2 minute read

POEMAS: Adiós - Uno más Por Alejandro Ojeda

POEMA El siguiente artículo se compone de dos poemas que fueron gestados en distintos momentos de mi vida, reflejando un crepúsculo y un amanecer. Uno es la pérdida de la esperanza y congoja, algo que solo puede ser escrito en la madrugada, cuando no se puede dormir y se tiene mucho tiempo para hablar consigo mismo. La soledad y el silencio te interpelan, te cuestionan y te juzgan, revelándote siempre una verdad.

Otro es un canto al amor, a la ilusión que vuelve después del desencanto de antaño; un desafío al destiempo y la distancia, y una apuesta a la trascendencia. Los dos son caras de una misma moneda, y la vida me ha mostrado que uno antecede al otro, en un bucle eterno. Ama, pierde, llora, luego vuelve a amar, y repite. Nunca sabes cuánto durará, y la única certeza es la derrota; pero cada vez vale la pena.

Advertisement

Adiós

A la orilla del sino, en el tenue verano, en deriva marcho, ante el triste devenir. Suspiro con melancolía, por un consuelo lejano, y en el claro de la luna, me decido a morir.

Ante la vileza del otro, mi ser se ha rendido, y ya no concibo, volver a ver el otoño. Palabras de auxilio, en penuria he proferido, pero a mi frágil realidad, la mantiene un simple moño.

Ante la amable parca, mi alma suspira aliviada; con ansias espero cruzar la puerta bendita, disfrutando con jolgorio la luz silenciada.

Ya sin más infelices que hagan mi existencia maldita, sin más lágrimas perdidas en mi soledad desahuciada, ni más detrimentos a mi pobre alma marchita.

Por Alejandro Ojeda

Estudiante de tercer año de la carrera de Ciencias Políticas de la Facultad de Administración y Ciencias Políticas de la Universidad Casa Grande (UCG).

Uno más

Voy escribiendo por ya tantos años, mientras la congoja y el tormento, toman las riendas de mi vida. Mis rimas me han empujado a innumerables engaños, dejando un corazón fallecido y una mirada perdida.

De pronto, llegaste y encendiste una vela. En medio de la penumbra, divisé tu sonrisa. Solo pude cuestionarme, cómo eras tan bella, mientras te acercabas a mi cadáver, sin pesares ni prisa.

Recuerdo sentir esa noche, cómo mi corazón renacía, pues tus besos se quedaron estancados en mi psique, aunque el oscuro porvenir insinuara que terminaría.

Pero, frente al dictador destiempo, soy bolchevique, y a la maldita distancia, confesé que te quería… esa verdad, pura y sincera, permíteme que rectifique.

This article is from: