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“Mi arte no es un deber, es una necesidad” / Amanda Valle - Pag
Amanda Valle
Texto: Cherny Reyes / Fotos: Elvis Urbae
Amanda Valle, 37 años, es una artista plástica y visual dominicana que compone historias a través del color. Una narradora del acrílico y pastel que busca detonar sensaciones a través de su propuesta creativa.
“Libertad”. Una palabra que se dice fácil, pero que en la artista plástica y visual Amanda Valle tiene un significado existencialista. Poeta del pincel, lleva una carrera de menos de una década en la escena creativa internacional, tiempo suficiente para mostrar su calidad artística a través de sus series de impresionismo abstracto, en las que pinta, desde su imaginario indómito, un mundo vitalista, en el que se advierten formas antojadizas y composiciones únicas.
Dominicana radicada en Nueva York, su obra tiene presencia en notables galerías como Galerie Molin Corvo (París, Francia) y Nilufar Gallery (Milán, Italia). Y su producción pictórica ha estado presente en plataformas y exposiciones de importante renombre en el circuito del arte, entre ellas: Art Basel Miami (2017), Salone del Mobile, Milán (2018), y Street posters NYC Art Walk (2021).
Arte y moda persiguen un fin estético, ¿fue, digamos, obvia tu transición de modelo a artista plástica?
Definitivamente. Siempre he amado el arte en todas sus vertientes. Sabía que después de mi carrera de modelo iba a retomar la pintura.
Coqueteas con el arte desde los doce años y hace un lustro retomaste esta vieja pasión, ¿cómo fue ese reencuentro?
Siempre fue parte de mí. Tener nuevamente un espacio de trabajo fijo donde pudiera ir todas las mañanas fue un reencuentro conmigo misma, un estado de satisfacción y placer. Sentí que finalmente podía conectar con mi yo interno. Fue plena aceptación.
COORDENADAS
La producción artística de Amanda Valle está disponible en el portal: www.amandavalle.com
Tu reincorporación al arte ha sido productiva. Has estado en numerosas plataformas artísticas y dos galerías internacionales representan tu arte, ¿cómo ha sido este renacer creativo?
¡Emocionante! Me ha tenido muy motivada. Recuerdo cuando Nina Yashar, la propietaria de Nilufar Gallery, me dijo que le gustaba lo que hacía y que quería hacer una colaboración conmigo para un paravento, no lo podía creer, casi me muero (risas), porque siempre la he admirado muchísimo. Es una señora con un gusto exquisito para el diseño de interiores. Cuando la gente cree en ti y le gusta tu trabajo definitivamente esto hace el recorrido más placentero. Uno como artista tiene que tener esa confianza en sí mismo, pero como dicen por ahí: “Los artistas nunca están conformes y son muy autocríticos”, entonces sentir el apoyo de amigos y profesionales sin dudas te deja con deseos de crear más.
El tuyo es arte abstracto y colorista, ¿qué te hace decantarte por esa corriente?
Esta pregunta tiene una sola respuesta: Libertad
¿Cómo definirías lo que intentas comunicar cuando pintas?
Un sentimiento, una emoción, una historia que es narrada mediante el color y su movimiento. Esos espacios cálidos de un viejo apartamento, una sombra que danza en las calles de la Zona colonial, la geometría de ciertas estructuras arquitectónicas, la calma de un campo al anochecer. La nostalgia que me transmite la esquina de una calle cualquiera y sus vendedores. La lucha diaria vestida de humor y sonrisa, y ese coraje que pinta de colores un país. La anomalía de ser y estar.
COMPLETA LA FRASE
Un color… Rojo. Un motivo… Expresar. Una inspiración… La gente. Un sueño por cumplir… Estabilidad
emocional (risas).
Una inquietud… El tiempo. Si pintaras el país sería… Alegre,
perseverante, valiente, genuino.
¿Cómo se da tu proceso creativo cuando estás delante del lienzo en blanco? ¿quién tiene el control: un esquema previo, los instintos o los pinceles?
Uff, es bastante complicado. Es un proceso largo, muy personal. Necesito conectar con mi espacio de trabajo. Se me hace aún más difícil cuando tengo semanas o meses que no voy por un motivo u otro. Mi rutina es llegar en la mañana, me despierto súper temprano. Voy a mi estudio y no le pongo la mano al lienzo a menos por un par de horas. El estudio es mi templo, me preparo un café y entro en un momento de pensamiento y reflexión o simplemente adelanto e-mails o cosas que tenga pendientes en la computadora. Entonces es cuando entro en un estado de insolente resistencia, suena raro, pero es así. Cuando inicio a pintar no tengo siempre una idea definida, simplemente me dejo llevar… hago pausas constantes. Después, entro en un estado donde lo que estoy haciendo no me excita, pero me recuerdo a mí misma que es parte del proceso para llegar al punto de máxima de satisfacción y gozo. Cambio constantemente el curso del cuadro a medida que lo trabajo y es entonces cuando aparece ese momento glorioso donde empiezo a ver lo que andaba buscando, aquello que mi subconsciente de manera automática está plasmando por sí mismo. Es un disfrute casi egoísta ese momento en la fase final.
Dicen que arte es oficio y terapia, ¿qué te ha provocado tu producción artística?
Es una forma de vivir, no es un deber, es una necesidad.
¿Has previsto una exposición en el país para que los dominicanos conozcan de tu trabajo pictórico?
Aún no, pero está en los planes futuros. Y si consigo galería pues mejor (risas).
Eres isleña y tus influencias en el color te delatan, ¿cómo los compradores de tu arte entiendes que se conectan con tu obra?
¡Sí, claro! Es una de las cosas que siempre resaltan. La vivacidad de los colores, la historia detrás de ellos y de dónde vengo. Yo soy muy de etapas, en series pasadas vas a ver otros colores y formas, como en la serie de pinturas “Back in the Island” ves totalmente lo que se traduce: “De vuelta en la isla”. Una isla de colores, de formas que representan situaciones; un gallo, un viralata, una sombra interpretada como la calle donde crecí.
Pareciera que vives con el arte en ebullición. No solo pintas, sino que has escrito y dirigido “Back in the Island” que participa en varios festivales internacionales y ha ganado importantes premios en Berlín.
Crear ese corto y dirigirlo ha sido una de las experiencias más satisfactorias en mi carrera. Todo nació de manera casi accidental. Mientras trabaja en el país en la serie de pinturas con el mismo nombre, mi galería en París me pidió que hiciera un proyecto que definiera mi arte. Podía ser una escultura, instalación, lo que quisiera, entonces como mi trabajo es abstracto yo quería crear algo que visualmente tradujera en imágenes realistas lo que me había inspirado para crear esas pinturas. En mi mente era solo un video con imágenes y mientras más trabaja la idea fue naciendo el corto y terminé escribiendo la historia que tiene mucho que ver con mis raíces y las creencias que viví en la infancia con mi abuelo.
¿Qué intentas retratar con este corto?
Este es un cortometraje basado en mi experiencia durante mis dos años de estadía en República Dominicana, buscando inspiración y experimentando con los colores que se encuentran en las circunstancias de cada día. Es una representación de mi viaje creativo. Tiene mucho que ver con el estado emocional, porque estaba pasando en ese momento. Diría que es casi autobiográfico. Me ha sorprendido la aceptación que ha tenido en los festivales internaciones, es lindo poder compartir más sobre situaciones y costumbres que forman parte de la cultura caribeña con otros países.
¿Este corto es el primero de muchos?
¡Ojalá que sí! Tengo otro proyecto en mente, pero ese requiere más producción. Pronto empezaré a escribir.
Sé que lo de contar historias para la pantalla te viene de tu padre, quien escribía guiones que tu familia descubrió después de que él falleció.
Sí, mi papá digamos tenía la vena de artista, quiso ser escritor. No viví con él, pero recuerdo esas conversaciones cada vez que nos veíamos de que no quería que fuera artista, porque sabía lo difícil que fue para él ejercerlo. Después de intentarlo un tiempo se dedicó a los negocios. Cuando murió se abrió una maleta vieja roja que tenía desde siempre y no dejaba que nadie le tocara. Estaba llena de libretos de películas que él había escrito y cartas que intentó mandar a varios directores en Los Ángeles. La que era en ese entonces su esposa sabía que la historia de esa maleta era muy importante para mí y terminé heredándola yo. Quizá algún día sea parte de una muestra.
¿Cómo vislumbras el futuro artístico de Amanda Valle?
Trato de enfocarme en el ahora, no soy muy de encasillarme en un futuro impredecible que no podemos controlar, pero quiero crecer como persona, como artista, poder comunicar, conectar con el público mediante mi arte, creando lo que al final todos queremos sentir, una chispa, una sensación cualquiera. ¡Pero sentir! Que mi arte pueda ocupar espacios que estéticamente provoquen un suspiro o quizá algo más que eso. Trabajar en otras colaboraciones, llegar a otros países. Profundizar aún más en lo que experimento como persona y poder manifestarlo. Ser.