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Nuestras Cáritas

Cáritas Parroquial de Nuestra Señora de la Asunción de Albaida del Aljarafe

Pedro Luis López Fraile Director CP Nº Sº de la Asunción

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La parroquia de Nuestra Señora de la Asunción de Albaida del Aljarafe forma parte del arciprestazgo de Sanúcar la Mayor, en la vicaría Oeste. Con unos tres mil quinientos habitantes, en Albaida convivimos familias sencillas de un nivel socioeconómico humilde.

Son muchos los años que lleva nuestra Cáritas acogiendo y sirviendo a los más necesitados, manifestando así el rostro generoso de la comunidad parroquial.

Fue una reunión de amigos, pertenecientes a la Hermandad Sacramental y preocupados por ayudar a los necesitados, quienes dieron los primeros pasos. Eran tiempos de posguerra y en la localidad se subsistía del trabajo agrícola, que era escaso y eventual, por lo que la precariedad era grande y las necesidades abundantes, padeciendo grandes periodos de lluvia que hacían aún más duro el día a día de la población. Este grupo ofrecía ayuda de alimentos, ropa y organizaba rifas y pedidas. En la festividad del Corpus Christi se centraba la celebración del día de la Caridad y se organizaba una gran tómbola con las aportaciones de los propios vecinos. Es así cómo surge del seno de la parroquia un grupo de mujeres y hombres voluntarios que sirven de referencia y al que le van llegando los casos de las familias sin recursos y muy necesitadas. Los participantes en este grupo se asignan la aportación de una cuota personal y, poco a poco, se va incrementando el número de personas que quieren contribuir. Frente a tanta necesidad, el grupo acude a organizaciones y entidades en busca de recursos económicos, aumentando cada día las aportaciones voluntarias, tanto en dinero como en especies, las cuales se iban repartiendo. En un pueblo pequeño y de bastante interrelación familiar, este grupo comienza a dar sus primeros pasos asistido por el párroco y sirviendo de referencia como auxilio a los más necesitados.

Es a partir de la primera década del año 2000 cuando se inicia la organización del equipo de Cáritas, de una forma muy primaria y siempre con la ayuda incondicional de los equipos territoriales de Cáritas Diocesana, del personal técnico que incansablemente iba formando y urdiendo el tejido organizativo para adoptar perfiles que pudieran dar entidad al grupo. Se asigna dentro de la parroquia un local pequeño donde acoger y escuchar a las personas y se van fijando horarios y delimitando tareas.

Siempre con el norte de nuestra fe, la pertenencia a una comunidad y la intención de estar al lado de los pobres, nuestro grupo va cogiendo cohesión. Con grandes dificultades tiene que dar respuesta a muchas familias que padecen la dureza de una fuerte crisis económica que debemos afrontar. Se incrementa exponencialmente el número de familias que acuden a nuestra Cáritas solicitando ayuda, llegándose a contar a más de 90 familias. Es a partir de 2008 cuando nos encontramos avocados en una crisis grande.

Como pudimos y supimos, nuestros esfuerzos se multiplicaron porque la demanda de ayuda fue descomunal. Muchas familias en paro, muchas que no pueden dar respuesta a deudas contraídas, enfermedades, problemas de adiciones, alquileres, luz, agua, familias acampadas en zonas marginales y desprotegidas... Y, como ocurre siempre, los que más lo padecen son los pobres. Fue el momento de solicitar ayuda a las hermandades e instituciones pastorales de la parroquia, cuya colaboración nunca nos faltó, a entidades externas, a organizaciones deportivas y educativas. Fueron duros y difíciles momentos los que convivimos con el rostro sufriente de nuestros hermanos, que encontraron en Cáritas el remanso esperanzador de una comunidad que los escuchaba y los acogía, que siempre estuvo ofreciendo la pequeña ayuda con la grandeza de su acompañamiento.

Sirvió para curtirnos y reflexionar sobre lo vivido, y fue esa fuerza recibida la que nos fortaleció para seguir avanzando, con cambios en el grupo de voluntarios que se incrementó, hasta llegar a estos últimos años, cuando un grupo de nueve voluntarios seguimos ilusionados.

Nuestro día a día en Cáritas tiene diferentes vertientes, siendo el pilar básico la atención y acompañamiento a las personas y familias en situación de necesidad. Nuestro grupo se reúne semanalmente los jueves, en horario de tarde, y, tras la oración, se diversifican las tareas de secretaría, preparación de solicitudes para el día de la acogida, atención personal, preparación de la misa de primer domingo del mes, seguimiento de los proyectos. Finalizamos la tarde con una puesta en común de todos los voluntarios asistentes, donde se toman las decisiones a llevar a cabo y se recuerdan las acciones a realizar.

No menos importante son las tareas de comunicación, sensibilización y formación que realizamos, y que transcurren como ejes transversales en nuestra labor de voluntarios, asistiendo a reuniones locales con pastorales, hermandades, grupos de formación, jornadas... Nuestra Cáritas no ha sido ajena a la crisis causada por la pandemia del covid-19. Hemos vivido el dolor provocado por las pérdidas humanas, el sufrimiento de sus familias y las consecuencias de la enfermedad generadas por la pandemia, el grave impacto social, que se traduce en miles de pérdidas de puestos de trabajo, y la brusca limitación de recursos que impiden a las personas acceder a una vida digna y normal.

Se ha puesto de manifiesto la fragilidad de nuestra economía, se ha agravado la situación de pobreza. Y, como siempre, se ha resentido con mayor gravedad en las personas más vulnerables.

Las familias atendidas por nuestra Cáritas durante esta crisis coinciden en unos rasgos encuadrados dentro de familias en desempleo de larga duración, familias con dos, tres, cuatro o cinco menores a su cargo. Personas mayores solas que solo cuentan con horas de ayuda a domicilio. Familias con ayudas sociales que no les llegan para pagar luz, agua, alquiler. Familias migrantes que se quedan en paro. Familias con padecimiento en sus hijos por no poder seguir las tareas educativas.

Desde nuestra Cáritas la respuesta, tras una reflexión interna dentro del grupo, se decide acometer una serie de proyectos junto con las hermandades, persiguiendo dos objetivos: implicar a los diputados de caridad de las diferentes hermandades y apoyar a dos colectivos especialmente golpeados durante la pandemia, los niños y los mayores.

Me detendré en el proyecto de Mayores llevado a cabo junto con la Hermandad del Rocío, titulado

“El Buen samaritano”. Se trata de un proyecto de atención integral para personas mayores en su propio hogar, con el que se ofrece servicio de apoyo a domicilio y de refuerzo del papel de los cuidadores y las familias en situación de gran dependencia.

Nuestras acciones consisten en visitas de acompañamientos por parte de voluntarios de la hermandad y de Cáritas; visitas a personas mayores del pueblo que viven en residencias, fuera de la localidad; enviar una carta escrita a personas mayores que viven solas; llamadas telefónicas para saber cómo van; llevarles un pequeño detalle el día de su cumpleaños y fiestas. Son actividades sencillas, pero que acompañan y emocionan a nuestros mayores.

Quisiera resaltar la alegría con la que nos reciben estos mayores, que desean que nuestra presencia sea más frecuente y duradera; de lo grato que le resulta sentirse acompañados. Igualmente poner de relieve la satisfacción con la que se sale después de haber llevado a cabo cualquier actividad.

En el transcurso de toda la existencia de nuestra Cáritas, merece ser resaltada una característica fundamental que se mantiene como potente faro, que es el mantenerse siempre unido y totalmente integrado a toda la comunidad parroquial. Sí, este es uno de los principales pilares que sostiene y le da sentido a la tarea y la existencia de nuestra Cáritas. Es desde donde emana la fuerza con la que se alimenta el grupo para después poder servir; es donde podemos encontrar la ayuda y la confianza para emprender nuevos proyectos; es la suministradora de esperanza y generadora de ilusión donde, compartiendo la fe en un Dios misericordioso, podemos ponernos al servicio de los preferidos de Jesús y caminar y luchar por un mundo más justo.

Cuando hablamos de comunidad, englobamos a todos los componentes que la formamos, siendo una comunicación reciproca la que nos mantiene informados y unidos frente a todos los momentos buenos y malos por los que pasamos. En esto tiene mucho que ver el ser una localidad pequeña, donde todos nos conocemos, además de ser un pueblo de fe profunda, sincera y bien enraizada.

La pandemia, como hemos dicho anteriormente ha dejado muchas necesidades al descubierto y debe servirnos para aprender y proyectar nuestras vidas hacia horizontes que hablen de solidaridad, de integrar, de acoger, de abrir puertas y sentirnos hermanos, de estar dispuesto frente a cualquier necesidad, de saber leer las demandas de este mundo que margina y encubre tantas y tantas dolencias. Por ello, los retos que se nos presentan son abundantes. Nos preocupa los derroteros de soledad que van tomando las personas de edad más avanzada; nos preocupa la falta de trabajo y la precariedad de los salarios que no permiten vivir con dignidad y que hacen sufrir a muchas familias haciéndolas vulnerables ante cualquier dificultad; nos preocupa la brecha digital y las desigualdades dentro del mundo educativo, donde se van manifestando la diferencia de oportunidades según el poder de la economía familiar; los jóvenes sin perspectivas de trabajo; el deterioro de la casa común donde habitamos; el sufrimiento de los migrantes que pierden sus vidas en las aguas. Y tantos y tantos retos que esta sociedad nos pone por delante.

Pienso que son grandes las dificultades y mucho lo que debemos hacer y para ello, a través de Cáritas se puede encontrar el cauce y el conducto de que nuestro compromiso sea válido. La caridad necesita de personas con raíces fuertes y profundas, comprometidas en la construcción de un Reino más justo y solidario, con una fe profunda y una vida espiritual que de consistencia al servicio de los que más lo necesitan. Por ello animo y aliento a poner al servicio de los más empobrecidos los talentos tan valiosos que cada cual posee porque a través de Cáritas seguro que los multiplicaremos.

Paulatina recuperación de la presencialidad en la vida organizativa

La mejora de la situación epidemiológica de los últimos meses está permitiendo la recuperación -desde principios del curso pastoral- de la presencialidad en buena parte de la vida organizativa. Retomando así espacio para el cuidado de la fraternidad, la espiritualidad y la formación de nuestros agentes.

En este sentido, la cierta normalización institucional queda bien reflejada en la celebración de los consejos de vicaría, encargados de la coordinación pastoral de los equipos en sus zonas territoriales de referencia, que se ha sucedido desde el mes de septiembre. El primero de ellos, el de la vicaría Oeste, tuvo lugar el 22 de septiembre en la parroquia del Espíritu Santo, en Mairena del Aljarafe. Y Una semana más tarde, el 28 de septiembre, se reunió el de la vicaría Sevilla 1 en la sede de Cáritas Diocesana. El 29 de septiembre se celebró en La Cilla del Cabildo, en Osuna, el de la vicaría Sur. Y el 5 de octubre tuvo lugar en la parroquia de la Ascención del Señor el de la vicaría Sevilla 2. Con doble carácter presencial y telemático, el de la vicaría Este se reunió en la parroquia de Santa María la Blanca, en Los Palacios, el 20 de octubre. Por su parte, el de la vicaría Norte, que mantuvo su carácter telemático, se celebró el 6 de octubre.

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