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Cara a cara. Fernando Armas

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Campañas

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Fernando Armas, voluntario de Cáritas y portavoz de la Plataforma Cívica Tres Barrios-Amate

“El Señor del Gran Poder ha venido para recordarnos que no hay fe sin fraternidad”

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Fernando Armas de la Cruz (Sevilla, 1960) es portavoz de la Plataforma Cívica Tres Barrios-Amate. Casado, con un hijo, este licenciado en Geografía e Historia, encuestador del INE, vive en la zona desde 1991, vinculado a la comunidad parroquial de Nª Sª de la Candelaria, en la que ha colaborado durante años. También con su Cáritas parroquial, de la que es voluntario desde hace veinticinco años desarrollando casi todas sus tareas: acogida, acompañamiento educativo de familias y menores, tesorería, dirección... Además, representando a Cáritas, participó, en 2004, en la fundación de la Plataforma Cívica Tres Barrios-Amate, de cuya comisión permanente es miembro. Con “Tres Barrios” y Santa Teresa en el primer plano de la actualidad informativa sevillana, hemos aprovechado para hablar con él sobre la experiencia y la situación de las barriadas.

Durante tres semanas, la Santa Misión del Gran Poder ha puesto el foco en Tres Barrios y Santa Teresa. Ha servido para ponerlos en el mapa cognitivo de muchos sevillanos... En el plano pastoral...

Efectivamente, el traslado de la imagen y el culto al Gran Poder a las parroquias de la Blanca Paloma, Candelaria y Santa Teresa ha tenido un enorme eco en la ciudad y en los medios de comunicación, ha inundado nuestras calles e iglesias de multitud de gente de Sevilla y de fuera de Sevilla... Esto ha servido para dar a conocer la realidad de esta zona de la ciudad y, probablemente, ha contribuido a eliminar algunos de los prejuicios negativos que suelen acompañar a nuestras barriadas.

El nombre de “Santa Misión” evoca quizá un pasado en que se asumía de una forma paternalista la necesidad de evangelizar a barrios supuestamente “descristianizados” desde otros ya “cristianizados”, pero la Hermandad del Gran Poder ha actualizado este acontecimiento: el Señor del Gran Poder ha venido a la que también es su casa para abrirnos los ojos a todos, para recordarnos que no hay fe

sin fraternidad y para señalar que no podemos tolerar la existencia de estos focos de pobreza y marginación, ni estigmatizarlos ni ignorarlos. Creo que la Misión ha sido una llamada, una invitación y una exigencia al compromiso de todos, al que la propia hermandad se ha sumado implicándose en varios proyectos de carácter caritativo y social.

¿Qué podemos esperar?

Evidentemente, la espiral de deterioro progresivo que viene sufriendo nuestro barrio desde hace décadas no puede revertirse en unos días. Probablemente, la Santa Misión va a propiciar el incremento de iniciativas y programas sociales, tanto privados como públicos, que ayudarán a muchas familias vulnerables a mejorar su situación. Pero quizá el fruto más importante de esta misión derive de haber roto una inercia y marcado el camino para otras hermandades y para toda la Iglesia de Sevilla: situar la fraternidad y la lucha contra la pobreza en el centro de su tarea evangelizadora.

Tres Barrios lidera todas las estadísticas nacionales de exclusión...

Así es, desgraciadamente. Las estadísticas oficiales destacan el alto índice de desempleo, el bajo nivel educativo, los bajos ingresos familiares, el deterioro de la vivienda y el entorno urbano... Al alto índice de desempleo, más del cincuenta por ciento, se une la precariedad laboral y el gran peso de la economía sumergida: el empleo doméstico por horas, la venta ambulante, la recogida de cartón o chatarra, los trabajos esporádicos en la construcción... y la venta de droga. La baja cualificación laboral sólo permite el acceso a trabajos eventuales y mal remunerados. Además, el barrio tiene el nivel de renta más bajo entre los situados en las grandes ciudades españolas, a la par que el Polígono Sur. A la falta de ingresos laborales se une lo exiguo de las prestaciones públicas y la dificultad de acceso a las mismas, imposible para los inmigrantes irregulares. Son muy numerosas las familias que no pueden cubrir sus necesidades básicas, pues carecen totalmente de ingresos o tienen que elegir entre techo y alimentación: pagar la vivienda, los suministros o la comida.

Has mencionado el deterioro de la vivienda...

Las viviendas se configuraron con condiciones mínimas de habitabilidad, tanto por sus dimensiones, que son inferiores a los cincuenta metros cuadrados para las “familias numerosas” de antaño, como por su equipamiento. Sin ascensor, entregadas sin solería ni puertas interiores. Algunas de ellas fueron construidas por debajo del nivel de la calle, lo que provoca en muchos pisos bajos el afloramiento de aguas sucias. Se suma la falta de mantenimiento en muchas de ellas, lo que ha provocado su degradación hasta ser consideradas “técnicamente ruinosas”.

Y el entorno social y urbano...

A todo ello se añaden los problemas que para la convivencia ocasiona el tráfico de estupefacientes, que ha convertido al barrio en uno de los “supermercados” de la droga en Sevilla. Cada vez son más numerosos los “narcopisos”, que hacen la vida imposible a las familias que residen en su entorno.

Pese a la situación actual, los orígenes y buena parte de la historia de estos barrios nos hablan de una cosa bien distinta: de un proyecto residencial y vecinal de convivencia...

Más que en un proyecto, la convivencia en sus orígenes se basaba en los valores populares tradicionales caracterizados por la buena vecindad, la ayuda mutua, la austeridad, el trabajo y el cuidado de los espacios comunitarios como lugares de encuentro y convivencia. Todo eso se unía a una cultura obrera reivindicativa, que animaba a luchar colectivamente por los equipamientos públicos de los que el barrio carecía en sus comienzos...

¿Y qué pasó para llegar a donde estamos?

El deterioro posterior se ha ido retroalimentando como en un círculo vicioso cada vez más intenso. Las sucesivas crisis económicas han golpeado sistemáticamente a las familias más vulnerables hasta llevarlas a la exclusión social. La aparición del desempleo y la droga a finales de los setenta Sevilla 12

y principios de los ochenta marca un momento de inflexión. Los jóvenes que estudian y logran situarse salen del barrio buscando mejores viviendas y entornos con mejor calidad de vida, mientras que permanecen los menos preparados y los atrapados en la telaraña de la drogadicción. A medida que las primeras generaciones van desapareciendo, su lugar va siendo ocupado por familias cada vez más desestructuradas y conflictivas.

¿La crisis del 2008?

Los años de crecimiento y la llegada de los primeros inmigrantes hace veinte años frenaron momentáneamente el proceso de degradación, porque había trabajo y los que llegaban traían ganas de integrarse. Pero, efectivamente, la crisis de 2008 asestó un golpe definitivo del que el barrio no ha logrado recuperarse todavía: el desempleo se generaliza, comienzan los desahucios, se multiplican las “okupaciones” de pisos y el alquiler ilegal de habitaciones... Varios clanes dedicados al tráfico de droga se asientan en diversas calles, haciendo la vida imposible a los anteriores vecinos y acaparando bloques enteros.

¿Cómo ha cambiando su perfil sociodemográfico?

La población de Tres Barrios ha experimentado en los últimos veinte años grandes transformaciones. En general, llama mucho la atención la cantidad de familias “monomarentales”, donde la ruptura de la pareja va a veces acompañada de episodios de violencia machista; y también la baja edad de maternidad, con chicas muy jóvenes que permanecen viviendo en casa de sus padres... A la población originaria, se han unido gentes

procedentes de otras zonas deprimidas de Sevilla y una creciente población inmigrante, lo que ha producido un cierto rejuvenecimiento de la población. Entre ésta destaca la de origen latinoamericano: ecuatorianos, bolivianos, colombianos y, últimamente, venezolanos, nicaragüenses y hondureños... También la marroquí, la nigeriana, la senegalesa... Muchos de ellos “sin papeles” que sólo pueden acceder a trabajos irregulares, a veces en condiciones de auténtica explotación. Aunque impera una razonable convivencia intercultural, es cierto que los vínculos más potentes se establecen dentro de cada uno de esos grupos...

Pese a ese rejuvenecimiento que señalas, durante las pasadas manifestaciones de piedad popular hemos podido ver muchas imágenes de personas mayores...

Sí, y muchas de ellas sufren condiciones de vida muy difíciles, solas y aisladas, porque la falta de ascensores les imposibilita salir de sus casas.

Desde sus orígenes, la Iglesia ha estado íntimamente vinculada a la historia de los barrios...

La Iglesia ha sido la institución que más ha ayudado a vertebrar el barrio. En los primeros años, dio soporte y cobertura a los movimientos asociativos vecinales, cuando se encontraban todavía fuera la ley. Posteriormente, ha impulsado la creación de muchas entidades con distintos fines sociales, como la prevención de la drogodependencia, el apoyo educativo a niños y adolescentes o la integración de inmigrantes... Los locales parroquiales no sólo albergan a todos estos colectivos sino que, en su día, incluso se prestaron al Ayuntamiento para la creación de la primera escuela taller de la zona. Particularmente, a través de Cáritas, ha impulsado también la creación de la Plataforma Cívica Tres Barrios-Amate. Realmente, frente a las administraciones públicas, que siempre han reaccionado tarde y mal a la problemática que ha ido apareciendo, la Iglesia ha estado siempre presente, tratando de responder a las necesidades de los vecinos. Y, pese a la generalizada pérdida de su influencia en la sociedad, su presencia sigue siendo fundamental para paliar el deterioro de la zona.

¿Qué se está haciendo ahora mismo en el ámbito de la iniciativa social y vecinal?

Muchas cosas, realmente. Pese a que la desestructuración y la pérdida de los valores comunitarios ha provocado el decaimiento del movimiento vecinal como tal, sigue manteniéndose activa la histórica Asociación de Vecinos de Tres Barrios. Las diferentes iniciativas sociales son impulsadas por las diferentes asociaciones y colectivos, aunque con una limitada participación de la población... Desde Cáritas, se llevan a cabo unos talleres con mujeres y un comedor social. Desde la parroquia se están recuperando los encuentros de mayores y organizando la pastoral penitenciaria. Gracias a la Hermandad del Gran Poder, contamos también con un acompañamiento farmacológico y una asesoría jurídico-administrativa... Ligadas fuertemente a la parroquia están la Asociación Educativa y Social Candelaria -trabajando con menores y sus familias-, DESAL -en la prevención de drogodependencia- y la Fundación Solidaridad Candelaria -promoviendo la integración de inmigrantes-... En los últimos años se han incorporado entidades como BALIA, Save the Children y PRODEAN, centradas fundamentalmente en el apoyo educativo a la infancia. Por último, existen otras asociaciones que desarrollan programas subvencionados por Sevilla 13

las administraciones, la mayoría dedicados a la formación e inserción laboral.

La Plataforma Tres Barrios-Amate juega también un importante papel como altavoz de la situación de la zona...

La Plataforma se creó precisamente con el objetivo de coordinar todas estas realidades, de realizar acciones conjuntas, de animar la participación vecinal y de ser interlocutora ante las administraciones y los medios de comunicación. Se creó en 2004 con un carácter reivindicativo y propositivo. Sus principales logros han sido, quizás, el impulso de la redacción de un Plan Integral Comunitario, que sigue pendiente de ejecución, y la visibilización ante la opinión pública de las carencias de la zona.

¿Existen posibilidades de remontar las condiciones de pobreza, exclusión y marginación de los barrios?

El circulo vicioso de la pobreza es difícil de combatir porque deriva del vigente sistema socioeconómico, que tiende a generar estos focos de exclusión. Por eso es tan importante concienciar a la sociedad para que deje de estigmatizar a las zonas desfavorecidas y entienda que son víctimas de la cada vez más acentuada polarización socioeconómica.

¿Por dónde pasan “las soluciones”?

La pobreza es multidimensional. Por lo tanto, la única forma de combatirla es abordar todas esas dimensiones de manera integral y planificada. De nada sirve arreglar las viviendas si no proporcionamos a sus moradores los medios para mantenerlas. Es inútil una buena formación si después no existe un trabajo adecuado... Además, las inercias socioeconómicas cronificadas no pueden arreglarse a corto plazo, sino que necesitan una acción sostenida en el tiempo. Un esfuerzo de tal envergadura exige también la coordinación de todos los actores sociales: administraciones públicas, iniciativa privada e -inevitablemente- la implicación de los propios afectados... Todo lo que no sea eso está llamado al fracaso o a resultados muy limitados, como se está viendo en otras zonas de Sevilla.

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