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PAP 2020: Un cuento animado formó parte de la 7.ª edición del PAP Güeyitas
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ESTUDIO
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PAP 2020
UN CUENTO ANIMADO FORMÓ PARTE DE LA 7ª EDICIÓN DEL PAP GÜEYITAS
Desde el 2016 se desarrolla el proyecto de PAP Güeyitas, y el 2020 no fue la excepción. Esta propuesta busca educar a los niños y sus adultos más cercanos sobre la convivencia responsable con animales de compañía, sembrando valores en los pequeños a través de la gamificación y reeducando al adulto mediante los niños.
Por tanto, en su 7.ª edición se desarrollaron dos nuevas herramientas, una de ellas, el cuento Ronronea la luna, el cual compartimos a continuación; así como manuales de actividades en línea para realizarse entre adultos e infantes de 1 a 2 años, y niños de 2 a 3 años. Estos últimos pueden encontrarse en el sitio web del proyecto (www.gueyitas.com/manual-de-actividades/).
Ronronea la Luna
Max e Isa son amigos inseparables, juegan juntos todas las tardes. Les gusta bailar y cantar; también les gusta escuchar historias sin parar.
Isa caminaba junto a Max y Skippy un domingo divertido. Se entretenían viendo los paisajes y el sol brillar. De pronto, la huella de Skippy comenzó a palpitar, ¡hay un animalito en peligro!, dijo Max. Skippy salió corriendo. Siguiendo su radar, Isa y Max, sin dudar, dijeron: “¡Espéranos, Skippy, no nos dejes atrás!”. Skippy se detuvo y comenzó a ladrar con mucha fuerza. Estaba angustiado ladrándole a unos niños extraños que lanzaban piedras a una gatita. Max e Isa, sin dudar, gritaron: “¡No hagan eso! ¡Eso está muy mal!”. Los niños se quedaron quietos como estatuas, mientras Max les explicaba que lo que hacían era maltrato animal.
La gatita corrió asustada, perdiéndose en un callejón. Isa, Max y Skippy fueron a buscarla, pero no encontraban nada. De pronto escucharon un “¡miau, miau!”. Ambos se miraron fijamente, sorprendidos y asustados. Miraron a la derecha y no encontraron nada. Miraron a la izquierda y tampoco vieron nada de nada. Isa le preguntó a Max: “¿Y si miramos hacia atrás?”.
Ambos voltearon de un sobresalto y vieron al pobre animalito solitario. Max dio unos pasos hacia adelante para acercarse suavemente al pequeño animal, mientras Isa daba unos pasos hacia atrás. “¿Por qué te alejas?”, le pregunta Max. “¿Y si me lastima?”, respondió Isa sin tartamudear.
“Miau, miau”, dijo el animalito, mostrando sus tiernos ojitos. “Tranquila, Isa… no nos puede atacar. Pero, para que te sientas más segura… llamemos a tu mamá”.
Isa, Max y Skippy corrieron sin parar, como pececillos rápidos nadando en el mar. Llegaron a la casa de Isa y tocaron la puerta
Presentamos el cuento que crearon los estudiantes que conformaron el equipo de Güeyitas, proyecto de titulación de la modalidad PAP de la Universidad Casa Grande.
varias veces. ¡Que salga rápido tu mamá o la gatita se irá!, manifestaba aterrado Max.
La mamá de Isa abrió la puerta con una sonrisa de oreja a oreja y dijo muy contenta: “Qué bueno que vinieron, niños; acabé de hornearles galletas con canela”. ¡No, mamá de Isa! ¡No vinimos por galletas! ¡Acompáñenos, por favor! ¡Una gatita nos necesita!
La mamá de Isa colgó su delantal por la puerta y los tres cruzaron todo el parque. De pronto, escucharon un “¡miau, miau!”.
Isa miraba a la derecha y Max a la izquierda, y no encontraron nada. Y se escuchó de nuevo un “¡miau, miau!”. Y, entonces, miraron para atrás. Allí estaba la solitaria gatita en el mismo lugar. La mamá de Isa la observó y sintió triste el corazón, no lo pudo evitar.
La pobre gatita maullaba de dolor. Temblaba y miraba a todos, como diciendo: “No me hagan daño, tengo miedo”.
Isa se sentó cerca de la gatita. Lentamente, con cuidado y amor, la acarició. La gatita levantó su cabecita y, con un ronroneo suavecito, agradeció.
Max cedió su abrigo para usarlo como mantita y de esa manera arropar a la gatita. Isa la tomó en sus brazos y preguntó: “¿Qué podemos hacer para ayudarla?”. “¡Me dolería el corazón dejarla sola y abandonada!”.
“Al veterinario la vamos a llevar y veremos que nos tiene que contar”, decía la mamá de Isa con una cálida sonrisa. revisando a la gatita, algunas indicaciones les dio: “Hicieron bien al acercarse con cuidado a una gatita abandonada, pues los gatitos suelen huir de nosotros los humanos, pues algunos son muy malos y les han causado mucho daño”.
El veterinario continuó: “El segundo paso, que es visitar al veterinario, es esencial, pues así podemos constatar el estado de salud de nuestra nueva amiga especial”. Isa miró a la gatita y lentamente la acarició y manifestó el deseo de su corazón: “Mami, ¿me la puedo quedar?”. La mamá de Isa sonrió y preguntó al veterinario: “¿Qué sugerencia nos puede dar para que la gatita se sienta feliz y segura en nuestro hogar?”.
El veterinario feliz explicó que una cajita de arena era esencial, aparte de que la gatita se tenía que desparasitar, debía tener agua y comida en unas bandejitas, y que se debía esterilizar, que aquello era fundamental.
Isa tomó en sus brazos a la gatita y en su mente se preguntaba: “¿Qué nombre le pongo a mi nueva amiguita?”. Y noto los ojos de su felina brillar, como la luna en la oscuridad; y dijo sin dudar: “Te llamaré Luna, por ser única y especial”.
Isa y Luna se hicieron inseparables. Max y Skippy iban a casa de Isa a comer galletitas de chocolate. Jugaban con Isa y Luna todas las tardes. Skippy con sus “¡guau, guau!” y Luna con sus “¡miau, miau!”, formaban una linda amistad infinita.
Cuento animado: https://bit.ly/3wTJ3vO
Equipo
• Doménica Anchundia Ching • Nicole Balon Zerna • Juan Diego Cortez Gómez • Camila Mendoza Romero • Evelyn Moncada Paz
Guías
• Angelina Veloz • Gabriela Landívar