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Estudiantes de UCG crearon proyecto de educación para niños y jóvenes
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“Aprendiendo desde Casa” (ADC) es una iniciativa ciudadana que buscó brindar refuerzo escolar a niños y adolescentes de nivel socioeconómico bajo durante y después del confinamiento por el COVID-19, en el 2020. La propuesta nació por motivación personal de las autoras frente a la incertidumbre alrededor del sistema educativo nacional. A continuación, presentan un resumen de su experiencia.
Durante el 2020, el mundo cambió, y con la crisis se acentuaron las desigualdades sociales de forma que fue innegable identificar lo discriminatorio que iba a ser para gran parte de la población ecuatoriana obtener una educación virtual de calidad. Con escaso acceso a dispositivos electrónicos y conectividad a internet, nuestro proyecto nos acercó a las familias ecuatorianas a través de un servicio de refuerzo escolar totalmente gratuito, adaptándonos a sus realidades. En un principio, gran parte de quienes colaboraron1 en este proyecto se conectaban con los niños y adolescentes mediante videollamadas de Whatsapp, pues fue la plataforma más idónea que encontramos. Eventualmente, nos contactamos con varias fundaciones que apoyaban a otras familias ecuatorianas en condición de vulnerabilidad, a quienes ofrecimos el mismo servicio gratuito.
Desde marzo hasta diciembre de 2020 logramos apoyar alrededor de 340 niños y jóvenes. Nuestra nueva meta en el 2021 es continuar este proceso de servicio a la comunidad con un enfoque en el desarrollo de habilidades socioemocionales. En camino a cumplir este propósito, actualmente ADC es uno de los Proyectos de Aplicación Profesional (PAP) de la UCG, lo que representa una gran oportunidad para continuar generando espacios a favor de la educación junto a un equipo interdisciplinario y guías maravillosas que nos acompañan en todo el proceso. Alejandra Reyes
ADC es un proyecto muy cercano a mi corazón, porque descubrí que lo que realmente me apasiona es conectar con realidades diferentes a las mías y generar espacios que aporten a la comunidad. Construir este voluntariado desde cero, en medio de una pandemia que nos obligó a encerrarnos, fue un reto como ningún otro, pero también fue una motivación durante los meses más difíciles que he atravesado en mi vida.
Creo fervientemente que la educación es un derecho y todos los actores de la sociedad debemos contribuir a garantizar su cumplimiento, porque si esperamos a que esto ocurra, habremos perdido mucho tiempo que podemos usar a nuestro favor para construir desde nuestros espacios y con los recursos que tengamos, un mejor sistema educativo.
Cuando recordamos con Alejandra todo lo que construimos el año pasado, nos sentimos orgullosas de haber impactado la vida de muchas familias con el servicio gratuito de refuerzo escolar,
1Gran parte fueron estudiantes de distintas universidades del Ecuador, conocidos y amigos
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EL ALTILLO
pero sabemos que la educación no empieza ni termina con la enseñanza de habilidades fundamentales como las matemáticas y la lectoescritura. Es por ello que en el 2021 buscamos brindar a niños y jóvenes más herramientas apropiadas de formación, para que alcancen su máximo potencial en todos los ámbitos de sus vidas.
Nuestro sistema educativo tiene muchísimas falencias, pero el propósito de este artículo no es enumerarlas, por el contrario, es reflexionar que podemos generar espacios e iniciativas desde nuestras realidades, con los recursos que contamos, y marcar una diferencia en nuestro entorno.
María Alejandra González
El sistema educativo ecuatoriano deja el desarrollo de habilidades socioemocionales en segundo plano y desde el principio, ADC me ha recordado que es necesario trabajar en ello. También me ha permitido notar que siempre es posible contribuir desde nuestro espacio, aún con pocos recursos y poco tiempo. Cabe mencionar que este proyecto también fue pensado para que otros jóvenes, con las capacidades y aptitudes necesarias para contribuir desde sus casas, lo puedan hacer.
Sin lugar a duda, en un año tan caótico como el 2020, ADC fue una de las mejores experiencias que he podido vivir. Haber conocido presencialmente a todas las familias que ayudamos (con medidas de bioseguridad), en una campaña de Navidad (ver fotos), simplemente estremeció mi corazón y me llenó de mucha esperanza. Esto no hubiera podido tener el alcance que tuvo sin el apoyo de nuestros seres queridos y los chicos que confiaron en nosotras desde el principio; estoy profundamente agradecida con ustedes y ojalá que todas las buenas acciones que hicieron y su tiempo invertido en el proyecto se multipliquen, porque una de las cosas más nobles que hay es regalar tu tiempo y conocimientos al que más lo necesita.
Cabe mencionar que al principio tenía miedo de proponer la idea y que en nuestro contexto local no la consideren buena, pero, tras semanas de trabajo, pudimos materializar lo que al inicio fue solo mi deseo. Nos rodeamos de personas que tenían nuestras mismas ganas de un cambio y trabajamos por ello. Siempre recuerden que es mejor intentarlo y fracasar que no haber hecho nada. Es decir, si tienen una idea, no tengan miedo de salir y mostrarla, más aún si contribuye al bienestar colectivo y al desarrollo de las comunidades más vulnerables.
Por Alejandra Reyes y María Alejandra González
Estudiantes en proceso de titulación de la carrera en Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales de la Facultad de Administración y Ciencias Políticas de la Universidad Casa Grande.