3 minute read
Un terror
from Migrante #4
Un terror
Pensar en la burla y el terror, bien sea desde lo literario o cinematográfico, es asumirlas como estrategias o elementos moralizadores en la medida en que suelen revelar –desde lo irónico y lo grotesco- la dimensión que el hombre no asume de sí y, por tanto, oculta para sí mismo y para los otros. Para considerar esta afirmación habría que pensar las formas en las que metamorfosea un humano que, lejano de los roles, las ambiciones y las expectativas de un día laboral, llega a su casa para desprenderse de las ropas que lo adornan, apagar las luces –todas- , dejar de lado los aparatos de realidad virtual, hacer de lado la comida, sentarse o ubicarse en medio de ese espacio en el que dice vivir y abandonarse a la idea de que su condición vital no es más que la de una criatura que solo en la soledad, en el silencio y en el ocultismo de la penumbra emerge, después de alimentarse todo el día con la angustia, el cansancio y la hipocresía del cuerpo que la cargó.
Advertisement
¿Se logra ver?
Bajo esta idea podría pensarse que hemos superado los temores hacia los monstros decimonónicos, la aversión por el mito nos hizo ubicarlos en el lugar de la moraleja, ya no creemos en ese terror porque no tenemos nada que perder ¿La vida? ¿Los dioses? ¿La 32
familia? No importan ya para unas generaciones que se construyen desde el auto sabotaje y el fatalismo. ¡Nótese! ¡Se ha roto la cuarta pared!
Las leyendas de los pueblos ya no habitan las montañas, los caminos de arriería o las fincas desoladas; la brujería y los demonios salen todos los fines de semana a los bares sin necesidad de máscara; las monjas y los curas cambiaron los exorcismos por retiros espirituales y manuales de autoayuda.
¡NÓTESE! ¡SE HA ROTO LA CUARTA PARED!
El niño ya no teme a las sombras que su madre construye con el reflejo de su mano en la pared cuando esta le narra un cuento de terror, el llanto que emerge de él no es producto de la huella informe proyectada, su miedo se empieza a gestar en la sensación de pánico que lo embarga al ver que la imagen de protección y cuidado se vuelve monstro y se desfigura; saberse solo en el mundo lo aterroriza y por eso llora. Está indefenso frente a lo adverso y lo no conocido que de ella ve; la cual, sin saberlo, introdujo su cría al delirio.
Pasillo
Los reflectores de los corredores se ubican en los 33
laterales de los muros. La luz no se posa por encima de mi cabeza como unción celestial, sino que se proyecta desde los laterales y golpea el rabillo de mis ojos cuando camino en busca de la puerta del final del corredor.
Esa situación me aterra. Los diseñadores no anticiparon que ese miedo primitivo que se genera por la persecución de la sombra cuando la luz proviene del cenital pudiese ser aún más macabro al ubicar las bombillas a los lados, pues la sombra deja de perseguirme para caminar a mi lado.
Se proyecta desde la bombilla hasta mi lateral derecho, choca conmigo y se escapa por las rendijas de mi espalda para terminar captada por la luminosidad de la pared contraria.
La imagen la percibo con mi ojo izquierdo tiene nombre de ficción o de delirio.
Tengo miedo de caminar junto a mi sombra pues a veces siento que me va a tomar de la mano. Las lámparas mal ubicadas harán que pierda el miedo por la sombra que antes me perseguía y ahora camina a mi lado.
Este trayecto se figura trágico.