8 minute read
El nicho de la UCG: la creatividad Entrevista a Walter Spurrier
El nicho de la UCG:
Entrevista por Juan de Althaus
Advertisement
La creatividad
En el caso de Casa Grande, pienso que ofrece un elemento educativo que no tienen las demás. Cada universidad tiene sus fortalezas y su oferta específica, por tanto, no hay que preocuparse demasiado por la competencia. En lo que respecta a Casa Grande, esta comenzó como Mónica Herrera, que era una escuela para creativos de publicidad, y ahí es esencial rescatar las palabras “creativos” y “creatividad”. Pienso que la Casa Grande ha puesto énfasis en esos términos, pero considero que debería hacerles aún más hincapié.
Con eso quiero decir que tenemos un mundo particularmente cambiante, de forma acelerada. Esta pandemia va a apresurar más dicha transformación, porque estamos adoptando herramientas y costumbres que antes se estaban imponiendo muy lentamente. Algunos sectores de la economía van a crecer, y otros se van a deprimir. Me parece que lo importante que puede hacer Casa Grande es instruir a sus estudiantes en ser creativos, es decir, encontrar soluciones a las cosas, y no necesariamente aprender exactamente qué pasos dar en cada situación, ya que, de presentarse una condición inusual, no sabrían cómo responder.
Pienso que el Ecuador adolece de una educación que trata de enseñar conocimientos y no educa en cómo resolver problemas y cómo seguir adelante en situaciones inéditas. Creo que Casa Grande tiene su nicho ahí: la gente que la elige tendría que saber que si estudian ahí van a estar en condiciones de resolver problemas que se les presentan.
Para abonar en este punto, quiero indicar que la robótica no es solamente la parte mecánica sino también la informática, la cual cada día roba más empleo rutinario. Hace unas semanas vi un programa español que se centraba en el caso de la importancia que tenían las operadoras telefónicas para obtener un primer empleo en las mujeres de clase media y popular. Ahora eso ya no existe. Cada vez son menos las secretarias que se necesitan en la oficina. La robótica y los computadores van quitando empleo en los trabajos rutinarios, incluyendo el poder analizar exámenes médicos. Pero, aquel doctor o doctora que tiene la capacidad de analizar cada caso de manera particular y superar lo que dice la computadora, que es la norma, es quien va a salir adelante. Lo mismo sucede en todas las profesiones. Entonces, el poder pensar creativamente en las soluciones es el factor diferenciador de la UCG; que la gente diga: voy a estudiar en Casa Grande, porque voy a salir preparado para lo que me encuentre en un mundo que todavía no conozco.
Y, además, probablemente vayan a ser los que formateen la inteligencia artificial…
Así es. Esos son los que van a manejar los robots que nos van a controlar.
¿Qué piensas de la manera en cómo la universidad está encarando esta crisis de la pandemia para mantener su oferta educativa?
No tengo todavía muy claro el papel de las universidades ante la pandemia. No estoy en el día a día de la universidad, ni lo que está pasando con el enrolamiento de los estudiantes al tener que estudiar virtualmente. No sé hasta qué punto eso va a significar una mayor competencia con instituciones extranjeras, porque la enseñanza virtual es la misma tanto aquí como en el exterior.
Pero, por otro lado, considero que para la UCG esta es una oportunidad, porque justamente se está cambiando la manera de enfrentar la educación, teniendo que ser menos presencial y más digital, lo cual exige aún más creatividad. Disponer de las mejores herramientas y recursos para ofrecer ese tipo de educación, ante universidades que no están tan acostumbradas a pensar en soluciones innovadoras, creo que es una oportunidad.
La vocación pedagógica diferencia a la UCG
Entrevista por Juan de Althaus
Desde su especialidad en el sector empresarial, se discutió con Francisco Alarcón sobre la necesaria vinculación que debe tener este ámbito con la educación actual, complementando esta articulación con las nuevas tendencias tecnológicas. Él es miembro del Consejo de Regentes (CR) de la Universidad Casa Grande (UCG) y director del Centro de Mediación Empresarial (CME). Es magíster en Derecho Comercial Internacional de Queen Mary University of London; y en Administración de Negocios de Vanderbilt University.
¿Has tenido cierta vinculación histórica con la UCG?
Sí, desde el 2000 o 2001, cuando Marcia Gilbert tuvo la amabilidad de invitarme a ser el decano fundador de la Facultad de Administración y Ciencias Políticas de la universidad. He dado clases desde el principio y he permanecido vinculado a la UCG, a la cual es muy fácil agarrarle cariño.
Ahora te has incorporado al CR, ¿cómo evalúas tu papel?
Tengo la suerte de estar rodeado de colegas con una amplia trayectoria universitaria, quienes son de primerísimo nivel y traen perspectivas diferentes, tanto en el ámbito educativo como en una visión global de la situación económica.
Las autoridades de la universidad han reunido a personas con distintos puntos de vista, lo que ha dado mucha fuerza a la UCG. El CR es una instancia que le da formalidad a la institución, más allá de ser un requisito legal, y nos sirve a nosotros para —desde una posición estratégica, mirando el bosque en lugar de los árboles— observar la marcha de este centro educativo. El CR también beneficia a las instancias administrativas directas de la universidad, para que exista una visión global y que la administración
reporte. Lo anterior permite que se cumplan los objetivos. Estoy muy contento de formar parte de este CR.
Desde tu perspectiva, ¿cómo consideras la educación superior privada y a la UCG en particular?
La educación privada viene a llenar un espacio que es absolutamente necesario, viene a sumar. Es lamentable que, durante el gobierno anterior, hubo un esfuerzo por menospreciarla, como parte de denigrar todo lo que sea privado. Eso es un error muy grande, porque, más bien, lo que se busca es complementar la educación y salud pública.
La educación privada en el Ecuador tiene un lugar muy especial. Ha sobrevivido todo este tiempo en base a la excelencia y el compromiso, sobre todo la UCG. Y creo que en esto se diferencia la Casa Grande de la mayoría: su vocación pedagógica, liderada por Marcia Gilbert, con el respaldo de los directivos.
Los números hablan por sí solos. La alta demanda que tiene la educación privada, en general; y la educación de la UCG, en particular; muestra claramente una necesidad que está siendo cubierta. El sector público necesita del privado y viceversa.
Desde la óptica empresarial, ¿cómo evalúas la importancia de la educación que se ofrece en la Universidad Casa Grande?
Bueno, los alumnos de la Universidad Casa Grande logran un índice de empleo muy alto. De primera mano, con nosotros han trabajado algunos graduados de la UCG. Quienes se graduaron hace algún tiempo, hoy ocupan excelentes cargos, y es alta la cantidad de alumnos que actualmente se gradúan y consiguen empleo.
Creo que hace falta —en general en el Ecuador— una mayor articulación entre la empresa privada, la academia y el Estado; este famoso triángulo virtuoso, para ir generando carreras, especializaciones y adaptaciones, que las necesita el sector privado. No creo que la UCG adolezca de eso, pero no está de más un acercamiento entre estos sectores en la educación, sin prejuicios. Desde luego, que los jóvenes estudien lo que quieran.
¿Cuáles nuevos estudios son necesarios hoy en día?
Es indispensable ir modificando y evolucionando la oferta de todo, no solo de lo académico. Una empresa que jamás modifique y adapte sus productos a las nuevas tendencias o necesidades de los consumidores, quedaría absolutamente obsoleta.
Creo que en muchos casos la educación pública adolece de no adaptarse a la demanda, y la educación privada a veces lo hace por instinto, más que por una verdadera articulación. Considero que es indispensable, sin sacrificar profundidad y rigor académico, que haya siempre una adecuación de la oferta de todo, y en particular la educativa, ante tantos cambios que tenemos hoy.
En el sector industrial, muchas veces le confiábamos nuestras maquinarias a personas que no tenían una capacitación expresa, incluyendo todos los niveles socioeconómicos. Entonces, es muy importante ir afinando la oferta académica a las necesidades del sector productivo, y que este la conozca. Mucho del éxito que han tenido algunos países del primer mundo se debe a que esta articulación es constante.
El diseño conceptual en la inteligencia artificial y su técnica, ¿es un tema importante en el país que debería ser considerado por las universidades?
Cómo no. En general, hay mucha necesidad en el sector industrial de carreras técnicas, que pueden ser intermedias. Por el 2008, por ejemplo, la Asociación de plásticos desarrolló un programa a la medida con la ESPOL, pero se fue abajo por las reformas educativas que todos conocemos.
Hay una necesidad por aprender bases técnicas, luego tecnológicas y de robótica. Hoy en día, están para quedarse, y esto se encuentra en muchos lugares. La robótica reemplaza el trabajo rutinario. Es un campo que los profesionales ecuatorianos tienen que conocerlo, porque de eso depende la competitividad del sector industrial y comercial ecuatoriano.
¿Y qué comentarios le merece el mundo digital que la pandemia ha priorizado?
Es indispensable conocer este tema y usar sus herramientas. Fíjese que antes muy poco habíamos escuchado hablar de Zoom. Entonces, el componente digital ya es fundamental y los alumnos vienen con ese chip, por lo que la oferta educativa tiene que involucrar eso de manera muy intensiva.
En definitiva, para mí, un mensaje clave es la articulación necesaria que tiene que haber, de algún modo más formal, entre el sector productivo y la academia. La creación de un ámbito institucionalizado permite intercambiar ideas y necesidades.