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Revista del Centro de Creatividad Literaria
Distribución gratuita
año 4 (segunda época) julio de 2018
• Entrevista con Silvana Arciniega • Maquila educativa y pensamiento acrítico • Reforma Energética: marco legal para legitimar desigualdades • Democracia: un diálogo entre Platón y Aristóteles • Seriales y otros cuentos cortos (nuevo libro de David Anuar) • Poemas de Aldo Revfaulknest • Fotografía: el álter ego de la moda • La traducción como reescritura
Sergio Pitol (1933-2018). Un escritor excéntrico w w w . c e n t r o d e c r e a t i v i d a d l i t e r a r i a . o r g
S u m a r i o
ENTREVISTA 18 Mauricio Ocampo: en educación urge integrar saberes populares Miguel Ángel Meza
Revista del Centro de Creatividad Literaria, A. C. Director Miguel Meza
24 Reforma Energética: marco legal para legitimar desigualdades José Castillo Baeza
Directora CCL Cristina Del Razo Consejo directivo José Luis Gaytán Saules (Director) Marcos Constandse Madrazo (Fundador) Carlos Constandse Madrazo (Fundador) Consejo editorial Javier España José Díaz Cervera Wildernain Villegas Carrillo Carlos Torres Marién Espinosa Antonio Leal Elvira Aguilar Angulo Rodolfo Novelo
30 Silvana Arciniega: 25 años como artista profesional Miguel Meza 50 Vicente Fito: el buceo y la conciencia social Ana Katalina Selis
Norma Quintana Lourdes Cabrera Martín Ramos Lorena Careaga Agustín Labrada David Anuar Ramón Suárez Caamal Jorge Cortés Ancona
TRASLUZ
Diseño Mauricio Cejín Consejo artístico Gena Bezanilla Angélica Mercado Norma Ordieres Jesús Montalvo
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Canción para una (a) mantis Aldo Revfaulknest
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Flor de algodón Aldo Revfaulknest
DEVEZENCUENTO
Corresponsal en Playa del Carmen Ana María Moreno Pérez
10 Seriales y otros cuentos cortos David Anuar
Corresponsal en Cozumel Karen Correa
12 Maquillaje Saulo Aguilar Bernés
Corresponsal en Felipe Carrillo Puerto Ángel Sulub
15 Mamá, quiero ser un frijol Saulo Aguilar Bernés
Corresponsal en Yucatán Svetlana Larrocha Administración Servicios Corporativos de Cancún, S. C.
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TROPO a la uña es una publicación trimestral del Centro de Creatividad Literaria, A. C. Oficinas: Av. Contoy 48, SM 17, Esq. Av. Nichupté, Cancún, Quintana Roo. Teléfonos: 01 (998) 887 4374 y 01 (998) 887 4364. No se responde por originales no solicitados. Las opiniones contenidas en los artículos firmados son responsabilidad exclusiva de los autores. Se autoriza la reproducción total o parcial de los artículos incluidos en TROPO a la uña, siempre que se citen la fuente y el autor. Certificado de licitud y contenido: en trámite. Número de Reserva al título en Derechos de Autor: 04-2000-032217031500-102. Visítenos en nuestra página web: www.centrodecreatividadliteraria.org Consulte la revista digital en: issuu.com/centrodecreatividadliteraria Envío de colaboraciones: revistatropo@cclcancun.com tropoalauna@gmail.com
17 Lázaro Federico Campos
44 Brama, de David Miklos
LATINTATENTA
45 El oficio de la venganza de L. M. Oliveira Miguel Miranda
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Mariel Turrent
Sergio Pitol (1933-2018) Un escritor excéntrico Miguel Ángel Meza
46 Poeta que no entiende futbol, de Adriana Bernal Vanesa González-Rizzo K.
16 Día Mundial de la Poesía ¿Y tú me lo preguntas? Norma Quintana
TERTULIAS
20 Maquila educativa y pensamiento acrítico Mauricio Ocampo
54 El arte urbano de Casa Diseño Nawala Roberto Parra
26 La pequeña Elpis Marien Espinosa
56 Positivismo y tecnocracia Marcos Constandse
35 El cuento de la Revolución Mexicana Arístides Pérez Aguilar 40 ¿Estamos solos en el universo? Héctor Hernández 48 La traducción como reescritura Guadalupe Gerónimo Salaya
PAPIROS 43 Una extraña música, de Daniel Medina José Antonio Íñiguez
P U N T O S
Silvana Arciniega Sargassum, clave mayor oscura. Instalación, 2015. Materiales: sargazo escurrido, caballete y dibujo. Medidas: 173 x 330 x 330 cm Obra seleccionada para la 2ª Bienal de Artes Visuales de Cancún, 2015.
57 Identidad: el alma que nos hermana Macarena Huicochea 58 Fotografía: el álter ego de la moda Angélica Mercado
PORTAFOLIO 62 Angélica Mercado
Art-TROPO-do 64 Carlos Varela
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D I S T R I B U C I Ó N
CANCÚN: LIBRERÍAS: Porrúa • Dante • Educal • Iztaccíhuatl
HOSPITALES, CLÍNICAS, NOTARÍAS Y COMERCIOS: Galenia
Needful Things • Colibrí • Utopía City
Hospiten • Notaría 6 • Notaría 2 • Estética Yareri • C. Dental Evolución
CENTROS CULTURALES : Casa de la Cultura • Instituto de Cultura y
OTROS: Talleres y salas de lectura, ferias de libros, cruzadas poeticas y
Artes • Café Divertimento • Teatro Xbalanqué • La Pitahaya • El Pa-
encuentros de escritores y medios de difusión
bilo • Centro de Creatividad Fotográfica • Talulah • Galería de Plaza
PLAYA DEL CARMEN: Café Andrade • Jardín El Edén
Caracol • Biblioteca Barocio
Le Lotus Rouge Galería Escamilla • Galería de Arte 5ta. Avenida
RESTAURANTES: Pasteletería • 100% Natural • Tapioka Café
Biblioteca Jaime Torres Bodet
Bisquets Obregón • La Casa de los Abuelos • Marakamé • Mangiare
COZUMEL: Magenta Centro • Cultural • Restaurante del Museo de
UNIVERSIDADES: U. del Caribe • La Salle • U. del Sur • Anáhuac
la Isla * El Coffee Cozumel.
UNID • Universidad de Quintana Roo (Chetumal y campus Cancún).
CARRILLO PUERTO: Museo Maya Santa Cruz Xbáalam Naj • Casa de
EMPRESAS Y ORGANISMOS: Grupo Xcaret • CCE • Delphinus
la Cultura de FCP • Centro Cultural La Casa de los sueños • Tierra Café
AMMJE • Ayuntamiento
MÉRIDA: Centros culturales, librerías y cafeterías
Sergio Pitol (1933-2018) 4
Un escritor excéntrico Miguel Ángel Meza Con la muerte de Sergio Pitol (el 12 de abril pasado a los 85 años), se extingue una de las generaciones más brillantes de la literatura mexicana. A la nómina ejemplar formada por figuras como Juan Vicente Melo, Salvador Elizondo, Juan García Ponce, José Emilio Pacheco y Carlos Monsiváis, se une ahora este escritor que se distinguió por su condición de excéntrico, por su vocación literaria viajera y por un hibridismo genérico que lo hizo transitar en un mismo texto de la novela a la memoria, de la biografía al ensayo. Al formular el homenaje necesario a este creador —prácticamente autor de culto durante varias décadas—, el siguiente escrito también busca emular la pasión lectora de un hombre que hizo de los libros leídos y escritos una especie de cuaderno de bitácora vital donde se retrató a sí mismo habitando la tradición literaria con una originalidad espléndida.
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spectador privilegiado e irónico de nuestra manera de ser, Sergio Pitol fue el retratista de una marginalidad aparentemente normal. Desde esta engañosa superficialidad, sus mundos, a la manera de Chejov, van descubriendo atmósferas sofocantes donde los personajes padecen un tedio vital en medio de situaciones delirantes, enigmáticas o malvadas. “Son personajes errantes, vagamente esperanzados e incumplidos”, ha dicho Carlos Monsiváis, quien agrega que en la obra de Pitol “no hay suspenso o enseñanza moral, pero sí acción física y descripción de lugares y personas. Los escenarios se suceden con rapidez y se adecúan al ritmo de los ca-
racteres, pero en la ciudad de México o en Córdoba, en Nueva York, en Bujara, en Viena o Varsovia, el punto de fusión es la ambigüedad, método elegido para armonizar teoría y comportamiento”. El propio Pitol decía de sus protagonistas que, “salvo una o dos excepciones, eran siempre mexicanos de paso por algún lugar de Europa: estudiantes, escritores y artistas, hombres de negocios, cineastas que asisten a algún festival, o tan sólo turistas. Hombres y mujeres de cualquier edad que en un momento impredecible sufrían una crisis moral, amorosa, intelectual, religiosa, ideológica, existencial. De haber pasado ese momento de angustia en México lo hubiesen sobrepasado con seguridad fácilmente, y tal vez considerado como una minucia.”
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Como cuentista, el escritor nacido en Puebla en 1933 produjo algunos de los relatos más notables de nuestra literatura. Recogidos en un inicio en dos volúmenes: Vals de Mefisto y Cuerpo presente (y luego en Todos los cuentos, Alfaguara, 1998), en ellos “despliega humor y sabiduría para construir narraciones sobre narraciones e insinuar los rasgos misteriosos que entraña el acto de narrar, de inventar, de dar realidad a lo que no lo tiene, de elegir entre diversas realidades e irrealidades posibles”. “Los antihéroes de Pitol —puntualiza Juan Villoro en el prólogo a la edición de Alfaguara— se enfrentan a la disyuntiva de aceptar la fatalidad o lograr la reparación definitiva. En medio de la tormenta se vislumbra el cielo despejado de la recuperación del amor, la ternura, los ideales perdidos. Pero los círculos del infierno se estrechan a cada línea y los personajes se ven sometidos a un enfrentamiento inexorable con un mundo donde la salvación no es más que la mejor de las causas perdidas.” Luego de sus primeras dos buenas novelas —El tañido de una flauta (1972) y Juegos Florales (1982)—, que a decir de Christopher Domínguez Michael la primera “no alcanza a cuajar del todo” y la segunda incluso “parece un retroceso”, Pitol encuentra en sus siguientes obras el tono, la mirada y la forma narrativa única en nuestras letras, aquello que lo distinguió como el creador de su propia tradición. Agrupadas en un solo volumen bajo el feliz título de Tríptico de Carnaval (1999), estas novelas no solo son lúcidas y divertidas, incluso grotescas, o estructuralmente atractivas y hasta cierto punto experimentales, sino representan un ejemplo notable de una literatura que indaga con brillantez en la comedia de enredos, en la parodia y, sobre todo, en la carnavalización de la realidad. La primera de esta trilogía, El desfile del amor (Premio Herralde 1984), es un retrato del México de los años sesenta en el que se mezcla la investigación policíaca de un crimen ocurrido en 1942 con la historia del país durante la Segunda Guerra Mundial, en el contexto del cosmopolitismo súbito de la capital con la llegada de intelectuales europeos y políticos radicales tanto de izquierda como de derecha. Obra deliciosa que se lee como un gran fresco histórico y comedia de enredos a la vez, la novela deriva hacia la sátira para mostrarnos las contradicciones de la intelectualidad mexicana de la época mientras un historiador intenta comprender un crimen cometido en el pasado solo para quedar atrapado en el limbo de la realidad y la ficción creado por sus propias hipótesis.
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En Domar a la divina garza (1988), Pitol eleva el tono de la extravagancia intertextual y crea una novela descacharrante y enigmática, donde inicia sus experimentos de hibridación de géneros y juegos metaliterarios delirantes. Al iniciar la historia con un escritor inseguro y sesentón que toma notas de trabajo para escribir una novela, al punto vemos aparecer al personaje de esa novela —el licenciado Dante C. de la Estrella—, contando en un largo monólogo la historia de un viaje a Estambul y su desencuentro fatal con Marietta Karapetiz, ese otro personaje inolvidable por su desmesura y perversidad coprológica. Homenaje a Gogol, a Bajtín y a la novela rusa decimonónica, Domar a la divina garza solo fue posible en nuestra literatura gracias a un escritor como Pitol, comprometido con la verdad y los misterios del ser humano, es decir, con la más alta lealtad a la invención novelesca. Finalmente, La vida conyugal (1991), la tercera obra del ciclo carnavalesco, es una visión ditirámbica de ese malentendido profundo y dramático que suele ser en muchos casos la vida de los cónyuges. Teñida de un humor negro demoledor, la obra decanta hacia una parodia cruel de la vida matrimonial y —para Fabienne Bradu— de la “imbecilidad femenina”. Sergio Pitol “asume de entrada el fracaso del matrimonio —precisa Bradu— fundado en la más irremediable estupidez humana: la vanidad y la alevosía de su ejercicio.” Llevada a su más extrema experimentación, la idea carnavalesca de Pitol abandona el cauce discursivo anterior para explorar su realización en la figura de Jacqueline Cascorro, cuya peripecia principal en la vida es asesinar a su marido con la voluntad vicaria y torpe de sus amantes. Comedia satírica alejada de realismos al uso, La vida conyugal es el universo carnavalesco puro, el mundo al revés, donde el escarnio de la rigidez institucional (el matrimonio) permite la risa más desaforada, más allá de las máscaras convencionales. Un segundo tríptico ejemplar, donde el escritor mexicano lleva la literatura a niveles de experimentación que mezclan tanto la historia novelada como el ensayo, la biografía como la memoria literaria, está formado por El arte de la fuga (1996), El viaje (2000) y El mago de Viena (2005). En todos estos libros, Pitol se pasea por sus recuerdos para elaborar textos que son lo mismo relatos que ensayos, comentarios de libros, creación de atmósferas y recuperación de personajes que formaron parte de su mundo personal a lo largo de su vida. Estructurado en cuatro partes, El arte de la fuga, por ejemplo, es un libro para leer con el demorado gozo que ralentiza el sabor y el saber de los placeres literarios que
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uno va acumulando en una vida consagrada a la lectura. Y es en este sentido que lo afirma Salvador Elizondo. O el propio Pitol cuando dice que un “…un novelista es alguien que oye voces a través de las voces (...). Con ellas va trazando el mapa de su vida. Sabe que cuando ya no pueda hacerlo le llegará la muerte, no la definitiva, sino la muerte en vida, la hibernación, la parálisis, lo que es infinitamente peor”. Dice Ricardo Piglia que la lectura es el arte de construir una memoria personal con las vivencias y los recuerdos de otros. Pitol asume de manera puntual esta afirmación. En este libro Pitol inicia un largo viaje por sus recuerdos “donde aparecen la Venecia de los años sesentas, los mundos literarios de diez o doce países, los trazos paródicos, la pintura europea, el anhelo de comportamiento civilizado, las amistades, los zapatistas en San Cristóbal de las Casas, José Vasconcelos, Antonio Tabucchi, las evocaciones dolorosas, la hipnosis...”. “Revisar el pasado —escribió el escritor que murió víctima de una afasia progresiva que lo atacó años atrás— significa, entre otras tristezas, contemplar un mundo que es y al
mismo tiempo ha dejado de ser el mismo”. Sin embargo, hay cierto deleite en esa revisión del pasado: “La memoria trabaja con la misma lógica oblicua y rebelde de los sueños. Hurga en los pozos ocultos y de ellos extrae visiones que, a diferencia de las de los sueños, son casi siempre placenteras.”. Con una vocación de lector iniciada a los seis años, y convencido de que ha vivido para leer y que leía para seguir viviendo, Pitol rindió a lo largo de su escritura un homenaje a los autores que lo enamoraron, lo enseñaron y le revelaron las claves del oficio. Esos autores y esas lecturas conformaron una autobiografía secreta donde asumía su condición de lector, más que de crítico. Vivió en cada página leída el orgullo del Borges que se enorgullecía más de los libros que había leído que de los que había escrito. Instalado en un ánimo confesional que solo admite la autobiografía, el propio Pitol lo expresó así: “Uno es los libros que ha leído, la pintura que ha visto, la música escuchada y olvidada, las calles recorridas. Uno es su niñez, su familia, unos cuantos amigos, algunos amores, bastantes fastidios. Uno es una suma mermada por infinitas restas.” TROPO
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p o e m a s
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Al d o Revf aulknest
Canción para una (a)mantis I yo leía a Li Po rumbo al solar del bambú cuando fui atrapado en el sedal de una Mantis de orquídea ahí estaba ella con su lindo camuflaje de mariposa albina ¡oh su perfume de feromonas! ¡oh su canto infrasónico! ¡oh su licor efervescente! sus élitros derruyen mi voluntad y / ahora: leo / copulo y muero II yo ojeaba el kamasutra a la luz del nadir cuando fui hipnotizado por una Mantis fiera y nívea ¡ay de mí! me anestesia suave y voraz depreda mis ojos / cercena mi alegría acaricia mi cuerpo en el coito caníbal ¡ay de mí! momifica mis restos en pétalos fríos en su imperio de navajas me labia / me tritura / me hiere con ternura sui generis y / ahora: leo / copulo y muero
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Flor de algodón es medianoche / edito un haiku intento ensamblar la palabra: hojarasca en la métrica silábica de 5 / 7 / 5 las licencias poéticas no me alcanzan en ello estoy cuando aparece mi mujer en el cuarto recién se ha bañado con flor de algodón malvadamente: enseña sus piernas y ahora sube el volumen de la radio sonríe / baila se mueve al ritmo de esa cumbia mítica : báilame la suavecita la fiesta inicia en la oscuridad las luciérnagas radian en el cuarto y allá afuera / detrás de los eucaliptos danzantes la ciudad parpadea con sus luces de confeti
Aldo Revfaulknest. Es un dejado de dios & nómada involuntario. Suele ser romántico bajo un mosquitero. Ha publicado en varias paredes de baño, en muros de celdas, así como en revistas regionales y en gacetas no tan chauvinistas. Y asegún dice, se dedica al diseño editorial. Ha publicado el poemario Giroscopio Ambulante (Canapé, 2013) y Rapsodia Poliédrica de fúnebre narcisismo (Ediciones La Rana, 2015)
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de
David Anuar
Minificciones, entre la tradición y la modernidad literarias Con clara vocación experimental, que hace de la intertextualidad un diálogo permanente entre tradición y modernidad literarias, David Anuar acaba de dar a conocer su más reciente libro, Seriales y otros cuentos cortos, en la colección digital de la Secretaría de Educación del Gobierno del Estado de Yucatán. Organizado en seis series (relacionadas con el discurso bíblico, los mitos, la obra de Augusto Monterroso y el erotismo, entre otros), este libro de minificciones destaca por varias cualidades narrativas, pero especialmente por su contención, su sentido del humor y sus guiños contextuales irreverentes. Publicamos en estas páginas una breve muestra de ese contenido. El libro se puede descargar de forma gratuita en: https://www.academia.edu/36592605/Seriales_y_otros_cuentos_cortos El increado
Pecado original
Despertó aquel día con los pies en reversa. Decidió dejarse guiar a donde sus pies inversos lo llevaran. Comenzó a caminar hacia atrás, lentamente, luego un poco más rápido, fue retrocediendo, hacia la noche, después el día, la semana, el mes, el año anterior, y cada vez más y más se aceleraban sus pies. Poco a poco veía cómo su piel iba rejuveneciendo, y también se encogía, sintió pasar muchos largos años, estar encapsulado en posición fetal bebiendo brebajes amnióticos, hasta que desaparecía y volvía a aparecer navegando en líquidos extraños, perdiendo la conciencia, un gemido, el movimiento de nuevo, un lugar demasiado oscuro, y luego pasaron siglos, milenios, eones, galaxias, estrellas, un resplandor inicial, la explosión, oscuridad total… Y entonces, ahí estaba Él con aquella palabra en la boca: Sea…
Llorando al pie de un árbol, Adán leía Los amorosos. Había comido la fruta.
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Jabes Soy un nombre olvidado en las Crónicas del gran libro de Dios. Mis ascendientes y descendientes presumen de sus nombres perfectos como sortijas de oro y sus castos holocaustos en los altares de piedra de Bet-el. Yo, en cambio, me muerdo la lengua, escupo sangre, me arranco los ojos, y de vez en cuando vomito mis entrañas. Mi nombre es mi destino. Pienso que pude haber cambiado… si tan sólo hubiera podido pronunciar la grandilocuente oración de un héroe como David o un profeta como Jeremías… pero este dolor de muelas frustró mi existencia. Jamás pude entender por qué Dios no creó antes a los dentistas.
d e v e z e n c u e n t o
Fariseos
Erección
Jesús estaba aburrido, entonces, decidió salir de la iglesia.
Disfrutaba ser levantado, y con la cabeza hacia abajo frotar el papel hasta mancharlo. (Historia íntima del lápiz).
(De la Serie Bíblicas)
Pirómano
—Madre, Prometeo pirómano redujo a escombros nuestra aldea. —Padre, arrojamos tu ceniza entremezclada con la locura de un dios altruista.
Erotómano Prometeo erotómano, amordazado por los dioses, gemía enca¬denado al vinil de la roca, mientras equívocas águilas succiona¬ban el sendero de sus piernas.
Rip Viví colgada hasta que la muerte, deshilachada, me llevó a la tumba. (Epitafio de la hamaca).
Acumulador De Libros Estaba cansado de acumular polvo, esperaba algún día poder acumular ojos. (Confesiones del librero).
(De la Serie Míticas) (De la Serie La vida secreta de las cosas)
Las cenas Despertó indigesto, había cenado Balzac.
Cambio De Look Lo asesiné en la peluquería.
Existencialismo Cuando despertó, pensó que todavía estaba allí.
Individualismo No todo se trata de ti.
(De la Serie Monterrosianas)
Leviatán
Cuando lo veas, sabrás…
Voy a cerrar mi vida, que me agreguen en la otra.
Fidelidad
El Sueño De La Tinta
Jaló el gatillo, y salió del cuarto con la otra.
Le pesaban los ojos. Corregía el último texto en calidad de urgente. Lo venció por un momento el sueño. Al volver, recordó que la tinta había escapado en su pesadilla, y las hojas en blanco confirmaban el horror.
(De la Serie Erógrafas)
Alfabeto retorcido El zángano yantaba xantomas y wiski venéreo. Uxoricida tendencia su señora resentía. ¡Qué punzón ostentaba, necio manjar, ligaba a kilos! Jovencitas iba halando: güeras, flacas, exóticas, desfloradas, cogidas, bastardas, anales.
Acoso callejero Se había cansado de los manoseos. (Declaración del picaporte).
Riesgo de trabajo Tanta agua le estaba formando piedras en la garganta. (Reclamación del grifo).
(De la Serie De Varia)
David Anuar (Cancún, 1989). Reside en Mérida desde hace una década. Es licenciado en Literatura Latinoame¬ricana por la UADY (20082013) y estudiante de la Maestría en Historia por el CIESAS-Peninsular (2016-2018). Becario del PECDA Quintana Roo (2012) y de Yucatán (2015). Becario del Festival Cultural Interfaz (2017). Ganador del Con¬curso de Cuento Corto Juan de la Cabada (2011). Autor de las plaquettes de poesía Erogramas (2011, Catarsis Literaria El Drenaje) y Estrellas errantes (2016, UAEM). Autor de los libros Cuatro ensayos sobre poesía hispano¬americana (2014, Ayuntamiento de Mérida) y Bitácora del tiempo que transcurre (2015, Ayuntamiento de Mérida).
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d e v e z e n c u e n t o
Maquillaje Saulo Aguilar Bernés
E
l Dowtown Hotel era el único lugar en donde dejaban entrar a diez personas en una habitación y en donde no les importaba que gimieran o gritaran o apestaran el cuarto entero a mariguana o introdujeran su propio alcohol, siempre y cuando no molestaran a los otros huéspedes. Phil advertía esto último, diciendo: “tu problema, tu responsabilidad”. Después de eso me hacía darle la llave al cliente, guiarlo hasta la habitación y enseñarles que todo funcionaba. En los pocos años que trabajé ahí, nunca vi a nadie contrariar esas pocas reglas. Aún extraño esos días. Y es que en ese lugar se veía de todo, pero Phil siempre decía: “yo confiable, no problema”, porque Phil era un gringo que hablaba muy poco español y que al parecer conocía el arte del aforismo como a todos sus clientes que lo saludaban al entrar. Él les devolvía el saludo con un “hey”, mientras tocaba la visera de su gorra roja con las palabras Chetumal, Q. Roo bordadas debajo de un marlín azul. Nunca se quitaba esa gorra rosa, deslavada. A Phil nada le espantaba. Un cliente me dijo que Phil se ganó su respeto porque en su juventud fue un marine condecorado, lo que lo llevó a viajar por todo el mundo. Lo que tenía sentido porque Phil tenía un afiche del ejército norteamericano colgado en la pared, que a veces acariciaba, el mismo que cubría la caja fuerte. Cuando le pregunté si conocía otros países (no tuve valor de preguntarle si en verdad fue marine) me respondió: “muchos países, misma mierda”. Yo vivía a unas cuantas cuadras del Dowtown Hotel. Un día, cuando me expulsaron de la escuela, vi el letrero solicitando ayudante. Tenía la ilusión de ahorrar lo suficiente para poner mi propio negocio; la escuela nunca fue lo mío. Cuando me presenté para solicitar el empleo, Phil sólo me preguntó si podía mantener la boca cerrada; yo asentí con la cabeza. Luego abrió la puerta para acceder al mostrador y entré. Se echó en su sillón y continuó cambiando canales en la televisión. En realidad nunca miraba nada por más de diez o quince minutos.
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Jorge Rando. De la serie “Prostitución” (Málaga, 2010).
Todo siempre fue muy tranquilo, aunque a veces se escuchaban algunos gritos o gemidos que provenían de arriba. En ese caso Phil subía el volumen del televisor. Pero en algunas ocasiones, cuando las voces se elevaban en los pasillos, Phil suspiraba profundamente y subía a calmar las cosas. Nunca lo vi levantarse por otra cosa que no fuera una especie de altercado o sacar un refresco del refrigerador, porque Phil todo el tiempo bebía refresco, nunca lo vi beber otra cosa, ni siquiera agua. Así fueron las cosas mientras trabajé ahí, hasta que un diciembre si mal no recuerdo, llegó una mujer muy mal maquillada diciendo que tenía una propuesta que hacernos. Phil le contestó a la mujer: “No putas”. A lo que esta dijo que no estaba ahí para eso sino para hacer negocios. Entonces Phil se levantó de su lugar, se acercó al mostrador y le hizo un gesto con la mano para indicarle a la mujer que continuara. Ella dijo que quería aliarse con él para llevar ahí a sus clientes a cambio de tener un lugar seguro y confiable, porque ella brindaba servicios que otras no. Phil le dijo que iba a pensarlo. Pasaron un par de semanas y ella volvió igual de mal maquillada. Phil dijo que sí, pero que quería el diez por ciento al final de la noche y que al primer problema se acababa el negocio. La mujer aceptó.
d e v e z e n c u e n t o
A la noche siguiente la mujer se apareció ahí con un grupo de hombres; era la primera vez que yo veía a una mujer llegar con varios hombres. También fue la primera vez que vi a Phil. Me dio bastante dinero. Luego le entregué la llave a la mujer, y ella me hizo saber que no sería necesario que les mostrara la habitación. Volteé a ver a Phil y él hizo una seña con la mano indicándome que no había problema, sin apartar la vista de la tele. Horas más tarde los hombres bajaron de uno en uno. Cuando el último de los hombres se fue, yo los conté a todos, ocho en total, la mujer apareció despeinada y con la cara brillante por el sudor. Se acercó al mostrador, me entregó las llaves y ochocientos pesos. Luego le dijo a Phil que vendría la próxima semana. Él sólo levantó la mano y dijo “bien”. Así la mujer comenzó a aparecerse en el Dowtown cada semana, los viernes o los sábados, algunos domingos, por la noche, con grupos muy variados. A veces los grupos se componían sólo de hombres, otras veces de mujeres, algunas veces había hombres y mujeres, y en alguna ocasión hubo dos grandes perros que respondían a las órdenes que una señora les daba en otro idioma. Cuando la mujer mal maquillada aparecía con sus grupos, el silencio abandonaba el lugar y Phil subía el volumen del televisor hasta el máximo, pero ni así dejábamos de escuchar algunos gritos o gemidos o ladridos, hasta que las personas del grupo comenzaban a salir. A partir de ese momento, el ruido regresaba a la normalidad y Phil bajaba el volumen. Al final del día, la mujer entregaba la llave, el dinero y se despedía. La rutina se mantuvo así durante meses hasta que en una ocasión, la mujer se apareció por ahí vestida con pantalones de mezclilla, una blusa de tirantes y sin su maquillaje exagerado para despedirse. Digo que fue para despedirse, porque ella así lo expresó cuando le pregunté si esperaba a alguien. A Phil le costó trabajo reconocerla; tuvo que acercarse al mostrador para mirarla de frente. A ella le dio mucha risa la cara que hacía Phil al mirarla; su risa me hizo sentir alegre, así que sonreí también. Luego se despidió dándonos las gracias. Cuando se fue Phil dijo: “Ella muy joven”, mientras negaba con la cabeza. Yo me quedé pensando en ella, en su nariz respingada, en su boca pequeña y después me sentí triste. A veces, le preguntaba a Phil si creía que ella estaba bien. “Ella más dura que nosotros”, respondía él encogiéndose de hombros. Entonces pensaba en que jamás volvería a verla. Pero sí volví a verla. Una noche regresó al Dowtown Hotel acompañada no de un grupo sino de dos hombres con relojes de oro
Jorge Rando. De la serie “Prostitución” (Málaga, 2010).
muy brillantes en sus respectivas muñecas. Uno de ellos la sujetaba por el brazo; ella no intentaba escapar pero se veía nerviosa. En cuanto entraron, Phil no les quitó la vista de encima. Entonces Phil se levantó y preguntó: “¿qué pasa?”. Los hombres le dijeron que venían como clientes, después sonrieron. Ellos asentaron dos mil pesos en el mostrador y yo entregué la llave de la habitación. Luego subieron las escaleras con ella, y antes de que pusiera el pie en el primer escalón volteó a ver hacia donde yo estaba y me pareció que sus ojos se nublaban de lágrimas, pero no supe qué hacer. Dos horas después (esto lo sé porque apuntaba las horas de entrada y de salida de los clientes en un cuaderno) apareció con el vestido hecho girones y la cara llena de sangre, caminando encorvada, lento, como una anciana. Cuando Phil la vio cruzar frente al mostrador, se puso de pie y fue por ella para después hacerla pasar. Lloraba y pedía perdón. Entonces Phil apagó la televisión; nunca lo había visto hacer tal cosa. Luego nos dijo que nos fuéramos. Se acomodó la gorra, abrió la caja fuerte, sacó un arma, cerró y subió las escaleras despacio, sosteniendo el arma con las dos manos. Nunca antes hubo tanto silencio en el Dowtown Hotel, sin clientes gimiendo, sin el sonido del televisor.
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d e v e z e n c u e n t o
Fotografía: Agustín Labrada. Frente al mar que lava mis pecados.
Antes de que qué pudiéramos salir de ahí. Escuchamos los disparos, ráfagas de disparos, y gritos. Nos echamos al piso, boca abajo, y ahí le pregunté su nombre a la chica. Me dijo que se llamaba Elena sin hache, yo le respondí que me llamaba Jonathan con hache. Hubo silencio una vez más, y nosotros también nos callamos, quizás porque teníamos miedo o quizás porque esperábamos que Phil regresara y dijera uno de sus aforismos, no lo sé. Lo que sé es que lo primero que escuchamos no fue a Phil sino los quejidos de uno de los tipos que bajaba las escaleras, con la camisa llena de sangre y sosteniendo su propio brazo, esto lo sé porque me asomé. El sujeto nos vio y dijo “ustedes quieren llevarse a mi mejor puta”, entonces comenzó a dispararnos sin puntería hasta que estuvo frente al mostrador, apuntándonos. De inmediato escuchamos otros pasos aporrearse en la escalera y lo que vimos (porque los tres volteamos) fue como ver a un fantasma, como si se apareciera un ángel, porque Phil levantaba su arma al grito de “¡Hijoeputa!” y los destellos le iluminaron la cara cuando jaló el gatillo. El tipo aquél cayó al suelo, una bala le atravesó el ojo derecho, las otras dos el pecho, pero Phil también se desplomó y cayó por el último tramo de la escalera. Nos levantamos, fuimos hasta él y nos dimos cuenta de que estaba muy mal: tenía varios balazos por todo el cuerpo, la ropa empapada de sangre. Phil nos miró sin decir nada. Sólo nos entregó su gorra roja, cerró los ojos y se quedó dormido. Elena y yo lloramos hasta que escuchamos las patrullas a lo lejos. Cuando apreté esa gorra con todas mis fuerzas sentí algo en su interior. Revisé. Era la llave de la caja fuerte.
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Así que fui y boté el afiche del ejército norteamericano, abrí la caja y tomé la bolsa de papel que había ahí dentro. Después corrimos tan rápido como las piernas nos lo permitieron. Sólo vimos las luces de las patrullas detrás de nosotros, pero lejos, cada vez más lejos. Esa fue la última vez que vimos ese lugar, que creo que ahora son unas oficinas del gobierno. Con todo lo que Phil nos dejó pudimos comenzar de nuevo. Nos fuimos a otra ciudad, pusimos una tienda de ropa y nos dedicamos a eso. Elena ya no tiene que usar más ese horrible maquillaje, tenemos todo lo necesario para nosotros y para nuestro niño que viene en camino. Queremos llamarle Phil. Nunca habrá otro lugar como ese en Chetumal, eso lo puedo asegurar, porque el Dowtown Hotel era el único lugar en donde dejaban entrar a diez personas en una habitación y en donde no les importaba que gimieran o gritaran o apestaran el cuarto entero a mariguana o introdujeran su propio alcohol, siempre y cuando no molestaran a los otros huéspedes. Por eso el viejo Phil te advertía esto último, diciendo: “tu problema, tu responsabilidad”. TROPO
Saulo Aguilar Bernés (Chetumal, 1993). Estudiante de Maestría en Apreciación y Creación Literaria en el Instituto de Estudios Universitarios. Coordinador y editor en Editorial Gazapo, colaborador en el fanzine digital Letrina, autor de la plaquette “Héroe y otros relatos”. Ha participado en el 1er Encuentro Literario del Sureste, el Encuentro de escritores “Hala Ken” de la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco y los dos Encuentros de Escritores “Bakhalal” de la Casa Internacional del Escritor de Bacalar. Becario Festival Interfaz Mérida, Yucatán, 2017. Correo electrónico: saulobernes@gmail.com
d e v e z e n c u e n t o
Mamá, quiero ser un frijol Anna K. Fernández Ponce
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ecuerdo cuando era niño, cierto día que mamá me recogió del colegio, emocionado corrí a sus brazos: ¡por fin tenía respuesta a su eterna pregunta! —¡Mamá, mami! Ya sé qué quiero ser cuando crezca. Los hermosos ojos de mamá se llenaron de orgullo, y con una larguísima sonrisa, preguntó: —¡Ya lo sabes, hijito! Dime, ¿qué quieres ser, mi amor? Nunca me sentí más convencido y seguro que en esos momentos. Así que con orgullo respondí: —Quiero ser un frijol. La cara de mamá se descompuso de inmediato, parecía caricatura de esas en donde la quijada toca el suelo. —¿Que qué? —dijo tomando aire al fin—. No se puede ser un frijol, hijo, eso no existe, ni siquiera es una profesión. ¿Por qué no eres doctor como papá, o músico como el abuelo o al menos futbolista como tu primo? ¿Por Dios, de dónde sacaste semejante idea? La verdad no entendí por qué decía eso; para mí simplemente era maravilloso. —Mami, ya lo decidí, quiero ser frijol. —Hijo, un frijol es comida —replicó—, no se puede ser comida, y aun si lo fueras, ¡la gente te comería! ¿Te gustaría eso? Además provocarías indigestión, inflamación y muchos gases… ¡No, no, no, ser frijol no es buena idea! —concluyó mamá cerrando el tema sin dar más importancia al asunto. Yo solo pensaba una cosa ¿Por qué mami no sentía la misma emoción que yo? Llegando a casa busqué un frasquito de vidrio, coloqué un algodón dentro, al fondo frijoles y por último agua. Lo dejé en mi ventana para que lo tocara el sol y lo regué todos los días. Entonces sucedió el milagro; comenzó a emerger una bella planta de finas ramas y mil raíces entretejiendo un universo. Crecía confiada, generosa, segura de su belleza. Algunas ramas parecían niñas jugando y otras, las que se
Alejandro Pasquale. La realidad no me necesita (2016). Óleo sobre tela
enroscaban entre ellas con delicadeza, se parecían a los enamorados que me encontraba en el parque. Cada día nuevas ramas, nuevas hojas, nuevos mundos. Logré admirar la cáscara del frijol colgando de una hoja como despidiéndose de su origen y dando paso a su evolución. ¡Era extraordinario, era mágico! Al tiempo tuve que mudar mi planta a una maceta pues crecía esplendorosa. Después le di un lugar en el jardín. Una mañana de fin de semana, mamá arreglaba el jardín, regaba las plantas, cortaba las marchitas y les daba curiosas formas a las demás. Irremediablemente se encontró con mi planta que entonces era ya una bella enredadera. Parecía un mundo de hadas o un parque de diversión con tobogán y toda la cosa. De alguna manera iluminaba el jardín. Recuerdo a mamá estática frente a ella, la contemplaba de la misma manera que me contempla a mí dormir y cree que no me doy cuenta. Juro que vi rodar lágrimas sobre su rostro porque brillaron con el sol. Temí por su tristeza, pero sonrió. Torpe, me acerqué a ella no muy seguro de lo que sucedía. —¿Y esta hermosa planta, hijo? —su voz era casi en susurro rozando una hoja con sus dedos. Yo solo la abracé y respondí: —Es un frijol.
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D e l
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M u n d i a l
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¿Y tú me lo preguntas? Norma Quintana
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i santa madre, que por cierto es una mujer muy instruida, tenía una sentencia para indicar a los amigos que llegaban a mi casa cuándo estaban necesitando un corte de cabello: “Oye, “mijito” —decía con el peculiar desenfado del cual creo ser heredera—, tienes que pelarte, ¡pareces un poeta!”. Muchas veces en mi adolescencia me pregunté cuál sería el argumento de aquella comparación, evidentemente peyorativa, expresada por alguien que desde pequeña me enseñó a considerar como personas muy ilustres a José Martí, Rubén Darío, Juana Inés de la Cruz, Gustavo Adolfo Bécquer y Pablo Neruda, cuyos Veinte poemas de amor… devoré a los catorce años gracias a la misma que mandaba al barbero a mis amigos con aquella declaración lapidaria. Con los años logré concluir que la autora de mis días, guiada por un sentido práctico situado más allá de sus gustos literarios, asociaba oficio con utilidad, y el oficio de poeta no fue nunca, salvo notables excepciones, uno redituable. De manera que un poeta era, en concordancia con su estimativa, no solo alguien con la cabeza en las nubes, tan al margen de los asuntos terrenales que no reparaba en cuestiones de apariencia, sino también más que nada un individuo a quien le estaría negado el éxito medible en términos de posesiones materiales. Dicho en el particular tono de mi madre, alguien que se acomodaba a la categoría del “si te dedicas a eso te vas a morir de hambre”. El tópico en torno a la utilidad de la poesía es tan viejo como nuestra civilización. En el siglo I antes de Cristo, un sabio y literato llamado Horacio escribió en su libro Arte poética que la literatura tenía en sí el poder de enseñar deleitando —prodesse et delectare— porque combinaba la búsqueda de la belleza del lenguaje, lo que da placer estético, con una de las formas más poderosas, por intuitiva, de conocer el mundo que nos rodea, hecho que trae la utilidad de lo didáctico. El conocimiento que nos llega a través del
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Fotografía: El Naranjo Estudio.
arte, y en particular el arte de la palabra, es fruto de una manera de pensar que opera por asociaciones, basado en la eficacia de la imagen, una poderosa herramienta capaz de entregarnos lo general a través de lo particular, y de expresar a partir de lo concreto verdades universales, y con ellas toda la infinita gama de valores que sustentan la ideología que nos hace —casi siempre— seres civilizados. Dicho así, podemos afirmar que la poesía es en sí misma un arma para aprender, pero aprender de tal modo que el mundo se nos revele en toda su intensa emoción. ¿La poesía, para qué sirve? Sirve para emocionar mezclando conocimiento y reconocimiento, y aunque es un hecho que la existencia es una fuente infinita de emociones, más que el más logrado verso, la poesía —y espero que mi madre lo haya sabido cuando puso en mis manos el libro de Neruda— es el reflejo de esa emoción mayor de la vida, que la poesía revive, y por eso cuando cualquier otra manifestación artística nos emociona solemos decir que en ella hay poesía. Se ha intentado explicar la utilidad de la poesía desde el punto de vista del lector, pero para definir la utilidad de la poesía habría que tratar también de la utilidad que tiene para quien la escribe, en un sentido individual; y
d e v e z e n c u e n t o de su utilidad para el hombre en cuanto ser social, de la contribución de la poesía a la Historia. Digamos, entonces, que no está en cuestionamiento la utilidad de la poesía. Otra cosa es que no sea imprescindible: es tan prescindible como la aguja y el fuego, pero la humanidad no habría sobrevivido a la última glaciación sin ellos. Porque la poesía es el reflejo de la emoción que nos provoca la vida, es también la manera de decir las cosas que no pueden ser dichas de otro modo. No hay mejor modo de aliviarse de una pena, de celebrar un logro, de dolerse por una pérdida. Decía Octavio Paz que el poeta “mediante la palabra, mediante la expresión de su experiencia, procura hacer sagrado al mundo; con la palabra consagra la experiencia de los hombres y las relaciones entre el hombre y el mundo, entre el hombre y la mujer, entre el hombre y su propia conciencia. No pretende hermosear, santificar o idealizar lo que toca, sino volverlo sagrado. Por eso no es moral o inmoral; justa o injusta; falsa o verdadera, hermosa o fea. Es simplemente poesía de soledad o de comunión. Porque la poesía que es un testimonio del éxtasis, del amor dichoso, también lo es de la desesperación. Y tanto como un ruego puede ser una blasfemia”. Con mis catorce años me hubiera gustado explicarle a mi madre que un poeta no es un greñudo que anda pensando solo “en las musarañas”, sino “una gente “descarnada”, es decir, una persona que va por el mundo sin piel, con la carne viva. Por lo tanto, las cosas que suceden le afectan más que a otros. No tiene nada que lo cubra, que lo proteja, y entonces, como respuesta a la vida, se le da la poesía” tal como lo definió Sabines, poeta grande. En estos tiempos en que hay un día mundial para casi todo, es un consuelo que en medio de la frivolidad generalizada a alguien se le haya ocurrido instituir uno para la poesía. Y tal vez sea ocioso tratar de explicar su esencia o su utilidad, porque finalmente así como es, rara para muchos, pero tan necesaria como el café de las mañanas, de todos y de nadie, no hay manera mejor para definirla que las famosas rimas de un poeta del siglo XIX: ¿Qué es poesía?, dices mientras clavas en mi pupila tu pupila azul. ¿Qué es poesía? ¿Y tú me lo preguntas? Poesía… eres tú.
Lázaro Federico Campos
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o seas cobarde. Háblale, estoy seguro de que le gustas. Mira cómo te ve…” “Es que…” “Es que nada, tomarás ahora mismo el teléfono… no, mejor acudirás personalmente. Vestirás tu mejor traje. Le comprarás flores; rosas tal vez, o una orquídea, eso es, la orquídea es mejor…” “Las orquídeas son caras…” “Nada es mucho para una mujer como ella… Tocarás a su puerta; al aparecer, te dirá — ¡Lázaro, qué sorpresa!—. Sin perder un segundo le entregarás la flor y la invitarás a pasear; con esa sonrisa que hace maraquear tus rodillas, aceptará. En el lago, la ayudarás a subir a la lancha, sentirás como se estremece su talle, y luego, disimulando la mirada, admirará tus fuertes brazos dominando los remos… Cuando el sol, cómplice de tus deseos, se esté ocultando, pasarás el brazo por su cintura. Le dirás al oído lo hermosa que luce y, juntando tu mejilla a la de ella, observarán las ondas que dejan un par de cisnes blancos al rodear la lancha… Seducida, ofrecerá sus labios, y suave, deliciosamente lento, disfrutarán de un beso mientras el atardecer los espía… Irán luego al restaurante que está a la orilla del lago… Durante la cena le dirás lo feliz que te sientes a su lado, y ella responderá que también la haces estremecer al tiempo que acaricia tus manos. Saldrán del restaurante y caminarán por la orilla del lago, los reflejos de la luna sobre el agua tranquila vibrarán apenados cuando la vuelvas a besar. Se dirigirán a tu casa; ella se dejará conducir, pero en realidad será quien comande tus pasos. Algo nervioso abrirás la puerta; ella, con un mohín de pudor, fingirá indecisión. Besarás su frente mientras tomas sus manos con ternura, pasarán por la sala en penumbras. Tu gato, desconcertado, se escurrirá del sillón tirando un florero. El ruido hará que ella se refugie en tus brazos, dando un pequeño grito. Grito que convertirás en gemidos de ansiedad cubriendo su cuello y cara con una enredadera de besos. Ya en la recámara, la ropa de ambos caerá desmayada formando un sendero de ilusiones por estallar. El vaporcillo de la regadera cubrirá pudoroso sus cuerpos que, aún mojados, mirándose a los ojos se aproximarán al lecho. Te pedirá que no enciendas la luz. Tus manos inquietas recorrerán el mapa de su cuerpo, por fin, el anhelado tesoro estará a tu alcance… ella te urgirá que no te detengas… sin esperar más…. Tú…” “¡Carajo!, ahí viene esa latosa enfermera con su cantaleta diaria”. —¡Caray, don Lazarito!, usted y su revista. Ande, es hora de tomar el sol; los demás abuelitos lo esperan en el patio.
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e n t r e v i s t a
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Mauricio Ocampo
Necesario integrar en la academia los distintos saberes populares Miguel Meza Con el objetivo de mostrar las contradicciones estructurales del sistema educativo nacional a nivel básico y denunciar “la impostura que se nos vende por medio de imposiciones educativas de organismos internacionales como la OCDE”, el sociólogo y maestro en pedagogía, Mauricio Ocampo, publicó en 2016 el libro Pedagogía crítica y crítica pedagógica (Ediciones RR/Consejo de lucha de Q. Roo) un análisis crítico del sistema económico imperante y su impacto y relación con el sistema educativo nacional. En la siguiente entrevista, el académico (llegado a Cancún en 1991 con un intervalo de estudios en la Universidad Autónoma de Tlaxcala de 2000 al 2005) apunta categórico: “es necesario integrar en la academia los distintos saberes populares y darles el peso histórico y epistemológico que les corresponde”.
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Cuál es la pertinencia de la publicación de este libro a contracorriente en un momento en que nos encontrábamos en medio de una disputa ideológico-pragmática en torno a la Reforma Educativa ya en marcha? —Es por demás importante, en tanto que las personas encargadas de hacer análisis sobre la situación imperante del sistema educativo nacional, no lo están haciendo. Por un lado, la mayoría de instituciones educativas siguen el modelo teórico de los supuestos gurús de la educación y solo repiten lo que el mercado vende como modelos pedagógicos, pero no se reflexiona a profundidad y tampoco se discuten propuestas alternas, y las que salen son al margen de lo institucional. Lo anterior ha llevado a educadores y pedagogos críticos a realizar análisis desde afuera y hacer propuestas viables y alternativas. En la imagen, Mauricio Ocampo.
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e n t r e v i s t a Tenemos por ejemplo, la puesta en marcha de una reforma que no tiene nada que ver con supuestos educativos, sino económicos. Cuando el Estado entró en las distintas palestras de discusión con los maestros disidentes, se vio en la necesidad de plantear un modelo pedagógico que retomase muchas propuestas de los propios docentes disidentes y educadores y pedagogos críticos, pero distorsionando la esencia de dichas posturas, y con fundamentos pedagógicos contrapuestos. Por ejemplo, dicho modelo afirma que se debe rescatar una educación crítica basada en el modelo constructivista y enfoque por competencias, elementos totalmente antitéticos, que además, choca con una realidad totalmente distinta. Se quiere implementar un modelo pedagógico sin fundamento pedagógico coherente y fundamentado, implementando nuevas tecnologías en escuelas que carecen de docentes capacitados para lo que desean implementar, y una infraestructura de países empobrecidos, para no decir subdesarrollados. De la discusión sobre la reforma educativa, ahora se está ampliando a la Ley Federal del Trabajo desprotegiendo a todos los trabajadores. La lógica era sencilla: si logramos desestructurar y quitarle los derechos ganados al gremio más grande —el de los maestros—, el desmantelamiento de las garantías laborales en general era más sencillo, y es lo que está sucediendo. En ese sentido, el libro pretende dar la otra cara de lo institucional, lo que se calla por miedo o complicidad. —Tu paradigma teórico y conceptual es radicalmente crítico y a contracorriente del pensamiento dominante… —El paradigma que abrazo es la teoría crítica no desvinculada del quehacer político de las personas. Esta teoría ve el proceso educativo como una forma en la que sean los sujetos sociales quienes, reflexionando en torno a su realidad sociopolítica, puedan buscar alternativas posibles para un mundo mejor. Lo anterior no puede ser posible si el educador no ve a los docentes humanamente iguales. Las premisas fundamentales de esta postura son: primero es la lectura del mundo y, después, de las letras, y es ahí donde el sujeto se debe asumir como parte del uno y no sobre él; otra premisa es que nadie educa a nadie, todos nos educamos entre todos y nadie sabe todo, todos ignoramos algo, de tal forma que es necesario integrar en la academia los distintos saberes populares y darles el peso histórico y epistemológico que les corresponde. —Por lo que vemos, este libro forma parte de una investigación personal sobre el pensamiento crítico en las aulas educativas y el impacto de este pensamiento en la transformación de la sociedad, investigación plasmada en tus dos obras anteriores. —Efectivamente, este trabajo es la continuación de dos obras distintas. La primera (La Universidad Pública: vendedora de paisajes oníricos como objetos de consumo) hace una revisión general de la forma en la que la educación pú-
Fotografía: El Naranjo Estudio
blica, particularmente la universitaria, se ha ido privatizando en nuestro país. Ese libro se aborda desde la economía política y la sociología de la educación. El segundo (Aprendizaje basado en proyectos) fue producto de cinco años de investigación-acción participante en varios niveles educativos, desde secundaria hasta posgrado. La particularidad de este trabajo es que le integro la investigación-acción a la metodología del ABP, podemos decir que es un trabajo más pedagógico enfocado a la didáctica, sin dejar de lado un fundamento epistemológico. Ahora, este último título (Pedagogía crítica y crítica pedagógica), se aborda desde la economía política y la filosofía de la educación, filosofía que se fundamenta en una práctica cotidiana, no solo mía, sino de experiencias que compañeros me han aportado de manera directa e indirecta. La comencé a escribir cuando me integro a la docencia; ahí empiezo a comprender y descubrir las contradicciones del sistema educativo nacional y eso me lleva a investigar y buscar propuestas pedagógicas alternas. Escribirla me llevó aproximadamente un mes, pero el trabajo previo es rescate de saberes de mínimo ocho años. La tres obras se complementan y tienen un común denominador: propuestas alternativas a la educación hegemónica, dándole sentido a la tesis de Marx: los filósofos lo único que han hecho es interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo. TROPO
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Maquila educativa y pensamiento acrítico
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Mauricio Ocampo C.
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a expresión “estudiante crítico” se ha retomado, ahora más que nunca, como un ideal en la formación estudiantil. Sin embargo, no queda claro quién es un estudiante crítico. Se dice que es aquel que tiene la capacidad de emitir juicios por sí mismo; también que es aquel estudiante que tiene capacidad de opinión. Incluso la SEP (2011) va más allá y da una serie de “estándares” para evaluar y desarrollar la criticidad del estudiantado. Dos de los autores que la SEP usa para fundamentar su postura con respecto a este tema son los doctores Richard Paul y Linda Elder, miembros de The critical Thinking Community, con sede en Estados Unidos, quienes escribieron La mini-guía para el pensamiento crítico. Conceptos y herramientas (2003). Para los autores citados, el pensamiento crítico es: ese modo de pensar —sobre cualquier tema, contenido o problema— en el cual el pensante mejora la calidad de su pensamiento al apoderarse de las estructuras inherentes del acto de pensar y al someterlas a estándares intelectuales.
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Un estadio crítico debe dar paso a un estadio transformativo, de la deconstrucción a la construcción. Kenneth Gergeen
El pensamiento crítico es auto-dirigido, auto-disciplinado, autorregulado y auto-corregido. Supone someterse a rigurosos estándares de excelencia y dominio consciente de su uso. […] el pensamiento de mala calidad cuesta tanto en dinero como en calidad de vida (Paul, Richard; Elder Linda 2003: 4). Desde esta postura, el acto de pensar críticamente no tiene relación directa con la realidad; en otras palabras, para estos autores, el acto de pensar críticamente se limita sólo a la acción de un razonamiento lógico y coherente que empieza en un proceso de pensamiento y culmina en el mismo pensamiento pero mejorado, esto a través de estándares que dichos autores postulan como universales. Analizándolo así, podemos decir que su acto de pensamiento crítico está desvinculado de la realidad en toda la extensión de la palabra, en tanto que tiene como punto de partida al pensamiento mismo para superar ese pensamiento en otro mejor. Esa postura de ser “crítico” no es más que un intelectualismo chato que niega de facto la relación que todo sujeto cognoscente tiene con su entorno, su historia, su cultura y con él mismo.
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La máquina de la escuela. Ilustración de Francesco Tonucci, Frato (1970).
Pero, más allá, en ningún momento habla de una acción emancipadora o de transformación del contexto en el que el sujeto que critica habita, y mucho menos, de que todo pensar en el mundo implica por eso mismo una acción en él. Pero lo más contradictorio o caricaturesco de esto, es la prescripción de estándares para el desarrollo de dicho pensamiento. Es contradictorio, porque si se espera del ser crítico un pensamiento acertado y este pensamiento, para ser tal, se encuentra en su proceso mismo con una serie de contradicciones que van de lo simple a lo complejo siempre superándose, negándose y reafirmándose de forma dialéctica —porque así es el proceso cognitivo—, y por lo tanto el pensamiento mismo, ¿cómo podemos estandarizar ese proceso dialéctico? Estandarizarlo es la negación misma de dicho pensamiento. Toda práctica educativa que se funda en la estandarización, en lo preestablecido, en una rutina en la que ya todas las cosas fueron dichas, es burocratizante y, por eso mismo antidemocrática (Freire; Faundez 2013:77). Y esta estandarización ha alcanzado su mayor impacto en las certificaciones docentes y en el llamado sistema por competencias, la ingeniería de movimientos propia de la industria maquiladora aplicada a los procesos edu-
cativos con el fin de generar productos terminados que sean óptimos en la ejecución y resolución de problemas, contraponiéndose y usurpando el carácter humano e indeterminado de los procesos educativos y cognitivos en consecuencia. Ahora bien, esta percepción de “pensamiento crítico” no está aislada de la postura neoliberal, pues, como ya mencionamos, estandariza los procesos de pensamiento quitándoles de facto su condición dialéctica y cayendo nuevamente en la mera contemplación del mundo —lo que realizaban los filósofos antes de Marx—, es decir, no a su transformación en algo más justo y mejor para todos. De lo anterior podemos afirmar que el curriculum oculto de la SEP con respecto a este tema —como en muchos otros—, es la castración cognitiva y ontológica del estudiante tanto individual como socialmente, castración que se entiende en la mecanización misma del acto del proceso de enseñanza/aprendizaje. Un problema que influye en el no desarrollo de un pensamiento crítico en los estudiantes dentro de las escuelas es la generación de preguntas vacías, preguntas que se enfocan en la respuesta y no al desarrollo de la cualidad creadora e indagadora del estudiante. Por
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Así, la educación es vista como un instrumento de control y dominación, al mismo tiempo que es un producto que se compra y vende bajo la dinámica del mercado. Las escuelas son, desde esta visión, tiendas comerciales que ofrecen al cliente más cosas, según su giro —públicas o privadas.
ejemplo, el docente que llega y ordena a sus estudiantes que respondan tal o cual cuestionario, y que las respuestas están de tal a cual página del libro, en realidad les está matando su capacidad de indagación y curiosidad por la generación de conocimiento, y está llevando al estudiante a esta condición, porque lo encuadra en lo que de por sí un libro marca como verdad. De esta forma, no importa tanto la pregunta como la respuesta, respuesta que debe ser extraída de un manual llamado libro de texto para cualquier asignatura. Cuando el estudiante llena el cuestionario o contesta el examen y se revisan en clase las respuestas, la supuesta “acción crítica” se centra en dar la respuesta que el docente espera en función de lo que dice el libro. Esta práctica educativa mecanicista no es casualidad, está pensada y bien estructurada por los gurús oficialistas de la educación para la currícula —también oficial de educación básica–, incluso los libros para el docente son manuales cual receta de cocina, en los que ya viene
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explicito lo que el docente debe hacer, y lo más triste, lo que se espera del estudiante. Llevar al pie de la letra estas prescripciones, es algo pensado y dictado desde las altas esferas educativas, denominándole de forma mañosa y encubierta como “educación de calidad”. Un hecho fundamental que ha contribuido al desarrollo de la impostura educativa ya descrita, es la falta de rigurosidad científica que en las Universidades de nuestro país se ha venido desarrollando desde el impulso de la llamada “modernidad” a partir de la década de los 90. Los gobiernos neoliberales han impuesto políticas educativas que han sido diseñadas por organismos internacionales como la Organización de Cooperación para el Desarrollo Económico (OCDE) y el Banco Mundial. Sin importar en realidad la educación en tanto tal, le apuestan más bien a la tecnificación del estudiante, a la generación de obreros maquiladores calificados que puedan ser partícipes de una estructura económica que requiere de mano de obra barata y calificada, mano de obra que se limite no a cuestionar, sino a responder de forma asertiva según las necesidades del mercado, y en ese sentido, la capacidad de respuesta por parte del estudiante debe ser sin cuestionar, de forma autómata para la solución de problemas inexistentes. Así, la solución de un problema laboral se debe enmarcar no en las capacidades, sentimientos, actitudes y aptitudes del trabajador, sino en las competencias que ha adquirido en el ejercicio de su ser estudiante, competencias que se han vendido como la suma de habilidades y destrezas, y que están enfocadas a resolver las necesidades productivas. En otras palabras, el capitalista ya sabe la respuesta y la acción que debe ejecutar el trabajador, y esta respuesta es el incremento de utilidades sin importar el medio para lograrlo, siempre y cuando
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Fotografía: El Naranjo Estudio
no se cuestione la estructura laboral. Y es en este punto donde la educación que tiene como base preguntas inexistentes a respuestas conocidas, tiene mayor sentido. Condicionan a los estudiantes de todos los niveles educativos a responder según las necesidades del mercado laboral, lo que en el aula de clases está proyectado por el sistema educativo nacional y ejecutado por el docente, negándole al estudiante con ello su capacidad de crecimiento espiritual humano. De lo anterior se entiende que la SEP haya prescrito algunos elementos que desde su visión debe tener un estudiante crítico —elementos revisados con anterioridad. Todo encaja; el estudiante es visto con dos connotaciones: como cliente y como mercancía, mercancía porque desde antes de incorporarse al ámbito laboral, es visto ya como un capital humano que ha de salir con los estándares mínimos de calidad para ser productivo, por un lado, y como cliente, por otro; porque si ha de aspirar a un “buen empleo”, deberá pagar por ello vía colegiaturas escolares, impuestos y cuotas voluntarias destinadas a su formación académica. En esta lógica, la escuela se convierte en una maquila educativa que califica los estándares de calidad a partir de competencias laborales encubiertas como conceptos pedagógicos. Así, la educación es vista como un instrumento de control y dominación, al mismo tiempo que es un producto que se compra y vende bajo la dinámica del mercado. Las escuelas son, desde esta visión, tiendas comerciales que ofrecen al cliente más cosas, según su giro —públicas o privadas. Todo se usa a favor de esta gran mega venta: spots publicitarios, desacreditación de “instituciones educativas” por otras con mayor poder, disminución de tiempos de estudio, titulaciones automáticas, incremento de la
jornada escolar, computación e inglés aún para párvulos, sin tomar en cuenta las teorías pedagógicas como la piagetana, que sostiene que no es correcto ni sano para el niño acelerarle los procesos cognitivos. Sin embargo, en el neoliberalismo, la venta de todo está por encima de toda lógica científica, pedagógica y/o ética. Todo lo expuesto nos lleva a pensar en la imperante necesidad de repensar la historia, la educación y la cultura desde abajo, rescatando los saberes populares e incorporándolos a la academia, hacer ejercicios encaminados a filosofar y buscar nuevas y mejores alternativas, rescatando el precepto griego de política: lo que a todos nos atañe, debe de ser solucionado por todos. TROPO Referencias: Freire, Paulo; Faundes, Antonio (2013). Por una pedagogía de la pregunta. Crítica a una educación basada en preguntas inexistentes. S XXI. México. Paul, Richard; Elder, Linda (2003). La mini-guía para el pensamiento crítico. Conceptos y herramientas. En; https://www.criticalthinking.org/ SEP (2009). Curso Básico de Formación Continua para Maestros en Servicio. El enfoque por competencias en la educación básica. SEP. México. ----- (2011). Curso Básico de Formación Continua para Maestros en Servicio. Planeación didáctica para el desarrollo de competencias en el aula 2010. SEP. México. 1 El texto que aquí publicamos corresponde al primer apartado del capítulo 2 del libro Pedagogía crítica y crítica pedagógica (Ediciones RR/ Consejo de lucha de Q. Roo, 2016). El título de ese apartado es “Del porqué del espíritu acrítico”. Por razones editoriales, se ha adaptado para esta revista.
Mauricio Ocampo. Sociólogo con especialidad en Cultura y maestro en Pedagogía. Es autor de los libros La Universidad Pública: vendedora de paisajes oníricos como objetos de consumo (Ediciones del Lirio, 2012) y de Aprendizaje basado en proyectos (Ediciones del Lirio, 2013).
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Entrevista con Ariana Escalante
Reforma Energética: marco legal para legitimar desigualdades José Castillo Baeza
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ay dos hechos puntuales que están impactando en el cambio de vida de muchas comunidades mayas en Yucatán. Uno, externo, resultado de los compromisos adquiridos por México en el Acuerdo de París (2015); otro, interno, relacionado con las remanencias de la Reforma Energética aprobada en el año 2013. Ambos acontecimientos están vinculados en más de un sentido y han colocado al estado de Yucatán en un punto de peculiar importancia respecto a la transición energética que actualmente se lleva a cabo en todo el mundo con el fin de paliar los efectos del cambio climático. Ello debido a que, a raíz de la Reforma Energética, las compañías ya pueden participar en subastas para adquirir concesiones que les permitan explotar el petróleo, el gas o generar electricidad. Yucatán y Oaxaca, dadas sus condiciones ambientales, han sido los lugares más solicitados por parte de los desarrolladores para instalar plantas generadoras de energía limpia, particularmente solar y eólica. Sin embargo, el costo ha sido alto y ha pasado por encima de los derechos de los pueblos indígenas. Estos hechos están siendo objeto de estudio por parte de la investigadora Ariana Escalante. Egresada de la carrera de economía de la Uady, actualmente estudia el doctorado en Economía Ambiental en la Universidad de York, Inglaterra. Ariana ha dedicado buena parte de su vida académica a analizar los impactos económicos y sociales de los proyectos renovables en el estado. En estos días se encuentra realizando trabajo de campo en México y pude charlar con ella para conocer algunos resultados de sus estudios. Apenas nos hemos sentado en el café cuando, sin previo aviso, dispara estas palabras: “El marco legal está
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En la imagen, Ariana Escalante.
constituido para legitimar desigualdades”. Poco después me explica que los proyectos de las compañías privadas están afectando directamente a muchas comunidades en Yucatán que están recibiendo beneficios muy pobres por el uso de su suelo. Hasta ahora hay más de 20 proyectos de energía renovable aprobados en el estado y los desarrolladores tienen un tiempo muy limitado para hacer evaluaciones sociales y ambientales: “Durante el trabajo de cam-
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po he escuchado historias que bien podrían haber salido de un cuento de terror del siglo pasado. Las empresas les ofrecen 70 centavos anuales por el alquiler de las tierras de uso común, esto es cínico. Las empresas van a tener un margen de ganancias millonarias ¿y esperan pagarles centavos a quienes son los que viven de los recursos naturales que ellos mismos usarán para hacerse millonarios?” Ariana ha trabajado alrededor de un concepto clave llamado “democracia energética”, mismo que establece que los individuos y las comunidades deben tener voz respecto a las formas en las que se desarrollan los proyectos energéticos; se trata de buscar una justicia distributiva en relación con los beneficios económicos que pudieran generar los distintos desarrollos. El problema estriba en que los empresarios están lucrando con las necesidades económicas de un sector muy vulnerable de la población en Yucatán: “Esa no es ni debería ser la vía para obtener los permisos para instalar los parques de energía renovable”. El problema de origen está en el hecho de que “el capital privado tenga un papel central dentro del marco del cambio climático únicamente garantiza que los proyectos energéticos a gran escala terminarán eclipsando la democracia energética”, señala en un trabajo próximo a publicarse en coautoría con la doctora Shalanda Baker. Por ejemplo, en ese mismo trabajo, Ariana Escalante habla de un proyecto denominado “Ticul A y Ticul B”, mismo que le pertenece a una empresa privada de la India llamada “Vega Solar 1, S. A. P. I. de C. V.”. El proyecto requerirá la tala de más de 700 hectáreas de selva y no han quedado esclarecidas suficientemente las consecuencias del previsible impacto ambiental. “Al entrevistar a varios habitantes indígenas pude notar muchas irregularidades en la información que recibían por parte de las empresas desarrolladoras”. Se trata entonces de una imposición de desarrollo, como la han sufrido los numerosos pueblos alrededor del mundo que son ajenos a Occidente. Ya sea en nombre del Progreso o, como en este caso, en nombre de la energía limpia, el Estado y las grandes compañías no solamente no están respetando el derecho de las comunidades a construir de manera autónoma sus propios modelos, sino que tampoco hay esfuerzos por dialogar o escuchar, ya no se diga comprender. Tampoco hay democracia energética ni justicia en término de beneficios económicos. Como señala la investigadora, todo ha sido muy oscuro alrededor de este caso: “te enfrentas con que la información es inaccesible, está escondida en el lugar menos pensado de las páginas gubernamentales. Tuve la fortuna de conocer el increíble trabajo de la Articulación Yucatán y de la Asamblea Múuch Xíinbal, quienes hacen un es-
fuerzo por difundir información de estos desarrollos desde una perspectiva crítica e interdisciplinaria. Esto es de gran ayuda ya que existen varios tecnicismos a los que no estamos familiarizados. Esto pone a pensar que cualquier persona, por ejemplo gente de las comunidades indígenas, no pueden acceder a la información ni entenderla. “También existe falta de transparencia, pues para que las empresas puedan empezar a desarrollar sus proyectos primero deben realizar una consulta pública a las comunidades. Sin embargo, esta información no está siendo libre de coerción, no está siendo informada y tampoco es prevista. En una consulta pública en San José Tipceh las autoridades de la SENER me corrieron. También sucede que hay grupos de poder dentro de la comunidad que sí están de acuerdo con el proyecto y que están recibiendo beneficios económicos, por ejemplo, personas allegadas al comisario ejidal”. Ariana Escalante ha registrado numerosos testimonios de los habitantes de las comunidades afectadas que se mantendrán, en esta entrevista, en el anonimato. Muchas de esas fuentes señalan, por ejemplo, que en Cunucul la consulta se hizo el Día de Muertos cuando la gente estaba entregada a sus tradiciones y recordando a sus seres fallecidos. También explican que las consultas parecen muchas veces mítines políticos pues reparten comida y bebidas. Otros se preguntan por qué la comunidad no puede tener y administrar su propio parque energético o cuestionan si es posible que la energía generada abastezca también a la comunidad (cosa que no va a suceder). Otros testimonios señalan que no ha habido tampoco la generación de empleos prometida y que los desarrolladores no tienen ni siquiera oficinas en las comunidades: “seguro que cuando terminen su proyecto van a desaparecer”. Pero quizá sea esta voz la que mejor resume la dolorosa situación de las comunidades mayas: “Yo siento que este modelo va a llevar a más pobreza, solo nos vienen a pisar. Nosotros no vamos a perder solo una oportunidad, sino que vamos a perder lo poco que tenemos, nos van a aplastar”. Publicado en Por esto! on line. Se reproduce con autorización del autor. José Castillo Baeza (Chetumal, 1987). Es licenciado en Letras Hispánicas por la Universidad Modelo, y cuenta con una especialización en Docencia en la Universidad Autónoma de Yucatán. Ha publicado dos novelas: Hojas recicladas (IQC y Escuela Modelo, 2005) y Garabato (Secretaría de la Cultura y las Artes de Yucatán, 2014), y el libro de cuentos A la espera (2008). Actualmente, se desempeña como profesor de Literatura e Historia en la Escuela de Creación Literaria del Centro Estatal de Bellas Artes. josecastillobaeza@gmail.com
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La pequeña Elpis Marién Espinosa Garay “Y me vi obligado a reconocer, en alabanza de la verdadera filosofía, que de ella depende el obtener una visión perfecta y total de lo que es justo, tanto en el terreno político como en el privado, y que no cesará en sus males el género humano hasta que los que son recta y verdaderamente filósofos ocupen los cargos públicos, o bien los que ejercen el poder en los Estados lleguen, por especial favor divino, a ser filósofos en el auténtico sentido de la palabra”. Platón, Carta VII
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maginemos que detrás del ventanal de un café, Platón y Aristóteles observan a los votantes haciendo filas para depositar boletas en las urnas de plástico. Por supuesto que usan ropas de este siglo, como hacen siempre los espectros de otros tiempos para no llamar la atención cuando merodean entre las gentes de distintas cronometrías. Hace calor afuera, como corresponde al mes de julio, así que los viejos filósofos permanecen refugiados en la frescura del aire acondicionado —interrumpida una y otra vez por el trasiego de meseros—, mientras miran, a través del ancho cristal, los ríos ciudadanos que serpentean en las aceras, bajo el sol vertical. Pareciera que la canícula quema también todas las conciencias: hay arrebatados debates entre los votantes apostados en largas filas callejeras, así como improperios y risotadas lanzadas por los parroquianos que ocupan las mesas del café. Para sorpresa de todos, los habitantes de este milenio han olvidado por unos momentos el teléfono móvil, para hablar entre sí con pasión y hasta gritar sin recato. Una sonrisa aparece bajo las venerables barbas de Platón, mientras Aristóteles fija la mirada en las pantallas que machacan canciones banales.
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John William Waterhouse. Pandora. 1896.
—Me recuerda aquella larga conversación en casa de Polemarco y su padre Céfalo. Éramos más de nueve, Trasímaco, Clitofonte, Adimanto, Glaucón, varios más… Tan larga fue la discusión, que no terminamos a tiempo para asistir a las ceremonias ecuestres de las antorchas nocturnas en honor de la diosa… —Sí, maestro, alguna vez lo mencionaste. Y después de la muerte de Sócrates, registraste por escrito aquella improvisada reunión. Tu mentor ilustró a los contertulios sobre la regencia ideal de una polis, la educación de los guardianes, los tipos de gobierno mejores, la verdad, la justicia, temas eternos… Yo mismo leí en tus apuntes, con desazón, el encendido discurso del sofista Trasímaco, discurriendo que la verdad corresponde, sin duda, al alegato de los más fuertes… —¿Sirve de algo refutar eso ahora? ¿Hoy, aquí, en este siglo? ¿Es que en algo se valoran en estos tiempos las inquisiciones rigurosas para indagar la verdad? Cada cuál cree poseer su verdad, recortada al tamaño de sus ilusiones, o peor aún, de sus ambiciones… A falta de vino, los personajes se contentan con café: hoy impera la “ley seca”. También se conforman con las incómodas sillas, extrañando con nostalgia los klinai.
l a t i n t a t e n t a —Los amanuenses, las imprentas y ahora la web rescataron tu crónica de aquella velada, para fortuna de las generaciones. Impropiamente dejaron de nombrarla Politeia para llamarla en flagrante latín la Res pública, el asunto público, al final de cuentas, La República… —¡Por los dioses, Aristóteles! Alabas demasiado mis textos, y sin embargo, tú mismo refutaste mis conceptos y los de Sócrates en tu Política… El aludido mira fijamente a su maestro. —Es verdad. Las propuestas de Sócrates sobre el uso común de las mujeres y la paternidad compartida de los hijos eran… —…solamente propuestas ideales, ejercicios de la imaginación —interrumpe Platón. Después de un silencio, el interrumpido continúa. —Sin embargo, en mis obras también encontrarás coincidencias. Pero es innegable afirmar que tanto el idealismo platónico como el realismo aristotélico han abierto caminos profundos en el pensamiento de todas las centurias… —Pero no hablemos más de nuestras diferencias —declara Platón, suspirando—; preferiría reflexionar sobre las similitudes que nos unen. Y en estos tiempos convulsos, en este momento y en esta geografía, dime Estagirita… ¿aún sirven de algo nuestras ya tan pretéritas palabras? Aristóteles observa a través del ventanal; y quedan mudos demasiado tiempo. En el café, las enormes pantallas siguen pregonando canciones de una exquisita vulgaridad. Platón susurra, molesto: “Tuve razón en declarar que los poetas y los cantantes deberían ser expulsados de las ciudades…” —En una cosa coincidimos, maestro: en la repulsión a la democracia como gobierno de las multitudes… —Es verdad. Los defectos de semejante mandato son evidentes. ¡Pero en este siglo el planeta entero usa la palabra de marras como excusa para un sinfín de aberraciones! Es apenas un juego teatral, una pantomima… —Tú afirmaste que la democracia, en su desmedido afán de libertad, va concediendo cada vez más abusos y tropelías a los gobernantes, por lo que ese régimen se transforma en tiranía… —¿Y no existen en esta centuria bárbaros y tiranos que, agazapados bajo una nueva versión de la antigua demokratía, justifican “todo uso del poder, incluso el más despiadado, arbitrario y brutal”?1 Los gobernantes y los ciudadanos se aficionan cada vez más a los lujos, a las mercancías inútiles, a las vanidades y la ostentación, entonces necesitan inventar excusas para mantener ejércitos y arsenales, y sin motivo, declarar guerras que les provean de tierras y mercancías para provecho de los ministros y sus cada vez más corruptos ciudadanos... —Yo señalé en mi Política que la monarquía, la aristocracia o la república de las mayorías podrían ser benignas, pero con algunas condiciones: deberían estar orientadas al bien
Rafael. La escuela de Atenas (1511). Detalle.
común y sustentadas firmemente en una escrupulosa ética personal. Y por supuesto, en una educación que ejercite las virtudes, las facultades superiores de la psique, la defensa de la patria, la garantía de la paz y la felicidad. Una República de gobernantes sabios, ejercitados en la phrónesis… —¿La prudencia…? —Platón ríe, como nunca se viera hacerlo en sus ecuánimes estatuas—. Perdona esta nueva interrupción, pero vuelvo a inquirir… ¿Es acaso la democracia una utopía? Tus argumentos, los míos… ¿Qué relevancia poseen ahora? Desde que redactamos nuestros libros han marchado en sucesión tiempos circulares y lineales, donde eminentes pensadores sustentaron reflexiones filosóficas, religiosas, jurídicas… ¿Alguna vez verá el mundo una sola república bien gobernada? ¿Hay alguna posibilidad de buen gobierno en algún punto entre el idealismo o el realismo? Aristóteles vuelve a mirar las filas de votantes que se arremolinan cada vez más en las aceras. Platón mira también, como si observara a través de los dobleces del tiempo. Al fin, murmura: —Se levantan y caen imperios al ritmo de las centurias y, también, se levantan teorías, reflexiones, le-
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l a t i n t a t e n t a gislaciones, que caen también, derrocadas, como los emperadores, reyes, ejércitos, revoluciones… —Las teorías políticas han dado giros espectaculares desde nuestros tiempos, maestro, pero al paso de los siglos, nuestras voces han sido olvidadas. Maquiavelo y su Príncipe imperan ahora en las conciencias de los gobernantes. La célebre divisa El fin justifica los medios es honrada dondequiera… —Pero, ¿cuál es este fin? ¿Cuál el objetivo? ¿El imperio absoluto del tirano o el bien común de sus gobernados? La falacia que mencionas es tan irracional como el argumento maquiavélico del buen uso de la crueldad, ¿Lo recuerdas? —Creo recordarlo. Establece que el príncipe fuerte precisa cometer sus crímenes de Estado lo más puntual y ferozmente posible y, si han de realizarse varias acciones severas, hacerlas todas de una vez. Afirma que los pueblos olvidarán más pronto un baño de sangre rotundo y definitivo, pues seguidamente se implementarán distractores y falsedades que torcerán la verdad cuando alguien pretenda recordar los hechos, y esto, según Maquiavelo, sería un buen uso de la crueldad, si tal cosa es lógicamente posible. Por supuesto, el príncipe débil que ejecutara represiones parciales aunque continuas, mostrando una crueldad tímida e indecisa, pronto se verá destronado… Aristóteles mira a través de la ventana. Han surgido discusiones entre los votantes y se acercan algunos policías. —Maquiavelo también aconseja al gobernante usar por igual la fuerza o el fraude, hacerse amar y temer al mismo tiempo, ser obedecido ciegamente por las milicias, asesinar sin contemplaciones a los que puedan perjudicarlo, remplazar con leyes convenientes las legislaciones antiguas, ser a la vez severo y amable, magnánimo y cruel, buscar la amistad de reyes y príncipes, pero con astucia, de modo que se lo piensen dos veces antes de hacerle daño… —¿Es acaso en algún sentido razonable mencionar al menos algún esbozo de una demokratía conveniente para este siglo? Aristóteles lo piensa un poco. Ahora las pantallas presentan algún partido de futbol. Los comensales de las mesas vecinas comienzan a gritar porras y a denostar a los jugadores. —Es verdad que la demokratía de nuestra pretérita Atenas sería impropia para los tiempos que corren. Esta palabra ha cambiado de sentido muchas veces. Para empezar, calculamos que los ciudadanos con voz y voto en nuestras antiguas polis no podrían ser más de 5 mil, excluyendo, por supuesto, a mujeres, jóvenes y esclavos, asunto por el que hemos sido escarnecidos por siglos. Pero así fue, para aquellos ciudadanos libres levantamos el endeble edificio de nuestras teorías. Sin embargo, en estos tiempos, ¿cómo gobernar a millones de individuos, trenzados en debates
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¿Crees que tal utopía pueda materializarse en este siglo? ¿De qué maneras ha de lograrse, partiendo de la realidad presente? ¿Realmente crees que existe una transición a la democracia sin diálogos críticos, sin castigo a las corruptelas, sin una vergüenza moral?
geopolíticos globales con otros millones más, exacerbados y enceguecidos por las propagandas y la manipulación en los medios masivos? --¡Y encima de todo, la corrupción de las instituciones a nivel planetario, las prebendas dondequiera, los sobornos, los sofismas, las mentiras…! Ante las exclamaciones airadas y los manoteos en el aire, un mesero se acerca preguntando si todo está bien. El filósofo más anciano reclama que no, que nada parece estar bien. Y alza la voz: —¿Qué puede hacer el ciudadano común, ellos… —señala a través de la ventana—, los que están ahora mismo en esas filas interminables en la calle? ¿Qué hacer ante el poder rotundo de las maquinarias locales, nacionales e internacionales que ahora mismo mueven infinitos engranes sobre sus cabezas? —Más café, por favor… —sonríe paciente el filósofo menos viejo. El mesero se aleja, acostumbrado a los denuestos de los clientes, en especial, en días electorales. —¿Qué será mañana de ellos? —Vuelve a señalar Platón a los votantes, ahora tranquilos, mientras más patrullas han aparecido en la escena—. Los líderes mundiales deberían seguir el ejemplo de Sócrates, quien prefirió obedecer las leyes justas dictadas por hombres injustos y morir sin cometer injusticia, antes que ceder a las corruptelas que Critón (y con él todos los que deseábamos evitarle la muerte), le proponía para escapar de su celda poco antes de su vergonzosa, por injusta, ejecución…2 —Quizá la respuesta sea la utopía, maestro… —¡Por el Demiurgo del Topos Uranos! ¿Quieres decir
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Siqueiros. La Nueva Democracia. 1944-45. Piroxilina sobre tela. Palacio de Bellas Artes, Ciudad de México.
que la democracia es el lugar que está en ningún lugar? —Tu República ha sido desde siempre una utopía. Y no fue la única que ha conocido la historia. Tomás Moro, Francis Bacon, Campanella, Owen, Marx y hasta las nuevas propuestas utópicas, como los objetivos del milenio de la ONU, o las pancartas de los indignados que aseguran Otro mundo es posible… Platón sonrió luminosamente bajo sus venerables barbas. —¿Recuerdas el mito de Pandora, el relato del antiguo Hesíodo? —Sí, lo recuerdo. Aquella mujer que abrió la caja que no debía. Así saltaron del interior todos los males del mundo… —Y volteando a la ventana, agregó—: Y aún siguen aquí, en el mundo, todos los males, más virulentos al paso de las generaciones… Pero permítame, maestro, exponer mi razonamiento… —suspira hondo sin dejar de observar a los votantes, ahora adormilados bajo el sol cenital—, quizá la utopía no sea el lugar imposible que parece indicar su etimología. Tal vez podemos pensar en la democracia como una realidad en construcción… —Sí, limitada y condicionada tal vez fuera posible… Pero el filósofo más viejo vuelve a alzar la voz, que se oye por encima de los comerciales insulsos de las pantallas. —¡Condicionada a la honradez de los gobernantes, a la excelente educación de las masas, al destierro de las tiranías y los afanes de poder, al cultivo de las virtudes…! ¿Crees que tal utopía pueda materializarse en este siglo? ¿De qué maneras ha de lograrse, partiendo de la realidad presente? ¿Realmente crees que existe una transición a la
democracia sin diálogos críticos, sin castigo a las corruptelas, sin una vergüenza moral? Aristóteles calla, y habla después, con voz tenue: —Maestro, hace un momento mencionaste la Caja de Pandora… —Sí —responde Platón, recuperando su elegante mesura—. ¿Y qué con ello? —¿Recuerdas que sucedió, una vez que todos los males del mundo hubieron salido de la caja? —Sí, lo recuerdo. Vuelve a sonreír el anciano, su respiración se calma, sus ojos parpadean. —Al final quedó solamente una diosa, pequeñita, apenas visible, agazapada al fondo, muy al fondo… —La diosa Elpis… —Si, tienes razón. La pequeña Elpis… —Y Platón mira otra vez a la multitud detrás de la ventana—. La esperanza…
REFERENCIAS http://www.filosofia.net/materiales/sofiafilia/hf/soff_15.html MIHAILOVIC, DEJAN (2003), La democracia como utopía, México, Tec de Monterrey. COPLESTON, FREDERICK (1981) Historia de la filosofía, vol. 1 Grecia y Roma, México, Ed. Ariel http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/el-principe--1/html/0005364a-82b2-11df-acc7-002185ce6064_88.html
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FotografĂa: Maribel GarzĂłn.
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Entrevista con
Silvana Arciniega
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Desplazamientos, individualidad. Dibujo sobre papel, grafito, sanguina, cera y tinta. 29 x 93 cm Selec. 2a Bienal AVC (2015).
Cumple la artista 25 años de trayectoria profesional
Armonía, constante en mi obra; libertad, base de mi carrera Miguel Ángel Meza Con más de 60 exposiciones individuales y colectivas, en México y el extranjero, y múltiples premios y reconocimientos a su trabajo (uno de ellos, la Mención Honorífica en 2015 en la 7ª Bienal Nacional de Cerámica, Museo Franz Mayer), Silvana Arciniega es una de las artistas más relevantes de Cancún y una pionera en la producción de patrimonio artístico en Quintana Roo. Egresada de “La Esmeralda” en 1993 y con 25 años dedicados al arte de manera profesional, esta artista multifacética encuentra en la siguiente entrevista las dos palabras que marcan su sello característico como artista y como ser humano: armonía como una constante en su obra, y libertad como una síntesis de su carrera.
Desplazamientos, intercambio. Dibujo sobre papel, grafito, sanguina, cera y tinta. 29 x 93 cm Selec. 2a Bienal AVC (2015).
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Migrar (detalle).
Migrar. Instalación, 2015. Materiales: grafito, barro, cabello humano y óxido de hierro. 240 x 366 x 240) Expo 4Inst.4, CCA BJ.
rabajas con gran soltura tanto en escultura y cerámica como en dibujo, pintura e instalaciones, estableciendo un diálogo entre materiales y técnicas de varios formatos. ¿En qué formato fluye mejor tu búsqueda conceptual? —Encuentro gran afinidad con los procesos de la instalación. Este formato me permite investigar la naturaleza de la materia y su contexto físico; con ello puedo replantear y vincular mis ideas. En ella hay una especie de hibridación, no solo de técnicas y materiales sino también por algunos roces con el minimalismo, arte povera y land art. En la instalación destaco la impronta, la gestualidad y una gran libertad, cuyo límite, algunas veces, es mi propio rigor metodológico. —En tu trayectoria se percibe una tradición de armonía y equilibrio y, al mismo tiempo, una vocación de ruptura que busca conjugar belleza y originalidad, crítica social y mirada femenina. ¿Crees que esto te define con un sello característico? —Sí, de alguna forma. Parte de mi formación profesional fue académica, lo que me proporciona una enorme capacidad e incrementa mis posibilidades para experimentar y articular con los llamados medios alternativos. Armonía es una constante en mi obra. La que resulta de observar la naturaleza: su proporción, números y geometría. La obra me retrata, devela, permanece abierta a la percepción del espectador; y al formar parte de un contexto determinado, la crítica está implícita.
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—En tus instalaciones hay una búsqueda constante por recontextualizar elementos de la naturaleza, objetos utilitarios y técnicas de formatos más convencionales. ¿Qué tanto hay de intuición y qué tanto de control racional en esta elección? Por ejemplo, en Migrar. ¿Cómo llegas a esta síntesis del movimiento, de la mutilación, del desarraigo? —Cada instalación es el resultado de un proceso dominado por lo racional, que inicia con una investigación. Nací a mediados de los sesentas del siglo pasado con el Arte Conceptual. Percibo en los elementos de la naturaleza una portentosa fuerza expresiva, y en los objetos más comunes,
Cada 8 horas durante 5 días. Dibujo tinta, grafito y carboncillo sobre tela (2017).
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Triaxial 21º latitud norte, 86º longitud oeste. Detalle.
Triaxial 21º latitud norte, 86º longitud oeste. Instalación (2017l).
una particular esencia, historia y memoria. Estos objetos están cargados de tiempo, entendido como evolución, desarrollo, diseño y tecnología. De ahí que tengan tanto que comunicar; basta con colocarlo frente al espectador para que éste cree conexiones y afinidades basadas en vivencias de todo tipo. Tengo claras mis líneas temáticas (inagotables); sin embargo, participar en certámenes, festivales o convocatorias me permite argumentar diferente, recurro a mis afines elementos de la naturaleza y complemento con otros objetos (comprados, recolectados, reutilizados, etcétera) que estructuran el concepto. Una vez que termina la exposición, reincorporo y reutilizo. En la instalación Migrar, las manos representan las primeras civilizaciones del género humano: el origen. Con ellas exploro la dimensión emocional al margen de las implicaciones sociales, políticas y económicas. De las manos fluyen estos torrentes capilares, como énfasis de la diversidad genética hacia el presente. —Las instalaciones suponen una redefinición del espacio, una intervención abrupta de lo establecido para hacer brotar la sorpresa, lo inesperado, lo efímero y permanente a la vez. En suma, hay una especie de transgresión, como en el caso de Sargassum. ¿Qué tan transgresora te consideras en este sentido? —Efectivamente, hay una transgresión implícita en el arte; en mi instalación puede ser más evidente, pero mesurada. La instalación Sargassum, clave mayor oscura, es una pieza producida ex profeso para la 2da Bienal de Artes Visuales Cancún 2015 y pertenece al conjunto de trabajos de la serie “De lo litoral a lo urbano”; su título alude al acto de la representación por claves de intensidad y contraste visual, como metáfora del carácter contradic-
torio, opuesto y algunas veces limitativo de mis procesos y del sargazo. Durante la exposición, en el transcurso de los días, resalté el estado perecedero del material, su transmutación, el aroma de mar y un caballete inmutable despojado de toda articulación discursiva. —En Cada ocho horas durante cinco días, empleas la figura femenina al margen de los códigos convencionales, y a partir de ahí, al parecer, creas un alfabeto icónico para proponer un nuevo lenguaje… —Cada ocho horas durante cinco días es una pieza de la serie “Protusión L5-S1” que inicié en 2010 con una pintura al óleo (autorretrato), y que continuo trabajando obsesivamente con dibujo sobre tela y papel, y dibujo y animación digital. Alfabeto icónico es un calificativo adecuado, y reafirma la pluralidad discursiva y reflexiva de esta serie, eminentemente gráfica. —El artista en general prefiere no definir ni explicar su obra, pero una propuesta como Triaxial 21º latitud norte, 86º longitud oeste, invita a cuestionar a la artista. ¿Hay en este Cancún, que revelas por sus coordenadas, una triada tan inquietante y contradictoria como la que propone la obra? —Me apasiona la ciencia: triaxial es un método que utilizo en el laboratorio de cerámica para mis investigaciones. Hace tres años me propuse cuantificar mis materiales para una instalación y atribuir, a tres de ellos, la función de variables, como forma matemática. El resultado visual fue estético. Ahí comenzó esta serie basada en triaxial. El proceso es fascinante, meticuloso y muy íntimo, y el resultado: un código cifrado. En el año 2001 se llevó a cabo el 1er Encuentro Internacional de Escultura en Isla Mujeres, las esculturas de
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Umami, cucharones del quinto sabor. Cerámica cono 5 (2009). Frontal.
Umami, cucharones del quinto sabor. Cerámica cono 5 (2009).
Still Life. Dibujo tinta, grafito y carboncillo sobre tela.
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reconocidos escultores se encuentran en Punta Sur de la Isla. El año pasado realicé varias visitas, y conmovida por el estado actual de las piezas, decidí realizar un informe visual a través de Triaxial 21º latitud norte, 86º longitud oeste, y presentar esta obra en la 3era Bienal de Artes Visuales de Cancún. En el triaxial, cada una de las 23 esculturas tiene una imagen que representa su estado actual, resultado de aplicar una fórmula de porcentajes, en donde las tres variables fueron metal, algodón de ceiba (árbol sagrado) y el sargazo como la representación del mar, su humedad y la erosión. Encuentro en los triaxiales un deseo por cuantificar y precisar un arte que es tan relativo y subjetivo, el ejercicio deriva en lo estético e irónico, con una personal crítica implícita. —Si tuvieras que hacer un balance de tu carrera artística en Quintana Roo, ¿con qué palabra la sintetizarías? —Libertad. Llegué a Cancún en 1996, y durante dos años viví la etapa de integración a una cultura diferente que me aportaba y me sigue enriqueciendo. Fue en 1998 cuando realicé mis primeras instalaciones en espacios abiertos, abordando la temática con diferentes lenguajes y creatividad latente, sin censura, una creación absolutamente independiente del sistema del arte: galerías, museos, curadores, críticos, etcétera. —¿Hacia dónde se dirige ahora tu búsqueda? ¿Hasta dónde pretendes llevar tu exploración de métodos de intervención social en el espacio urbano, así como en museos y galerías? —Estoy consolidando mi centro de producción como un espacio de investigación, difusión e intercambio. Continuaré investigando lo que la tecnología puede aportar a mi producción artística, profundizaré en mis investigaciones de materiales para la cerámica, materia prima de mi trabajo escultórico contemporáneo. Me interesa compartir mis conocimientos en las pequeñas comunidades, continuar con la cátedra en Universidades y en espacios educativos como la Casa de Cultura de Cancún que se ha proyectado como un espacio de formación artística. Trabajaré para que mi obra siga formando parte de diversas colecciones particulares. Por ahora, no me ocuparé de entrar en circuitos de galerías y museos. TROPO
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Mariano Azuela
Martín Luis Guzmán
Francisco Urquizo.
El cuento de la Revolución Mexicana Raúl Arístides Pérez Aguilar
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odeado de una opacidad creada por la novela de la Revolución, el cuento mexicano que estampa y habla de esta lucha armada ha sido poco estudiado a pesar de estar inspirado en acciones militares y populares así como en los cambios sociales y políticos que son el mismo leit motiv de aquélla. Y esta opacidad es aumentada por el desconocimiento que se tiene de él o bien por el éxito de las novelas de los propios escritores. De esto último dan fe ciertos cuentos de Mariano Azuela con tema revolucionario como el titulado “De cómo al fin lloró Juan Pablo”, cuento que narra cómo un revolucionario es fusilado por los propios revolucionarios en el que el autor pasea su desilusión al ver los resultados de tan anunciado cambio1 y en donde se puede hallar también un deseo de forjar nuevos modelos cuentísticos que han sido opacados por el brillo de sus novelas Los de abajo o Andrés Pérez, maderista. De lo otro, basta hacer la pregunta y escudriñar en nuestros recuerdos.
El cuento de la Revolución Mexicana suele ser en su forma más primigenia el relato de una anécdota simple o la descripción de una escena cualquiera, por ejemplo “La fiesta de las balas” de Martín Luis Guzmán (1887-1976) en el que son fusilados 300 enemigos, hasta el entramado de complicados problemas psicológicos como “El colgado” de Ramón Rubín (1912-2000) o con una evidente crítica social, por ejemplo “Dios en la tierra” de José Revueltas (1904-1976). Y es esta segunda característica precisamente la que lo convierte en cuento revolucionario, porque a diferencia del modernista de ambientes refinados, estilo elevado y ausencia de conciencia social, el cuento de la Revolución Mexicana se muestra como un instrumento en la lucha de ideas. El primero en poner en práctica esta estrategia es Ricardo Flores Magón (1873-1922) quien en “Dos revolucionarios” publicado el 31 de diciembre de 1910 presenta a dos soldados, uno viejo y desilusionado, otro joven y consciente de lo que quiere: “Vamos a arrebatarle de las manos de nuestros amos —dice el joven— la tierra para entregarla al pueblo.” Y en otro
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Fotografía: Agustín Labrada. Saldos.
titulado “El apóstol” retrata la propaganda revolucionaria de un hombre con ciertos giros impropios2 del habla popular, disculpables solamente por ser el primero que escribe cuentos sobre el conflicto armado. Ése es su mérito, entre otros. En el cuento de la Revolución Mexicana cabe de todo: desde la codicia extrema que se paga con la vida como sucede en “Oro, caballo y hombre” de Rafael F. Muñoz (1899-1972) hasta el machismo de un hombre burlado como en “El soldado y su mujer” de Gerardo Murillo más conocido como el Dr. Atl (1875-1964), desde el desencanto por la revolución agraria presentado en “Los fusilados” de Cipriano Campos Alatorre (19081939) hasta la muerte de un menor pacífico confundido con zapatistas por las tropas federales retratada en “Leña verde” de Mauricio Magdaleno (1904-1986), desde el deber militar a toda prueba mostrado en “La decena trágica” de Francisco L. Urquizo (1891-1969) al ardid militar que emula al caballo de Troya —esta vez con un toro— detallado en “Como un blasón” de José Rubén Romero (1890-1952), desde el desfile en el que pasan los yaquis “enviados a las selvas chicleras de Quintana Roo” como en “Uno a media calle” de Gregorio López y Fuentes (1897-1966) hasta el dolor de una niña por su amigo muerto descrito en “4 Soldados sin 30-30” de Nellie Campobello 1909-1986). Y dentro de ese anecdotario casi inagotable, machetes y hachas, trenes y huaraches, fusiles y piedras van de la mano con los protagonistas que como el Demetrio Macías de Los de abajo no se raja ante la conmoción de la guerra que en su vaivén da victorias a federales y a alzados. La Revolución Mexicana tuvo tantas fases que dio material abundante a cuentistas en cuya producción suelen recrearse los conflictos en el norte de país entre
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villistas y federales o entre villistas y carrancistas así como las batallas en el sur entre zapatistas y federales. De la lucha en el norte tomo el retrato de un revolucionario dado por Rafael F. Muñoz en “Oro, caballo y hombre”: “Aquel hombre se llamaba Rodolfo Fierro; había sido ferrocarrilero y después fue dedo meñique del jefe de la División del Norte, matón brutal e implacable, de pistola certera y dedo índice que no se cansó de jalar del gatillo.” Este hombre es, al parecer, el mismo personaje del episodio de la novela El águila y la serpiente titulado “La fiesta de las balas” de Martín Luis Guzmán. Veámoslo más de cerca: “Fierro disparó no menos de ocho veces en menos de seis segundos”, “porque Fierro y el villismo eran espejos contrapuestos, modos de ser que se reflejaban infinitamente entre sí.” De los conflictos del sur, textos como “Vida de El perro” de Lorenzo Turrent Rozas (1903-1941) dan cuenta de los hechos y “Los fusilados” de Campos Alatorre ya citado Estos episodios de sacrificio y muerte, de heroicidad y sadismo, de hombría y deber militar muestran la cara del conflicto armado que se da en los cuentistas en una primera etapa, pues en una segunda, cuando la lucha cesa, son más importantes el desencanto con los resultados que arroja la revolución y las rivalidades entre los revolucionarios. Ejemplos de esta primera etapa son los textos de Mariano Azuela, Rafael F. Muñoz, Celestino Herrera Frimont, Francisco L. Urquizo (su cuento “El fugitivo” es un buen ejemplo), Cipriano Campos Alatorre, Jorge Ferretis, el Dr. Atl, Gregorio López y Fuentes y otros más. A la segunda, algunos textos de José Revueltas, Mauricio Magdaleno, Francisco Rojas González, Agustín Yáñez (1904-1980) y Juan Rulfo (1918-1986).
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Mauricio Magdaleno
La mujer como carne y compañía está presente en el cuento de la Revolución. Es presentada como la soldadera que arriesga la vida y suspira con las caricias de su juan, es también la que se enternece con el hijo recién parido como en “La guacha” de Celestino Herrera Frimont (1900-1986) y se duele ante la muerte, la que lleva las cazuelas y la ropa como bestia de carga, pero también es la que calienta el café y el cuerpo de los pelones en la refriega bélica y los acompaña cuando enferman como en “La Cilindra” de Carmen Báez (1909-1999) “siempre fiel, siempre alerta como buena revolucionaria”. Pero también es la que siembra la discordia y se va de puta con el más pintado como en “Los fusilados”: “llegué a sorprenderlos en mi misma casa una vez que regresaba temprano de la fábrica”, y ofende la hombría: “Lo que pasa es que no eres hombre” en “El soldado y su mujer” del Dr. Atl para hallar la muerte después de andar por la Calzada de la Piedad y llegar a la Escuela de Tiro en compañía de su verdugo. La incorporación del habla popular a la lengua literaria es otro de los aciertos del cuento de la Revolución Mexicana. Ampliando las expresiones coloquiales de un pueblo analfabeta y ávido de justicia, los escritores plasman constantemente estos registros de habla de singular manera. Un ejemplo anoto de “La juida” del Dr. Atl: “Todo el día caminamos al trote, hasta quial meterse el sol, devisamos una pader y corrimos a agazaparnos. Pero los otros nos echaron y juimos pa’lante a agarrarnos del hocico de la noria. Y asitá otra vez la balacera, pero juerte y tupida, como granizo. Y aquí caiba una bala y allí caiba otra, y empezó a jervir la tierra como cuando en tiempo de secas cain las primeras gotas de la llovizna.”3 Estos registros no sólo muestran lo vernacular de nuestras hablas populares sino también su idiosincra-
Rafael F. Muñoz
Ramón Rubín.
sia y esperanzas como sucede en “Leña verde” de Mauricio Magdaleno: “Cuando los indios se mueren, ¿ónde se van, tata? ¡Dios quiera que no sigamos cargando leña después de muertos.” Aunque ese “sigamos” hubiera quedado mejor sígamos. Lamento, por otro lado que algunos giros castizos4 empleados por Cipriano Campos Alatorre en “Los fusilados” y que no son los adecuados para reproducir el habla de los campesinos mexicanos estén presentes en el relato, aunque se le pueda perdonar el yerro ante la hechura magistral del cuento en cuyo final agreste maguey y hombre terminan iguales: “Bajo la roja tragedia del ocaso, era igualmente doloroso el cuadro del hombre mutilado, y el maguey, con sus pencas vigorosas y verdes, destrozado…” Si entre 1912 y 1924 pocos son los escritores que se ocupan de la Revolución como José Vasconcelos con “El fusilado” (1918), Miguel López Heredia con “Junto a la hoguera crepitante” (1923) y Miguel Galindo con “A través de la sierra” (1924), entre 1913 y 1917 el cuento revolucionario halló a sus narradores y se convirtió en lo más representativo de nuestras letras. De 1915 a 1940, un nuevo realismo generó textos de hondo nacionalismo vernacular en el que cupo de todo —como se ha visto. Pero es a partir de 1930 cuando el interés crece y decae hacia 1940. Durante esos años aparecen en periódicos y revistas así como en colecciones y antologías más cuentos de la Revolución. Ejemplo de ello son El feroz cabecilla (1928) de Rafael F. Muñoz y El Águila y la serpiente (1928) de Martín Luis Guzmán. Le siguen Celestino Herrera Frimont con La línea de fuego (1930), Baltazar Izaguirre Rojo con 13 cuentos (1932), Alfonso Fabila con Hoz 1934), Cipriano Campos Alatorre con Los fusilados (1934), el Dr. Atl con Cuentos bár-
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Fotografía: El Naranjo Estudio.
baros (1930), Francisco L. Urquizo con Recuerdo que… (1934) a la par de novelas sobre los mismos temas como La revancha (1930) de Agustín Vera, Cartucho (1937) de Nellie Campobello, Apuntes de un lugareño (1932) de José Rubén Romero, Tierra (1932) de Gregorio López y Fuentes, Tropa vieja (1931) de Francisco L. Urquizo, ¡Vámonos con Pancho Villa! (1931) de Rafael F. Muñoz y El resplandor (1939) de Mauricio Magdaleno catalogada esta última como una excelente novela indigenista de la que beberán Francisco Rojas González, Ermilo Abreu Gómez y Rosario Castellanos. Años de intensa producción narrativa finca al cuento mexicano y lo ancla en el presente de un país convulsionado y valiente. Si bien el Estridentismo (1921-1928) con Germán List Arzubide, Salvador Gallardo, Arqueles Vela, Manuel Maples Arce, Miguel Aguillón, Ramón Alva de la Canal promovieron un rechazo al pasado y pusieron los ojos en la industria brillante, y el grupo Contemporáneos (1928-1931) con Salvador Novo, Xavier Villaurrutia, Jaime Torres Bodet, Bernardo Ortiz de Montellano y otros procuró sembrar a México en el concierto de la cultura universal al recorrer la experiencia onírica y el desdoblamiento de identidades, el cuento revolucionario se convirtió en el más representativo de nuestras letras. Este cuento revolucionario tiende así una larga cuerda de la que se asen acciones y personajes brutales o temerarios, el habla de federales, soldaderas y calzonudos, la geografía gastada de llanos y valles del norte y el verde del sur, los trenes, sombreros de paja y mantas sudadas, los huaraches, carabinas, la sangre, el crimen y la violencia. Este realismo descriptivo y la nota dramática serán los caminos por
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los que transite el cuento de la Revolución Mexicana combinando lo histórico con lo ficticio, la fantasía y la psicología del pueblo con lo vernacular incrustado en la herencia. Todo México cupo en estas narraciones pormenorizadas de hechos y atrocidades, desengaños y frustraciones. “En ocasiones amanecía muerto a balazos el propietario de alguno de los ranchos próximos. En otras, eran los revolucionarios los sacrificados” puede leerse en “Leña verde” de Mauricio Magdaleno, cuento pendular entre pasado y presente homólogo al péndulo de la muerte que toca acompasadamente a cada uno de los dos bandos en constante lucha. De este modo, el cuento de la Revolución Mexicana toma a un México completo y mermado al mismo tiempo, y propone regeneraciones de la conciencia social al ver a Madero rodeado de catrines apropiándose de las tierras y a Villa y Zapata muertos. Es un cuento revolucionario que describe la lucha armada y se duele también de su fracaso, como bien anota Azuela: “…describir nuestros males y señalarlos ha sido mi tendencia como novelista; a otros corresponde la misión de buscarles remedio.” Esta época de oro del cuento mexicano coincide con otras vertientes estéticas y sociales que llevarán la temática de la tierra a textos indigenistas, de folclore y mitos, de denuncia de las lacras sociales y crítica en las obras de Antonio Mediz Bolio y Andrés Henestrosa, Gregorio Torres Quintero y Francisco Rojas González. Pero la cantera parece agotarse hacia 1940 y la soga de la que se asían los narradores se rompe. Las generaciones posteriores buscan una narración más concisa y escueta emparentada con las modas europeas y
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José Revueltas
estadounidenses, y esto linda al cuento de la Revolución Mexicana y le da un marcado lugar en la historia de nuestras letras como lo más auténtico y vernáculo producido hasta ahora por nuestros narradores. El cuento mexicano ha seguido, pero en él ya no aparecen guachas ni juanes, no es autobiográfico como son los escritos por Azuela y Guzmán porque sus objetivos son diferentes5; algunos son “cuensayos” (hibridez de cuento y ensayo), textos de laboratorio y botica recetados al mejor postor, crónicas excelentes e historias de un país que no es el mismo que el de 1910. Ojalá que un día de estos vuelvan a la vida Demetrio Macías, Rodolfo Fierro, Zapata, Villa, las guachas, los juanes, desterrados, fugitivos y traidores para volver a leerlos y escucharlos en estos cuentos revolucionarios escritos por singulares mexicanos a quienes tanto debemos.
Esta situación de desencanto la expresó Azuela en 1950 al recibir el Premio Nacional de Ciencias y Artes: “Nunca he cobrado más de un peso por consulta, excepcionalmente dos, y esto en los breves períodos de bienestar económico del país que en estas crisis interminables de miseria por la imprevisión y los despilfarros de los hombres nuevos.” 2 Ayudad, ayudad como podáis; dedicad una parte de vuestro salario al fomento de la Revolución o empuñad las armas si así lo preferís; pero haced algo por la causa; propagad siquiera los ideales de la gran insurrección. 3 Las cursivas son mías. 4 Vosotros sabéis perfectamente que… Comed lo que os traje… Decís muy bien… Estáis en completa libertad… Tomaos el trabajo de… 5 Véanse, por ejemplo los recientes libros: Ficciones de la revolución Mexicana de Ignacio Solares, México, Alfaguara, 2009 y Pobre patria mía. La novela de Porfirio Díaz de Pedro Ángel Palou, México, Planeta, 2010. 1
Juan Rulfo
Agustín Yáñez.
Bibliografía mínima Mariano Azuela Los de abajo, México, FCE, 1980. Mariano Azuela “De cómo al fin lloró Juan Pablo” en El cuento: siglos XIX y XX, Pról. Jaime Erasto Cortés, México, Promexa, 1991. Carmen Báez La roba-pájaros, México, FCE, 1957. Cipriano Campos Alatorre Los fusilados, México, Edición Sur, 1934. Nellie Campobello Cartucho, México, Ediciones integrales, 1931. Jorge Ferretis Hombres en tempestad, México, Cima, 1944. Ricardo Flores Magón, “El apóstol” en Cuentos de la revolución, México, UNAM, 1978. Martín Luis Guzmán El águila y la serpiente, México, FCE, 1982. Celestino Herrera Frimont La línea de fuego, Xalapa, 1930. Gregorio López y Fuentes Tierra, México, CECNOCA, 1985. Mauricio Magdaleno El ardiente verano, México, FCE, 1980. José Mancisidor La primera piedra, México, Editorial Stylo, 1950. Rafael F. Muñoz “Oro, caballo y hombre” Cuentos de la revolución, México, UNAM, 1978. Gerardo Murillo (Dr. Atl) “El soldado y su mujer” en El cuento: siglos XIX y XX, Pról. Jaime Erasto Cortés, México, Promexa, 1991 José Emilio Pacheco (selección, prólogo y notas) Diario de Federico Gamboa 1892-1939, México, Siglo XXI, 1977. Pedro Ángel Palou Pobre patria mía. La novela de Porfirio Díaz, México, Planeta, 2010. José Revueltas Dios en la tierra, México, Ediciones El insurgente, 1944. Francisco Rojas González El diosero, México, FCE, 1983. José Rubén Romero Mi caballo, mi perro y mi rifle, en Obras completas, México, Porrúa, 1963. Ramón Rubín “El colgado” en El hombre que ponía huevos; quinto libro de cuentos mestizos, México, Editorial Azteca, 1960. Juan Rulfo, El llano en llamas, México, FCE, 1953. Ignacio Solares Ficciones de La Revolución mexicana, México, Alfaguara, 2009. Lorenzo Turrent Rozas “Vida de El Perro” en Cuentos de la revolución, México, UNAM, 1978. Francisco L. Urquizo Memorias de campaña, México, FCE, 1971. José Vasconcelos La sonata mágica, México, Imprenta de Juan Pueyo, 1933. Agustín Yáñez Al filo del agua, México, FCE, 1982. rauperez@uqroo.mx
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¿Estamos solos en el universo? Dos argumentos comunes en pro de la existencia alienígena Héctor Hernández “La prueba más clara de que los extraterrestres son inteligentes es que no han visitado la tierra.” Bill Watterson
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n el campo de la filosofía y de la metodología de la ciencia se han estudiado ciertos argumentos que parecen muy razonables y convincentes, pero cuando se examinan con mayor cuidado son menos fuertes de lo que aparentan. A este tipo de argumentos se las llama falacias (del latín fallere que significa “engañar”). Uno de estos argumentos engañosos es la falacia de apelación a las consecuencias. Se refiere a un razonamiento en el que las consecuencias de que sea verdadera cierta afirmación parecen tan malas e indeseables que la gente prefiere creer que la afirmación es falsa. Digamos que es un tipo de negación de la realidad. Como cuando alguien no desea reconocer que tiene un problema con alguna droga porque eso significa que no tiene el control de sí mismo y eso no le gusta, entonces niega que sea esclavo de la droga y no hay forma de convencerlo de lo contrario, no porque tenga una
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buena razón, sino porque no le gustaría que fuera cierto lo opuesto. Alguien así no va a cambiar de opinión ante la evidencia. Un ejemplo. Una persona se encuentra con alguien “conocido” a quien no ha visto hace años y le dice: —Federico cómo has cambiado, antes eras delgado y ahora estás gordo. Antes tenías poco cabello y ahora tienes bastante. —Es que yo no soy Federico, me llamo Francisco. —¡Qué bárbaro, hasta el nombre te cambiaste! De manera similar, puede ser que alguien no quiera aceptar la realidad de cierta situación solo sobre la base de que no le gustan las consecuencias. Como el siguiente argumento de un estudiante en favor de la existencia de Dios: “Dios ha de existir, porque no iba a ser tan malo como para hacerme creer que existe si en realidad no existiera.” Desafortunadamente, el hecho de que no nos guste una situación no significa que no sea real por más desagradable que nos parezca. Una vez entendido esto, podemos señalar que probablemente el argumento más conocido en favor de la existencia de vida extraterrestre es en realidad una falacia de apelación a las consecuencias. Veamos.
El tamaño sí importa Un argumento típico que suele presentarse para justificar la existencia de otros seres inteligentes es el tamaño del univer-
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so: el universo es tan grande que tiene que haber vida e inteligencia en algún otro lugar. Por ejemplo, recientemente el biólogo británico Richard Dawkins afirmó en una conferencia lo siguiente: “Creo que debe haber mucha vida ahí fuera”. Y señaló la siguiente razón: “Entendemos ya bastante sobre la vida como para hacer especulaciones informadas sobre cómo podría ser la vida fuera de la Tierra. Y la conclusión es que cualquier sugerencia sobre que estemos solos en el Universo resulta arrogante. Su tamaño impide creer una cosa así”. Note que la razón dada para concluir que no estamos solos es que de otra forma sería “arrogante”. Otras veces la gente hace comentarios similares al del filósofo griego Metrodoro del siglo V a. C. que dijo: “Pensar en la tierra como el único mundo habitado en el espacio infinito es tan absurdo como asegurar que en todo un campo sembrado de mijo solo germinará un grano.” En otras palabras el argumento más común señala que debe haber vida en otros lugares del universo porque si no, sería “arrogante”, “absurdo”, sería “un desperdicio de espacio”, etc.
Objeciones Obviamente este no es un buen argumento aunque lo parezca, es justo un caso de falacia de apelación a las consecuencias. En principio, si la vida surgió meramente por azar, el universo podría tenernos como los únicos huéspedes y no le importaría que le llamaran “arrogante”, “injusto” o “despilfarrador” porque no tiene sentimientos y sería como insultar a alguien que no está; como dijo un filósofo: “en mi ausencia hasta los azotes me son soportables”.
No se puede sostener simplemente que entre más grande sea el universo mayor es la probabilidad de vida extraterrestre, de ser así, cada minuto que pasa esa probabilidad automáticamente aumentaría, ya que el universo está aumentando continuamente su tamaño debido a que está en expansión, pero no por ello las condiciones para la vida están mejorando continuamente. La apelación a un aparente desperdicio de espacio es muy débil si se considera que toda la materia del universo que nos rodea está hecha de átomos de los que se sabe que más del 99.999% de su volumen es “espacio vacío”. Para ilustrarlo, si se aumentara el tamaño del núcleo de un átomo de oro al tamaño de un ser humano, el electrón más externo estaría situado a unos 30 kilómetros de distancia. Pero no por ello se afirma: “Seguramente hay muchas más partículas entre el núcleo y la órbita de los electrones porque si no, sería un terrible desperdicio de espacio” Sin embargo, parece que nos gustaría más que sí existiera vida extraterrestre porque la situación sería más interesante para nosotros. Por mencionar algunos ejemplos: no podemos viajar al pasado y ver cómo se originó la vida en la Tierra, pero si logramos identificar un planeta donde la vida acaba de aparecer podríamos entender mejor el desarrollo de la vida en la Tierra. Por otra parte, si existe una civilización extraterrestre con un avance superior al de la humanidad podría indicarnos algunas posibilidades del futuro de los humanos y ayudarnos a resolver algunos de los problemas que hasta ahora no hemos podido superar, como encontrar la cura para ciertas enfermedades, o superar ciertas limitaciones tecnológicas.
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tierra al desviar cometas y asteroides que pudieron haber impactado al planeta y afectado a sus formas de vida (como se cree que sucedió con la extinción de los dinosaurios hace unos 65 millones de años). Pero si la órbita de un planeta gigante similar a Júpiter no fuera circular (en el caso de Júpiter sí lo es de forma aproximada), sino más excéntrica (es decir, la curva elíptica que describe la órbita es más alargada) podría expulsar a los planetas vecinos más pequeños de su sistema solar o enviarlos hacia su sol.
Claramente nos atrae más la posibilidad de que existan otros seres con desarrollo tecnológico, pero no por esta fascinación significa que realmente tengan que existir solo para no decepcionar a nuestras mentes angustiadas. Consideremos un segundo argumento común.
Cantidad de planetas habitables Por supuesto, podemos suponer, bajo un presupuesto de uniformidad, que existen miles de millones de planetas similares a la tierra en el universo, pero, como observa el físico matemático Paul Davies, este argumento recurrente incurre en el error de confundir condiciones necesarias con suficientes. “Que un planeta sea habitable no es lo mismo que decir que está habitado”. Muchos calculan la cantidad de planetas habitables y de ahí saltan a la conclusión de que hay muchos mundos habitados. Pero si el surgimiento de la vida a partir de materia sin vida fuera un fenómeno sumamente improbable incluso con miles de millones de oportunidades disponibles, de poco serviría la vastedad del universo. No extraña entonces que haya varios escépticos de la vida extraterrestre. Por ejemplo, cuando se le preguntó al senador norteamericano William Proxmire sobre un posible apoyo a un proyecto de búsqueda de inteligencia extraterrestre, dijo que ya de por sí era difícil hallar vida inteligente en Washington, mucho más difícil fuera del sistema solar. Ahora bien, si se asume que cada zona del universo tiene igual probabilidad de favorecer el surgimiento de la vida, es razonable pensar que la Tierra es solo uno de los millones de lugares donde podía surgir,1 y el hecho de que ya surgió aquí, nos puede llevar a pensar que esa probabilidad no es tan pequeña y, por consiguiente, que el enorme tamaño del universo sí es un buen indicador de una alta probabilidad de que la vida surgiera también en otros lugares. Sin embargo, hay muchas razones para rechazar la idea de que todas las zonas del universo son igualmente probables para propiciar la vida. Por mencionar solo dos ejemplos de los muchos factores que parecen ser necesarios para la vida terrestre: 1) La luna es un factor importante para la vida en la Tierra, ya que su masa mantiene estable el planeta evitando que sea atraído hasta el grado impactar con el sol o con Júpiter, también mantiene estable el clima en la Tierra y el ciclo de las estaciones. Entre otras consecuencias, sin la luna los vientos serían muy potentes y violentos, y el campo magnético sería tres veces más intenso por lo que mataría a la mayoría de las especies de animales de la Tierra. 2) Júpiter, por su tamaño, ubicación y campo gravitacional, ha sido un importante protector de la
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Al parecer la vida es muy exigente con los planetas que desean hospedarla2. Por eso, no es probable que existan otros planetas suficientemente parecidos a la Tierra como para tener vida y menos vida inteligente o con avance tecnológico, al menos el tipo de vida terrestre que conocemos. Con esto no se pretende concluir que no exista vida extraterrestre, sino solo que dos argumentos muy comunes en su favor en realidad son falacias, aunque también hay argumentos falaces en contra de que exista vida extraterrestre que no hemos examinado aquí. En conclusión, el estudio del pensamiento crítico y en particular el de la lógica nos permite identificar falacias y evaluar argumentos en cualquier campo y en defensa de cualquier postura, en este caso, lo hemos ilustrado con el tema fascinante de la vida extraterrestre, pero existen argumentos engañosos en todos los campos: política, medicina, economía, sociología, turismo, etc. Por eso valdría la pena, aunque solo fuera para mejorar la calidad de nuestras críticas y tomar decisiones sobre terreno más firme, ya que nunca seremos infalibles, que todos los profesionistas se acercaran al estudio de la lógica filosófica y el pensamiento crítico. TROPO NOTAS 1 Por ejemplo, se ha calculado que tan solo en la vía láctea hay unos 10 000 millones de planetas que se encuentran en zonas habitables de sus respectivas estrellas.
2 Peter Ward y Donald Brownlee sostienen en su libro Rare Earth que los factores que son necesarios para que surja vida compleja en un planeta son tantos y tan improbables que la tierra es un planeta excepcional en el universo. El astrónomo Martin Rees argumenta en su libro Seis números nada más que si las constantes del universo como la magnitud de la gravedad y la fuerza electromagnética, entre otras, tuvieran un valor ligeramente distinto, no existiríamos.
Héctor Hernández (México, D. F.). Licenciado en Actuaría y Matemáticas, doctor en Filosofía de la Ciencia y doctor en Educación. Actualmente es profesor del departamento de Desarrollo Humano en la Universidad del Caribe.
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Habitar el lenguaje José Antonio Íñiguez
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Una extraña música Daniel Medina Sombrario Ediciones 2018
ay visiones que sólo la poesía puede hacer posibles. Desde sitios de la infancia que el tiempo ha vuelto inalcanzables hasta estados de gracia que pocos tendrán la suerte de vivir por cuenta propia. La tarea de la poesía entonces pareciera ser la del acercamiento, la de la eterna posibilidad. Así lo hace ver el poeta yucateco Daniel Medina en Una extraña música, libro ganador del Premio Peninsular de Poesía José Díaz Bolio 2017. Conformado por tan sólo doce partes, este breve poema explora la idea de habitar un mundo en donde se hable una lengua única; un mundo sin muros idiomáticos, regido por sólo un código de comunicación. Para ello, Medina toma la lengua creada por el médico polaco Ludwik Lejzer Zamenhof a finales del siglo XIX, el esperanto —palabra que significa “el que tiene esperanza”—, para proyectarnos ese idioma materializado en un territorio extraño e ilusorio hacia donde el sujeto lírico se dirige para “cumplirse” y, por fin, unificarse: Como el canto de las piedras la materia no palpable del lenguaje es un absurdo. Por eso y un montón de velas y campanas me dirijo hacia Esperanto. Me dirijo ahí como quien lo ha visto todo y sin embargo es un vacío.
Poema compuesto a manera de crónica, Una extraña música, en su justa y afortunada brevedad, se deja leer también en sus imágenes más logradas como una experiencia
sensorial dentro del lenguaje. En línea con la creencia de Huidobro, cada verso vislumbra para nosotros un paisaje encerrado en sí mismo, una atmósfera que a cada paso se dimensiona semánticamente y una música que, como el arte poético, surge y se desarrolla a partir de otras: Voy por tu cuerpo como por el mundo, Esperanto y tengo la certeza del camino ante la falta de que existes vestida del color de mis deseos cubierta de los pies hasta la boca de la noche. Esta reflexión sobre la poesía como fuerza que convierte a las palabras en instrumentos de unidad, hace de este canto un elogio hacia la pulsión musical que nutre toda lengua y, específicamente, al esperanto como idioma que, en su fina composición, alberga la utopía y la esperanza: Esperanto: palabra en cuyo crecimiento amanece en cuya forma se reúne lo inasible lo que se murmura al oído del que sueña. Manufacturado con inteligencia y temple narrativo, Una extraña música nos invita a pensar que si la realidad es también un fenómeno verbal, mediante la poesía ese mundo —por más imposible que parezca— siempre puede estar al alcance de nosotros, en espera de que tarde o temprano lo podamos habitar.
José Antonio Íñiguez (Cancún, 1991). Ha publicado en diversas revistas y suplementos culturales como Rio Grande Review, Puf!, Bistró y El humo. En 2014, fue becario en el género de poesía en el Encuentro de Literatura Los Signos en Rotación del Festival Interfaz-ISSSTE. Ha sido incluido en antologías como Los caminos de la lluvia: muestra poética de Cancún (Ediciones Del Lirio, 2013) y Parkour Pop.ético. Mapa poético (SEP, 2017). Es becario de poesía en la categoría de jóvenes creadores del PECDA. Es autor de Nueva tierra (Ediciones O, 2018).
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El celo de las bestias Mariel Turrent Brama David Miklos Tusquets 2012 121p.
“La casa estaba aislada en el pequeño cerro. Nadie acusó los gritos ni los golpes, los bramidos acallados por la distancia.”
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rama nace del humo: de una columna de humo imaginada por la frustración del autor al sopesar sus últimas cuartillas escritas y su deseo de echarlas al asador y encender la leña. A partir de esa idea de una columna de humo como señal de una consumación (descrita en el primer episodio de Brama) surge un turbulento rio en el que de pronto, dice Miklos, se vio navegando con soltura y emoción. Así, con soltura y emoción empecé a leer Brama, sin saber nada de Miklos, más intrigada por lo que había desaparecido en aquella pira de fuego. Apenas pisé las primeras líneas, me fui adentrando en una casa vacía, cuyo misterio me fue envolviendo. Sus personajes poco a poco se fueron pronunciando y comprendí que bra-
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ma no era otra cosa que el celo de las bestias que habían habitado los muros de la elocuente casa. Ya era muy tarde para huir, el relato me había atrapado. Siete personajes, siete narradores en primera persona, siete capítulos: La Casa: abre con puntual intriga sus puertas y nos atrapa; András: la bestia menor lastimada y vengativa; Béla, la bestia primogénita, de insoportable virilidad transgresora, “hambriento de sangre”; Milena: la elegida y la antorcha que prende el incendio; Marina, la obsesión y la venganza. Y los progenitores, “mezclados en sendas urnas sobre el hogar de la casa”: Tibor, el padre aburrido “de miembro colosal” y Moira la madre, “de apetito insaciable, de hembra en brama”. A través de ellos, se van develando los hechos y, como un rompecabezas, se va articulando la historia de una familia arrastrada por el constante celo de Béla. Una narración que cuenta los hechos brutales desatados por la ira y el incontrolable apetito carnal de una forma tan rápida y vertiginosa que uno logra salir de ahí casi ileso. Con un lenguaje intrigante y misterioso, David Miklos nos adentra en un mundo silencioso, frío, que tras la tensión va descubriendo incógnitas. Un holocausto íntimo invita a que el lector participe, descifre, busque señas, siga pistas. Sus siete narradores nos involucran, nos hablan, nos cuestionan y nos ocultan para después mostrar de manera
descarnada e impúdica “Una fuente pudibunda, pienso, como el pezón oculto de una teta” Con precisión obsesiva el autor describe el ambiente y nos envuelve con su vocabulario meticulosamente elegido para perturbar. El propio Miklos (San Antonio, Texas en 1970) afirma: “Me interesan las historias de familia, pero sobre todo cómo algún miembro está desvinculado del resto por distintas circunstancias y busca reintegrarse al flujo del tiempo.” No diré más. Brama es sin duda una novela genial, de esas que me encanta recomendar. Una novela que no se pueden contar, se tiene que leer. Porque leer a Miklos es una experiencia perversa, íntima e individual. TROPO Mariel Turrent Eggleton (México, D. F., 1967). Ha publicado los libros “Desde adentro” (aforismos) y “Cajón de muertes y amores” (cuentos), y “La jornada del viento” y “Desnudeces de agua” (poemas). Obtuvo el primer lugar en el segundo Concurso de Cuento Juan Domingo Argüelles (1999). Correo electrónico: marielturrent@gmail.com
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Maldito seas, por todo lo que me hiciste Miguel Miranda
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El oficio de la venganza L.M. Oliveira Alfaguara 272 pp 2018
Ha tenido usted alguna vez deseos de venganza?, ¿las ganas de cobrar revancha por algo que alguien profirió contra usted?, ¿algún méndigo fulanito se burló de usted llevándose algo íntimo e inmaterial que le trastornó la vida? Muy probablemente quedó usted tan enchilado que ha emprendido extremas medidas vengativas, las cuales pueden ser configuradas de la siguiente manera: la reactiva (en caliente ni se siente), la ofensiva (vas y chiflas a tu máuser, jijo de tu tal por cual) y la venganza fría (igualita a la del Conde de Montecristo). Si su respuesta a las preguntas anteriores fueron afirmativas, El oficio de la venganza es una novela para usted, y más si pertenece al subgénero de los vengativos fríos y acuciosos que inclusive se mantienen actualizados e informados con textos como los de Alexandre Dumas o películas de Quentin Tarantino. Para ir poniendo en sintonía al lector, Luis Muñoz Oliveira (Ciudad de México, 1976) siembra una cantidad de páginas nunca antes vista con epígra-
fes sobre la venganza; desde el ya citado Dumas y Confucio, Melville, hasta Luis de Cáncer, un monje español que durante la conquista decidió evangelizar sin violencia a los aborígenes de La Florida. El escritor deja en claro que a pesar de que la venganza es una pasión humana que define a la especie, hay mucha tela que cortar todavía. La historia comienza en la acción final, donde Aristóteles Lozano, el protagonista principal (y narrador de la historia) llega al bosque michoacano a cobrar la revancha final en una situación inesperada. Junior que ha perdido a sus padres muy joven y heredado una productiva fábrica de tinacos (junto con su único hermano), tiene medios económicos que le permiten una vida de holgura y comprar un departamento en la colonia Condesa. De manera rocambolesca y mediante saltos de tiempo, el protagonista, crítico literario que firma con seudónimo, también es poeta. No ha publicado un solo poema porque sin decirlo, admite que tiene una vocación menor; es un mal poeta. Aristóteles conoce a Julieta, escritora pragmática, guapa, joven y exitosa quien podría ser la “niña de oro” de la literatura mexicana contemporánea. A pesar de su timidez, el protagonista la enamora y mantiene con ella una relación seria y buena. Paralelamente, ambos establecen un vínculo con Cristóbal (estafador de poca monta, siniestro,
calculador y místico) que inicia un triángulo donde sucede el detonante mayor para una venganza: la traición. Cristóbal provecha que Julieta ve en Aristóteles una relación cómoda pero aburrida como el chorizo de soya, por lo que lo traicionan robándole todo lo material y lo más valioso: lo inmaterial. Un buen día, el falso poeta se ve sin novia casadera y sin el amigo que lo alentaba, por lo que sobreviene una transformación: de tímido e inseguro pasa al terreno de lo audaz; el virus de la venganza fría se ha inoculado en su alma. A partir de aquí, las páginas de El oficio de la venganza cobran sentido y sumergen al lector en un road trip que el protagonista emprende por diferentes partes del mundo para ir fraguando una venganza lenta, tan lenta como un buen asado argentino. La novela está llena de guiños a la literatura vengativa y sumergirá al lector en una divertida narración que lo transportará por lugares que van desde Guanajuato hasta Isla Mujeres, Campeche, Roma, Mendoza o Chicago; Aristóteles, el personaje, teje su venganza como un Edmundo Dantés del siglo XXI.
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p a p i r o s
Cuando futbol y vida se entrelazan Vanesa GonzálezRizzo Krasniansky
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Poeta que no entiende futbol Adriana Bernal et.al editores 2018
llos quisieran que el pasto se sintiera como mesa de billar, parejito y sin hoyos, quisieran que las redes estuvieran firmes y lograran sostener cada uno de los trallazos que entran, quisieran que cada línea estuviera como pintada y no se borrara fácilmente. Lo cierto es que algunos juegan con dos piedras de portería y su terreno es concreto puro y duro. Otros, los llaneros, parece que tienen que esquivar los agujeros que son como madrigueras de topos, además de las piernas del contrincante. Si llueve, el lodo no permite que corra el esférico. Ni hablar de las líneas, todas son imaginarias y ello es parte de la disputa entre los dos equipos. —No mano, ese balón salió. —Claro que no, ve, todavía no llego al carro. Está en juego, ¡quítamela si puedes! Así es esto del fútbol. Cualquier espacio es una cancha en potencia. Las masas lo llevan en el ADN y, si no
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es así, ya se encargará la cultura de cooptarles. Las pasiones se exacerban, la gente mata y muere por futbol. Cada aficionado es un director técnico que tiene claro lo mejor para su equipo. Se enoja, sufre, llora de dolor y de alegría. La sangre hierve, sí, cómo no habría de hacerlo al recordar los regateos desde la media, con la pelota pegadita al botín y los ingleses quedando detrás, al quiebre de cintura. La velocidad es máxima y al entrar al área chica un nuevo recorte y el arquero no tiene nada que hacer. Maradona se corona como el mejor jugador del mundo y a todas y todos los que amamos este deporte se nos enchina el cuero al recordar ese acto poético hecho gol. Tan atinado Juan Villoro cuando nos recuerda que dios es redondo, el futbol es la religión más extendida y disputada, cada color, cada camiseta es un acto de pertenencia, de honor aunque tu equipo esté en segunda. Se puede cambiar de profesión, de pareja, hasta de sexo pero no de equipo. “Contigo hasta la muerte”, repiten los hinchas. Otra parte de la población mundial, una minoría, no soporta el juego, no lo puede ver y tiene grandes argumentos para destrozarlo. Se hacen tesis profundas sobre cómo el futbol junto con toda su parafernalia embrutece a los pueblos, cómo se domina a las masas a través de ese deporte tan simple. No logran entender lo que les pasa a sus familiares y amigos y siempre prefieren otra cosa. E, indignados, cada cuatro años, justo cuando el Mundial se acerca, preparan un plan para alejarse de cualquier televi-
sión que lo transmita. Les genera urticaria, una que es difícil borrar. El mundo es así, no todo es para todos. Es por ello que la novela Poeta que no entiende futbol, de Adriana Bernal, creo que tampoco es para todas y todos. Aunque habría que ponerlo en duda, quizá es la novela que puede lograr que los que están repletos de ronchas, encuentren en Arnulfo Córdoba un personaje que les provoque curiosidad, o que poco a poco vean que el Chilaquil Bolaños, además de ser un crack, es un tipo cualquiera, un humano más, repleto de miedos y torturas, con éxitos y errores. Quién quita y al final decidan hacer alguna apuesta de las que Bulmaro Sotres organiza. Una nunca sabe, la vida siempre da sorpresas. Acercarse a esta novela breve es inmiscuirse en las tripas del deporte desde tres perspectivas. La primera desde la trayectoria del Chilaquil Bolaños, un crack que ha vivido cuatro mundiales, ha sostenido equipos y tiene el recorrido de los grandes, tan cerca de la consagración como de la miseria. Todo dependerá de sus lesiones y como siempre pasa, no sólo
p a p i r o s de ello. La trama da un giro que quizá abra un nuevo capítulo en su vida. La segunda, desde la mirada de Arnulfo Córdoba, ese chico que nunca fue popular y que siempre prefería la soledad antes que la cercanía. Arnulfo se refugiaba en los libros, tenía una historia especial con el futbol, el juego le permitía acercarse a su abuelo y crear un código común a través de cabecitas y algunos tiros. De joven lo que le gustaba era la estrategia, buscaba estadísticas. “Mirar un pizarrón con jugadas, es mirar las estrategias para la vida, muchacho aislado y sabio que con el fútbol aprendía de la vida… Porque noventa minutos de un buen partido de futbol, son noventa minutos de aprendizaje… Te muestran sus mezquindades y sus glorias. Si entiendes el parado en la cancha de una Selección, entiendes su política, sus costumbres.”. La tercera, desde la historia de Bulmaro Sotres, quien en la infancia era hábil para los juegos, el mejor en chiras pelas, el que apostaba y ganaba en los volados y ya en la prepa, un chavo que sabía organizar toda clase de apuestas. Cualquier cosa era una buena excusa para sacar un dinerito extra. La autora va presentando a estos personajes, compartiendo su historia y entretejiéndola con su momento actual. Hay un ir y venir, como si estuviera tirando unos pases entre la infancia y la adultez de los tres hombres que a su manera aman el futbol. Cada personaje y su vida parecen una parte del parado del equipo, queremos saber cómo se conectan y qué tal se entienden en el campo. Justo cuando al Chilaquil se le viene el mundo encima por una acusación en cadena nacional, nos enteramos de que Bulmaro Sotres (su compañero de prepa), se contactará para hacer negocios y también para ayudarle a resolver la tragedia y le da respiro al Chilaquil que parece decaído. Rusia 2018 se acerca y él no tiene clara su participación, aunque en el fondo lo sabe.
Ilustración: Julio Arriaga. El idilio de Aurelio (2012).
En paralelo, Arnulfo Córdoba se replantea la vida al ver jugar en un parque a mujeres. Ellas también pueden dominar la pelota, también tiran duro y hacen gambetas. Hallazgo mayúsculo que parece hacer un quiebre en su mundo de números y probabilidades. Arnulfo pierde el control. Es momento de mirar a otro lado, quizá al lugar más animal. “Alguien incapaz de volcarse en sus pasiones no podría jamás patear un balón. Ni atinar una en la vida.” Con esta novela, Adriana Bernal nos deja como en un primer tiempo de un partido inacabado, y nos hace pensar que al parecer nos prepara
una serie por entregas. Hay que esperar ahora la pausa de los quince minutos y el siguiente tiempo. En deuda con su afición, esperamos pues de la autora más pases filtrados, más tiros al ángulo y saber qué faltas se cometen. Ya tenemos a los protagonistas y ya tenemos una escritura fresca y reflexiva, una escritura que no sólo habla de futbol sino de algo más, algo que gatilla con la vida propia. Seguro que no nos defraudará, pues en estos juegos de la vida apasionados, Poeta que no entiende futbol ya tiene una afición que espera. TROPO
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La traducción como reescritura Guadalupe Gerónimo Salaya
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or un tiempo me pareció que Esther Seligson había arribado a mi vida el día que decidí entrar a una librería de viejo en Puebla. La encontré en una antología de cuentos mexicanos editada por la Secretaría de Educación del estado, y el azar del hallazgo se me antojó muy en sintonía con el interés de Selingson hacia el tarot, la astrología y demás revelaciones que permiten un coexistir más tranquilo, sin todo el peso de la posteridad a cuestas, y cediendo el control a la oscilación de los astros o a los inciertos turnos en que saldrán unas cartas. “Alguien con mucho amor debió hacer la compilación”, me dijo un él que luego se convirtió en una incómoda alusión cuando me regresa la nostalgia por el libro que nunca devolvió. Anticipándome a esta pérdida, que el esoterismo no ayudó a prevenir, me había iniciado con la Seligson cuentista —apenas una de las versiones de esta escritora judeo-mexicana—. En aquel entonces creí que las circunstancias de mi lectura eran nuevas. Aunque no sabía que la había leído en las ideas de alguien más, mi relación con su narrativa resultó de cierta forma reciente. De ahí que mi placer por el cuento —del que hasta hoy desconozco el título—, encontró símil en una crónica de viaje que tuvo lugar en Jerusalem. Para mí la Seligson cuentista importaba poco junto a la Seligson cronista. Durante un año, aquella crónica fraguó entre multitud de papeles, de manera que Puebla representó el primer
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Esther Seligson / E. M. Cioran.
acercamiento a Esther. Una profesora me regaló unas revistas de principios de los dos miles. En las ediciones que guardé estaba la crónica y un ensayo junto a unas cartas. Las transcripciones de la correspondencia incluían tres fotografías del pensador E. M. Cioran y tres de Seligson. Por entonces, las devastaciones de mi adolescencia habían dejado los desconsoladores, y a la vez reconfortantes aforismos del filósofo rumano. La razón detrás de la publicación de las fotografías, sin embargo, me intrigaba. “¿Cuándo se conoce realmente a un escritor?”, leí para entender en el acto que Seligson había escrito el ensayo remontándose a la relación ambivalente que mantuvo con E. M. Cioran hasta su muerte: amiga, traductora y lectora. Estaba equivocada. Esther había llegado a mí con más anticipación que las viejas revistas que me regalaron. Nunca me fijé que en mi ejemplar de Del inconveniente de haber nacido podía leerse “Traducido por Esther Seligson”. Los trabajos de traducción al español corrieron a cargo de la judeo-mexicana, desde 1966 hasta lo que ella describe como un episodio de traición a sus traducciones. Error mío, como el de todos los que en un tiempo vacuo nos dedicamos a leer ideas, emociones y vivencias pensadas en otras lenguas, sin reparar en el traductor y en su papel de intermediario. La traducción de Cioran a mi idioma es, también, la reescritura de Esther Seligson. En un aforismo, Emil Mihai afirma: La manera más eficaz de sustraer a una depresión, motivada o gratuita, es la de tomar un diccionario, de
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preferencia en una lengua que apenas se conoce, y buscar palabras y palabras, poniendo cuidado en que sean aquellas que nunca se utilizarán. Quizá la selección de palabras poco habituales en el uso rutinario, pero aptas para apartar la depresión, sean semejantes a las palabras que tendría que elegir un traductor del rumano. ¿Cómo traducir los malestares y oportunismos del sin sentido en un país ajeno? Seguramente esto no representó problema para Seligson porque Cioran se consideraba a sí mismo un apátrida sin lengua madre, exiliado en la buhardilla parisina en la que comenzó a escribir en francés. Esther, escritora mexicana de nacimiento y de ascendencia judía, entendía mejor que nadie esta errancia lingüística, pues en esta dirección escribe el ensayo “¿Qué traduces, traductor?” que publicó en Escritos a máquina: De ahí que aprender una lengua sea aprehender cómo se sueña en esa lengua; sea, necesariamente, volverse niño, tomar conciencia de estarse embarcando hacia un viaje interior que nos irá poniendo en contacto con nuestra subjetividad y fantasías personales. Pues para el niño cada nueva palabra aprendida es una llave mágica que ha de abrirle horizontes insospechados, infinitos, misteriosos. ¿Es excesivo pedirle al traductor que recupere al niño que lleva dentro para que pueda captar en toda su variable intensidad la tensión vital, el cuerpo de ensoñaciones, del idioma que pretende traducir? Las palabras son similares y diferentes entre sí. Lo que pudiera parecer un sinónimo no es precisamente idéntico a la palabra que se pretende reemplazar. Es una ambivalencia parecida a la de Emil y Esther: son, y a la vez no son. Aún con esos dos valores que denotan las palabras, prevalecen los sentidos según la manera en que los lectores especializados —editores, traductores, correctores de estilo— acomoden las palabras. Por ello, Seligson insiste en la “coexistencia de múltiples sentidos psicológicos y sociales” de los vocablos. Los sentimientos y emociones, los modos de relacionarse entre mujeres y hombres sí son traducibles, aun con la diferencia de una lengua a otra, de una cosmovisión a otra, de una escala de valores a otra. En el caso de Seligson la familiaridad con el pensamiento de Cioran, la correspondencia mantenida en la
década de los setenta, los paseos nocturnos por el jardín de Luxemburgo y esa amistad que se extinguiría debido a los cambios, estaba tácita en el libro que había leído. El verbo no solo pertenecía del todo a Emil pero sí la visión de mundo. Si inconclusa siempre es la lengua, y el idioma es transformado al paso de las sociedades, manifestando las virtudes e infortunios de la época, es natural que los cambios en la personalidad de Cioran fueran incompatibles con la labor de su traductora: ¿de qué manera podría traducir la incongruencia que percibía? La divergencia del pensamiento de ambos, el desacuerdo respecto a los viajes a Oriente y Medio Oriente de ella, así como las posturas sobre la mediatización del filosofo fracturó la amistad, llevándose futuras colaboraciones de por medio. No obstante, hablar de E. M. Cioran en español es también referirse a Esther Seligson. Al haberlo traducido durante veinte años, puede calificársele de coautora de esos libros, discernimientos revestidos en otro idioma. Como traductora, lectora y escritora, a los tres papeles se añaden la cercanía con el filósofo. Proximidad que queda constatada en las cartas aparecidas en la revista y en otras que nunca salieron a la luz. Esther planeaba hacer pública la correspondencia en un libro, según escribió en la misma edición. Puesto que quería conocer más sobre este libro, hablé a Ediciones Sin Nombre, editorial que tuvo el trabajo a su cargo. “Lo siento, pero la autora canceló la publicación con nosotros, al parecer muchos se emocionaron con el anuncio y decidió no dar a conocer más cartas”. Fue todo lo que me dijeron antes de adquirir una obra epistolar de Tomás Segovia y Apuntes sobre E.M. Cioran, libro en el que Seligson reúne una serie de ensayos y prólogos que escribió sobre su amigo. Así, me quedé abrazando la única intimidad que Esther permitió conocer a los más curiosos. Cuatro son las cartas de Cioran que fueron publicadas en las revistas, siempre con un “Querida Esther” o “Querida amiga” en la cabecilla del papel, acompañado de notas a los márgenes hechas por el propio Cioran o saludos de su esposa Simone Boué. Reinventar la obra, eso realiza el escritor que se decide a traducir. Debido a esto es habitual escuchar: “leí al Poe de Cortázar”, “hace poco vi el Conrad de Pitol” o hasta un “prefiero los poemas de Safo de Carlos Montemayor”. Todo esto resuena hasta pensar que la próxima vez que se tome un libro traducido, tal vez la lectura no sea tan solitaria como se piensa. TROPO
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Vicente Fito
Soy parte del cambio de los libros de historia de América Ana Katalina Celis En el otoño de 2014 descubrí que cada vez que hablaba con un buzo explorador podía transitar por los maravillosos paisajes subterráneos a los que, en ese entonces, solo viajaba a través de videos y fotografías. Con un inevitable interés por lo histórico, en esas charlas buscaba también abordar el tema de los más recientes hallazgos arqueológicos que estaban dando la vuelta al mundo y que estaban ocurriendo precisamente dentro de las cuevas sumergidas de Quintana Roo. En la siguiente entrevista con Vicente Fito salieron a relucir muchísimas historias, y en medio de todo brotó algo más profundo: el deber de este explorador de retribuir los mejores años de su vida a las cuevas de Quintana Roo.
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Fotografía: Miquel Perelló.
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Necesito explorar para ser quien soy
icente Fito nació en la isla de Mallorca y se mudó a Playa del Carmen hace 18 años, siendo ya instructor de buceo. Hoy tiene cientos de anécdotas de las exploraciones que ha hecho en cuevas de Quintana Roo y Yucatán. En su largo andar, ha pasado de valorar el lado material y económico de las cuevas a construir un vínculo afectivo que traspasa su oficio y se convierte en su razón de ser. “No concibo ahora mismo mi vida fuera de los cenotes”, confiesa. “Cuando la gente pueda ver en museos locales lo que hemos encontrado aquí en las cuevas de Quintana Roo querrá ser parte de la historia también”, dice optimista. Y es que no es fácil transmitir lo inquietante de un proceso de exploración que, como explica Vicente, muchas veces pasa desapercibido. Si la exploración de nuestros sistemas de cuevas inició en los años ochenta del siglo pasado gracias a los primeros personajes intrépidos que se atrevieron a adentrarse en los espacios subterráneos con la tecnología de su tiempo, “veinte años después estamos ahí nosotros para darnos cuenta de que podemos llegar más lejos. Y está ocurriendo. No solo yo, sino un grupo de gente muy inquieta por la exploración ha
hecho que los últimos diez o quince años hayan puesto a Quintana Roo en un nivel astronómico… hablamos de más de mil kilómetros de líneas instaladas y eso es ¡emocionantísimo!”. Trato de comprender el trasfondo de la emoción que manifiesta. Por lo que dice y, aún más, por cómo lo dice, caigo en la cuenta de que la mente de este personaje está siempre puesta en coincidir con ese momento del día en que cabe la posibilidad de salir a explorar. “Como amante del senderismo y del montañismo, el caminar por la selva me apasiona. Ir con mi mochila, mi machete, mi GPS y perderme un día entero en la selva”, dice con toda naturalidad, como si me estuviera describiendo una actividad en boga en pleno siglo XXI.
Me parece que no hago lo suficiente En medio de ese ímpetu por tirar más línea, por llegar más lejos, por “vaciar carretes”, una tarde de exploración Vicente se topó con algo distinto, algo que le marcó una nueva pauta en su vida. En 2009, encontró y reportó la presencia de unos huesos de animal en el Cenote Zapote, ubicado en la Ruta de los Cenotes, municipio de Puerto Morelos. El explorador confiesa que el resultado del análisis lo sorprendió cuando se determinó que
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e n t r e v i s t a Vicente sabe lo que han significado sus hallazgos y ante la pregunta de si considera que ha recibido un reconocimiento justo a su labor, responde: “cuesta lo mismo hacer las cosas bien que mal, pues hagámoslas bien, ¿no?”. Insisto en el tema del reconocimiento y da una respuesta que no espero: “Yo tengo que, de alguna manera, devolverle a México los mejores años de mi vida. Yo llegué aquí, me recibieron con los brazos abiertos. Me han dado algo increíble que es el mundo del buceo en cuevas… lo mínimo que puedo hacer es reportar, es comunicar y es enseñar, y me parece que no hago lo suficiente.”
Muchas botellas y en entornos oscuros
Fotografía: Miquel Perelló.
su hallazgo pertenecía a una especie de oso perezoso gigante que habitó en la Península de Yucatán hace aproximadamente 10,500 años. A esta especie, de la que nadie sabía nada antes en el mundo, los científicos la denominaron Xibalbaonyx oviceps, alias Pote. —¿Y qué significa todo esto para un explorador como Vicente Fito? —Lo que se encuentra en las cuevas no es del que se lo encuentra, es de todos los mexicanos. Por eso es tan importante comunicarlo. No se lo puede quedar uno. ¡Imagínate! si yo me hubiese quedado con esos huesos (los de Pote), toda la vida pensaría que era una vaca. Al día de hoy, gracias a que reporté eso, sabemos que es un oso perezoso nuevo, no identificado o identificado por primera vez en Quintana Roo… eso desencadenó un aliciente en todo lo que yo ya había sentido con el buceo técnico. Este fue solo el inicio de un camino que lo llevó a convertirse en colaborador de proyectos en una zona geográfica que, en los últimos años, ha despertado un gran interés científico. “El trabajo arqueológico-paleontológico es todavía muchísimo más increíble porque se está descubriendo ahora, se está aprendiendo ahora de muchas de estas cosas, no es algo antiguo que ya estaba en los libros… Están cambiando los libros de historia de América con lo que se está encontrando en los cenotes, y soy parte de ello”.
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Vicente creció en una isla donde desde niño tuvo contacto con el buceo y la caza submarina. Cuenta que esta última era una actividad más bien familiar y a la que mucha gente se dedicaba. Sin embargo, con el buceo era distinto. Un día “mi madre, que ya estaba habituada a ver algo de equipo de caza submarina, empezó a ver tanques y reguladores y dijo ‘esto no es de caza submarina, este granuja ya ha hecho alguna de las suyas’ y se presentó en el Club de buceo local preguntando por mí”. En ese momento Vicente tenía 16 años y acababa de falsificar la documentación que le dio entrada a su primer curso de buceo. Cuenta que cuando su madre lo descubrió no le quedó más remedio que dejarlo continuar y esto gracias a la intervención de su hermana quien insistió en que si no se le permitía de cualquier manera terminaría haciéndolo sin permiso. —¿Consideras que te convertiste en explorador a tu llegada a Quintana Roo? —Creo que eso se lleva dentro. Esa inquietud por ver siempre lo que hay detrás de aquella cima. Vicente encontró en Quintana Roo un abanico de posibilidades para desarrollarse como buzo, aunque a su llegada sentía cierto respeto por los cursos de buceo en cuevas de los que había oído decir que eran bastante complejos. “Una vez que entras en este mundo te das cuenta de que Quintana Roo es la meca mundial del espeleobuceo y a su vez, del buceo técnico.” A su llegada se encontró, fascinado, con las personas que habían escrito los manuales de buceo que él había leído años atrás. “En Quintana Roo tenemos un conglomerado de nacionalidades dedicándose a esto… todos enganchados por el lugar, fascinados por esto, y te das cuenta de que aquí tienes que volverte ‘modo-esponja’ para absorber toda la información y aprender, aprender, aprender que esto no se acaba nunca”. La necesidad de crecer en las distintas modalidades de buceo que hoy permite la exploración de cuevas lo llevó a tomar cursos cada vez más complejos hasta que “sin
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Fotografía: Armando Gasse.
darte cuenta, acabas enfocando tu vida al buceo técnico y de repente mi vida se convierte exclusivamente en muchas botellas y en entornos oscuros.”
Quintana Roo tiene de bonito lo que tiene de frágil “Cuando voy a una aldea, le pido al jefe, al Gran Tatich, que me permita entrar en su pozo a bucear. Cuando salgo le explico: ‘oye, teníais el pozo lleno de basura, no podéis tirar la basura allá abajo, todo esto luego lo vais a beber, estáis sacando el agua para beber de aquí’. Les hago fotos y se dan cuenta que llevamos muchos años tirando la basura a donde bebemos y esto no puede ser”. Vicente no duda en traspasar la definición de su oficio en la búsqueda por generar un cambio en la mentalidad y en los patrones de comportamiento de quienes vivimos en un territorio donde todo rastro de lo que hacemos va a dar al acuífero. “Estamos ante un serio problema de contaminación sistemática del manto freático.” Y se muestra consternado por la ausencia de propuestas para la mitigación del impacto que genera una población de cerca de 4 millones de habitantes con que cuenta la Península de Yucatán. “De nada sirve decirle a una persona “no hagas esto” si no hay una alternativa a lo que está haciendo”. Y como ejemplo menciona los impactos que hoy vemos en la costa, sobre todo en las áreas turísticas: “nos estamos quedando
sin playa, los arrecifes están dañadísimos y seguimos mirando a otro lado”. Y tiene toda la razón cuando vemos que las medidas que se han implementado miran en todas direcciones excepto hacia el estado de salud del acuífero y a su inherente conectividad con los otros ecosistemas. Su perspectiva sobre las cuevas y cenotes, lo ha vuelto más ecologista: “veo las cuevas de otra manera, ya no solo esa pasión por encontrar túneles gigantes y tirar kilómetros de línea y ver grandes formaciones de estalactitas sino preocuparme por la cercanía de las casas, en hacer muy bien los mapas (de las cuevas) para ver por dónde están pasando… visitar a los vecinos del cenote, veo dónde están sus casas, veo qué baño tienen, veo qué coladera tienen para la ducha…”, en el intento de trasmitirles un mensaje que enfatice la conexión y el impacto que generan las actividades humanas sobre la fuente de agua dulce más importante del territorio. TROPO
ANA K. CELIS (Cancún, 1982). Arqueóloga y Maestra en Ciencias en Oceanografía Costera. Viajera, buza e investigadora independiente. Dirigió el programa radiofónico Exploradores de Carne y Hueso en Radio Unicaribe. Egresada del Primer Curso de Periodismo Cultural impartido en La Casa del Árbol. Escribe porque no se resigna a que las historias que hoy le resultan fascinantes, se pierdan en el silencio del tiempo. Correo-e: ana_katalina23@yahoo.com.mx
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Arte urbano de Casa Diseño Nawala
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l que diga que no existe escena artística en el Caribe, sin duda, no ha mirado con detenimiento lo que sucede en las calles de ciudades como Cancún. Las paredes, puentes y todo tipo de muros, muestran el trabajo de artistas urbanos activos y buscan no sólo espacios para su creación, sino capacitarse en el amplio mundo del arte visual. Hace unos meses, Casa Diseño Nawala lanzó a la comunidad caribeña la iniciativa “Gráfica para la Calle”, con el objetivo de lograr a través del arte la integración social y el fortalecimiento de la identidad de barrio. “Crear comunidad y revitalizar zonas por medio del arte, con la participación de artistas nacionales y locales, es lo que buscamos acercar a la población”, comentó Ytzell Delgado, fundadora de Casa Diseño Nawala (CDN). El taller de “Gráfica para la Calle” contó con la participación de uno de los más destacados grabadores mexicanos contemporáneos, Mazatl, y de la artista filipina americana, “Kill Joy”, ambos radicados en la Ciudad de México. También se contó con el apoyo en muro del ilustrador Alex Lechuga y del artista visual Capitán Klavis. Este taller incluyó actividades de grabado y la pinta de un gran mural de 10 x 13 metros en Av. Palenque, supermanzana 27, en Cancún. Este mural, que llevó ocho días, es el más grande realizado en colaboración entre ambos artistas, quienes buscaron alternativas creativas para alcanzar la altura y superar las dificultades del espacio. La temática central de esta propuesta visual es una reflexión crítica acerca de la dependencia de la sociedad actual ante los dispositivos digitales, a “formar” parte de una red virtual y a documentar todo lo que vive a través de selfies, check-ins, etc. Otro aspecto del mural destaca también el daño que se hace a la naturaleza. Cancún va consolidando una propuesta a través del muralismo. Recordemos el mural de Hilda Palafox en la escuela Estudio Creativo, en el marco del evento “Women in Art and Design Weekend”.
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Casa Diseño Nawala, proyecto independiente local y autogestivo, busca unir el esfuerzo de patrocinadores locales, que apoyan el arte, con artistas y promotores, a fin de fomentar la cultura popular urbana en la zona, y con el objetivo de consolidar a Cancún como un destino de arte y diseño y un gran movimiento en el #SuresteCreativo. Otro de los exitosos programas permanentes, es “Dibuja y bebe que la vida es breve”, espacio semanal donde se propicia a través de la convivencia social el acercamiento del público en general, al dibujo y la creación visual. Informes acerca de los talleres, expos, clases y eventos: https://www.facebook.com/CasaNawala/ https://www.instagram.com/casanawala/?hl=es-la
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Positivismo y tecnocracia Marcos Constandse
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os positivistas —que no han leído a Hegel ni el libro de Porfirio Miranda, Hegel tenía razón— niegan la existencia de Dios ante la imposibilidad teórica de no poder demostrarla; y, al hacerlo, se niegan a aceptar que exista una razón única y verdadera. No se dan cuentan de que ellos mismos creen en una razón —“la de que no hay una razón única y verdadera”— arrancando su visión del mundo con una contradicción. La visión positivista es grave. Al negar la existencia de Dios, niega a todas las religiones que creen en Él, religiones que se han encargado de promover los valores humanos que nos rigen, entre otros el imperativo ético que afirma: “El otro es como yo”. Al no reconocer al otro como un yo, se promueve el crecimiento del egoísmo personal y se facilita el camino hacia sociedades egoístas centradas en ellas mismas. Todos los males de la humanidad surgen del egoísmo humano. Cuando “el otro” desaparece de mi visión, surge mi ego como única razón de mi existencia. Así, “El otro” no importa más, y si me beneficia, puedo disponer de sus bienes y de todo lo que a mí me beneficie, hasta de su propia vida. Esa es la razón de porqué de las escuelas han desaparecido las clases de ética y de civismo, al igual que las de lógica, religión y filosofía. Para la tecnocracia moderna, solo lo comprobable es válido como cierto o verdadero, y desde este ámbito se procura aplicar al espíritu las leyes de la física de materia y energía. Pero del espíritu no se hacen cargo ni las leyes
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de la física —que aspira a explicar los fundamentos de la materia y la energía— sino la filosofía y la lógica, así como la teología. Es imposible negar los errores de la religión, que eleva sus postulados a “dogmas” de fe y de conducta, y que, en esencia, son mecanismos operacionales para controlar y convencer a sus feligreses. Religión no es fe en Dios. Ésta existe independiente de todas las religiones que la profesan y que se contradicen y complementan entre sí, y que han cometido errores enormes en la historia de la humanidad y los siguen cometiendo. Pero el espíritu “aspira” libertad, verdad, bondad y justicia. Está en su pura esencia. Y esa es, ha sido y será la búsqueda permanente de la humanidad. Todas las corrientes políticas, sociales y económicas que se oponen a ese impulso universal y al imperativo ético (el otro es como yo), han fracasado y seguirán fracasando sin lugar a duda. Ahora bien, el avance tecnológico de la humanidad ha creado un nuevo poder, que “la tecnocracia”, es decir, el dominio psíquico, económico y moral de la humanidad. Los tecnócratas dominan la política y su visión del mundo se expande. Pero la tecnología es una herramienta, no un fin. Si creemos que el fin último de cada ser humano es “la felicidad”, debemos entender que tanto la tecnología como el dinero “son herramientas” para lograrlo. Si las herramientas se convierten en “un fin”, tal como están siendo promovidas, cometemos un gravísimo error, porque el único fin válido de la humanidad es el imperativo ético, el cobrar consciencia de que “el otro” es como yo.
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De ahí que el único sentido de “mi vida” es a través de la de los demás, a través de mi familia, mis amigos, mis vecinos y, al fin, de toda la humanidad en su conjunto. Al confundir tecnología y dinero como fin único de la humanidad, desvirtuamos todo el sentido de la vida, nos confundimos y nos aislamos. Los cuestionamientos fundamentales de la vida —¿quién y qué soy?, ¿para qué llegué a esta existencia?, ¿cuál es el sentido de la vida, ¿cuál debe ser su dirección?, ¿cuál es la función de otro en mí?, ¿cuál es la función mía en el otro? etcétera—, que deben ser las razones vitales de la existencia, se han permutado en la actualidad por ¿cuánto dinero tengo?, ¿cómo puedo tener más? Es decir, se desea lo que otros poseen y otros desean lo que yo poseo. La tecnología ha creado un mundo de ritmos vertiginosos de comunicación y desplazamientos, ha generado máquinas que desemplean a millones de personas y una economía que rige la razón de ser y existir. De esto se aprovechan los grandes especuladores y manejadores de dinero, quienes, sin ningún escrúpulo o consciencia del otro, propician crisis de las que se benefician enormemente, pues la especulación genera más riqueza que el trabajo. Así, el trabajo, la herramienta del espíritu para lograr sus fines, pierde valor ante la especulación y la plusvalía de los bienes y servicios. Y la comunicación se vuelve herramienta de divulgación de consumo y de corrientes positivistas que dividen a la sociedad, convirtiendo el mundo en un campo de batalla de todos contra todos. Solo la filosofía, la ética, la lógica, podrán corregir esa visión deformada del positivismo. Solo convirtiendo a la tecnología y a la economía (incluyendo el dinero) en instrumento de justicia social y bienestar generalizado, se podrán alcanzar las metas superiores de “libertad, verdad, justicia y bondad” que la humanidad requiere para la felicidad. TROPO
Marcos Constandse. Empresario cancunense. Autor de los libros Yo soy nosotros. Una visión transpersonal del mundo (Diana, 2002) y Ecología y espiritualidad (Diana 2003). Su más reciente libro es, Déjalo ser, una novela sobre la historia de Cancún. Correo-e: marcos@xcaret.com
Identidad: el alma que nos hermana Macarena Huicochea
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a identidad es como la huella digital de un alma común que nos hermana en una visión del mundo para compartir sueños e ideales, para compartir, también, las diversas costumbres que nos otorgan un sentido de vida. La identidad es, sin duda, mucho más que un festejo patrio o un estudio sociológico y psicológico: es la que define nuestra mirada y el lenguaje con que nombramos la vida. La cultura es el eje de la identidad. No la cultura que se limita a los “eventos culturales” ni a los discursos nacionalistas. Está más arraigada al latir de nuestra sangre mestiza y la riqueza de la multiculturalidad que nos define y nos da el poder de saber quiénes somos y qué anhelamos en común. Una sociedad que pierde su cultura, pierde su identidad, se fragmenta y se diluye en contradicciones existenciales que nos dividen e impiden saber quiénes somos, convirtiendo la existencia en un caos que lleva a la desintegración social. Estoy convencida de que muchos de los problemas que nos aquejan están vinculados con esa pérdida de la identidad que nos convierte en individuos sonámbulos, sin rumbo, bombardeados por los medios de información al servicio de la mercadotecnia y de los intereses de las grandes transnacionales y sus afanes de globalización, que pretenden uniformarnos y sustituir el sentido de la existencia por el del consumismo. En nuestro idioma y en los idiomas nativos (reflejo de nuestra cosmovisión) tenemos dos verbos que distinguen dos estados de consciencia diferentes: el “ser” y el “estar” que, en otras lenguas, no se diferencian entre sí. No resulta extraño entonces que muchas veces haya quienes caen en la trampa de creer que se “es” en la medida en que se “tiene”, y que poseer bienes conlleva el “ideal” que define el valor de las personas.
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Ilustración: Frida Kahlo. El abrazo de amor de El Universo, la tierra (México), Yo, Diego y el señor Xólotl. (1949). Óleo sobre masonita. 70 x 60.5 cm (Colección de Jacques y Natasha Gelman).
En México, Quintana Roo y, sobre todo, en Cancún es cada vez mayor la influencia de la cultura norteamericana y el american way of life. Los programas de televisión que irrumpen en los hogares de las familias mexicanas son, la mayoría de las veces, la única ventana al mundo y a la “realidad” de miles de mexicanos que crecen “educados” (o condicionados) por personajes e historias muy lejanas a nuestra verdadera historia y cultura; los jóvenes aprenden a hablar, a pensar y a actuar de acuerdo con esos patrones y, muchas veces, desconocen e incluso menosprecian lo mexicano: nuestra música, nuestras tradiciones, nuestra comida… En mi experiencia en los medios de difusión cultural, he apostado siempre por difundir y valorar la herencia y evolución de nuestros artistas e intelectuales, pero también esa cultura popular que se expresa a través de las tradiciones y las artesanías. Pero también he tenido la oportunidad de convivir con muchos extranjeros que, a diferencia de gran parte de nuestros connacionales, no dejan de sorprenderse de la belleza, significado y fuerza de nuestra identidad que, a pesar de tantas influencias, mantiene un enorme poder que seduce y fascina a quien es capaz de valorarlo y descubrirlo, aunque se oculte a la mirada superflua o descuidada. Muchas veces, las Instituciones culturales y educativas, y hasta la ciudadanía, caemos en ese estado de “ceguera” que nos impide percibir y reconocer la enorme energía latente en los bailables típicos, en nuestra comida e indumentaria que, por desgracia, han sido remplazados por dictados de la
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moda y hábitos ajenos. Y es entonces cuando los festivales escolares y los eventos “culturales” se convierten en escenografías en donde importan más las estadísticas de asistencia y no su sentido ni su significado profundo. En estos eventos, autoridades y público “están” presentes, pero no son, no se viven en ellos, no los encarnan en su vida cotidiana. De esta manera, los convierten en una eventualidad, un acto protocolario, un fársico culto al ego de quienes se contentan con representar y no en “vivir”, conscientemente, esa identidad que lucha por sobrevivir y que apenas logra ser realmente un estilo de vida, un modo de existir en el mundo y de reconocernos como parte de una comunidad. Me duele escuchar frases que denigran lo indígena, las indumentarias y lenguas de nuestras etnias y su música. Me indigna la imitación y preferencia por marcas extranjeras de productos de uso común, como alimentos, bebidas, ropa y tradiciones. El Día de Muertos convertido en Hallowen, es un ejemplo de esto. La Navidad o Año Nuevo que se parecen cada vez más a las celebraciones norteamericanas, es otro: pocos ponen altar y creen en el regreso de nuestros difuntos; menos aún conservan la costumbre de instalar nacimientos o hacer de las posadas un acto de fe en lugar de pretextos para la francachela. Más aún, me preocupa el repetido discurso que justifica la impuntualidad, la improvisación o la corrupción con el clásico “es que así somos los mexicanos”, afirmando incluso que es parte de nuestra cultura. Creo que la identidad es responsabilidad de todos: ciudadanos, padres de familia, maestros, funcionarios y artistas e intelectuales que estamos obligados a conocer, reconocer y difundir nuestra cultura, la cual, como he afirmado, es el alma de México. La identidad sustenta esa forma de ver y vivir como un caleidoscopio viviente y diverso que confluye en la esencia y orgullo del sabernos y sentirnos privilegiados por esa rica pluralidad. Así, todos tenemos la enorme responsabilidad de cuidar una de las identidades culturales más extraordinarias del mundo. TROPO Macarena Huicochea. Estudió Letras, Psicología y Ciencias humanas. Ha publicado dos libros de cuento fantástico: Blasfematorio (Colección Becarios del Centro Toluqueño de Escritores) y La Caricia de la Esfinge (Colección: Biblioteca del Bicentenario del Instituto Mexiquense de Cultura). Umbrales (editado por el Consejo Editorial del Estado de México) reúne sus dos libros anteriores y algunos cuentos publicados en revistas e incluso inéditos. En el Instituto Mexiquense de Cultura se desempeñó como Coordinadora de Difusión Cultural, jefe del Departamento Editorial, y subdirectora de la revista Castálida. Ha sido fundadora y directora de varias Casas de Cultura en el Estado de México y ha combinado su labor literaria con el trabajo en medios, en donde se ha desempeñado como guionista, conductora y productora de programas de radio y televisión.
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Fotografía: el álter ego de la moda Angélica Mercado
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a moda es una fábrica de sueños y la fotografía, el medio ideal para hacerlos realidad. Desde que Condé Nast, creador de Vogue, y Edna Woolman Chase, editora de la revista, decidieron publicar una fotografía de Barón Adolph de Meyer para la edición de enero de 1913, el imperio de la moda encontró en la fotografía el instrumento perfecto para representar el complejo significado de moda y de paso, venderla con estilo. Fotografía y moda han sido cómplices y compañeras en el mundo del arte desde finales del Siglo XIX; por un lado la moda reclamaba su nombre cuando Charles Frederick Worth empezó a firmar sus creaciones, elevando la categoría de modisto a diseñador de alta costura, mientras que la fotografía gestaba un lenguaje propio que la separaba cada vez más de la pintura, sobre todo gracias al trabajo de Alfred Stieglitz, quien abogaba por la fotografía como forma de arte a través de movimien-
Barón Adolphe de Meyer (para Vogue, 1913). Leon Baskt (diseñador), Gertrude Vanderbilt Whitney (modelo).
tos como Photo Secession y las publicaciones de Camera work, un espacio para la fotografía avant-garde, donde se difundía el trabajo de artistas que hoy se consideran maestros de la fotografía, entre ellos Barón De Meyer y Steichen, los primeros fotógrafos de moda. Vogue y Harper´s Bazaar no solo eran revistas que anunciaban las últimas tendencias, eran foros para las propuestas de vanguardia que ponían al arte en función del comercio sin comprometer la calidad o intención de los artistas, totalmente válido si consideramos que la fotografía de moda es el resultado de un trabajo en equipo, un grupo selecto de creativos del buen gusto con un entendimiento sobre su contemporaneidad, habilidad que simplemente algunos tienen y otros no. El fotógrafo y el diseñador de moda interpretan el momento histórico y proponen un estilo que sintetiza el pensar y sentir de la sociedad contemporánea a la vez que imponen su percepción individual. En el lenguaje silencioso de la moda, la originalidad es proporcional a la individualidad. Si eres auténtico, eres
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poderoso; sin duda, la marca de identidad necesaria en todo grupo social. Mark Twain acertadamente escribió: “La ropa hace al hombre. La gente desnuda tiene poca o nada de influencia en la sociedad.”. La moda siempre se ha tratado de distinción y poder, una forma intensa y breve de presentarnos ante los demás, ya sea expresando quiénes somos y cómo pensamos, o adoptando un disfraz diabólicamente efectivo en un mundo donde la magia de las apariencias reina. El sentido de las cosas es el que se tiene en el instante: “la primera impresión nunca se olvida”. Desde esta perspectiva, el estilista y la modelo complementan la intención del diseñador creando un look que finalmente es representado por el fotógrafo. En los editoriales de moda, por ejemplo, el concepto de una revista en particular es trazado por el editor y el fotógrafo. Así, el trabajo de cada creativo converge en una sola imagen: una fotografía que puede o no convertirse en icónica y, lo creas o no, podría influir en tu comportamiento. La moda, entonces, no se puede concebir como una simple manifestación de las pasiones vanidosas, ni la fotografía de moda como el embellecimiento de una realidad elitista; juntas, son el vivo retrato de la sociedad contemporánea, una celebración del presente social. Son testigos de la historia en su aspecto colectivo y ofrecen también un aspecto individual, lo que conduce a pensar que podrían ser la expresión disfrazada del hombre incomunicado, por eso se ha hecho de ellas algo necesario. Y no sólo en concepto sino también como fenómeno económico. Actualmente, la industria de la moda en Francia representa un volumen de negocios de 150 mil millones de euros anuales. Un fotógrafo de moda como Steven Meisel, por ejemplo, puede ganar hasta 164 mil dólares al día, y desde los ochentas, tras el fenómeno de las top models, una modelo como Gisele
1925 Edward Steichen para Vogue Paul Poiret
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1939 Horst P. Horst para Vogue Mainbocher
1941 Tony Frissell para Vogue Clarie McCardell
Bünchen ganó 22 millones de dólares en 2017. Cifras obscenas que reflejan la importancia del quién en una sociedad de consumo que sigue basando sus gustos en instintos básicos de todo individuo como lo son la distinción e identidad. Lo que hoy se publicita con el deseo de poseer, en su inicio era provocado con el estilo. En la fotografía de moda, existen elementos que generalmente son identificados solo por unos cuantos involucrados en el mundo de la moda, y su lenguaje también parece ser elitista. Tomemos como ejemplo la primera fotografía de moda (p. 59), considerada como tal por ser hecha por el primer fotógrafo de moda contratado por Vogue. El valor de esta fotografía reside en el quién más que el qué, lo que demuestra que una fotografía debe ser contextualizada para leerla a partir de su contenido original. La modelo era Gertrude Vanderbilt Whitney, heredera de la fortuna de una de las más prestigiosas familias americanas, cuya riqueza amplía al casarse con Harry P. Whitney. Pronto se convertiría en promotora de nuevos talentos y fundadora del Museo Whitney de Nueva York, alguien influyente sin duda. Gertrude vivía una doble vida: señora de sociedad en su mansión de la quinta avenida y escultora bohemia en su estudio de Greenwich Village. Tal dualidad reflejaba a la perfección lo que Condé Nast buscaba para la primera fotografía de moda publicada en Vogue, una fusión entre clase, chic y arte. En el contexto de arte, la tendencia en fotografía era el pictorialismo, estilo que se caracterizaba por la creación de una atmósfera misteriosa, intimista, con deslumbrantes blancos y sutiles grises que denotaban sensibilidad y dominio de la técnica fotográfica. Baron Adolph de Meyer no solo era representante de este estilo, sino que también gozaba de un gusto exquisito que rozaba el esnobismo, una cualidad en la época.
1947 Irving Pennl / para Vogue Traina-Norell, McCardell, Nettie Rosentein Hattie Carnegie, Ceil Chapman, Mark Mooring, Charles James
1955 Richard Avedon para Christian Dior Dovimal
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1963 Melvin Sokolskyn para Harper’s Bazaar Hardy Amies Simone d’Aillencourt
1971 Helmut Newton para Yves Saint Laurent Vibeke Knudsen
1988 Peter Lindbergh para Voge Calvin Klein
La editora Edna Woolman Chase eligió al diseñador y pintor ruso Leon Baskt para representar el estilo oriental que revolucionó la moda de principios del siglo XX, liderada por Paul Poiret, famoso por liberar a la mujer del corsé. Edna, como toda buena editora de moda, era una visionaria con una sola misión: ganar exclusividad a través de la originalidad. Para qué publicitar a Poiret si tenía a Blaskt, el creador del gusto por el orientalismo tras diseñar el vestuario y decorar la puesta en escena de la obra “Scheherezade” inspirada en los cuentos de Las mil y una noches y magistralmente interpretada por el ballet ruso de Diaghilev, presentación que inspiró los diseños que darían la fama a Poiret. Modelo, fotógrafo, editor y diseñador crearon así una fotografía que ya es parte de la historia. En moda, el quién define el impacto de una fotografía. Sin embargo, hasta el quién suele ser efímero. Como práctica de vanguardia, la fotografía de moda cuestiona lo establecido y provoca cambios, así que, pronto, la sutileza de Baron de Meyer quedó obsoleta ante la llegada del modernismo y la nueva mujer de Chanel; la geometría del art decó resultó ser el escenario perfecto para Edward Steichen. Su búsqueda por la proporción lo llevó a explorar la aproximación hacia los objetos, usando el primer plano o close-up para expresar estilización de las formas, eligiendo líneas que cambian frecuentemente de dirección, lo cual se refleja en la composición, en los fondos y las siluetas de los objetos y las modelos. Se creó así una imagen modernista que, aunado al vestuario, rompía esquemas de tradición. La fotografía de Steichen de 1925 (página 60) marca el inicio de la fotografía de moda como la disciplina del ser contemporáneo por excelencia, el medio a través del cual la innovación se presenta para convertirse inmediatamente en documento histórico que habla de la sociedad y sus costumbres. Si contrastamos la fotografía de Steichen con la de Juergen Teller, de 2008 (pá-
1994 Steven Meisel para Calvin Klein Kate Moss
2008 Juergen Teller para Marc Jacobs Victoria Beckham
gina 61), se demuestra que la fotografía de moda no refiere un vestido que modela una bella mujer, más bien, es la abstracción de un presente VIP, una ilusión ideada por pequeños grupos cuya camaradería crea el estilo de toda una generación. La mancuerna del fotógrafo Juergen Teller con el diseñador Marc Jacobs ya es legendaria, aunque no tan épica como la de Helmut Newton e Yves Saint Laurent en los setentas. En ambos casos, diseñador y fotógrafo logran concretar en una sola imagen su particular forma de ver el mundo actual. Es cierto que una sociedad necesita distinciones, y la moda, en su teatralidad y desmesura, proporciona un sueño al cual aspirar, y que la fotografía, en su omnisciente presencia, protagoniza la estética contemporánea, nos seduce con sus juegos de abstracción y narrativas que la aproxima a la perfección documental. Una fotografía de moda no solo adorna un escaparate, sino que otorga identidad a una marca, se publica como tendencia de arte en revistas de alta moda como W, innova las campañas publicitarias que invaden las calles y la web, se exhibe en museos, se colecciona y se toma como punto de partida para la belleza hasta convertirse en estereotipo de una época. La historia de la fotografía de moda equivale en gran medida a la historia de la sociedad moderna, la cual habla a través de sus trajes, y cuya voz es escuchada gracias a la fotografía, su máxima confidente. TROPO
Angélica Mercado. Fotógrafa independiente, egresada de la Escuela Activa de Fotografía y docente de historia del arte, fotografía y técnicas de laboratorio blanco y negro. Como teórica de esta disciplina, se ha especializado en la difusión cultural de la fotografía.
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Angélica Mercado
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E s t u d i o
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C a n c ú n
Diseño: Iván Imán 1900s, Luisa Carrillo, 1950s.
Diseño: Paloma Ibarez, 1960s.
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p o r t a f o l i o Teatro de la moda. Ante la imposibilidad (por la guerra) de presentar colecciones de diseñador en grandes desfiles, Lucien Lelong —diseñador y presidente de la Cámara Sindical de Alta Costura Parisina durante la II Guerra Mundial— invitó en 1945 a 52 casas de moda a presentar sus diseños a escala (de 40 cm de altura) en maniquíes de alambre y madera. La primera exhibición, de la que se llamó “Teatro de la moda”, tuvo lugar en el Museo de Artes Decorativas de París. En la actualidad, permanece en el Museo de Arte Maryhill de Estados Unidos. En homenaje a esa iniciativa, estudiantes de la asignatura de Historia I y II de Estudio Creativo Cancún crearon su propia propuesta de moda a escala Barbie para evocar el estilo de determinada época, desde la Prehistoria hasta la década de los noventas, trazando así una línea de tiempo que narra nuestra historia a través de la moda. Las fotos de estas páginas son una muestra de ese trabajo. Diseño: Ashley Espinoza, 1930s
Diseño: Roberto Monjaraz, 1940s.
Diseño: Moisés Vázquez, Egipto.
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nuevaépoca El impacto de tu apoyo tiene gran alcance en nuestro equipo de trabajo: • • • • •
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