EN UN LUGAR DE TEATINOS
En un lugar de Teatinos, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho que existía un abandonado solar. Entre reivindicaciones y porfías, en ese lugar, una escuela se hizo crear. Lleva por nombre Carmen de Burgos, colegio sin par. Quiere decir que tiene el sobrenombre de Reconciliada o Apaciguada, que en esto hay diferencia de los que della habla; aunque por conjeturas verosímiles sabemos que era conocida por la Abnegada: hállanse bajo su cobijo cuasi 500 rapaces. Su antigüedad frisa el lustro, 5 años en el arte de enseñar. Ejercen maestros, unos a la antigua usanza, de los que letras y números saben enseñar; de pluma de palillero, tintero antiguo y miles de recuerdos a cual más veledor en sus viejas gavetas. La más veterana es allende el Guadiana, en tierras de Conquistadores, fermosa de rostro y aficionada al buen yantar. Los maestros noveles manejan máquinas encantadas que facen toda suerte de brujería, brillantes e impolutas a semejanza de vidrieras y cual el yelmo del Caballero de los Espejos. Dichos maestros que antes diz, tocan unas teclas y por encanto salen signos y letras, sin necesidad de tinta, ni cálamo ni pluma. El Bachiller de mí se mofa y diz que se aprende dicha brujería ora en Barataria ora en Salamanca. Los zagales que estudian en el afamado colegio lo tienen por un ogro gigante, donde todo el personal que en él labora contribuye a su grandeza y esplendor. En su interior hallase la Biblioteca, que aunque no es la de Alejandría, el bibliotecario y los copistas la atiende con gran alegría. En una pared encuéntrase un retrato tuyo y mio; que como te dije, querido Sancho, te iba a hacer inmortal. Doy fe que de estas letras todo es punto y verdad. Teatinos Abril 2013 Juan García García