Ariel Mlynarzewicz

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Ariel Mlynarzewicz


Me quito el rostro y lo doblo, 2006 Ă“leo sobre tela. 70 x 70 cm


Ariel Mlynarzewicz Los lugares de la pintura

Febrero de 2009 Sala Cronopios, Centro Cultural Recoleta Buenos Aires


Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires Jefe de Gobierno: Ing. Mauricio Macri Vicejefa de Gobierno: Lic. Gabriela Michetti Ministro de Cultura: Ing. Hernán Lombardi Subsecretaria de Cultura: Prof. Josefina Delgado

Centro Cultural Recoleta Dirección General: Claudio Patricio Massetti Directora de Programación: María Rita C. de Fernández Madero Directora de Administración: Mónica Cánepa Director Musical: Julio Viera Asesor de Programación de Dirección General: Elio Kapszuk Asesora y Coordinadora de Artes Visuales: Laura Batkis Jefes de Departamentos del Centro Cultural Recoleta Formación Cultural: Ana María Monte Artes Escénicas y Actividades Multimedia: Jorge Doliszniak Coordinación: Elsa Cristina García Infraestructura y Funcionamiento Edilicio: Eduardo Tapia


El Centro Cultural Recoleta se complace en presentar la exhibición de Ariel Mlynarzewicz, un artista singular que, más allá de modas y tendencias, mantiene desde hace años su compromiso con la pintura. Discípulo de Carlos Alonso, sus trabajos transmiten la pasión por el hacer, algo que no es frecuente en el arte actual. Alejado de las tendencias de moda y con una actitud introspectiva, el artista mantiene viva la tradición expresionista en sus trazos gestuales de colorido exacerbado. A partir de los temas que cotidianamente circulan por su vida, Mlynarzewicz va plasmando en la tela sus emociones privadas, como en los retratos de los miembros de su núcleo familiar. Damos entonces la bienvenida a este artista, del cual se percibe que, en última instancia, sus temas son excusas para ejercer el placer inefable de pintar todos los días. Claudio Patricio Massetti Director General del Centro Cultural Recoleta


Wechsler, Diana Ariel Mlynarzewicz. - 1a ed. - Buenos Aires: Ariel Mlynarzewicz, 2009. 120 p.; 26 x 23 cm. ISBN 978-987-24846-0-6 1. Obra Pictórica. I. Título CDD 759.82 Fecha de catalogación: 09/12/2008

©2009 de los textos, sus autores ©2009 de las obras, el artista Hecho el depósito que previene la ley 11.723 Todos los derechos reservados. Impreso en la Argentina.


Dentro de las artes visuales existe una variedad de herramientas y materiales disponibles para la realización de una obra. Si bien hay algunos que son tradicionales y otros que se fueron incorporando a partir de su creación o adaptación al medio artístico, de ningún modo uno debería caer en la tentación de creer que solamente la técnica-lenguaje utilizada por un artista determina su contemporaneidad. En términos conceptuales, una obra digital podría no representar el momento en que fue hecha, mientras que la tradición milenaria de la pintura podría dar lugar a una obra intensamente actual, como es el caso de la muestra que nos convoca, Los lugares de la pintura. La valorización de la pintura como lenguaje visceral, que adoptó Ariel Mlynarzewicz desde siempre, es la identidad fundante de su obra. Sin embargo, él se convierte en verdadero testigo de su tiempo cuando recrea su entorno desde su mirada particular. Su familia y la vida en el taller son dos temas recurrentes en él, algo así como un álbum pictórico, reflejo de su existencia. Sus obras son marcas testimoniales, una especie de memorabilia de encuentros. Su intención es hacer trascender más allá del tiempo determinados momentos efímeros. No se trata de réplicas exactas, sino de la visión antojadiza del artista que sabe que tiene en sus manos el mejor Photoshop de la realidad. Son recuerdos a imagen y semejanza de él. Su visión y el increíble manejo que posee de la técnica logran que su pintura promueva una verdadera gama de sentidos. La humanización del óleo que logra Ariel está presente aunque se trate de paisajes o imágenes de edificios emblemáticos. Con todos los conocimientos sobre las posibilidades del color, el artista le incorpora una sutil marca de contemporaneidad, al estilo de los resaltadores que se usan para destacar un texto, utiliza pinceladas que orientan de forma demagógica y certera nuestra mirada. Es una señalética por sus propias vivencias. La muestra de Ariel Mlynarzewicz en la sala Cronopios es parte de una propuesta global de la Dirección del Centro Cultural Recoleta que tiene como uno de sus objetivos dar cuenta de la diversidad de miradas y propuestas de los artistas de nuestro país. La seducción desplegada por Mlynarzewicz en sus telas invita a conocer sus relatos de la vida cotidiana. Elio Kapszuk Asesor de Programación de Dirección General



Siempre trabajĂŠ con los pequeĂąos intersticios de lo cotidiano. Ariel Mlynarzewicz


Ariel Mlynarzewicz Los lugares de la pintura

Pintura, pasta, materia, pigmento, fuertemente expuestos sobre los planos de tela –en bastidores ortogonales o circulares, todos de diversos tamaños– se apilan en los muros del taller de Mlynarzewicz. Cada color, cada empaste y cada trazo se imponen por sí mismos haciendo presente la pintura en tanto material, pero también en tanto historia. La pintura rescata la memoria de su existencia y de su propia capacidad de representación para dar paso, en cada trabajo, a una nueva evocación de una práctica antigua que a su vez recrea. Así, Mlynarzewicz –quien se autodefine como pintor de cuadros– reedita en cada uno algo que podría definirse como el elogio de la pintura. Con una disciplina sostenida, llega cada día a su taller para desplegar, casi como un ritual, una práctica para él cotidiana –la de pintar– entendida en primera instancia como aquella capacidad para imponer materia colorida sobre un soporte plano. Pero lo sabemos: es mucho más que eso, y la actividad diaria de este artista lo pone en evidencia. Retomando la reflexión de Martín Caparrós en el catálogo de la muestra del Museo Nacional de Bellas Artes (2005), “Mlyn cree en la realidad: imagina que hay algo ahí que todavía puede captarse, que puede transformarse, que puede falsearse para que haya otra realidad, después, sobre una tela”. Efectivamente. Al parecer el impulso por pintar surge en él a partir de esta necesidad por indagar, describir, retener, aprehender, conocer y, tal vez, también comprender ciertos aspectos de lo real. Ahora bien, ¿cuáles son esos aspectos? Es aquí donde aparecen algunos de los rasgos singulares de su obra, ya que su dimensión de lo real está centrada en el entorno cercano, en los recorridos recurrentes por su propia piel y aquellos que la rozan cada día: su mujer, sus hijos, su trabajo; en suma, la vida y, con ella, también la muerte. Encerrado en su mundo mental y éste en su propio espacio vital –el taller–, Mlynarzewicz desarrolla su labor en busca de alguna de las claves de la vida, quizá de alguna de las claves de la felicidad. Es por esta razón que cuando llegué a su taller, después de un par de años de no visitarlo, fue como volver a un sitio conocido, no simplemente porque en realidad lo era, sino porque encontré allí, recreadas, escenas de la vida de un viejo amigo que se desplegaban reponiendo fragmentos de una historia por narrar. Escenas que, aunque eran nuevas –me rodeaban, en su mayor parte, pinturas del último año–, me resultaban familiares como variaciones sobre algunos temas recurrentes en él, pero también había algo desconocido.

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Algunas cosas habían cambiado. El espacio me parecía, en parte, ajeno. El mundo externo estaba más lejos. En los últimos años, el taller de Ariel se oscureció. Cerró sus ventanas y se alejó de la luz intensa que invadía sus habitaciones. Como entrando en un proceso de introspección, el artista se encerró en sus pensamientos y su hábitat lo reveló bloqueando sus ventanas. Sin embargo, paradójicamente, esto no alejó la luz de sus trabajos, sino que pareciera que ellos hubieran adquirido una luz propia que emerge de la paleta, iluminada por las percepciones vitales del artista. El conjunto de piezas que aquí se reúnen organiza un relato visual que posiblemente cierra un ciclo en la obra de Mlynarzewicz, signado por la frase de Alejandra Pizarnik que él pintó en un rincón de su estudio: Ya no soy más que un adentro. Se trata de trabajos de los últimos años, y en ellos la dimensión cotidiana es una constante, tal como aparecía en sus obras anteriores. Sin embargo, en estas series lo cotidiano alcanza un modo más grave, melancólico, severo por momentos, intenso siempre en busca de una delimitación, la suya, de los lugares de la pintura. Diana B. Wechsler Curadora

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Hombre angustiado e indeciso tomando mate, 2006/2007. Ă“leo sobre tela. 70 x 70 cm

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Rituales cotidianos Las ideas de secuencia y repetición forman parte de la propuesta plástica de Mlynarzewicz. Si entre sus propósitos está la posibilidad de retener en la pintura aspectos de lo real, estos conceptos de secuencia (encadenamiento, continuidad) y repetición (regeneración, recreación), integrados a su vez en el de serie, se colocan en el centro de su producción dando sentido, o al menos organizando, los microrrelatos que narran estos actos que se sitúan en el núcleo más primario de la existencia. Cada una de las series que se incluyen en este tramo se despliega en una sucesión de trabajos en donde Ariel se muestra a sí mismo tratando de cumplir con alguna de las acciones cotidianas que nos enfrentan de manera básica con nuestra propia condición: mirarse, tocarse, reconocerse, lavarse, vestirse, encontrarse con ese otro que, por cotidiano, a veces es como la extensión de uno mismo… Así, en la suma de trabajos, va cobrando sentido esa curiosa secuencia de autorretratos que lo exhiben casi siempre en soledad, en espacios corrientes, íntimos, reducidos, que lo cercan y a veces resultan difíciles de identificar. Sumido silenciosamente en su interioridad, el gesto es por momentos mueca. Entre tanto, acciones tan corrientes como secarse pasan a convertirse en metáfora de una angustiante sensación: Me estoy quedando seco, pone Mlynarzewicz en el título. Una vez más se presenta en su trabajo la condición despojada de lo humano. Ya había planteado algo de esto en Me declaro imperfecto –un conjunto realizado entre 2002 y 2004–, en donde, a modo de presentación ante una sociedad productivista que todo lo tiene previsto y en donde cada uno “debe” encontrar una posición, él se declaró imperfecto, ahora seco. Pero también agobiado, ocultando su rostro en un ademán de agotamiento, en unos trabajos, y de contenida desesperación, en otros. Transita así de Lloviendo sobre mojado a Seco y llorando en una serie que exhibe la melancolía del desamparo de cada día. Mlynarzewicz se autorretrata obsesivamente y sin pudor, como lo hicieron ya otros artistas que forman parte de su espacio de referencias, de lo que él llama sus fantasmas, desde Rembrandt hasta los contemporáneos como Lucien Freud o el más cercano Carlos Alonso. Unos y otros se miran y buscan reconocerse una y otra vez, más que ante el espejo, en el ejercicio de la pintura: se pintan y en esta acción se constituyen, buscando la propia identidad en la imagen que, con fugacidad, como todas las imágenes, huye de un cuadro a otro.

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Del aseo, 2007/2008 Ă“leo sobre tela. 80 x 100 cm

Del aseo, 2007/2008 Ă“leo sobre tela. 80 x 100 cm

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Yo me corto solo, 2008 Ă“leo sobre tela. 100 cm de diĂĄmetro

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Me estoy quedando seco Nยบ 1, 2008 ร leo sobre tela. 200 x 100 cm

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Del aseo, 2007/2008. Ă“leo sobre tela. 80 x 100 cm

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Yo me corto solo, 2008 Ă“leo sobre tela. 100 cm de diĂĄmetro

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Llover sobre mojado, 2007/2008 Ă“leo sobre tela. 200 x 100 cm

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Me estoy quedando seco Nยบ 3, 2008 ร leo sobre tela. 200 x 100 cm

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Me estoy quedando seco Nยบ 2, 2008 ร leo sobre tela. 200 x 100 cm

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Me estoy quedando seco Nยบ 4, 2008 ร leo sobre tela. 200 x 100 cm

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Yo me corto solo, 2008. Ă“leo sobre tela 100 cm de diĂĄmetro

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Mayo angustioso, 2006. Óleo sobre tela. 70 x 70 cm Col. Ezequiel Meana-Álvarez y Ximena Braña

Más angustia, 2008. Óleo sobre tela. 50 x 70 cm Col. Matthias Muegge

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Seco y llorando, 2008 Ă“leo sobre tela. 200 x 100 cm

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20 años con Mariela, 2008 Óleo sobre tela. 50 cm de diámetro

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Obras sanitarias, 2003/2005. Ă“leo sobre tela. 180 x 180 cm

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La ciudad Lo real es una de las metas del trabajo de Mlynarzewicz, no en términos absolutos, sino procurando capturar al menos alguna de sus múltiples dimensiones. Entre ellas, la ciudad le impone un reto diferente. El tránsito de la interioridad a la escena urbana da paso a otro tipo de tratamiento. Si muchos de sus trabajos en la intimidad se desarrollan en tamaño real (o casi), los paisajes urbanos parecen demandar de manera excluyente los grandes formatos. Ahora bien, ¿qué ciudad es la de Mlynarzewicz y cuál es el recorrido que hace de ella? La ciudad es Buenos Aires. Otra vez parecería ser que su opción está en los indicios significativos, aquellos que lo llevan a buscar la identidad de lo humano en los diminutos momentos cuando se trata de retratar aspectos de una vida. En este caso, los indicios de identidad aparecen también en los fragmentos, pero aquí la elección hace un giro, son fragmentos-monumento, ya que el objeto de sus trabajos son ciertos grandes edificios que funcionan hoy, dentro de la imaginación urbana, como hitos nostálgicos de una estética moderna destinada a alcanzar gloriosamente el futuro. La nostalgia, que aspira a la realidad de aquello que no existe, en las obras de arte se transforma en recuerdo, sentenciaba Theodor Adorno. Estos paisajes urbanos funcionan como recuerdos de una imaginación de futuro que se permitió pensar a Buenos Aires como centro capaz de competir con las grandes metrópolis del mundo. Son recuerdos nostálgicos pero febriles, vigorosos –esperanzados tal vez–, como buscando reponer con la virulencia del gesto y la pintura aquella pulsión de futuro que quedó impresa en cada una de estas fachadas, en cada uno de estos sitios emblemáticos de la ciudad. Una densa masa abigarrada de autos parece desbordar las posibilidades de la calle. Esa calle es nada menos que Corrientes, y el perno visual que la señala, el emblema de la ciudad: el Obelisco. Otra encrucijada está indicada por el Monumento de los españoles, en la avenida del Libertador y Sarmiento. Aquí los bordes del entorno desaparecen para mostrar las formas del monumento en expansión, dando con los brochazos un carácter cinético a esta representación de la república triunfal. Los otros tres paisajes –el palacio de Correos y Comunicaciones, el de las Aguas y el de los Tribunales– resultan más inquietantes. Como si en cada uno de ellos estuviera concentrada la imagen de una promesa en tensión con la frustración de su incumplimiento, la solidez de estas majestuosas arquitecturas se desvanece en las alteraciones perspécticas, la inestabilidad de los suelos, el desencuentro de los ángulos rectos –en especial en los Tribunales– que convierten la seguridad de esa estructura en la imagen quebrada, inestable, de una maqueta que no resultó. Es ésta la ciudad de las presencias, por momentos fantasmales, del pasado revelado en los palacios de la sociedad burguesa, republicana, moderna. La ciudad de Mlynarzewicz es entonces doble, recoge el brillo de aquellas representaciones esperanzadas del pasado y a la vez exhibe su aspecto contemporáneo –atravesado por la experiencia social–, provocando así esta mirada entre nostálgica y crítica sobre el común espacio cotidiano.

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Monumento de los espaĂąoles, 2000/2008 Ă“leo sobre tela. 180 x 270 cm

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El Correo Central, 2003/2005. Ă“leo sobre tela. 180 x 180 cm

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Tribunales, 2003/2005. Ă“leo sobre tela. 180 x 180 cm

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Fiebre de sĂĄbado por la noche, 1998/2008 Ă“leo sobre tela. 170 x 270 cm

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El taller Mi taller es el sitio que elijo para estar. Es donde me gusta estar en los momentos más felices y en los más tristes. A.M. 2007

El taller es su lugar en el mundo. Es allí donde ensaya las distintas formas con las que recorre una y otra vez los cuerpos, las texturas, las miradas, los gestos. Es en ese sitio donde la pintura ocurre y es allí también donde transitan los dilemas del artista. En este lugar se enfrenta con los materiales para encontrarlos unas veces amigables, otras hostiles, aunque seguramente siempre necesarios. Es también éste el lugar de los encuentros. En el taller recibo muchas visitas. Entre los fantasmas me visitan Rembrandt, Spilimbergo, Policastro, Victorica… visitas que a veces son inesperadas y se presentan sin tocar el timbre, recuerda en una entrevista reciente. Ellos –y varios más– llegan sin llamar. Otros, en cambio, hacen visitas más formales y hasta se convierten en modelos ocasionales. Juan Doffo, por ejemplo, será el protagonista de la suite integrada por El caballete blanco y Pintar como se reza, piezas que exponen dos de los lugares de esta singular actividad: la esforzada dedicación y la sacralidad de la labor. Entre tanto, Fabián Casas y Washington Cucurto encarnan una lúdica serie: Dos poetas. Como completando un ciclo de alegorías actualizadas de las artes, la música aparece en el tondo de JD tocando música: Drexler, el músico, concentrado buscando sonidos en el borde de una copa. También asisten al taller otros amigos, los Compañeros de trabajo, que con desenfado, como figuras báquicas, posan –o no tanto– recostados unos sobre otros. De esta forma la tradición de la cultura occidental se revisita en los temas que se filtran en su trabajo, alegorías sin musas, bacanales sin bosques ni racimos, sólo con la exuberancia de la materia, la línea segura y el color. Como pintor reivindica el oficio, el ejercicio de la pintura desde un quehacer esforzado y placentero a la vez, cotidiano, que se suma a las demás labores y a cada uno de los roles que diariamente está obligado a desempeñar: el de padre, el de esposo, hijo, amigo, hermano, discípulo, maestro, ciudadano. Es a partir del encuentro de estas distintas posiciones sociales como se constituye su mirada. Porque, recordemos otra de las frases pintadas sobre la pared de su taller, pintar es entrar en la proximidad de la distancia, una proximidad que se achica y moldea desde una perspectiva peculiar. El taller, además de sus fantasmas, alberga algo así como un pequeño altar, un sagrario más bien, ya que aloja sus reliquias. Sobre una mesa informal y desbordando en el suelo, se apilan centenares de restos fósiles, del tipo de fósil que sólo se puede hallar en estos singulares escenarios. Cientos de pomos de pintura terminados, estrujados, retorcidos, estrangulados, resecos, se suman en extraño amasijo. Hacen presentes con su volumen el tiempo transcurrido, la cantidad de obras realizadas, la pasión y la desazón vividas. Son testigos de la felicidad y del dolor. Asisten al artista como un talismán-trinchera capaz de completar la sen-

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sación de que estar en el taller es estar en un lugar seguro, garantizado por la memoria de la labor que esta estratigrafía pictórica representa. Allí, junto a este sitio arqueológico, el caballete espera desnudo. Como en Casiopea, desnudos los tres: caballete, artista y modelo. Casiopea, una constelación que orienta al navegante. Elabora aquí una nueva versión de ella relocalizándola en el taller. Las estrellas que en el cielo describen una “M” y sirven para ubicar el Norte cuando la Osa Mayor no está visible, en el taller señalan también un camino, despojado y sereno, que orienta hacia la concreción de la obra y con ella la presencia de otra “M”, indicio del nombre del autor. Entre tanto, en el taller la modelo –ésta y muchas más– será fruto de indagación constante, reiterándose como ejercicio inagotable una y otra vez en distintos tamaños, formatos e intensidades expresivas. Las telas en blanco, los libros, los proyectos, las modelos, los amigos, todos se encuentran en el taller, lugar de trabajo y exploración que revela a través de su presencia el sentido mágico y necesario que el artista le otorga. Es allí donde se captura lo real, allí donde se realiza la obra.

Lila sobre lila, 2005. Óleo sobre tela. 60 x 100 cm Pág. 34: Casiopea, 2005/2007. Óleo sobre tela. 200 x 190 cm Pag. 37: Fin, 2007/2008. Óleo sobre tela. 200 x 190 cm

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Canción de otoño, 2008. Óleo sobre tela. 100 cm de diámetro

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Hecha un bollito, 2008. Ă“leo sobre tela. 100 cm de diĂĄmetro

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Serie Shiky, 2007/2008. ร leo sobre tela. 40 cm de diรกmetro cada una

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J.D. tocando música, 2008. Óleo sobre tela. 100 cm de diámetro pág. 44: Dos poetas jugando en mi taller, 2006/2008. Óleo sobre tela. 200 x 190 cm pág. 45: Compañeros de trabajo, 2005/2006. Óleo sobre tela. 200 x 190 cm

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Poema inacabado, 2005. Óleo sobre tela. 100 x 60 cm pág. 47: Una violinista y una lectora, 2004/2005. Óleo sobre tela. 240 x 120 cm

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El caballete blanco, 2004/2008 Óleo sobre tela. 240 x 120 cm pág. 49: Pintar como se reza, 2004/2008 Óleo sobre tela. 200 x 190 cm

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Zamba de usted, 2006. Óleo sobre tela. 100 x 60 cm pág. 51: Tiempo de ensoñación, 2005/2006. Óleo sobre tela. 200 x 190 cm

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Dos mujeres, 2006/2008. Ă“leo sobre tela. 190 x 200 cm

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Sacándose la remera de espalda, 2008. Óleo sobre tela. 100 cm de diámetro pág. 55: Vailima, 2007/2008. Óleo sobre tela. 200 x 190 cm

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El papalote, 2007/2008. Ă“leo sobre tela. 200 x 190 cm

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Mateando, 2008. Óleo sobre tela. 100 cm de diámetro pág. 58: Versos para Martita y Jesús, 2007/2008. Óleo sobre tela. 200 x 190 cm

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Caja de sorpresas, 2007/2008. Ă“leo sobre tela. 200 x 190 cm

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La vida… Porque sitúa su mirada en los intersticios de lo cotidiano, porque la repetición es inherente a la vida y porque también se hace presente en la muerte, la obra de Mlynarzewicz registra con esmero y pasión todos aquellos diminutos instantes que forman parte de la mínima historia de una vida. Con un gesto fuertemente autobiográfico retiene en sus trabajos momentos familiares o personales que se revelan en soledad o en la compañía de los otros, pero que son siempre íntimos y, en tanto eso, singulares. Así, por ejemplo, en Pila de amigos, una especie de abrazo-juego colectivo que no necesita del color para revelar su calidez. Una a una va sumando microescenas: el momento de reposo, el de la introspección, el de la intimidad de la lectura silenciosa, o del recogimiento y la concentración de un niño que juega con su mascota, o bebe un vaso de agua, o ensaya alguna pirueta, el estar juntos. El punto de vista es siempre el mismo: cercano, próximo, vigilante. No deja casi lugar al espacio, sólo el necesario para la acción, pero dentro de los límites de una mirada siempre presente, la suya, que controla, advierte, observa y se sorprende a la vez ante este horizonte de experiencias al que se ve expuesto cada día. Cada minuto es tratado con atención, ternura y una conmovedora humanidad. La serie de los abrazos expone estas dimensiones confesando la inmensidad de cada diminuto instante. Mlynarzewicz enredado en este mundo de representaciones, buscando desentrañar la proximidad de lo distante, desarrolla una mirada certera, sagaz, minuciosa, situándose en una dimensión instantánea desde la cual procura retener la fugacidad de aquellas acciones aparentemente intrascendentes. Penetra en los abrazos, interpreta los gestos, reconoce las acciones, asiste a los silencios, advierte las ausencias, poblando de imágenes sólidamente planteadas un espacio que habitualmente asiste a su caducidad, a su desmaterialización. Como ha afirmado Lucien Freud sobre su propio trabajo: todo es autobiográfico y todo es un retrato, incluso si se trata de una silla. Entre tanto, Ariel sostiene enfáticamente: yo soy autobiográfico, pinto lo que vivo. Uno y otro hablan de su modo de pintar, con lo que aluden a su vez a sus modos de poseer sus respectivos entornos: potente, posesivo y por momentos desbordante.

pág. 62: Pila de amigos, 2007. Tinta y óleo sobre tela. 200 x 190 cm

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El niño y el perro (Marco y Picachu) Nº 2, 2008 Óleo sobre tela. 200 x 100 cm

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El niño y el perro (Marco y Picachu) Nº 3, 2008 Óleo sobre tela. 200 x 100 cm

El niño y el perro (Marco y Picachu) Nº 1, 2008 Óleo sobre tela. 200 x 100 cm

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Marco tomando agua Nº 1, 2007/2008 Óleo sobre tela. 50 cm de diámetro Marco tomando agua Nº 2, 2007/2008 Óleo sobre tela. 50 cm de diámetro pág. 67: Jaz tomando agua, 2008 Óleo sobre tela. 100 cm de diámetro

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Jazmín y Picachu cachorra, 2007/2008 Óleo sobre tela. 50 cm de diámetro Jazmín leyendo, 2007/2008 Óleo sobre tela. 50 cm de diámetro pág. 69: Jaz haciendo la vertical, 2008 Óleo sobre tela. 100 cm de diámetro

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Haciendo espuma, 2007/2008 Ă“leo sobre tela. 200 x 100 cm

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Tomados de la mano, 2007/2008 Óleo sobre tela. 200 x 100 cm

Marco en el agua a los 10 años, 2007/2008 Óleo sobre tela. 200 x 100 cm

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Se divierten, 2007/2008 Óleo sobre tela. 200 x 100 cm pág. 73: Qué mares, 2007/2008 Óleo sobre tela. 200 x 190 cm

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Flores en el mar, 2007/2008. Ă“leo sobre tela. 80 x 100 cm

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Que ves el cielo, 2007/2008. Ă“leo sobre tela. 80 x 100 cm

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Una historia, tres historias, 2007. Ă“leo sobre tela. 200 x 190 cm

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O melancolĂ­a, 2007/2008 Ă“leo sobre tela. 180 x 270 cm

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Hoy no quiero estar lejos de la casa y el ĂĄrbol, 2007/2008. Ă“leo sobre tela. 200 x 190 cm

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Intimidad o domingo 11.30 hs, 2002/2004. Ă“leo sobre tela. 180 x 180 cm

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Interiores (Tocando fondo y nacimiento), 2002/2008. Ă“leo sobre tela. 180 x 270 cm

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Porque un abrazo es como un cuadro. No necesita traductor. Toda explicación es vacua. Creo en el abrazo como fuente de encuentro intenso, único, anhelado, mezcla de dos aguas para formar un pedacito de río. A.M. 2006

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Abrazo, 2008. Óleo sobre tela. 100 x 80 cm. Col. Matthias Muegge pág. 85: Un diminuto instante inmenso, 2006/2008. Óleo sobre tela. 200 x 190 cm pág. 87: La historia o Vida y otras cuestiones, 2006. Óleo sobre tela. 200 x 190 cm

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Ă?ntimas corrientes, 2006. Tinta sobre tela. 190 x 200 cm

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Sue単os de arena, 2006. Tinta sobre tela. 190 x 200 cm

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Navegan, 2006. Tinta sobre tela. 190 x 200 cm

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Cielo Ă­ntimo, 2006. Tinta sobre tela. 190 x 200 cm pĂĄg. 92: Verdad, 2006. Tinta sobre tela. 200 x 190 cm

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Abrazo de pies Nยบ 1 y Nยบ 2, 2008 ร leo sobre tela. 60 x 60 cm cada uno Col. Matthias Muegge

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Pies, 2006. Óleo sobre tela. 80 x 110 cm pág. 94 arriba: Abrazo de pies, 2008. Óleo sobre tela. 50 x 70 cm pág. 94 abajo: Matrimoño, 2006. Óleo sobre tela. 50 x 70 cm. Col. Ezequiel Meana-Álvarez y Ximena Braña

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La agonĂ­a de mi padre, 2006/2008. Ă“leo sobre tela. 200 x 190 cm

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…y la muerte La seducción de la materia aparece en cada uno de sus trabajos, inclusive en aquellos que, como la serie La agonía de mi padre (2006-2008), tratan de aprehender el abismo de la muerte. Buscando aproximarse a esa lejanía, dibuja incansablemente junto al lecho de su padre que agoniza procurando, una vez más, retener cada minuto hasta el fin. Cuando éste llega sobrevienen la angustia y el duelo. Mi padre ha muerto, pinta con fecha y hora. A continuación, como ensayando un ritual en busca de mitigar el dolor, lleva a la tela varias veces las escenas registradas durante la agonía. Sin embargo, ni la saturación de la materia, ni la sensualidad del color bastan para hacer presente la ausencia. Finalmente el rito se extingue cuando el dolor se va alejando, y con él, como testigo de la tristeza, esta profusa serie que expone los pasos previos a la muerte.

La agonía de mi padre, 2006. Óleo sobre tela. 50 x 50 cm

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La agonĂ­a de mi padre, 2006/2008. Ă“leo sobre tela. 100 x 150 cm

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La agonĂ­a de mi padre, 2006/2008. Ă“leo sobre tela. 100 x 150 cm

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La agonĂ­a de mi padre, 2006/2008 Ă“leo sobre tela. 100 x 150 cm

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La agonĂ­a de mi padre, 2006 Ă“leo sobre tela. 50 x 50 cm cada uno

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La agonĂ­a de mi padre, 2006/2008. Ă“leo sobre tela. 70 x 100 cm

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La agonĂ­a de mi padre, 2006/2008 Ă“leo sobre tela. 100 x 150 cm

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Como en el trabajo diario, como en la vida, los ciclos se repiten una y otra vez en la obra de Mlynarzewicz. También se retoma la tradición de la pintura occidental moderna, que es su maestra y, a todas luces, su referente más fuerte. Los libros que se filtran en su taller lo demuestran. Sus investigaciones y diálogos con los maestros del pasado lo confirman. Un exhibicionismo plástico de colores, empastes, gestos de pinceles de distintos grosores y espátulas especialmente elegidas, más la invasión de la mano cuando estos útiles no bastan, dan una poderosa materialidad a las obras que, buscando situarse en la fugacidad del instante, adquieren intensidad y se prolongan en el tiempo con las horas de trabajo que sobre cada una de ellas pesa. Lo dijimos: Mlynarzewicz vuelve una y otra vez a los mismos motivos como tratando de encontrar y retener de algún modo la trascendencia de estos pequeños momentos. Insistentemente retoma las escenas cotidianas e intenta replicar en un extendido tiempo plástico los hechos que rápida y recurrentemente se repiten en tiempo real. Cada obra incluye una historia, su historia, en dos sentidos. Por un lado, el de lo representado, que pone en serie un trabajo con el otro describiendo minuciosamente la sencillez de las historias mínimas del día a día. Por otro, el sentido de lo que la materialidad de la obra exhibe impúdicamente: el esforzado trabajo por la conquista de la forma, el de la lucha con la rebeldía de los materiales, en fin, el de la conquista de una identidad. Quedan así planteados los que son para él los lugares de la pintura, tanto en cada una de sus obras como en la reivindicación que hace de una antigua práctica que recoge, revisa, mima y aporrea para darle su propia forma.

pág. 106: La agonía de mi padre, 2006 Óleo sobre tela. 50 x 50 cm cada uno

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Cronología*

Pintor, dibujante y grabador, nació en Buenos Aires el 2 de agosto de 1964.

rido a Ariel Mlynarzewicz por una litografía de trazo suelto y envolvente cuya factura es excelente.

1974 Estudia pintura en el taller de Oscar Botini.

1984 Integra el Grupo Balvanera. Expone en la galería Angelus (Buenos Aires). Jorge Feinsilber observó entonces: Reconocer […] un hombre joven dedicado a sus comienzos, aunque sean decisivos, a la aventura espiritual y práctica del arte y que ya demuestra una doble condición en esa cultura, es saber que […] su hacer artístico alerta ya por la serenidad que mucho tiene de la madurez atrapada para su obra. Romualdo Brughetti comentó partir de esta muestra: La línea y el volumen constituyen el certero sostén de sus dibujos, en los que suele incorporar el claroscuro, toques y manchas de color, en su técnica mixta; fiel al modelo, no obstante sabe regir lo inmediato para atenerse a lo expresivo.

1978 Comienza a estudiar modelo vivo y luego litografía con Ernesto Pesce. Hace su primer viaje a Europa, recorre galerías y museos, allí los pintores venecianos (Tiziano, Veronese, Tintoretto, Tiepolo) se le presentan como una revelación. Se consolida su vocación por la pintura. 1980 En su segundo viaje a Europa recorre los Países Bajos, se apasiona por el trabajo de Rembrandt. Es entonces cuando comienza a investigar en técnicas del grabado y realiza sus primeras litografías y aguafuertes. Este mismo año viaja también a Nueva York. Gana la beca de la Fundación Banco Nación para estudiar grabado con Eduardo Audivert en el CAV de Buenos Aires. Entre los becarios estaba Diana B. Wechsler, que hacía escultura con María Juana Heras Velazco. 1983 Gana el Segundo Premio XIX Salón Nacional de Grabado y obtiene el premio Banco Provincia de Santa Fe en el Salón Nacional de Santa Fe. Aldo Galli comentó: La mordacidad y la ironía son los atributos más notables del segundo premio confe-

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1985 Viaja por Latinoamérica y desarrolla un interés por el arte precolombino. Realiza una exposición de dibujos, pinturas y grabados en la Sala Municipal de Exposiciones de Villa Constitución (Santa Fe) 1986 Viaja a Cuba representando a la Argentina en la Bienal de La Habana. Allí conoce la técnica de la serigrafía y realiza una serie en el taller del Fondo de


Bienes Culturales de La Habana. Conoce a Fernández Retamar y a Mariano Rodríguez.

1986/1987 Gana una beca para perfeccionarse en técnicas de grabado en la Universidad de Arte de Cracovia, Polonia. Sus profesores son Stanislaw Wejman y Jacek Sroka, especialistas en el grabado sobre metal. Mantiene contacto con el teatro Cricot 2. Las intensas charlas sostenidas con Tadeusz Kantor y Jan Nowicki serán decisivas para próximos proyectos. Expone grabados en la Galería del Teatro Nowy (Poznan, Polonia).

Credencial de estudiante y vista desde su cuarto, Universidad de Cracovia, Polonia, 1986

1987/1988 Regresa a Buenos Aires. En ese período viaja a Unquillo, Córdoba, para trabajar junto a Carlos Alonso. 1987 Exhibe pinturas en la Fundación Banco Patricios (Buenos Aires). Señaló César Magrini: La de Ariel Mlynarzewicz es una obra vehemente, temperamental y al mismo tiempo extrañamente pacífica. La luz, la tangible y la otra, parecen estar a su disposición. 1988 Muestra de pinturas en el Museo de Artes Plásticas Eduardo Sívori (Buenos Aires). Belén Gache sostuvo ante su exposición: Mlynarzewicz demuestra cómo puede seguirse una tradición

Esquela de Líbero Badii durante la exposición en Fundación Banco Patricios, 1987

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plástica sin por ello dejar de estar inmerso en una iconografía propia de su época, síntesis pocas veces conseguida en nuestro medio.

1989 Le otorgan el Premio Pio Collivadino del Salón Nacional de Pintura. Consolida su relación con Carlos Alonso. Realizan algunos grabados que exhiben juntos en la Fundación Banco Patricios de Buenos Aires, en la muestra Maestro y discípulo. Expone pinturas en Dom Polonini (Varsovia, Cracovia y Lodz, Polonia). 1990 Viaja a Nueva York para realizar su primera muestra individual en EE.UU. Allí se vincula con Bonevardi; luego se traslada a Europa, donde realiza pinturas y grabados. Vuelve a Buenos Aires a exponer pinturas en Deutsche Bank y Galería Praxis. Comentaba Alberto Collazo: Entre las jóvenes promociones se destaca la figura de Ariel Mlynarzewicz (1964). La muestra que realizó recientemente nos va dando la pauta de la solidez del camino que recorre, así como la madurez de la imagen que lo distingue. 1991 Expone pinturas en Buenos Aires, en las salas del Deutsche Bank y en el espacio de Galería Praxis –den-

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Con Nanda Bonino en su muestra en la Galería Praxis de Nueva York, 1991

tro de Harrods en el arte–, y en Nueva York, también en la Galería Praxis. Señalaba Miguel Briante: Sus grabados (que forman una parte importante de su obra, tal vez su base) demuestran que es un artista que tiene las cosas claras.

1992 Viaja a México para exponer individualmente. Prologa su catálogo José Luis Cuevas, con quien traba amistad. Realiza un retrato de grandes dimensiones de José Luis Cuevas, que se exhibe su Museo, en el centro histórico de la Ciudad de México. Conoce y retrata al escritor Carlos Fuentes. Luego se instala con su compañera, Mariela Savin, en París, en la rue de Sèvres y el boulevard Raspail. Realiza 250 acuarelas en el Museo del Louvre. Éstas son, en su mayoría, estudios sobre Delacroix, David e Ingres. Es invitado especial del taller de grabado del Museo del Louvre, donde puede estudiar las planchas de los grandes maestros. Esta experiencia lo lleva también a tener conversaciones con Botero y Matta


en el Atelier Dupont. Retrata a Botero en su estudio de la rue du Dragon. Expone pinturas en la Galería Praxis (México) y en la Galería Praxis (Buenos Aires). Ante sus trabajos observó entonces Laura Fainsilber: A.M. está en la categoría de los artistas dinámicos, la del que hace prevalecer la embriaguez de su intuitiva sensibilidad, la del apasionado que vuelca sus intimidades. Vuelve a Buenos Aires para el nacimiento de su hija Jazmín.

1994 Viaja a Valparaíso, Chile, como único grabador, representando a la Argentina en la Bienal Internacional de Arte de Valparaíso. Obtiene el Premio al Mejor Envío Extranjero (curador: Guillermo Whitelow). El Museo José Luis Cuevas de México lo invita a realizar una muestra individual de dibujos, pinturas y grabados en sus salas en 1996. Comienza a dar clases de grabado en la Escuela Nacional de Bellas Artes Prilidiano Pueyrredón. Niños jugando es el título de la muestra en donde expone pinturas y grabados en la Galería Praxis (Buenos Aires), con texto de Guillermo Whitelow: Adentrarse al mundo de Ariel Mlynarzewicz es entregarse a la aventura de lo sensorial, pues no solo impresiona la fervorosa espontaneidad con que surgen sus imágenes sino también el cúmulo de correspondencias táctiles, sonoras –el estruendo colorístico– y aun las gustativas y olfativas que sugiere la materia

densa, jugosa. Cada tela suya es un desborde vital […] su ojo está al servicio de una indagación exhaustiva de la realidad, de una realidad que resulta más compleja cuando más se la vive […] Ariel logra una fusión que reúne la violencia y la delicadeza, antítesis que podría sorprendernos pero que nos revela un espíritu a la vez combativo y sutil.

1995 Viaja a Chile para dar un curso de litografía en la Escuela de Bellas Artes de Valparaíso. Realiza una retrospectiva de su obra gráfica que recibirá el Premio Internacional de la Crítica. Expone en la Galería Municipal de Arte, Valparaíso (Chile). Mlynarzewicz obra gráfica 1980-1995, exposición realizada en el Museo de Arte Moderno (Buenos Aires), con texto de Raul Santana: Una primera aproximación a la totalidad de la obra gráfica de Ariel M. revela lo multifacético de su temperamento, adentrarse en esta multiplicidad formal impide conceptualizar sus imágenes como algo unívoco. Ocurre que su obra gráfica ha sido realizada en las más diversas técnicas, lo cual implica de antemano que el artista ha debido respetar los límites que impone cada materia, ha debido entablar un diálogo fecundo con cada técnica para sacar el mejor partido […] Excluyendo algunos grabados a los que podríamos ver como obras intimistas, la mayoría de los grabados de Ariel son imágenes que nos remiten a lo público, intrincadas escenas donde, con una par-

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ticular visión, el artista nos relata el entorno ciudadano de nuestra inconfundible Buenos Aires. Dicho de otro modo, se trata de una constante ondulación de la “canción de la aldea” […] Ariel, como un potente cronista, como un artista que ha sabido amalgamar visiones y procedimientos, nos entrega un sentimiento del mundo que, entre el humor y la tragedia, entre la petrificación y el dinamismo, hace de sus obras una singular captación de nuestro entorno familiar, entorno al que reconocemos de inmediato con todas sus luces y sus sombras.

1996 La República Argentina dona una pintura suya a la Asociación Latinoamericana de Integración para el edificio del CEFIR en Montevideo, Uruguay, ocasión en la que todos los países latinoamericanos donaron una obra de un artista que los representara. Gana el certamen convocado por el Fondo Telefónica de Promoción a la Pintura Joven (compartido). Obtiene una Beca Antorchas para perfeccionarse en litografía en colaboración con el Tamarind Institute de EE.UU. Expone en el Museo José Luis Cuevas (México D.F.) con textos de Kive Staiff, Martín Caparrós, Fermín Fèvre y José Luis Cuevas. Escribe Cuevas en su libro Gato Macho, publicado por el FCE en 1994: Los encuentros con él se dieron […] porque siempre aparecía y desaparecía de los lugares que yo frecuentaba. Ximena mi hija fue quien primero hizo amistad con él y fue quien me

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José Luis Cuevas presentando la exposición de Ariel Mlynarzewicz. Museo José Luis Cuevas, México D.F., 1996

alertó de su importancia. Me dijo que era un joven […] de enorme talento. Su porte de argentino elegante del barrio de Palermo me llevó a imaginar en él un origen inglés. Lo que no sospeché es que su obra fuera tan inquietante. Cuando me enfrenté a ella recibí un fuerte impacto […] Ariel Mlynarzewicz se ha detenido para estudiar el expresionismo austríaco y alemán. Esto no quiere decir que se dedique a hacer copias de los artistas que cultivaron esa tendencia. Lo que digo es que su atención está dirigida en la obra de un Kokoschka o de un Nolde, para citar sólo dos, a partir de ellos realiza cuadros y dibujos de enorme personalidad. Creo conocerlos a profundidad y en directo. En el arte argentino de este siglo no he advertido momentos de debilitamiento o de crisis. Dentro de todas las generaciones de creadores siempre ha habido figuras deslumbrantes. Aun ahora, cuando hay síntomas de anemia en el arte de Europa y Estados Unidos, Argentina sigue ofreciendo ejemplos de gran vitalidad. Ariel es uno de ellos.


1997 Nace su hijo Marco. Comienza a dictar clases de pintura en la Asociación Amigos del Museo Nacional de Bellas Artes. Inicia la preparación de dibujos y pinturas para ilustrar la novela La historia de Martín Caparrós (trabajo que realizó durante tres años). Exhibe dibujos, pinturas y grabados en el British Arts Centre (Buenos Aires). 1998 Es nombrado Viajero Ilustre del Subte. Expone pinturas en el Centro Cultural Borges (Buenos Aires). 1999 Expone dibujos y pinturas en el Palais de Glace (Buenos Aires).

“Vivir del arte. A fines del siglo XX hay argentinos que pueden mantenerse creando”. Tapa de La Nación Revista, 12/11/2000

2000 Expone pinturas en el Museo Municipal de Bellas Artes (Tandil) y luego en el Museo Provincial de Bellas Artes Rosa Galisteo de Rodríguez (Santa Fe). 2001 Realiza con Carlos Alonso la instalación Fuego de libros para la Feria Internacional del Libro del Autor al Lector, Buenos Aires. Renuncia a su cargo como profesor de la Escuela Nacional de Bellas Artes Prilidiano Pueyrredón.

Ariel Mlynarzewicz retratando, en su taller, a Juan Carlos Distéfano, 2000

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2002 Viaja a Barcelona para estudiar la obra de Lucian Freud, en ocasión de una muestra antológica del maestro. Expone en RO Galería de Arte la serie Cotidianas I y II, con texto de Diana B. Wechsler. Expone Tratos y retratos, pinturas, en el Centro Cultural Recoleta (Buenos Aires), con textos de Martín Caparrós, Kive Staiff, Fabián Casas y Juan Carlos Distéfano. Su estudio –escribía Caparrós– no es un espacio para pintar: es un espacio pintado […] hay cuadros rebosando las paredes, cajas pintadas, cartones pintados, prensas de grabar, grabados de las prensas, pomos y pelos en cantidades sorprendentes, más cuadros, cajas pintadas, botellitas pintadas […] Bus-

Carlos Alonso retratando a Ariel Mlynarzewicz en una pared del taller, 2004

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cando retratos AM se deshace de ese mundo que pintó –fantástico, realista– para inventarse otro. Los retratos que vienen son, con perdón de la palabra peor usada de estos tiempos, su utopía: su mundo sin lugar. Cuando vi su magnífica muestra de grabados en el Museo de Arte Moderno […] me impresionó –dice Distéfano– la escritura de su dibujo, su gran frescura y libertad, sus signos apasionados […] Si se mezcla con fervor colbato, ultramar y naranja (y esto no lo sabe el arco iris) da como resultado una cálida amistad y un gran retrato (concluye el escultor).

2004 Trabaja para el programa de televisión educativa Changüí, de Claudio Morgado, en el área de pintura. Expone en Ro Galería de Arte (Buenos Aires). 2005 Es reconocido por AMIA por su labor en el campo de la cultura. Exhibe Paisajes de Buenos Aires en la Galería agalma. arte (Buenos Aires), con texto de Victoria Verlichak: Vigorosos y alucinados. En los paisajes de Buenos Aires de Ariel Mlynarzewicz explotan los colores y se multiplican los gestos vigorosos y alucinados. Espacios dinámicos y materialidad generosa en estas imágenes que transmiten el placer por la pintura y en donde las formas y las líneas bailan, buscando y encontrando nuevas definiciones […] las vistas y construcciones de su creación se hallan trazadas por


decía probablemente alguien, la familia por excelencia es lo real, y Virginia Woolf: “Nada es real si no lo escribo”. –Si no lo pinto. Corrige acá el pelado–. Definitivamente –sostiene Belluci– Ariel Mlynarzewicz es un pintor de cuadros que cree en la pintura, que sabe pintar y que es capaz de hacerlo con alegría y sin temor. Fachada del MNBA en donde se anuncia la exposición Familia, 2005

un ojo fascinado, capaz de atender al detalle y, al mismo tiempo, soltar la pincelada hasta dotarla de pura emotividad […] el trabajo de Mlynarzewicz parece discurrir entre dos registros, entre lo público y lo privado. Pero, en realidad, la tensión no es tal puesto que estos espacios arquitectónicos reflejan igual drama e intimidad y poseen el mismo palpitante deseo que se vislumbra en sus conocidas pinturas de presencias familiares. Expone la serie Familia en el Museo Nacional de Bellas Artes (Buenos Aires), con textos de Martín Caparrós y Alberto Belluci: Al principio yo no lo creía, pero después tuve que convencerme –sostiene Caparrós–, él cree en la realidad. Mlyn cree en la realidad: imagina que hay algo ahí que todavía puede captarse, que puede transformarse, que puede falsearse para que haya otra realidad, después, sobre una tela. Mlyn cree en la realidad, y la familia es realidad por excelencia –realidad como fatalidad, como lo ineludible. La familia es lo real–,

2006 Refunda el grupo Boedo en su taller de avenida San Juan, en el barrio de Boedo. A partir de este año desarrolla una labor paralela de curaduría de las muestras anuales del grupo constituido por sus alumnos. Expone Pinturas y dibujos en RO Galería de Arte (Buenos Aires). 2007 Expone en la muestra Nudos y desnudos en RO Galería de Arte, junto a Carlos Alonso, Guillermo Roux, Jorge Demirjián y Remo Bianchedi, con texto de Laura Malosetti Costa: Soporte del intelecto y de las pasiones, ocupó desde siempre un lugar central en la actividad de los pintores [...] El conjunto de esta exposición parece instalar un clima intimista y extraño, denso de erotismo. Crea un espacio que invita a reflexionar sobre la vigencia del desnudo artístico en un mundo superpoblado de cuerpos espectaculares manipulados por el artificio tecnológico y la cirugía estética. Exhibe la serie Las cuatro estaciones en RO Galería de Arte (Buenos Aires), con texto de Manuel Zlotnik:

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Las cuatro estaciones, allí se van a encontrar con doce obras, cada una lleva por nombre un mes del año y en el recorrido por las doce experimentamos el transcurrir mismo del tiempo. La muestra nos arroja de lleno en ese transcurrir [...] los ciclos, no es casual entonces que nos encontremos con cuadros redondos, serán doce círculos [...] y esto no es puro capricho sino que está inscripto en una lógica que tiene que ver con la temática de lo cíclico [...] con su obra inscribe lo particular, lo diferente, lo inmutable y por otro lado lo cambiante, lo evanescente, lo relativo.

2008 10 años de Ariel Mlynarzewicz en el BAC, exposición con texto de Paulina Vinderman: Es un artista apasionado, visceral, dueño de una maestría rigurosa “corregida” por la emoción. Su expresionismo no es sombrío: siempre acaricia, piado-

so, lo pintado aunque debajo del óleo y la desmesura de su pincel nos estremezca el tembladeral de las relaciones humanas, de la angustia, de la existencia. Señaló en su crítica Laura Isola: Para Mlynarzewicz, la pintura es un diálogo en estéreo. Con la tradición que se deja ver en las evocaciones de Poussin y Rembrandt, por citar algunos de sus pintores preferidos, y con la inmediatez de su presente. Esto forma una amalgama indisoluble que se traduce en los temas y las formas, vieja pero efectiva pareja del arte. Participa junto a Diego Perrota, Mariano Sapia, Alfredo Benavides Bedoya, Carolina Antoniadis, Remo Bianchedi y otros de la muestra colectiva Arcanos argentinos, Tarot de artistas, con curaduría de Elio Kapszuk, en el Centro Cultural Recoleta de Buenos Aires. Obtiene el Gran Premio Adquisición del Salón Nacional de Grabado 2008 con la obra La danza boedista (aguafuerte, 100 x 120).

*Esta cronología de la trayectoria de Ariel Mlynarzewicz se realizó a partir de la documentación del archivo del artista y de la que procede de los archivos de los coleccionistas Luis Ayala y Freddy Suárez Gutiérrez, a quienes agradecemos especialmente su contribución.

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Ariel Mlynarzewicz en el Centro Cultural Recoleta

Exposición

Catálogo

Curaduría Diana B. Wechsler

Edición y textos Diana B. Wechsler

Producción Verónica Otero

Coordinación Verónica Otero

Montaje Horacio Vega, Arturo Aguilera, Martín Labonia, Héctor Antelo, Miguel Viceconte, Hernán César, Rodolfo Martínez, Adrián Borda, Sebastián Carbaleira, Walter Blanco

Diseño gráfico Marius Riveiro Villar

Iluminación Enzo Cuenca, José Montero, Gabriel Marola, Roberto Orellana, Rodolfo Fernández

Fotografía Ariel Gutraich

Relaciones institucionales y comunicación Marisela Oberto Prensa Titi Stoppani, Carolina Ortú, Paula Schprejer, Lucía Hernández, Erica Hoffmann Diseño y realización del CD de prensa Federica Bolomo Infraestructura y Funcionamiento Edilicio José Luis Fariña

Corrección Alicia Di Stasio, Mario Valledor

Impresión Talleres Trama Agradecimientos del artista Mariela Savin Luis Ayala y Freddy Suárez Gutiérrez

Esta exposición se realizó con la colaboración de todo el personal del Centro Cultural Recoleta. Gracias a todos.

Archivo y Documentación Juan Carlos Solowej Coordinadoras de sábados, domingos y feriados Raquel Olmos, Andrea Chiesa

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www.centroculturalrecoleta.org




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