Edición #2 El Núcleo

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NÚCLEO Francisco Ordóñez Director del Núcleo de Pichincha de la CCE Homero Arboleda Coordinador del área de Comunicación Diego Yépez S | Alexandra Cárdenas Editor General Patricio Santacruz | Daniel Almeida Diseño Gráfico Héctor Cobo | Bryan Morales | Patricio Santacruz Fotografía El Núcleo de Pichincha de la CCE agradece a: Diego Aguilar, Laura Alvear, Edgar García Luis Medina, Lino, Efraín Jara Idrovo (+), Kléver Viera, Marko Bizarro, Viviana Iñiguez

CONTENIDO 4. Diego “TOA” Aguilar: El lienzo vive 5. Laura Alvear Molina: La elasticidad de la enseñanza 6. Edgar García: La coincidencia de los sonidos 7. Cine: La novela total de la república ilusoria 8. Fotoreportaje: Marko Bizarro 10. Territorio: La dimensión onírica se fragua en Alangasí 12. Gastronomía: Italia con color verde Esmeraldas. 14. Fotografía 16. Crónica: Un ejercicio de participación 19. Galería 20. Kléver Viera: La sinestesia de los tejidos 22. Anatomía de la Monocromía 24. Efraín Jara Idrovo (+) : In Memoriam 26. Agenda


EDICIÓN II Que exijamos el cumplimiento de la Ley Orgánica de Cultura y su reglamento, fue la resolución unánime tomada por cerca de 400 artistas y gestores culturales que asistieron a la Asamblea Provincial del Núcleo de Pichincha de la Casa de la Cultura Ecuatoriana Benjamín Carrión el pasado 19 de abril. Esta exigencia, fragua la legitimidad del Núcleo de Pichincha, que ahora sí, terminó de constituirse. Sin duda, el aval que dieron los artistas y gestores culturales ahí reunidos, a lo que se sumó la presencia de autoridades como el Ministro de Cultura y Patrimonio y representantes de diferentes instituciones del Estado y de diversos colectivos, consolidó el nacimiento de esta nueva entidad cultural. El Teatro Universitario de la Universidad Central del Ecuador fue el escenario en el que se dio la asamblea, el icónico lugar, constituyó la casa de un hecho democrático, que marca un hito importante para la cultura de la provincia de Pichincha. Marca un giro en la conducción del Núcleo. La asamblea nos muestra el camino por el que tenemos que transitar, el trabajo que tenemos que hacer, sin pérdida de tiempo, con decisión, con alegría, con amor, con generosidad, con responsabilidad. A eso nos comprometemos, en eso estamos...

Francisco Ordóñez Andrade Director del Núcleo de Pichincha


“Nací en Quito. Aprendí a tatuar a los quince años, con máquinas que yo mismo armé. Mi mamá descubrió, al mismo tiempo, que tenía tatuado su nombre a un costado, pero no se disgustó. Les tatuaba, también, a mis compañeros de colegio; ahí ella supo que ésta sería mi profesión y me incentivó. Me compró mi primera máquina y no he parado. El tatuaje está considerado como un arte. Nosotros pintamos sobre el lienzo de la piel y tenemos la capaci-

dad de crear y recrear. Me gusta tatuar letras y frases que identifiquen a las personas. Una vez me hice amigo de una chica en Suiza y, tiempo después, vino a Ecuador a que le tatue un signo hindú que significa felicidad. Mi estilo no es copiado. Muchos tatuadores aprenden de un maestro y se quedan con esas formas. Yo aprendí solo, tengo una manera diferente de dar color, brillo y originalidad a mis creaciones. No me gusta esbozar los típicos dibujos

de flores o plumas; cosas de las que después se arrepienten. En mi cuerpo tengo tatuadas únicamente a mujeres, entre las que consta un Cristo femenino. Antes el tatuaje era mal visto, la gente pensaba que los que lo hacemos somos personas malas para la sociedad. Ahora ésto ha cambiado mucho: artistas, futbolistas, todos tienen sus tatuajes. Los tatuadores realizamos algo que va a durar toda la vida, incluso hasta la tumba”.


Laura Alvear Molina LA ELASTICIDAD DE LA ENSEÑANZA

“Tengo más de cuarenta años en la danza. En la actualidad doy clases en la Universidad Central del Ecuador, donde seguiré sembrando una nueva forma de pensar entre los que se acercan a aprender y se dan la oportunidad de hacer algo distinto. La danza es mi motor; a través ella me he desarrollado como bailarina y persona: compartir esta formación es un eje transversal en mi vida. Es una herramienta física, emocional,

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intelectual, neuronal; marca una forma integral de desarrollo. Los bailarines tenemos coreografías sobre temas diversos y hablamos del ser humano. Transmitimos la vida, el amor, el desamor, la alegría, y las implicaciones de ser parte de una sociedad. Algunas actividades, lastimosamente, se quedan guardadas entre cuatro paredes. Muchas veces porque no hay los recursos y otras debido a que no existen los

espacios. Disponemos del material pero los lugares le pertenecen a determinados grupos. Es importante que los alumnos universitarios tengan acceso a la danza. Les ayuda a ser mejores y más disciplinados, a desarrollar habilidades corporales que mejoran su salud física y espiritual. Yo continuaré hasta que la energía me alcance para seguir compartiendo”.


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DOCTOR ---------------------------

EDGAR

GARCÍA

LA COINCIDENCIA DE LOS SONIDOS

Desde muy corta edad me llamo la atención los sonidos, cada sonido que llegaba a mí era como una experiencia. Siempre hice música, aprendí poco a poco y cada vez lo tomaba más en serio, pero me faltaba algo, entonces, decidí profesionalizarme. Logré sacar mi título, llevar mi actividad a otro nivel, ahora hago las cosas de mejor manera, con mucha más calidad. Desde el inicio de los tiempos el humano ha tenido la necesidad de expresarse, expresar sus sentimientos de alegría, tristeza, melancolía, y eso el arte ha sabido llevar de una

manera excelente. Transformar los sentimientos en algo perceptible, algo que se pueda sentir en el ambiente, es lo que tratamos de hacer en Q.U.I.E.T Records. Tenemos las puertas abiertas para toda la gente que quiere venir y transformar sus ideas en algo artístico. En este caso nos dedicamos al Hip Hop, mediante rimas transformadas en poesía, mediante ritmos tratamos de decir nuestra verdad, nuestro grito a la conciencia; decir estamos presentes y somos actores principales también en el quehacer artístico del Ecuador. La gente que ha tenido

la oportunidad de llegar a Q.U.I.E.T Records en la Ermita, en el Centro Histórico olvidado de Quito, sabe qué hacemos producción musical para bandas, grabación, mezcla, masterización, spots publicitarios, musicalización de videos, tanto para productos nacionales como internacionales”

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LA NOVELA TOTAL DE LA REPÚBLICA ILUSORIA Un secreto en la caja (2016) es la segunda película de Javier Izquierdo (Quito, 1977). Narra la historia, a través del recurso del falso documental, del escritor apócrifo Marcelo Chiriboga, el único representante del ‘Boom’ de literatura latinoamericana con el que contaría Ecuador. Chiriboga es el García Márquez que el país nunca tuvo. Simboliza la afectación y el eurocentrismo de los artistas locales. Refleja los conflictos de un desarraigo que, como creía Constantino Kavafis, es una condición espiritual más que un síntoma. A través de su enrevesada biografía, el espectador contempla los planos de la historia incongruente del Ecuador del siglo XX, la cual se despliega en sintonía con los conflictos bélicos del periodo más sanguinario. El escritor está aquejado por un romanticismo lastimero, como si su idiosincrasia riobambeña se hubiera mezclado con su aura de exiliado en Europa, hasta producir una caricatura. La posibilidad de su misma existencia es una broma, con la que Izquierdo se ríe de los parámetros del nacionalismo, la exquisitez y los conciliábulos de escribidores. La cinta posee un humor explosivo, inusual en el cine o la literatura de los páramos. Chiriboga fue un guerrillero frustrado. Mientras trabajaba como periodista en el diario capitalino El Comercio, fue una parodia onettiana; durante su trashumancia por París, fue un doble de Horacio Quiroga; emuló los pasos de Bolívar Echeverría en Alemania Oriental, de donde fue expulsado tras ser considerado un disidente… Su corpus narrativo, compuesto por tres obras, fue vetado por la censura de las dictaduras militares del Ecuador y, tras la llegada de la democracia, la costumbre de la prohibición eclosionó su olvido. La desmemoria, en la ucronía en la que participa Chiriboga, es el destino de una línea imaginaria que se fragmenta —debido a la pólvora y las decisiones políticas descabelladas— hasta engullirse a sí misma y desaparecer del mapa. De la misma manera, el escritor se transforma en un fantasma. Desgasta su último aliento en la oscuridad de la hacienda de su familia, convertido en un Kafka andino empecinado en perpetrar una obra anónima, la cual, desde antes de gestarse, estuvo condenada al fuego.


MARKO BIZARRO


Estudió en Buenos Aires diseño multimedia, pero se especializó y dedica a la fotografía por satisfacción personal. Usa técnicas que mezclan lo digital con las fotos. Ha capturado la imagen de cantantes como La Toquilla y Mariela Condo, así como de diseñadores de joyas y otros tipos de arte. Sus trabajos se han exhibido en España y Reino Unido.


La dimensión onírica se fragua en

Alangasí

Luis Alberto Medina (Alangasí, 1962) estudió arquitectura e inició su aprendizaje en el taller del célebre pintor Gonzalo Endara Crow. Siguió sus pasos hasta que logró plasmar sus propias pinceladas. Tras conseguirlo, entró en sintonía con la naturaleza, cuyos vaivenes captura mediante un estilo que recuerda a las vanguardias europeas de inicios del siglo XX. No obstante, los paisajes de la mitad del mundo le otorgan un sentido distinto a sus creaciones y lo separan del surrealismo. Hay una introspección onírica marcada por la abundancia vegetal y una fascinación hacia el exotismo de la fauna. En una primera etapa, cuando todavía se encuentra bajo el influjo de Crow, los pueblos brotan de las montañas oceánicas. Los peces y pájaros conviven en los espacios de

la arquitectura colonial, mientras cae una lluvia de peras y manzanas gigantescas. Luego, en una segunda etapa, hay un claro acercamiento hacia los retratos de Paul Gauguin y sus auras de plantas selváticas. También, se percibe su necesidad de desacralizar la enigmática figura de La Gioconda (Leonardo da Vinci, 1519), ubicándola entre mazorcas, volcanes o reptiles. En una tercera etapa, la figura del árbol arquetípico se torna preponderante y central. Se transforma en la maná desde donde se riega, como si fuera una dádiva de la abundancia, un collage de los anteriores motivos de su obra, siempre bajo la vigilancia del reloj. En este punto irrumpe la abstracción, que brota de las mismas ramas y hojas originarias, las cuales poco a poco pierden realismo y se convierten en patrones geométricos y fluctuaciones de materia orgánica.

Medina, quien de igual forma es escultor, acaba de exponer sus pinturas en Madrid - España (Espacio Abierto Cultural, marzo) y Toronto - Canadá (City Hall, abril). La muestra ha sido un éxito y lo han invitado a participar, el próximo año, en la Feria Internacional de Arte de Canadá. En palabras del crítico de arte Hernán Rodríguez Castelo, sus series son una “expresión artística cada vez más segura y más fina, y, por ello, más rica, en el despliegue de formas y sentidos de estas ‘series’, o grandes etapas de su producción”. La obra de Medina puede asimilarse a través de los temas y como un todo unitario. Sea cual fuere la manera en que se lo haga, el espectador no verá frustradas sus expectativas, aunque le quede el deseo de contemplarlo tomar el siguiente paso.


con voca toria El Núcleo de Pichincha de la Casa de la Cultura Ecuatoriana (CCE) invita a todos los artistas (ilustradores, músicos, escritores, escultores, fotógrafos, pintores, cineastas, bailarines, actores,entre otros) y gestores a presentar sus propuestas para que sean socializadas, difundidas y publicadas a través de la revista El Núcleo. La nueva publicación, que aparecerá de forma mensual, está constituida como un espacio de reflexión y análisis de las dinámicas intrínsecas al proceso de creación. La intención es ofrecer a la colectividad un sitio despojado de prejuicios, abierto y multidisciplinario, en el que se logre captar los matices del cambio. Si quieres participar se receptarán tus propuestas, desde el mes de abril, en el siguiente correo electrónico: revistaelnucleocce@gmail.com, o acércate a la oficina del Núcleo de Pichincha, ubicada en la calle Manabí, entre Cuenca y Cotopaxi. Horario de atención:de 9:00 a 17:00.

Francisco Ordóñez Director del Núcleo de Pichincha de la CCE


Cucina casareccia

I TA L I A

C O N

C O LO R

V E R D E

E S M E R A L D A S


La puerta abierta hacia la calle, el patio con macetas cargadas de pequeñas flores, el aroma de comida recién preparada, que invita a irrumpir la paz del lugar, y la calidez de una amable bienvenida transportan al comensal de Cucina Casareccia hacia un restaurante, que más que Precisamente esta trattoría adopta su nombre bajo un concepto de comida casera, de una “hueca” tradicional con una propuesta artesanal que ratifica, con cada ingrediente y preparación, una herencia gastronómica adquirida, en un espacio de encuentro de sabores que se conjugan con arte y cultura. Este acogedor restaurante se encuentra ubicado en las calles Alemania y Mariana de Jesús, en el norte de Quito y es manejado por Salvatore Traverso, que se encarga del área administrativa, y por Zeida Nazareno, quien convierte ingredientes simples en sofisticadas preparaciones que mantienen el sabor típico de la bota itálica. Según nos cuenta Salvatore, su madre Zeida, proveniente de Esmeraldas, vivió en Italia por muchos años, recorriendo de norte a sur la península. El visitar las montañas, los valles y el Mediterráneo alimentaron su conocimiento en torno a la cocina italiana, que destaca a nivel mundial por el uso de la pasta, excéntricos quesos y el amor que le debe imprimir quien cocina cada plato. Sin amor los ingredientes son solo eso: géneros independientes, sin embargo la misma simplicidad de alimentos como el tomate, el ajo y la albahaca se vuelven indispensables

en la mesa y se pueden convertir, con el toque adecuado, en una deliciosa pasta primavera, que únicamente incorpora aceite de oliva y queso mozzarella para emulsionar ésta fresca preparación. Destaca Salvatore que la cocina italiana se puede reflejar en su bandera nacional con ingredientes verdes para las verduras y el aceite de oliva, el blanco de las masas y los quesos, y finalmente el rojo de las carnes, embutidos y mariscos. Todos estos elementos seguramente abren el apetito a quien imagina la infinidad de combinaciones posibles. Otras características que se preservan en cada servicio, acorde a la tradición, es la pasta hecha en casa “al dente” y siempre “a la minuta” debido a que se deben mantener los aromas y sabores que se alcanzan en el punto preciso de la cocción, ni más ni menos. Esto da lugar a que la experiencia del visitante se torne diferente a la que podría alcanzar en otros establecimientos con esta oferta. La vida de este establecimiento no es corta, por más de 12 años su versada cocinera se ha movido en el espectro del servicio gastronómico, en un principio en la zona de Cumbayá y desde hace aproximadamente 18 meses en su nueva ubicación. Ahora son otros los retos para atraer clientes debido a la vorágine de ofertas y lugares que se promocionan en la pantalla azul del internet, por lo que Salvatore destaca: “los clientes llegaban y se quedaban por el sabor y no por cuantos likes tiene una foto retocada en las redes sociales” El menú no es muy amplio pero

ofrece variedad de salsas, para los espaguetis, los tagliatelles y otras pastas cortas, con sabores suaves como la carbonara o la Alfredo, unos más fuertes como la pesto y para quienes disfrutan la comida picante se recomienda una pasta a la diavola, además de preparaciones como el rissotto ai funghi o un tierno osobuco. La variedad no culmina ahí, si se desea degustar otras delicias se puede solicitar a Zeida, con un poco de anticipación, que se luzca con sabores del Mediterráneo que llevan los raviolis frutti di mare, con una pizza tradicional napolitana o con una apetitosa polenta. El tiempo de servicio, que a veces puede tornarse un inconveniente especialmente a la hora del almuerzo, da lugar a disfrutar otros detalles que hacen de este lugar un sitio diferente. El calor de la chimenea, la música de Charlie Parker o de algún artista invitado de fondo o una siempre interesante conversación con Salvatore generan el preludio adecuado disfrutar de la comida solicitada. El servicio nunca estará completo si no se solicita el italianísimo tiramisú, que no pide favor alguno a los de otros “sofisticados” establecimientos de la ciudad, más bien en su simpleza se sienten los delicados ingredientes que conforman este delicioso postre. Siempre al finalizar el almuerzo o la cena el adiós será complicado, pues la necesidad de probar nuevas combinaciones será un motivo permanente de visita a este lugar, además de las exposiciones y actividades culturales y artísticas a las que siempre Salvatore tendrá el placer de invitarte con una gran sonrisa.




UN EJERCICIO DE PARTICIPACIÓN El pasado jueves 19 de abril el Teatro de la Universidad Central fue sede de la Asamblea 2018 del Núcleo de Pichincha de la Casa de la Cultura Ecuatoriana (CCE-NP). A las 16:h00 como estaba previsto ingresaron, quienes constan en el Registro Único de Actores y Gestores Culturales (RUAC) y aquellos que solicitaron al Núcleo ser miembros de la CCE-NP. Mientras, a las 16:h30 en el interior del teatro se anunciaba la

participación del grupo de danza Cudae, dirigido por la maestra Laura Alvear, agrupación que con el tema “Bolero” convocó la atención de los presentes. Una segunda presentación estuvo a cargo del grupo de danza proveniente del cantón Rumiñahui, “Fuerza Andes”, con los tradicionales bailes del Aya Uma y de la Región Centro del país. Las autoridades

invitadas a presidir la Asamblea estaban listas para ocupar su lugar, y con la lectura de la carta enviada por la Vicepresidenta de la República, Alejandra Vicuña, donde felicita las iniciativas en favor de la cultura, dio inicio la sesión. “Que bello este momento tener un Núcleo de Pichincha que se encargue absolutamente de todo lo que tiene que ver con la cultura en el


territorio, en cada una de las comunidades, en cada uno de los barrios…”, indicó el Ministro de Cultura, Raúl Pérez Torres, en su discurso; el primero que se dio en la Asamblea y que fue un llamado a cesar confrontaciones. El turno fue entonces del Director del Núcleo de Pichincha de la CCE, Francisco Ordóñez, quien inicio su discurso con las condolencias a las familias de los periodistas y militares asesinados en la frontera ecuatoriana, y el llamado a la paz en toda Latinoamérica, así también en países como Siria, agobiados de manera permanente por ataques a su soberanía. Tras esto se refirió a la creación y conformación del Núcleo, el cual, en sus propias palabras, “responde a la necesidad de ofrecer a la ciudadanía acceso al ejercicio de sus derechos culturales, mediante espacios transparentes, democráticos y de participación”. Agregó que la cultura, en sus diversas, múltiples e infinitas expresiones, no puede partir desde la institución y la burocracia. Francisco Ordóñez resaltó las iniciativas cumplidas a pesar del bajo presupuesto con el que contó para el Núcleo en los primeros meses. Para el último cuatrimestre del 2017 fue de USD 251.000 de un total de más de seis millones que debió haber recibido la Institución. Cifras que a su vez fueron presentadas en diapositivas en la pantalla gigante del Teatro. Acorde a la Ley Orgánica de Cultura y su Reglamento en el 2018, al Núcleo se le debió asignar más de cuatro millones y medio de dólares, pero ha recibido USD 835.000, Información que fue confirmada por el primer vocal principal del Núcleo, Luis García, quien explicó acerca de la creación y situación legal de la institución, así como de la estructura orgánica creada y aprobada, “lo más complicado para el Núcleo de Pichincha, ha sido la construcción de la institucionalidad, porque la diferencia con los otros 23 Núcleos y la Sede Nacional, es que ya encontraron una institución levantada, no solamente desde el ámbito físico, sino administrativo.


Luis García no quiso culminar la Asamblea 2018, sin antes hacer un llamado al dialogo a todos quienes no concuerdan con lo actuado por el directorio y asegurar que su trabajo no es, ni será desde un escritorio, sino visitando territorio. “Estamos prestos a rendir cuentas a informar todas las inquietudes que tengan”, indicó.

forma enérgica el directorio del Núcleo exija el cumplimiento de la Ley, la asignación justa del presupuesto. “Realmente es una vergüenza, no les importamos, me duele mucho lo que está pasando a nivel cultural en nuestro país, con el Núcleo de Pichincha”, acotó.

En la Asamblea se informó además de los espacios con los que ahora cuenta el Núcleo para desarrollar su trabajo y crear nuevos escenarios para uso de los actores y gestores culturales, como son el denominado “Pabellón de las Artes”, ubicado en el parque de El Arbolito, lugar que está en readecuación; y la casa patrimonial de la calle Manabí, en el Centro Histórico de Quito, que ya está en funcionamiento con las oficinas del Núcleo.

Reconocer que por primera vez durante la larga trayectoria de los artistas y gestores se les invita a una reunión de una instancia perteneciente a la Casa de la Cultura, fue el punto de coincidencia, entre quienes intervinieron de parte de la ciudadanía. Waira Condo, otro de los asistentes, quien dirigió sus primeras palabras en quichua, mocionó: “dejar un mandato donde los artistas dejemos la sugerencia de que se cumpla la Ley, de acuerdo a las funciones que tiene la Sede Nacional, como la Sede Provincial”.

Escuchar la voz ciudadana, la voz de los artistas y gestores culturales, fue el objetivo principal de esta Asamblea y en este marco André Villa, asistente al diálogo, solicitó que de

Javier Cevallos, ex candidato a la dirección del Núcleo Provincial, en tanto, instó a estar alerta de nuevas trampas, de que se presente una reforma a la Ley que permita mane-

jar la autonomía de la Casa de la Cultura “como una hacienda privada… y deje al Núcleo como una simple casa bonita en el Centro Histórico”. Solicitó también que sean escuchadas las voces críticas a la gestión del Núcleo. En esta iniciativa de participación ciudadana también se dio la intervención de los siete representantes de las extensiones de las parroquias de Pichincha, misma que no distó de las de los artistas, se insistió en el cumplimiento de la Ley de Cultura, para que los presupuestos a ellos designados lleguen con normalidad y resaltaron el trabajo que desde ya se planifica junto al Núcleo. Casi tres horas después de un dialogo sostenido y claro, la asamblea llegó a su fin, con el compromiso del directorio del Núcleo de acatar el mandato ciudadano y de los actores y gestores de apoyar, de ser veedores del trabajo que se realiza.


La casa patrimonial adjudicada al Núcleo de Pichincha ya está en funcionamiento en las calles Manabí N9-58 entre Cuenca y Cotopaxi. Ven y visita las exposiciones que mantenemos en nuestra institución. Para mayor información de nuestros servicios llama al 02-3809850.

DONACIÓN DE LIBROS Una puerta abierta a nuevos mundos y personajes, es lo que permitió el Núcleo de Pichincha a los niños del Club Árabe Ecuatoriano, con la donación de libros para su biblioteca comunitaria. Dichos libros son el resultado de la donación realizada en los conciertos Rock Revolución y se espera llegar a otras parroquias de Pichincha.

La primera exposición realizada en las instalaciones del Núcleo de Pichincha, en la casa patrimonial del Centro Histórico, es “Homenaje” una conmemoración al esfuerzo de los trabajadores ecuatorianos. Son 18 obras de arte realizadas por los gestores culturales del parque El Ejido. La muestra plástica permanecerá abierta hasta este 18 de mayo, de 10:00 a 18:00 horas.


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Kléver Rodrigo Viera (Toacaso, Cotopaxi, 1955), desde su niñez —época sobre la que siempre medita— ansiaba abandonar su pueblo y sabía que era artista. Anhelaba la música. Sus horas infantiles transcurrían en las entrañas de la quebrada, donde se encomendaba a correr, saltar, cantar y bailar junto a los animales. Al mismo tiempo, rehuía la pobreza de su casa familiar, donde se apretujaban sus progenitores y sus cinco hermanos. Tras el paso del tiempo comprendería que ahí ya había descubierto la dinámica de la danza. Emigró a Quito y concluyó la secundaria en el colegio Montalvo. Su padre lo inscribió en el conservatorio, pero con la condición de que también se matriculase en la universidad, en la carrera de pedagogía. En el conservatorio se encomendó al estudio de piano durante un año y medio, tiempo suficiente para que develara que su vocación era otra. Además, en vista de que la danza lo acompañaba, el abandono no degeneró en fracaso. “Yo podía ver la música —rememora Klever—, como si los sonidos fueran las serpentinas del ADN. Dios era eso, un anciano barbudo que regaba hilos de luz hacia mí, y eso hizo que mi vida sea sólo danza, aunque hasta ahora me pregunte si el fanatismo valió la pena”. Su primeros maestros de danza clásica fueron Rubén Guarderas y Noralma Vera. Al primero le agradece las tertulias encendidas que mantuvieron y de la segunda guarda su presencia escénica. Tenía veinte años recién cumplidos el momento en el que descubrió que desconocía los libros. Se inauguró en la lectura con Ciro Alegría y su sed de palabras estalló en proporción geométrica, hasta el

punto de que considera que su bagaje se compone de páginas: “las cosas del cuerpo sólo la poesía las puede verbalizar”, estima, y resalta su fascinación por César Vallejo y César Dávila Andrade. Kléver incursionó en el escenario, en octubre de 1975, junto a la Compañía Nacional de Danza. Su formación, durante por lo menos tres años, se había enfocado en la vertiente clásica. No obstante, aspiraba a otro tipo de expresión, una que partiera del materialismo histórico y la conciencia de clase. Luego se marchó a México para tomar clases de contemporánea con el neoyorkino Javier Francis, quien le otorgó las herramientas y el rigor que requería, y guió la transformación, incluso, de sus huesos y músculos. De esta forma se liberó de las constricciones de una institución dancística de raigambre europea. El maestro permaneció durante tres años en México hasta que Francis se sumió en un delirio místico. Consideraba que Dios le había enviado un mensaje a través de sus pupilos. Klever regresó en 1981 y, merced de los postulados de su militancia política, encauzó su vida en la enseñanza. “Es mi cuerpo el que sabe de danza y el que dilucida lo que requieren los alumnos —cuenta Kĺever—. La razón está anulada. Imparto mis clases con los ojos cerrados, porque el aprendiz es abstracto y no quiero condicionarle. Todavía no tiene cuerpo ni presencia pero ingresa en un devenir”. Décadas después sigue enfocado en su destino, dado que en su labor como coreógrafo y maestro ha encontrado el sentido de su pasión, a pesar del sacrificio que ha representado: “He dado 44 años clases y no tengo un sucre porque nadie valora mi oficio. Es un problema de la descomposición del

Estado. En el país no se respeta a los artistas. Dostoievski, por ejemplo en Rusia, es venerado y amado”. Viera ha presentado tantas obras propias que su memoria no alcanza a discriminar entre las más importantes. De las que fueron producidas por otros coreógrafos no rescata ni el nombre. En el primer caso, considera que Vista de ojos (2000) marca una transición en su carrera. Para su gestación, creó el primer taller-laboratorio de coreografía en Quito, luego de que tuviera un pacto posmodernista con el filósofo francés Gilles Deleuze, en vista de que absorbió sus ideas sobre el devenir animal. La comunión resultante le ayudó a despojarse del pánico escénico y a aplacar los vacíos que se generaron durante su aprendizaje autodidacta. “En 1986 viajé a Alemania a presentar tres obras y fui vencido por el nivel de profesionalismo. Tenían pianistas, percusionistas… Recé para que se incendiara el edificio, pero terminé improvisando; tuve un éxito impresionante”. En la actualidad Kléver imparte clases durante más de cuatro horas al día y luego, en su hogar en el Centro Histórico de Quito, se sume en la “catatonia activa”. La muerte de su compañera y el ocaso de las grandes narrativas políticas del siglo XX le han tornado en un ser desengañado. “Quiero que mi casa se transforme en un museo, porque lo que tengo es transitorio. Todo lo que hago está relacionado con la danza, aunque viva en mi cueva como un ermitaño. Me dedico a reciclarme y derivarme. Me releo”. El maestro escribe todos los días un diario, donde anota sus reflexiones cotidianas desde hace décadas, el cual se dispone a organizar y publicar. “Mis obras son un refugio para los que tienen tres patas”, finaliza.



Anatomia

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‘Lino’ (Quito, 1986). Su lenguaje de expresión ha sido siempre el dibujo. Cursó estudios de ilustración y artes en Murcia - España. Su estilo recuerda al manga japonés, que es una de sus más fuertes influencias. Trabaja con técnicas digitales y tradicionales (tinta china, pincel y grafito). En los últimos años se ha centrado en el estudio de la figura humana, sobre todo en el cuerpo femenino, sin dejar de lado su interés por el retrato. Miembro fundador del colectivo Ilustradores Ecuatorianos, ha expuesto su obra en países como Alemania, Puerto Rico, Colombia, España, Italia, y en varias ciudades del Ecuador. Actualmente se encuentra trabajando en su primera obra del noveno arte.


IN

MEMORIAM

Efraín Jara Idrovo Efraín Jara Idrovo (Cuenca, 1926 – 2018). Poeta y doctor en Jurisprudencia. Publicó en poesía Tránsito en la ceniza (1947), Rostro de la ausencia (1948), Acto de amor (1972), Sollozo por Pedro Jara (1976), El mundo de las evidencias (1980), Los rostros de Eros (1997), entre otros.

AMARGA

ULISES

El mar está ahí. El agua de por sí es evidente: elástica y compacta, se deja estar, indiferente, en su volumen. El caballo está ahí. ¡Indeleble presencia! Tiembla el bosque en sus ojos, cuando huele a la yegua… ¿Qué sucede contigo? Sólo menguas en vez de acrecentarte, como un río, cuyo caudal exiguo, lo hará languidescer en las arenas. Crees fijar la espléndica diadema de los astros y ya es otro quien se obstina en la imagen: el que, sí es, no es el mismo, el que al brillar se extingue para recomenzarse.

¿Hacia dónde navega, Ulises, tu tirreme con sus remos de sangre y velas de delirio? ¿Vas al centro de tu alma? ¿Buscas amor? ¿Certeza? El viento de ti nace y hacia ti te conduce. Navegando, viviendo, el puerto que te espera es tu rostro perdido el día en que zarpaste. Fuera de ti no hay puerto. Tu viaje es un retorno. La espuma de la orilla sólo en ti se prosterna. Tú no miras, Ulises. Cuando miras, sorprendes tu soledad volviendo a su propia constancia. Formas vanas, reflejos: olas, rocas, gaviotas.

CONDICIÓN

Y LAS SIRENAS

Mundo es lo que te sobra y escapa por tus ojos. ¡Pon cera en tus oídos! Las sirenas te llaman. Fuera de ti no hay muelles, ni arena, ni evidencia. Fanales insidiosos — materia, sexo, tiempo— apresuran tu nave contra las escolleras. Mar adentro, alma adentro, la gran fosforescencia de tu conciencia engendra la luz del universo. Cuando al mirar las nubes veas que no son nubes, sino tu alma que escapa, Ulises, ¡suelta el ancla! . .


DESTELLOS DE UNA INFANCIA SOLITARIA

¿Dónde guardas el rostro, que nunca he conocido, y del que sólo quedan sus círculos de música? Veo a mi madre erguida al borde de mi alma, como álamo, temblando. Unas monjas recuerdo: como amapolas secas, surgen entre la niebla . . . El sol brilla en los sauces. Columbro una carreta cargada de hojarasca. Al peso del arado, crujían las oscuras costillas de la tierra . . . Era un cuando sin cuando. Era un espejo, en donde nunca inscribió el relámpago su helecho fulminante. Días, años, en la ascua del espacio infinito, viendo volver el mismo colibrí a los rosales. El mismo río, idéntico fragor de terciopelos del viento enardeciendo tejados y arboledas. Un niño de ojos tristes eleva una cometa. Y siempre son los mismos: cometa, niño y cielo. ¿En dónde confundiste, infancia, mis facciones, el ser que nunca he sido y me remuerde siempre? Empapada de sueño y de melancolía. mi imagen se adelanta y no la reconozco. Con un muñón de estrella golpeo en el pasado. Me responde un camino de flores amarillas, un zumbido de moscas, un aroma de bueyes. Hay una casa lóbrega y un hombre solitario. “¡No tengas miedo, Hipólito! Dicen que ama los niños.” Pero mi rostro, infancia; el que labró mi sangre, cuando el tiempo medía tan sólo por distancias; aquel que vacilaba al fondo de las charcas, camino de la escuela, antes de que un cuchillo de soledad separe mi corazón del mundo, ¿en qué insondable pliegue de la sangre me llora? Mi abuela fuma y teje sentada en la terraza. Alguien riega la tinta y mancha los cuadernos. Toman mi desamparo como signo de culpa . . . La soledad, ahora, me hace dos efraínes. Su hostilidad comprendo. ¡Sólo uno es verdadero!

El otro sustituye al que jamás he sido. ¡Ay diamante extraviado al iniciar el tránsito, tus destellos persisten en torno a mi cadáver. Un callejón recuerdo, con sombra y madreselvas. Apoyado en el puente, miro las golondrinas. El agua, entre las piedras, daba traspiés de espuma. Nubes y gavilanes duermen tras las colinas . . . Entonces no existían la mirada ni el pájaro: la paloma era el ojo que al alma regresaba. ¿Cuándo advertí que el mundo estaba al otro lado? ¿Cuándo noté que el árbol no me necesitaba? ¿Cuándo supe que mi ansia no hace brotar la hierba? Mamá lloraba mucho si es que llegaba tarde. La rueda del molino se ha cubierto de musgo. Hago memoria. Caigo al fondo del olvido. ¿Soy yo quien allí sueña que he de soñar todo esto? Identidad perdida, laberinto de espejos donde mi faz su lámpara, sin cesar, repetía. Igual que para el pez, absorto tras el vidrio frío de la redoma, no había dentro o fuera. Hoy en la duración contienden sangre y mundo. Ahora instala el rayo su imperio fugitivo. Todo se va y no vuelve. Nada es ya, todo fluye; como flecha transcurre y se hunde en el crepúsculo . . . Infancia, vieja amiga, devuélveme los ojos que inventaron los pájaros y las constelaciones. Devuélveme los nombres con que fundé el espacio, las huellas de los pasos sin residuo de tiempo. Devuélveme el canario y su jaula de alambre, los bolsillos colmados de vidrios de colores. ¡Restitúyeme el rostro del ser que nunca he sido!


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