos que a los profesores, y si escucha a los profesores, es porque ellos son testigos. En la Iglesia, el tesoro de la familia ha sido confiado primero y más importante, a los testigos: a aquellos padres, madres, hijos e hijas que en la familia han descubierto el camino de la vocación humana y cristiana, la dimensión del “hombre interior” (Ef. 3:16) de la cual habla el apóstol, y así han obtenido santidad. La Sagrada Familia es el comienzo de innumerables familias santas. El Concilio recordó que la santidad es la vocación de todos los bautizados. En nuestro tiempo, como en el pasado, no hay pérdida de testigos del “evangelio de la familia”, aun si no son suficientemente conocidos o no han sido proclamados santos por la Iglesia”, Carta a las familias, #23. 49 Ibid. Bill Saunders también citó porciones de este último capítulo en su apertura de la conferencia. Un segmento de sus apartes no citados continúa repitiendo: “La historia de la humanidad, la historia de la salvación, pasa por la familia. En estas páginas he tratado de mostrar cómo la familia es colocada en el centro del gran combate entre el bien y el mal, entre la vida y la muerte, entre el amor y todo lo opuesto al amor. A la familia le es confiada la tarea de esforzarse, primero y lo más importante, para liberar las fuerzas del bien, el fundamento que está en Cristo el Redentor del hombre. Cada familia necesita hacer ese esfuerzo por sí misma para que… la familia sea “fuerte con la fuerza de Dios” (cf. 1 Cor 7:1-40; Ef. 5:2 1-6;9; Col. 3:25; 1 Pe. 3:1-7; 1 Jn. 2:12-17).”


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