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Revista del Centro de Creatividad Literaria
Distribución gratuita
año 3 (segunda época) Abril de 2017
Zygmut Bauman y el mundo líquido Erick Sommet: arte y autodescubrimiento Gina Saldaña: entre la comedia y el drama Fotografía de Félix Hernández Carta a Juan José Morales (1934-2017) Los Umbrales de Macarena Huicochea
Poesía femenina joven en Cancún
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Revista del Centro de Creatividad Literaria, A. C.
ENTREVISTA 30 La relación con mi obra es de autodescubrimiento: Sommet Gena Bezanilla
Director Miguel Meza
A
Norma Quintana Lourdes Cabrera Martín Ramos Lorena Careaga Agustín Labrada Kenia Cano David Anuar Ramón Suárez Caamal Antonio Vera Jorge Cortés Ancona
Diseño Mauricio Cejín
9 Poesía femenina joven en Cancún: 4 voces
12 Ángel Nimbé 14 Claudia Miranda 16 Ana Paola Santoyo
U
Consejo artístico Gena Bezanilla Leonard Escamilla Angélica Mercado Norma Ordieres Jesús Montalvo
S
Corresponsal en Playa del Carmen Ana María Moreno Pérez Corresponsal en Cozumel Karen Correa
DEVEZENCUENTO 18 Anoche soñé con Vladimir Ulianov Enrique Arrúa 25 El Principito Miguel Ángel Manjarrez
Corresponsal en Felipe Carrillo Puerto Ángel Sulub Corresponsal en Yucatán Svetlana Larrocha
TRASLUZ
11 María José Romero
M
Consejo editorial Javier España José Díaz Cervera Wildernain Villegas Carrillo Carlos Torres Marién Espinosa Felipe Reyes Antonio Leal Elvira Aguilar Angulo Karinna Maich Rodolfo Novelo
R
Consejo directivo José Luis Gaytán Saules (Director) Marcos Constandse Madrazo (Fundador) Carlos Constandse Madrazo (Fundador)
48 Hay que sacarle al drama la comedia: Gina Saldaña Mónica Aguilar Álvarez O.
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Administración Servicios Corporativos de Cancún, S. C. TROPO a la uña es una publicación trimestral del Centro de Creatividad Literaria, A. C. Oficinas: Av. Contoy 48, SM 17, Esq. Av. Nichupté, Cancún, Quintana Roo. Teléfonos: 01 (998) 887 4374 y 01 (998) 887 4364. No se responde por originales no solicitados. Las opiniones contenidas en los artículos firmados son responsabilidad exclusiva de los autores. Se autoriza la reproducción total o parcial de los artículos incluidos en TROPO a la uña, siempre que se citen la fuente y el autor. Certificado de licitud y contenido: en trámite. Número de Reserva al título en Derechos de Autor: 04-2000-032217031500-102. Visítenos en nuestra página web: www.centrodecreatividadliteraria.org Envío de colaboraciones: revistatropo@cclcancun.com Consulte la revista digital en: issuu.com/centrodecreatividadliteraria Blog: centrodecreatividadliteraria.wordpress.com tropoalauna@gmail.com
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LATINTATENTA 4
Zygmunt Bauman y la vida líquida Marién Espinosa Garay
21 La pereza y el ocio Héctor Hernández 26 Los Umbrales de Macarena Huicochea Pablo Luna 29 Juan José Morales (in memoriam) Pricila Sosa 35 ¿Qué tanto es tantito? Vanesa González-Rizzo K. 37 Lecturas en voz alta y en silencio Carlos Torres PAPIROS 40 De obsesiones y medias verdades Ma. Ofelia Arruti
43 Entre dos nostalgias Mariel Turrent 44 Para contrarrestar la amenaza del ayer Juan Carlos Serrano 45 No deje de leerlos 46 Historia de cartapacios Javier España TERTULIAS 48 Entrevista con Gina Saldaña Mónica Aguilar 52 Butaca teatral Mónica Aguilar 53 Butaca de cine Antonio Uribe 54 El Santo fue underground: Lucha libre en Cancún Mauricio Ocampo
41 La sentencia del cazador Miguel Miranda
57 Encuentro Nacional de Escritores en Bakhalal Jorge Yam
42 Donde viven los terrores cotidianos Habib Sánchez
58 La crisis actual, oportunidad para crecer Marcos Constandse
P U N T O S
Daemon. De la serie: Cosmogonía. Resina y acabado de bronce. Medidas: 95 x 45 x 40 cm.
D E
60 De lo virtual en la fotografía Angélica Mercado PORTAFOLIO 62 Félix Hernández ART-TROPO-DO 64 Carlos Varela
D I S T R I B U C I Ó N
CANCÚN: LIBRERÍAS: Porrúa • Dante • Educal • Iztaccíhuatl
HOSPITALES, CLÍNICAS, NOTARÍAS Y COMERCIOS: Galenia
Needful Things • Colibrí • Utopía City
Hospiten • Notaría 6 • Notaría 2 • Estética Yareri • C. Dental Evolución
CENTROS CULTURALES : Casa de la Cultura • Instituto de Cultura y
OTROS: Talleres y salas de lectura, ferias de libros, cruzadas poeticas y
Artes • Café Divertimento • Teatro Xbalanqué • La Pitahaya • El Pa-
encuentros de escritores y medios de difusión
bilo • Centro de Creatividad Fotográfica • Talulah • Galería de Plaza
PLAYA DEL CARMEN: Café Andrade • Jardín El Edén
Caracol • Biblioteca Barocio
Le Lotus Rouge Galería Escamilla • Galería de Arte 5ta. Avenida
RESTAURANTES: Pasteletería • 100% Natural • Tapioka Café
Biblioteca Jaime Torres Bodet
Bisquets Obregón • La Casa de los Abuelos • Marakamé • Mangiare
COZUMEL: Magenta Centro • Cultural • Restaurante del Museo de
UNIVERSIDADES: U. del Caribe • La Salle • U. del Sur • Anáhuac
la Isla * El Coffee Cozumel.
UNID • Universidad de Quintana Roo (Chetumal y campus Cancún).
CARRILLO PUERTO: Museo Maya Santa Cruz Xbáalam Naj • Casa de
EMPRESAS Y ORGANISMOS: Grupo Xcaret • CCE • Delphinus
la Cultura de FCP • Centro Cultural La Casa de los sueños • Tierra Café
AMMJE • Ayuntamiento
MÉRIDA: Centros culturales, librerías y cafeterías
FotografĂa: Jordi Belver
Zygmunt Bauman (1925-2017)
La vida líquida Marién Espinosa Garay Su imagen comenzaba a ser familiar en la web: un rostro enjuto de cabellos rebeldes —que aparecían en su cabeza como dos alas blancas—, los ojos oscuros, tenaces, tras el humo espeso de la pipa indispensable. Sus artículos, sus reflexiones, las críticas certeras a la misma web, la cual viralizaba sus objeciones como si se escuchara los regaños del abuelo, parecían un condimento insustituible y un asidero de frescura en medio de la catarata de información anodina, frívola, insustancial. Por eso, la noticia de la muerte del sociólogo Zygmunt Bauman nos tomó por sorpresa, a pesar de sus 91 años, el 9 de enero. Y la web le rindió el merecido tributo, viralizando sus frases –descontextualizadas en la revoltura de la sobreinformación, asépticas de tanto recortarlas, pasadas ya por el tamiz de la indiferencia— antes de dejar deslizar su recuerdo en la liquidez de la desmemoria.
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acido en Polonia hace casi un siglo y de origen judío, Zygmunt Bauman combatió desde el extranjero en contra de los nazis y al término de la Segunda Guerra Mundial militó en el Partido Comunista de su país. Más tarde buscó rumbos independientes para sus meditaciones, criticando al mismo tiempo a la diestra y la siniestra. Catedrático en diversas universidades, le fue concedido el Premio Príncipe de Asturias 2010 en compañía del también sociólogo Alain Touraine. Pero aquello que causaba curiosidad en algunos internautas atónitos era la extraña manera de referirse a nuestros tiempos globalizados como la sociedad líquida, imagen desconcertante a la que siguieron la vida líquida, el amor líquido y otras tantas referencias a una supuesta licuefacción de la realidad que compartimos, apenas sin darnos cuenta de ello, los habitantes del siglo XXI. Para explicar este concepto, señala: “La sociedad ´moderna líquida´ es aquella en que las condiciones de actuación de sus miembros cambian antes de que las formas
de actuar se consoliden en unos hábitos y en una rutina determinadas. (Por lo tanto) La vida líquida, como la sociedad moderna líquida, no puede mantener su forma ni su rumbo durante mucho tiempo”.1 Entonces tal vez caigamos en la cuenta de dónde procede ese extraño regusto a precariedad que todos llevamos como una golosina agridulce en la boca. Pero si Bauman nos habla de una sociedad líquida, ¿es que en algún momento existieron sociedades sólidas? Este asunto de la solidez y el eventual derretimiento —quizá hasta la evaporación— de las sociedades nos trae a la mente aquella famosa frase de Marx y Engels en el Manifiesto Comunista: “Todo lo sólido se desvanece en el aire…”,2 que fuera empleada por otro sociólogo brillante, el norteamericano Marshall Berman, para titular el minucioso análisis de la realidad y sus complejidades que escribió en un alarde de erudición mientras se acercaba el ocaso del siglo pasado.3 Tal vez podamos afirmar que las obras de Zygmunt Bauman, el padre de la modernidad líquida, son de alguna manera una continuidad de la reflexión sobre las mareas y contracorrientes que anticipaba Marshall Berman en sus vivisecciones de nuestra contempo-
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l a t i n t a t e n t a
“La sociedad ´moderna líquida´ es aquella en que las condiciones de actuación de sus miembros cambian antes de que las formas de actuar se consoliden en unos hábitos y en una rutina determinadas. La vida líquida, como la sociedad moderna líquida, no puede mantener su forma ni su rumbo durante mucho tiempo”.
Ilustración: Pabla Bazán. Amor líquido. Afiche que ilustra la idea de Bauman sobre el amor líquido.
raneidad. Son, además, un itinerario puntual de cómo las estructuras sólidas —en las que la modernidad pretendía cimentarse—, se reblandecieron, se derritieron y comenzaron a escurrir… ¿Llegarán a la ebullición, a la sublimación, a la volatilización, como anunciaron Marx y Engels? Y lo más importante para nosotros: ¿De qué manera transcurren —aquí y ahora— las sociedades líquidas? ¿Son en realidad tan precarias nuestras vidas resbaladizas, que
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rebosan los filos abiertos de las antes sólidas estructuras donde se cimentaban las familias, las sociedades, las culturas, las religiones, los gobiernos? Porque en pocas cosas los filósofos parecen estar de acuerdo, y en estos tiempos hay algunas coincidencias en algo: la modernidad sufre violentos estertores, y algunos la han llamado posmodernidad o hipermodernidad. Pero… ¿cuándo comenzó este proceso? La Edad Moderna se abrió paso entre las carabelas españolas —guiadas por un genovés—, que atracaron en unas tierras hasta entonces apenas soñadas, también se plasmó en murales y mármoles en un arte renacentista que recuperó las dimensiones humanas y las hermosas proporciones grecolatinas, se lanzó al mundo en panfletos e incunables con la imprenta, dejó atrás el feudalismo y se multiplicó en monedas y bancos mercantilistas, fue testigo de las atrocidades cometidas en la caída de Constantinopla, tomó dimensiones antropomórficas con el nuevo humanismo e insufló todos aquellos vientos de renovación que soplaron en el siglo XV después de los hedores de las epidemias de los años apenas pasados. Entonces los primeros habitantes de la modernidad rompieron paradigmas, escrutaron los cielos, cartografiaron los interiores de los seres vivos, descubrieron las leyes que rigen los entresijos de la realidad y aún más, durante el siglo XVIII, la historia se aceleró con velocidades de maquinarias inéditas, con ideas ilustradas y revoluciones violentas, cabezas guillotinadas y así, apoyados en la razón y la duda metódica, en el empirismo y el escepticismo, con las ciencias exactas rompiendo horizontes y las tecnologías ocupando sus lugares predominantes en el mercado, los modernos buscaban construir nuevas estructuras sólidas y confiables para apoyar en ellas el futuro. Y siguiendo el impulso de la inercia, algunos pretendieron profetizar los devenires de la historia. Smith, Owen, Comte, Hegel, Marx, Engels, Nietzsche y otros, dibujaron estructuras colosales donde las sociedades devendrían en utopías perfectas. Sin embargo, las guerras mundiales es-
l a t i n t a t e n t a tremecieron a los incautos, la era atómica y la guerra fría indicaban el fin del sueño moderno: los cimientos donde se apoyaban las grandes utopías, aquellas narrativas épicas, esas doctrinas seculares que recitaban los modernos de izquierda y derecha, cayeron en el estrépito del Muro, de los misiles, del dolor omnipresente. Los tremendistas hablaron del fin de la historia, y es entonces cuando en medio de las ruinas de una modernidad que no llegó a cumplir sus quimeras, comenzaron a derretirse las estructuras sociales para dejar en la soledad a individuos que se deslumbraron con el advenimiento de un mundo cortado a la medida de sus necesidades, las que siempre —como invariable recurso mercadotécnico— deberán quedar incumplidas, para que no se detenga la rotación inefable del hiperconsumismo. Y es así como Bauman nos enfrenta — en medio de la cacofonía de las redes virtuales— con el nuevo paradigma desestructurado, multivalente y precario que predomina en nuestras vidas líquidas. El inconmovible abuelo nos regalaba lúcidos discursos, donde pasó revista a todos los problemas contemporáneos, desde las mareas de refugiados a las identidades volátiles de Facebook, desde los horrores de las guerras interminables hasta las veleidades de la moda. Nada escapaba al escrutinio de sus ojos inquisidores y, después de las meditaciones obnubiladas de tabaco, prodigaba cátedras magistrales a quien quisiera escucharlo, y disparaba certeros aforismos, como el demoledor: “En el mundo actual todas las ideas de felicidad acaban en una tienda”.4 Porque acaso uno de los más elocuentes signos de la incertidumbre del momento sea este afán de consumismo feroz, siempre insatisfecho, donde los productos, deslumbrantes y seductores en los escaparates, han perdido su capacidad de calmar nuestros apetitos y engrosan, en un ciclo sin fin, los grandes basureros que crecen exponencialmente en todos los paisajes y horizontes del planeta. Porque en realidad las cosas no están fabricadas para el uso del consumidor, sino para la pronta obsolescencia. Insiste: “La cultura moderna líquida ya no se concibe a sí misma como una cultura de aprendizaje y acumulación… Ahora se percibe como una cultura de desvinculación, discontinuidad y olvido”.5 Pero ¿acaso este inclemente crítico puso en nuestras manos alguna perspectiva esperanzadora en medio de tanta incertidumbre? En entrevista con el periodista argentino Jorge Lanata, en la interesante serie documental 26 personas para salvar al mundo, Zygmunt Bauman confiesa tener esperanza, ya que ha visto, en tantos años como ha recorrido su azarosa vida, que no es posible atreverse a hacer predicciones del futuro, ni pretender adivinar los vericuetos de la historia, ni siquiera aventurar el aleteo de ninguna ma-
riposa. Pero aun así, él conserva una recóndita esperanza, porque la humanidad ha sabido sobrevivir de las grandes crisis del pasado, y entonces no es impertinente pensar que los retos actuales serán superados. Sin embargo, es indispensable descubrir medios inéditos para tomar decisiones globales a pesar de la fragmentación exponencial de la realidad. “Estoy preparado para sorprenderme”, anuncia. Y agrega: “Sé que yo no llegaré a verlo, pues soy un hombre viejo, pero sé que los jóvenes cerrarán la brecha entre el poder y las políticas, y elevarán los medios de acción hasta el nivel de las tareas que nos confrontan. Lo harán, pues esto es una cuestión de vida o muerte.”6
Fotografía: Norma Ordieres. Reflejos.
Todo lo sólido se desvanece en el aire, señalaron Marx y Engels, poniendo el dedo en una llaga que recogería un siglo después Marshall Berman y ya en nuestros días, Zygmunt Bauman, quien usó una persuasiva alegoría para advertirnos sobre la liquidez de nuestro entorno… ¿Habremos de esperar hasta su completa ebullición? El abuelo de los ojos perspicaces nos alienta a poner mensajes de esperanza en una botella, que habrá de lanzarse al mar, flotan-
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l a t i n t a t e n t a
“En el mundo actual todas las ideas de felicidad acaban en una tienda”
Marién Espinosa Garay (Monterrey, NL, 1953). Maestra en Estudios Humanísticos y Licenciada en Ciencias Humanas. Primer Lugar Premio FIMPES 2012 a la Innovación Educativa. 1er. lugar concurso de cuento Como el mar que regresa (2000), Casa de la Cultura de Cancún. 2do. lugar Premio FIMPES 1996 a la investigación educativa. Finalista en la XXVIII edición “Cuentos Lena”, Pola de Lena, Asturias, España (1991), Premio Sor Juana Inés de la Cruz 1990. Docente y responsable de la Coordinación de Humanidades en la Universidad La Salle Cancún. Correo: marien46@hotmail.com
.BAUMAN, ZIGMUNT, Vida líquida, México, Ediciones Paidós, 2015, p.9 2 .MARX, K., ENGELS, F., Manifiesto comunista, https://sociologia1unpsjb.files.wordpress.com/2008/03/marx-manifiesto-comunista.pdf 3 .BERMAN, MARSHALL, Todo lo sólido se desvanece en el aire, México, siglo XXI editores, 2011 4 . ht t p:// w w w. e l mu n d o . e s /p ap e l / l i d e r e s /2 0 16/1 1 /0 7/ 58205c8ae5fdeaed768b45d0.html 5 .BAUMAN, Op. cit. p. 85 6 .https://www.youtube.com/watch?v=XKIDSSBySZ4 7 .BAUMAN, Op. Cit., p. 188 1
do sobre las aguas, en búsqueda de nuevos horizontes: “El recurso del ´mensaje en la botella´ sólo tiene sentido si (y sólo si) la persona que lo utiliza confía en que los valores son eternos, cree que las verdades son universales y sospecha que las mismas inquietudes que motivan actualmente una búsqueda de la verdad y una concentración de fuerzas en defensa de esos valores pervivirán en el tiempo.”7 Tropo
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Muestra de poesía femenina joven en Cancún: 4 voces
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emos querido reunir en este apartado a cuatro jóvenes poetas, tres nacidas en Quintana Roo y una recién avecindada, que destacan en el medio por la seriedad con que abordan el fenómeno poético al expresar sus intuiciones sensibles, y que, en el caso de las oriundas de la ciudad, sorprenden por su precocidad literaria. En efecto, los 11 años de Claudia Miranda; los 15, de Ana Paola Santoyo; y los 19, de María José Romero, respectivamente —los que tenían cuando escribieron los poemas aquí presentados—, son una circunstancia sorprendente en sí misma cuando se relaciona con un serio interés por la escritura poética; pero más aún cuando se observa la seguridad y, hasta cierto punto, la madurez crítica de sus voces al encarar la temática propia de su desarrollo: la revelación del yo, la inclinación hacia lo confesional, y el lenguaje como herramienta lúdica para descubrir el universo. En el caso de Ángel Nimbé, de 28 años, con poco tiempo de radicar en la ciudad, interesa especialmente porque pertenece a estas jóvenes poetas que se integran a nuestra vida literaria ya con un haber en su joven currícula, pues cuenta con un premio de poesía joven en su natal estado, y elevará, por ello (o debería hacerlo), la cota de calidad de la poesía de la zona, esencialmente cosmopolita.
María José Romero (Cancún, 1996). Radica actualmente en Mérida, donde estudia la licenciatura en audio y multimedia. Escribe poemas desde 2015. Distribuye a través de Internet y bazares varios fanzines titulados Selfi tornasol, uno con sus poemas, otro con el texto Larvas, y cuatro con crítica social: Calladitas NO nos vemos más bonitas (que evidencia agresiones machistas) y Espectro Visual (que visibiliza lo queer). Ha publicado en la revista digital Azul Violencia y en Mandrágora Zine (que difunde proyectos artísticos). Fue una de las ganadoras del concurso de booktubers 2016 de la FILEY. El poema que aquí presentamos alcanza resonancias de gran dureza y desolación. Es un atroz retrato de la patología familiar contemporánea y, al mismo tiempo, del drama del vacío estoico de esta joven y su excentricidad liberal, donde enuncia con gran desparpajo el desamor pos-
moderno, y una conciencia quebradiza y dolorosa de sí, muy lúcida y cortante, ante la fugacidad de los nexos humanos. Ángel Nimbé (Campeche, 1988). Estudió licenciatura en Literatura en la Universidad de Campeche y Maestría en Creación y Apreciación Literaria en el Instituto de Estudios Universitarios. Autora de Las danzas de la serpiente (premio de poesía Campeche 2015) y Las bitácoras del desahuciado (beca del PECDA 2011). En la muestra que aquí publicamos, es posible apreciar sus valores formales y de actitud: seguridad en la enunciación de imágenes audaces, mirada crítica de sí misma y del entorno emocional, y una especial ironía al desglosar los juegos del amor-desamor. Claudia Miranda (Chetumal, 2004). Miembro de dos talleres literarios: el de Sian Ka´an, que dirige Ramón Iván Suárez Caamal, y el de La hojarasca, en Playa del Carmen. Comenzó a escribir desde los siete años. Pertenece al grupo de creación Literatos Riviera Maya y es cofundadora del movimiento de lectura Mochileando. Los poemas de esta joven tienen iluminaciones y hallazgos (a pesar de los temas reiterativos de la etapa por la que atraviesa: soledad y desamor); y sorprende la madurez de su realización a tan corta edad, lo cual habla de los aciertos pedagógicos de los talleres a los que asiste. Es de desearse que las experiencias por venir le permitan conservar la pureza de sus intuiciones y la mirada con que las enuncia, entre maliciosa y lúdica. Ana Paola Santoyo (Cancún, 1999). En 2009, participó en el poemario infantil artesanal “Rocío de sentimientos”, del taller literario de la Biblioteca Jaime Torres Bodet de Playa del Carmen. Es miembro fundador de Literatos Riviera Maya y La hojarasca e integrante del taller literario Sian Ka´an. Ha publicado en la Antología Aquí y ahora, Selección de haikús, coordinado por el poeta Ramón Iván Suárez Caamal, así como en la trilogía de “Libros vivos #escrivive playa”, con poesía y cuento. Los textos aquí seleccionados proyectan una naturalidad lúdica y divertida. Destaca su libertad para personificar objetos y situaciones, y la sutileza para verbalizar de manera crítica su desarrollo emocional, sentimental y físico. (Miguel Meza) Tropo
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Larvas (fragmento)
María José Romero la disforia se hereda larvas ingieren jarabe de/ azúcar y cartílagos para aliviar sus ataques de pánico periódicamente limpian el cerumen/ que se forma en sus oídos susurran verdades/ que prefieren evadir como que mi padre ya no me/ protege con su canto como que hace un año regresó/ su depresión y yo he dejado de decirle que lo quiero su cuerpo no resiste como antes él no me escucha como antes ya no me mira como antes no cree en mi futuro ni muestra interés en mí padre tiembla ante la muerte padre se asume muchedumbre/ de úlceras pero él ya ha muerto mi padre ya no es mi padre pero anda me observa a través del mercurio padre no nota que enfermo me prohíbe desgarrar las/
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plantas que me cubren el cráneo al parecer irradiar y ser silvestre no complace madre tiene una enfermedad/ degenerativa cutánea confirmo que la pigmentación no es lo único que va ausentándose/ en ella madre tiene trastornos anatómicos nuestra arritmia colectiva/ va en aumento madre y padre creen que tomar control de mi cuerpo es un acto que va en contra/ de ellos mi egoísmo no proviene de/ su esquizofrenia mi egoísmo es puro mi egoísmo aniquila mi egoísmo es mío mi cuerpo es mío mi sexo es mío mi mente es pulsación pero madre y padre creen que ese pulso es suyo por segregar mi savia vigorosa
t r a s l u z
dicen comprometerse responder sin dar condena pero ¿cómo? si ellos viven sentenciados mi egoísmo es lo único que soy/ y tengo me asumo y me protejo egoísta quizá no me importe provocarle otra parálisis facial a mamá ¿debo hablar quedo? a mis padres les sangra la nariz dicen que sus glóbulos rojos/ son esculturas me exigen adornar mi cuarto con ellas aunque sé bien que mueren/ tanto como yo madre teme que me embarace/ prematuramente preferiría que no poseyera útero pide una sequía en vez de manglar demanda que su ángel no esté en celo su ángel ya ha decidido poner flores/ en la barba de alguien ya ha confiado su licor de/ orquídea a las diez de la noche para luego acordar verse en la/ catedral de la ciudad madre y padre me darían una golpiza si se enteraran que creí haber/ quedado embarazada
ellos mismos se ocuparían/ de llevar a cabo el aborto se corroen por no hacerlo conmigo pero madre y padre me tuvieron creen conocerme/ e intentan adorarme aunque padre es homofóbico y yo araño vegetación/ submarina madre llama putas a las mujeres/ con vida sexual activa y yo me asomo en relaciones/ que no me incumben voy a coger cuando me cree digna madre me abofetea si yo no escondo mi naciente/ y podrida adultez mi deber es ocultarme dice ella dejar de respirar encender fósforos e incendiar las notas donde se/ demuestre que me desprecian (…) madre y padre no tienen la culpa/ de ser tan larvas como yo examinan las crisis existenciales ensayan la epilepsia sufren disforia cíclica apoyan mi bulimia sin saberlo por eso mi distancia por eso estoy mejor —o eso dice la familia—
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Segunda canción para los días de la vida Ángel Nimbé Hay días que transcurren entre sombras, en los que la saliva no calma la sed \ en la garganta ni el canto de los grillos sacia el ansia de otra música el pausado respirar de otro cuerpo en la \ penumbra. Días en que dormita el asombro entre los cobertores de aquél a quien \ deseamos. En que la hoja en blanco y la vigilia se pelean y se dedican a rondar tranquilas fuera de la consciencia. Días en que fatiga aguardar paciente ver alargarse, madurar, la sombra y esperar que el fruto salga a luz. En los que el invierno se hace al infinito dentro de la cabeza cansada de rondar la noche en llamas.
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Días en los que Dios responde \ con quintillas a los gritos de sangre de los muertos. Tiempos en los que el azar es un niño con un carro de madera donde monta los huesos que quedaron \ de tu infancia y los vuelve sonaja Días en los que la vida cobra a todas horas intereses de ese pan que –niño hambrientole robaste. Días en que la soledad obliga a ser ventana en la distancia, fantasma de los pasos a otro cuerpo dirigidos. Y en los que el pan escupido por las moscas se transforma en deleite cuando en el regreso a casa ves que alguien más que tu otrora soledad ha barrido y ordenado tu recinto.
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La danza de la serpiente (fragmento) Antes de la palabra fue la huella la lentitud de contemplar el cielo, el recreo. Antes de la palabra fue el ocaso hecho bestia, impregnado en las cavernas y la selva hecha hambre, el amanecer, el agua. Antes de la palabra fue tu cuerpo impregnado en el perfume, en la savia. Antes de la palabra fue aquello que la palabra rescataría para escribir de nuevo: tu cuerpo lleno de signos fue lo que dio bienvenida al mundo. Antes de ti qué hubiese dicho de las cosas. No sé si en realidad viniste pero dejaste atrás los restos de mi alma. Sobre el ocaso escupió mi fiebre cansada de esperar. Si no fuera por ti, no habría tenido que volar con miedo de tu magia, pero tampoco hubiese abandonado mi refugio continuamente mordido por las arañas.
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Llover (fragmento)
Claudia Miranda I
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Sueño comer el universo, masticar planetas y sentir aquella explosión de galaxias/ en el paladar. Sueño comer el universo, pero sin querer despierto en mi singularidad/ tiempo-espacial.
La muerte viene oxidada y fúnebre, me envuelve en el temor, en su oscuridad, extiende sus inmensas alas negras y trata de llevarme, sin embargo la vida me llama y me espera con una sonrisa.
Estoy lloviendo, me nublé, al paso que voy destruiré cartas que jamás llegaron, doy frío a tus pupilas que dudaron en presentarse a las mías/ con sinceridad. Mientras levito, imagino mi vida si fuera sol, tu sol, y no lluvia, tu lluvia. Pero me embriago en la ignorancia infinita y recapacito, que por más que intente ser sol jamás podre ser el sol que te abraza en tu sueño veraniego.
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Sueño que soy un ave nocturna, que extiendo mis grandes alas negras y las despliego solo para limpiar aquella sonrisa menguante en el anochecer/
Hoy me descubrí en tu mirada, tu mirar sigue y me sigue, la ausencia está presente aunque tú haces cercana la lejanía. Díme, Explícame, ¿Son pasos o latidos los que se acercan?
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Y qué es esa melodía que sale alegre de tu boca. No me creas tonta convirtiendo/ estas mariposas en arañas.
IX Quiero escribir un poema mas no tu nombre, usar metáforas mas tu nombre no, olvidar entre sílabas y escribir entre versos la ironía. Mas no tu nombre. Con puntos escribo el olvido/ que quiero dejar atrás pero una vez más escribo tu nombre.
X En qué parte de mi cuerpo te pongo, señor molestias, pues haces sufrir a quien te oye y reír a quien utiliza tu ausencia. Sé que sabes que te duele el saber/ que me duele, mas ignoras lo que sabes y con pretextos ocultas el saber.
XI La lunasola, sola sin su sol, sisea la tristeza. Se resbala por la noche, solloza
ya no canta más con su resplandor. No me acosa tras la ventana, no más risas desprevenidas, solo aguarda en cautela a su sol. La lunasola solloza, todo por aquel maldito conejo que los separó.
XII Soy la lluvia. Lágrimas de chocolate amargo, miedosa, temo que al caer solo me desvanezca.
XVI Quiero tomar poción multijugos, transformarme en gato. Ir al castillo de Dumbledore y no ver más a las personas, ¡simples muggles! Viajar en un carro volador/ con Ron y Harry, No estrellarme con el aburrimiento/ de la gente. Ser un elfo libre. Hablar parsél. Tener la varita de saúco y conquistar al mundo. Pero sé que solo estoy leyendo y es una locura más…. wingardium leviosa, wingardium leviosa, wingardium leviosa…
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Poemas Ana Paola Santoyo
¿Loca? Temo a la legión de voces/ en mi cabeza y un: -¡No estoy loca! se resbala por mi lengua. Desaparece entre las voces, en las letras manchadas por el monstruo que me habita. Mi obsesión se desliza suavemente sobre la hoja espero se mantenga ahí.
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Miedo nocturno Las sombras de los muebles me atan a la litera, mi cuerpo inmóvil se estremece ante la penumbra; el silencio de la cucaracha me impide respirar, me ahoga. Afuera de mi habitación, los arboles se ríen de mí.
Juicio Las cadenas rojas de mi prisión caen al piso, le temo a la oscuridad y a los miles de ojos que me juzgan con desprecio al asomarme a la noche que habita bajo mi cama.
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Definición ¿Qué es el pasado? solo es una nota de supermercado bañada en orina de perro.
Provocación Siento tu lengua de verano derritiendo la cama, entre mis labios invernales. Hay riachuelos brotando de la primavera.
Resonancias Escucharé al olvido y su ronca voz por la tráquea de un pez muerto Escucharé lo indebido y con una caracola vigilaré las sombras de la nada
Escucharé al silencio aprenderé de sus noches y de sus días de papel Escucharé al deseo y tocaré las paredes rojas de las entrañas de un gusano
Haikús * Vuelo fugaz en el cantar de pájaros: desolación. * Ríe a sus hojas el árbol solitario. La fiesta oculta. * En el estanque el reflejo del gato mira mi sombra. * Un pez remonta la corriente del rio. Eternidad. * Suave aleteo… Un pájaro perdido en la negrura.
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d e v e z e n c u e n t o
Anoche soñé con Vladimir Ulianov Fantasía onírica a propósito del centenario de la Revolución Rusa Enrique Arrúa
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. Anoche soñé con Vladimir Ulianov. Entre nosotros, una botella de kvas. Desde una ventana a su derecha penetraba una luz gris, mortecina. Los jirones de tela que colgaban a los lados de los marcos me hicieron pensar que el frío había desgarrado las telas que, quizá en algún tiempo, fueran cortinas. Algunos copos de nieve se habían crispado sobre los cristales cediendo la poca luminosidad del ambiente. No podía darme cuenta con precisión dónde nos encontrábamos. Interrogué a Ilich: ¿Qué siente el padre de las revoluciones socialistas, cien años después de la Revolución de Octubre, al ver caer todos los símbolos de Lenin en los países que llamamos “del Este”? Me contestó: Divino. Esta historia no puede continuar por este camino. No puede ser este el lenguaje del hombre del Shto Dielat? (¿Qué hacer?). La botella no puede ser de kvas. Lenin no tomaba más que agua natural, no fumaba, y de seguir por ahí tropezaría con el desconocimiento sobre otros detalles de su vida íntima. Si Krupskaya apareciera en algún recoveco del sueño, podría notar algo que me diera indicios o confirmara sobre la aparente vida ascética de Lenin. II. Anoche soñé con Vladimir Ulianov. Entre nosotros una botella de Baikal Amur. Detrás de él había una ventana por la que impecable penetraba ese raro sol de los pocos días luminosos que hay durante el invierno ruso. Las cortinas blancas, perfectas, daban un marco de solemnidad que me hizo ubicarme en alguna oficina del Kremlim pocos años después de la Revolución de Octubre. Le pregunté: Dime, ¿qué sientes al ver cómo todas tus figuras se desmoronan por el mundo...? Me interrumpió: No se desmoronan, las están tirando.
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Esta historia no puede continuar por este camino. La botella de agua puede ser de cualquier deshielo, pero no del Baikal. Sólo muchos años después de la desaparición de Ulianov se conocieron las propiedades excepcionales de este lago. Además, por aquel entonces no existían las comunicaciones actuales que posibilitaran surtirse del
agua del Baikal, ni siquiera al primer jefe del Estado soviético. Las cortinas blancas en un día luminoso parecen inspirar pureza, lo que no es para aquellos tiempos demasiado verosímil. En todo caso, las cortinas desgarradas de la primera narración serían más adecuadas. III. Anoche soñé con Vladimir Ulianov. Seguramente estaríamos instalados en uno de los restaurantes del Hotel Rossia, ya que por una ventana que estaba a espaldas de Vladimir pude ver, a la derecha, los jardines del Kremlim cubiertos de un arcoíris de tulipanes y al otro lado el Moskova navegable. La primavera evidente saltaba desde San Basilio inundándolo todo. Una mesera gorda y poderosa puso en forma alegre y sonora una botella de vodka entre nosotros. La mesera nos preguntó si deseábamos unos pepinillos salados, a lo que respondimos negativamente. Yo estaba ansioso por comenzar la entrevista, pero Vladi agregó: Pepinillos no, pero nos trae hielo y unos refrescos de cola. Se dirigió a mí, sonriente: —¿Entonces? —Me miraba con ojos chiquitos y divertidos mientras jalaba delicadamente de su barbilla, la que no se parecía en nada a la que le conocí en el mausoleo del Kremlim. Se le veía vital pero desalineado con un traje centenario. —Oye, ¿no te incomoda? —me oí preguntarle. —Qué cosa, ¿el traje o el mausoleo?
Seguramente yo reflexioné en voz alta. —Ambos —le dije. —El mausoleo —me contestó—, no lo inventé yo, ni yo me metí en él. Me embalsamaron, me dejaron ahí, quietecito. ¿El traje? —continuó—, pues... ¿cómo quieres verme? Me evadí de su pregunta y pregunté: —Dime, tú eres el padre de las revoluciones socialistas, en tu honor se erigieron monumentos en bronce y en granito, ¿y sabes qué está ocurriendo hoy en día, Vladimir Ilich? —Si yo comenzara a fundamentarte lo que pienso — dijo— te taparías los oídos, no querrás escuchar nada, porque estás harto. Y los hombres están hartos porque todo ha sido traducido al bronce y al granito. Nos vimos interrumpidos por la mesera que depositó el pedido de Ulianov. —¿Una polonia? —me preguntó. No me checó su pregunta con la lógica de la conversación, por eso exclamé preguntando: —¡¿Polonia?! —Si, una polonia —respondió. Y agregó—: Tu mirada me dice que nunca la has probado. Mmhh… ¡verás qué trago! —Continuaba hablando mientras ponía hielo en nuestros vasos—. Dos cubitos. A los pueblos les gusta el ruido producido por el bronce y el granito. Cuando estos
Ilustración: Marx, Engels, Lenin y Mariátegui. Caricatura de Carlos Tovar (Carlín).
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caen generan movimiento. En el Este el uso de la razón dejó paso libre a los metales y a las piedras. ¿No quisimos destruir los símbolos de las religiones y las religiones mismas? ¿Por qué hicimos de nuestras ideas y nuestra acción religiones? Vodka —murmuró e inclinó la botella dejando caer el líquido en nuestros vasos—. Huyendo del pantano —continuó—, caímos en el pantano. ¿Qué te preocupa? De la quietud no nace nada, del movimiento, todo. Refresco de cola —volvió a murmurar mientras llenaba los vasos—. A nosotros, los que iniciamos todo esto, nos inmovilizaron en estatuas. Ya era hora de que hubiera movimiento, cambio. ¿Te disgusta ver cómo caen tus símbolos? Quizá hubiera sido mejor aplaudir menos y entendido más. Toma, prueba. Ahora en Moscú hay escasez de limones, pero sabe igual... ¿qué te parece? —¡Horrible! —le contesté. —¿No te gustó? —se sorprendió. —No, me refiero a lo que dices. —Ah!, ¿querías oír algo diferente? Yo lo que tenía que decir ya lo dije, sean ustedes los que hablen ahora. Quedé pensativo, y me sorprendí cuando dijo:
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—¿Me quieres esperar un momento? Voy a cambiarme. Además, quiero que te lleves un recuerdo de este encuentro. Le respondí, casi con alivio: —Sí, sí, claro que sí, tómate tu tiempo. No quería pensar. Comencé a imaginarme su regreso, seguramente sin corbata y con una matrioska en las manos. Quedé mirando el camino por él andado. Por allí mismo vi venir una pareja que, divertida, había bajado del elevador. Algo me llamó la atención en ellos, no solo la forma ruidosa de atravesar por entre las mesas. Él, de mezclilla, tenis blancos y camisa sport. Ella también enfundada en mezclilla, con tenis rojos, y una playera muy amplia con rayas blancas y bermellón. Mujer madura, con el cabello suelto, codiciable al primer golpe de vista. Se fueron acercando a mi mesa, mientras él hacía señas con su mano izquierda: su dedo índice apuntaba hacia mí. Ella sonreía. Sentí que me incendiaba: era Lenin. Su brazo derecho atrapaba la cintura de la mujer y en la mano sostenía un libro. Ya junto a mi mesa, le dijo a ella: —Un hombre del XXI. —Y dirigiéndose a mí—: Ella es Krupskaya. Yo no pude hacer nada, ni siquiera pararme a saludar a la mujer. Indiferentes a mi actitud, tomaron asiento. Ella ocupó el lugar de Vladi y quedó de espalda a la ventana. —Aquí tienes —me dijo él, y me extendió un libro—. Espero que sea un buen recuerdo, agregó. Se dirigió a ella, preguntándole si nos acompañaba con una polonia. Ella le recordó algo de un tour. Mientras se ponían de acuerdo, abrí el libro al azar y leí “Medusa: Te dijeron la verdad y te engañaron con ella. Los dioses, los ideales, engañan con la verdad”. Cerré el libro para ver su portada y leí Emilio cuando él dijo: —Tenemos que dejarte. Contratamos un tour, estamos ansiosos por recorrer Moscú y ya es la hora. Krupskaya descansaba un brazo sobre el marco de la ventana y su mano sostenía la cabeza inclinada. Las cortinas, alborotadas seguramente por su presencia, la acariciaban. Vladimir y Krupskaya me abandonaron. Quedé mirando cómo se alejaban. Abrazados, la mano derecha de Ilich un poco más abajo de la cintura de ella. Y ante mis ojos quedó el trasero de Vladimir Ulianov, el que, como una pelota de futbol envuelta en mezclillas gastadas, servía de sostén a un cartelito en el que leí Levis. No, no decía Levis, decía Blue Jeans. En realidad, ya no me acuerdo. Pero sí recuerdo cómo llamé a la mesera y le pedí: —Una polonia. Bien cargado, por favor. Tropo
Enrique Arrúa. Escritor. Residente en Cancún. Ha participado en los talleres de cuento y poesía de Miguel Meza. Correo-e: jearrua@hotmail.com
La pereza y el ocio Héctor Hernández Fotografía: Norma Ordieres. Pusilánime.
Un viejo cuento narra cómo un padre luchaba contra la pereza de su hijo pequeño que no quería nunca madrugar. Un día llegó muy temprano por la mañana, lo despertó, el chico estaba tapado en la cama, y le dijo: “Mira, por haberme levantado temprano he encontrado esta cartera llena de dinero en el camino”. El chico tapándose le contestó “más madrugó el que la perdió”. La pereza siempre encuentra excusas. Fernando Savater.
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través de la historia se han expresado tantas opiniones acerca de la pereza, que daría pereza tener que analizar todo lo escrito sobre el tema. Sin embargo, la mayoría de lo que se ha expresado suele asociar la pereza con alguna consecuencia negativa. Por ejemplo, con la pobreza (“La pereza viaja tan despacio que la pobreza no tarda en alcanzarla.” Benjamín Franklin), con el fracaso (“El fracaso no es nuestro único castigo por la pereza; está,
también, el éxito de los demás.” Jules Renard), con el vicio (“la ociosidad es la madre de todos los vicios” aunque hay quien ha dicho que es más bien “el vicio de todas las madres”) y con los problemas en general. De hecho, la pereza es considerada uno de los siete pecados capitales (aquellos pecados que dan origen a otros pecados o vicios). En general, la pereza ha sido considerada una característica negativa que se debe evitar o combatir, aunque nos suceda lo que a Tristan Bernard: “Paso mi tiempo en combatir valientemente mi pereza, pero cuando la he vencido estoy tan fatigado, tan fatigado, que ya no tengo ánimos de trabajar”. Sin embargo, ha habido un número reducido de autores que ha intentado defender la pereza. Quizás el texto más elocuente para defenderla sería una hoja en blanco, pero si se decide expresar pereza de esa forma, dejar varias páginas en blanco podría indicar una pereza más intensa. O quizás un libro completo en blanco, un libro así podría resolver el conflicto que afrontó Carlos Fisas: “yo mismo sería capaz de escribir un gran libro en favor de la pereza si no fuese que tengo pereza de hacerlo”. Pero ¿por qué alguien querría defender la pereza? Bueno, por una parte, como observa Fisas, si por pereza se
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…lo que Paul Lafargue y Bertrand Russell defienden realmente no es la pereza, ni siquiera la ociosidad (el vicio de no trabajar), sino el ocio, es decir, el tiempo libre que se dispone para recreación o distracción, el cual por ser libre, se distingue del tiempo dedicado al trabajo o a satisfacer las necesidades esenciales.
dejan de cometer los demás pecados, la pereza no sería un pecado tan grande. Por otra parte, la pereza se opone al trabajo y algunos concuerdan con Cantinflas en que: “Algo malo debe tener el trabajo porque, si no, los ricos lo habrían acaparado”. Además, parece que hay una inclinación natural a evitar el trabajo: “El hombre no está hecho para el trabajo. Si no, no se cansaría tan pronto” —dijo Tino Rossi. Y que esta tendencia es general parece ser el núcleo de la siguiente expresión: “Las pirámides son el mejor ejemplo de que, en cualquier tiempo y lugar, los obreros tienden a trabajar menos.” Y en resumen, se ha dicho que el trabajo es tan feo que hasta pagan por hacerlo. Pero entonces ¿debemos ser perezosos o no? El periodista franco-cubano Paul Lafargue, yerno de Karl Marx, estando en una prisión francesa en 1883 inicia El derecho a la pereza así: “Seamos perezosos en todas las cosas, excepto al amar y al beber, excepto al ser perezosos”. Lessing ”Una extraña locura se ha apoderado de las clases obreras de las naciones donde domina la civilización capitalista. Esta locura trae como resultado las miserias individuales y sociales que, desde hace siglos, torturan a la triste humanidad. Esta locura es el amor al trabajo, la pasión moribunda por el trabajo, llevada hasta el agotamiento de las fuerzas vitales del individuo y de sus hijos. En vez de reaccionar contra esta aberración mental, los curas, los economistas y los moralistas han sacralizado el trabajo.” Después Lafargue argumenta que en el cristianismo se apoya la pereza: “Cristo, en su sermón de la montaña, predicó la pereza: “Miren cómo crecen los lirios en los campos; ellos no trabajan ni hilan, y sin embargo, yo les digo: Salomón, en toda su gloria, no estuvo nunca tan brillantemente
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Paul Lafargue en 1871.
vestido”. Después añade que Dios “dio a sus adoradores el supremo ejemplo de la pereza ideal; después de seis días de trabajo, descansó por toda la eternidad.” (Lafargue, 1883). Sin embargo, esta no es una evidencia sólida, ya que Cristo también dijo: “Mi Padre sigue trabajando, y yo también trabajo.” (Juan 5: 17). Quizás porque Lafargue no era cristiano no tomó en cuenta que la Biblia suele contener numerosas expresiones en las que se condena la pereza: “No sean nunca perezosos, más bien trabajen con esmero y sirvan al Señor con entusiasmo.” (Romanos 12:11); “quien no quiera trabajar tampoco tiene derecho a comer.” (2 Tesalonicenses 3:10). De hecho, un proverbio clásico dice: “Anda a ver a la hormiga, perezoso; fíjate en lo que hace, y aprende la lección.” (El problema es que a un auténtico perezoso incluso ir a ver a la hormiga le podría dar pereza). Además, el propio Lafargue en el último párrafo de su texto presenta a Cristo como un doliente esclavo trabajador: “Como Cristo, doliente personificación de la esclavi-
l a t i n t a t e n t a tud antigua, los hombres, las mujeres y los niños del Proletariado suben penosamente desde hace un siglo por el duro calvario del dolor; desde hace un siglo el trabajo forzado destroza sus huesos, mortifica sus carnes, atormenta sus músculos; desde hace un siglo, el hambre retuerce sus entrañas y alucina sus cerebros…” No obstante, debo admitir que este es el argumento más débil que presenta Lafargue en su obra; los demás son más interesantes y mejor fundados. Así que vale la pena leer la obra de este pensador, quien aceleró su descanso permanente llevando a cabo su plan de suicidarse, a la edad de 69 años, junto con su esposa Laura Marx. En 1932 Bertrand Russell escribió sus propios argumentos en favor de la pereza en Elogio de la ociosidad en el que comenta lo siguiente: “Todo el mundo conoce la historia del viajero que vio en Nápoles doce mendigos tumbados al sol (era antes de la época de Mussolini) y ofreció una lira al más perezoso de todos. Once de ellos se levantaron de un salto para reclamarla, así que se la dio al duodécimo. […] Espero que, después de leer las páginas que siguen, los dirigentes de la Asociación Cristiana de jóvenes emprendan una campaña para inducir a los jóvenes a no hacer nada. Si es así, no habré vivido en vano.” (Russell, 1932). Russell argumenta que una disminución organizada del trabajo es lo que lleva a la felicidad y la prosperidad. Los adelantos tecnológicos permiten al hombre disfrutar de mayor tiempo libre ahora, tiempo que antes solo tenían unos cuantos privilegiados. Dice: “El tiempo libre es esencial para la civilización, y, en épocas pasadas, sólo el trabajo de la mayoría hacía posible el tiempo libre de la minoría.
Pero el trabajo era valioso, no porque el trabajo en sí fuera bueno, sino porque el ocio es bueno. Y con la técnica moderna sería posible distribuir justamente el ocio, sin menoscabo para la civilización.” (Russell, 1932) En realidad, la raíz de por qué hay opiniones tan contrarias en torno a la pereza y el trabajo es que existe una confusión de lo que significa “pereza” y “trabajo”. ¿Qué es la pereza? “La pereza no es más que el hábito de descansar antes de estar cansado” —dijo Jules Renard. Pero esta no es una definición, sino una opinión y si dejamos el significado en manos de la opinión, no tendremos mucho avance porque se suelen usar los términos a conveniencia. Por ejemplo, se ha dicho que al cansancio se le llama agotamiento si nos pasa a nosotros y pereza si les pasa a los demás. El DRAE define pereza así: “Negligencia, tedio o descuido en las cosas a que estamos obligados.” (La palabra procede del adjetivo piger que significa “lento, tardío, torpe, pesado”). Esta definición arroja suficiente luz para poner de manifiesto varios vicios ocultos en la discusión. Nótese que la pereza no es solo falta de ganas por hacer alguna actividad, sino que tal actividad deber ser parte de nuestras obligaciones. ¿Es nuestra obligación pecar o ser perezosos? Si no, entonces por definición no podemos ser perezosos para pecar ni para ser perezosos como dijeron Fisas y Lessing, pero sí se puede ser perezoso para cumplir ciertas obligaciones como las de trabajar o estudiar. Alejandro Tomassini Bassols distingue la pereza de la desidia y de la indolencia en su libro Pecados capitales y filosofía: “La desidia consiste básicamente en un hacer las cosas con total falta de interés en ellas, de mala gana, como
Fotografía: Norma Ordieres. Acomodo mis huesos.
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Fotografía: Norma Ordieres. Pasajero.
tratando de no hacerlas. La indolencia es, como el término mismo lo indica, un no sentirse afectado por lo que sucede y, por consiguiente, un indolente es aquel que no se esfuerza por nada porque nada le importa y en esa misma medida se traslapa con un perezoso. Pero no son lo mismo. Dicho de otro modo, todo perezoso tiende a ser desidioso e indolente, pero la inversa no vale”. (Tomassini, 2012, p. 107). Así que, efectivamente, la pereza fácilmente puede llevar a otros vicios o a consecuencias graves, por lo que no es extraño que la iglesia católica haya clasificado la pereza en el plano espiritual (a veces llamada acedia) como pecado capital. Sin embargo, actualmente el papa Francisco eliminó la pereza de los pecados capitales porque, en su opinión, “es, no solo inofensiva, sino beneficiosa.” La base para esta conclusión es que: “Gracias a la pereza se ha logrado el avance tecnológico que podemos disfrutar en la actualidad. Cada invento que facilita la vida del ser humano tiene origen en la pereza”. Sin embargo, uno de los máximos inventores, Tomas Alva Edison, pensaba que los inventos tenían su raíz en el trabajo firme: “El genio es un diez por ciento de inspiración y un noventa por ciento de transpiración”. En todo caso, una de las principales motivaciones de los avances tecnológicos podría ser reducir el esfuerzo y los recursos invertidos en el trabajo, pero eso no equivale a ser perezoso, porque no busca evitar la obligación de trabajar, sino solo hacerla en menos tiempo. De manera similar, lo que Paul Lafargue y Bertrand Russell defienden realmente no es la pereza, ni siquiera la ociosidad (el vicio de no trabajar), sino el ocio, es decir, el tiempo libre que se dispone
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para recreación o distracción, el cual por ser libre, se distingue del tiempo dedicado al trabajo o a satisfacer las necesidades esenciales. Como dijo Woody Allen: “Hay que trabajar ocho horas y dormir ocho horas, pero no las mismas”. El ocio entonces se distingue de la pereza en que abarca las actividades que se hacen por gusto en el tiempo libre (después de haber cumplido con las obligaciones), mientras que la pereza se manifiesta en el tiempo en que se debería estar atendiendo las obligaciones. Los antiguos romanos contraponían el ocio y el negocio. El negocio se hace por dinero o buscando alguna utilidad, mientras que el ocio se hace por placer o diversión, no por necesidad u obligación. Por eso, si alguien ve su trabajo como una lucha, lo presupone como un enemigo a quien hay que vencer y eliminar. No obstante, si alguien logra disfrutar de su trabajo o hallar satisfacción en la realización de sus obligaciones entonces será más feliz y productivo, sin riesgo de ser perezoso. Y si además puede disponer de más tiempo libre, podría suceder el ideal de Bertrand Russell: las personas comunes, al tener una vida feliz, serán más bondadosas y menos inoportunas, y el buen carácter florecerá porque “el buen carácter es la consecuencia de la tranquilidad y la seguridad, no de una vida de ardua lucha.” Tropo
Héctor Hernández (México, D. F.) Licenciado en Actuaría y Matemáticas, doctor en Filosofía de la Ciencia y doctor en Educación. Actualmente es jefe del departamento de Desarrollo Humano en la Universidad del Caribe.
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El Principito
Monumento del Asteroide B 612. Museo de El Principito en Hakone, Japón.
Miguel Ángel Manjarrez
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eías tu flor durante horas, te detenías en sus pliegues admirando el color púrpura con el que se vestía cada mañana. Le contabas en silencio los planes de tus viajes a otros planetas, y ella te respondía en el mismo lenguaje del silencio. Te reclamaba porque pensabas nuevamente dejarla sola. Le dabas consejos para protegerse del viento, porque la conocías muy bien y sabías que ese era su mayor temor. Pasaste días construyéndole un refugio de cristal, pero apenas lo miró. Como cada mañana, le prometiste que regresarías, le dejaste agua suficiente para ese nuevo viaje al planeta azul, donde encontrabas cada vez que ibas, nuevos peligros, pero ninguno te hacía temer. El día anterior le contaste de tu amiga la doctora, “una especie de persona que cura”, le decías, pero la rosa no entendía qué era curar porque nunca se había enfermado, fuera de una tos fingida que intentaba ser chantaje antes de tus partidas. —Ella igual tiene una flor —le dijiste, y la hiciste reaccionar. Por fin te dirigía la palabra, aunque fuera para regañarte y decirte que no había ninguna como ella, que era única y por eso tan valiosa. Después volvió a ser in-
diferente contigo. Esa noche la cubriste con el cubo de cristal que le habías traído para que se resguardase. De soslayo te miró y trató de fingir que era rocío el que corría por sus pétalos y no una lágrima de tristeza. En esa ocasión contemplaste cuarenta y tres ocasos, mientras pensabas no en la flor sino en el planeta azul al que tendrías que volver. Al llegar te recibió la doctora e intentó comunicarse contigo. Su conversación era entrecortada como una mala transmisión de ondas. La única palabra que no conoces y que recuerdas que pronunció fue autismo. Tropo
Miguel Ángel Manjarrez (Chetumal, 1977). Licenciado en Ciencias de la Comunicación y en Filosofía, y Mtro. en Psicoterapia Cognitivo Conductual. Ha publicado los libros de cuentos Cuéntame Gatito (2001; reeditado por El nido del Fénix, 2016), Había una Vez (Universidad La Salle Cancún, 2002), y Nada que Fingir (Porrúa, 2015). Representante en Quintana Roo de la Asociación Mexicana de Autobiografía. Creador del Premio Nacional “Nada que Fingir” en fotografía 2016 y “Nada que Fingir” en cuento corto 2017. El cuento de esta página fue finalista en el I Concurso Internacional Excelencia Literaria 2015. Correo-e: mimato_77@hotmail.com.
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Los Umbrales de Macarena Huicochea Pablo Luna / Miguel Meza Originaria de la capital del país, formada en el Estado de México y residente en Cancún desde hace quince años, Macarena Huicochea —guionista, locutora y productora de programas de radio y televisión— presentó recientemente en la librería Utopía su libro Umbrales, una antología de textos fantásticos publicados en dos volúmenes anteriores, donde da cuenta de su particular interpretación de mitos y leyendas, y donde cohabita con personajes inventados que la llevan a expresar la imaginación de lo imposible como trasunto de lo real, y el realismo onírico como vehículo para mostrar su mundo interior, un mundo inquietante, terrible, acaso oscuro, pero iluminado con el fervor y la gracia de la buena poesía.
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ntre la narrativa fantástica y el poema en prosa o, mejor dicho, desde la fantasía narrativa nutrida de una pulimentada prosa poética, Macarena Huichochea nos recuerda en Umbrales (Fondo Editorial Estado de México, Col. Letras, 2014) su filiación singular dentro de la tradición del relato fantástico en nuestro país, una tradición que se remonta a más de un siglo y que ha aportado nombres como Juan José Arreola, Guadalupe Dueñas, Amparo Dávila, Inés Arredondo, José Emilio Pacheco, Agustín Monsreal y Guillermo Samperio, entre otros. Antología de autor que reúne textos de dos libros anteriores (Blasfematorio, 1998, y La caricia de la esfinge, 2010) —más algunos textos inéditos o publicados en revistas—, en Umbrales Macarena Huicochea busca compartir una certeza: que la palabra, los símbolos y la literatura son poderosas herramientas para el autoconocimiento, la reconciliación con uno mismo y la sanación espiritual y emocional. Así nos lo hace ver a través de los personajes que habitan estas historias. En ellas, la autora parece enfrentar-
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Macarena Huicochea en la Feria Internacional del Libro en 2015.
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se a los propios temores, a sus oscuridades, a sus incertidumbres y vulnerabilidades, reconociendo que, como afirma Jung, “no es fantaseando con figuras de luz como se alcanza la iluminación, sino solamente enfrentando la propia sombra”. Al respecto, Alberto Chimal ha comentado: “escritora inusitada: desde el principio de su carrera, Huicochea se ha negado a escribir lo que algunos esperan de las autoras mexicanas y en cambio se ha empeñado en perseguir sus propios sueños y fantasmas.” En efecto, al empeñarse en expresar su mundo interior —lo denominado “femenino”— a partir de símbolos y arquetipos ancestrales, la autora se ha deslindado conscientemente de las escritoras mexicanas contemporáneas y ha demostrado que hay otra manera de indagar en su condición de ser mujer, con figuras que muestran los aspectos más poderosos (y a veces amedrentadores) de sí misma, más allá de los estereotipos. En muchas de sus historias (especialmente en los textos que pertenecen a Blasfematorio) hay provocación y —afirma su autora— “una desesperada necesidad de creer en otras realidades y mundos que, al no existir en este, me atreví a convocar (…), abriendo la puerta a dioses y personajes (aparentemente legendarios) que inventé por el placer que proporciona la creatividad y la subversión de lo real.”. Era la época en que la autora se declaraba atea y buscaba entender un mundo que se complicaba, que se tornaba denso y al que había que explicar para vivirlo o exponerse a quedar sumido en la sombra de lo cotidiano y perder la posibilidad de asombrarse frente a la vida. El camino de la literatura le brindó entonces la posibilidad de entender lo inentendible, de explicar lo inexplicable. En otros textos —justamente los que selecciona de su segundo libro La caricia de la esfinge— es posible rastrear historias de personajes de otras épocas de la autora, tal vez de la infancia, donde el mundo femenino y sus enigmas dejan señales de lecturas juveniles e infantiles, quizá aquellas que abrevó en la biblioteca paterna donde encontró a clásicos como Alejandro Casona, Horacio Quiroga, Dostoievski, Dumas, Andersen, además de autores teatrales como Sófocles, Shakespeare, Ibsen y Ionesco, entre otros. Llegar a La caricia de la esfinge fue dar un salto en el tiempo, para encontrarse con la mujer madura, madre de otra visión: “Me miro en el espejo y es como si me hundiera en un lago de sal, como si descendiera por el abismo de esa cuenca de azogue que sólo me devuel-
Durante la presentación de Umbrales en la librería Utopía el sábado 25 de febrero de 2017. La acompaña Gabriel del Río, quien ofreció un recital de guitarra clásica. Fotografía: Claudia Martínez.
ve astillas del reflejo…” Aquí predominan sus historias de amor y pasión, sus monólogos nerviosos, vibrátiles: “Nadie sino tú conoce mi cuerpo desnudo en día sábado… Nadie sino yo ha visto brotar las plumas de las alas de tu espalda en día domingo.” Aunque la soledad o el dolor se hagan presente: “Busco el sueño de Dios sembrada en el cadáver de la noche”. “Para hacer un libro —afirma René Avilés Favila— es necesario leer muchos libros de otros autores, utilizar un lenguaje al que el tiempo y la acción de millares de seres le han dado su fisonomía actual.” A esta asimilación cualitativa se refiere Rilke cuando dice que “cuanto más se lee, más parece estar todo allí: desde los más delicados perfumes de la vida, hasta el pleno y grandioso sabor de los frutos más maduros. No hay nada que no esté comprendido, captado, experimentado y, en la vibrante resonancia del recuerdo, reconocido.” Pero este resultado, estos Umbrales, no sería posible sin una clara conciencia de la escritura literaria, donde Huicochea revela su amor por la poesía, su respeto por el vocablo justo, aquel que esconde las primitivas fuerzas del idioma: “Tengo la lengua húmeda de tinta, hinchada de palabras que pelean por salir de la boca o ir desde mi garganta hasta mi pecho, del corazón a las venas de los brazos y brotar por las uñas como si fueran diez plumillas afiladas por donde mi sangre pudiera trazar, por fin, su oscura caligrafía.” Macarena Huicochea —también estudiosa de la psicología, la mitología y la historia de las religiones—, prepara actualmente un libro de cuentos infantiles en el que retomará los personajes de los cuentos de hadas y leyendas, “pero arriesgándome a intentar adaptarlos a vivir en el mundo urbano del siglo XXI”. Promete sin duda. Tropo
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t r a s l u z
Bestiario Macarena Huicochea
A
mbas se miraban desconfiadas: la pequeña gárgola, entrecerrando los ojos; la altiva esfinge, contemplándola a distancia. El encuentro había sido casual y quizá no hubiese acontecido de no ser por la distracción de las respectivas madres de las pequeñas. La gárgola extendió sus alas membranosas y se alejó del campanario; la esfinge la siguió… no sin antes relamer un poco las plumas de sus propias alas. La gárgola, asustada ante la audacia de su desconocida acompañante, entró por una ventana entreabierta. La esfinge la siguió y, ronroneando con la seguridad que su inteligencia le daba, preguntó: “¿Qué clase de bicho eres?...”. La gárgola no podía creer que el extraño animal que tenía enfrente tuviera una voz tan melodiosa: reponiéndose de su sorpresa, respondió: “Yo soy una gárgola… ¿Y tú?”. La esfinge pronunció suavemente su nombre. Contemplándose con mayor seguridad, se olfatearon cautelosamente hasta sentir sus almizcles familiares. La gárgola tocó las alas de la esfinge, sintió el suave pelo de su piel y acarició su hermoso rostro; la esfinge, inmóvil, observaba con fascinación el alargado rostro macilento de la gárgola, cuyo mayor atributo eran los afilados y relucientes colmillos que emergían de su prominente mandíbula. Confiadas, las dos criaturas empezaron a jugar, corriendo circularmente una detrás de la otra, intentando atraparse… Despertó y buscó en vano alguna pista de lo acontecido en su habitación. ¿En dónde estaban las pequeñas? Nada, no había ningún indicio de su presencia. Seguramente todo había sido un simple sueño, otro estúpido sueño sobre criaturas fantásticas. Los libros que había estado leyendo debían tener la culpa. ¿Por qué permitirían la existencia de ese tipo de historias? Malhumorado, el Minotauro se internó en su laberinto. Tropo
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i n m e m o r i a n
Carta a Juan José Pricila Sosa
E Juan José:
n el nuevo ahora seguiré buscando, como siempre. Tu brazo acompañándome a mí y a los demás en las marchas, pronunciamientos y actividades; o en los encuentros con amigos. Tus respuestas a todo el que las solicitare, tu solidaridad activa con causas y personas; tu amoroso trato a amigos y a quienes algunos llamamos prójimo; tu apoyo tan diverso, real y concreto, literalmente incondicional a todos quienes tenías cerca. Tus explicaciones sobre los insectos, sobre el cambio climático o el reflejo de la luna llena en el mar. Tu mirada inquisitiva que todo sabía y al mismo tiempo no cesaba de aprender y aprehender, lo mismo en un museo que frente a un paisaje; en una conferencia o en un diálogo en un mercado. ¡No habías terminado aún de contarme los detalles de ese programa de radio, de aquel viaje, de la próxima exploración, de la nueva investigación…! Sí, también, tu disfrute cotidiano de la vida y el amor a la ciencia, que transmitiste siempre como maestro experto... Quedaron todavía muchos pendientes; sobre todo necesitaba confirmar aún tu novedoso encuentro, conciliación o tímido guiño con la poesía. Tropo
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e n t r e v i s t a
con
Erick Sommet
Bull, de la serie: InMyBlood. Técnica: Tinta, tinte y sangre sobre papel. Medidas: 70 x 50 cms.
De autodescubrimiento, la relación ideal con mi obra Gena Bezanilla Graduado en bioquímica, el francés Erick Sommet, quien vive en Cancún desde hace 17 años, fue seleccionado en 2007 por el comité de la Bienal de Florencia para exponer su obra. Su trabajo de diseño de ropa en Francia le abrió puertas en el diseño de moda en Londres; esto lo llevó al diseño de vestuario para teatro, que a su vez lo condujo al diseño de escenario y de películas en Estados Unidos (como Scream 2 y Godzilla, donde también trabajó como escultor), para acabar con diseño de interior en México.
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e n t r e v i s t a
Etude 3. Técnica: Tinta sobre papel. Medidas: 37 x 27 cm.
Etude 4. Técnica: Tinta sobre papel. Medidas: 37 x 27 cm.
os encontramos una vez en su casa, un lugar cargado de identidad, de detalles. Es de esos espacios que tienen años de cariño invertido en su diseño, formas, colores y texturas que los convierten en ambientes intencionales, que transmiten la personalidad de quienes los habitan. Estoy rodeada de objetos bellos, por su diseño, por su valor como colección o por su valor artístico, en medio del toque alegre y espontáneo de sus mascotas, y ante el espacio abierto compartido con una terraza que se compone de un apacible cuerpo de agua estilo oriental, y distintas especies de plantas que hacen el entorno acogedor, orgánico y fresco. En ese contexto nos encontramos como viejos amigos, y platicamos largo y tendido pasando por aspectos personales y brincando a los profesionales de cuando en cuando, ya que en ambos casos el arte, el diseño y sus gestiones, son inherentes a nuestra vida cotidiana. Me muestra imágenes de sus obras más recientes y algunos bocetos materializados en formatos digitales que forman parte de sus proyectos más cercanos. Siempre en estos encuentros hay lugar para la reflexión sobre el estado del desarrollo artístico en nuestra ciudad y a partir de ella, surgieron coincidencias, ideas comunes, solidaridad, congruencia y, de último, alianzas,
que son las que traducen esa empatía en resultados para el bien común. Mi percepción de Erick como ser humano, es que con él es fácil llegar a acuerdos y conectarse, pero también es fácil discrepar, ser crítica o plantear ideas nuevas, porque su apertura y voluntad de sumar siempre es mayor, y la seguridad que tiene en sí mismo es también mayor a cualquier posible amenaza al ego. Sommet cuenta que sus incursiones en varios tipos de arte no son más que un reflejo de su inquietud por comunicar. “Para mí, todos esos medios son intercambiables y se funden entre sí mismos. Trato el diseño de ropa como una escultura para vestir o el ambiente de un cuarto como un cuadro en tercera dimensión”.
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—Platícanos sobre tu preferencia hacia la figura humana en todo trabajo, ¿por qué el cuerpo? —No utilizo el cuerpo humano como una referencia estética ni como un simple objeto. Para mí el cuerpo es un vehículo para mis emociones, mis ideales, mis estados de ánimo, mis arquetipos. Es la misma razón por la cual mis cuerpos, ya sean femeninos o masculinos, no llevan rastros físicos específicos. No llevan ni pelo ni vello púbico, ropa o atuendos, o rasgos faciales específicos. En mis últimas series los cuerpos se vuelven representaciones de mis dioses, malos espíritus, engañadores que forman mi propia cosmogonía. —¿Podrías hablar sobre la relación entre los cuerpos de tus obras y, posteriormente, la relación que se genera en-
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La Peur. De la serie The Missing. Técnica: Tinta sobre papel. Medidas: 38 x 28 cm.
La Folie. De la serie The Missing. Técnica: Tinta sobre papel. Medidas: 38 x 28 cm.
Le Vide. De la serie The Missing. Técnica: Tinta sobre papel. Medidas: 38 x 28 cm.
La Douleur. De la serie The Missing. Técnica: Tinta sobre papel. Medidas: 38 x 28 cm.
tre el cuerpo de la pieza y el cuerpo del espectador? —Pienso que los cuerpos presentes en mis obras sirven de espejo para el público. De cierta manera ellos se ven reflejados o personificados dentro del arte que están visualizando. Mi lenguaje es bastante universal aunque muy personal y permite al público acceder a una parte muy íntima de su propio ser. Puede rechazar en bloque la representación como algo ajeno a sí mismo o identificarse parcialmente o totalmente con la obra. A veces lo que percibe el público no es exactamente lo que quiero representar personalmente, pero crea una reacción que le permite interactuar con la obra. Esto me interesa muchísimo y siempre ando preguntando por su reacción o primeras impresiones. Igual me gusta mucho dejar una cierta ambigüedad dentro de la obra, dejando al público la opción de decidir cuál de las formas o movimientos perciben. —¿Cuáles son los mensajes más frecuentes que transmiten tus obras? —Casi la mayoría de mis obras tratan con emociones. Pueden ser emociones personales como emociones de un
ámbito más general. Siempre busco presentar mi trabajo en varios niveles y aunque existe un mensaje muy evidente, si uno toma un poquito más de tiempo al mirar la obra, puede encontrar otros mensajes presentes. —¿Es necesario hacer cierta investigación para comprender los mensajes de las piezas? —No, no es necesario investigar para entender mis piezas. De hecho no soy muy fanático de las piezas herméticas que solo llevan el mensaje “sin título” dejando al público decidir de lo que se trata. El contenido de la obra es algo primordial. Como ya he mencionado, mi trabajo tiene varios niveles y utilizo un lenguaje casi universal. Las mitologías, los arquetipos y los símbolos son elementos que se encuentran siempre dentro de mi trabajo. Obviamente por ser procedente de Francia tengo un bagaje judeocristiano muy fuerte, pero al viajar o vivir en varias partes del mundo se van integrando dentro de mi mensaje otros tipos de simbología, como la mexicana y la asiática. La relación ideal entre el público y mi obra es de autodescubrimiento. No intento presentarme como un
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I Am So Different C. De la serie I Am So Different. Técnica: Tinta sobre papel, Medidas: 76 x 56 cm
Alegría 1. De la serie: Alegría. Técnica: Tinta sobre papel. Medidas: 38 x 28 cm.
modelo o una referencia, tampoco intento ser comprendido o descubierto a través de mis obras. Son solamente un medio de comunicación entre yo y otra persona o grupo de personas donde el diálogo permite que salgan a la luz emociones escondidas o no. De hecho, no busco que el público entienda exactamente el mensaje que estoy presentando; solamente es suficiente que se acerque un poco al mensaje y que por sí mismo vea reflejado algo interno suyo. —¿Siempre trabajas a escala humana? ¿Has hecho piezas pequeñas o monumentales? —Mayormente, por una razón de costos, es más fácil trabajar a escala humana pero he trabajado en piezas diminutas de 1 cm de alto así como en piezas muy grandes que rebasan los 9 m de alto. Tengo que reconocer que me atraen muchísimo las piezas monumentales; y por suerte me están tocando unos proyectos donde puedo liberar este afán de gigantismo. Para mí, personalmente, crear una pieza de tamaño superior al tamaño real me ayuda a disociar el cuerpo como ser humano del cuerpo como entidad reveladora u arquetipo. —¿Qué materiales o técnicas prefieres?
—Me gusta experimentar con muchos materiales, pero el tinte, el óleo y el modelaje en barro son mis favoritos. En cuanto a técnicas manejo varias dentro de mis trabajos de diseño de interiores y en clases para mis alumnos. —¿Y estos cómo ayudan para lograr transmitir tus ideas a través de la forma? —El material es una parte muy importante del concepto de la obra. Podemos tomar como ejemplo la serie In My Blood donde utilizo tinta, tintes y sangre sobre papel para transmitir el estado líquido y fluido del interior del cuerpo. Esta serie habla de lo que corre a través de mis venas, es decir, lo que me hace Yo, tanto lo bueno como lo malo. La incorporación de la sangre, extraída de mi propio cuerpo, integra dentro de la obra un sentimiento de intimidad muy fuerte que en cierto caso puede hasta incomodar el público. El tabú inherente a la sangre crea una dicotomía que tiene que superar el público para acercarse a la obra, y al levantar este tabú libera otras barreras personales y permite reflejarse mejor dentro de la obra. Sommet canta, y toca el piano y la viola da gamba. La música es una influencia dentro de su trabajo, desde frag-
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e n t r e v i s t a mentos de frases musicales presentes dentro de la serie In My Blood, hasta piezas inspiradas totalmente o parcialmente en una canción o pieza musical. —¿En qué proyectos estás trabajando ahora? —Siempre tengo varios caminando de la mano. Fuera de mi serie Cosmogonía, que todavía no se ha presentado al público en su totalidad, fui invitado a integrarme a ser parte de los artistas del proyecto MUSA. La base del proyecto como alternativa de buceo para el turista, con el fin de alivianar la presión del turismo en el arrecife mesoamericano, habla directamente de mis inquietudes ecológicas. Pero el reto de crear piezas que puedan soportar este tipo de ambiente, corrientes marinas y demás, crea una línea directa a una de mis mayores características que es la búsqueda de conocimiento y aprendizaje nuevo. —¿Cómo percibes el desarrollo de la producción de artes visuales en Cancún? —Creo que estamos en un punto clave para el desarrollo de las artes visuales en Cancún. Desde que llegué, hace 16 años, la calidad y cualidad de los trabajos presentados ha cambiado enormemente. Podemos distinguir ya varios niveles diferentes que no son incompatibles los unos con los otros, desde el aprendiz artista hasta el artista cumplido. Lo que más me interesa es la mezcla de los varios tipos de artes presentes en Cancún y el resultado de estos. Tengo 17 años viviendo en Cancún y elegí este lugar con mi pareja por ser cercano de su ciudad natal, Mérida, pero también por las oportunidades que representa una ciudad joven con un crecimiento tan acelerado. Tropo
Daemon. De la serie: Cosmogonía. Técnica: Resina y acabado de bronce. Medidas: 95 x 45 x 40 cm.
Daemon. De la serie: Cosmogonía. Técnica: Resina y acabado de bronce. Medidas: 50 x 30 x 20 cm
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Gena Bezanilla, Ciudad de México. Licenciada en Historia del Arte por la U Iberoamericana. Ha colaborado en distintas instituciones museísticas. Del 2014 al 2016 fue Directora Ejecutiva en el Museo Subacuático de Arte, MUSA. Ha sido miembro de distintos Comités y Consejos, como el Consejo Directivo del Instituto para la Cultura y las Artes de Cancún y del Consejo Artístico de Tropo a la Uña, el Comité Organizador de la Bienal de Artes Visuales de Cancún, y dos Comités distintos para el Patrimonio Cultural, uno de ellos con el IMPLAN con el que recientemente se elaboró el Primer Inventario de Patrimonio Cultural Tangible de la Ciudad de Cancún.
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¿Qué tanto es tantito? O de cómo los problemas están en todos menos en mí Vanesa González-Rizzo Krasniansky
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“Nosotros, los que conocemos, somos desconocidos para nosotros mismos: esto tiene un buen fundamento. No nos hemos buscado nunca, ¿cómo iba a suceder que un día nos encontrásemos?” F. Nietzsche
ifícil es encontrarse, lograr verse a uno mismo y poder decir “yo soy…” Imposible sin la presencia del Otro… Nos resulta complicado responsabilizarnos de lo propio, lo individual que nos pertenece y lo colectivo que también es nuestro. Sobre todo si se trata de reflexionar constructiva y críticamente. Reconocer errores, mostrar faltas, sabernos con huecos y castrados, soportar el conocimiento interno, parece ser que se logra después de un proceso psicoanalítico, intenso y doloroso, y para ello se requiere aceptar otra mirada sobre sí. Todo esto va en contra del modelo estandarizado de vivir propuesto por los poderes hegemónicos. Hay que ser de cierta manera para poder pertenecer y para tener la ilusión de ser feliz. La falsedad, la mentira, la superficialidad se nos enredan día a día, en este mundo líquido en el que se surfea, no se sabe nada pero se reciben cantidades insospechadas de información. Vivir rápido, comer ligth y tener no importa qué, pero poseer, esa es la orden… ¡Ah!, y no te olvides de los prejuicios, las dobles morales y las filosofías propias de nuestra cultura; el clásico tranza para avanzar y si alguien tiene que caer, nunca seas tú. Sube, no importa lo que aplastes. Nos consumimos y ¿qué consumimos, con qué nos formamos, quiénes son nuestros niños y niñas y los ancestros? ¿Cuánto nos preguntamos? Así recibimos las noticias de las guerras, asesinatos, violaciones, secuestros, y un largo etcétera que nos parecen terribles pero lejanos, si
Ilustración: Carmen Lara. (Tomada del blog Ácido Fólico).
no han atravesado nuestra dramática familiar. Hasta que un día cualquiera, un niño mexicano empuña un arma y dispara dentro de su colegio matando y matándose. Frente a este evento otra vez podemos defendernos y argumentar problemas de salud mental, echarle la culpa a la madre (los hombres nunca son tan responsables desde el punto de vista social, pues la convención indica que son las mujeres quienes están al cuidado de los hijos), inmediatamente los juicios de valor se arremolinan. Alguien tiene que ser responsable, yo no. Resulta que todo eso que está mal entra en la categoría del Otro, el extranjero1. Es casi instantáneo el juicio que incluye un prejuicio. Nos defendemos, negamos lo siniestro que hay dentro. Ya planteaba Freud en su texto sobre “Lo Ominoso”, cómo lo rechazado en el otro corresponde a algo propio, no admitido, así lo íntimo se transforma en extraño.
1 El Otro, el extranjero es el título de una compilación magnífica que realizaron Fanny Blanck-Cereijido y Pablo Yankelevich bajo el sello de la editorial Zorzal en el año 2003.
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Fotografía: Amineh Johannes. Del informe de la UNICEF 2005 sobre infancia amenazada.
Regresemos a México. ¿Qué nos ha pasado? Parece que uno de los efectos que estamos viviendo es que la violencia ya es familiar, nos vamos acostumbrando y ello resulta peligroso, pues se invisibiliza. Ya no la vemos, pero ni siquiera la contactamos en las relaciones más cercanas. La violencia dentro de los hogares, la violencia que reciben día a día las y los niños se naturaliza. Así es como se educa, no lo cuestionamos. Hemos entrado en una espiral de violencia donde la ética ha quedado de lado y no nos ocupamos del semejante. Todos y todas somos partícipes. Son nuestros niños y niñas, sí, los nuestros, los que nos pertenecen como humanidad, como mexicanos, como quintanarroenses. ¡Qué difícil!, ¿verdad? Ya no es el hijo del vecino, también es el mío el que puede terminar en un “daño colateral” por esa bala perdida, y si es el del vecino, no nos olvidemos: son nuestros. ¿Qué sucede en un lugar en el que las diferencias, las extranjerías, las otredades se asumen como necesarias para subsistir? Un lugar que vive del turismo, de la llegada de extraños, esos que queremos y odiamos a la vez. Los que son culpables de que no podamos encargarnos de nuestra infancia, pues tenemos que trabajar en la zona hotelera, pero vivimos en la atolera. Llegar al trabajo im-
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plica recorrer largas distancias y dejar a las y los hijos con la llave colgada al cuello para que a sus cortos años regresen a casa y abran la puerta. ¿Cuán violento nos resulta vivir el derroche y desperdicio de alimentos y llegar a dormir a un cuarto compartido con muchos más, en el que apenas probamos bocado, pues mandamos parte del dinero para que la familia subsista? ¿Cómo nos impacta el modelo de belleza, esa cultura que es tan diferente fenotípicamente a nosotros y que nos han dicho que es nuestro ideal a alcanzar? ¿Qué nos sucede cuando la ciudad se paraliza porque hay un ataque armado en varios puntos y nos piden que callemos, que no lo nombremos porque quienes nos dan existencia se pueden asustar? No ahuyentemos al turismo. No hablemos de muertes violentas, de crímenes de odio, de feminicidios… no digamos que estamos atravesados por la descomposición, que somos frágiles, que tenemos miedo. Entonces, ¿cómo ser quienes somos…? ¿Y los que somos, existimos como cancunenses, por ejemplo. ¿Qué nos hace serlo? Tener identidad, ser alguien al ser de aquí, hacer tejido y sostenernos. Dar crianza, maternaje social desde un lugar auténtico que se sostenga en la posibilidad de romper con los binarismos amor-odio, someter o ser sometido en el encuentro con la alteridad, es uno de nuestros retos. Poder asumir las fallas, transformar la cultura, acercarnos a la justicia desde ejercicios personales que colectivicen experiencias. Hacer que la ciudad no sea aparente, que nuestros vínculos perduren más allá de las migraciones, sentir que podemos vivir en un nuevo lugar que recupera lo que nos antecede y valora lo que legamos, es otra de nuestras tareas. Mostrarnos así como somos: incompletos, con carencias y sin grandes verdades, con riquezas propias que se comparten, se suma a los desafíos, porque es inminente que la infancia resulta afectada de manera profunda. Espero que algún día logremos dar tiempo de calidad hacia las y los pequeños, esos olvidados en lo esencial y muy considerados en las planicies. Espero que nos preguntemos más, dialoguemos más, que no nos consuman los escapes fáciles para poderles escuchar y que reciban un lugar digno, donde se valore su sonrisa. Tropo
Vanesa González-Rizzo Krasniansky. Psicoanalista con más de 15 años de experiencia clínica en el tratamiento de bebés, niños, adolescentes y adultos. Fundadora en el 2005 del Espacio de Desarrollo Infantil e Intervención Temprana (EDIIT) en la Ciudad de México. Miembro activo de la Asociación Mexicana para el Estudio del Retardo y la Psicosis Infantil (AMERPI), integrante de la Asociación Mundial para la Observación de Lactantes. Ha sido docente en el Círculo Psicoanalítico Mexicano, la Universidad la Salle Cancún, entre otras instituciones.
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Lecturas en voz alta y en silencio Carlos Torres
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n su ensayo El culto de los libros, Jorge Luis Borges apunta que “a fines del siglo IV se inició el proceso mental que, a la vuelta de muchas generaciones, culminaría en el predominio de la palabra escrita sobre la hablada, de la pluma sobre la voz. Un admirable azar ha querido que un escritor fijara el instante (apenas exagero al llamarlo instante) en que tuvo principio el vasto proceso. Cuenta San Agustín, en el libro Seis de las Confesiones: ‘Cuando Ambrosio leía, pasaba la vista sobre las páginas penetrando su alma, en el sentido, sin proferir una palabra ni mover la lengua. Muchas veces —pues a nadie se le prohibía entrar, ni había costumbre de avisarle quién venía—, lo vimos leer calladamente y nunca de otro modo, y al cabo de un tiempo nos íbamos, conjeturando que aquel breve intervalo que se le concedía para reparar su espíritu, libre del tumulto de los negocios ajenos, no quería que se lo ocupasen en otra cosa’”.
Don Quijote de lectura, aceite de Honoré Daumier (1808-1879).
La misma cita que de las Confesiones hace Borges, nos dice que la lectura ensimismada, es un vehículo de transformación espiritual, un medio tan eficaz y tan mágico —digo yo—, como el té y la magdalena de Proust, que capacitaron al escritor francés para hilvanar este prodigioso tejido de palabras poéticas, profundas y perturbadoras, que conforman los siete tomos de la monumental novela En busca del tiempo perdido. El caso es que en la edición conmemorativa del 400 aniversario que la Real Academia de la Lengua hace de El Quijote, hay un deslumbrante ensayo de Margit Frenk (Oralidad, escritura, lectura) sobre ambos modos de leer en tiempos y en la persona de Cervantes, que merece una especie de escolio, exégesis o comentario, presumiendo que estas tres últimas palabras son sinónimos, aunque en realidad se aplican, o se aplicaban, a diferentes tipos de escritura —antigua, bíblica o de cualquier clase, respectivamente. Pero antes de entrar en materia, séame permitido apuntar que Margit Frenk es hija de Mariana Frenk-Westheim
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Margit Frenk, filóloga.
(1898-2004), quien fue una escritora, hispanista, curadora de museos y traductora alemana, nacionalizada mexicana. Fue autora de cuentos y aforismos, y se le recuerda principalmente por haber vertido al alemán la obra de Juan Rulfo. Fue madre también de Silvestre Frenk, y abuela de Julio Frenk Mora, este secretario de Salud durante la gestión de Vicente Fox. Fue esposa del historiador del arte Paul Westheim. A su vez, Margit Frenk no es menos conspicua que su progenitora, pues además de una brillante carrera como filóloga o experta en idioma, es hispanista, folclorista y traductora germano-mexicana. Es miembro de número de la Academia Mexicana de la Lengua desde 1993, miembro correspondiente de la Real Academia Española y de la British Academy, profesora e investigadora con doctorado honoris causa de la Universidad Nacional Autónoma de México. Es esposa del filólogo Antonio Alatorre (+), experto en la obra de Sor Juana. Entre paréntesis, recuerdo una pródiga reunión en el puerto de Veracruz, a principios de los años 70’s, donde estuvieron en casa de Juan Vicente Melo, Mariana Frenk, Jorge Ibargüengoitia, Isabel Fraire, Juan José Gurrola, Fiona Alexander —en ese tiempo novia de Gurrola, y luego madre del actor Diego Luna— y Joy Laville, esposa de Ibargüengoitia. En cierto momento, la plática se encaminó hacia la novela José Trigo, de Fernando del Paso, que Ibargüengoitia descalificaba como lo más aburrido que había leído —dudo que la haya leído— y también como una copia mexicana del Ulises de Joyce. Dogmáticamente, Ibargüengoitia decía: “Si yo escribo A, estoy en contra de quien escribe B”, y la poetisa Isabel Fraire acotaba, no sé si con ironía o convencida: “Nada más cierto.” Sin embargo, Mariana Frenk defendió con fervor a José Trigo, antes de que la crítica internacional la consagrara como una de las mejores narraciones de nuestra época. Cabe acotar al respecto, que José Trigo es además
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un experimento lingüístico, pletórico de palabras inusuales y anacronismos, aparte de ser una obra con espléndidos pasajes poéticos, y con una cautivadora musicalidad. Pero estas cualidades verbales no fueron las únicas que la filóloga Mariana Frenk defendía, sino el conjunto de ellas; es decir, la obra maestra que es José Trigo. Sobra acotar que, aunque con timidez, de modo timorato, yo —que pocos años antes apenas había rebasado entonces la adolescencia— me adherí a la postura de Mariana Frenk. Pues bien, regresando a nuestro tema, Margit Frenk despliega en la referida edición de El Quijote su magnífica perspectiva de filóloga y crítica de literatura, pues nos ilustra sobre ciertos aspectos de la lectura en silencio y de la lectura en voz alta, que bien vale la pena citar. En primer término, apunta que en la época de Cervantes, la gran mayoría de la población hispana no sabía leer, pero sí escuchaba las lecturas en voz alta, que algunas personas hacían para un público entusiasmado. Sin embargo, el verbo leer se aplicaba entonces, tanto al que leía como al que escuchaba. En El Quijote, Cervantes, quien al parecer leía en silencio, se ocupa de precisar cuándo se lee en silencio y cuándo en voz alta. Y más aún: cuando una persona lee en voz alta y otras escuchan lo leído, Cervantes aplica a todos ellos, a quien lee y a quienes escuchan, el verbo leer. Es indudable que la lectura en silencio, le procuró a Cervantes, justamente, esa condición de escritor ilumi-
Fotografía: Norma Ordieres. Vibraciones.
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nado, de lo cual estaba él tan consciente como Marcel Proust, Paul Valéry o José Gorostiza de su propia escritura. También es cierto que, al igual que Dante —quien prefirió escribir en toscano o italiano vulgar su Comedia, en vez del latín que usaba en el medioevo la clase ilustrada de Europa— Cervantes quiso llegar al mayor número de lectores a través de una narrativa claramente dirigida al gran público, ese mismo que oía embelesado la lectura que ciertas personas acostumbraban hacer, como ocurre en ciertos pasajes de El Quijote, y de ahí el tono digamos conversacional que caracteriza a esta obra maestra. En otras palabras, podemos afirmar que cuando escribía Cervantes, estaba oyendo al mismo tiempo el sonido virtual que tiene la palabra escrita, y por ello el éxito de El Quijote fue inmediato. Por otra parte, y alejándonos otra vez del tema, recordemos que la segunda parte de El Quijote, fue escrita por Cervantes aguijoneado por la aparición de la espuria segunda parte de su novela, escrita por un tal Alonso Fernández de Avellaneda, pseudónimo de un personaje todavía no identificado por los sabuesos de la República de las Letras. Cervantes, ciertamente, muestra su enojo por tal especie de plagio, y en varias ocasiones de su
segunda parte, arremete contra Avellaneda, al grado de imaginar un sueño o delirio de uno de los personajes de su novela, en el que demonios juegan a la pelota con libros, deshojándolos, y uno de ellos es la segunda parte apócrifa de El Quijote. No obstante, además de comprensible, este detalle de las puyas que hace Cervantes a la segunda parte apócrifa de su novela y a su autor, es más bien irrelevante, porque lo que importa es que esa “usurpación” o como se llame el acto del llamado Avellaneda, motivó a Cervantes para escribir su propia y genuina segunda parte. Y lo motivó además, para verter en esa segunda parte, todo su ingenio, toda su sapiencia. En efecto, mientras la primera parte se complace en aventuras chuscas, y se regodea en los desvaríos de Alonso Quijano sobre la realidad de las novelas de caballería, así como en las sandeces o la ingenuidad de Sancho Panza, en la segunda parte, por ejemplo, vemos a un Sancho Panza sublimado, casi tan elocuente y certero como su amo, y a éste, lo vemos discurrir con asombrosa elocuencia, sobre temas sumamente serios, salpicada su conversación con citas cultas y eruditas, así como uno que otro latinismo. Interesado repentinamente en la persona de Margit Frenk, veo en la red de redes que ella es, en su fisonomía, prácticamente una clonación de Mariana Frenk, y que además es toda una experta en la obra de Cervantes, como lo atestigua su libro Cuatro ensayos sobre El Quijote (Fondo de Cultura Económica, 2013). Tropo
Carlos Torres. Veracruz. 1949. Autodidacto. Periodista cultural, ensayista y poeta. Ha publicado los libros Canción para la luz de tus ojos (poesía), Los arrebatados cuentos mutuos (relatos) y Nueve Voces (ensayos). Figura en las antologías Voces de ciudad joven y Cancún, poesía selecta. Actualmente colabora en la revista político-cultural El Vigilante, editada en Chetumal.
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De obsesiones y medias verdades Ma. Ofelia Arruti Toda la vida Aguilar Camín, Héctor Literatura Random House México, 2016 136 pp.
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oda la vida, la novela más reciente del escritor mexicano Héctor Aguilar Camín, narra la historia de Serrano, periodista y escritor, que siente un amor fatal por Liliana Montoya, de quien se pasa huyendo toda la vida, pero a la que siempre está añorando. Liliana es una mujer seductora, liberal y promiscua. Una madrugada, después de una fiesta familiar, Liliana y Serrano están totalmente borrachos y ella le confiesa que mandó matar un tipo en venganza por haber profanado moral y sexualmente a su hermana menor Dorotea. Cuando Liliana oye por boca de Dorotea las vejaciones a las que su hermana ha sido sometida por su novio, un hondureño, le pide a su amante de turno, un hombre 20 años mayor que ella, vinculado a la política, al que todos llaman el Pato Vértiz, que mande matar al novio de Dorotea. Serrano no sabe si atribuir la historia a la borrachera de Liliana o a la de él, pero conociéndola tanto, no
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duda de que sea verdad y siente miedo, no solo de la historia del crimen, sino también de Liliana, la mujer que ama. A partir de entonces, se pasa la vida huyendo de ella, pero se siguen encontrando una y otra vez y, en cada ocasión, Liliana cuenta la misma historia del crimen, aunque siempre cambia algunos detalles. Pese a las variaciones, Serrano tiende “a creer que la historia es verdad” y se delata como escritor cuando dice “que la escena contiene una novela”. Hablando de sí mismo, el protagonista dice: “soy un escritor […] no hay inocencia en mis frases ni en mi camino narrativo […] no basta leer lo que escribo, hay que sospechar”. Esta novela es, además, un recorrido nostálgico por cantinas, bares, centros nocturnos y restaurantes de la Ciudad de México de los años setenta, cuando la policía formaba parte de los criminales, pero los tenía sometidos a su poder, así como ella respondía a los altos jerarcas del poder político como instrumento para su “higiene social”. La muerte de un conocido reúne a Serrano y al Pato Vértiz en el velorio y resurge entonces la necesidad de Serrano por Liliana y decide buscarla hasta encontrarla para por fin vivir con ella. Toda la vida es una novela corta, con capítulos muy breves, que se lee muy rápidamente. Con una prosa sencilla, el autor arma una red de silencios, verdades a medias, traiciones y obsesio-
nes en la que se ven involucrados todos los personajes. En esta novela, Aguilar Camín trata de dejar de lado su carrera como periodista e historiador para convertirse en escritor, lo que, según confiesa, ha sido siempre su anhelo. Esta novela, que aborda la temática del amor fatal, el delirio, la obsesión y el deseo, también es un relato pleno de nostalgia por un mundo que ya no es, no mejor ni peor que el actual, pero definitivamente perdido y, asimismo, aborda el vínculo que siempre existió entre la política y la policía en México en los años pasados. Una novela, en fin, que vale la pena leer y que, sin duda, no dejará indiferente al lector. Héctor Aguilar Camín nació en Chetumal, Quintana Roo. Es escritor, historiador y periodista. Entre su obra de ficción se encuentran las novelas Morir en el Golfo, La guerra de Galio, Las mujeres de Adriano, La conspiración de la fortuna y Adiós a los padres. Es autor del libro de historia La frontera nómada. Sonora y la Revolución Mexicana, así como de varios libros de reflexión y crítica. Tropo María Ofelia Arruti. Es traductora, editora y correctora de estilo. Radica en Cancún desde 2003.
La sentencia del cazador Miguel Miranda
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El salvaje Guillermo Arriaga Alfaguara 2016 696 pp.
a Ciudad de México en los setentas y propiamente la Unidad Modelo, es el marco de la nueva novela de Guillermo Arriaga, que habita en los subterfugios donde algunos escritores con oficio se sienten cómodos, y los gustos y aficiones personales conviven con elementos biográficos. Juan Guillermo, el personaje principal, narrará en primera persona sus tragedias que inician desde el útero materno cuando muere su gemelo una semana antes de la cesárea; siguen cuando una cortada que le cercena la arteria femoral lo deja al borde de la muerte (el quid mismo de la historia); y continúan con el asesinato de su hermano Carlos a manos de un grupo de utraderecha católico, solapado por Zurita, el jefe de la policía judicial. Por consecuencia, los padres, la abuela y todos los seres amados del protagonista (incluidos un perro y dos cotorritos australianos) morirán mientras él planeará su venganza, su personal vendetta que recorrerá casi setecientas páginas de una narrativa en
círculos, habitual en Arriaga, que remite al lector a una lectura potente y feroz. Transitan historias y personajes propios de esos años en un barrio y una época que Arriaga va sembrando en cada página, dando cohesión y tensión, con personajes que se hilvanan en la trama, como Chelo, el consuelo del protagonista y poderosa artífice de una historia de amor, y Colmillo, un aparente perro-lobo. Hasta que aparece Amaruq, un inuit del Yukón canadiense, cazador de lobos, que persigue a Nujuaqtutuq, un gran lobo gris, para exorcizarse a través de su abuelo: el lobo es su némesis, pero también su alter ego. A partir de aquí, el relato va desde México hasta Canadá en círculos narrativos que pasan por el Yukón, Avenida Izazaga, los inuits, el Gigante de La Viga, oleoductos e ingenieros y la Universidad Iberoamericana. En El salvaje, Arriaga se decanta como un escritor potente, capaz de mantener al lector inmenso en su relato, por muchas vueltas cronológicas que pueda plantear; su escritura es directa y sin artificios, aun cuando juega con imágenes tipográficas que ilustran el carácter y el dolor del personaje principal: una especie de ruptura tipográfica de comas y espacios tabulados, muy al estilo de los poemas de Mario Benedetti, que para algunos lectores puede ser chocante. Sin embargo, la maestría en la construcción de cada personaje es no-
table; Arriaga es un verdadero artesano al dar a cada uno de ellos actitudes memorables que traslucen durante toda la novela, aun cuando su participación sea mínima; el conocimiento exacto de la circunstancia del personaje advierte mucho de biográfico en la narración: si el lector vivió en la Ciudad de México en los años setentas, muy probablemente notará guiños hacia lugares comunes del sur de la ciudad, propiamente Ermita Iztapalapa y los alrededores de Calzada de la Viga que ya no existen pero en su momento fueron legendarios. Sin embargo –y con un poco de malicia– ese mismo lector puede reconocer ideas autorrobadas de otros trabajos como Amores perros donde, tal vez el gusto y afición del escritor se deja ver en la repetición de clichés caninos planteados por él mismo. Puede ser que algunos críticos arguyan poca intención o búsqueda literaria; sin embargo, nos encontramos ante una narrativa directa y entretenida que lleva a un buen final. No creo que se necesite más para una literatura de alta calidad. Tropo Miguel Miranda Saucedo (Cd. de México, 1966). Licenciado en Diseño Gráfico. Es profesor en la Universidad Anáhuac Cancún.
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Donde viven los terrores cotidianos Hábib Sánchez
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Siete casas vacías Samanta Schweblin Páginas de Espuma 2015 123 pp.
espués de su incursión en la novela, la argentina Samanta Schweblin (1978), regresa al cuento en Siete casas vacías, que obtuvo el IV Premio Internacional de Narrativa Breve Ribera del Duero. Samanta ha mostrado en trabajos anteriores su formidable dominio del terror fantástico, pero este libro se diferencia por usar un terror más realista, con dosis de miedos que llenan a los personajes y perturban su tranquilidad. El hogar debe ser sinónimo de calma, pero la escritora no está de acuerdo, y debate a través de las historias cómo la cotidianidad también puede volverse una pesadilla. Prejuicios, pérdidas, soledad, incomprensión, es lo que llena la mente y la vida de los protagonistas, pero esas cosas también los han vaciado. Sí, porque podrán vivir en residencias con muchos muebles, con estanterías repletas de libros, rodeados de personas y de jardines con bellos rosales, pero ellos son, en su mayoría, una casa deshabitada por un espíritu que los ha abandonado hace mucho. Autómatas con un itinerario programado.
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El libro toca temas como el deterioro de la vejez, la obsesión, el proceso de duelo, la incomunicación y el abandono. En el “Hombre sin suerte” (cuento ganador del premio francés Juan Rulfo en 2012), mientras sus papás la ignoran, una niña irá a comprar ropa interior, acompañada de un desconocido. En “Mis padres y mis hijos”, vemos lidiar a un hombre con la demencia senil de sus progenitores, a los cuales les gusta andar desnudos por la vivienda e incluso en los exteriores. En “La respiración cavernosa”, el cuento más extenso y uno de los mejor logrados del libro, seguimos a Lola, una mujer en el otoño de su vida, que espera con ansias la muerte, pero inevitablemente todas las mañanas vuelve a despertar. Y para continuar su existencia, sigue una lista que la ayuda con su día a día. Conoceremos un evento que la marcó en el inicio de su vejez, su gusto por hacer sentir culpable a su marido, su personalidad obsesiva, amargada y controladora, en una rutina que tiene variaciones cada vez que se cuenta. Sospechaba que su vida había sido demasiado larga, tan simple y liviana que ahora carecía del peso suficiente para desaparecer. Había concluido, al analizar la experiencia de algunos conocidos, que incluso en la vejez la muerte necesitaba de un golpe final. Un empujón emocional, o físico. Y ella no podía darle a su cuerpo nada de eso. (“La respiración cavernosa”). La prosa de Samanta Schweblin es
intricada, con mucha complejidad en sus actores, pero se puede ir descifrando en un viaje por escenarios comunes. Su mente nos arroja personajes en un estado avanzado de oxidación, a punto de romperse, y nos hace testigos de cómo poco a poco los va fracturando. Una narración pulcra que nos llevará en un frenesí por saber qué decisiones tomarán los personajes ante las problemáticas que los aquejan. Pienso que las cosas suceden siempre en el mismo orden, incluso las más insólitas, y lo pienso como si lo hiciera en voz alta, de un modo ordenado que requiere la búsqueda de cada palabra. Cuando lavo los platos se me da bien este tipo de reflexiones, basta abrir la canilla para que las ideas inconexas finalmente se ordenen. Es apenas un lapso de iluminación; si cierro la canilla, para tomar nota, las palabras desaparecen. (“Pasa siempre en casa”). Un libro que transpira en cada página temores que se ocultan, como monstruos de nuestra infancia en las esquinas oscuras. Porque, indudablemente, varias veces durante la lectura se nos hará meditar sobre cuán lleno está, y de qué, eso que llamamos hogar. Tropo
Entre dos nostalgias Mariel Turrent La Carne Rosa Montero Alfaguara 2016 152 pp.
L
“
a vida es un pequeño espacio de luz entre dos nostalgias: la de lo que aún no has vivido y la de lo que ya no vas a poder vivir”. Con esta frase inicia Rosa Montero La Carne, y eso me bastó para adentrarme en su libro, fascinada por los matices de una vida apasionada y salpicada de melancolía. Desde la primera página no dejé de sonreír, pues me atraen los conflictos íntimos contados con humor. Me entusiasma quien se ríe de sus infelicidades y entiende la vida como la constante pérdida de ese momento único que es el presente. La historia inicia en la España actual. Soledad se encuentra en el umbral de los sesenta años y tiene pánico de caer en el abismo sin retorno de la vejez. Acaba de romper con su amante y se siente desesperadamente sola. Él ha comprado boletos para asistir con su esposa a una función de Tristán e Isolda, y Soledad, al sentirse desechada, contrata a Adam, un atractivo y joven gigoló, con el afán de provocar una reacción en su examante.
Con una prosa intimista en tercera persona, la autora narra los meses que dura la relación de Soledad con Adam. Con maestría nos involucra en los conflictos de esta mujer que empieza a sentirse disminuida e insegura por el paso de los años, mostrándonos su miedo a la muerte, su soledad, su necesidad de amar y ser amada y, por supuesto, su esclavitud hacia la tiranía de la carne. En Soledad vemos a una mujer en el umbral de una transición, donde convive la que es con la que será; y lo que está dispuesta a hacer para sentirse joven, querida y saciar su necesidad de devorar y ser devorada. La agilidad que logra la autora nos hace cómplices instantáneamente. Tan cómplices como lo es ella misma, pues veo en La Carne, una ventana hacia su mundo interior, un atisbo que nos regala de forma libre y desinhibida hacia su propia alma. Ejemplo de esto es el paralelismo del personaje y la autora: la edad, su soltería y falta de descendencia (aunque el personaje es una mujer soltera y la autora es viuda), su carga emocional causada por el lastre de una enfermedad (la protagonista tiene una hermana internada y la escritora cuidó a su esposo durante un largo cáncer terminal). Su prosa de fuerza revulsiva, hace uso de un estilo indirecto libre para mostrarnos con esa mirada liminar, el punto en el que no se ha dejado de ser pero tampoco se es aún,
logrando así el retrato de uno de los roles femeninos actuales de España (la población mayor de 60 años constituye 24% y va en aumento) La Carne está musicalizada con piezas como el Liebestod de Isolda, de Wagner, a la que se refiere como “la música más majestuosamente erótica”, o el piano tranquilizador de Ludovico Einaudi. Y por si fuera poco —una experiencia que encontré deliciosa—, de manera paralela a su trama, va armando —al igual que la protagonista— una muestra de escritores malditos que se despliega con una estructura en espiral, introduciendo al lector cada vez más profundamente en sus vidas: “un viaje a los extremos del ser, que sólo se consigue hacer si uno baja muy al fondo de uno mismo”. Mariel Turrent Eggleton (México, D. F., 1967). Ha publicado los libros “Desde adentro” (aforismos) y “Cajón de muertes y amores” (cuentos), y “La jornada del viento” y “Desnudeces de agua” (poemas). Obtuvo el primer lugar en el segundo Concurso de Cuento Juan Domingo Argüelles (1999). Correo electrónico: marielturrent@gmail.com
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Para contrarrestar la amenaza del ayer Juan Carlos Serrano
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Demasiados héroes Laura Restrepo Alfaguara 2016 264 pp.
n infinidad de ocasiones me he preguntado: cómo contar un hecho histórico sin caer en el lugar común de enumerar cronológicamente un devenir de sucesos, casi siempre conocidos y por tanto previsibles. Al tomar contacto con la novela Demasiados héroes, de Laura Restrepo, uno se da cuenta de que es posible envolver y rodear el tema principal, que con el recurso de una imaginación prodigiosa, podemos recuperar el tiempo y trasladarnos a los acontecimientos históricos, que adquieren de esa forma una significación diferente. Esto ocurre con esta obra. Con una construcción en la que los dos personajes protagónicos (madre e hijo), instalados en el presente en la ciudad de Buenos Aires, Argentina, mantendrán un diálogo, veloz, fluido e inteligente; e irán intercalando anécdotas de un pasado reciente, en el que ella (Lorenza) le contará a su hijo (Mateo) la historia de su militancia clandestina trotskista durante la dictadura militar ocurrida entre 1976 y 1982. Mateo, que tiene 20 años y vive con su madre en Bogotá, ha realizado
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el viaje porque necesita saber qué ha pasado con su padre (Ramón), un militante de izquierda como su madre, y al cual dejó de ver desde los tres años. Decide entonces ir a buscarlo a su ciudad, Buenos Aires, donde transcurre la mayor parte de la obra. Mateo reflexiona: “Y si mi padre era una especie de héroe, ¿por qué nunca quiso saber de mí? Su madre lo llevará (junto a nosotros los lectores) por los recuerdos de aquel pasado. Visitarán La Casa de Gobierno, el centro histórico de la ciudad, el barrio de Caballito donde vivió con Ramón, y donde Mateo nació. La habilidad narrativa de Restrepo nos acerca con credibilidad a las voces de cada uno de sus personajes, permitiéndonos, en la recreación de los diálogos, identificarlos en edad y en intereses propios, que pocos narradores logran con tanta suficiencia como ella. Asimismo las historias de la vida militante en la clandestinidad (no nos olvidemos que en la época de esta dictadura, se prohibió la asociación de más de tres personas, por considerarse tentativa contra el régimen, así como poseer o trasladar libros o revistas con contenido político, que ellos consideraban lectura peligrosa), son de una verosimilitud tan asombrosa, que resulta difícil no creer que la autora haya vivido situaciones similares. Los detalles son tan precisos que el que no ha estado sumergido en semejante despliegue de temor y ocultamiento difícilmente podría describirlo con la maestría de la autora.
La construcción de la novela también es un hallazgo afortunado. Desde el presente, mientras va desgranando los recuerdos de aquel pasado, nos va pasando la información a cuenta gotas, logrando que la lectura resulte tan inteligente como cautivadora, al punto que uno no puede dejarla una vez que la ha comenzado. El lenguaje es otro acierto. Sin dejar de ser literario, utiliza un tono cotidiano que amerita el contenido de la obra. La novela contiene además metáforas formidables y pensamientos como por ejemplo: “Pasado que no ha sido amansado con palabras no es memoria, es acechanza.”.
Juan Carlos Serrano (Buenos Aires, 1950). Estudió Sociología y teatro. Autor del libro de relatos breves Recuerdos, fantasmas y otras yerbas (1992). Radica en Cancún desde 1999. Sus cuentos fueron publicados en TROPO a la uña (primera época). Coordinó un Taller literario de lectura y cuento en 2008. Aparece en la antología de autores cancunenses Puro cuento, pan y vino (Innova, 2016), que recoge los textos del taller itinerante del mismo nombre.
No deje de leerlos Subsuelo. Marcelo Luján (Salto de página, 2015). Galardonada con el premio Dashiell Hammett a la mejor novela policial en español publicada en 2015, Luján muestra en esta novela los conflictos interiores de tres adolescentes y sus padres frente a un hecho trágico que los une desde el principio con secretos, extorsiones y enredos. Limitándose a un escenario sumamente reducido y pocos personajes, el autor describe la obscura maldad del ser humano utilizando una línea narrativa que va y viene en el tiempo. La innovación de un narrador anticipatorio hace de la novela una experiencia de lectura diferente, que mantiene al lector atento a las pistas acerca de los sucesos cargados de envidia, odio, amor filial y sexo destructor que están por acontecer. (MÓNICA AGUILAR ÁLVAREZ) Saga. Brian K. Vaughan y Fiona Staples. (Kamite, 2014. 48 pp. cada número). Ganadora de tres premios Eisner como mejor serie regular, arte y guion, combina la fantasía y la ópera espacial, pero de forma original y sin censura. Con un gran diseño de personajes, se centra en un matrimonio de razas rivales, que intenta salvar su vida y la de su hija mestiza, vista como una abominación, en un ambiente hostil. Destacan también las ilustraciones, con una paleta pálida pero con contrastes, bellas aun en las escenas más crudas y con un acabado digital que pule más el resultado. Esta obra es ya un referente que no se puede ignorar. (HABIB SÁNCHEZ). ¿Quién ha visto el viento? Cuentos completos. Carson McCullers (Austral, 2013. 319 pp.). Marcados por la soledad, el desamparo y el desconcierto, los protagonistas buscan dar sentido a un mundo que los ha dejado atrás. Transitando por bares, trenes, suburbios y campos del sur de Estados Unidos, se vuelven conscientes de lo que viven, mientras nosotros tenemos una visión precisa de lo que sucede a su alrededor por la atención tan marcada en los detalles. La autora nos guía a través de una tensión sostenida, a veces una tragedia ya anunciada. Quien busque historias sorprendentes, no las encontrará aquí, pero la forma en cómo McCullers aborda los cuentos, desde una aparente sencillez, brinda una carga emocional que vuelve significativa la lectura y el acercamiento. (ABEL NAAL). La soledad de las vocales. José María Pérez Álvarez. (Ediciones BS, 2008). A pesar de tema que resulta muy fuerte —el monólogo de un alcohólico que relata de manera reiterativa aspectos de su vida a la que no le encuentra ningún sentido y en la que es evidente la evolución de su enfermedad—, este libro logra sumergir al lector dentro de la mente de un ser enfermo hasta el punto de producir en él los mismos sentimientos de hastío, ansiedad y desasosiego del personaje. Este acierto es de tipo formal: el autor entrelaza los pensamientos recurrentes de un borracho y presenta sus reflexiones obsesivas sin ningún cuidado tipográfico encabalgando con comas el texto y convirtiendo el discurso desordenado sintácticamente en un estilo literario disfrutable. (MÓNICA AGUILAR ÁLVAREZ).
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Historia de Cartapacios Compilación de textos literarios de estudiantes de la UQRoo (1996-2016) Javier España En el marco de la celebración de los 25 años de la UQRoo, fue presentado el 7 de marzo en Chetumal el libro Historia de Cartapacios, una compilación de textos realizados a lo largo de veinte años por los alumnos del taller de creación literaria de la Universidad de Quintana Roo coordinado por Javier España, textos que paulatinamente iban siendo publicados en la revista Cartapacio, carpeta literaria interna de ese recinto educativo. Publicamos a continuación el prólogo de esa obra con autorización del compilador.
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esde la primavera de 1994, la Universidad de Quintana Roo incluyó en su mapa curricular la asignatura de Creación literaria, con la clave AAAC-102. Como una materia cultural de apoyo, el alumno podía seleccionarla en su carga académica, otorgando el número de créditos asignado y requerido. El aprender a ser se fortaleció, desde un inicio, como una búsqueda real y concreta hacia los valores humanos. Este es y sigue siendo el principio rector de la sensibilidad artística: el reencuentro consigo mismo y, por ende, con el otro. Esta otredad es visualizada como la otra orilla que pretende el creador de cualquier obra de arte. Con este propósito se empezó a transmitir a los alumnos ciertas destrezas y recursos verbales de un lenguaje que traducía el propio mundo que les había tocado vivir desde el amanecer de sus conciencias estéticas. Un servidor fue, privilegiadamente, el responsable de esa tarea maravillosa. Desde el principio se estableció el siguiente objetivo general contenido en el respectivo programa de la asignatura, el cual dice: “que el alumno deberá reconocer en las manifes-
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taciones literarias los valores humanos estéticos y reflexivos, que le permitan aproximarse con diferentes dimensiones al proceso creativo que requiere todo texto literario.” La descripción y el propósito, explícitos e implícitos en el programa, derivaron en nombrarlo, esencialmente, como taller de creación literaria por los mismos alumnos. Afortunadamente, se inició con dos grupos, con dos talleres literarios. La pedagogía imaginativa fue la condición primera para sospechar que el universo podía pronunciarse en palabras. La prosa, a su vez, descubría historias tras los visillos de cada una de las experiencias personales de los estudiantes. También la poesía derramaba imágenes y metáforas en estas intenciones creativas. De manera satisfactoria, muchos estudiantes inscritos desde el primer ciclo primaveral de 1994, habían continuado asistiendo durante casi un par de años, lo que permitió la generación de textos propios (narraciones breves y poemas) y que empezó a fraguar la idea de publicarlos en alguna clase de revista. Esta aspiración comenzó a imaginar de qué forma realizar esta empresa. Se sumaba a la promesa de la publicación el factor multidisciplinario de un aprendizaje detentado por los mismos alumnos, puesto que pertenecían a diferentes ca-
rreras de la universidad como Derecho, Antropología, Relaciones internacionales, Lengua inglesa, Economía, y todas las demás. Se incorporaron, en el camino de los años, estudiantes de carreras de más reciente creación, como la de Humanidades, por ejemplo. De pronto era como un entrecruce de caminos que encontraba un común denominador en la sensibilidad creadora. Fue así que se presentó la idea de una publicación, como un proyecto de revista, al actual Departamento de Difusión y Comunicación Social a través de Magdalena Mulia Cabrera, quien con gran entusiasmo y profesionalismo apoyó esta iniciativa hasta culminar en la primera publicación en septiembre de 1996. Se decidió después de varias travesías verbales nombrar CARTAPACIO a la revista, pensando en el diseño. También fui privilegiado de ser su director desde esa fecha, asumiendo la responsabilidad de la selección y revisión de todos los textos. La revista fue contemplada como una carpeta que contuviera los textos literarios por sus cuatro láminas, planeando la estrategia de que ese formato también tendría un fin material para quien la poseyera. El diseño se distinguía de cualquier otro parecido porque poseía, como hasta ahora, una especie de cejilla que hacía sujetar el posible contenido de la carpeta literaria. El diseño original estuvo a cargo de Edita Monroy Carmichael por los primeros tres números. Después participarían Raciel Manríquez (número 4), Heriberto López Platas (número 6), Luz del Carmen Rodríguez Sánchez (todos los demás, hasta el número 16), entre otros. Es importante subrayar el apoyo de Raciel Manríquez que ha actuado como coordinador operativo de la revista, agilizando la edición de la misma desde 2003 y que, también, ha pertenecido a los talleres de creación literaria de la universidad. Hay que nombrar también a aquéllos, entre alumnos e invitados, que colaboraron con el diseño interior, aportando viñetas que acompañaran, creativamente, el contenido de los textos literarios. Entre estos mencionaremos a Gabriel Vázquez Dzul (números 8, 9 y 13), David Corona Sandoval (número 12), Temoc Trejo (número 14 y 15) y a María Guadalupe Cuéllar Espadas (números 16, 17 y 18). Esta última colaboradora, quien actualmente funge como Directora General de Bienestar Estudiantil de nuestra universidad, y ha asumido otorgar el apoyo administrativo para la publicación de las más recientes ediciones. Al principio, se pretendió mantener una periodicidad para su publicación, pero se ha creído que su aparición debía darse en el momento en que los textos mismos lo requieran, con base a su originalidad y determinado rigor.
Estudiantes de la Universidad de Quintana Roo y egresados, cuyos textos aparecen publicados en Cartapacios. En medio, el poeta coordinador del taller literario, Javier España, y el rector de la institución académica, Ángel Rivero Palomo.
Ahora que la Universidad de Quintana Roo cumple sus primeros 25 años, se pensó que sería muy oportuno recopilar el material publicado en sus 18 números. Muchos de los autores que han publicado dentro de los 20 años que cumple la revista CARTAPACIO, se han incorporado profesionalmente al campo laboral, y a los años podrán reconocer en la edición de este libro, seguramente, parte de su formación humanística, recibida en nuestra Universidad de Quintana Roo. Tropo
e n t r e v i s t a con
Gina Saldaña
Hay que sacarle al drama la comedia Mónica Aguilar Álvarez O. Al cruzar la reja del patio —vestíbulo del Teatro Xbalamqué—, la atmósfera cambia. El arte se siente en el aire. No puede ser de otra manera si a diario la compañía Algarabía ensaya en este teatro hasta altas horas de la noche. Gina Saldaña, la directora de esta compañía y de este recinto, me recibe sentada tranquilamente bajo la pérgola por la que se cuelan rayos de sol que iluminan su roja cabellera tan característica.
G LOS INICIOS
ina Saldaña ama el escenario. Estar bajo los reflectores se ha convertido en una necesidad que la ha llevado desde pequeña a tomar decisiones que la mantengan frente al público. Desde niña se inició en la actuación y la dirección teatral montando con sus primos los cuentos de Enrique Fernández, mejor conocido como Cachirulo. Durante su niñez, tuvo la fortuna de empaparse de la cultura teatral que se ofrecía sin costo en la Unidad Independencia de la Ciudad de México, de donde es originaria. Más adelante, decidida a convertirse en actriz, aplicó para la licenciatura en dirección escénica en la Universidad Autónoma de México donde por falta de cupo y muy al contrario de lo que ella hubiera querido, la matricularon en la carrera de Trabajo Social. Cinco años más tarde, se graduó y comenzó finalmente la carrera en Dirección Escénica. Su experiencia como trabajadora social ha marcado su trabajo como actriz, como directora y
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como guionista. El carácter humanista, profundamente arraigado en ella, se manifiesta en los criterios que rigen las obras que presenta y que promueven la acción de los espectadores para dar solución a problemas sociales. El desencantamiento de un amor extranjero la impulsó a buscar nuevas latitudes y la hizo llegar en 1991 al Caribe Mexicano en donde se visualizó de inmediato formando una compañía, abriendo una escuela y trabajando en lo que constituye su pasión: el teatro. Contaba con las suficientes tablas para lograrlo, pues los estudios nunca le impidieron continuar con su formación artística: fue parte de la compañía de teatro de su facultad así como de otras fuera de la universidad, tuvo participaciones destacadas en cortometrajes y documentales, hizo comerciales y trabajó en programas de televisión. Sin embargo sus primeros trabajos en esta ciudad fueron como bailarina gracias a su vasta preparación en danza contemporánea, ballet clásico y jazz. El baile siempre fue su aliado para sobrellevar los momentos en que no hacía teatro. DE EL CURRÍCULUM A LA BRUTA BRUJA BRUNA No fue hasta 1995 cuando finalmente se le abrieron las puertas del teatro quintanarroense gracias a su participación en un concurso de monólogos y unipersonales donde ganó primer lugar con el monólogo cubano El Currículum, que ella adaptó incluyendo elementos de su vida personal. Desde entonces, Gina no se ha bajado de los escenarios teatrales de Cancún y ha trabajado con grandes personajes de nuestro estado, entre ellos, el escritor de crónicas sociopolíticas y novelista Carlos Hurtado, quien la invitó a escribir y dirigir una obra de tintes políticos; y Elba Capuchino, política involucrada en El Barzón, con la que llevó al Festival Cervantino y a varias entidades de Guanajuato, una obra promovida por el entonces gobernador Vicente Fox y relacionada con este movimiento social. También trabajó directamente con el gobierno del Estado, para el cual escribió Con las alas rotas, una obra dirigida y presentada a estudiantes de las secundarias y prepas públicas para concientizar acerca de la violencia, las drogas y el alcohol. A Gina se le da la comedia de forma natural. Le gusta sacar el lado festivo y alegre de las obras que dirige pero, sobre todo, le gusta reírse de sus personajes y, de paso, de sí misma. Es por eso que, a pesar de que Helena Rojo y Blanca Guerra han sido una influencia positiva en su
forma de hacer teatro, los Pardavé, especialmente Joaquín, han sido siempre sus actores favoritos. No obstante, el personaje que más satisfacciones le ha dado no tiene nada que ver con la comedia. Del monólogo La mujer sola, de Darío Fo, “María” ha sido uno de los personajes que más ha demandado de su esfuerzo histriónico justamente porque no tiene nada en común con ella. Convertirse en “María” fue un gran reto, pero su interpretación le ha dado varios premios, pues es un monólogo que toca las fibras más sensibles de los espectadores y los provoca a la reflexión. “María” la ha llevado a presentarse en la cárcel, en asociaciones de mujeres maltratadas, en festivales y en el extranjero. Desde el 2004 ha tenido tantas representaciones, que bien merece una placa que luzca brillante a la entrada de este teatro. Actualmente está trabajando como directora en tres obras, y en una más como actriz, con un papel creado a su medida por el prolífico autor y dramaturgo Tomás Urtusástegui. Cuando Gina leyó por primera vez el guion de La bruta bruja bruna, monólogo escrito a petición suya, pues
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tro de cabaré obligó el cambio de distribución para poder ofrecer al espectador comida y bebida. Debido al peso de las mesas que se compraron para tal fin y la dificultad de montarlas y desmontarlas continuamente, el teatro adopta esta distribución de manera permanente creando con ello su sello distintivo. Para la elección de la cartelera que se presenta los fines de semana, la directora artística y operativa del teatro, ha tenido que escuchar a su auditorio. El público asiduo le pide comedia, no les gusta el drama y muy a su pesar ha tenido que limitar las obras clásicas con excepción de “La casa de Bernarda de Alba”, de Federico García Lorca, que se mantuvo en cartelera por una larga temporada. La cartelera no solo se conforma con obras de la compañía Algarabía, sino que últimamente han surgido pequeñas compañías de jóvenes talentos que empiezan a incursionar en el medio. Gina, quien también es profesora de teatro, disfruta esta iniciativa y les ofrece un foro donde presentar sus obras inéditas. LA IDENTIDAD COSMOPOLITA DEL TEATRO DE CANCÚN le encantan las brujas, no le gustó. El personaje le parecía infantil y no lograba identificarse con él para darle los matices necesarios para enriquecerlo, así que lo dejó encerrado madurando en un cajón. Pero ahora, después haberlo hecho suyo, está casi listo para el estreno. Gina se siente tan cómoda en la actuación como en la dirección. Algunas veces deja pasar tiempo sin subir al escenario, pero actuar se ha convertido para ella en una necesidad. No es el aplauso el que la hace volver a actuar sino la emoción de transformarse y convertirse en un personaje nuevo. LA MUJER DETRÁS DEL TEATRO XBALAMQUÉ Gina Saldaña es la protagonista principal de la historia del teatro Xbalamqué, que comenzó hace más de siete años cuando José Ancira, rescatista de los valores culturales locales, como le han llamado algunos, busca formar un centro cultural en el hotel del cual es dueño. Con esta intención, le propone a la actriz la creación y dirección de un teatro en el área que ocupaba una sala de juntas. En un principio, el teatro contaba con un patio de butacas conformado solo con sillas como se acostumbra habitualmente. Sin embargo, el gusto de la directora por el tea-
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La actriz considera que el teatro en Cancún está creciendo y que últimamente ha tenido resultados positivos, pero también reconoce que aún falta impulsarlo para que alcance el máximo nivel. Comenta que la identidad del teatro cancunense ha sido criticada en varias ocasiones por no representar las raíces del estado ni incluir elementos característicos de la comunidad; sin embargo, matiza, la ciudad de Cancún es cosmopolita y lo mismo se refleja en su teatro. Y no es que Gina le tema a la crítica: al contrario, la pide e incluso la promueve entre los actores de su compañía. Para ella la crítica es necesaria para crecer y mejorar, pero considera que debe de venir de personas con bases teatrales que tengan el conocimiento para hacerlo objetivamente. Gina es multifacética: lo mismo puede desempeñarse como trabajadora social o empresaria o productora, que como actriz, guionista y maestra. Y así, tal como interpreta un protagónico, se reviste de cada una de estas facetas. Ella dice que le gusta la comedia y que es alegre, pero su mirada es penetrante y su presencia emana fuerza y decisión; más aún, cuando se acompaña del tono grave de su voz. Se nota que está acostumbrada a dirigir y que tiene una estricta disciplina en sus horarios. Sabe cuándo va estar en un lugar y durante cuánto tiempo. Tiene la certeza
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de que durante la semana se ensayará de cinco a nueve y los fines de semana se presentará la cartelera. Respeta a los actores que conforman Algarabía y es honesta cuando se trata de montar una obra, que a pesar de ser de su gusto, posiblemente no sea un éxito taquillero. Quisiera poder ofrecer trabajo a todos los actores de la compañía, pero el tamaño del escenario limita la elección de las obras y el número de actores que actúan en ellas. Pero así como sabe ser directora, también sabe tomar su papel de actriz y dejar que la dirijan, como lo hace una compañera suya para dar vida a la Bruta bruja bruna. Y será muy bruta pero esta bruja desarma a Gina por completo. El papel le cuesta, la hace sufrir, la pone nerviosa, pero a la vez la hace cómplice. Cuando habla de sus personajes inmediatamente se transforma, le brillan los ojos y se emociona tratando de transmitir todo lo que pasa durante el proceso creativo. Especialmente cuando habla de “María”, pues se sabe portadora de la voz de muchas mujeres que viven en situaciones de violencia familiar, se sabe la voz de la denuncia: cualquiera de las mujeres del público puede ser una “María”. Disfruta enormemente cuando las personas que la van a ver se identifican con el personaje o identifican a algún familiar cercano; goza cuando lloran y entre lágrimas también ríen porque al drama hay que sacarle la comedia. Cuenta divertida que ha recibido muestras de consuelo y de ánimo cuando sale del camerino después de su presentación. Los espectadores creen que ella realmente es “María” y no una gran actriz que la interpreta. Y efectivamente en el escenario, ella es “María”. Como administradora y directora operativa, es celosa de su trabajo. No se permite dejar el teatro sin supervisión, está presente durante cada función. Recibe personalmente al público con su mirada inquisitiva y una fachada que la hace parecer impenetrable. Sentada en la barra, cobra la entrada y entrega los boletos escaneando a quienes conformarán la audiencia de la noche. Le teme al teatro vacío, pues solo si hay público, la casa gana y los actores también. No tiene apoyo económico alguno, las obras se financian solas y por tanto depende enteramente del gusto y de la asistencia del público. Le gustan los estrenos porque las butacas se llenan pero les teme a la vez porque marcan el comienzo de una temporada. La incertidumbre del éxito empaña el éxito del momento. Hablar de Gina Saldaña es hablar de una trayectoria extensa y multidisciplinaria que incluye además de teatro, la docencia tanto en la Universidad La Salle como en el Colegio de Bachilleres plantel dos, la organización de
eventos artístico-culturales, la participación en diversos festivales nacionales e internacionales, la representación estatal de la red nacional de mujeres de teatro. En resumen se podría decir que más que una actriz, Gina Saldaña se ha convertido en una ferviente promotora de la cultura de nuestro estado y voz de denuncia social: “Me gusta que las obras lleven siempre un mensaje social y, si no lo traen, se los incluyo.” Tropo
Mónica Aguilar Álvarez (Ciudad de México 1968). Maestra en Ciencias de la Familia. Autora de la novela testimonial Por un lugar en el mundo. El derecho de los niños con síndrome de Down a una inclusión social plena (Regio, 2012). Asesora a empresas para modificar paradigmas y prácticas laborales que impiden la inclusión de la diversidad y que crean ambientes que discriminan. Es directora de Incluvoz, organismo que capacita, concientiza y sensibiliza acerca de la importancia de la familia y la inclusión de personas con discapacidad en la sociedad.
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Butaca Teatral
Por Mónica Aguilar Álvarez
EL DETALLE
C
on guion y dirección de Héctor A. Izaguirre — quien igualmente caracteriza al personaje principal—, la obra “El Detalle” que se presenta en el teatro Xbalamqué es una divertida comedia que cuenta las vicisitudes de Cantinflas en Cancún. Lo que vemos en escena es una serie de encuentros y situaciones chuscas donde nuestro cómico por excelencia, acostumbrado al argot “chilango”, se enfrenta de pronto a los nombres y dichos de la Península de Yucatán. Así lo visualizamos buscando un gran barco en el “crucero”, “prestando dinero” al público y aprendiendo las reglas gramaticales del habla yucateca. Y Dafne Romero, en su actuación como Belem, hace reír a los asistentes cuando busca pero no busca su bulto o cuando trata de explicarle a Cantinflas que los panuchos no son tostadas. La jovialidad y naturalidad de la compañía Comedian Teatro, integrada por jóvenes talentosos, provoca la risa del público al no seguir el libreto al pie de la letra y sacar exitosamente los desatinos que provoca la interacción con el público. El auditorio se suma a la puesta
en escena participando efusivamente con sus comentarios y bailando en el escenario con los guapos actores del elenco al ritmo de la música del DJ. La comedia, estructurada en varios fragmentos que tratan un tema a la vez, presenta al principio cuadros bien escritos y con buen ritmo, si bien al final cae un poco por su demasiada improvisación. Aun así, el cierre rescata la obra que deja un buen sabor de boca entre los asistentes, quienes constatan el buen nivel y gran trabajo de compañías de jóvenes que incursionan en el teatro cancunense. Tropo
DRÁCULA GAY
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pesar de lo poco persuasivo del título, esta puesta en escena tiene sin duda el sello de calidad que solo Gina Saldaña puede otorgar con su dirección artística y el respaldo de la compañía de teatro Algarabía. El divertido guion de Tomás Urtusástegui da un giro completo a la imagen mortal del conde Drácula con cambios bruscos de emociones y comentarios continuos en doble sentido que en ningún momento llegan a ser vulgares. La música particularmente bien escogida, se utiliza como un recurso importante para la consecución de la obra. Luis Miguel Cabrera se planta sobre el escenario llenándolo con su atrayente personalidad y roba de inmediato la atención de los asistentes. Se presenta con un excelente maquillaje y un vestuario digno de un conde, especialmente la capa de la cual hace gran alarde. Entre risas y llantos, Drácula cuenta la razón por la que está muriendo de hambre y es gay. Durante los sesenta minutos que dura este divertido monólogo interactivo, no se dejan de escuchar los aplausos y risas continuas del público que participa en varias ocasiones interactuando con el actor desde sus lugares o sobre el escenario. El actor que personifica elocuentemente al vampiro, es capaz de transmitir mediante gestos
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y diferentes modulaciones de voz las emociones más variadas así como hacer bailar hasta al más reticente. Fue un gusto ver que el público estaba conformado en su mayoría por jóvenes, entre ellos varios actores, que mantuvieron un ambiente relajado y alegre. Tropo
Por Antonio Uribe
Butaca de Cine
Los animales de Tom Ford
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studiante de Historia del Arte en la Universidad de Nueva York, carrera que dejó para estudiar diseño de modas en la misma ciudad, Tom Ford obtuvo su primer trabajo importante como director de diseño de la casa Gucci en 1992 y, posteriormente, para Yves Saint Laurent, en donde acompañó el éxito de sus colecciones con novedosas propuestas publicitarias integrando a artistas como Mario Testino, o arriesgándose a la crítica y controversia como fue el caso de la fotografía de la modelo Sophie Dahl, quien anuncia un perfume totalmente desnuda. Desde el 2006, ya con su propia firma, Ford se ligó al mundo del cine vistiendo a actores y actrices, y como la firma base de diversas películas, como es el caso del James Bond protagonizado por Daniel Craig; para con ello tomar el lugar de los grandes diseñadores americanos como Cassini o Halston, sus predecesores dominantes de las alfombras de Hollywood. En 2009 Ford produjo y dirigió A Single Man, su primera película basada en una novela del escritor británico Christopher Isherwood, por la cual Colin Firth ganó el premio al mejor actor por los BAFTA y una nominación en la misma categoría de los premios Oscar. En prácticamente todas las áreas del filme, Tom Ford traslada de forma efectiva la estética y simetría de su estilo como diseñador; desde la tipografía de títulos hasta el encuadre exacto de cada escena, y, por supuesto, la especial atención al vestuario y a la fotografía, que acompañado de las interpretaciones de Firth, Julianne Moore y Mathew Goode, resaltan y rebasan en absoluto a la misma historia de Isherwood sobre el periodo depresivo de un profesor homosexual. Ford esperó más de cinco años para lanzar su segundo proyecto cinematográfico, Animales nocturnos, en el cual toma una novela de Austin Wright caída en el olvido de los estantes literarios, para acompañarla nuevamente de un excelso toque estético. Apoyado por una trama bien articulada, logra desarrollar el suspenso en dos historias paralelas que ejercen la ética de temas como la venganza, la crítica y la confianza. Sin afectar la historia original, Ford adapta un escenario en torno a las artes visuales, con
En la foto, la actriz Amy Adams.
lo cual aprovecha para otorgar una fina crítica al ejercicio actual del comercio, del poder y del inoperante vacío de la comunicación artística, que ha llenado galerías y mercados de compra, de piezas y propuestas por demás absurdas no solo en su concepción sino en su valuación, por parte de críticos y galeristas que han antepuesto sus intereses económicos sobre el legítimo quehacer de promoción y fundamentación de los valores artísticos de una obra. La nueva película de Ford cuida cada uno de su elementos: su selección de actores ha encajado a la perfección con cada personaje; por ejemplo, a un actor tan acartonado y falto de recursos como Armie Hammer le ha asignado el papel del esposo banal, común y acartonado; y a un gran actor como Michael Shannon le ha reservado el reto de hacer una interpretación que ya le valió la nominación al Oscar como mejor actor de reparto. Cada escena de Animales nocturnos se desarrolla dentro del entorno estético de Ford, pero pocos directores se atreven a iniciar con una primera escena que golpea cualquier clase de personalidad. Gaspar Noé lo hizo en “Irreversible” (1997), con una escena en extremo violenta sin la necesidad de mostrar violencia alguna abiertamente; así que llegue temprano a disfrutar los imperdibles y arriesgados primeros minutos de Tom Ford. Tropo
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Tertulias
Los Star en acción.
El Santo también fue underground la Arena Revolución de Cancún
Mauricio Ocampo C.
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S I
i bien la historia de la lucha libre data de la Grecia antigua, a México llega en el siglo XIX introducida por mineros y trabajadores británicos. Este deporte no tardó en obtener popularidad, principalmente entre las clases más bajas de la metrópoli defeña, que en la década de los años treinta hacía filas para disfrutar las primeras funciones en la Arena México. Ahí surgieron ídolos populares como Blue Demon, Mil Máscaras, Huracán Ramírez y el Santo, entre otros, siendo inmortalizados en la época de oro del cine mexicano y difundidos en el mundo con el género del cine fantástico por directores de talla internacional como Ismael Rodríguez, lo cual generó héroes de carne y hueso entre el populacho. El Santo, por ejemplo, a diferencia de los héroes gringos, sí existía y se le podía ver cada semana en la colonia Doctores. Con el boom de este deporte espectáculo, se generó en el inconsciente colectivo una serie de creencias generalizadas y representaciones simbólicas de
Reportaje la realidad, que podían verse proyectadas en la diversidad de colores y formas con los que se caracterizaban los luchadores. Esta representación llevaba a los espectadores, al mismo tiempo, a tomar partido por su favorito, en una dinámica maniqueísta en la que un ritual semanal se convertía en un espacio de confrontación simbólica, en una lucha por la reivindicación cultural y el sentido de pertenencia: rudos o técnicos. Para la década de los noventa, la lucha libre era ya una industria cultural, sobre todo con el nacimiento de empresas como la AAA, la cual se encargó de llevar dicho espectáculo a varias regiones del país donde solo se conocía gracias a la TV abierta. En el caso de Cancún, los estadios y la plaza de toros eran las palestras principales para estos encuentros impulsados por empresas grandes; sin embargo, en el Cancún de abajo, en el subterráneo, se iba gestando una afición luchística que prevalece hasta hoy, como lo afirma Ala Dorada: “Antes la lucha libre se daba en otra arena, en el crucero, en el ex Terraza Peraza, la lucha la llevaba León rojo. La gente se ha identificado con sus favoritos.” II Si pasas caminando sobre la Av. López Portillo a la altura de la Sm. 63, no notarás lo que es. Afuera lo primero que se aprecia es un local de comida y sí, algunas lonas que anuncian funciones de lucha libre, pero a ciencia cierta, no te pasa por la cabeza que sea ahí La Arena Revolución, una arena que nació para la lucha libre y no por la lucha libre. A mí me invitó un amigo. La verdad es que nunca
pensé que existiera en Cancún un lugar con ya más de dos años de trayectoria, como bien afirma Black Star, uno de los luchadores de ese encordado: “el proyecto tiene cuatro años, pero dos años formal. Nace porque a muchos luchadores muy buenos en Cancún no les daban oportunidad, eso molestaba, porque los intereses de otras empresas no es difundir la lucha libre, sino hacer negocio. Los intereses de La Arena Revolución son difundir el deporte e impulsar a estrellas locales”, y en esa lógica, los sábados de cada quince días ha habido funciones de manera ininterrumpida —de no ser por las inclemencias del tiempo. La primera impresión que recibí del lugar fue la de estar ante una película surrealista. El lugar no tiene techo, así que puedes observar las nubes y las estrellas. El piso está en obra negra: una parte tiene tierra y la otra, cemento gris, y las paredes no están repelladas. Al fondo hay una construcción de dos pisos, desde cuya altura hacen su aparición los luchadores alumbrados por un reflector de luz blanca, que los sigue desde que salen de un cuarto cuya puerta es una tela negra, hasta que llegan al ring y hacen el recorrido ritual para dar la mano al público. Entretanto, un proyector presenta videos de bromas o bailes extravagantes, y si eso fuera poco el réferi, una persona como de cincuenta años, es conocido como “El Chamaco”. En el aire se respira un aire de comunidad. Ahí, como afirma Sister Star, una de las pocas gladiadoras de Cancún, “somos una familia, puedes venir, sacar todo tu coraje. Enseñamos que la lucha no es faramalla”. Los símbolos no se hacen esperar. En el ritual quincenal, las
Desastre amenaza al réferi.
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Tertulias
máscaras y las cabelleras se conjugan en dos bandos antitéticos: los rudos y los técnicos. Con ello, la necesidad de pertenencia hace que el público tome partido por algún bando, y al hacerlo, saque su parte más agresiva por medio de gritos, mentadas de madre y risas a carcajada cual comedia decadente. Los actores que participan en el cuadrilátero son de carne y hueso, pero fetichizados por los espectadores: representan la maldad y la bondad, al grado de juzgar moralmente a sus oponentes y castigarlos con llaves, patadas, planchas y demás golpes. Abandonan su nombre por un instante y se sumen en otra realidad, la realidad de un ritual mágico, de un espectáculo folck urbano que engloba años de tradición cultural y se sintetiza en las más de tres horas que dura la función. Asisten niños, jóvenes, adultos, sin importar género ni gustos, la catarsis colectiva todo lo perdona, incluso las diferencias musicales cuando de fondo suena la rola “17 años”. En esta lógica de juzgar y castigar, Desastre comenta: “Mi personaje nace como una forma de decirle a la gente que estamos haciendo algo malo, porque
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estamos haciendo una destrucción del planeta. Cuando me subo al ring, siento que mi contrincante es una persona que está destruyendo el planeta, por eso me voy con todo”. Cuando Desastre lucha y castiga a su oponente, busca la aprobación del público con una frase que lo caracteriza: ¡A huevo, verdad! El público eufórico lo apoya y en un momento comparte el desastre que él genera, lo mismo pasa con Tornado, Yuly Black, El Cadete, La Garrita, La Chacala entre otros. Personajes que más bien parecieran una extensión de los tótems en algunas culturas primitivas, o nombres místicos de guerreros ancestrales. Como espectáculo suburbano, La Arena Revolución no está en ninguna nómina de gobierno, es un proyecto autónomo y autogestivo que busca vivir para la lucha libre y no de la lucha libre como se puede ver en la cuota de recuperación de cincuenta pesos. Una de las parejas más reconocidas por el público y otros promotores es la formada por los Star, quienes por su memoria histórica y reconocimiento al trabajo de su maestro Súper Sónico, se autodenominan así. Sobre la publicidad y su trabajo, Silver Star comenta: “La gente sabe apreciar la buena lucha, aquí todo se ha dado de boca en boca. Es muy poca la publicidad que nosotros tenemos, pues lo hacemos por el amor al deporte, somos los que cobramos más barato porque es algo que nos gusta, queremos que la gente disfrute nuestro trabajo. Vivimos para la lucha libre, más no vivimos de la lucha libre. Aportamos cultura, todo lo que ves aquí, ha sido creado por todos, es autogestivo”. Como bien dice Guardia Imperial, desde su nacimiento, esta Arena ha sido semillero de nuevos talentos, impulsando el deporte y promoviendo en los jóvenes una cultura auténtica que ha prevalecido aún a pesar del avasallamiento de empresas que la han visto más como una mercancía que como una actividad cultural procreativa, pero como siempre, la alternativa y las manifestaciones reales y auténticas surgen de abajo, en este caso, de La Arena Revolución, porque el Santo también fue underground. Tropo Mauricio Ocampo. Sociólogo con especialidad en Cultura y maestro en Pedagogía. Es autor del libro La Universidad Pública: vendedora de paisajes oníricos como objetos de consumo (Ediciones del Lirio, 2012).
Noticia
Participantes en el Segundo Encuentro Nacional de Escritores Bakhalal 2017.
II Encuentro de escritores Bakhalal 2017
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n el contexto de la celebración del sexto aniversario del municipio de Bacalar y con la propuesta de que la Casa Internacional del Escritor de Bacalar lleve el nombre del maestro Ramón Iván Suárez Caamal, se llevó a cabo el II Encuentro Nacional de Escritores Bakhalal 2017 del 14 y al 17 de febrero pasado. Organizado por el autor del himno a Quintana Roo y por el poeta Jorge Yam, poetas y cuentistas oriundos de la ciudad de México, Sinaloa, Colima, Jalisco, Baja California, Veracruz, Tabasco, Campeche, Yucatán y Quintana Roo leyeron sus obras ante alumnos de las escuelas bacalarenses y para el público en general. El encuentro auspiciado por el Gobierno del estado y con el apoyo de la Asociación Civil Bacalar Municipio, reunió a escritores de la talla de Blanca Pulido, Óscar Robles, Daniel Téllez, Fernando de la Cruz, Francisco Lópe Ávila, Omar Ortega, Agustín Labrada, Gustavo Alatorre y Elvira Aguilar, entre otros quienes realizaron lecturas de narrativa y poesía, presentaciones de libros y revistas, performances y charlas literarias, y ofrecieron muestras de editoriales independientes. Tropo (Con información de Jorge Yam y Agustín Labrada).
Jorge Yam y Ramón Iván Suárez Caamal.
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Filosofía, ecología, economía y política
La crisis actual, oportunidad para crecer Marcos Constandse
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a principal consecuencia de la elección de Donald Trump a la presidencia del país más poderoso del mundo es el inicio de una “era de incertidumbre” (como ya se mencionó en el escrito anterior publicado en esta revista). Como ya se sabe, la visión de Trump, un radical de derecha, en relación con problemas cruciales del mundo, no es moderna: no cree en el calentamiento global, ni en la expansión del mercado libre, ni en la igualdad de los seres humanos. Es un ultra conservador, que cree que el desarrollo se logra cerrando fronteras, levantando muros, eliminando tratados comerciales, excluyendo a inmigrantes, e impidiéndoles la movilidad, entre otras cosas. Y lo preocupante de todo esto es que el mandatario norteamericano representa una corriente no exclusiva de Estados Unidos, sino de muy diferentes partes del llamado primer mundo, en países como Inglaterra, en Francia, en Alemania y en muchos otros. Lo peligroso es que esta corriente se opone a un movimiento natural de la evolución humana, como si se quisiera tratar de detener el espíritu humano en su búsqueda de integración y bienestar. Es importante recordar que la democracia, la globalización, el libre mercado, no son corrientes de la modernidad. Son resultado de una fuerza que se ha ido forjando a través de la historia, respondiendo a los impulsos del espíritu humano, de libertad, justicia y verdad (Realidad) y esa búsqueda habría derivado en la modernidad, en la globalización del mundo. La libertad, la democracia, el desarrollo de la tecnología, son principios muy antiguos, que han venido evolucionando a través de los siglos, y son el resultado de la suma evolutiva de muchos factores. Oponerse a ellos puede acarrear consecuencias involutivas y funestas. Desde que el ser humano aparece en África, ha emigrado en la búsqueda de una vida mejor. Así se pobló el mundo después de millones de años de evolución. El impulso evolutivo es resultado de la visión del “Espíritu Humano”, lo cual lo distingue de las otras formas de vida de nuestro planeta. Al oponernos a ello, lo que hacemos es
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“involucionar” a sistemas políticos y económicos ya probados y fracasados, como dictaduras, reinados, sistemas proteccionistas amparados por la fuerza y teorías filosóficas que deforman la visión de la realidad del mundo. Por ello, aparece la incertidumbre. ¿Acaso regresaremos al pasado? ¿Regresaremos otra vez a las fronteras militarizadas y a los muros que dividen? ¿Será la Muralla China el modelo de nuevas fronteras? ¿Será el comercio disparejo y explotador, del tipo del coloniaje obsoleto, la nueva relación entre las naciones? Para que esto no suceda, la esperanza es, una vez más, la democracia. Pero vale aclarar lo siguiente: la generalidad entiende, equivocadamente, que la democracia consiste en la voluntad de los pueblos para elegir a sus gobernantes. Recordemos que ya desde el origen de las democracias primarias, se discutía el concepto de la “capacidad de saber elegir a los dirigentes”. Por ejemplo, los vikingos no elegían a sus reyes por derecho de sangre, sino por “capacidad de guerrear”. Es decir, cada sociedad debe elegir cuáles son los “principios” sociales, económicos, morales, etcétera, sobre los cuales quiere sustentar su desarrollo, bienestar y convivencia y elegir con base en ellos a las personas que mejor los representan. Un dicho
amor por el trabajo, nuestra esperanza de bienestar y lo que tengamos de bondad para los demás, debe de superar las crisis en las que el mundo se ve envuelto y salir triunfante de ellas, independientemente de lo que se derrumbe a nuestro alrededor, guiados por la esperanza de un mundo mejor. Recordemos que la generación que ahora tiene 80 años, superó la crisis económica de 1932, la Segunda Guerra mundial, la guerra de Corea, la guerra de Vietnam, la caída del comunismo, las guerras del siglo XX en Irak, Libia, Afganistán y Siria y la crisis del 2008, comparable a la de 1932. Y en ese periodo de la historia, se dio uno de los avances más deslumbrantes en el desarrollo de la humanidad. Los que pensaron que cada crisis generaría un derrumbe total se equivocaron, y los que aflojaron el paso, se apagaron. Cada crisis de la humanidad puede significar un área de oportunidad para cada uno de nosotros, como individuos, como familia, como comunidad y como nación. Aprovechémosla empezando por nosotros mismos y haciéndola extensiva a nuestros semejantes. Tropo Marcos Constandse. Empresario cancunense. Autor de los libros Yo soy nosotros. Una visión transpersonal del mundo (Diana, 2002) y Ecología y espiritualidad (Diana 2003). Su más reciente libro es Déjalo ser, una novela sobre la historia de Cancún. Correo-e: marcos@xcaret.com
popular dice que “los pueblos tienen los gobernantes que se merecen”. Y sería así, si en realidad se respetaran los principios básicos de igualdad, en los cuales los ciudadanos pudieran competir por gobernar a los pueblos. Pero en la modernidad, los medios de comunicación, con su inmenso poder de convencimiento sobre las masas, se mueven no conforme a valores éticos de información y comunicación, sino según valores económicos. Es posible que en México, suframos las consecuencias, una vez más, de enfrentar “la política del garrote” de Estados Unidos. Por ejemplo, en la renegociación del Tratado de Libre Comercio. Aunque nuestras economías han establecido una muy fuerte interdependencia y les maquilamos, y por ello una renegociación del TLC podría lastimar ambas partes, lo más seguro es que al final las condiciones sean desfavorables para nosotros. Ahora, lo importante es que la incertidumbre generalizada no entre en nosotros mismos, no perturbe nuestros objetivos personales, no nos desconcierte en nuestros valores y nos atemorice. No olvidemos que los hijos de padres desconcertados son desconcertados también: nuestra fe, nuestro sentido de autorrealización, nuestro
De lo virtual en la fotografía Angélica Mercado
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Imaginar lo inimaginable es posible. Fotografiarlo... también.
l ver los retratos de la serie History re-purposed de Keith Cottingham es inevitable reflexionar sobre lo virtual en la fotografía y el rumbo que ha tomado. Sé que una fotografía se puede hacer sin cámara (aunque se llamen fotogramas) y que lo irreal se ha evocado en imágenes desde siempre; pero si lo fotografiado no existe, ¿podemos considerarla fotografía? Partiendo del hecho de que la fotografía tiene la cualidad de otorgar existencia a lo fotografiado, sí; asimismo si consideramos el medio que la produce. Según Flusser, en su libro Hacia una filosofía de la fotografía, la cámara es un aparato que ha sido programado para producir fotografías y cada fotografía es la realización de una de las virtualidades contenidas en un programa. Por ejemplo, el cuarto oscuro sería un proceso de programa (tipo software) ya que ofrece mecanismos de intermediación que alteran adicionalmente una imagen obtenida de una cámara (o en el caso de los fotogramas, de una ampliadora). Siendo así, la fotografía puede obtenerse también de una computadora (que es una máquina per se) y un software que es el conjunto de restricciones programadas que guarda e interpreta la información obtenida del hardware, ambos operados por el fotógrafo para producir imágenes que pueden ser impresas. El fotógrafo es quien manipula ese programa, quien produce, procesa y abastece
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Fotografía de Keith Cottingham, 1999.
Tertulias
símbolos; opera una máquina creando un tipo nuevo de relación, en la que el hombre y el aparato forman una unidad de función singular. La intervención de una herramienta o aparato en la naturaleza de un objeto (en este caso lo fotografiado) implica producir otra cosa distinta al original, se impone una forma nueva con el fin de crear un trabajo; y es quien opera el responsable de dar el nuevo significado. El resultado es una imagen técnica que significa conceptos. Una fotografía es un concepto consumado; es la proyección del deseo, memoria o fantasía de su autor, quien crea a partir de la razón y la emoción aunque dependa de elementos externos a él para otorgar existencia a sus conceptos. La diferencia entre usar una cámara y una computadora sería que el hacedor de imágenes es dependiente de la naturaleza, la tecnología y la ciencia y el constructor de imágenes solo de la tecnología. Habrá entonces que reflexionar sobre lo fotografiado, sobre la actualización del objeto perceptible sin su presencia física. Como el retrato de Cottingham, en apariencia real, en realidad virtual. Observa el retrato del encabezado: es un retrato “antiguo”, ¿no? Lo sería hasta que la contextualizas; fue hecha en 1999. La técnica descrita en la obra es: fotografía digital construida / impresa en papel carbón (la impresión materializa; por lo tanto, debe ser fotografía); la intención del artista es cuestionar la autenticidad de la historia creando la ilusión de un mundo material, un “realismo construido” que desafíe la percepción. Pretende demostrar, mediante la simulación de una colección de estudios etnográficos del siglo XIX, que la memoria engaña; y lo logra. Automatiza nuestra respuesta ante el retrato (de entrada, es un retrato de época, no hay duda) sin embargo, ¡oh sorpresa! son documentos de ningún lugar, de ningún tiempo, y de ninguna persona.
¿Tiene sentido decir entonces que son fotografías? Sí. Incluso lo sería en la acepción más etimológica del término; photo es luz y graphy dibujar, entonces las imágenes construidas digitalmente pueden ser dibujos hechos con luz; aunque en lugar de graphy sería más adecuado el verbo phaino (raíz de la palabra fantasía-aparecer, mostrarse-) considerando que sus retratos son pura y total apariencia. Aparentemente una fotografía hecha a partir de algo real se torna menos atractiva que una hecha de algo virtual. Definitivamente las máquinas sugieren nuevas formas de emoción complejas… Los nuevos rompecabezas fotográficos son proyecciones que existen en potencia no en acto. Lo fotografiado es apariencia; por tanto, no se representa, solo hace referencia a aquello que tiene virtud para producir un efecto, pese a que no lo produce en presencia. El efecto que produce una imagen digital construida es una emoción extraña. Probablemente depende de cómo nos introduce el autor a la obra. El fotógrafo sueco Erik Johansson deliberadamente nos muestra un mundo ilusorio, sin trucos ni secretos, solo ideas capturadas; en su fotografía “el arquitecto” recrea una escena aparentemente ordinaria: un arquitecto trabajando en casa acompañado de su perro; pero a la vez presenta un escenario ilusorio, donde magistralmente juega con la perspectiva creando una figura imposible (objetos imaginarios cuya construcción en el espacio real es imposible), el resultado es asombroso, no cuestionamos solo admiramos. Manuel Pita y su avatar Sejkko (usa este seudónimo para la red) en su famosa serie Lonely houses es más sutil; modifica con gracia el paisaje al colocar casas que evocan el mundo fantástico de Lilliput. El trabajo de Sejkko se centra en las diferentes formas de polaridad: lo lógico y lo intuitivo, la naturaleza y la evolución de la tecnología así como las formas complejas de polaridad que existen cada vez con más frecuencia en las personas. La obra refleja su interés en el realismo mágico y la búsqueda del entendimiento sobre lo que se considera mágico o irreal; sin embargo, no ves un mundo virtual, en sus fotografías existe la cualidad humana de compartir emociones haciendo muy fácil la interpretación. Existe variedad de estilos y técnicas de manipulación digital y cada autor en su contexto e intención es un innovador que ha aportado aciertos y ha modificado la forma de interpretar imágenes; pero, por otro lado, que la fotografía reorganice o bien, desorganice la realidad no es novedad, como tampoco lo es el concepto de virtual. Crear imágenes que distorsionen la percepción es parte
Fotografía: Félix Hernández. The Wardrobe I (arriba, personalizado; abajo, en proceso).
de la naturaleza humana, una práctica ancestral que refleja la fehaciente necesidad de otorgar existencia a nuestras fantasías. Lo novedoso es que el valor de lo virtual sobre lo físico ya es apariencia en sí; el automatismo con que se realiza una fotografía digital sugiere que todo sea versátil, flexible e instantáneo, todo es posible y a la vez nada lo es. Este camino corto resulta conveniente y corresponde a una sociedad que vive de prisa y es poco tolerante a la espera, pero es precisamente eso lo que provoca que la fotografía esté pasando una etapa de devaluación del trabajo (sin subestimar el proceso creativo de sus autores que es tan real como el trabajo en sí) gracias a que se consumen imágenes a una velocidad endiabladamente rápida. La fotografía digital contemporánea, como unidad definida, se funde con la textura del diario vivir. Lo virtual en la fotografía, presente desde su inicio, exige renovación; afortunadamente para mí, que me inclino por el trabajo en cuarto oscuro, ahora se tiende a tomar el camino largo, a revalorizar lo físico. Cada vez más fotógrafos retoman el proceso químico y con el relanzamiento de la película Ektachrome este 2017 se puede constatar que la renovación ya es una realidad. Exista o no lo fotografiado, sea digital o químico el proceso, lo virtual es una constante inherente a la fotografía; después de todo, es la imagen de las cosas lo que se captura, no la cosa en sí misma. Tropo Angélica Mercado. Fotógrafa independiente, egresada de la Escuela Activa de Fotografía y docente de historia del arte, fotografía y técnicas de laboratorio blanco y negro. Colabora para Luces (del Siglo) de grupo Reforma.
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p o r t a f o l i o
Felix Hernández
War and Peace 1.
Félix Hernández (Dreamphography). Para mí, la fotografía no es un medio para retratar lo que existe ahí afuera, sino para retratar lo que existe dentro de mí. Desde niño, acostumbraba pasar horas solo en mi habitación jugando con mis juguetes. También recuerdo que la mejor parte era customizarlos y crear para ellos un ambiente como el de las escenas que
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Red Car Color G.
Snowtroopres..
tenía en mi cabeza. Ahora que soy adulto, me doy cuenta de que nunca dejé de jugar. La única diferencia es que ahora lo hago con una cámara en las manos. La fotografía y el arte digital me han dado la posibilidad de traer a la vida esas escenas que, cuando era pequeño, tan solo tenía dentro de mi mente.
Félix, personalizando Red Car Color G.
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