LA CÁMARA NEGRA
DOCUMENTAL
El rostro oculto en las palabras 31 de agosto de 2009
Año I - N o 2 - Ejemplar de distribución gratuita.
Momentos de gloria DEL CINE NEGRO MAGAZINE
EL CAREO
Seis miradas a la narrativa policial
El arte de escribir novelas de suspense Cronología de los hechos
Jorge Luis Borges
Ricardo Piglia
ARCHIVO DE HUELLAS Mempo Giardinelli
Andreu Martin Luis Sepúlveda
BALAS DE PAPEL
Lorenzo Silva y Carlos Tromben NOVELA NEGRA
Las reglas del juego
El sueño sueño eterno, eterno, de de Howard Howard Hawks Hawks (1946) (1946) El
Philip Marlowe y Humphrey Bogart, ÍCONOS DEL CINE NEGRO
GASTRONOMÍA
FICHADOS
Luis Enrique Délano
El crimen de la legación alemana
Juan Madrid
La mesa está servida
Programa Cineteca Nacional
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a Cineteca Nacional está dedicada a la conservación, restauración y difusión del patrimonio fílmico nacional, incluyendo también obras extranjeras. Por ello, cuando les hablamos del Festival Internacional Santiago Negro, no dudaron en sumarse a esta iniciativa que tanto tiene que ver con el cine y han preparado la siguiente selección de películas que se podrán ver en Centro Cultural Palacio La Moneda. La vocación de este festival es contar con todas las expresiones artísticas que se relacionan con el género negro, por ello y en nombre de todos los que estamos detrás de este festival, quiero agradecer la generosidad y el compromiso de los realizadores chilenos y la Cineteca Nacional. Andrés Pérez Sánchez-Morate Director Centro Cultural de España
Fichados y Seducidos con el Cine Negro Cine Chileno en el marco del “Festival Santiago Negro” 13 al 18 de octubre. Sala Cine / 15.30 y 18.00 horas. Entrada liberada Martes 13 18.00 horas Tres miradas a la calle – capítulo Ojos de Gato (Naum Kramarenco, Chile, 1961, 25 min, 16mm) Coloquio “Cine y Novela negra”. Participan: Bartolomé Leal, escritor; José Román, cineasta y crítico; Alberto Fuguet, escritor y cineasta. Modera: Ignacio Aliaga
Miércoles 14 18.00 horas La mano del muertito (José Bohr, Chile, 1948, 80 min, 35mm)
Viernes 16 15.30 horas La rubia de Kennedy (Arnaldo Valsecchi, Chile, 1995, 35mm)
Sábado 17 18.00 horas Ángel Negro (Jorge Olguín, Chile, 2000, 85 min, 35mm)
Jueves 15 15.30 horas El ídolo (Pierre Chenal, Chile, 1952, 69 min, dvd)
Viernes 16 18.00 horas Johnny 100 Pesos (Gustavo GraefMarino, Chile, 1993, 90 min, 35mm)
Domingo 18 15.30 horas Taxi para tres (Orlando Lübbert, Chile, 2001, 100 min, 35mm)
Jueves 15 18.00 horas Caluga o menta (Gonzalo Justiniano, Chile, 1990, 35mm)
Sábado 17 15.30 horas Cielo ciego (Nicolás Acuña, Chile, 1997, 94 minutos, BetacamSP)
Domingo 18 18.00 horas Los debutantes (Andrés Waissbluth, Chile, 2003, 116 min, 35mm)
Sumario LÍNEA DE INVESTIGACIÓN 1
Momentos de gloria del cine negro
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LÍNEA DE INVESTIGACIÓN 2
Novela Negra: Las reglas del juego
5
BALAS DE PAPEL
12
Lorenzo Silva y Carlos Tromben
LÍNEA DE INVESTIGACIÓN 3
14
Gastronomía en la novela negra
ARCHIVO DE HUELLAS
El crimen de la legación alemana
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NEGRA LA CÁMARA
FICHADOS
Luis Enrique Délano y Juan Madrid
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MAGAZINE
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Seis miradas a la narrativa policial
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OJA COSECHA R
L í n e a de
inves tiga ción
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Momentos de gloria del cine negro
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i bien el cine negro tuvo sus momentos de gloria entre los años 1930 y 1950, hubo, previamente, algunas expresiones que lo fueron alimentando, desarrollando e influyendo. Como también, existió una tipología cinematográfica cercana y conectada que lo nutrió considerablemente. Por otra parte, a partir de 1970 se produce un cine que es llamado el Neo-negro y que provoca una especie de renovación del cine negro, aunque con su propia mirada, su originalidad y sentido de actualidad que lo diferencia. Revisemos estas manifestaciones que conforman un hilo conductor en la evolución del cine negro.
sus radicales planEl precedente. teamientos y se torEstá representado na más suave. Propor el melodrama gresivamente se van de barrio bajo de D. ofreciendo salidas al W. Griffith La culpa desalmado gánster ajena, 1919. Narra protagonista, llegáncómo en los bajos dose incluso hasta la fondos de Londres, la redención. No obshija de un boxeador tante, el cine negro fracasado y borracho de la década de los es atraída por el amor Robert De Niro interpretando a Vito Corcuarenta seguirá dede un chino y a causa leone en su juventud. nunciando la corrupde ello es maltratada por su padre hasta matarla. La magnifica ción que reina en la vida norteameriambientación nocturna o los miserables cana sin abdicar de sus planteamientos personajes de tan siniestra historia de dramáticos estéticos (El Halcón Maleste film marcarán un claro antecedente tés, 1941; Historia de un detective (E. Dmytryk, 1944), El sueño eterno para el futuro cine negro americano. (Hawks, 1946), La dama del lago (R. Montgomery, 1947), y La jungla de El cine de gánsteres. Se le conasfalto de John Huston, 1950). sidera el verdadero punto de arranque del cine negro. Destacan La ley del Ni gánster ni policía, el detective prihampa de Josef von Sternberg, 1929; El vado goza de un estatuto ambiguo. En enemigo público de William A. Well- realidad su código moral es uno de los mann, 1931, y Scarface de Howard más exigentes pero se acomoda a actos de violencia y a tretas que no desaproHawks, 1932. El cine de gánsteres llega a un punto barían los criminales, todo ello acomalto con la saga de El Padrino de Fran- pañado de un aparente cinismo, a mecis Ford Coppola, basada en la nove- nudo burlón. la del mismo nombre de Mario Puzo. Hércules Poirot. Es un detective belga Se filmaron tres partes (1972,1974 y creado por Agatha Christie. Poirot ha 1990). Esta obra generó todo un suceso sido interpretado, tanto en la televisión cinematográfico a nivel mundial, don- como en el cine, por varios actores, de se lucieron Marlon Brando y Robert como: Albert Finney, David Suchet, De Niro, representando al mafioso Peter Ustinov, Ian Holm, Tony Randall Vito Corleone en distintas etapas de su o Alfred Molina. vida. Un ejemplo reciente de este cine es Enemigos públicos (2009), actual- El nudo psicológico. Son hismente en cartelera, que cuenta la vida torias en las que las acciones de los del gánster John Dillinger. personajes que las protagonizan acontecen por motivos estrictamente psiEl cine de detectives. A lo lar- cológicos; éstos afrontan la realidad go de la década de los treinta el cine de desde los planteamientos clásicos de gánsteres va abandonando la psicología. Desde este punto tam4
El sueño eterno H. Hawks.
(1946), de H. Poirot (Peter
bién es importante mencionar el deseo sexual y, especialmente su lado más oscuro, como sucede Perdición de Billy Wilder, 1944, y con El cartero siempre llama dos veces de Tay Garnett, 1946, y el remake de Bob Rafelson de 1981. Habría que agregar los melodramas de suspense de Alfred Hitchcock (Rebeca, 1940; Sospecha, 1941; La sombra de una duda, 1943; Recuerda, 1945; La soga, 1948) y el cine de retratos: Laura de Otto Preminger, 1944) y La mujer del cuadro de Fritz Lang, 1944. Con La mujer del cuadro, de Fritz Lang nos encontramos ante una de las obras cinematográficas americanas más notables de la década de los cuarenta. Es, sin lugar a dudas, una interesante puesta en escena de las teorías psicoanalistas de Freud, marcada por un ambiente penumbroso donde no se distingue con claridad la vigilia del
Ustinov).
La Dalia Negra (Brian de Palma, 2006).
sueño y desde donde se pretende desentrañar los mecanismos ocultos de la mente humana.
El Neo-Noir. Es un estilo de cine que utiliza gran parte de los elementos del cine negro clásico, pero que trata temas con contenidos actuales, y estéticamente se observan elementos que estuvieron ausentes en películas de cine negro de las décadas de 1940 y 1950. En la década de 1970, nuevas películas fueron muy a menudo comparadas con películas de cine negro. Las películas neo-noir son conscientes de las circunstancias modernas y la tecnología, detalles que estaban típicamente ausentes o eran de poca importancia para los argumentos de las clásicas películas de cine negro. Los temas modernos empleados en estas películas incluyen crisis de identidad, problemas de memoria y subjetividad, y problemas tecnológicos y sus ramificaciones sociales. ATL
EJ EM PL OS DE NE ONO IR Chinatown, 1974, de Ro Blade Runner, 1982, de
Terciopelo azul, 1986,
man Polanski. Ridley Scott.
de David Lynch. Los intocables, 1987, de Brian De Palma. Dick Tracy, 1990. Actor y director Warren Beatt y. Muerte entre las flores, 1990, de los hermanos Coen. Memento, 1990, de Chris topher Nolan. Los timadores, 1990, de Stephen Frears. Perros de la calle, 1992 , de Quentin Tarantino. Pulp Fiction,1994, de Qu entin Tarantino. Fargo, 1996, de los herm anos Coen. Carretera perdida, 1997 , de David Lynch. El gran Lebowski, 1998 , de los hermanos Coen . Seven: Los siete pecado s capitales, 1995, de Da vid Fisher. L.A. Confidential, 1997 , de Curtis Hanson. Sin City, 2005, de Robe rt Rodríguez, Quentin Ta rantino y Frank Miller. La Dalia Negra, 2006, de Brian De Palma. Los infiltrados, 2006, de Martin Scorsese.
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LAS REGLASJUEGO DEL
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a narrativa criminal responde a unas reglas muy concretas que le sirven de base, independientemente de los cambios que ha sufrido en cada época, país o región e incluso en cada autor. Estos cambios han servido para que el género se consolide y universalice y que llegue con una salud de hierro hasta nuestros días. Como ya vimos en el número uno de nuestra revista, las diferencias entre novela policíaca y negra son muchas, sin embargo, algunos rasgos se han mantenido en el tiempo, y probablemente en ellos radica parte del favor del público lector que goza con estas historias. En 1928, Willard Huntington Wright escribió la introducción y notas de la antología Las más grandes historias de detectives del mundo. En esta introducción fijó la esencia de los relatos de detectives en veinte reglas. Willard fue crítico de arte, publicó una decena de novelas policíacas con el pseudónimo de S. S. Van Dine y creó el detective Philo Vance. Hemos resumido en nueve sus reglas. Las pueden leer completas en www.santiagonegro.cl
1. El lector ha de tener iguales oportunidades que el detective para resolver el mis-
terio, es decir, no se le pueden poner más trampas que las que el criminal pone al detective. Y el mejor modo de conseguirlo es que la verdad debe estar a la vista, de modo que el lector pueda comprobarlo, al releer el libro. 2. El asunto principal es llevar al criminal a manos de la justicia, nada de intrigas amorosas 3. Ni el detective ni ninguno de los investigadores oficiales podrán nunca revelarse como culpables. 4. El culpable debe ser determinado por deducción lógica, no por accidente, coincidencia, o confesión sin motivos; debe ser una persona importante en la historia y que normalmente no sería sospechosa; debe ser un único culpable principal, aunque tenga ayudantes, nunca sociedades secretas o mafias, porque la culpabilidad compartida arruina un asesinato fascinante y hermoso; y nunca debe ser un delincuente profesional, ojalá un sacerdote o un caballero famoso por sus actos de caridad. 5. Debe tener un único detective protagonista, del mismo modo que hay un solo lector cada vez, cuya función es reunir pistas que deben conducir hasta la persona que hizo el trabajo sucio en el primer capítulo. 6. En una novela policíaca tiene que haber un cadáver. Ningún delito menor que el asesinato será suficiente. 7. El problema del crimen debe ser resuelto con medios estrictamente racionales y científicos. Métodos para conocer la verdad como cábalas, lectura del pensamiento, sesiones espiritistas, bolas de cristal y cosas por el estilo, están prohibidos. También debe ser racional el método del asesinato. La fantasía lleva a estas novelas a los dominios de la aventura. 8. Una novela policíaca debe contener las descripciones justas para darle a la novela verosimilitud. 9. El crimen no debe resultar nunca un accidente o un suicidio, y sus móviles deben ser personales. Debe mantenerse en el ámbito cotidiano y debe reflejar las experiencias habituales del lector, y darle una cierta salida a sus propios deseos y emociones reprimidos.
¿Cómo se escribe una novela negra? (¿Se puede freír un huevo sin romperlo?) De inicios del siglo XX, nos vamos a inicios del XXI y de EE.UU. a España. Mariano Sánchez Soler es un periodista de investigación de los que meten sus narices allí donde huele peor, la corrupción política y financiera. Y fruto de su trabajo, además de los artículos de prensa, son libros de no ficción como Ricos por la patria, Premio de Novela Negra Rodolfo Walsh 2002. También ha escrito novelas de ficción, negras como la noche, por supuesto, y dirige el Taller de Novela Negra de la Universidad de Alicante. En el recuadro un resumen de su decálogo.
1. La novela negra es la expresión más nítida de la búsqueda de la verdad, pues nace de la necesidad de desvelar un hecho oculto/misterioso. 2. Tiene que conducir al lector hasta la conclusión final sin concederle el más mínimo respiro, a la vez que explicar cómo se llega hasta la conclusión y por qué se cometieron los hechos. 3. Es una narración itinerante que describe ambientes y personajes variopintos mientras se persigue el fin, la investigación, la búsqueda. Es decir, son fundamentales la creación de personajes y la descripción de ambientes. 4. Un buen mapa ayuda a no perderse. Y para ello es necesario tener un buen argumento y una trama clara y definida, antes de ponerse a escribir la primera palabra. Así, no nos perderemos en los caminos de los acontecimientos, a veces imprevisibles. 5. Toda la narración ha de estar en función de la historia que pretendemos escribir, sin que ningún pasaje sea prescindible. Y para que sea buena literatura, hay que escribirla bien. 6. La creación de los personajes es una cuestión clave: antes de comenzar a escribir, conviene saberlo todo sobre ellos. Su pasado, su psicología, su visión del mundo y de la vida... 7. Cada diálogo cuenta una historia, y muchos personajes que desfilan por la novela negra se muestran a sí mismos, su psicología y sus fantasmas, a través de sus palabras. Además, los personajes deben utilizar la jerga precisa, sin abusar, con palabras claves, pero sin caer en un lenguaje incomprensible y cambiante. 8. Para que el lector se crea el relato que se está contando, el autor debe documentarse con el objetivo de no caer en mimetismos fáciles (especialmente cinematográficos). 9. Si la trama que mueve una novela negra ha de ser creíble, los métodos del crimen también. El realismo y la denuncia de las cloacas que mueven el mundo imponen su rostro literario. Los mejores personajes de la novela negra actual son malas personas. 10. Nada de trucos ni trampas al lector. Para freír un huevo, es preciso romper la cáscara. Siempre. Si comparamos ambos conjuntos de reglas, saltan a la vista los elementos fundamentales que rigen estas historias: respeto al lector, búsqueda de la verdad, tramas verosímiles y atractivas y buenos personajes. Si quiere escribir novela negra, no olvide que sus pilares son los mismos que sostienen las mejores obras literarias de cualquier época. ATL
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Archivo de huellas
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El crimen de la legación alemana
e nuevo el mismo sabor amargo en la boca y el mismo vino barato, aunque el lugar no pueda ser más distinto. Lejos queda la brisa que llega del puerto acarreando el hedor de los pescados arrojados por la borda de los barcos pesqueros. Lejos también la redacción. Curioso que la eche en falta ahora que no está a la mano, cuando siempre huyo de ella como de la peste. Parece que me estoy haciendo viejo y sentimental. Tan viejo que no me acostumbro a Santiago y a sus prisas, a sus autos y tranvías atestados. Pero eso no le importa a nadie y menos a los lectores que, ávidos, devoran los más escabrosos y retorcidos detalles de la miseria humana. Así que vayamos por partes y desde el principio, porque esta crónica no me la perdonan y estoy muy viejo para darle ventaja al cabrón del director. Guillermo Becker Trambauer: 38 años, alemán de origen y canciller de la Legación Alemana de nuestro país. Casado con Natalia López y padre de un hijo muerto poco después de ver las primeras luces de este mundo. Personaje tan altivo, soberbio y orgulloso como espigado. Fiel servidor, y confiable, del Barón Hans Von Bodman, Ministro alemán. Exequiel Tapia: chileno de 25 años; joven bonachón y robusto; casado y mozo de la Legación Alemana. Cumplidor y responsable. Ciro Lara Montt: extranjero de paso por Chile y en camino a Argentina; cuñado de Guillermo Becker. El día de los hechos, a saber el 5 de febrero de 1909, Guillermo Becker se encontraba despachando la última correspondencia en la sede la Legación, ubicada en Nataniel Cox 102 esquina con Alonso Ovalle. A nuestro amigo lo acompañaba el mozo Exequiel Tapia, que aquella misma mañana había comunicado a su señora que no alojaría en la casa, pues tenía que cumplir un encargo de trabajo fuera de Santiago. A media mañana, cuando la canícula caía, despiadada, se inició un fuego virulento en la legación que en pocas horas arrasó con la sede de la diplomacia alemana y con varias casas colindantes. Al lugar acudieron bomberos, policías y el propio ministro Von Bodman, que se temía lo peor. El sabía, y así lo comunicó a las autoridades, que el fiel y cumplidor Becker se había quedado a rematar un trabajo para el que requería el uso del fuego al eliminar alguna correspondencia y derretir el sello lacrado. El tiempo confirmó los peores temores con la aparición del cuerpo calcinado de un hombre que los bomberos encontraron en una posición inhumana junto al quicio de la puerta de uno de los despachos. El cadáver era irreconocible, pero ciertos objetos que llevaba encima facilitaron la identificación: un anillo de boda con las iniciales N.L., un pedazo de ropa, unos lentes y una collera. Se trataba, sin ningún lugar a dudas, del honorable canciller. La autopsia no añadió nada nuevo, el cuerpo era inidentificable, pero los objetos eran suficientemente contundentes. ¿Y el mozo Exequiel? Primer dilema. Su cuerpo no apareció y nadie de sus allegados sabía de él. El barón Von Bodman no había ordenado ningún desplazamiento fuera de Santiago y nadie más tenía autoridad. Además, los bomberos y la policía encontraron la caja de caudales abierta y vacía. Los $27.000 que depositara el mismo ministro habían desaparecido, ¿junto con Exequiel Tapia, el infame mozo? Segundo dilema, primera sospecha y causa suficiente para decretar su busca en todo el país. Pobres viudas, la actual de Becker y la futura del renegado Exequiel cuando lo apresaran y fusilaran. El mismísimo presidente tomó cartas en el asunto. El excelentísimo D. Pedro Montt no se podía permitir otro escándalo que salpicara su gobierno, dentro y fuera de las fronteras de la república. No con el Primer Centenario de la Nación tan cerca y después de la reciente matanza de obreros en Santa María de Iquique.
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Por Matías Ghiboher
Las exequias fueron fastuosas, dignas de un héroe cumplidor que había muerto en acto de servicio a la Patria. Desde Purísima 276, la casa del finado, hasta el Cementerio General, la comitiva se fue convirtiendo en un río de gente que lloraba a Becker con la misma intensidad que odiaba a Exequiel. El silencio luctuoso se sentía en el ambiente, solo alterado por los confusos murmullos que surgían según se conocían dos nuevas revelaciones: la primera fue el conocimiento de que Ricardo Naupert, el mejor amigo de Becker, había entregado a Von Bodman dos cartas que guardaba en su poder. La primera carta, dirigida al ministro alemán, expresaba los temores de Becker ante su posible y cercana muerte, a causa de unos amenazantes mensajes anónimos que había recibido con motivo de la querella de la Legación contra los agricultores de Caleu. La segunda carta, dirigida al presidente de la república, expresaba su amor a Chile y le encomendaba el bienestar de su viuda. La segunda revelación fue el testimonio de Otto Izacovich, joyero y conocido de Becker, que juraba ante el juez haberlo visto vivo en el Portal Edwards, la misma noche del incendio. El juez Bianchi no podía permitirse ninguna duda, el honor de Chile ante el mundo y el poderoso Káiser Guillermo II estaba en juego. Ordenó una segunda autopsia, llevada a cabo esta vez por doctores alemanes, y un análisis de la dentadura del muerto a petición del destacado director de la Escuela Dental de la U. de Chile, el Dr. Germán Valenzuela Basterrica. La conclusión de la autopsia no fue muy diferente: imposible la identificación, muy claros los objetos que acompañan al cuerpo y el descubrimiento de un fragmento metálico enterrado en el corazón, correspondiente a la punta del cuchillo con cacha de ciervo que pertenecía al muerto y fue hallado en la escena del incendio. Becker fue enterrado como siempre anheló vivir, con honor, éxito, orgullo, reconocimiento público y fastos dignos de los nobles y ricos. Sin embargo, al mismo tiempo que ocurría el multitudinario entierro, el Dr. Valenzuela Basterrica ponía el punto final al informe que debía entregar al juez Bianchi y que cambiaría el rumbo de los acontecimientos. Al mismo tiempo también, Ciro Lara Montt, que había llegado a Santiago la noche del incendio, se apeaba de un tren en Chillán y buscaba alojamiento. En la estación de Chillán, al subinspector Garretón, que estaba encargado de vigilar el posible arribo de Exequiel Tapia, le llamó la atención la apariencia de Ciro y lo siguió, dando cumplida cuenta del hecho a sus superiores. La conclusión del informe del Dr. Valenzuela Basterrica dejaba poco margen a la duda. La dentadura estudiada se correspondía con la de un hombre joven, de unos 25 años, que poseía una sola carie, y por lo tanto no podía tratarse de la dentadura del heroico canciller alemán, que se quejaba continuamente de su mala boca y de sus dolores de muelas. De acuerdo con el informe completo de su dentista Danis Lay, solicitado por el Dr. Valenzuela Basterrica, Becker había sido sometido a varias intervenciones consistentes en cinco extracciones y tapa duras de oro y platino. Una cosa llevó a la otra y la policía comenzó a atar cabos, tirando del fino hilo tejido por el retorcido canciller alemán. Descubrieron que a los $27.000 desaparecidos de la caja de caudales, había que sumar el cobro de un cheque de $19.500, que el ministro Von Bodman no recordaba haber firmado; había tomado un seguro de vida por valor de $10.000, cuya beneficiaria era su mujer; había sacado un pasaporte a nombre del fantasmal Ciro Lara Montt, su supuesto cuñado; había comprado polainas y un traje de cazador en La Casa Francesa y unas patillas postizas al estilo austríaco en la peluquería Pagani; había hecho un depósito con un maletín y un estuche de armas en el Hotel Melossi, que retiró Ciro Lara
Dr. Hernán Valenzuela Basterrica. médico cirujano y dentista, titulado en París, Director de la Escuela Dental.
Montt; y por último, la policía descubrió que los anónimos con amenazas de muerte habían sido escritos por el propio Becker. La policía de Chillán recibió un telegrama urgente de Santiago con la orden de detener a Ciro Lara Montt. El subinspector Garretón fue personalmente, junto con algunos ayudantes, a realizar la detención, pero el muerto-viviente había partido hacia el sur, con caballos y los servicios de un agricultor llamado José Villagra. Tras una larga persecución, alcanzaron a Becker a pocos kilómetros de la frontera con Argentina, en la zona de Lonquimay. Intentó sobornar a sus captores, pero le sirvió de poco.
Hoy han traído a Santiago al alemán Guillermo Becker Trambauer, esposado y humillado. Hoy se ha culminado la frustración de un crimen casi perfecto, que queda en manos de la justicia. Hoy, como dicen las Sagradas Escrituras, los últimos serán los primeros: un mozo, portero de un inmueble, ha sido enterrado con púrpura y oro. Hasta aquí llega mi crónica y mi estancia en la capital. Nunca me ha gustado recapitular las idas y venidas de abogados y fiscales, y menos retratar al malo, como si fuera además feo y deforme, ni al bueno como si siempre hubiera sido un ángel con la mala suerte de haber caído en este valle de lágrimas.
Consecuencias de un caso famoso
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na vez aclarado el misterio de este caso y mientras era buscado y perseguido, la policía allanó la casa de Becker e interrogó a sus conocidos. Y el resultado fue bien curioso. El perfil que dibujaron sus allegados es el de un hombre de fina inteligencia y capaz de detectar las debilidades humanas, que aprovechaba para alcanzar por la vía más rápida y fácil la riqueza y el reconocimiento público. En su casa se hallaron 23 tomos de la Kriminal Bibliotec y 12 libros sobre crímenes y criminales alemanes. La planificación de su muerte y desaparición le llevó al menos 1 año de preparación y solo gracias a la participación un científico reputado y a la utilización de técnicas nuevas y revolucionarias para la época en Chile, se pudo desbaratar un crimen casi perfecto. El proceso judicial duró alrededor de año y medio, y el ex canciller fue condenado a pena de muerte por asesinato, a 20 años de presidio por el incendio provocado en la sede diplomática, a 10 años de presidio y $1.000 de multa por falsificación y estafa, a 8 años de penitenciaría por adulteración de cuentas y $600 de multa por uso de pasaporte falso. En la madrugada del 05 de julio de 1910, Guillermo Becker Trambauer, fue fusilado en Santiago. El caso de Guillermo Becker conmocionó a la sociedad chilena y provocó la aparición de suplementos especiales de revistas y periódicos de la época, coincidiendo con el proceso judicial. Además de las ediciones especiales de algunos medios, también circuló una novela con sus aventuras y el poeta Arturo Torres Rioseco dio vida al Romance de Guillermo Becker, en el que narra en décimas la huida del asesino: “Solo va Guillermo Becker, solo va, sin compañía; la barba que era de oro ya de carbón la tenía; las manos que eran muy blancas, lánguidas son y amarillas; en su semblante se nota una gran melancolía. Solo va Guillermo Becker camino de la Argentina”. El gobierno chileno reconoció oficialmente la gran labor del doctor Valenzuela Basterrica, ya que gracias a su investigación, le había evitado un escándalo internacional al país y al propio Presidente de la República. Pedro Montt ofreció una recompensa al doctor, el cual solicitó la construcción de una Escuela Dental moderna. El 11 de septiembre de 1911, bajo la administración presidencial de Ramón Barros Luco, se inauguró el edificio que albergaría la sede de la Escuela Dental de la Universidad de Chile y el 05 de julio de 1923, con Decreto N° 1650, se le puso el nombre de “Escuela Dental Germán Valenzuela Basterrica”.
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LOS SIGUIENTES IMPUTADOS HAN SIDO FICHADOS POR SU DESTACADA PARTICIPACIÓN EN LOS HECHOS:
Luis Enrique Délano y Juan Madrid.
La narrativa policial de Luis Enrique Délano Por Poli Délano
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uis Enrique Délano fue desde muy joven un periodista que no dejó territorio humano ni geográfico por cubrir y también desde muy joven, un escritor que en gran cantidad de cuentos, novelas y libros de memorias expresó muchas de las inquietudes que conmovieron a las mentes lúcidas del siglo XX. Sus primeros libros de narraciones, La niña de la prisión, Viaje de sueño, Luces en la isla, insertos en la tendencia que manifestaron autores como Augusto D`halmar, Salvador Reyes o Jacobo Danke, y que la crítica encasilló como “imaginismo” debido a la oposición que mostraba frente a los excesos de la escuela criollista, nos presentan personajes que pertenecen a una periferia más o menos “exótica”, ciertos ámbitos de la marginalidad: prostitutas, marineros, gitanos, leprosos, bandidos. Fueron escritos en plena juventud, cuando el autor bordeaba los veinte años. Durante esa misma juventud, Délano, que desde niño venía aficionándose a la lectura de novelas policiales, empezó a escribir y publicar cuentos como “El destino de Sherlock Holmes”, “Marta la mensajera misteriosa” o “Los escrúpulos de Piennar”, que se inscribían en las características del género y que aparecieron en El Mercurio. Tal vez alrededor de una década más tarde (y mis excusas por la imprecisión), Délano escribe una serie de novelas que firma con el seudónimo de Mortimer Gray y que se publican en Argentina y en México. Entre ellas, El caso de la mujer azul, Muerte entre los pinos, El caso del cuadro surrealista y 8
Phillip Dane en Vacaciones. Debido quizás a las lecturas “policiacas” juveniles del escritor, aquellos primeros cuentos y alguna de estas primeras novelas se inscriben más bien en la tradición policiaca clásica, que utiliza el método conocido como “deductivo” para llegar a la solución del misterio, marcados por la influencia de autores como Poe, Conan Doyle, Van Dine, Stanley Gardner o Agatha Christie. Pero a partir de la década de 1940, en la revista Selecciones Policiacas y de Misterio, verdadera antología mensual de la mejor literatura producida en este género, editada en México, conoce los trabajos de aquellos escritores norteamericanos que desde la revista Black Mask fundaron en los años 20 una nueva escuela de literatura policiaca que llegó a conocerse como “novela negra”: Carroll John Daly, tal vez el fundador, John Dickson Carr, Dashiell Hammet, Raymond Chandler, entre otros que reemplazaron al detective clásico (Augusto Dupin, Sherlock Holmes, Hercules Poirot o Perry Mason) caracterizado, en general, por su grado de cultura, su desinterés, su sentido de la lógica y su conocimiento intuitivo de la naturaleza humana, por un héroe de más realista humanidad, solitario, de edad madura, escéptico y hasta relativamente desencantado y justiciero; un antihéroe quizás, pero que no sólo es capaz de utilizar su aguda intuición y su natural psicología para resolver los misterios y dar con los responsables del robo, la estafa o la muerte, sino que se involucra también en la acción, arriesgando muchas veces el pellejo, recibiendo palizas o balazos por suerte no mortales. Son los Sam Spade, Philip Mar-
lowe o Lew Archer de entonces. Los Heredia, Brulé o Ifigenio Clausel de ahora. Creo que entre las dos tendencias podríamos clasificar la literatura policiaca de Luis Enrique Délano. Sus novelas firmadas como Mortimer Gray muestran ya una influencia de esta nueva escuela. Phillip Dane es un joven enamoradizo, doctor en literatura y graduado de Columbia University, que no trepida en afrontar la acción para resolver los casos que le son encargados a su padre, el inspector Thomas Dane, de quien es brazo derecho. En los años 50, Délano empieza a escribir una serie de cuentos protagonizados por un inspector de policía criollo y que firma con el nuevo seudónimo de José Zamora. El secuestro del cirujano, El caso del político asustado, El caso de la actriz y su fantasma y varios otros fueron publicados por la revista En viaje durante la segunda mitad de la década. Veinte años más tarde, durante su exilio en México, el mismo José Zamora publicará dos novelas que tienen como detective al inspector mexicano Vicente Camacho, “un policía sencillo y humano, con bigotes a lo Pedro Armendáriz”. Son El collar de Jessica Rockson y Desdémona en apuros. Otras cuatro novelas breves, ambientadas en México, como las dos recién nombradas, y con el Inspector Camacho de protagonista, permanecen inéditas.
En 1940, al regresar a Chile después de tres intensos años vividos en España durante la República y los cuatro primeros meses de la Guerra Civil, Délano reunió sus cuentos imaginistas en el volumen titulado Viejos Relatos. En el prólogo, el escritor le otorga a esa publicación el carácter de un adiós, “el adiós a una época que ahora me parece llena de distancia y cubierta de olvido”. La cruda realidad española había cambiado su visión del mundo, le había despertado la conciencia social, impulsándolo a la militancia política. Desde entonces, su literatura se vio marcada por un realismo social que escudriñaba las realidades oscuras en que se desarrollaba la vida en nuestro país, como lo muestran, entre otras, sus novelas El viento del rencor, La base, El rumor de la batalla, La red o El año 20. Es probable que sin los cambios que la arremetida de Franco, ese preámbulo español a la Segunda Guerra Mundial, produjo en él, así como en gran parte de la intelectualidad de la época, la producción “policiaca” de Délano hubiese sido mayor. En todo caso, aunque la haya producido como dándose momentos de recreo, nunca dejó de escribir relatos policiales.
Juan Madrid:
fuente inagotable de buenas historias
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o hay mejor forma de conocer a Juan Madrid que a través de sus libros y por eso quisimos que un gran lector y conocedor de novela negra nos hablara de él. Esto es lo que nos mandó Ramón Díaz Eterovic: “Juan Madrid es uno de los puntales del resurgimiento, a partir de los años 80, de la novela policial en España. Autor de una obra tan extensa como destacada, varias de sus novelas tienen como protagonista a Antonio Carpintero, más conocido como Toni Romano, personaje que nació en 1980, en la novela Un beso de amigo. Romano, ex policía y ex boxeador, trabaja como portero en un club nocturno y cuando se presenta la ocasión, también lo hace como investigador. Es un duro que observa con escepticismo la sociedad española y que no vacila en complicarse la existencia si una buena causa lo amerita, como puede apreciarse en las novelas Días contados, Cuentas pendientes, Adiós Princesa y Regalo de la casa, entre otras. Madrid tiene un estilo reconocible y atractivo. Buenos diálogos y descripciones, una intriga perfectamente urdida y un ritmo narrativo vertiginoso que no da pausa. A través de sus novelas, en las que nada sobra y en las que cada uno de sus detalles encaja perfectamente en el rompecabezas que proponen, se pueden recorrer los bajos fondos madrileños, donde el triunfo suele estar del lado de los que disparan primero o tienen el poder del dinero. Son notables sus personajes secundarios, actores de una picaresca marginal que no suele estar en las guías turísticas. Juan Madrid es una fuente inagotable de buenas historias, y en ellas une a su olfato de avezado periodista, su indudable talento narrativo”. En octubre, y dentro del marco del festival Santiago Negro, lo podremos escuchar hablando y departiendo con sus colegas y el público sobre la manera en que estas historias se convierten en verdaderas radiografías sociales, uno de los aspectos que más le interesa: “lo que me atrajo de Hammett” –nos confesó– “fue que lo que escribía era una radiografía de la sociedad capitalista de su época. Yo intento hacer lo mismo pero partiendo de diferentes premisas, personajes, situaciones, formas de concebir el relato novelesco, etcétera. Nosotros –en España – tenemos la novela picaresca de los siglos XVI y XVII, y yo, en concreto, mi propia experiencia, mi propia visión del mundo y mi propia visión de la literatura”. Una visión de la literatura muy particular y que a pesar de que hay quien quiere asociarla directamente con los maestros americanos, el propio Juan Madrid se ha encargado en multitud de ocasiones de negarlo: “se han dicho muchas estupideces sobre mí, casi siempre sin leerme antes. Esta es una de ellas. Mis personajes son españoles, viven aquí y ahora y ninguno es detective. Se parece bastante a la americana en que hay algunos muertos, pero ninguno habla inglés”. Y por si no quedara suficientemente claro, nos insiste en que “lo bueno de la novela negra, como de cualquier tipo de novela, es que el espacio novelesco lo debe crear el propio autor. He escrito mucho durante treinta años y he procurado escapar de los tópicos como los gatos del agua caliente”. Y esa huida de los tópicos se nota y mucho en sus historias. Y no solo en las novelas para adultos, sino también en las que escribe para jóvenes, práctica que le resulta muy gratificante “me gusta mucho, me siento muy cómodo. En realidad son novelas de aventuras y son las que me hubiera gustado leer cuando tenía doce años”. Antes de cambiar de tema, aprovechamos para preguntarle por sus relaciones con el cine, otra característica que lo acerca a tantos otros autores de novela negra. Pero Juan Madrid tiene muy claro cuál es su lugar predilecto “haga lo que haga, soy y seré un novelista que incursiona en otros campos del relato, y no al revés. Descubrí al dirigir una película que tienes que mandar mucho, como un faraón sobre alrededor de cuarenta personas. Y yo no estoy acostumbrado a eso. De todas maneras, fue una experiencia estupenda, y yo me apunto a un bombardeo. No tengo nada que perder”.
Probablemente, esta visión tan personal de la literatura y del género negro sea la que ha determinado el carácter del personaje que mayor número de sus novelas ha protagonizado “Antonio Carpintero, alias Toni Romano, ha aparecido, hasta la fecha, en siete novelas. Y no es detective, trabaja en una empresa de impagados y ha sido vigilante de discoteca, portero y otras muchas cosas. Esta serie de novelas la planteé como una visión alternativa al discurso oficial en España. Una especie de Episodios Nacionales sui géneris”. Toni Romano también protagoniza la novela Adiós princesa, con la que sucede algo curioso dado el gran parecido que hay entre la historia que se cuenta en ella y lo que sucedió en España con la boda del Príncipe Felipe y la periodista Leticia Ortiz. Obviamente, la pregunta era obligada, y como no podía ser de otra forma con este novelista “la respuesta depende de las gafas prejuiciosas que uno se haya puesto antes de leer la novela” –nos dijo –. “Es la número siete de Antonio Carpintero y está en la línea de las otras seis: mostrar la verdad, la mía, sobre los discursos oficiales. La boda del príncipe con una periodista y, en general, sus actividades sociales, personales, se han presentado en todos los medios de comunicación como algo propio de cuento de hadas. Y yo creo que ahí no hay ningún cuento de hadas”. Para terminar, quisimos preguntarle por sus lecturas de los novelistas latinoamericanos, a los que parece conocer bien: “conozco bastante, pero nunca suficiente, de la literatura general latinoamericana, desde la frontera del Río Grande hasta el Cono Sur. La lista sería interminable. Tengo muchos amigos y conocidos latinoamericanos que se dedican a mi mismo oficio. Puedo recordar ahora a Ramón Díaz Eterovic, a Poli Délano, a Sepúlveda, a Jerez. Estoy deseando ir a Chile y enterarme de lo que se está escribiendo ahora allí. ATL
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Seis miradas a la narrativa policial
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esde sus orígenes, la narrativa policial ha sido motivo de reflexiones por parte de destacados escritores, que generalmente apuntan a reconocer sus características y su aporte a la literatura de todos los tiempos. A continuación rescatamos desde entrevistas y ensayos, algunas opiniones de los autores argen-
tinos Jorge Luis Borges, Ricardo Piglia y Mempo Giardinelli; del español Andreu Martín, uno de los invitados al Festival Santiago Negro, y de los chilenos Sergio Gómez y Luis Sepúlveda.
Jorge Luis Borges: El orden en una época de desorden
Ricardo Piglia: Una mirada muy sagaz que borra el idealismo
“Yo diría, para defender a la novela policial, que no necesita defensa; (pues)... está salvando el orden en una época de desorden.“ ” J.L.B.
“Es una mirada muy sagaz que borra el idealismo, borra la idea de que en realidad todo el mundo está interesado en sus vivencias privadas, en sus ideales.“ R.P.
“No existe en la actualidad ningún tipo de novela como la novela policial que se atreva a rehabilitar los temas de la denuncia, las injusticias y apunte valientemente a todo tipo de caraduras en el continente.“ S.G.
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bición, y que estos son los que mueven a la sociedad. Es una mirada muy sagaz que borra el idealismo, borra la idea de que en realidad todo el mundo está interesado en sus vivencias privadas, en sus ideales, una mirada muy lúcida del funcionamiento social, que uno encuentra en los mejores escritores del género policial: Cosecha roja, la novela de Hammett, es una gran novela política, o una novela de Chandler o de Goodis, o de McCoy, que también era un escritor socialmente muy sagaz, un hombre de izquierda”. RICARDO PIGLIA. ENTREVISTA A CLEMENS FRANKEN. BUENOS AIRES, 2001.
Mempo Giardinelli: La otra cara del espejo
“¿Qué podríamos decir como apología del género policial? Hay una que es muy evidente y cierta: nuestra literatura tiende a lo caótico. Se tiende al verso libre porque es más fácil que el verso regular; la verdad es que es muy difícil. Se tiende a suprimir personajes, los argumentos, todo es muy vago. En esta época nuestra, tan caótica, hay algo que, humildemente, ha mantenido las virtudes clásicas: el cuento policial sin principio, sin medio y sin fin. Éstos los han escrito escritores subalternos, algunos los han escrito escritores excelentes: Dickens, Stevenson y sobre todo, Wilkie Collins. Yo diría, para defender la novela policial, que no necesita defensa; leída con cierto desdén ahora, está salvando el orden en una época de desorden. Esto es una prueba que debemos agradecerle y es meritorio”. CONFERENCIA DE J ORGE LUIS B ORGES. U NIVERSIDAD DE B ELGRANO, 16 DE JUNIO DE 1978.
“Me parece que el género policial tiene una manera de entender el funcionamiento de lo social en términos de violencia, corrupción, el papel del dinero, las relaciones entre clase social y delito, que podría entenderse como una posible respuesta a la tensión entre ideología, sociedad y literatura, esa es una respuesta. Como sabemos bien, los escritores norteamericanos de los años 30 eran marxistas: Hammett era comunista, Jim Thompson lo mismo; Chandler y Burnett eran escritores de izquierda. O sea, que la relación que había entre ideología política y literatura en estos escritores era muy directa. Por lo tanto, no es casual que se encuentre en estos escritores una mirada que se puede llamar, en cierto sentido, digamos, no sé si marxista, pero por lo menos materialista, brechtiana diríamos; esa mirada sobre las condiciones materiales que explican el mundo social, las condiciones materiales explican los valores, la crítica materialista que cree que los grandes valores espirituales están en realidad determinados por el dinero, por la am-
“El papel que jugó la estética del género policial como crónica social latinoamericana de los últimos 50 años ha sido extraordinario, y me parece que muchos autores latinoamericanos hemos recibido una enorme influencia de este género, así como también la literatura latinoamericana contemporánea ha ido incluyendo cada vez más elementos del género. No sólo en cuanto a la estrategia de avance de lo que podríamos llamar el mecanismo de intriga de una novela policial, sino en cuanto a otros aspectos que tienen que ver con una especie de ética interna que tiene la literatura de este género, y que, a mi juicio, es lo mejor que nos legaron los creadores del género
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negro, entendiendo por tal a ese género que describió Marcel Duhamel en Francia, cuando creó la Serie Noire para Gallimard, refiriéndose ya en ese momento a la negritud. Yo pienso en esa negritud que tiene que ver con “la otra cara del espejo”, con esos aspectos más sórdidos de la vida cotidiana. No en vano surgió en la California desesperada de los años veinte, una California que se desbarrancaba frívolamente, corruptamente, hacia lo que después fue la Gran Depresión de 1929. Ese es el cambio en el que se inscribió esta literatura y que nace con una novela que todos conocemos y que es al género como el Quijote de Cervantes es a la novela moderna. Me refiero a Cosecha Roja de Dashiell Hammett. Con esta novela casi innominada, donde hay sólo acción, dureza, tiros, sangre, muerte y una especie de desenfreno que pinta en ciento sesenta páginas toda una época y define una característica que el género va a tener de allí en adelante”. MEMPO GIARDINELLI: “LA OTRA CARA DEL ESPEJO”. EN DE LOS SOSPECHOSOS DE SIEMPRE A LOS CRÍMENES DE ESTADO. EDITORIAL PUNTÁNGELES, VALPARAÍSO, 2004.
Andreu Martín: La novela negra tiende al análisis social
“¿Novela negra y novela policiaca? Tiendo a confundirlo para escandalizar a los puristas. La policiaca digamos que es el embrión del género y su característica principal es el hecho de que hay un enigma. Se plantea un juego al lector que debe ir resolviendo. La negra evolucionó
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de la policial. Sin embargo, la negra tiende más al análisis social, prescindiendo del elemento ‘juego’ y por eso, en lugar de complementarse, se produce una dicotomía: O juego o crítica. Según mi opinión, las dos son cojas, lo ideal sería una combinación. No comparto que se considere a la novela negra como un subgénero. En Europa es la estrella. Francia, Italia, Alemania, el mundo anglosajón. No hay novela que no tenga elementos policiacos en mayor o menor medida. Yo publico en Alemania con asiduidad y se vende bien. España es un país que tendría que avergonzarse de no darle a la novela negra la importancia que se merece. Los gurús de la cultura, los críticos y los responsables de programas literarios en televisión la ignoran en sus dos vertientes: por ignorancia y por no hacerle caso”. “Mis influencias son esencialmente estadounidenses, como Raymond Chandler, aunque también franceses, pero se reconoce menos. Jean Patrick Manchette, con El asunto N’Gustro, libro que recrea el asesinato del dirigente marroquí Ben Barka a manos francesas, fue un autor que nos sorprendió mucho. Mezclaba ya el reportaje con la novela negra. Es hijo directo de Mayo del 68 y supo unir el enigma con la crítica social. En cuanto al aporte de la novela negra española al panorama europeo del género, creo que la aportación esencial es Carvalho, que introduce el concepto de novela policial analítica, en el que el juego va por el lado del enigma, pero al que se unen elementos gastronómicos, de estilo, de crítica social, de creación propia”. ANDREU MARTÍN. ENTREVISTA EN EL DIARIO EL MUNDO, ESPAÑA.
Luis Sepúlveda: Una forma de escribir que es una radiografía de la sociedad “Creo que el neopolicial latinoamericano se inscribe dentro de todo lo que es el desarrollo de una forma de escribir que es muy latinoamericana, porque
Sergio Gómez: La literatura que tematiza sus grandes problemas
se ha dado justamente en la época más oscura de nuestra historia continental. La época de las grandes dictaduras. Del silencio. Luego, los olvidos impuestos por decreto, la negación de la historia. Lo que ha hecho que muchos escritores invadan algunas disciplinas que aparentemente estaban vedadas para la literatura como la historiografía, la sociología y la antropología moderna, encargándose de hacer un registro histórico de lo que pasó en cada uno de sus países y sociedades a través de la ficción. Es sabido que la historia oficial la escriben los vencedores, y la otra historia, la historia de los verdaderos protagonistas, siempre ha sido escrita por los escritores, y a pesar de que su comprensión ha sido más tardía que la versión entregada por la historia oficial, resulta todo un aporte. Y es en ese sentido que la novela negra latinoamericana ha sido muy importante y precursora, ya que ha resultado ser bastante invasora de otros géneros, y no solamente en la literatura policíaca, pues también ha tomado elementos de la novela balzaquiana, de la novela de aventuras y de viajes. También de otras literaturas para así articular una forma de escribir que es una radiografía de la sociedad. Y en ese aspecto la novela negra chilena y latinoamericana se está transformando sin que quieran los escritores –sino por decisión de los lectores– en la novela más representativa del continente americano”. LUIS SEPÚLVEDA. ENTREVISTA EN REVISTA PUNTO FINAL.
“La narrativa policial permite un contacto claro, inmediato, con el afán básico de la literatura que es desarrollar una historia. No hay otro género que se preste tan bien para el acto de contar. La literatura exageradamente elíptica y esteticista obedece a un refinado conceptual, lejano al acto simple que exige el lector de ser fascinado por el descubrimiento de un mundo nuevo, independiente y sorprendente que es toda historia”. “Se puede hablar de una narrativa policial latinoamericana con toda propiedad, como parte activa e integrada a la literatura latinoamericana. Existen sobrados autores y novelas que lo prueban. La pregunta a esta altura debería, a la inversa, preguntar qué aporta hacia el futuro la literatura latinoamericana a la narrativa policial. El aporte más importante de la narrativa policial Latinoamericana, por sí sola, es ser la literatura de punta actualmente, la que tematiza sus grandes problemas, desde los existenciales hasta los más concretos. No existe en la actualidad –yo no conozco– ningún tipo de novela latinoamericana como la novela policial que se atreva a rehabilitar gloriosamente, por ejemplo, los temas de la denuncia, las injusticias y apunte valientemente a todo tipo de caraduras en el continente. La novela estrictamente esteticista no solo no se atreve a lo anterior, sino que los considera temas superados, no literarios, desagradables. Su silencio, por lo tanto, es notablemente cómplice, descaradamente evasivo”. SERGIO GÓMEZ, “DIÁLOGO SOBRE NARRATIVA PO LICIAL LATINOAMERICANA”, PUBLICADO EN EL SITIO DE LETRAS DE CHILE. ATL
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a lo escuchamos en el primer número. Ahora, entregamos dos breves relatos suyos publicados en la web del diario español El Mundo, en los que al calor de momentos significativos consigue crear vidas completas.
Abuelita, dime tú
El amor en el contenedor
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l inspector observó detenidamente a la mujer. Según su documentación, contaba setenta y tres años. Los aparentaba, e incluso alguno más, aunque quizá fuera por el efecto de la sorpresa y el mal trago del encierro, que la habían mermado un poco. Su ropa, de distinguida marca y esmerado corte, se veía arrugada y deslucida, como si no estuviera demasiado acostumbrada a lucirla como el género merecía. El trabajo de peluquería que había dado forma y color a sus cabellos aparecía también algo arruinado. Rosario D. P. no se hallaba precisamente en el momento estelar en cuanto a su capacidad de seducción. Pero tampoco puede decirse que intentara seducir, ni a él ni al resto de los que había pretendido influir con su aspecto. Sólo se trataba de distraer y desorientar, y ahora que el pastel que ocultaba había quedado al descubierto, ya no tenía sentido esforzarse. Por eso estaba así, desvencijada sobre la silla, con la mirada gacha y ausente, y en el semblante un gesto que oscilaba de la indiferencia a la abulia, no exentas de cierta aprensión. El inspector había revisado su historial delictivo. Estaba completamente limpia, nunca antes se había visto en una como aquélla. Por tanto, algo debía haber en ella de la angustia del neófito, ese temblor frente a la novedad que ya han perdido quienes conocen de otras veces el ritual de la jaula. Con todo, Rosario mantenía el aplomo que a veces brota de la desesperación. ¿Era por eso, porque ya no esperaba nada de la vida, por lo que aquella mujer había aceptado aquel encargo? Con su disfraz de turista acaudalada, alojada en un camarote de primera, había cargado en su equipaje con la mercancía que ahora la sentaba en aquella silla y la ponía bajo la autoridad del inspector. Un puñado de kilos de cocaína de la buena, directamente recibida de Brasil, el nuevo y boyante centro distribuidor intercontinental, para ser repartida por los puertos donde tocaba el crucero que la llevaba a recorrer el Mediterráneo. Mala pata para ella que el eslabón anterior de la cadena estuviera vigilado. El inspector le hizo la pregunta: — Dígame. ¿No tiene usted nietos? — Sí, ¿por? (la voz de la mujer sonaba extrañamente fría). — Ese polvo era para fundirles el cerebro a chicos como ellos, que también tienen abuelos. ¿No se lo planteó nunca? Rosario pensó entonces en sus nietos. Ese puñado de egoístas malcriados, dignos herederos de los dos haraganes que continuaban sangrándola, aunque ya sólo podía repartir una escasa pensión de viudedad. Recordó cómo Jessi, la pequeña, se había limpiado de la cara el último beso que le había dado, después de apoderarse sin gratitud del huevo Kinder que le llevaba. — Con mayor motivo, dijo, para desconcierto del inspector. La esperaban ocho años de cárcel. Deseó que a ningún tontaina compasivo le diera por soltarla por su edad. Allí la pensión iba a cundirle más que en la calle. Y sería toda para ella.
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a estaba. Ahora ya no iba a chulearle más. Ahora ya era suya por los siglos de los siglos, y amén. Porque estaba muerta, y porque era él quien le había arrancado la vida. No se merecía menos; el tamaño de la falta, no aceptar que su primer deber era cumplir la voluntad de su hombre, justificaba el castigo. El engorro, pensó entonces, era que cuando se acababa con una persona quedaba siempre un residuo indeseable y molesto: el cadáver. Ella ya no era nada, pero allí permanecía, sobre el suelo, ese despojo de carne, huesos y sangre del que había que disponer de alguna forma. Por un momento, la ira le hirvió en las venas. Ella, su ingrata y al fin desechada Carmen, debería haberse volatilizado después de dejar de servirle; después de forzarlo a tomar la medida extrema de liquidarla. Pero no, ahí estaba su carcasa vacía, haciéndole sentir con esos ojos abiertos a la nada que incluso muerta iba a seguir dándole por saco. Pues no; no iba a salirse con la suya. Sin cuerpo del delito no hay crimen. Sin cadáver no hay asesino, o eso decían siempre en las películas. Y también había visto en la tele lo de aquella chica de Sevilla, a la que habían tirado a la basura o al río, ya no se sabía, y que había desaparecido sin dejar rastro. Allí no había río, pero siempre hay un vertedero. Y lo que el monstruo de la basura se traga, ya no lo encuentra nadie. Él lo sabía, que había trabajado unos meses en una contrata de recogida de residuos. En teoría había que ir depositando los cargamentos en un polígono previamente señalado, donde luego podían rastrearse los desechos de cada día. En la práctica, cuando el conductor llegaba al vertedero, después de toda la noche rodando por ahí y volcando contenedores en las fauces del camión, estaba tan hasta las pelotas que descargaba donde le salía de ahí mismo. Para descuartizarla empleó lo primero que tenía a mano. Al principio le costó un poco, nunca había troceado un cuerpo humano y eso siempre da alguna aprensión. Pero en cuanto se fue soltando, dio vía libre a su rabia. Le cortó un par de dedos y se los metió en la boca. Le rajó el tórax y le arrancó los pulmones. La dejó irreconocible, y fue todo un desahogo. Por todas las veces que ella se había hecho la lista. Como cuando le había insinuado que podía acabar como sus dos parejas anteriores, con una orden de alejamiento y a las malas en la cárcel. Lo que no sabía ella era que él ya le había dado a cuchilladas una lección a otra sabihonda, y que no le iba a dejar la más mínima oportunidad de ponerle una denuncia. Cuando la tuvo metida en cuatro bolsas, y echó cada una en un contenedor diferente, respiró aliviado. Era una pena que el amor acabara así, en el contenedor. Pero no iba a arruinarse la vida por ella. Todo se fue al carajo por la crisis. Por su culpa la gente rebuscaba ahora en la basura. Así encontraron tres de las bolsas, y de ahí dedujeron lo demás. La muy zorra lo había hecho. Aun después de muerta, se las había arreglado para joderle.
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arlos Tromben nació en Valparaíso y ha trabajado como periodista, economista, redactor de libretos radiales y pre-productor de proyectos audiovisuales. Ha publicado dos novelas policiales, Poderes Fácticos (Mercurio Aguilar, 2003) y Prácticas Rituales (Alfaguara, 2004), la novela Karma (Seix Barral, 2006) y el libro de cuentos Perdidos en el Espacio (Calabaza del Diablo, 2008).
Fuiste mía un verano
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l dirigente sindical Lautaro Núñez Bahamondes salió de su domicilio ubicado en la Calle Coronel Santiago Bueras N° 456, comuna de San Ramón, conduciendo su taxi marca Fiat 125, patente RX-676. A poco andar el vehículo fue abordado por dos sujetos que lo encañonaron con una pistola Dan Wesson Calibre 22, Serie 23234. Lo obligaron a conducir hasta un sitio eriazo en el sector de Quilicura, donde se le hicieron cuatro disparos a boca de jarro, tres de los cuales atravesaron la región occipital izquierda superior, izquierda inferior y derecha superior, respectivamente, localizándose el último en el pabellón auricular superior. Según los peritajes, Lautaro Núñez Bahamondes no murió instantáneamente. Sus ejecutores le propinaron tres heridas punzo cortantes en la región cervical. Su muerte se debió en definitiva a los traumatismos encefálicos, tanto por los proyectiles como por arma blanca, sin perjuicio de la oclusión de las vías respiratorias por el recogimiento de la lengua. Antes de abandonar a la víctima los ejecutores procedieron a limpiar minuciosamente el taxi, retirando numerosas especies del mismo como el taxímetro, una linterna, una peineta y un reloj marca Jaeger Le-Coutre. La documentación de la víctima fue encontrada en la playa Los Lilenes, en el camino que une Viña del Mar y Concón. *** Tres vehículos modelo Chevrolet Opala de fabricación brasileña, con vidrios polarizados y antenas de UHF, se estacionan frente al Hotel O’Higgins, Viña del Mar. Las fans de Raphael levantan la vista por encima de los cordones policiales y se llevan la primera decepción de la tarde. No es su ídolo quien se baja del primer Opala, sino un sujeto de estatura media, lentes oscuros y gruesos bigotes de galán mexicano, ajustándose el segundo botón de una chaqueta gris a rayas.
Es el mayor Armando González Concha, seguido de cuatro agentes de civil. El grupo cruza el lobby, repleto a esas horas de artistas, músicos, productores y directores de televisión. El mayor intercambia afectuosos saludos con el baladista nacional Roberto Viking Valdés y busca, sin éxito, llamar la atención de la actriz estadounidense Lindsay Wagner, mundialmente conocida como la Mujer Biónica. Luego sigue camino hacia la recepción, donde muestra su Tarjeta de Identificación de las FFAA a un joven que lo observa casi con terror. Con prontitud aparece un funcionario de mayor rango, con su nombre anotado en una piocha de bordes dorados. —Mayor, bienvenido al Hotel O’Higgins... –balbucea servil. El personal queda alojado en dos habitaciones dobles, con vista exclusiva al estero Marga-Marga. Al mayor, en cambio, se le asigna una hermosa suite, la misma, según el botones, en que durmió Julio Iglesias el año anterior. El mayor le da una generosa propina, abre el frigo bar y se saca la corbata y los zapatos, con una botellita de vodka se asoma al balcón. En torno a la piscina hay hombres y mujeres bronceados, fotógrafos que retratan a las más bellas exponentes del sexo femenino allí reunidas para resaltar el glamour del certamen viñamarino. De pronto se oye un rumor, se agitan los sabuesos de la prensa, estallan los obturadores de las cámaras. De las aguas de la piscina emerge una hembra de piel cobriza y glúteos firmes, sin duda la más guapa de todas: la vedette venezolana Celeste Delgado. El mayor siente una puntada en el pecho. Se ha acostado con todas las mujeres del espectáculo, lectoras de noticias, anunciadoras del tiempo, rostros de continuidad, bailarinas argentinas o españolas. Celeste es la única que ha osado rechazar sus avances, y del modo más rotundo.
Toma el control remoto y enciende televisor. El reportero policial Pablo Honorato muestra el taxi del sindicalista Lautaro Núñez estacionado en medio de unos malezales. Corte a Ministerio del Interior. Entrevista al Cardenal. Cuña del presidente de la Corte Suprema. Despacho en vivo desde Viña del Mar, donde la periodista Yolanda Montecinos resume para los televidentes los mejores momentos de una nueva noche de Festival. “La segunda noche de este festival se vislumbra más bien malita”. ¿Cómo no estar de acuerdo? El mayor verá el espectáculo en el palco, a escasos metros del escenario y junto a la crème de la crème. Toda la noche esperará en vano la llegada de Celeste Delgado. Intentará entablar conversación con la Mujer Biónica. Escuchará con desgano al italiano amanerado cantando hasta el infinito te amo te amo te amo te aaaaaamo... A la pálida competencia internacional seguirá una ridícula competencia folklórica y luego vendrá el show del cantante nacional Eduardo Márquez, exponente del llamado Canto Nuevo, que al mayor le huele a curas y comunismo. Finalmente unos rockeros ingleses con pinta de maricones (el cantante tiene un aro en la oreja) torturarán al público adulto con sus estribillos para subnormales: dedududú-dedadadá... *** Según los vecinos, un vehículo modelo Chevrolet Opala, sin sus placas-patente visibles, se estacionó a las 11:38 PM frente a la vivienda ubicada en el Pasaje Tenglo del sector Gran Bretaña, Cerro Playa Ancha, Valparaíso. En ella vivía con su madre el pintor de brocha gorda Aurelio Méndez Neculñir, 32 años, soltero y sin hijos, desempleado. Cuatro hombres de civil se bajaron, permanecieron media hora en el interior de la mediagua y luego partieron a toda velocidad con rumbo desconocido. Aurelio Méndez fue encontrado esa misma madrugada por su madre, quien regresaba del Festival de la Canción, al que asistía junto con una amiga producto de haber ganado dos entradas gratis en un concurso patrocinado por la Ilustre Municipalidad de Viña del Mar. Aurelio Méndez se hallaba decúbito dorsal con la cabeza orientada hacia los pies de la cama, con heridas cortantes en ambas muñecas. Su brazo derecho colgaba y debajo de él había una hoja de afeitar. Se encontró también encima
de un baúl una carta manuscrita en la cual este obrero no calificado, con enseñanza básica incompleta, confesaba ser el autor material del asesinato del sindicalista Lautaro Núñez Bahamondes, hecho que habría perpetrado bajo la influencia del alcohol y con el objeto de sustraerle ciertas especies, quitándose luego la vida en virtud de los remordimientos resultantes de esta acción. El hecho fue caratulado por el Juzgado del Crimen de Valparaíso, en base a las pericias preliminares de la Policía Civil, como un suicidio. *** —Quiero un autógrafo de Miguel Bosé -le ha dicho su hija por teléfono. El mayor cuelga. Se pone traje de baño, se aplica Paco Rabanne en las mejillas y el cuello y sale. En el ascensor se cruza con uno de los rockeros ingleses, el del aro en la oreja, el que cerraba los ojos y cantaba dedududú-dedadadá… —Hello. El mayor lo observa con desprecio, no le contesta. Se abren las puertas y sale, camina por el lobby, recorre con los ojos el espacio abigarrado que repletan los artistas, los técnicos, los funcionarios municipales, los simples turistas. Avanza hacia la piscina con sus sentidos de sabueso en alerta. Mujeres y hombres se broncean, ríen, se zambullen y emergen del agua. Cuando ve a Celeste Delgado ya es demasiado tarde. El cuerpo de la mulata se refleja, en duplicado, sobre la superficie oscura de sus Ray-Ban. El problema es que no está sola. El cantautor nacional Eduardo Márquez, reconocido izquierdista que goza de la protección de los curas, le susurra palabras en el oído, que ella responde con una risilla coqueta, devastadora. Cómo quisiera el mayor echarle la capucha al invertido aquél. Un buen ablandamiento revelaría su esencia gelatinosa. El mayor pide un Bloody Mary, se sienta en una tumbona y observa. El trabajo está hecho, sus hombres están en alguna parte de Viña o en sus habitaciones, durmiendo. El mundo se ha detenido. Celeste Delgado se levanta y coge la mano del cantautor, que la sigue manso y obediente ante los lentes de la prensa chismosa. Cinco minutos después se escuchan gritos, chillidos, rumor de pasos. ¡Es Miguel Bosé!, comenta alguien, y el mayor bebe su Bloody Mary en silencio.
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A D I V R E S Á T S E LA MESA Gastronomía en la novela negra
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l novelista griego Petros Márkaris, creador del inspector Kostas Jaritos, ha aseverado que hay una novela negra mediterránea “de Portugal a Grecia” que tiene en común “la gastronomía”, en contraposición a la anglosajona y nórdica “donde los personajes comen salmón con vodka o bocadillos con cerveza”. Y con qué razón Márkaris así lo expresa. Es que la gastronomía tiene mucho que decir en la novela negra, entre otras cosas, que el tema cocina no es tan inocente; no es un detalle más en la arquitectura narrativa de este tipo obras. Tanto es así que los cultores de la novela negra de todo el mundo la toman muy en cuenta en la ocasión de desarrollar sus escritos. Entonces, podemos señalar que la gastronomía aparece en esta literatura por dos razones: porque la cocina se transforma en una verdadera “metáfora de la cultura”, como tan bien lo indica Manuel Vázquez Montalbán (Las recetas de Pepe Carvalho) o por los ingredientes de las comidas y que forman parte del misterio, de la trama del relato. Porque no siempre la comida entrega ese placer sibarita, inofensivo, a veces, disfrazado este placer, es un pasaje a la muerte. Sucede cuando un ingrediente es parte del misterio, de la trama de la novela; en tal caso, surge como un veneno oculto en el té, en la sopa o en un reconfortante café.
La cocina es una“metáfora de la cultura Bajo este concepto podemos ver a Pepe Carvalho, el detective “gourmet” de Manuel Vázquez Montalbán, dando sus recetas de berenjenas al estragón o la del chimichurri (salsa de adobo usado para acompañar las 14
carnes, muy parecida al pebre chileno, popular en Argentina y Uruguay), para filosofar acerca de que la forma de cocinar es parte de la línea de vida social de un lugar. O bien, si escuchamos al autor español Francisco González Ledesma, cuando ha confesado que su policía, el inspector Méndez, acostumbra comer en las viejas tabernas que había en el barrio Chino de Barcelona, donde ni la comida ni la bebida eran recomendables por su calidad. Por su parte, Donna Leon ha comentado en alguna entrevista que también la gastronomía está presente en sus novelas protagonizadas por el inspector veneciano Guido Brunetti, a quien su mujer le prepara platos de la cocina italiana, y si pudiera parecer extraño que una autora norteamericana presente estas predilecciones culinarias, aclaremos que ella ha estado en muchas ocasiones de su vida en Italia y que, además, reside en Venecia desde 1981. Perry Smith y Dick Hickock, los asesinos en los que se inspiró Truman Capote en “A sangre fría”, tenían debilidad no solo por el crimen sino también por la comida. Ellos, antes de la matanza, comieron dos menús elocuentes: bifes sangrantes, papas fritas, macarrones, succotash (un guiso de maíz) y ensalada, con aros de cebolla y un aderezo de salsa picante. De postre: dos bollos de canela, tarta de manzana y café. Compraron, además, jelly beans, unas pastillas dulces y blandas, y partieron hacia su destino sangriento. Eso era “trabajar” con el estómago satisfecho. Antes de morir en la horca, los asesinos coincidieron pidiendo el mismo menú: gambas, papas fritas, pan de ajo, helado y fresas con crema. Pero los personajes de la novela negra clásica americana comen mal,
poco y beben mucho, tal vez por una derivación de sus vidas marginales. Raymond Chandler ponía en boca de su no menos famoso detective Philip Marlowe, bebedor de gimlets (cóctel de gin o vodka con jugo de limón) la siguiente máxima: “El alcohol es como el amor. El primer beso es mágico, el segundo es íntimo, el tercero rutinario. Y después la desvistes”. Whisky y gin eran los tragos recurrentes de este detective. Dashiell Hammett también tenía su héroe, igualmente bebedor, Nick Charles, el detective de “El hombre flaco”, que nunca tomaba desayuno si no lo precedía de un par de tragos. Nick usaba sus nudillos para dar certeros golpes y su ingenio en la época de la prohibición, porque siempre se daba maña para ir a una cantina clandestina o, si no, apelaba a su reserva personal: pegada a su arma portaba una estimable petaca con whisky añejo. Agatha Christie se preocupaba de las comidas cuando se trataba de darle vida a su detective Hércules Poirot. En “El pudding de Navidad”, el detective abandona su solitario festejo navideño y va a una residencia en la campiña inglesa para resolver el robo de una joya. Allí se encuentra con todo un banquete: pavos, manjares y mucho champán. Pero todos están a la espera del pudding de ciruelas que da nombre al cuento. Este es un postre complejo. Lleva caldo, carne, ciruelas, especias y vino, espesado con pan duro. A las ciruelas, las almendras, pasas, frutas y el jengibre se añaden monedas de oro o alguna pequeña alhaja. Por supuesto que el desenlace tiene que ver con esa joya incrustada en el postre navideño. Sherlock Holmes, si bien era un gentleman inglés de pura cepa, vivía en un piso alquilado y en medio
del desorden, donde se revolvían su capa, su pipa y su célebre lupa. Y aunque tenía conocimientos culinarios y buen paladar, sus cacerolas solo se prestaban para experimentos químicos. Quien lo alimentaba realmente era la señora Hudson, portera del edificio de Baker Street. Ella le llevaba el té, le preparaba buenos guisos de jamón y perdices, y le alcanzaba vasos de borgoña, oporto o brandy, además de sus exquisitas galletas. El famoso autor siciliano, Andrea Camilleri, cuyas novelas del detective ʻMontalbanoʼ han sido todo un suceso, escribió una novela alrededor de los arancini, un plato tan típico como delicioso de Sicilia. Su novela se llama, desde luego, Gli arancini di Montalbano, donde el comisionado Salvo Montalbano pasa por muchas cosas para asegurarse de que puede aceptar la invitación a comer Arancini la noche de Año Nuevo en la casa de la madre de uno de sus informantes. ¿Y en qué consiste este plato? Pues se trata de unas croquetas redondas de pasta de arroz y que poseen un color anaranjado debido al uso de azafrán, se sirven calientes y como aperitivo. Y no podemos dejar de mencionar las opíparas comidas, generalmente sicilianas, de los gánsteres. La novela de Mario Puzo “El Padrino”, abunda en encuentros sociales, donde los malandrines reúnen a sus propias familias, las familias gansteriles, los políticos, los jueces, los banqueros, unos siniestros contadores y a los eficientes abogados; una trama social muy particular que disfruta de platos suculentos y de la música de la bella Sicilia, pero también aprovechan aquel momento para planificar sus crímenes. ATL
Enemigos públicos, luz y sombra de un gánster Título original: Public enemies Género: Drama Duración: 140 minutos Año: 2009 País: USA Fotografía: Dante Spinotti Música: Elliot Goldenthal Guión: Michael Mann Director: Michael Mann Intérpretes: Johnny Depp (John Dillinger), Christian Bale (Melvin Purvis), Marion Cotillard (Billie Frechette)
El último mohicano (1992); también la diseñadora de vestuario ganadora de dos premios Oscar Colleen Atwood (Chicago, 2002 y Memorias de una geisha, 2006) y el compositor Elliot Goldenthal que compuso la música para Heat de Michael Mann (1995), y también para Batman forever (1996) en 1997 Batman y Robin; Frida (2002), Across the Universe (2007), entre otras. John Dillinger es un verdadero ícono cultural estadounidense, famoso por haber conseguido burlar largamente la acción de la justicia. Como otros bandidos americanos, se ha impregnado de una imagen romántica y legendaria, tanto en su época de fechorías como posteriormente, con la llegada del cine, donde se ve acrecentado su prestigio. Tal como sucedió con otros bandoleros revitalizados por el cine, como Jesse James, Billy the Kid, y Bonnie and Clyde, estos últimos muertos trágicamente en un enfrentamiento con la policía el mismo año que Dillinger fue emboscado en un cine y ultimado por los agentes.
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a historia se sitúa en el año 1933, el último de la vida del bandido asaltabancos John Dillinger (Johnny Depp), en plena depresión estadounidense. Entonces, por haberse Dillinger convertido en una especie de ídolo popular, el gobierno central ha puesto en entredicho la capacidad del director del naciente FBI, J.Edgar Hoover (Billy Crudup) por su incapacidad para detener al malhechor. Presionado por sus superiores, Hoover nombra al agente Melvin Purvis (Christian Bale), quien poco antes había capturado a Pretty Boy Floyd, otrora miembro de la banda de Dillinger. Así arranca este film de Michael Mann, que mantiene, como en otros trabajos suyos, su estilo de un perfeccionismo impresionante, que cubre hasta los detalles más ínfimos. Como, por ejemplo, el vestuario de los personajes a cargo de Colleen Atwood; los automóviles tanto de los bandoleros como de los policías y de tantos que pululan por las calles; las armas, que marcan el desgaste en algún punto debido al uso, los interiores de las casas, los muebles, los bellos modelos de los aparatos de radios. Pero, si bien el ambiente social está muy bien logrado en un sentido material, no alcanza a expresar con claridad la tensa situación que provoca la depresión en la población. Habría sido un punto interesante este aspecto, especialmente si se considera que uno de las razones de la fama de Dillinger se pudo deber a la impopularidad de los bancos en tiempos de crisis.
Michael Mann es también director de otras obras importantes, tales como, Colateral y El último mohicano, por nombrar un par, que si bien son tan diferentes, demuestran el buen desempeño de Mann como director. Una (Colateral), ambientada en la actualidad, con los detalles propios de la vida corriente en una gran ciudad norteamericana y la otra, El último mohicano, que llena los espacios de recuperación histórica. Hay que reconocer el acostumbrado dominio de Mann sobre las secuencias de acción y la elección de un muy buen reparto, otro terreno donde el director pisa con entera confianza. Johnny Depp, por ejemplo, nos recuerda que es uno de los mejores actores de la actualidad o Christian Bale, aunque un poco rígido, está bien en el papel de ir a lo suyo, con soberbia frialdad es un policía que va tras su objetivo: Dillinger y Marion Cotillard, esta actriz francesa inolvidable en su representación de Edith Piaf en La vie en rose, impone a su papel una gran fuerza interpretativa envuelta en una apariencia juvenil y de delicada belleza. Por otra parte, contribuye en este equipo de considerable valor la excelente fotografía de Dante Spinotti, quien ya ha estado nominado dos veces al Premio de la Academia (por L.A. Confidential y The Insider (El dilema) y que ya había trabajado con Mann en
El rostro oculto en las palabras
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a está disponible este documental de 60 minutos realizado por Alexis Moreno Burgos sobre la figura y la obra de Ramón Díaz Eterovic. Un año y medio de seguimiento al creador de Heredia, con el fin de “comprender cómo se desarrolla la sensibilidad de una sociedad a través de la evolución de las formas artísticas y de sus creadores, (…) Cómo se desarrolla y por qué sienten interés en unir o asimilar diferentes acontecimientos. (…) descubrir la sensibilidad del hombre en el arte y no la del artista en el arte.”
¿Por qué Ramón Díaz Eterovic? “Porque su trabajo está relacionado con la memoria social, urbana y política del país. Porque produce interés conocer los encuentros con sus personajes y ha desarrollado una obra publicada en Chile y en el extranjero,
la que cuenta con un amplio reconocimiento crítico y entre sus lectores en diferentes lenguas”. El documental El rostro oculto en las palabras cuenta con la actuación especial de Pablo Macaya, quien da vida al personaje de la saga de Heredia que ya suma 12 novelas publicadas. Es, además, el segundo documental realizado por Alexis Moreno Burgos, antes fue el seguimiento también de un año al músico nacional Andreas Bodenhofer. Con este documental Moreno ganó el premio al “Mejor documental latinoamericano” en el festival de cine de Lebu y fue seleccionado en una decena de festivales nacionales e internacionales. DVD El ROSTRO OCULTO EN LAS PALABRAS en venta a $ 3.990 en quioscos y librerías. LOM Maturana 13 y Moneda 650 (interior BN) y en Le Monde Diplomatique, San Antonio 434 local 14.
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MAGAZINE
Cronología de los hechos A continuación una cronología curiosa con hitos destacados del género. 1828 Las Memorias de Vidocq. Eugène François Vidocq
1927 Dinero sangriento. Dashiell Hammett
1940 Farewell My Lovely. Raymond Chandler
1829 Se funda la London Metropolitan Police
1927 Underworld. Considerada la 1ª película de gánsteres Joseph Von Sternberg
1940 High Sierra. William Riley Burnett
1841 Los crímenes de le calle Morgue. Edgar Allan Poe 1842 Los Misterios de París. Eugène Sue 1850 Se crea la Agencia Pinkerton en Chicago. Allan Pinkerton
1928 The Lights of New York. La 1ª película sonora de gánsteres 1928 Red Harvest. Dashiell Hammett
1852 La palabra Detective se emplea por 1ª vez en Bleak House. Charles Dickens
1928 El misterio del sombrero de copa. Ellery Queen
1863 El caso Lerouge. Emile Gaboriau
1929 The Maltese falcon. Dashiell Hammett
1868 La piedra luna. Wilkie Collins
1929 Pietr-le-Letton (1ª aventura de Maigret). Georges Simenon
1878 The Leavenworth Case. Anna Katharine Green, 1ª autora de Novela Policial 1887 Estudio en escarlata. Arthur Conan Doyle
1929 Little Cesar. William Riley Burnett
1931 The Glass Key. Dashiell Hammett
1896 Se publica el 1er Pulp: Argosy Frank Munsey
1932 El enigma de la calle Arcos (1ª novela policial argentina). Sauli Lostal (Borges?)
1905 Arséne Lupin gentleman cambrioleur. Maurice Leblanc
1932 El secreto del contador de gas (Venancio Villabaja 1er detective español). E.C. Delmar
1908 Le mystére de la chambre jaune. Gaston Leroux
1933 Blackmailers Don’t Shoot. 1er relato para Blak Mask de Raymond Chandler
1911 The Innocence of Father Brown. G.K. Chesterton
1941 High Sierra. Película de Raoul Walsh con Humphrey Bogart de protagonista. 1943 El club del crimen (de Salomón a Edgar Wallace). 1er Estudio bibliográfico en español sobre el género policiaco Carlos Fernández Cuenca. 1943 The Lady In The Lake. Raymond Chandler 1944 The Black Path Of Fear. William Irish 1946 Dark passage. David Goodis 1946 La Série Noire. Se funda la colección de Ediciones Gallimard Marcel Duhamel 1946 La môme vert-de gris. 1ª novela publicada en la Série Noire Peter Cheney 1948 Key Largo. Film de John Huston, con Humphrey Bogart 1949 Strangers On A Train. Patricia Highsmith 1950 Club del crimen. Colección editada por Luis Caralt en España
1920 Nº 1 de Black Mask. Ed.: H. L. Menken, Georges J. Nathan
1934 The Postman Always Rings Twice. James M. Cain
1921 El misterioso caso Styles (Aparece: Hércules Poirot). Aghata Christie
1936 Double Indemnity (Perdición). James M. Cain
1952 Vanity Row. William Riley Burnett
1939 The Big Sleep. Raymond Chandler 1939 L’assassin habite au 21. Stanislas-André Steeman
1953 El inocente. Carga con la etiqueta de 1ª novela negra española Mario Lacruz
1940 Madame et le mort. Pierre Véry
1953 The Long Good-Bye. Raymond Chandler
1922 El falso Burton Combs. Caroll John Daly 1926 El caso Benson (Detective Philo Vance). S. S. Van Dine
1935 They Shoot Horses Don’t They? Horace McCoy
1952 The Killer Inside Me. Jim Thompson
El arte de escribir novelas de suspense
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Ian Fleming (1908 - 1964).
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¿ uién no conoce al agente 007? Toda una factoría de efectos especiales y taquilla. Anteriores a las películas, las historias vieron la luz en formato novela, gracias a la pluma de Ian Fleming. A continuación reproducimos unas enjundiosas palabras de este autor acerca del arte de escribir novelas de suspense y del arte de ganar dinero con ellas. “Si usted desea convertirse en un escritor profesional, debe decidir si va a escribir por fama, por placer o por dinero. Debo confesar, sin pena ninguna, que escribo por placer y por dinero, pero tratando siempre de mantener ciertos estándares en mi escritura: una prosa directa, una gramática nada excepcional y una cierta integridad en la narrativa. No puede permitirse que nada interfiera con la dinámica esencial de una novela de suspenso; no pueden haber nombres ni relaciones complicadas, ni tampoco viajes o geografías que confundan o irriten al lector, el cual no debe preguntarse nunca: “¿dónde estoy?, ¿quién es esta persona?, ¿qué demonios están haciendo?”. Y sobre todo deben evitarse las escenas en las cuales el héroe rumia acerca de su mala suerte, revisa su lista de sospechosos o reflexiona acerca de lo que debió haber hecho o de lo que se propone hacer a continuación. Habiendo alcanzado un estilo de trabajo y teniendo todos los recursos esenciales para hacer narrativa, ¿qué debe ponerse en el libro?, pues, todo aquello que excite a los sentidos, absolutamente cualquier cosa. Finalmente, es fundamental mantener en una estricta rutina, y cuando digo estricta me refiero exactamente a eso. Yo escribo cerca de tres horas en la mañana, aproximadamente de nueve a doce, y luego otra hora entre seis y siete de la tarde. Luego de esto me recompenso numerando las páginas y guardándolas en un archivador”.
La última imagen en la retina antes de morir
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l 24 de julio se ha estrenado en España la película Imago Mortis (Imagen de la muerte) de Stefano Bessoni, que ambientada en el siglo XVII relata los hallazgos del científico Girolamo Fumagalli al descubrir que puede reproducir en el papel la última imagen que ha quedado registrada en la retina tras la muerte. Con esta interesante partida se pueden inventar muchas historias, por ejemplo, cómo descubrir a un homicida por el terror grabado en los ojos de la víctima. En esto se basa también Cuatro moscas sobre terciopelo gris (1971), film de Darío Argento. Se cuenta que Scotland Yard trató de ver en las retinas de una de las asesinadas por Jack el destripador la imagen de su verdugo, pero sin ningún resultado positivo. El tanatógrafo es un aparato terrorífico y cautivante que ha sido buscado en Internet, en enciclopedias y en bibliotecas después del estreno del film. Del mismo modo que se ha investigado sobre la biografía del científico italiano Fumagalli, que en el siglo XVII recuperó imágenes de terror antes de la invención de la fotografía. Pero… todo es leyenda, es ficción, aunque eso no es poco.
Algunos detectives e investigadores en la narrativa policial chilena Detective
Autor
Román Calvo Vicente Camacho Beltrán Rojas Philip Dane De la Barra Ricardo Santander Inspector Cortés Ignacio Sánchez Inspector Valdés Heredia Bazofia Espejo Juan y Jorge Menie Tim Tutts Isidoro Melgarejo Daza Cayetano Brulé Carmen Avallay Julían Morris Inspector Gavilán Hércules Prado Oscar Lambret Plinio Jáuregui Inspector Carrillo Rubén Ríoblanco Georges Washington Caucamán O’Hara Tapia
Alberto Edwards Luis Enrique Délano Luis Enrique Délano Luis Enrique Délano L. A. Isla Julio Ortega Folch René Vergara Antonio Rojas Gómez Guillermo Chávez Ramón Díaz Eterovic Ramón Díaz Eterovic Mauro Yberra Bartolomé Leal Bartolomé Leal Roberto Ampuero Marcela Serrano Alfonso Reyes Messa Manuel San Martín Enrique Araya Poli Délano Sergio Gómez Eduardo Correa Tancredo Pinochet Luis Sepúlveda Pedro Guillermo Jara Martín Pérez
Ellery Queen, un detective con muchas almas
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a historia de Ellery Queen es tan curiosa como enredada. Ellery Queen es el seudónimo de dos primos estadounidenses de origen judío, de Frederick Dannay (1905 –1982) y Manfred Lee (1905 –1971), escritores de literatura policíaca que publicaron entre 1929 y 1970 unas treinta novelas sobre el famoso detective aficionado. El personaje de Ellery Queen apareció por primera vez en 1929, en la novela El misterio del sombrero de copa y se convirtió en tan famoso que sus autores decidieron crear la revista “Ellery Queen’s Mystery Magazine” (EQMM), que Dannay la dirige hasta su muerte en 1982. Esta revista fue considerada como una de las más influyentes publicaciones de literatura de misterio en lengua inglesa en la segunda mitad del pasado siglo. Pero Ellery Queen, como la visión de espejos superpuestos, se multiplicó interminablemente: surgió copiado de los guiones radiales de los primos que aprovecharon “falsos Ellery Queen” y de otros autores que usaron su prestigioso nombre para publicar enigmas policiales. Entonces, Ellery Queen siempre sería un ser desdoblado: autor y detective, seudónimo a la hora de la verdad y multiplicado como los conejos, sin la autorización de los primos escritores.
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COSECHA
A J O R
Manual Práctico de cocina Negra y Criminal de Montse Clavé Barcelona, Libros de Allende
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anual Práctico de cocina Negra y Criminal, de Montse Clavé (la autora actualmente dirige junto a su marido Paco Camarasa la librería “Negra y Criminal” de Barcelona) no es sólo un libro de recetas simpáticas y criminales, sino también un divertido estudio sobre los grandes personajes del género a partir de sus gustos culinarios. La autora señala que hay detectives que comen mal (generalmente los anglosajones, que además suelen beber mucho) y otros tienden a ser sibaritas, como Brunetti, Carvalho, Jaritos, Mario Conde. Para mostrar el paladar de los famosos detectives, Montse Clavé nos cuenta sobre sus platos preferidos. De Vázquez Montalbán y su Carvalho nos ofrece una “Caldeirada Gallega”; de Georges Simenon y su Maigret, una “Soupe à l’oignon”; de Henning Mankell y Kurt Wallander, unas “Gambas en el Indico”; de Donna Leon y Brunetti, unos “Spaghetti alle vongole”; de Patricia Highsmith y Ripley, una excelente “Musaka”; con Camilleri y Montalbano, un “Conejo a la Cazadora”; con Dashiell Hammett y su Sam Spade bebemos un Talisker “single malt” de 10 años; con Agatha Christie una “Tarta sin arsénico”, y así, otras delicatessen más.
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Una trama barroca que amplía el género policial Por Magglio Chiuminatto
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olscan, un perdido pueblo de España donde la tranquilidad dificulta llenar las páginas del periódico local, se ve estremecido por un misterioso crimen. La personalidad severa e insondable de la subinspectora Martina de Santo irá levantando sigilosamente las múltiples capas que cubren un siniestro ritual y dejará al descubierto una trama en la que convergen perversiones y deseos irrefrenables. La Mariposa de Obsidiana amplía con su imaginario barroco los límites del género policial y deja espacio para un recorrido en que el erotismo sadomasoquista puede proyectarse hasta las civilizaciones precolombinas y la obsesión por el poder de la juventud engendra su consabida maldad. Todo ello, además, con la particularidad de contar con una mujer como la protagonista de la investigación, quien si bien comparte algunos rasgos generales del detective tradicional, le agrega una mirada completamente renovada al personaje. Juan Bolea domina en este trabajo el estilo narrativo con un lenguaje rico y preciso. Su descripción es de trazo aguzado, en el que las formas surgen a través de los hechos, rápidas, cautivadoras. Los habitantes de Bolscan y sus alrededores configuran un excelente encuentro de rasgos humanos extremos, una combinación que atrae como el abismo y mantiene con la atención en vilo hasta el final de la historia. Juan Bolea. La Mariposa de Obsidiana. Ediciones B. Barcelona, 2006.