5 minute read
CUENTO: Eder
DE GUAYAQUIL 205
Advertisement
CUENTO
Hubo un tiempo en Ecuador en que los cables eléctricos de alto poder estaban a una distancia muy riesgosa, pero ¡tranquilo!, odio la electricidad, y esta historia no es de ningún cable, tampoco es acerca de mí, sino sobre amor y tragedia.
Mi nombre es Matthew y soy el primo más querido de Liss, somos como hermanos. Creo que me llevo mucho mejor con ella que con su hermano Max. Todos los sábados íbamos al complejo turístico junto con nuestros amigos Daniel, Jean y Yadira, donde nos divertíamos mucho. Ella, en esa fecha, tenía 17 años y yo 19. Yo esperaba que ella y Jean iniciaran un noviazgo, pero nunca pasó... quizás hubiese ocurrido de no ser porque ese día, después de nuestro paseo, al llegar al barrio, una música religiosa en tono country estaba siendo interpretada por unos extranjeros en un evento religioso con jóvenes. Ya me iba a casa, sin embargo, Liss me tomó del brazo y me llevó.
—¡Suéltame!, quiero ir a casa —supliqué.
—Vamos, acompáñame. —Liss, tengo tarea… por favor. Además, no me gusta la religión... por favor —supliqué de nuevo con una expresión sonriente. Entonces ella me dejó ir. Al día siguiente, yo esperaba que ella me contara cosas religiosas, pero al verla en la casa de mi tía, su estado de felicidad fue inesperado. —¡Cris! Ven acá, muero por contarte algo —me dijo, llevándome al patio de la casa.
—Conocí un chico.
—¿Qué? ¿Un extranjero?
—¡No!… Él vive aquí en el cantón… se llama Eder.
—Eder… Por lo visto tienes esa sonrisa rara, ¡eh!
—Uy sí, él estaba anoche. Es religioso. Él es muy lindo y educado…
En ese momento, solté una risita entre dientes.
—Jean también es muy lindo y educado ¿Qué tiene de especial Eder? —le dije.
—No lo sé; espero estar en sus pensamientos.
Esa frase lo dijo todo. Los fines de semanas no serían los mismos, pues Liss estaba encantada por ese tal Eder y, seguramente, abandonaría el pequeño club de amigos por él.
Eder
206
Liss me pidió que la ayude en su cita. Fue entonces cuando conocí a Eder, pues no la dejaban salir sola. Eder era un chico delgado y sus ojos eran verdes. Su forma de ser, muy simpática. Ya lo había visto antes, pero de lejos; él era el hijo de un albañil del cantón.
—Hola, soy Eder —se presentó.
—Soy Matthew —le respondí.
No hablamos más que eso, pues me fui, dejándolos en el parque. —Te creo… pero me parece exagerado y muy anticuado. Entonces ella se echó a reír y cambió de tema. ** Uno de los días más hermosos para Liss fue cuando se encontraba en una boda y la novia no lanzó el ramo, sino que se acercó a ella y se lo dio. De inmediato, Eder se arrodilló, mostrando un anillo. Le propuso matrimonio en frente de todos. La reacción de Liss fue con lágrimas de felicidad, aceptando a su amado Eder ante los aplausos de los presentes y emocionados por la hermosa situación. La boda planeada era para el 20 de mayo del 2000.
Un día, Liss llegó a mi casa llena de lágrimas y me abrazó muy fuerte, tanto que empecé a sospechar que su novio Eder había cancelado su boda, la cual se celebraría el próximo mes.
—¡Liss! ¿Qué sucede? —le pregunté.
Ella sintió un nudo en la garganta y empezó a sollozar.
—Es Eder.
Finalmente, se expresó en llanto, un llanto de dolor amargo que entenebreció el entonces bello y despejado cielo.
Liss cayó desmayada en el piso sin contarme. Entonces, la llevé a mi habitación para que descansara. De repente, mi mamá entró en mi habitación muy triste y me contó lo que había sucedido.
—Es Eder… esta tarde estaba ayudando a su papá mientras que arreglaban un balcón y un cable de alta tensión… — explicó mi mamá.
En cuanto dijo eso, mi mamá soltó el llanto, mientras que yo, tras escuchar su explicación a medias, me levanté y le pedí que, por favor, cuidara de Liss, quien seguía desmayada. Corrí a casa de Eder, donde sus familiares estaban desconsolados. Uno de los vecinos contó cómo Eder estaba cerca del cable de alta tensión, el cual entró en contacto con un anillo que él llevaba puesto.
Sus últimas palabras fueron: —Liss.
Recuerdo que siempre fui desconfiado, por lo que pensaba mal. Este tipo podría ser malo, tener ciertas intenciones con Liss y luego dejarla embarazada y abandonarla. Entonces, los seguí de lejos sin que me vieran, pero esa noche fue todo un caballero y solo se limitó a conversar.
Aquel día, mis tíos Javier y Katy, padres de Liss, se enteraron de que ella había estado sola con él en su cita. Estaban furiosos con Liss y conmigo. No le volvieron a dar permiso. Pero Eder y Liss se encontraban luego de clases, pues ella se encontraba cursando el último año de bachillerato. Lo curioso es que, aunque ya eran novios, nunca se habían dado un beso. ** Mi tío Javier se fue con otra mujer. Al enterarme, corrí a casa de Liss para consolarla y me llevé una sorpresa: Eder estaba abrazando a mi tía Katy, dándole palabras de aliento, mientras que Liss y su hermano estaban muy tristes sentados alrededor de la mesa. A partir de ese día, Eder frecuentemente estaba en la casa de Liss sin que eso significara un problema, ni siquiera con mi tío Javier, quien, al enterarse, solo le dio igual.
Ese día tuve una conversación —después de algún tiempo alejados— con Liss. Luego hablamos también de él.
—Estoy tan feliz de haber conocido a Eder —mencionó ella.
Entonces no sé qué me dio por hacer esta pregunta incómoda: —¿Te digo algo raro? Todos los novios se besan en público, pero ustedes no.
—Es que hicimos una promesa, por nuestra fe.
—¿Que? No me digas… ¿van a esperar hasta el matrimonio?
—Sí… ¿no me crees?
Por Mateo Landázuri
Estudiante de segundo año de la carrera de Educación Especial de la Facultad de Ecología Humana de la Universidad Casa Grande (UCG).