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2.3.1 Cultura

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Glosario

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Los sistemas descentralizados pueden proporcionar servicios, pero deben considerarse cuidadosamente a largo plazo. El tratamiento de aguas residuales es una inversión costosa, para la cual los municipios pueden no tener recursos o financiamiento. Los sistemas de tratamiento descentralizados pueden satisfacer las necesidades de comunidades individuales; sin embargo, deben aplicarse con cautela porque las soluciones descentralizadas y ad hoc no se monitorean tan fácilmente y aún requieren una supervisión centralizada (Massoud, Nasr y Tarhini, 2009).

Crear sistemas integrados de tratamiento descentralizados. Los sistemas integrados se pueden utilizar para diversos fines, incluido el suministro de agua para usos agrícolas además del agua potable.

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Asumir la gestión integrada del agua, que es un proceso mediante el cual el agua se trata de manera sostenible y en conjunto con la planificación del uso del suelo, teniendo en cuenta los principios ecológicos. La contaminación y los recursos hídricos limitados son problemas que a menudo se enfrentan en ciudades en desarrollo y áreas periurbanas. Los principios de diseño ecológico y la buena gestión de la tierra pueden conducir a un tratamiento y transporte de agua más holísticos (Global Water Partnership, 2011).

Considerar diferentes tipos de reutilización que sean apropiados para cada municipio y los recursos hídricos de los que depende. Existen varios tipos de reutilización potencial, como el riego para servicios agrícolas, la reutilización con fines industriales o para recarga de aguas subterráneas. Las comunidades individuales tendrán sus propias necesidades, y estas deben considerarse en el proceso de planificación (Capodaglio, 2017). El Recuadro 19 explica los esfuerzos para mejorar el sistema de suministro de agua en Jiaxing, China.

2.3 Medidas blandas

2.3.1 Cultura

En el primer esfuerzo de este tipo, el ODS11 insta a los gobiernos a “proteger y salvaguardar el patrimonio cultural y natural del mundo”, en parte midiendo el gasto total (público y privado) per cápita destinado a la preservación, protección y conservación de todos los bienes culturales. y patrimonio natural, por tipo de gobierno, gasto y financiación privada - ODS 11.4.

Del mismo modo, la Nueva Agenda Urbana reconoce la cultura como una fuente de “enriquecimiento para la humanidad” que contribuye al desarrollo sostenible de las ciudades, los asentamientos humanos y las comunidades y las empodera para desempeñar un papel activo y único en las iniciativas de desarrollo. Por lo tanto, la Nueva Agenda Urbana sugiere que la cultura debe ser tomada en cuenta en “la promoción e implementación de nuevos patrones de consumo y producción sostenibles que contribuyan al uso responsable de los recursos y aborden el impacto adverso del cambio climático” - NAU 10. La Nueva Agenda Urbana incluye la cultura como una prioridad de los planes y estrategias urbanas para la adopción de instrumentos de planificación, incluidos planes maestros, las normas de zonificación, códigos de construcción, políticas de ordenación de zonas costeras y las políticas de desarrollo estratégico NAU 124. La Nueva Agenda Urbana promueve el uso innovador y sostenible de la arquitectura de monumentos y sitios, con la intención de crear valor a través de una restauración y adecuación respetuosa. Además de abordar monumentos históricos y edificios, involucra a “los pueblos indígenas y las comunidades locales en la promoción y difusión del conocimiento del patrimonio cultural tangible e inmaterial y la protección de las expresiones y lenguas tradicionales, incluso mediante el uso de nuevas tecnologías y técnicas” - NAU 125.

La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) define el patrimonio cultural como “el legado de artefactos físicos y atributos intangibles de un grupo o sociedad que se heredan de generaciones pasadas, se mantienen en el presente y se otorgan en beneficio de las generaciones futuras” (UNESCO). Esta definición

La Nueva Agenda Urbana reconoce la cultura como una fuente de “enriquecimiento para la humanidad” que contribuye al desarrollo sostenible de las ciudades, los asentamientos humanos y las comunidades y los empodera para desempeñar un papel activo y único en las iniciativas de desarrollo.

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