VENTANALES • UNIVERSIDAD CASA GRANDE • AÑO X No 18
CUENTO Hubo un tiempo en Ecuador en que los cables eléctricos de alto poder estaban a una distancia muy riesgosa, pero ¡tranquilo!, odio la electricidad, y esta historia no es de ningún cable, tampoco es acerca de mí, sino sobre amor y tragedia. Mi nombre es Matthew y soy el primo más querido de Liss, somos como hermanos. Creo que me llevo mucho mejor con ella que con su hermano Max. Todos los sábados íbamos al complejo turístico junto con nuestros amigos Daniel, Jean y Yadira, donde nos divertíamos mucho. Ella, en esa fecha, tenía 17 años y yo 19. Yo esperaba que ella y Jean iniciaran un noviazgo, pero nunca pasó... quizás hubiese ocurrido de no ser porque ese día, después de nuestro paseo, al llegar al barrio, una música religiosa en tono country estaba siendo interpretada por unos extranjeros en un evento religioso con jóvenes. Ya me iba a casa, sin embargo, Liss me tomó del brazo y me llevó. —¡Suéltame!, quiero ir a casa —supliqué.
DOSSIER
DE GUAYAQUIL
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Al día siguiente, yo esperaba que ella me contara cosas religiosas, pero al verla en la casa de mi tía, su estado de felicidad fue inesperado. —¡Cris! Ven acá, muero por contarte algo —me dijo, llevándome al patio de la casa. —Conocí un chico. —¿Qué? ¿Un extranjero? —¡No!… Él vive aquí en el cantón… se llama Eder. —Eder… Por lo visto tienes esa sonrisa rara, ¡eh! —Uy sí, él estaba anoche. Es religioso. Él es muy lindo y educado… En ese momento, solté una risita entre dientes. —Jean también es muy lindo y educado ¿Qué tiene de especial Eder? —le dije.
—Vamos, acompáñame.
—No lo sé; espero estar en sus pensamientos.
—Liss, tengo tarea… por favor. Además, no me gusta la religión... por favor —supliqué de nuevo con una expresión sonriente. Entonces ella me dejó ir.
Esa frase lo dijo todo. Los fines de semanas no serían los mismos, pues Liss estaba encantada por ese tal Eder y, seguramente, abandonaría el pequeño club de amigos por él.
Eder