“Mas cuando nos llega la tribulación, ¡cuántos somos los que pensamos como Jacob! Imaginamos que es la mano de un enemigo y luchamos a ciegas en la oscuridad, hasta que se nos agota la fuerza, y no logramos consuelo ni rescate. El toque divino al rayar el día fue lo que reveló a Jacob con quién estaba luchando: el Ángel del pacto. Lloroso e impotente, se refugió en el seno del Amor infinito para recibir la bendición que su alma anhelaba. Nosotros también necesitamos aprender que las pruebas implican beneficios y que no debemos menospreciar el castigo del Señor ni desmayar cuando él nos reprende.”