Autobiografía

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BENEMÉRITA ESCUELA NORMAL MANUEL ÁVILA CAMACHO

Licenciatura en Educación Preescolar

Ana Cecilia González Mayorga

Curso: “El sujeto y su formación como docente”

Autobiografía

17 de Octubre del 2014


¿Cuál profesión? Mi nombre es Ana Cecilia González Mayorga, nací en Zacatecas, zacatecas el 25 de enero de 1996. En mi vida fueron varias las causas por las que elegí ser docente como profesión, en las cuales estuvo lo familiar, social y algunas experiencias que presencie fueron fundamentales para yo cerciorarme de que era a lo que yo me quería dedicar toda mi vida. A los tres años de edad entré en el jardín de niños Instituto La Casita en donde cursé mis tres años de preescolar. Mi maestra de tercer año se llamaba Diana y la recuerdo con gran cariño y aprecio ya que me llegue a encariñar bastante y la admiraba demasiado, mi maestra era muy cercana a mi mama por lo que en ocasiones la veía aun después de ya haberme graduado del preescolar. Recuerdo bastante que si alguien me preguntaba que quería ser de grande podría contestar sin duda alguna que daría clases como mi maestra Diana y mi tía Claudia que también es educadora y era un ejemplo para mí, pero a las dos las identificaba como tías, tal parece como dice Feibre(2008), las tías se encuentran en ese lugar intermedio entre la madre y la maestra, a ellas les justa jugar con los sobrinos, hacerse cargo de ellos con gusto, pues en tanto, la relación es menos áspera que la que se puede esperar con una madre o con una maestra. Ingresé al Colegio del Centro después de finalizar mis estudios de preescolar en donde mi interés por decidir que quería estudiar todavía era escaso y no le tomaba importancia, sin embargo la idea de ser educadora todavía me llamaba la atención.


Al estar en secundaria comencé a fijarme en mis maestros con gran entendimiento, en el cómo daban sus clases y el que tanto disfrutaban de ello, pues llegue a pensar que ser maestra de secundaria me agradaría más que ser de preescolar, pues aún tenía dudas y no estaba segura de nada. Cuando ingresé a preparatoria me ofrecieron un trabajo en un Centro de Estimulación temprana dando clases de Ballet Clásico los fines de semana a niñas de entre 3 y 9 años por mis estudios que había llevado ya durante 10 años y por algunos cursos a los que había asistido fue que se me propuso y acepte. Desde el primer día que impartí clases sentí una gran alegría y emoción, sobre todo fue algo que disfruté y comenzaba a sentir cada vez más gusto al hacerlo. De esa forma fue que pensaba que dar clase era lo que hacía que me sintiera plena. Después de dos años de igual manera me ofrecieron un segundo trabajo en el Instituto Municipal de Cultura de Guadalupe como docente de Ballet Clásico a grupos de principiantes en donde pude enriquecer más mi experiencia y mi gusto por impartir clases seguía creciendo. También pude darme cuenta que mi grupo favorito siempre era el de niñas de entre 3 y 5 años y podía visualizarme en un jardín de niños impartiéndoles clases más que con niños de otras edades. En ese mismo año me encontraba en cuarto semestre de preparatoria y debía escoger bachillerato y tener alguna idea de lo que quería estudiar, entonces fue ahí donde comencé a pensar que mi vocación era dar clase, como menciona Tenti(1999) yo sentía una vocación natural al ser autentica y deseable. Se trabaja con personas y sentía el deseo de transmitir conocimientos y ayudarlos a superarse cada día, pues yo quería una carrera


que me permitiera ayudar a otros. Dedicar la mayor parte de mi vida a educar y como lo dice Ferry(1990) la formación es un proceso de desarrollo individual tendiente a adquirir o perfeccionar capacidades, que era lo que yo quería hacer con los niños que serán el futuro de la sociedad. Seguí analizándolo y pensándolo durante el año siguiente, con ayuda de consejos y orientaciones de mis profesores estaba mi decisión final que mi elección seria estudiar educación preescolar y haría examen de admisión para la Escuela Normal Manuel Ávila Camacho, en la que me encuentro actualmente satisfecha y bastante feliz, más que nada porque hubo siempre personas que me apoyaron y se entusiasmaron que eligiera una gran profesión como lo es ser docente.


Bibliografía: Ferry, G. (1990). El trayecto de la formación: el enseñante entre la teoría y la práctica. México: Paidós, pp. 43-63. Mercado Cruz, E. (2008). El oficio de ser maestro: relatos y reflexiones breves. Estado de México: isceem. Tenti, E. (1999). El arte del buen maestro. México: Pax, pp. 181-239.


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