Módulo: Comunicación escrita Sesión 10 Semana 2
Actividad: Ensayo
Título: La evaluación del aprendizaje de adultos en los procesos de formación e-learning
Autora: Carla Susana López Pérez
La evaluación del aprendizaje de adultos en los procesos de formación e-learning
“El adulto que se está capacitando necesita que el aprendizaje se focalice en la realidad, en los problemas complejos que debe afrontar y en sus posibles soluciones. Esto conlleva la idea de saber y saber hacer y a su vez se conecta directamente con la posibilidad de situar el aprendizaje, es decir, ubicarlo en un contexto concreto.” Educ.ar – Curso formación de tutores Todo proceso educativo tiene implícitas actividades con fines evaluativos, ya sea para verificar el nivel de dominio, el avance y la profundidad en el aprendizaje de los estudiantes; o bien con fines cuantitativos, es decir, para asignar una calificación numérica a dicho nivel. Al respecto existen diversos enfoques y tipos de evaluación, así como instrumentos y momentos de aplicación. Por ejemplo, la evaluación diagnóstica, evaluación formativa y evaluación sumativa. O evaluación a través de evidencias, con la conformación de portafolios. O la más simple y mundialmente aplicada, la resolución de un examen. Incluso, entre los instrumentos que se utilizan, encontramos listas de cotejo, guías de observación, matrices de valoración o cuestionarios; y cada uno a su vez, con un amplio abanico de posibilidades. Si a ello sumamos el potencial de las herramientas que los estudiantes pueden utilizar para realizar sus actividades, y que están disponibles en la web, el repertorio se vuelve ilimitado. Incluso el tema de evaluación, también puede ser abordado desde el actor que la realiza, así, tenemos la autoevaluación, coevaluación y heteroevaluación. Sin embargo, en los procesos de formación a distancia, y concretamente en el e-learning, ¿Cómo garantizar que el aprendizaje si está anclado en el estudiante? ¿Cómo verificar que el contenido fue asimilado, comprendido y acomodado?
Dada la poca o nula cercanía que se tiene con los estudiantes ¿cómo diseñar e implementar actividades efectivas de evaluación del aprendizaje? Es decir, cómo evaluar con objetividad y confiabilidad el aprendizaje de los estudiantes que participan en un curso virtual. Justamente, ese es el propósito de este trabajo, recuperar ideas y experiencias de autores acerca de la evaluación, aplicada concretamente en el e-learning. Y con base en ello, ofrecer una postura crítica y fundamentada sobre el tema, incluso sugerencias a considerar en el diseño de futuras actividades de evaluación. Comenzaré este trabajo delimitando algunos conceptos implícitos en el tema, que considero pertinentes para realizar mi análisis y plantear mi postura objetiva. El término evaluación hace referencia a emitir un juicio o valoración de un resultado con base en criterios. Dicho juicio puede ser cuantitativo o cualitativo. Se entiende que es una habilidad que permite valorar objetivamente el avance del aprendizaje de un estudiante, contrastado con un criterio o parámetro, para ello, se diseña una estrategia y se elige una herramienta previamente planificada. Ahora bien, la evaluación del aprendizaje es entendida como un “proceso sistemático de indagación y comprensión de la realidad educativa que pretende la emisión de un juicio de valor sobre la misma, orientado a la toma de decisiones y la mejora.” (Jornet, 2009, citado por Leyva, 2010). Gallardo y Gil (2013) dan otro enfoque de la evaluación del aprendizaje, como un recurso fundamental para la toma de decisiones en el proceso de formación de los estudiantes, consideran que es fundamental que los docentes tengan conocimiento de nuevas herramientas y estrategias para planear el desarrollo de competencias en los estudiantes y por tanto, mayor claridad al establecer parámetros para evaluar el nivel de desarrollo de dichas competencias. Para dar claridad a lo que pretendo analizar, recupero la siguiente cita, “La evaluación es fuente valiosa de información que ayuda a evidenciar los aspectos
positivos en el proceso de aprendizaje así como los aspectos negativos, a fin de poder corregirlos a tiempo.” Eduteka, 2010 Aunque el tema de la evaluación educativa es extenso, considero pertinente acotarlo al aprendizaje producto de procesos de formación e-learning, pues aunque actualmente participo en el rol de estudiante, también he tenido la oportunidad de colaborar desde los roles de diseñadora instruccional y de tutora virtual, por tanto, la evaluación es un ángulo que me parece fundamental. Mi postura es que es fundamental y necesario analizar e incluso, objetivamente, reflexionar sobre el trabajo que un estudiante virtual realiza, y que tanto, todo ese hacer es un reflejo de su aprendizaje. ¿Cómo diseñar actividades de evaluación que demuestren el tan anhelado avance en el aprendizaje? (Cabrera, 2007; Callison, 2010) Es ya sabido que son muchos los factores que inciden en la construcción del aprendizaje, y no es propósito de este trabajo señalarlos. Pero sí considero necesario, indagarlos y reconocerlos para con base en ellos, diseñar no sólo las experiencias de aprendizaje que tendrá el estudiante dentro de esa aula virtual; también lo debe ser para reflexionar y pensar críticamente al planear actividades y establecer criterios de evaluación. Ahora bien, mi postura no es erradicar la evaluación, por supuesto que considero que la evaluación es un elemento básico del proceso de enseñanza – aprendizaje, que diseñada correcta e integralmente permita identificar el progreso o dificultad en el aprendizaje de los estudiantes; aunque mi interés también radica en valorar el resultado de la evaluación incluyendo el trabajo de todos los actores implicados. Considerar que implícitamente, ese resultado está basado en lo que el experto del tema, el diseñador instruccional y el tutor desarrollaron para facilitar un aprendizaje. Con ello me refiero a identificar el impacto de sus estrategias de enseñanza, de sus recursos y materiales y, la validez de sus técnicas. Conocer la efectividad de la mediación que se ha realizado entre el estudiante y el contenido.
Y concluir si los resultados obtenidos son confiables, congruentes y hasta válidos contra lo que se había planeado. Retomando los procesos de educación a distancia, tal como afirma García Aretio (2001), gracias a su facilidad de acceso, la diversidad de recursos que incorpora y la flexibilidad ante el tiempo y la distancia, el e-learning ha venido a integrar y difundir recursos y materiales; a favorecer la transmisión de contenidos; y concretamente a propiciar el aprendizaje independiente y la colaboración. Y al respecto muchos más autores definen una postura positiva y favorable ante el e-learning (García y García, 2001. Rosemberg, 2001 citado por Guita, 2014). De acuerdo con Peña de Carrillo (2010), las funciones de la web en el ámbito educativo son extensas, por ejemplo ofrecer información en diversos formatos; facilitar la obtención de materiales; permitir la comunicación con otras personas a través de distintos canales; facilitar la realización de aprendizaje en línea; facilitar el estudio individual, promover el trabajo colaborativo, entre otras. Según Bettefini (1995) citado por Peña de Carrillo (2010) las funciones que puede adoptar un determinado EVA son:
Por otra parte, Guita (2014) afirma que un proceso de educación virtual es una oportunidad para resignificar los saberes que el estudiante ya posee. Y en este
camino, recupero a Gallardo y Gil (2013) quienes reflexionan en que “es importante ampliar la perspectiva ante el análisis de los retos y problemas que conciernen a la evaluación del aprendizaje, como son: planeación, instrumentación y emisión de retroalimentación. […] Cada uno de estos procesos requiere que se desarrollen diferentes habilidades como la identificación de procesos mentales implicados, la naturaleza de los contenidos disciplinarios, la toma de decisiones ante las demandas de la situación de aprendizaje entre otros.” Aunque
es
sorprendente
que
pocos
autores
a
pesar
de
defender
aguerridamente al e-learning no han indagado sobre su efectividad en cuanto a favorecer y propiciar aprendizaje, validado a través de los resultados de evaluación. Como si se diera por hecho que la innovación tecnológica bastara para compensar un deficiente diseño didáctico. Tello (2010) reflexiona en que debido al incremento en la oferta y la demanda de programas de formación e-learning es imprescindible evaluar su calidad, para ello delimita cinco variables a medir: El diseño (en cuanto a aspectos funcionales, técnicos y pedagógicos), la reacción, la ejecución, el aprendizaje y la transferencia. Diseña y propone un instrumento de evaluación de la calidad de los programas que denomina MEPFI - Modelo de evaluación de la calidad de cursos formativos impartidos a través de internet. Posterior a la aplicación de su instrumento, determina que después de cada etapa de realización del curso, debe evaluarse su efectividad, para hacer modificaciones y entonces avanzar a la siguiente. Y nuevamente, al finalizar el diseño del curso, evaluarlo en su conjunto. En su investigación describe paso a paso qué instrumentos construyó para evaluar y validar cada etapa. Indica que una vez que tuvo su versión final del Modelo, lo aplicó a 15 cursos e-learning de licenciatura, posgrado y educación continua de la Universidad Pontificia Comillas de Madrid, a través de de 47 matrices. Aunque no se especifica el número de la población, ni se muestran los instrumentos aplicados, si describe todo el proceso que aplicó, por lo que sus resultados son confiables. Después del análisis de los mismos, Tello concluye su reporte de investigación afirmando que “cuanto mayor es la satisfacción de los alumnos con
el curso de formación a través de internet, mayor es el aprendizaje que llevan a cabo y mayores son las expectativas de transferencia a la realidad de los conocimientos adquiridos por parte de los alumnos.” Con ello, reitera la importancia de diseñar un método de evaluación del aprendizaje continuo, clarificado, basado en lo que hace el alumno, no desde el punto de vista del diseñador instruccional o del experto, desde el punto de vista del propio alumno, que comprende, que contextualiza, que utiliza y transfiere lo que está aprendiendo en su curso, que le provee un significado, un para qué aprender y no sólo un hacer, desvinculado de su realidad personal y profesional. En la educación a distancia el adulto participa motivado por la necesidad y la vinculación de carácter personal, luego por la utilidad y la calidad de la propuesta que se ofrece. Su permanencia estará definida por el descubrimiento de que esta experiencia educativa responde a su necesidad y a su posibilidad y a reconocer que el aprendizaje tiene una finalidad y relevancia para su situación personal, sólo así surgirá y reforzará su voluntad para aprender, su querer hacer. Y sin duda, una evaluación auténtica, alineada al qué y para qué hacer, le permitirán a ese adulto comprometerse e involucrarse en su proceso de aprendizaje. Cabrera (2007) identifica características fundamentales que debe considerar cualquier propuesta de evaluación en programas e-learning: coherencia entre los objetivos, los contenidos y la metodología utilizada en el diseño; planificada, diseñada con criterios e instrumentos claros, no sólo para el estudiante; el tutor también debe involucrarse, entender que se espera que aprenda el estudiante, cuando, cómo y de qué forma él debe propiciar y promover que se genere; formativa, basada en el proceso de mejora del aprendizaje; continuada, estimulando a aprender más, a complementarse, como un proceso de desarrollo personal, que resulta motivante para el estudiante; viable tanto para el estudiante como para el tutor, en cuanto a flexibilidad, disponibilidad, implicaciones de tiempo, conexión, conocimientos previos necesarios; y por último la realimentación individual, pronta, apegada a los criterios previamente establecidos y enfocada al
desempeño del estudiante en función de lo que evidentemente ha aprendido, porque ha quedado demostrado al realizar sus actividades. Cierro mi trabajo con la siguiente cita: “La evaluación sin embargo, también es una expresión de la tarea del tutor, del diseño del curso, pues ese resultado demuestra la efectividad de los métodos escogidos, del acierto en los materiales, de la oportunidad de las propuestas, de la motivación lograda en el proceso de aprendizaje.” (Guita, 2014)
Bibliografía: Cabrera, N. (2007) La evaluación de competencias en un entorno virtual de aprendizaje. http://openaccess.uoc.edu/webapps/o2/bitstream/10609/9801/1/Evaluaci%C3%B3 n%20de%20competencias.pdf Consultado el 11 de diciembre de 2014. Callison, D. (2010) La valoración auténtica. American Library Association. http://www.eduteka.org/Profesor13.php Consultado el 10 de diciembre 2014. Gallardo, K. y Gil, M. (2013) Utilización de la nueva taxonomía para evaluar el aprendizaje
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línea
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