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El impacto del COVID-19 en el sector gastronómico de Guayaquil Por Julio Intriago y Valeska Chiriboga
El impacto del COVID-19 en el sector gastronómico de Guayaquil
Lo que empezó como el brote de una nueva enfermedad en
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Wuhan, una ciudad de China, en poco tiempo se convirtió en una pandemia que afectó a todos los países del mundo, incluido el Ecuador, donde el COVID-19 está repercutiendo en múltiples sectores; uno de ellos, el gastronómico, sobre todo dentro de una de las principales ciudades comerciales del país, Guayaquil.
Al hablar del área gastronómica de Guayaquil, se hace referencia a restaurantes, cafeterías, patios de comidas y locales de comida rápida. Estos negocios, algunos acostumbrados a tener todas sus mesas llenas, hoy se encuentran vacíos. Ante la paralización del país y el riesgo de quebrar, muchos tuvieron que innovar y En la actualidad, el mundo se encuentra en constante evolución y desarrollo. Algunas de estas transformaciones suceden de forma lenta y predecible, pero en otras ocasiones, es totalmente lo contrario, se producen brusca y repentinamente. El COVID-19 es un factor que ha generado cambios a nivel mundial que nadie pudo predecir, argumento que sostendré a lo largo de este escrito, desde la perspectiva de los efectos que ha tenido este virus en el sector gastronómico de Guayaquil, Ecuador, epicentro de la pandemia.
adaptarse al cambio; así como también, elaborar una logística de entregas a domicilio, con el objetivo de cubrir las necesidades de los compradores que debían mantenerse en aislamiento, según las medidas impuestas por el gobierno. De esta forma, se aplicó la estrategia que, si sus consumidores no podían visitarlos, ellos se movilizarían a los hogares de sus clientes. Además, se vieron obligados a implementar nuevas políticas de bioseguridad por la salud de los dueños, colaboradores y compradores.
Para poder conocer de manera precisa cómo ha afectado esta pandemia al sector gastronómico, es necesario ponerse en el lugar de los propietarios de este tipo de negocios.
En una entrevista realizada a los chefs Paulo Reyna y Lorena Navas, dueños de La Unión Restaurant, ubicado en la Ciudadela 9 de octubre, al sur de Guayaquil, Reyna mencionó que el estado de excepción “ha impedido totalmente que las personas acudan a lugares de aglomeración, como son los restaurantes”, y agregó que la pandemia y el constante miedo de la ciudadanía por no contagiarse y poner en riesgo su vida, generó en su negocio una caída total de sus ventas.
Previo al COVID-19, La Unión Restaurant, al igual que muchos otros negocios de Guayaquil, no contaba con servicio a domicilio; se vieron obligados a implementarlo para evitar la posible quiebra. Adicionalmente, tuvieron que incrementar su presencia en redes sociales, con el fin de poder retomar el contacto con sus clientes. Según Reyna, a pesar de todas las medidas implementadas en este negocio, existe una gran parte de su clientela que no maneja las redes sociales y desconoce los servicios y facilidades ofrecidas por el restaurante, creando un declive significativo en las ventas, en comparación a las cifras que alcanzaban previamente a la emergencia sanitaria.
Así como La Unión Restaurant, muchos negocios del sector gastronómico se han visto afectados y han tenido que implementar mejoras, como las mencionadas anteriormente. Incluso, algunas marcas tuvieron que modificar su oferta, por el desabastecimiento de productos que se presentó en los inicios de la pandemia en Ecuador, o por la falta o baja presencia de personal que podían disponer.
Del mismo modo, la mayoría de los negocios gastronómicos tuvieron que modificar sus horarios de atención, a causa del toque de queda implementado por el gobierno ecuatoriano. Lastimosamente, muchos no lograron adaptarse o no tuvieron la capacidad económica para mantenerse y quebraron. Tal es el caso de populares lugares de comida, como Lucia Pie House & Grill, que funcionaba en el Paseo Comercial Bocca, en Samborondón; o Los Ceviches De La Rumiñahui, que estaba ubicado en la calle Vélez y Chimborazo.
Es por ello que, con seguridad, puedo argumentar que la pandemia por el COVID-19 es una situación que nadie pudo predecir, y menos aún, estar preparados para la crisis que actualmente está viviendo no solo Ecuador, sino los gobiernos de todos los países. Por Ricardo Arias Aráuz
Estudiante de tercer año de la carrera de Administración de Empresas de la Facultad de Administración y Ciencias Políticas de la Universidad Casa Grande (UCG).
El teletrabajo: “Soluciones, no problemas”
Soluciones, no problemas
Cuando era infante y adolescente, mi papá me decía constantemente: “Soluciones, no problemas”. El mensaje implícito de esta sentencia invita a centrar la mirada no en los problemas, que los hay siempre, sino en las soluciones a ellos. Pensar así, desde esta concepción mental y realidad actual, es exigente, porque es más fácil quedarse en las dificultades. Sin embargo, la vida nos demanda muchas veces ir más allá de las adversidades y buscar la forma de vencerlas.
Las circunstancias actuales, y probablemente las futuras, nos han obligado a reinventarnos. En el campo laboral se ha tenido que implementar de forma abrupta lo que se conoce como teletrabajo, que, si bien es cierto, muchas empresas ya empleaban esta modalidad, ahora es casi obligatorio para todas. Esto se ha convertido en uno de los mayores desafíos globales.
¿Qué es el teletrabajo? Esta palabra compuesta por el prefijo “tele” —de origen griego, que significa “a distancia” o “lejos” — y el término “trabajo”, se refiere a las acciones laborales que una persona realiza en otro lugar fuera de la empresa.
Algunos jefes han tenido que implementar este método sin estar de acuerdo, sin embargo, otros creen que esta es la gran oportunidad para dar el salto hacia la era de la digitalización, la cual muchas grandes empresas ya han estado experimentando de manera silenciosa. Más allá de tomar una postura a favor o en contra del tema, a continuación planteo un panorama para tener claro qué se
debe aprovechar y qué elementos hay que cuidar, según los nuevos desafíos que se presentan.
¿Vale la pena?
Cuando el enfoque de los colaboradores se centra en los resultados y la efectividad, entonces se puede decir que el teletrabajo tiene sentido. Esto requiere, por tanto, un cambio de aproximación al trabajo, porque el cumplimiento de las horas laborales queda en un segundo plano. Es necesario establecer criterios, indicadores medibles y objetivos concisos para que todos en la organización tengan el panorama claro de las responsabilidades a cumplir.
Centrarse en los resultados va a tener más peso que cualquier otra cosa, y el rendimiento de las personas podría ser mejor. Este cambio de paradigma puede ser muy positivo si la organización y la planificación de cada área en las empresas se realiza de manera estructurada y alineada con la estrategia, lo que llevaría a alcanzar las metas planteadas, habiendo establecido las medidas necesarias para evaluar su cumplimiento.
El teletrabajo permite, además, reducir costos de mantenimiento, infraestructura y servicios básicos en las empresas, intercambiando oficinas grandes por espacios más pequeños, para realizar algunas actividades presencialmente. Los teletrabajadores se benefician también en la disminución de gastos de transporte, así como en la flexibilidad de sus horarios de trabajo, para manejar, a la vez, sus actividades personales y profesionales; incluso, con la libertad de llevar a cabo otras acciones. Finalmente, a favor de las empresas o el colaborador, según para quién signifique un egreso, se reducen los costos de alimentación en la compañía.
Lo anterior favorece la salud de las personas, pues evita el estrés del tráfico diario y brinda más horas de descanso y distensión. Todo esto podría tener una correlación proporcional con la productividad y eficiencia de los trabajadores.
¡Cuidado! Existen desafíos y dificultades
El principal peligro del teletrabajo está en la disminución o pérdida total de las relaciones personales presenciales. El ser humano es un ser social y esto es un factor que no puede ser omitido. Se necesita tener contacto personal con los demás, más aún con los jefes y compañeros de trabajo, por lo que se podrían establecer reuniones virtuales de trabajo conjunto. Prestar atención a las reuniones virtuales es más exigente que cuando existe una presencia física. Según algunos estudios, se cree que el lenguaje corporal representa un poco más del 50% de la comunicación total, incluso por encima del lenguaje verbal; sin embargo, por video llamada solo se visualiza el rostro de la persona y se pierden elementos como la emocionalidad y los gestos, sin dejar a un lado que a veces hay más distracciones en el entorno y las tentaciones de hacer otras cosas se incrementa considerablemente.
Ahora más que nunca, los jefes deben conocer la situación personal de sus colaboradores y cómo se están adaptando a la crisis actual, ya sean preocupaciones o emociones positivas o negativas que experimentan, para saber cómo aproximarse a cada uno. Este acompañamiento es esencial, para que los trabajadores se sientan respaldados y escuchados; y, según esa información, se debe crear un equilibrio entre la exigencia y la flexibilidad.
No obstante, la flexibilidad puede ser también un aspecto a tener cuidado, así como también, se debe evitar que el jefe y sus colaboradores estén siempre conectados, como si vivieran en la misma casa: puede considerarse dañino e invasivo.
Un último desafío, aplicado a ciertos colaboradores, es que algunos no cuentan con la misma infraestructura física, con una buena conexión de internet u otros recursos que usualmente disponen en la oficina. Las empresas deberán tomar la decisión de invertir en lo que fuera necesario para ejercer el teletrabajo.
Definitivamente, esta metodología implica más disciplina en los trabajadores y una voluntad propia para ejercer con responsabilidad sus funciones, lo cual no es un factor negativo, pero sí exigente. Requiere también una mayor confianza en los colaboradores y empoderamiento en los jefes. Es necesario realizar capacitaciones para que los trabajadores conozcan cómo adaptarse de forma efectiva al teletrabajo.
Por Bernardo Sauter Guzmán
Estudiante de cuarto año de la carrera de Recursos Humanos de la Facultad de Administración y Ciencias Políticas de la Universidad Casa Grande (UCG).