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Revista del Centro de Creatividad Literaria
Distribución gratuita
año 5 (segunda época) octubre de 2018
• Mariel Turrent presenta su novela Hasta el último vuelo • Amor, Eros y la dialéctica del desastre • #MareaVerde: el derecho al aborto • Quintana Roo, presente en el festival de la paz mundial • Entrevista con el escritor hispanocubano Juan Calero • A mayor cultura, ¿menor inseguridad? • Poemas de Sinae Romero • El arte de la fotografía submarina • Notas en torno a Inmóvil en el viento de Manuel Tejada Loría
De la Guerra de Castas al levantamiento zapatista w w w . c e n t r o d e c r e a t i v i d a d l i t e r a r i a . o r g
S u m a r i o
Entrevista 5
Revista del Centro de Creatividad Literaria, A. C. Director Miguel Meza
16 Un artista está abriendo puertas en constante experimento: Calero Agustín Labrada
Directora CCL Cristina Del Razo Consejo directivo José Luis Gaytán Saules (Director) Marcos Constandse Madrazo (Fundador) Carlos Constandse Madrazo (Fundador) Consejo editorial Javier España José Díaz Cervera Wildernain Villegas Carrillo Carlos Torres Marién Espinosa Antonio Leal Elvira Aguilar Angulo Rodolfo Novelo
Escribir me reconcilia con el mundo: Mariel Turrent Miguel Ángel Meza
Trasluz 9
Norma Quintana Lourdes Cabrera Martín Ramos Lorena Careaga Agustín Labrada David Anuar Ramón Suárez Caamal Jorge Cortés Ancona
Bebes de las sombras Sinae Romero Ríos
12 Nil ´Amaniana Aviarta Sinae Romero Ríos
Devezencuento 13 Narcótico Jorge Vázquez Rodríguez
Diseño Mauricio Cejín
14 El rock ha muerto Saulo Aguilar Bernés
Consejo artístico Gena Bezanilla Angélica Mercado Norma Ordieres Jesús Montalvo
Latintatenta 19 La dialéctica del desastre Marién Espinosa
Corresponsal en Playa del Carmen Ana María Moreno Pérez
22 #MareaVerde y la polémica sobre el aborto Vanesa González-Rizzo K.
Corresponsal en Cozumel Karen Correa Corresponsal en Felipe Carrillo Puerto Ángel Sulub Corresponsal en Yucatán Svetlana Larrocha Administración Servicios Corporativos de Cancún, S. C.
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TROPO a la uña es una publicación trimestral del Centro de Creatividad Literaria, A. C. Oficinas: Av. Contoy 48, SM 17, Esq. Av. Nichupté, Cancún, Quintana Roo. Teléfonos: 01 (998) 887 4374 y 01 (998) 887 4364. No se responde por originales no solicitados. Las opiniones contenidas en los artículos firmados son responsabilidad exclusiva de los autores. Se autoriza la reproducción total o parcial de los artículos incluidos en TROPO a la uña, siempre que se citen la fuente y el autor. Certificado de licitud y contenido: en trámite. Número de Reserva al título en Derechos de Autor: 04-2000-032217031500-102. Visítenos en nuestra página web: www.centrodecreatividadliteraria.org Consulte la revista digital en: issuu.com/centrodecreatividadliteraria Envío de colaboraciones: revistatropo@cclcancun.com tropoalauna@gmail.com
25 Tolerancia, educación y paz Héctor Hernández
46 Henry Morton Stanley, ¿un sujeto transculturado? David Anuar
29 La Guerra de Castas y el Estado mexicano Lorena Careaga Viliesid
Tertulias 50 Ekam 2018, Festival Mundial de la Paz Cristina del Razo
32 Levantamientos indígenas y formación del Estado Felipe Reyes Miranda
54 Sembrando comunidad, fuera y dentro Unicaribe
36 La guerra social maya de 1847 Mario Collí Collí 38 Desde la Gran Guerra hasta nuestros días Marcelo Jiménez
56 A mayor cultura, ¿menor inseguridad? Macarena Huicochea
Papiros
59 El método dialéctico Marcos Constandse
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Hasta el último vuelo, de Mariel Turrent Miguel Miranda
60 Fotografía submarina Angélica Mercado
42 Inmóvil en el viento, de Manuel Tejada José Castillo Baeza
Portafolio 62 Pepe Rojo
45 Fuego que florece, De Wildernain Villegas José Antonio Íñiguez
P U N T O S
Fernando Castro Pacheco Guerra de Castas Mural. (1970-1977) Salón de la Historia, Palacio de Gobierno. Mérida, Yucatán.
A r t -T r o p o - D o 64 Carlos Varela
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D I S T R I B U C I Ó N
CANCÚN: LIBRERÍAS: Porrúa • Dante • Iztaccíhuatl
HOSPITALES, CLÍNICAS, NOTARÍAS Y COMERCIOS: Galenia
Needful Things • Colibrí • Utopía City
Hospiten • Notaría 6 • Notaría 2 • Estética Yareri • C. Dental Evolución
CENTROS CULTURALES : Casa de la Cultura • Instituto de Cultura y
OTROS: Talleres y salas de lectura, ferias de libros, cruzadas poeticas y
Artes • Café Divertimento • Teatro Xbalanqué • La Pitahaya • El Pa-
encuentros de escritores y medios de difusión
bilo • Centro de Creatividad Fotográfica • Talulah • Galería de Plaza
PLAYA DEL CARMEN: Café Andrade • Jardín El Edén
Caracol • Biblioteca Barocio
Le Lotus Rouge Galería Escamilla • Galería de Arte 5ta. Avenida
RESTAURANTES: Pasteletería • 100% Natural • Tapioka Café
Biblioteca Jaime Torres Bodet
Bisquets Obregón • La Casa de los Abuelos • Marakamé • Mangiare
COZUMEL: Magenta Centro • Cultural • Restaurante del Museo de
UNIVERSIDADES: U. del Caribe • La Salle • U. del Sur • Anáhuac
la Isla * El Coffee Cozumel.
UNID • Universidad de Quintana Roo (Chetumal y campus Cancún).
CARRILLO PUERTO: Museo Maya Santa Cruz Xbáalam Naj • Casa de
EMPRESAS Y ORGANISMOS: Grupo Xcaret • CCE • Delphinus
la Cultura de FCP • Centro Cultural La Casa de los sueños • Tierra Café
AMMJE • Ayuntamiento
MÉRIDA: Centros culturales, librerías y cafeterías
Entrevista con
Mariel Turrent FotografĂa: Miguel Miranda.
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Escribir me hace feliz y me reconcilia con el mundo Por Miguel Ángel Meza Luego de una primera incursión en la literatura, fase considerada por ella tal vez como una etapa de formación, y tras un retiro de varios años del medio, la escritora Mariel Turrent retoma su vocación literaria con seguro empeño y presenta una primera obra de madurez, una novela del realismo intimista a través de la cual los lectores podrán descubrir, y reconocer, un Cancún contado por sus propios personajes. Publicada por Malix Editores (proyecto independiente de reciente creación), Hasta el último vuelo es el reto personal de una creadora que ve en la escritura una vía de acceso a una dicha íntima, a una reconciliación con ella misma y con el mundo que la rodea.
M
ujer reservada —recelosa de posibles deslumbramientos ante los reflectores de la vida literaria—, Mariel Turrent ha sido renuente hasta hoy a que la ubiquen como una “escritora” (ella misma se denomina escribidora), en un afán de no “creérsela” y muy consciente de que el camino de la gran literatura siempre es largo y pronunciado y presenta retos cada vez de mayor envergadura en cuanto a forma y profesionalismo. Radicada en Cancún desde 1992, lectora voraz y reseñista habitual de este medio, Turrent se muestra en esta entrevista como una voz sin pretensiones ni respaldos teóricos al uso. Sus respuestas rápidas, directas y naturales, revelan una mente práctica y confiada, sin dobleces ni alardes. Lejos de la construcción de una figura literaria propia, se ha decantado por la naturalidad de una arte-
sana de la palabra, que solo quiere ofrecer lo mejor de sí misma: una obra producto del esfuerzo y de la incesante práctica del oficio. —Sabemos que hay una tradición literaria en tu familia. ¿Qué tanto ha influido esto en tu dedicación a la literatura, primero a la poesía, ahora a la novela? —Hay muchos Turrent escritores, y por el lado materno también hay mujeres poetas, pero en específico Jaime Turrent, el hermano de mi papá… —Jaime Turrent, el autor de Trilogía del desamparo y Una sombra que pasa… —…él fue quien influyó en mí. Desde niña siempre lo vi como una persona especial porque era escritor (ni sabía qué escribía, decían que no era para niños), y yo quería ser escritora también. Como mi mamá leía a Agatha Christie, yo escribía obras de teatro que llevaba a escena con mis primos, y también escribía poemas porque mi mamá y mi bisabuela escribían poemas. Aunque siempre la ortografía me la corregía mi amiga Paty.
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e n t r e v i s t a
—Perteneces a la segunda generación de escritores que se formaron y produjeron obra en Cancún, la generación que se estrenó en los primeros talleres literarios de la ciudad (por ejemplo, en Surgir, el de Alicia Ferreira). Ahora eres esposa y madre de familia; y mujer que trabaja. ¿Cómo resuelves la demanda de tiempo y entrega que requiere la literatura, tan celosa ella? —Tuve una etapa muy productiva desde 1994 hasta 2003 donde estaba soltera y sola, y pude entregarme a escribir. Pero después me casé, empecé a dar clases en la universidad y nació mi hija. Entonces llegó el conocido bloqueo del escritor. Por una parte, me preocupaba lo que pensarían mis alumnos y además toda mi energía se la dedicaba a mi hija. Así que desde el 2003 hasta el 2016, mi escritura se volvió más íntima; escribí muchas cartas a gente muy cercana, amante de las letras; escribí cuentos sobre mi hija, y algunos poemas. En el 2013 fui a la presentación del libro Por un lugar en el mundo de mi amiga Mónica Aguilar, y pensé que mis vacaciones tenían que terminar, que ya no tenía alumnos, mi hija había crecido y mi esposo me animaba a hacerlo. Me tomó tres años arrancar, poner rutinas y dedicar ciertas horas de ciertos días a la semana a la literatura. Como no soy escritora de tiempo completo, me tardé dos años en escribir la novela y uno más entre correcciones y el proceso de publicación. Con esta novela regresé a la escritura creativa. Además, esta es una nueva etapa como escritora, porque nunca había escrito novela. —Si tuvieras que cambiar algo de tus comienzos literarios, ¿qué cambiarías? ¿O no cambiarías nada? —Hubiera estudiado Filosofía y Letras. Cuando entré a la universidad me dejé llevar por otras cosas más prácticas; y aunque siempre he estado en cursos y talleres, me hubiera gustado tener esa formación. —¿Qué ha sido para ti lo mejor y lo peor de “escribir”? —Lo mejor es que me hace feliz. Cuando tengo un proyecto literario y lo llevo a cabo, me siento bien conmigo misma y con todo lo que me rodea. Además, gracias a la escritura, he creado lazos muy estrechos con personas maravillosas que me enriquecen; el mundo de la palabra escrita es un mundo mucho más íntimo y transparente que el de la palabra hablada. Sin embargo, me aleja de la vida social, que no me gusta nada, pero de alguna manera es importante porque vivimos en sociedad. —Los juegos de la realidad y la ficción subyacen siempre en el proceso creativo. ¿Qué tanto hay de ti en esta obra? ¿Cómo logras distanciarte de tus personajes? En suma, ¿cómo surge la idea final de esta novela? —Estuve dándole vueltas mucho tiempo; quería escribir sobre algunas situaciones de mi vida que me inquietaban: relaciones pasadas que había, tal vez, que exorcizar. Pero al ponerlo en papel me resultaba muy aburrido regresar al pasado. Entonces, me vino la idea de no contar nada per-
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sonal. Es decir, tenía que inventar una realidad diferente, nueva, otra posibilidad de lo que en realidad ocurrió. Así fue como inicié creando personajes a partir de gente que conocía, a los que cambié la historia, a los que hice diferentes, a quienes mezclé con otros; fusioné situaciones, caracteres, eventos, y luego la historia cobró vida y me fue presentando otros personajes totalmente nuevos y desconocidos para mí, que llegaron con su propio estilo, su forma de hablar y ver el mundo, con su propia música, para enseñarme cosas distintas que fue interesantísimo descubrir. —En la revista TROPO te has orientado últimamente hacia la reseña de libros eróticos. ¿Por qué este interés en una vertiente del género particularmente transgresor? —Primero fue una sugerencia del editor, pero me gustó la idea. Tal vez porque el tema del sexo fue un tabú en mi educación, así que había que contrarrestarlo para tener un equilibrio. Yo y todas mis compañeras de la escuela le debemos nuestra educación sexual a un libro que circuló por todas y cada una, forrado a la manera escolar para que pasara inadvertido. Así que supongo que por eso me gusta explorar el tema a través de la lectura. —¿Tu próxima obra será una novela erótica? —No. No es mi estilo. Puedo escribir poesía erótica porque se vuelve como un juego. Es como esconder pudorosamente sentimientos detrás de imágenes literarias. Y también puedo poner algunas escenas porque la sexualidad es parte de nuestra condición humana, pero no escribiría una novela erótica porque no es un mundo que conozca bien ni en el cual me gustaría involucrarme tanto. —Una pregunta obligada: ¿qué libro o qué autor han marcado tu historia como lectora o como escritora? —Definitivamente Kundera. De niña me gustaba Shakespeare, porque me lo enseñaban en la escuela. Mi lista podría ser interminable si tuviera buena memoria, pero soy pésima para acordarme. Necesito ver mi librero… Déjame pensar… a los que siempre regreso aunque sea para abrirlos y leer una frase son El Arco y la Lira y La llama doble de Paz; a su poesía, en contraste con la de Jaime Sabines; a Seda y Mr. Gwyn de Baricco; y a Demian y Narciso y Goldmundo de Herman Hesse. Cualquier novela de Vargas Llosa…, y Alvaro Mutis me encanta. Tabucchi, Enrique Serna… seguro se me olvidan muchos. En esta época me han encantado las propuestas de mujeres como Guadalupe Nettel, Rosa Montero, Siri Hustvedt, Joyce Carol Oates y Muriel Barbery. —Si tuvieras que elegir a un personaje de ficción para sentarte a charlar un rato, ¿a quién elegirías? —Al Gaviero y a Ilona de Mutis, o a Tomás y a Sabina, de Kundera. —¿Qué gran obra te hubiera gustado escribir? —La insoportable levedad del ser. Tropo
p a p i r o s
Vuelo a Cancún Por Miguel Miranda
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Hasta el último vuelo * Mariel Turrent Eggleton Malix Editores 2018 287 p.
legué a Cancún un veintiséis de octubre del año noventa y nueve en un vuelo de Allegro atiborrado de turistas chilangos. Además de mi equipaje cotidiano, en la panza del avión venían dos cajas con computadoras, libros y cientos de ilusiones que envolví cuidadosamente en papel periódico para intentar que no se fracturaran nunca. Esta es una ciudad construida por las ilusiones de la gente que sabiéndolo o no, llega escapando de algo, para desentrañar junto al Mar Caribe todos los misterios que depara la propia vida. Hasta el último vuelo, la primera novela de Mariel Turrent Eggleton, narra la historia de personajes que como usted o como yo, decidieron venir a vivir a Cancún. Situada entre 1989 y 2025 de forma circular, y estructurada en tres capítulos, los personajes se irán encontrando, poquito a poco, pues cada uno ha llegado por su cuenta y con su propia historia a cuestas.
Escrita como una novela intimista, Mariel Turrent cuenta un relato matizado por cierta aura “kunderiana”, donde la acción se marida con la reflexión; donde cada uno de los personajes se justifica en la trama y cuyos actos son perfectamente humanos, con defectos y virtudes. Sabina, el personaje en quien recae gran parte de la historia, es una mujer que no solo representa la libertad: enarbola su cometido hasta el final haciendo frente a sus decisiones y asumiendo las que no son suyas. Sabina se transforma a través de las páginas (y los años) en una mujer que pasa del siglo XX al XXI con valentía, asumiendo un feminismo muy bien entendido. Hasta el último vuelo puede ser una novela de amor muy diferente, nada rosa ni edulcorante. Es más bien la historia de un amor construido en las decisiones de los personajes y en sus consecuencias. Tiene música: reflexiones a ritmo de Pink Floyd, besos con Foreigner y poemas de Oliverio Girondo al alimón con Jaime Sabines que logran que los personajes nos recuerden lo humanos que son. Además
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e n t r e v i s t a de las fechas, la novela de Turrent nos lleva dando tumbos por el tiempo; Cancún se transforma y lo notamos al punto en que nos rebasa en un año 2025 soberbiamente relatado, donde el desenlace es una consecuencia de 36 años en el Caribe. Sin embargo, para el lector que ha vivido en esta ciudad por más de diez años, Hasta el último vuelo será una novela que le marcará un antes y un después. El lector decidirá si es una historia de amor o inclusive una novela futurista, pero reconocerá de manera inevitable que es la fotografía de Cancún magistralmente contada por la autora. Conforme avanza la novela volverá a visitar lugares para algunos entrañables como el Cristine, o La Boom. El restaurant Bogart´s y sus referencias cinematográficas, y hasta el almacén de El Teniente, para aquellos que llegaron por los tiempos del huracán Gilberto y después vivieron el gobierno de Mario Villanueva. Pero la pluma de Mariel no se detiene en el retrato pintoresco o entrañable del Cancún de hace treinta años, camina al parejo con los personajes que narra: Sabina, una joven capitalina que recién ha egresado de una universidad católica, decide tomar un trabajo que le ofrecen como encargada de un restaurante naturista. Reflexiva en cuanto a su entorno familiar, decide tomar sana distancia de un ambiente que como mujer no le satisface; ella aspira a vivir una libre libertad, una vida donde sólo ella tome las decisiones fundamentales y no sean su padre o su pareja quienes lo hagan, por ese motivo, al día siguiente de la graduación, deja la ciudad sin despedirse. Julio, por su parte, cree amar a Olga pero los hermanos de su novia lo asfixian dentro de un mundo al que no le interesa ni al que tampoco pertenece. Juniors advenedizos de sexenio, Olga y sus hermanos se dan la gran vida a expensas de su padre que ha agarrado hueso en una secretaría. Harto de lo que vive al lado de su bella novia, Julio ve un folleto con fotos de paradisiacas playas cancunenses e intuye que el polo turístico puede ser un lugar bueno y diferente para iniciar una nueva vida con su novia, pero lejos de sus hermanos. La aventura le sale cara, pues Olga toma el viaje como una luna de miel, bebiendo margaritas en la playa en la mañana y por las noches en el Cristine, la legendaria “disco” de los noventas. Cuando Julio consigue trabajo y viven en un departamento tipo “Brisas”, Olga, acostumbrada al desenfreno, tiene desencuentros con su novio. La novela entrecruza a los personajes y nos va presentando otros, que pudiendo referirlos como secundarios, en realidad forman parte del andamiaje del relato; como en la vida real, se van sucediendo como aquellas personas que conocemos saliendo a tirar la basura al contenedor y a la vuelta de los años se han convertido en amigos entrañables. Julio conoce a Patrick, y luego a Sabina, quien a su vez espera a Leonardo, quien se casará con Claudia, y la
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Fotografía: El Naranjo Estudio.
historia mantiene un ritmo sabrosón, cancunense, donde el lector disfrutará la lectura por todas las supermanzanas, los restaurantes y lugares comunes para quienes habitamos este cachito del Caribe. Para quien no vive aquí, el escenario es luminoso; azul turquesa retratado, porque además, la autora construye una trama que nos va envolviendo con acontecimientos alrededor de los personajes: sucesos que el lector astuto descubrirá poco a poco, a la vuelta de treinta y seis años. Mariel Turrent Eggleton (Ciudad de México, 1967) llegó a Cancún en 1992 y ha hecho su vida en esta ciudad, que algunos seguimos llamando “paraíso”. Tiene varios libros de poemas, aforismos y cuentos publicados; y si usted es lector asiduo de Tropo a la uña, seguramente ha leído sus interesantes y amenas reseñas. Mariel es una escritora cancunense que de manera alterna y tal vez sin proponérselo, acrecentará la memoria histórica y cultural de nuestra ciudad. Su relato es una visión de un Cancún que crece como sus personajes; y son ellos, los personajes, quienes, tal vez como en una metáfora, van cambiando y encontrando sentido a sus vidas. Al terminar de leer Hasta el último vuelo, apuré lo que quedaba de mi trago de whisky, desabroché mi cinturón de seguridad. Caminé pausadamente hasta la banda de equipaje, retiré mi maleta y comprobé que, después de casi diecinueve años, mis ilusiones, envueltas cuidadosamente en papel periódico, permanecían intactas. NOTA Publicada por Malix Editores, Hasta el último vuelo de Mariel Turrent Eggleton puede encontrarse en su sitio web (www.malixeditores.com) o en las presentaciones que la autora llevará a cabo en diversos puntos de la ciudad de Cancún, Playa del Carmen y Chetumal.
Miguel I. Miranda Saucedo (Cd. de México, 1966). Diseñador gráfico y comunicólogo. Profesor de la Universidad Anáhuac. Reseñista habitual de Tropo a la uña. Correo electrónico: zorombatico@gmail.com
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S i n a e Rom er o R íos
Bebes de las sombras Bebes de las sombras de la estrella que alimentó tu raíz con la semilla de un delirio-a-dos una voz —amamantada con el tufo de los pantanos— crecía hacia tu nacimiento se construía un ojo —semejante al tuyo— en el receptáculo del corazón hacia ti arrojé el lugar de los descarnados hacia ti dirigí la herida de los vientos —la palabra que coaguló entre dos noches el umbral— rodeada de miasmas que floreció sobre tu frente: la des garra dura se yergue en ti
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S i n a e Rom er o R íos
Por encima de nosotros la escarcha de los pantanos endurece todos los cielos penetra el universo y se reparte entre las líneas iluminando los bajorrelieves que trazaste con los cascabeles de las musas con la hilarante vocal que espumea por los poros con la verborrea pastoral de los maestros del canto: altos muros circundan una boca para dos tufos de palabra creciendo creciendo por ambos labios de tu mano brotan jardines —calígine de infierno y negra noche privada de astros— con toda la estirpe de versos —huesos— cosidos a las columnas que se yerguen contra las “torres de luz” contra las “monarquías espectrales” en las ciénagas …erdachten sich keinerlei Sprache. Paul Celan
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Abracadabra: con palas labran cavan la lengua ¿quiénes cavan? nosotros: de este modo en acordes golpeamos la herida en la frente del verbo ¿y qué cavan? la lengua cavamos la lengua abrimos cadáveres labramos la nada: raíces hunden su esperma brotan sílabas ahí en los humedales
t r a s l u z
Arbre de cadavres Alrededor de la nieve están tu mano el arco la flecha alrededor de la nieve se mantiene tu torre —la Media— sobrevolada por leones alados alrededor de la nieve la sílaba Mensch florece contra las palabras contra los maestros de la palabra y el canto alrededor de la nieve los dados se hunden en el abismo alrededor de la nieve la noche humea la noche te sostiene la noche guía tu ojo hacia las estrellas alrededor de la nieve el corazón escucha el murmullo de la fuente alrededor de la nieve la cabellera de mar resplandece entre los cálamos: el ojo almendrado recuerda se enarbola sobre los pantanos
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S i n a e Rom er o R íos
Nil´Amaniana Aviarta Abiertas quedaron las criaturas —quebráronse sus párpados adentro del sueño— abiertas a la noche —de este a oeste— sobre lo desierto cenizas abrasaron lentamente el día de sus ojos brotó la sombra que avanza sobre el mundo la sombra que esparce sus hojas sobre el mundo: también entre nosotros creció su sombra también nosotros penetramos la niebla (toda la ausencia a nuestro alrededor provee el sentido)
Sinae Romero Ríos: Ha asistido a varios talleres literarios. Ha publicado en Tropo y el medio digital Salvo el crepúsculo. Prepara su primer libro.
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Narcótico Por Jorge Vázquez Rodríguez
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o es necesario que me deseen buenas noches. ¿Cómo no dormir bien si siempre lo hago conmigo mismo? Además, es alimentado mi subconsciente con todas las revistas donde salen mis fotografías; con las impresiones en gran tamaño de mis imágenes favoritas, que mandé colocar en la pared. Sempiternamente, ese tapiz hedonista estará junto a mi lecho. No me canso de verlo, es un santuario a la belleza del hombre: cada fotografía diferente a la otra, pero hermosas todas… También, para asegurar que lo último que vea cada noche sea comparable en belleza a lo primero que veo al despertar, colecciono espejos: ninguno igual a otro en tamaño ni forma; y no, nunca serán demasiados. Me despertó el teléfono para darme un gran anuncio, por fin hay fecha y hora para la sesión con Mapplethorpe. Mientras escucho que se realizará mi deseo, veo la foto que me hizo Duane Michals, sobre la cual escribió: “La parte más hermosa del cuerpo de un hombre creo que debe estar allí, donde el tronco se asienta y, en las caderas, esas curvas gemelas delineando, femeninas en la gracia, rodeando el tronco, guiando los ojos hacia abajo, hacia su intersección, el punto de placer”. Aunque Michals olvidó agregar que esa parte era del hombre más hermoso del mundo. Ya que me obligaron a madrugar, empiezo mi día en la computadora. Ha perdido velocidad desde que intentaron hackearla para obtener mis fotos personales. Eso hace más tedioso el revisar, cada mañana, mínimo treinta correos nuevos: insufrible lista de elogios, invitaciones a cenas, súplicas de encuentros, insinuaciones sexuales… y lo mismo, desde hace años. ¡Ojalá que hoy algún un correo valga la pena! El paso del tiempo solo cambia a los aduladores, pero los deseos permanecemos. Los publicistas lo saben bien: no importa el producto, si soy el modelo es una garantía de éxito, es un hecho que se venderá.
Gregory Scott. De la serie Impositions.
Por eso el director de la más importante casa de alta costura demostró qué gusto tan exquisito tiene al convertirme en su imagen exclusiva. No puede dudar nadie que soy la persona exacta para todo lo que representa su firma. Hasta se ha contribuido al embellecimiento urbano colocando uno de los anuncios en un espectacular en el cruce de las dos avenidas más importantes y transitadas de la ciudad. Cae el sol, voy camuflado. Tengo la noche sin luna como cómplice. Espero que nadie me reconozca porque deseo oír de viva voz, sin influir con mi presencia, lo que la gente expresa, escuchar sus reacciones tras deleitarse la vista al pasar frente a mi imagen. Cruzo corriendo la avenida, pero volteo. Al ver el espectacular algo mágico me asalta. Al verme, quedo narcotizado… Nunca escuché el claxon, las llantas derrapando, ni el golpe seco. Los que estaban allí, me vieron: un ángel volando, que al final, se posaba en la jardinera, al pie del espectacular que hace una semana había convocado hasta la televisión. Una persona que estaba cerca dijo: “¡Qué bueno que cayó en la tierra!, así se absorbe toda la sangre y no se ensucia el pavimento”. Al día siguiente, como colocadas con esmero, cual ofrenda ante una deidad, había flores blancas y amarillas en la base del anuncio. Jorge Vázquez Rodríguez. Licenciado en diseño de la comunicación gráfica, UAM-X. Fue asistente de dirección de información de Noticias 22 y coordinador de información del programa “Las hijas de Eva”. Fue integrante del taller de escritura creativa de Tokonoma (Cancún). Cursa el diplomado de literatura europea del INBA (en el ITC).
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El rock ha muerto Por Saulo Aguilar Bernés
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illy Knoxville tenía cincuenta años y acababa de regresar de un coma diabético cuando llenó el barril de su Taurus calibre 22, colocó la punta del cañón contra su pecho y se reventó el corazón de un balazo. Su mujer, Eva Lin, que lo encontró muerto horas más tarde al regresar del gimnasio, confirmó la muerte ese mismo día y la noticia dio la vuelta al mundo en cuestión de horas. “Una muerte muy elegante, muy a lo Knoxville”, declaró la Rolling Stone. “Directo al salón de la fama del rock”, publicó AP en su número de homenaje. Mientras que MTV y VH1 anunciaron programas especiales con sus mejores canciones desde que cantaba con Cryingwhore y también como solista. El New York Times, la CNN y demás noticieros comenzaron a telefonear a Kirk Douglas, su representante, que a su vez llamó a Eva para saber algo más, a lo que ella respondió que por favor esperase, que aún estaba conmocionada. Así comenzaron las especulaciones: una posible recaída en las drogas, la millonaria demanda en su contra por tocar canciones de Cryingwhore en Japón, el deterioro de su salud debido a la diabetes, entre otras cosas. Incluso se llegó a decir que Eva Lin lo había asesinado, pero eso fue desmentido más tarde.
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“Hizo bien, una bala es poco”, declaró Tim Brasco, ex guitarrista de Cryingwhore, que lo había demandado. Los otros dos miembros no declararon nada puesto que ya habían muerto. A las ocho de la noche, Eva Lin dio una conferencia de prensa donde confirmó que Billy se había suicidado, que ni ella ni su hija comprendían por qué puesto que todos los problemas económicos y legales ya habían sido superados. También dijo que Billy Knoxville trabajó en algunas canciones a lo largo de todo el año. Finalizó diciendo que la carroza fúnebre recorrería la avenida principal de la ciudad hasta el cementerio judío en donde estaban enterrados los padres de Billy Knoxville. Un reportero preguntó si Billy había dejado alguna carta de suicidio, y cuando ella respondió que sí, Kirk Douglas interrumpió diciendo que el contenido de esa carta era de carácter privado y que la familia la haría pública en su momento. Luego se levantaron y se fueron, dando por terminada la conferencia. Horas antes, Kirk y Eva Lin había hablado por teléfono sobre el contenido de la carta, en la cual ponía: “El rock ha muerto”. Por lo que Kirk le aconsejó no decir nada hasta estar seguros de lo que aquello significaba. A primera hora del día siguiente, miles de fans se aparcaron en los costados de la calle esperando la carroza fúnebre y entonaron algunas de las mejores canciones de los Cryingwhore como No regreats, Wasted Years y la
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mejor de Billy como solista: Little Broken Dream. El desentonado coro de múltiples voces se escuchó dominar la calle por encima de las sirenas de las patrullas que flanqueaban a los vehículos negros. Muchas mujeres se levantaron la blusa y enseñaron las tetas al paso de la carroza o se bajaron los pantalones dejando ver tatuajes en sus nalgas con el rostro de Billy Knoxville. Una, incluso, saltó sobre el parabrisas y restregó sus pechos contra el cristal, pero fue rápidamente neutralizada por los oficiales de policía. Detrás de la carroza fúnebre, en un auto de cristales oscurecidos venían Eva Lin, Kirk Douglas e Ivy Knoxville, hija única. Contra las ventanas de su auto también se restregaron toda clase de tetas, traseros y rostros llorosos. De pronto, Kirk dijo que los fans necesitaban un disco póstumo de Billy Knoxville, que con ello se podría asegurar su legado como uno de las más grandes estrellas del rock de todos los tiempos, pero Eva no contestó; seguía pensando en el contenido de la carta, en la frase “El rock ha muerto”, en la imagen de un hombre que no parecía su marido pues ya no portaba la melena larga y rubia ni las botas vaqueras, ni el chaleco de cuero negro con un cráneo en llamas bordado en la espalda, sino una bata de baño y un boquete en el pecho. Volteó a ver a su hija, que no hacía más que textear por el celular y reírse, luego miró a Kirk que de la solapa del traje sacó un papel y le dijo que era el contrato para realizar el disco póstumo de Billy, pero Eva Lin no respondió.
Antes de bajar Kirk volvió a insistir con la firma del contrato y extendió el papel y una pluma hacia ella, que solo pudo mirar la hoja para después quebrarse en llanto. Su hija no se dio cuenta hasta que Eva gritó que no quería hablar de eso ahora y Kirk Douglas por fin guardó silencio. Afuera del cementerio había gente disfrazada como los miembros de Cryingwhore, cientos de Billys gordos, con guitarras acústicas dirigiendo el inmenso coro de gente que berreaba palabras ininteligibles al ritmo de las tonadas que compusiera en vida el verdadero Billy Knoxville. También había cientos de camarógrafos y reporteros de la prensa internacional cubriendo el evento. Sólo en este momento Ivy Knoxville guardó su celular, se puso los lentes negros y desfiló hasta la tumba de su padre cuidando sus pasos como si estuviera en una pasarela. Kirk Douglas solo las acompañaba. Cuando bajaron el féretro se escucharon miles de voces entonando la balada Little Broken Dream a coro. Un rabino los esperaba junto a la tumba, con un micrófono. Al llegar a la tumba, cuya lápida estaba cubierta por una capa roja, Kirk Douglas tomó el micrófono anunciando que este era el homenaje a la estrella de rock más importante de la era. La gente respondió a las palabras de Kirk Douglas aullando con más fuerza. Luego tiró de la capa roja y debajo del nombre Billy Knoxville se pudo leer la leyenda “¡Viva el Rock&Roll!”. La voz de Kirk se escuchó de nuevo en las bocinas diciendo a la multitud que eso decía la carta del legendario Billy Knoxville. Todo el mundo estalló en aullidos y aplausos, y se vieron más tetas y traseros por todos lados. Los Billys falsos agitaron sus pelucas rubias, las manos cornudas se levantaron hacia el cielo. Eva Lin se puso de pie y regresó al auto a paso lento, tarareando Little Broken Dream, que fue repetida por tercera ocasión. Al terminar la canción, el rabino comenzó a hablar y todos guardaron silencio. Tropo Saulo Aguilar Bernés (Chetumal, 1993). Estudiante de Maestría en Apreciación y Creación Literaria en el Instituto de Estudios Universitarios. Coordinador y editor en Editorial Gazapo, colaborador en el fanzine digital Letrina, autor de la plaquette “Héroe y otros relatos”. Ha participado en el 1er Encuentro Literario del Sureste, el Encuentro de escritores “Hala Ken” de la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco y los dos Encuentros de Escritores “Bakhalal” de la Casa Internacional del Escritor de Bacalar. Becario Festival Interfaz Mérida, Yucatán, 2017. Correo electrónico: saulobernes@gmail.com
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Juan Calero Rodríguez
Un artista está abriendo puertas en constante experimento Agustín Labrada Invitado por el Centro de Creatividad Literaria para presentar en la Casa de la Cultura de Cancún su libro Poetas cubanos en Canarias, el escritor hispano-cubano Juan Calero Rodríguez dialoga con la revista Tropo a la uña sobre su experiencia en la poesía y sus visiones de la literatura, la historia, la condición humana y el mundo contemporáneo.
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alero nació en Guanajay, Cuba, y estudió Ingeniería Industrial, Dibujo Mecánico y Dibujo Arquitectónico antes de emigrar hace tres décadas a las islas Canarias. Tiene publicado once libros en Europa y Estados Unidos, y aparece en una treintena de antologías en diversos países como Estados Unidos, España, Argentina, Chile, El Salvador y Perú. También ha obtenido diferentes reconocimientos literarios a nivel internacional, nacional, regional y provincial. Es autor de prólogos de algunos libros, ha sido miembro de jurados de concursos literarios, colabora en periódicos digitales y revistas internacionales, y coordina los Encuentros de Escritores de La Palma Félix Francisco Casanova. —¿Cómo defines tu escritura? —Hay poetas que cumplen rigurosamente un horario diario consolidando su estilo. Cuando un artista se encasilla en un estilo, se convierte en un buen poeta, pero deja de ser artista. Un artista está abriendo puertas en constante experimento. Como promotor cultural y amante de las distintas artes, me ocupo de diversas manifestaciones y sólo escribo cuando un tema me toca la fibra y lo hago desde el dolor. Un autor puede dejarse llevar tanto por el sentimiento como por el puro oficio y nunca el resultado será el mismo. Juan Calero. Fotografía: El Naranjo Estudio.
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—¿Por qué privilegias la poesía por encima de otros géneros literarios? —Básicamente, por cuestión de tiempo. Un libro de poesía puede estar lleno de personajes e historias dichas en pocas palabras. Ahondando en esta definición: ¿Cuándo comencé a escribir? Nunca lo he sabido, es un virus que nos entra por la piel, casi siempre en la infancia, y que yo sepa no le han encontrado cura hasta el día de hoy, pero por una anécdota que recuerdo imborrablemente, de cuando tendría ocho o nueve años, descubrí lo que me apasionaría el resto de mi vida: la lectura. Supongo que mis primeros cuentos los escribí a los once o doce años de edad. Por esa época, comencé a encontrar un sabor diferente en la poesía que fue inclinando la balanza. A los dieciséis, estando en el instituto de bachiller, una profesora de Literatura, que no era la mía, se me acerca y me pregunta si yo escribo poesía. Me llamó mucho la atención, porque jamás había hablado con nadie sobre ese tema. Efectivamente, tenía varias libretas escritas. En los días siguientes, se las di y esperé impacientemente a que me diera una opinión. Cuando me devolvió las libretas, no me dio el menor gesto de aprobación ni de consuelo, y ello afectó profundamente la timidez de un jovenzuelo en sus inicios. Ese detalle se me volvió como muy negativo, y rompí las libretas convencido de que era de pésima calidad lo que tenía escrito hasta entonces. Luego, en la universidad, tuve que estudiar ingeniería en el curso para trabajadores en la Ciudad Universitaria José Antonio Echeverría (CUJAE) y, en lugar de estudiar los libros afines a la carrera, lo que estudiaba era a poetas. También tengo cuentos sin publicar que pueden formar más de un libro y he comenzado novelas. Para escribir una novela no se puede estar trabajando en lo que se presente por un sueldo como mínimo de ocho horas diarias y a veces hasta de dieciséis. Se termina aborreciendo esa historia comenzada. También colaboro habitualmente en un par de periódicos digitales y, ocasionalmente, en revistas literarias. —¿Cuáles son las motivaciones, profundas y esenciales, que te impulsan a escribir? —Hay poetas que han dedicado su obra al tema amoroso, se hacen profesionales del amor y siempre hablan de lo mismo magistralmente. Revisar su obra es estar leyendo el mismo poema. Yo, en cambio, nunca podré encasillarme en ese tema. Pienso que ya se ha escrito muchísimo sobre el amor desde hace siglos. Sin dudas, me vuelco en los temas sociales y comu-
nes en general y, en particular, en la tristeza de todo lo vivido en mi país de origen. No consigo repetir un mismo tema en otro texto, ni dedicarle un segundo poema a una misma persona, ni siquiera utilizar las palabras clave en cada caso. No obstante, me dicen que mis textos son de amor y sigo sin entenderlo. —¿Reconoces los temas que te acosan? —En cada libro abordo un tema diferente como unidad. Por ejemplo, el primer libro publicado, Palabras del balsero, está dedicado a los que han muerto sin conquistar su sueño. El tercero, que fue premiado en Miami, Debajo de los portales del Niágara, es un homenaje a Guanajay: mi pequeña ciudad cubana; y Los puentes que dejamos al pasar es un paseo por las diversas artes que admiro como el cine. El que salió publicado el año pasado, Testigo de otro reino, es, como su título indica, las vivencias de un cubano en Cuba. Para ello me sitúo en diferentes situaciones como si fuera uno de los reclusos en los campos de concentración de las UMAP, en la guerra de Angola, en los campamentos de la escuela al campo, soy un balsero más…En cada poema, soy un personaje. —¿Serías otro escritor si aún continuaras viviendo en Cuba? —No sería el mismo ni otro escritor, no lo sería. Disfruto otro tipo de libertad, de no estar amarrado a la escritura ni a nada. Tampoco me veo escribiendo para los dictados impuestos por una dictadura. Allá también pintaba, dibujaba y me dedicaba al diseño gráfico, artes que dejé con la emigración, por costosas. Un emigrante que comienza de cero prioriza a su familia, su hogar y su nivel de vida. En Canarias, también he hecho teatro y organizo eventos de pintura, escultura, fotografía y presentaciones de libros. —¿Haber vivido siempre en islas configura en tu sensibilidad una visión especial del mundo? —No creo. La insularidad es física, no espiritual. Por suerte he podido sembrar mis raíces en la isla donde nació mi padre: La Palma. Resulta que Canarias es un archipiélago de ocho pequeñísimas islas que pertenece a tres continentes: políticamente a Europa, geográficamente a África y sentimentalmente a nuestro mundo latinoamericano, en especial a Cuba por los miles de palmeros que emigraron a nuestro país a través de los siglos. La cadencia del acento y hasta la música que se produce en “mi isla” son habaneras, boleros y sones; los comercios tienen nombres cubanos; tenemos un malecón, no tan grande ni vistoso como el de La Habana, pero es nuestro malecón.
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El poeta Juan Calero lee su obra durante su presentación en la Casa de la Cultura de Cancún. Observan Agustín Labrada y Cristina del Razo (Fotografía: El Naranjo Estudio).
—¿A qué autores acudes para enriquecer tu espíritu? —La lista se hace interminable, todo depende del momento, al igual que con la música. En otras etapas de mi vida me leía a los clásicos, siempre son los más divulgados y los tenemos en cualquier biblioteca. En los años en Cuba, adoraba a los poetas cubanos de las generaciones de los setenta y los ochenta. En los últimos tiempos me enamoran amigos como el español Juan Carlos Mestre y el salvadoreño André Cruchaga. Siempre vuelvo al mexicano Octavio Paz, el chileno Vicente Huidobro, los argentinos Olga Orozco y Jorge Luis Borges, y unos cuantos poetas latinoamericanos actuales, muy poco difundidos, que escriben en esta misma línea de versos largos. La poesía de nuestra América sigue siendo muy potente. —¿Recuerdas la mejor crítica que han hecho de tus versos? —No sé si será la mejor, pero sí la más significativa, fue la primera vez. Cuando me publicaron el primer libro Palabras del balsero y le llegó un ejemplar al periodista y narrador canario Luis León Barreto —“Hijo Predilecto de La Palma”, uno de los mejores narradores canarios, por no atreverme a decir el mejor—; publicó en los periódicos donde labora una reseña sobre el libro y sobre mí. Sin dudas, le impactó mi forma de decir. Desde entonces, no ha dejado de mencionarme públicamente y de guiarme en este camino tan competitivo. También ha sido muy crítico en su momento. —¿De qué manera se ha manifestado el diálogo de tu obra con los lectores y los críticos?
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—Tengo la suerte de que me reconozcan como poeta, menos yo, que no me acabo de meter en la cabeza que soy poeta, que no, que no, es una palabra muy grande para mí y sólo me siento un junta palabras que se deja llevar por la sensibilidad de algunos temas que necesito vomitar. Cuando lo termino, ni siquiera sé si es bueno o malo. Después de releerlo varias veces, el poema me va diciendo si quiere ser leído por otros o no. —¿Tienes alguna opinión sobre la poesía cubana contemporánea? —Sabemos que la poesía cubana se identifica por generaciones de autores, que más o menos han surgido por décadas. Desde los años cincuenta hasta la generación de los ochenta, Cuba ha dado una constelación de muy buenos poetas. No me atrevo a mencionar algunos porque todos son muy válidos. En los años noventa hubo una ruptura, la mayoría de esos poetas marcharon al exilio y los sigo. En cambio, he leído muy poco de los que han ido surgiendo y continúan dentro del país, salvo excepciones como Sergio García Zamora, que ha roto puertas y pasea su obra por el mundo como todo un grande. Tropo Agustín Labrada. Escritor y periodista cubano residente en Cancún. Es autor de los poemarios La soledad se hizo relámpago, Viajero del asombro y La vasta lejanía; la antología poética de la Generación de los Ochenta Jugando a juegos prohibidos; los libros de periodismo cultural Palabra de la frontera, Más se perdió en la guerra, Un paseo por el Paraíso, Seis caminos y Ellas están de paso; y el conjunto de ensayos críticos Teje sus voces la memoria.
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La dialéctica del desastre Por Marién Espinosa Garay
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n estos tiempos, cuando el estudio de la filosofía ha sido virtualmente desterrado de las escuelas a nivel global, es reconfortante conocer las peripecias de un coreano que se negó a seguir sus estudios de metalurgia, que abandonó a su familia después de provocar involuntariamente una explosión en su casa y, huyendo de la regañina paterna, llegó a Alemania, donde terminó por convertirse en filósofo, escritor y profesor universitario. Para extrañeza de muchos, está causando revuelo con unos textos que no solamente desmenuzan la filosofía para los menos ejercitados en estas cavilaciones —como lo somos la gran mayoría de los habitantes de este planeta—, sino que además exorciza con sus lapidarias reflexiones a todos los demonios elegantes que pueblan nuestra hipermodernidad. Leer a Byung Chul Han es una empresa que pareciera sencilla al examinar cualquiera de sus obras, breves, compactas, accesibles. Sin embargo, cada frase semeja un trazo tan breve y denso como los ideogramas en las escrituras orientales, signos que son capaces de encerrar toda una frase en una sola pincelada. Sin duda, Han aprendió esta escritura de abigarrada caligrafía en su infancia, para volcarse después en la enseñanza de la filosofía occiden-
Ilustración: Jana Birke.
tal, pero mostrándola en una arquitectura conceptual muy similar al pensamiento de Oriente. Han resume en sí dos horizontes antípodas de la cultura. Por si todo esto fuera poco, se le ha nominado nieto intelectual de los escasos filósofos que han logrado viralizar las redes sociales, como Zygmunt Bauman o Slavoj Zizek1, y que, a semejanza de ellos, critica sin piedad las formas y usanzas cotidianas del presente. En su obra La Agonía del Eros2, apunta sus reflexiones hacia lo que considera aquello que está matando al amor en nuestros días y, digámoslo sin contemplación, nos enfrenta al afán imprudente de quitarle a Eros toda su carga de extrañeza, de sorpresa, de diferencia, aún de dolor y herida, para tratar de homogeneizarlo, desodorizarlo, empaquetarlo y venderlo en cualquiera de nuestras tiendas globales on line. Más que la moralina o la pudibundez, Han declara que la pornografía no sólo es la negación del erotismo, sino también lo porno lo que ha sustraído lo sublime del arte.3 Y no solamente se refiere a los cuerpos desnudos, absolutamente expuestos, mecánicos, sin misterio alguno y vacíos de toda intimidad; sino a las cosas lisas, pulidas, transparentes, desde las obras artísticas que se exhiben en museos o galerías —y que aparecen cada vez más huecas y brillantes, como las obras de Jeff Koons—, hasta los
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“…a veces es necesaria una catástrofe, un desastre (dis, astrum), […] para revolvernos en medio del pánico y […] dar un salto dialéctico desde el narcisismo, el hedonismo y la necrofilia hasta el Eros, el tan mencionado y malentendido amor, la donación al Otro y, al final de cuentas, la revivificación, la inmensa sorpresa de la recuperación del auténtico yo, que recibe el regalo inesperado de la otredad compartida, […]
gadgets cibernéticos y aun las mercaderías cotidianas, eficientes, deslumbradoras y portátiles, que se muestran sin pudor en los variopintos escaparates virtuales, y que después de la tentación y la seducción, serán destinadas al uso, al abuso, a la obsolescencia y al olvido. De esta manera, personas, cuerpos, obras, cosas, objetos, en su calidad de mercancías, son usadas en un tiempo que ha cerrado puertas al pasado y al futuro, que se agota en un presente eterno, sin demoras ni anticipaciones gozosas, sin rituales, enamoramientos ni contemplación.4 Así, el usuario de todas las redes y de todos los widgets languidece sin toparse siquiera con el Otro, aquél siempre distinto, inédito, inesperado como un accidente o una contusión, pero que es capaz de arrancarlo del narcisismo del eterno yo, ese que se repite en las pantallas grandes y pequeñas de la era digital, en memes y whatsapps. “El Eros se dirige al otro en sentido enfático, que no puede alcanzarse bajo el régimen del yo. Por eso, en el infierno de lo igual, al que la sociedad actual se asemeja cada vez más, no hay ninguna experiencia erótica. Esta presupone la asimetría del otro”.5 En esta cita de Han, que pontifica en contra del narcisismo y fuerza las puertas hacia la apertura con el Otro, nos topamos con la palabra infierno, siempre ligada al término igual, como irremediables miembros en una ecuación que se repite insistentemente en sus obras. Pero este infierno de lo igual, más que una democrática aspiración a la igualdad, significa el totalitarismo de lo intrascendente, o la nivelación de todas las propuestas vitales vaciadas en los mismos moldes desechables. Han afirma que este infierno igualitario subsiste en la omnipresente actitud narcisista de nuestras sociedades, donde es necesario aceptar el consumo de una felicidad contrapunteada por el mercadeo de lo inútil y el ejercicio cotidiano de los deditos levantados en las pantallas que a todo lo mediano, obtuso y azucarado dicen like.
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Pero es en este punto cuando nos asalta una duda capital. Estas reflexiones contrastan perpendicularmente con el pensamiento de Jean Paul Sartre, quien hace decir a Garcín, el personaje de la obra escénica A Puerta Cerrada, una de sus frases fundamentales. Y es que, después de morir y ser guiado por un mayordomo a una habitación muy similar a un hotel —pero sin ventanas, camas o espejos—, Garcín es forzado a convivir con dos mujeres definitivamente malvadas, extrañas y manipuladoras, con las que habrá de discutir sin descanso alguno, durante el curso infinito de la eternidad. Y en un momento memorable, el personaje afirma ante aquel sorpresivo tropiezo con dos alteridades insufribles: “Así que esto es el infierno. Nunca lo hubiera creído… ¿Recuerdan? el azufre, la hoguera, la parrilla… ¡Ah! Qué broma. No hay necesidad de parrillas: el infierno son los otros”.6 Entonces, ¿Quién es el Otro? ¿Es el mismo infierno, como afirma Sartre, o es el antídoto contra el narcisismo, como dice Han? ¿La otredad me libera del enamoramiento propio, de la mismidad que cae en su propio reflejo para ahogarse en una espiral nacarada y tersa, como las circunvoluciones de un caracol? ¿Quién tiene la razón, Sartre o Han? ¿En qué casos es aplicable una teoría, en cuáles la otra? ¿En dónde está cartografiado el infierno? Han delata nuestra pretensión de amar a un otro sin diferencias ni antagonismos, otro que se pliegue a mis deseos y fantasías —hasta las más inconfesables—, otro (u otra, según el caso) que se parezca tanto a mí, que jamás pueda darme cuenta de lo evidente: estoy enamorado de mi propio reflejo, que naufraga en la pantalla del móvil saturado de selfies, y he de contemplarlo hasta que mi cabeza caiga en el agua de las virtualidades infinitas, como Narciso lo hace una y otra vez, en tiempos recurrentes, aunque sin memoria.
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En la imagen: Byung-Chul Han
Pero Han llega más allá. Afirma que este ciego narcisismo es una de las causas de la depresión psicológica, mal de nuestro siglo. Y a riesgo de ser extremadamente miope ante las atimias profundas, que arrastran una bioquímica cerebral en implosión, asegura que la melancolía aparece frecuentemente en el sujeto que es incapaz de correr el riesgo de perderse a sí mismo en el amor hacia una alteridad verdadera, demandante, profunda. Pero sin duda Garcín, el personaje de Sartre, le reclamaría: “A veces, señor Han, verdaderamente el infierno son los otros, y los ejemplos pueden apreciarse en cualesquiera de las noticias del día, en las comidas familiares, en las guerras, grandes y pequeñas…” ¿Cómo olvidar el sadismo, la indiferencia, las luchas de poder, el siniestro desfile de todas las perversiones, pecados, crímenes y corruptelas que ennegrecen el pasado y el presente? Entonces, si Sartre tiene razón, la infernal eternidad comienza en la mirada del otro, y se eleva a todas las potencias matemáticas en las interacciones personales de cada día. Pero, por otra parte, si los otros no son en realidad el infierno como afirma Sartre y, abriendo el paréntesis de la duda, tal vez sean, como asegura Han, el anuncio de la grieta y la ruptura, el resquebrajamiento del ego, el dolor de la herida provocada por Eros para estremecer a Narciso; entonces se fragmentaría el bello rostro del joven enamorado de sus perfecciones, quien al ver su imagen craquelada en el espejo de las aguas, se alejará de sí mismo, horrorizado, pero salvándose de perecer en el ahogamiento de su mismidad. De esta manera, Han declara que a veces es necesaria una catástrofe, un desastre (dis, astrum), un planeta desorbitado que nos caiga encima, no sin antes forzarnos a encarar de frente el inevitable rostro de la muerte, para revolvernos en medio del pánico y, al mismo borde de la pérdida, dar un salto dialéctico desde el narcisismo, el hedonismo y la ne-
crofilia hasta el Eros, el tan mencionado y malentendido amor, la donación al Otro y, al final de cuentas, la revivificación, la inmensa sorpresa de la recuperación del auténtico yo, que recibe el regalo inesperado de la otredad compartida, y se encuentra más vivo que nunca, a pesar —y más allá—, de la muerte. Como sucede en la película Melancholia, de Lars von Trier, utilizada por Han para ilustrar sus argumentos, donde la súbita aparición de un planeta errante llamado Melancolía, su inaplazable colisión con nuestro mundo y la inminente extinción total, obligan a la taciturna protagonista de semejante cataclismo —víctima de una depresión agonizante—, a resignificar sus actitudes ante la muerte y la vida, pero sobre todo, a dejar de posponer por tiempo indefinido el aprendizaje de las lecciones del amor a los otros y, ante la urgencia del desastre, desplegar de sí misma lo que antes nunca pudo dar. Porque como afirma Han: “En esto consiste la dialéctica del desastre… El infortunio desastroso se trueca de manera inesperada en salvación.”7 Tropo https://elpais.com/cultura/2018/02/09/actualidad/1518178267_725987.html Han, Byung Chul, La agonía del Eros, Barcelona, Herder, 2014 3 Han, Byung Chul, La salvación de lo bello, Barcelona, Herder, 2015 4 Han, Byung Chul, El aroma del tiempo, Barcelona, Herder, 2014 5 http://insurgenciamagisterial.com/wp-content/uploads/2018/03/byungchul-han_la-agon-del-eros.pdf p. 5 6 (Sartre, APC 186). 3 https://scielo.conicyt.cl/pdf/alpha/n37/art_16.pdf p. 226 7 Han, Byung Chul,, Op. Cit. p. 18 1
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Marién Espinosa Garay (Monterrey, NL, 1953). Maestra en estudios humanísticos y Licenciada en Ciencias Humanas. Primer Lugar Premio FIMPES 2012 a la Innovación Educativa y Segundo Lugar Premio FIMPES 1996. 1er. Lugar concurso de cuento “Como el mar que Regresa”, 2000, Casa de la Cultura, Cancún. Premio Sor Juana Inés de la Cruz 1990. Docente universitaria. Artista plástica, pintora y escultora. Correo: marien46@hotmail.com
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#MareaVerde Aborto sí, aborto no,eso ¡lo decido yo! Vanesa González-Rizzo K.
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mérica Latina se encuentra en un momento crucial de su historia en materia de derechos ciudadanos. En varios países del continente se discute con mucha fuerza la posibilidad de que las mujeres y las personas gestantes que no se autodefinen como mujeres1, decidan si continúan un embarazo o lo interrumpen. Uno de estos países es Argentina, donde nació en 2015 el movimiento Marea Verde, que se distingue por sus emblemáticos pañuelos verdes y porque ha cobrado enorme fuerza. La importancia de este movimiento feminista —y de otros surgidos en nuestra región— es que pone de nuevo al frente preguntas centrales. ¿Quién decide sobre mi cuerpo, por qué se decide, para qué? Ya Michel Foucault reflexionó ampliamente sobre el poder ejercido en los cuerpos, al plantearnos la idea de un cuerpo que nace dividido: no sólo separado de otros, sino también dividido en su sí mismo. Un cuerpo que sufre los embates de los “órdenes de poder”2 que es la forma en la que los seres son controlados, sujetados a un orden no sólo de leyes, sino también de costumbres, el orden que toda sociedad impone a sus miembros para indicarles por dónde habrán de caminar o para saber a qué podrán resistirse. Cada momento histórico produce diferentes dispositivos que implican control. Foucault también aportó grandes ideas en torno a la sexualidad y el dominio que de ella se ha intentado realizar a partir del siglo XVI, cuando se comienza a regular el contac-
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Alfombra roja. Arte a favor del aborto legal. Grupo de mujeres frente al Palacio de Justicia en Perú.
to entre los adultos y los infantes, por ejemplo. Los cuerpos importan, pero —como nos interpela Judith Butler— ¿qué cuerpos importan? Acaso ¿todos importan de la misma manera? Es evidente que no. La discriminación sobre algunos cuerpos es una constante. De ahí, la maravillosa consigna de las y los activistas, quienes afirman: “todos los derechos para todas las personas”, y que aún es una utopía. Mantener el control sobre los seres de una sociedad es y ha sido nodal para sostener los sistemas desde los que los seres humanos se relacionan. Los cuerpos de las mujeres han recibido en este trayecto especial control. Son los cuerpos gestantes, los cuerpos que reproducirán a la especie los que tienen un interés primordial. Allí hay un valor inmenso desde varios ángulos para el sistema capitalista y patriarcal en el que nos encontramos. Si hacemos un breve recorrido histórico será fácil descubrir cómo son los hombres quienes deciden los lugares que deberán ocupar las mujeres. Son ellos los que opinan si ellas pueden o no aprender a leer, si les es permitido votar, si merecen ganar lo mismo que ellos o hay que colocarlas en un lugar inferior en toda la cadena de representaciones simbólicas y reales que conforman una sociedad. Es allí donde el movimiento feminista se gesta, en el reclamo por derechos básicos para al menos la mitad de la población. Un movimiento que en su época moderna tiene más de 300 años y que con grandes esfuerzos va consiguiendo derechos que estaban destinados sólo a los varones. Tan sólo en México las mujeres lograron votar apenas en 1953, lo que ejemplifica las
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Estudiantes de Teatro y Psicología, en Argentina, se manifiestan exigiendo la legalización del aborto (Fotografía: Rodolfo Gabriel Salinas Saez).
dificultades que se han enfrentado para la adquisición de derechos elementales. Se escribe fácil pero piensen que sucedió hace tan sólo 65 años. Son hombres los que deciden si ellas pueden contar con derechos fundamentales. Son ellos quienes toman nuestros cuerpos como objetos y deciden si les será permitido pasearse como trofeo, enarbolarlos como divinidades, purificarlos o eliminarlos. México es el escenario en el que suceden al menos 50% de todos los feminicidios en América Latina, hay siete feminicidios cada día, y el nivel de impunidad supera 95% de los casos3. La violencia sistemática hacia el cuerpo de las mujeres es una constante, principalmente en el territorio de la sexualidad. Los acosos, vejaciones, violaciones y otras expresiones violentas —lo que se conoce como violencia feminicida— tiene como campo de batalla el cuerpo de las mujeres. ¿Cómo no buscar escudarse, organizarse, revelarse frente a la magnitud de estos hechos? ¿Cómo quedarse calladas si nos están matando? Disfrutar de nuestro cuerpo con libertad es un ejercicio emancipatorio en el mundo de hoy. Tomar las riendas de nuestra sexualidad y decidir con quién, cuándo, cómo y dónde vivirá ese cuerpo sus disfrutes, es revolucionario en un mundo que insiste en ordenarlo. En materia de salud sexual y reproductiva tenemos mucho por hacer. Las mujeres de América Latina, y específicamente de México, hemos de librar varias batallas para poder llegar al ejercicio libre y respetuoso tan anhelado.
Es después de la Segunda Guerra Mundial cuando se redactó la Declaración Universal de los Derechos Humanos y es hasta la segunda mitad del siglo XX cuando se elaboraron documentos básicos de derechos humanos como la Convención de los Derechos de la Infancia (1990) o la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW, 1971). En el terreno de la reproducción hubo avances significativos como la plataforma de acción de la Conferencia Internacional sobre Población y Desarrollo (El Cairo, 1994) y la IV Conferencia Mundial sobre la Mujer (Beijin, 1995). Esos documentos obligan a los gobiernos que los suscribieron (entre ellos México) a asegurar el derecho a la salud reproductiva de sus poblaciones. En ellos la persona deja de ser considerada como mero vehículo para la supervivencia de la especie y aparece como individuo autónomo con derecho a ejercer o no la reproducción y a que sus decisiones en este ámbito sean respetadas y protegidas. De ese modo, ofrecen, entre otras cosas, una base para defender legalmente la separación entre la sexualidad y la reproducción. El concepto de salud reproductiva se refiere principalmente a la sexualidad genital en el contexto de las relaciones heterosexuales y deja de lado otras formas de ejercicio de la sexualidad. Por ello, las y los activistas desde finales del siglo pasado han empujado la categoría de derechos sexuales para que cobre aceptación jurídica. En este debate se han ido definiendo aspectos del ejercicio de la sexualidad, cuya protección legal no puede negociarse. Hoy sabemos que no
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l a t i n t a t e n t a debemos renunciar al derecho a que las personas podamos disfrutar de nuestra sexualidad sin violencia, sin discriminación, sin coacción, cuando y con quien lo deseemos, sin estar atadas a la posibilidad de reproducción, en condiciones de seguridad para nuestra salud, con información y mediando el acceso a servicios de salud de la más alta calidad posible. En otras palabras, es preciso defender jurídicamente el concepto de derechos sexuales, puesto que da cobertura a la diversidad y la pluralidad de los cuerpos, los deseos y las circunstancias de todas las personas. Se trata de defender el ejercicio de la sexualidad en un mundo plural, siempre y cuando no dañe la dignidad de las personas4. En este marco se incluye el derecho a interrumpir voluntariamente un embarazo; y también el que las personas a favor del derecho a decidir sobre los cuerpos planteen que legalizar el aborto no obliga a nadie a hacerlo. El tener leyes que garanticen este ejercicio posibilita que cada persona tome el camino que le resulte mejor para su vida, de acuerdo con su contexto, sus creencias y sus necesidades en el momento enfrentan la decisión. La posibilidad que se brinda al legalizar el aborto implica que las mujeres no sean criminalizadas por practicarlo y reciban atención a su salud con calidad y dignidad si se encuentran en esta situación. De acuerdo con un estudio realizado por el Grupo de Información en Reproducción Elegida (GIRE) en el año 2013, las muertes maternas por abortos inseguros representó la cuarta causa de muerte materna por grandes grupos de causas.5 Tenemos que salvaguardar la vida de las mujeres, permitir que las personas sean dueñas de sus cuerpos, que cada quien tenga autonomía y libre decisión sobre lo que sucede en su territorio más íntimo. Evitar la muerte materna es una obligación de los gobiernos. ¿Por qué es tan difícil hablar del aborto voluntario cuando es una práctica que acompaña a la humanidad? ¿Por qué es tan difícil que las mujeres en México se enteren de que el aborto es legal en todo el país, si el embarazo es producto de una violación? ¿Por qué resulta tan complicado ejercer este derecho? ¿Acaso la falta de información, la tergiversación y la dilación son otras formas de control sobre nuestros cuerpos? ¿Por qué en Quintana Roo las mujeres no saben que hay cuatro causales legales para practicarse un aborto, que son: I. Cuando sea resultado de una conducta involuntaria o accidental (a ello le dicen culposa) de la mujer embarazada. II. Cuando el embarazo sea resultado de una violación. III. Cuando a juicio de cuando menos dos médicos exista razón suficiente para suponer que el producto padece alteraciones genéticas o congénitas, que den por resultado el nacimiento de un ser con trastornos físicos o mentales graves, o IV. Cuando a juicio del médico que atienda a la mujer embarazada, sea necesario el aborto para evitar un grave peligro para su vida.
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¿Por qué en nuestro estado las leyes locales no se homologan con las leyes federales para evitar las confusiones de las y los servidores públicos? De esta manera sería más sencillo implementar la NOM 046, que hace ya dos años se modificó y que eliminó los requisitos en los casos de violación, de presentar una denuncia y obtener una autorización por parte de una autoridad competente para acceder al aborto; también se eliminó el requisito del consentimiento de padre, madre o tutor, para menores, a partir de los 12 años. Es urgente re-pensar las políticas públicas en materia de derechos sexuales. Es urgente que a las mujeres se les permita conocer sobre sus derechos y que se realice un ejercicio ciudadano de información científica y laica sobre el aborto impulsado por las autoridades correspondientes. Tener una ciudadanía educada que aboga y ejerce sus derechos es fundamental para cualquier estado y país. Dar a conocer estos derechos es una obligación. Hoy la #MareaVerde está en México, está en Quintana Roo y el movimiento feminista se encarga de sostenerla como una lucha por el derecho a la libertad. No intentemos tapar los oídos y desvirtuar las exigencias. Afrontemos este oleaje con la madurez de una sociedad que cada día quiere mejores condiciones para su gente. Dejemos de pensar en las mujeres como ciudadanas de segunda y abramos el debate, la conversación, el intercambio de ideas. Hagamos de este ejercicio una forma de vida. Demos entonces espacio para que el aborto deje de ser estigmatizado y pueda ser nombrado como lo que es, una decisión responsable. Tropo 1 El término que se propone de personas gestantes o personas embarazadas permite la inclusión de personas intersexuales y personas trans que no se autonombran necesariamente mujeres. 2 Véase la serie de conferencias reunidas en Foucault y el poder. García Canal, María Inés. UAM Xochimilco, México, 2005. 3 Véase La Violencia Feminicida en México aproximaciones y tendencias 1985-2016, realizado por ONU Mujeres y el Instituto Nacional de las Mujeres, presentado en marzo del 2018. 4 Parte de las ideas enunciadas aquí sobre los derechos sexuales fueron tomadas de: “Los derechos sexuales son derechos humanos”, texto de Bernal, Gloria Elena, en Sexualidad y Derechos, Cartas de navegación ILSB, México, 2004. 5 Véase informe 2015. La muerte materna en México. GIRE, revisado 20 de agosto en http://informe2015.gire.org.mx/#/muerte-materna-mexico
Vanesa González-Rizzo Krasniansky. Psicoanalista con más de 18 años de experiencia clínica en el tratamiento de bebés, niños, adolescentes y adultos. Fundadora en 2005 del Espacio de Desarrollo Infantil e Intervención Temprana (EDIIT) en la Ciudad de México. Miembro activo de la Asociación Mexicana para el Estudio del Retardo y la Psicosis Infantil (AMERPI), integrante de la Asociación Mundial para la Observación de Lactantes. Ha sido docente en el Círculo Psicoanalítico Mexicano, la Universidad La Salle Cancún, y la Universidad Marista de Mérida, entre otras instituciones.
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Tolerancia, educación y paz
Fotografía: El Naranjo Estudio.
Por Héctor Hernández
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“De los fumadores podemos aprender la tolerancia. Todavía no conozco uno solo que se haya uejado de los no fumadores.” Sandro Pertini.
Sabes cuál es la diferencia entre la ignorancia y la indiferencia? —No sé ni me interesa.
Está claro, a partir de este diálogo anónimo, que alguien puede ser ignorante sin saber que lo es y alguien puede ser indiferente sin saber qué es la indiferencia. Pero es muy difícil que alguien sea un padre responsable sin saber que lo es, o que alguien sea culpable de delitos premeditados sin saber que lo es. En estos casos aunque es difícil encontrar ejemplos excepcionales de lo contrario, no es imposible. Por ejemplo, alguien puede planear muy cuidadosamente ciertas actividades sin saber que son delitos porque no conoce una nueva ley o porque está recientemente en un país donde se considera delito alguna actividad común en su lugar de origen, etc. “La ignorancia de ley no exime de su cumplimiento”, dice un principio jurídico. Sin embargo, hay características que es imposible tener sin saberlo. Por ejemplo, por definición, es imposible ser omnisapiente (alguien que lo sabe todo) sin saberlo. ¿A qué categoría pertenece el ser tolerante? ¿Es posible serlo sin saberlo? ¿Qué cosas no se deberían tolerar?
¿Cómo se justifica y se desarrolla la tolerancia? Un acercamiento a los diferentes rasgos de la tolerancia nos permitirá responder estas preguntas y otras relacionadas. Dado que lo que debe alguien tolerar de otro es de muy diversos tipos (creencias, convicciones, gustos, preferencias, actos o formas de vida), es natural que existan diversas formas de tolerancia: religiosa, política, racial, sexual, étnica, cultural, etc. La tolerancia requiere que estemos conscientes de que existe una diferencia de opinión que nos afecta negativamente. Si concordáramos en todo con los demás o no nos diéramos cuenta de alguna diferencia con otro, no habría nada que tolerar. Se dice que Plutarco dijo: “No necesito amigos que cambien cuando yo cambio y asientan cuando yo asiento. Mi sombra lo hace mucho mejor”. Por otra parte, si la diferencia nos afecta positivamente, no la toleramos, la disfrutamos. Obviamente cuando la opinión del otro no nos parece correcta, no concordamos con ella, pero aquí entra un punto importante: admitimos que el otro tiene derecho a tenerla. “Admitir ese derecho no significa para el sujeto tolerante renunciar a lo propio, ni siquiera renunciar a tratar de que el otro cambie sus opciones y asuma otras que, hasta cierto momento, no comparte; pero semejante cambio sólo debe buscarse por la vía del diálogo, la argumentación racional o la persuasión, y no por la de la imposición, la coerción o la fuerza, propias de la intolerancia”, dice el filósofo Adolfo Sánchez Vázquez en su texto Anverso y reverso de la tolerancia. De este último texto tomo los rasgos de la tolerancia presentados aquí. Con este pequeño avance ya queda claro que los delitos, crímenes o acciones injustas no son objeto de la tolerancia, pues si no es algo a lo que tenga derecho la
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“Sólo un ser consciente de su tolerancia puede ser tolerante, pues su tolerancia es una reacción que emerge de su decisión razonada y consciente sobre el valor del otro y el valor de la convivencia pacífica con el otro.”
otra persona no hay obligación de tolerarlo. Así que es simplemente falso que hay que tolerarlo todo, incluyendo la intolerancia. No, porque la intolerancia no es algo a lo que se tenga derecho. Tanto la tolerancia como la intolerancia brotan del disenso y de no ser indiferentes ante la diferencia, solo que en la intolerancia se busca eliminar o disolver la diferencia en la identidad propia, rechazando al que es distinto, sometiéndolo y reduciéndolo a lo propio; mientras que en la tolerancia se busca respetar la diferencia, y si no se consigue disolverla por la vía racional, se prefiere preservarla antes que caer en el abuso del poder o de la superioridad en posición o fuerza para extinguirla. La tolerancia presupone un panorama de libertad: la libertad del otro para expresar sus preferencias, valores o convicciones. La intolerancia indica que el otro en realidad no es libre y debe ser sometido y dominado para ajustarse al criterio personal. La tolerancia pone a los sujetos distintos en un mismo plano, en una relación de respeto recíproco del mismo nivel, en donde existe un enlace de dos seres libres y autónomos que están separados por cierta opinión, la cual puede ser o no superada, pero es más valioso conservar la diferencia que lograr el consenso de forma ilegítima. Es como si tuviéramos uno de esos rompecabezas de alambre, en el que una pieza está separada del resto y se debe meter (y sacar) del resto. Es preferible no resolver el rompecabezas, pero conservar el alambre intacto, que resolverlo cortándolo con unas pinzas y volviéndolo a cerrar. En el último caso, no diríamos que realmente se resolvió el problema, más bien se forzó el resultado sin respetar las reglas del juego. Esto nos ayuda a responder la pregunta “¿por qué deberíamos tolerar algo que no aceptamos y que nos parece erróneo?”, la cual se relaciona con otra pregunta que hizo Ian, un niño de 6 años, que se disgustó cuando vio que tres niños, hijos de los amigos de sus padres, monopolizaban la televisión y no le permitían ver su programa favorito. Preguntó: “Madre, ¿por qué es mejor el egoísmo de tres personas que el de una?”. La respuesta resumida a la primera pregunta y que en parte responde a la segunda, es: porque de esa forma se preservan cosas muy valiosas que se perderían de no hacerlo. Por ejemplo, el respeto a la libertad y libre personalidad del otro, la convivencia pacífica y solidaria con los
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demás (sin mencionar otras relaciones valiosas como la amistad y el matrimonio exitoso), y la democracia como construcción de un consenso por la mayoría, pero con un respeto al disenso de individuos y minorías. El saber que la otra persona adjudica mucho valor a algo, me permite refrenarme de minimizarlo o decir algo que pueda resultar ofensivo para esa persona. En ese sentido, la religión, el equipo favorito o artista de alguien puede ser muy valioso para esa persona aunque yo no comparta su opinión. El problema surge cuando hay algo que no toleramos pero deberíamos hacerlo, porque nosotros también requerimos ser tolerados en el mismo aspecto. El filósofo inglés Locke toleraba cualquier creencia religiosa, sin importar lo extraña que pareciera, pero no toleraba el ateísmo, ¿se puede decir que realmente era tolerante con las creencias? Esto me recuerda el cuento en el que un hombre está a punto de saltar de un edificio para suicidarse y llaman a un sacerdote para convencerlo de que no lo haga. Después de intentar convencerlo durante más de una hora, el sacerdote le sugiere que le ore al dios en el que más confíe para que le ayude a tomar una decisión sabia. Y el hombre responde: “No creo en ningún dios, soy ateo”. El sacerdote, muy molesto, dice: “Ah… por ahí hubieras empezado… (y ¡zas!, lo empuja)”. Bueno, resulta que no es fácil ser tolerante con todos a quienes deberíamos, normalmente toleramos a los menos molestos, pero llega un momento que la gente pierde el control y usa la violencia, la fuerza o su autoridad para hacer prevalecer su criterio, al hacerlo rompe las reglas de la convivencia sana y civilizada, renuncia a la tolerancia para imponer su voluntad. Para auto controlarse y detenerse se requiere reflexionar que el otro tiene derecho a ser así o pensar así. Esta reflexión que exige la tolerancia no es fácil de fomentar y no surge automáticamente, por lo que no creo que alguien pueda ser tolerante sin saberlo. Sólo un ser consciente de su tolerancia puede ser tolerante, pues su tolerancia es una reacción que emerge de su decisión razonada y consciente sobre el valor del otro y el valor de la convivencia pacífica con el otro. Hellen Keller dijo: “El resultado más alto de la educación es la tolerancia”. Pero desafortunadamente no basta con la educación para cultivar la tolerancia. La mayoría de las personas con educación universitaria toleran algunas co-
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Fotografía: Agustín Labrada. Mañana será ayer
sas, pero son intolerantes con otras. ¿Será que el desarrollo continuo de nuestras capacidades y conocimientos nos lleve ulteriormente al cultivo de la tolerancia? Las películas de las guerras de las galaxias nos muestran un panorama pesimista al respecto. En ellas se muestran civilizaciones muy avanzadas, con un elevado conocimiento tecnológico y con una capacidad intelectual muy alta, que, sin embargo, no logran ponerse de acuerdo por la vía del diálogo y argumentación racional y tienen que recurrir a la guerra y destrucción masiva. Algo similar sucede con el final de los problemas de la humanidad que presentan la mayoría de las religiones: solo usando el poder destructivo con los maleantes o manteniéndolos separados permanentemente de los buenos se puede conseguir la paz. En otras palabras, se presupone que por más avance científico, tecnológico y cultural que exista, siempre habrá en el universo algunos intolerantes que estén en puestos clave para la toma de decisiones que van a dirigir la situación hacia la guerra. Curiosamente, muchos piensan que la mejor forma de resolver esos conflictos es la guerra, precisamente. De hecho, sabemos que la computadora, el internet y buena parte de los avances tecnológicos modernos surgieron por la guerra, las estrategias militares o alguna situación de conflicto. Como dijo Oscar Wilde: “En Italia bajo los Borgia y durante treinta
años, tuvieron guerra, terror, asesinatos y derramamiento de sangre, pero produjeron a Miguel Ángel, Leonardo da Vinci y el Renacimiento. En Suiza tuvieron amor fraternal y quinientos años de democracia y paz, y ¿qué es lo que produjeron? El reloj de cuco”. Sin embargo, la paz de esos quinientos años en Suiza pudo valer más en términos de bienestar general que la cultura italiana, al menos en la época de la Inquisición. ¿De qué sirve que tengamos acceso a muchos avances tecnológicos y comodidades modernas si no conseguimos convivir en paz y armonía en la propia familia? ¿Puede alguien disfrutar de la cultura a su alrededor si sabe que peligra su bienestar físico, sus propiedades o su vida misma? Probablemente, nuestros más grandes momentos de tranquilidad y felicidad se han debido, en parte, a que alguien fue tolerante con nosotros. Que el espíritu de reciprocidad nos lleve a ser tolerantes con otros, valorando la pluralidad de concepciones del bien que existen y que tienen derecho a existir. Tropo
Héctor Hernández (México, D. F.). Licenciado en Actuaría y Matemáticas, doctor en Filosofía de la Ciencia y doctor en Educación. Actualmente es profesor del departamento de Desarrollo Humano en la Universidad del Caribe.
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Marcelo Jiménez Santos. Santuario autonomista Sala de Cabildos, Palacio Municipal de Felipe Carrillo Puerto Q. Roo 1984 Acrílico en fibracel, 1.22 x 2.44 m.
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De la Guerra de Castas al levantamiento zapatista
Fotografías: El Naranjo Estudio.
En el marco de la Conmemoración de los 171 años de la Guerra de Castas (30 de julio 1847) y el Día Internacional de los Pueblos Indígenas (9 de agosto, declarado en 1994), la Casa de la Cultura de Cancún convocó a la realización de una mesa de debate denominada “De la Guerra de Castas al levantamiento Zapatista: los movimientos indígenas en la construcción del Estado Mexicano”. Los especialistas invitados (se mencionan aquí como aparecen en la foto superior) fueron: Mario Baltazar Collí (Maestro en Ciencias Sociales y profesor investigador de la Universidad Intercultural Maya de Quintana Roo); Felipe Reyes Miranda (Doctor en Ciencias Sociales y profesor investigador de la Universidad del Caribe); Javier Reyes Hernández (magistrado indígena); Marcelo Jiménez (Jefe de la Unidad Regional de Quintana Roo de Culturas Populares), y Lorena Careaga (Directora general de Cooperación Académica de la Universidad de Quintana Roo). Se publican en este apartado especial las ponencias emanadas del importante evento.
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La Guerra de Castas y el Estado mexicano Por Lorena Careaga Viliesid
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l siglo XIX está marcado y enmarcado por la guerra. Inicia con la lucha por la independencia (1810-1821) y termina con la Revolución (1910-1928). Su transcurso está cuajado de asonadas, golpes de Estado, rebeliones indígenas, guerras civiles, enfrentamientos políticos, ruina económica y caos social, así como intentos separatistas de varias regiones, uno de los cuales, Texas, se logró con éxito. A las dudas sobre cuál podría ser el mejor sistema político para la nueva nación que estaba emergiendo después de tres siglos de Colonia, se sumaron las distintas facciones políticas en pugna: monárquicos vs republicanos, federalistas vs centralistas, liberales vs conservadores. En medio de ello, dos intervenciones francesas y una invasión norteamericana coronan las amenazas y presiones extranjeras, y revelan la falta de identidad nacional. Los habitantes de la otrora Nueva España eran católicos, antes que mexicanos; sustentaban el origen de su terruño, antes que una conciencia nacional. Cada región veía por sus intereses, como lo demuestran, por ejemplo, las distintas respuestas ante la presencia del ejército estadunidense entre 1846 y 1848: en Puebla y Cuernavaca, fueron recibidos con júbilo y arcos triunfales, mientras que los habitantes de la Ciudad de México trataron de defenderla hasta con piedras y palos. Yucatán, por su parte, se declaró neutral. Es decir, estamos frente a una nación en formación, un Estado apenas consolidándose, un recién estrenado país con el que pocos se identificaban.
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Yucatán, cual espejo de esta experiencia, vivió su siglo XIX entre tres guerras: la primera de ellas, con México, como lo demuestran las dos ocasiones en que se separó de él y se alió con Texas en contra de Santa Anna para defender sus privilegios coloniales. La segunda es una guerra interna, emprendida por décadas entre las ciudades de Mérida y Campeche por el control político y la superioridad económica; y sin imaginar las consecuencias que ello acarrearía, armaron e involucraron a los mayas en la lucha. La tercera es, por supuesto, la Guerra de Castas, o la Gran Guerra, como la denominan los mayas, que estalló oficialmente el 30 de julio de 1847 en Tepich, como respuesta no solo a las condiciones de explotación, inequidad y represión brutal de la que eran objeto los mayas, sino, sobre todo, a la pérdida de tierras y del acceso al agua. Recordemos que no fueron los siervos o peones acasillados de las haciendas ni los sirvientes y artesanos de las ciudades quienes se levantaron en armas, sino los campesinos libres y con tierras, de la región de Tekax y sus alrededores, en su lucha contra el avance de las plantaciones azucareras. La Guerra de Castas es, sin duda, el acontecimiento regional más importante de la segunda mitad del siglo XIX, ya que contribuyó a configurar política y territorialmente la península de Yucatán en los tres estados que la conforman hoy en día. Es la única rebelión indígena de nuestro continente que perduró por más de 50 años y que planteó desde sus inicios verdaderas reformas económicas y sociales. Giró, además, en torno al culto a una Cruz que se comunicaba con sus fieles a través de la palabra hablada y escrita, generando una cultura
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Marcelo Jiménez Santos. Libres para siempre Sala de cabildos, Palacio Municipal Felipe Carrillo Puerto Q Roo 1984 Acrílico en fibracel 1.22 x 2.44 m
nueva, distinta de la colonial y de la decimonónica; una forma de vida basada en dicho culto y en un estado de guerra constante. Por otra parte, dio pie a la intervención directa e indirecta de las grandes potencias mundiales de la época: Estados Unidos, Inglaterra, España y Francia, que aprovecharon el momento histórico para intentar modificar las líneas fronterizas, colonizar, comprar tierras continentales e insulares, intervenir por las armas y/o anexarse el territorio peninsular, todo ello propiciado por el mismo gobierno yucateco. En relación con la vecina colonia inglesa, la contienda también preservó y reforzó los lazos socioculturales y comerciales con Belice, y facilitó la cercana presencia, para unos como una aliada, para otros como una amenaza, de la Gran Bretaña, al tiempo que los propios mayas rebeldes frenaban el avance de esta potencia sobre territorio mexicano. Quizá lo más importante a destacar sea que, bajo el dominio de la Santísima, los mayas rebeldes se aliaron, negociaron, acordaron y comerciaron de manera independiente con grupos extranjeros, creando de facto un estado dentro de otro estado, y con tanto éxito que la zona oriental de la península permaneció por décadas fuera del control del Estado Mexicano y fue la última región del territorio nacional en ser integrada. De ahí que la coyuntura que pondría fin a la contienda no partiera de las condiciones propias o locales de la guerra, sino de tres circunstancias externas: la necesidad a la que llegó el país de hacer la paz con Inglaterra y definir la frontera con Honduras Británica, le intención del gobierno porfirista de favorecer las inversiones y empresas
inglesas en México, y la necesidad del Estado mexicano de controlar, de una vez por todas, la zona oriental de la península y aprovechar sus valiosos recursos. Así, desde 1880, el gobierno federal puso en marcha varias medidas para poner fin a la contienda y someter efectivamente una región por tantos años sustraída de la autoridad tanto de Yucatán como de México. Comenzó otorgando concesiones agrícolas y forestales en la zona nororiental de la península, y apoyó la construcción de una línea de ferrocarril. Por otra parte, renunció a los derechos de México sobre el territorio beliceño, con la firma, en 1897, del tratado Mariscal-Spencer, que hasta el día de hoy define al río Hondo como la frontera entre ambas naciones. Una bien planeada campaña militar comenzó desde 1898, con el avance del ejército por tierra y mar, el establecimiento del Pontón “Chetumal” como aduana y prevención de contrabando en la desembocadura del río Hondo, y la fundación de Payo Obispo, hoy Chetumal. Finalmente, estos esfuerzos culminaron con la fundación del Territorio Federal de Quintana Roo en 1902. Tropo
Lorena Careaga Viliesid es antropóloga e historiadora. Su vida académica ha girado en torno a la historia de Quintana Roo, del Yucatán decimonónico y de la Guerra de Castas. Actualmente se desempeña como directora general de Cooperación Académica de la Universidad de Quintana Roo. Ha escrito numerosos libros, ensayos y artículos en revistas especializadas, tanto de México como del extranjero. Su más reciente obra es Invasores, exploradores y viajeros: la vida cotidiana en Yucatán desde la óptica del otro, 1834-1906 (Secretaría de la Cultura y las Artes de Yucatán, Col. Libro Abierto, 2016).
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Cuartel y guarnición general en la Guerra de Casta. Nohpop, 1901. Centro de Apoyo a la Investigación Histórica de Yucatán.
Los levantamientos indígenas y la formación del Estado en México Por Felipe Reyes Miranda
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1. Los levantamientos indígenas
os levantamientos indígenas y su aporte a la formación de Estado mexicano son un tema relevante a la vez que profundo para explicar la cultura y la historia de México. Son particularmente importantes en el Sureste y, en específico, en el pueblo maya. La Guerra de Castas (18471901) tiene lugar en el territorio de la península yucateca; la rebelión zapatista (1994) en los Altos de Chiapas. De manera superficial y general se podría decir que los levantamientos indígenas son asuntos a los que rápidamente podemos darles la vuelta, más si se trata de ligarlos con la “Construcción del Estado Mexicano”, al asumir que
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son de una etnia, de un lugar en específico, que los indios siempre son sonsacados por mestizos, que sus demandas tienen alcances limitados. ¿Cómo pueden los movimientos indígenas influir en la marcha del Estado —se ha dicho—, si son movimientos localistas, si los indios abandonan el campo de batalla cuando llega la época de siembra o cosecha sin importar que tengan sometido al enemigo, si la festividad religiosa es más relevante que la vida política del pueblo? Sin embargo, si nos detenemos un poco y saltamos los estereotipos, podemos vislumbrar que en los movimientos indígenas se juega el carácter de la cultura y Estado Mexicano, es decir, son referentes para preguntarnos por el Estado y la Nación mexicana. Podemos afirmar, sintetizando, que en el tema indígena se encuentra el meollo de la problemática mexicana.
m e s a Del universo de relaciones que se pueden establecer entre los movimientos indígenas y el Estado mexicano, resaltemos dos aspectos: la rebeldía y el futuro.
2. La rebeldía Digamos de inicio que la Guerra de Castas de la mitad del siglo XIX y el Levantamiento Zapatista de fines del siglo XX, no son los únicos movimientos indígenas que han habido en la historia mexicana, sino que se suman a una larga historia de levantamientos indígenas desde la conquista hasta nuestros días, del norte al sur, del este al oeste. Los levantamientos indígenas tienen su origen, entre otros factores, en la defensa de la tierra y la defensa de la cultura. Cuando alguno de los dos aspectos, o los dos, llegan a situaciones insostenibles, los indígenas se rebelan. Desde el siglo XVI los pueblos originarios han tenido que enfrentar a encomenderos, mineros, hacendados, comerciantes, que sistemáticamente les han estado arrebatando la tierra que habitan desde tiempo inmemorial, arrinconándolos en montes, selvas, desiertos, últimos reductos indígenas. También se han tenido que enfrentar a proyectos industriales como empresas hidroeléctricas, mineras, petroleras que, en aras del desarrollo económico, han usado y abusado de las tierras comunales. Antes, como ahora, los indígenas se rebelan para defender la tierra, el agua, los bosques. Purépechas de Cherán, Yaquis de Sonora, Nahuas de la Sierra de Puebla, y tantos más pueblos extendidos por el territorio, son ejemplo de rebelión por la defensa de la tierra, ahora, como antaño, ante la voracidad de los mineros, gobernantes, talamontes, hacendados. Por otro lado, los indígenas también se rebelan a ideologías, religiones y discursos que llevan a vilipendiar al indio y a las culturas indígenas como si fueran algo nocivo y pernicioso para la sociedad mexicana. Esta situación ha sido una constante en la historia. Desde el inicio de la conquista y la colonia quedó de manifestó la oposición de dos mundos, de dos repúblicas: la de blancos y la de indios. La oposición de europeos contra indígenas, blancos contra indios, gente de razón contra gente irracional (animalesca) fue permanente. En la sociedad colonial se cimientan las diferencias sociales por raza y estamento que, pese a los cambios históricos, se han mantenido hasta el día de hoy, señalando como mejor a lo europeo, y a lo indígena como algo que hay superar. Eso nos hace más coloniales de lo que creemos o solemos aceptar, más coloniales que independientes. A partir de la independencia, los criollos y mestizos organizarán el Estado inclinándose hacia la república de blancos, privilegiando a lo europeo y desechando a lo in-
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dígena. Esta situación se acentuó con el proyecto liberal que se impulsó desde 1788, con las reformas borbónicas, y que cobra más fuerza en el siglo XIX en la Constitución de 1824, donde desaparece el término indio o indígenas, para estamparse el concepto de ciudadano, en plena idea occidental. En la Constitución del 1917, vigente hoy en día, se hace referencia a los pueblos indios y a los indígenas, pero como si fueran cosa aparte de la nación; el discurso de multiculturalidad no elimina la exclusión. En la historia de la nación mexicana se ha concebido que los indios son algo que hay que superar, mejorar, blanquear, eliminar; se les identifica como un lastre que no permite la modernidad y como un freno para el desarrollo. En este escenario de disputa, la Guerra de Castas, si bien es un término que nombra a un evento en particular en la historia de México, bien puede ser un término genérico que sirve para señalar el carácter de los levantamientos indígenas en general. Las guerras son de castas cuando se dan en una sociedad en donde existe un ambiente racista y estamental, como el que priva en México desde la época colonial. La rebelión de Independencia, después del llamado de Hidalgo, puede ser llamada también guerra de castas. Guanajuato será el lugar del encontronazo entre diferentes razas y estamentos; los blancos contra los indios, los gachupines contra los criollos, los blancos contra los mestizos, los ricos contra los pobres. De igual manera puede ser llamada así la Revolución del 1910 y la rebelión zapatista de 1994. De allí que cobre mayor importancia en la historia de la defensa de la cultura, el decreto de José María Morelos anotado en el punto 15 de los Sentimientos a la Nación, en donde proscribe la distinción de castas. El desprecio traducido en actos vejatorios provoca la rebelión indígena con la finalidad de preservar la cultura y mantener la estructura política y la autonomía de los pueblos indios. Los Cruzoob y los caracoles zapatistas son buen ejemplo de ello. No figura en el horizonte rebelde indígena tomar el poder del Estado, argumento que fue usado como propaganda militar más que como posibilidad al inicio del levantamiento zapatista. La finalidad de los levantamientos es la defensa de la tierra y la cultura indígena.
3. El futuro En los tiempos renacentistas del “Descubrimiento” o el “Encuentro de Dos Mundos”, en Europa tiene lugar un debate que se da en las artes, la política, la filosofía: la oposición entre antiguos y modernos. La peculiaridad de los antiguos es el apego al pasado y la reticencia al cambio; mientras que los modernos se caracterizan por estar abiertos al cambio y al porvenir.
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En América este debate fue más sencillo de resolver que en Europa. Los modernos eran (son) los europeos; los antiguos eran (son) los pueblos originarios. Así llegó la Independencia y así llegamos al México actual que define a los mexicanos modernos como aquellos que están más apegados a los preceptos europeos y a los antiguos como los que se encuentran más ligados a los pueblos originarios. Sin embargo, ser moderno en Europa es distinto de ser moderno en América. Para América, desde el siglo XVI, ser moderno es ser colonia, es decir, ser un espacio territorial y cultural al servicio de la metrópoli. De allí que los proyectos de modernidad en México han significado, en mucho, el ajuste de la sociedad a los parámetros europeos; la alineación de organización nacional a los ideales e ideologías europeas. Así podemos ver que la construcción de Estado Nación está marcada por la idea de hacer de México un país moderno. Las constituciones de 1824, de 1857, de 1917, y las reformas de los años 90 y las del siglo XX, son constituciones donde la modernidad aparece como la aspiración de una gran nación en el futuro. Sin embargo, en el desarrollo histórico podemos observar que los proyectos de modernidad impuestos en México han generado muchos problemas, el más resistente es la pobreza generalizada como antesala de la gran riqueza acumulada en pocas manos. Pero también se puede ver en la destrucción del medio ambiente y en el exterminio de los pueblos indígenas. Ambiente y cultura se ven amenazados cuando se han impuesto acríticamente y dócilmente los proyectos de modernidad europea, que dejan en entredicho las posibilidades de futuro para la sociedad mexicana. Así tenemos que las rebeliones indígenas se dan también contra las visiones europeizantes que intentan jalar a México hacia lugares que no necesariamente son los más adecuados para el país. La Guerra de Castas (1847–1901) se da en un escenario de presencia extranjera en el país, en un contexto de disolución del Estado mexicano ante la guerra con los Estados Unidos y la invasión y dominio de éste en 1846-47, que le costó al país la mitad de su territorio. Entre otras cosas, los mayas alzados impiden que progrese el traslado de la península de Yucatán a los Estados Unidos y la fuerza a reincorpore a la República Mexicana. El Zapatismo hace su aparición pública en 1994, en pleno proyecto de expansión del Estado mexicano hacia la mundialización económica, donde dominan los grandes capitales del mundo industrializado. Visto así, los indígenas son la primera línea de defensa de la soberanía, de la existencia de la cultura y del país; y ese es otro aporte de la rebeldía indígena al Estado mexicano. Cuando el futuro que proponen las posiciones liberales que privilegian los modelos europeos se convierte en amenazas a la existencia de los pueblos originarios,
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esos proyectos de futuro se convierten en el enemigo a enfrentar. La reivindicación indígena señala los malestares de la modernidad como aniquiladora de futuro. Su levantamiento se hace para asegurar la permanencia y el desarrollo a futuro de los pueblos. Por ende la rebeldía indígena es una defensa del futuro ante las ideas de modernidad. Rebeldía para defender la tierra y la cultura y rebeldía para resguardar el futuro contra los proyectos de modernidad que amenazan.
4. Rebeldía y Futuro Aun así, seguimos sin precisar cuáles son los aportes de los levantamientos indígenas vistos como rebeldía y futuro, a la conformación del Estado Nación Mexicano. Las rebeliones indígenas son un fuerte campanazo en la conciencia nacional que nos dice que los indios existen, que son una realidad y que son centrales en la definición de lo que es la cultura mexicana. La rebeldía indígena nos recuerda que la cultura mexicana no es europea u occidental, sino que es una mezcla entre lo europeo, lo indiano y lo africano y por ende sus coordenadas son otras. La rebeldía indígena señala esa condición de mezcla y de nuevo horizonte cultural. La historia de México sin indios no es historia ni es México. Puede que sea la historia de la fallida anulación de los indios (como la practicada desde 1519) pero imposible eliminar la indianidad de la cultura mexicana. No existe cultura ni sociedad mexicana sin indígenas. El levantamiento zapatista de 1994 será un estruendo en la conciencia nacional. Las voces de Ofelia Medida diciendo todos somos indios, todos somos Marcos, sintetiza la fuerza del movimiento chiapaneco a nivel de la estructura del Estado nación, pues apela a la conciencia mestiza a reconocer su parte indígena. En esos tiempos se solía decir que la guerra dejaba su rastro de sangre en Chiapas, pero que la batalla se libraba en la Ciudad de México, en el lugar en donde están los poderes del Estado, y que en gran medida se daba en la consciencia de los urbanos-modernos mestizos. El levantamiento zapatista es una rebelión indígena que busca preservar la tierra y la cultura; también es un fuerte llamado asumir nuestra herencia indiana. Sus argumentos más sólidos señalan que la identidad nacional pasa por reconocer la peculiaridad cultural, que la mezcla involucra a las culturas originales. La cultura indígena tiene el atributo de ser la constante cultural, la herencia ante un tiempo sin memoria, el punto fijo en un mundo en cambio y, a la vez, el espíritu de rebelión que convoca a los mexicanos a actuar ante las amenazas externas e internas.
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Levantamiento zapatista.
Los mexicanos, los hijos de la mezcla cultural, han tenido un papel en la historia como capataces de los indios al servicio de los europeos; el discurso dominante se ha inclinado a negar, ocultar y aniquilar una de las partes constitutivas de su propio ser cultural: la indígena. Esto muestra a una nación mestiza escindida, dividida, separada de sí misma. Vista así la cultura mexicana recuerda a ese personaje de la novela de Ítalo Calvino, El vizconde demediado, al que un cañonazo divide en dos y cada parte vive y actúa por separado. También a la criatura del Dr. Frankenstein hecha de muchas partes, pero que (a diferencia del de Mary Shelley) se ve al espejo y no se acepta: extraño para sí, empieza a arrancarse las partes que no le gustan, los ojos, las manos, el cerebro, hasta quedar completamente escindido. Estudios recientes nos hablan de la presencia de discriminación, racismo, clasismo como formas cotidianas de relación en la sociedad mexicana; lo podemos explicar desde esta irresoluta condición de partidos, de incompletos. De allí que digamos que no construiremos una Nación fuerte mientras no reconozcamos que somos cultural, cosmogónica, genéticamente indígenas. En cuanto al futuro, las rebeliones indígenas son también propuesta de futuro ante los proyectos modernizantes que amenazan la existencia y el futuro de dichas culturas y por ende de México como país y cultura. Los indígenas y
sus levantamientos nos señalan que si queremos tener un buen desarrollo, tenemos que volver los ojos no hacia las aspiraciones modernistas de corte europeo, sino hacia eso que somos y desde allí construir nuestro futuro. Las experiencias autonómicas de los caracoles, la defensa de los bosques y aguas en las tierras comunales, son ejemplos de propuestas de gran avanzada de los indígenas, para establecer formas de relación con la naturaleza y la sociedad, que nos permitan vislumbrar un futuro mejor no sólo para México sino para el mundo. Propuestas que no son menores en estos tiempos del calentamiento global, de la extinción de las especies, de la desertificación y el desmantelamiento del verde sobre la tierra, de la gran hambruna conviviendo con la gran opulencia. Los proyectos de futuro bien podríamos encontrarlos no en el FMI, ni en el mercado mundial, o en la conquista del espacio sino en los indígenas de las selvas y las montañas de México y del mundo. Por eso podemos decir que una propuesta ideológica, económica, política, filosófica propiamente mexicana está por venir, pero sólo a condición de que los mexicanos reconozcamos lo que somos, sin buscar nuestra imagen fuera del espejo. La rebeldía indígena sigue siendo nuestro bajo continuo que nos viene diciendo que somos más, mucho más, y que nuestro gran descubrimiento será el reconocer nuestra indianidad. Tropo
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Le nojoch báate tambal uchuló tak bejláak k´íinilé
Desde la Gran Guerra hasta nuestro días Marcelo Jiménez Santos
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a Guerra de Castas o Guerra Social Maya dio inicio el 30 de julio de 1847 en el pueblo maya colonial de Tepich, actualmente perteneciente al municipio de Felipe Carrillo Puerto en el Estado de Quintana Roo. La conflagración, de terribles consecuencias, fue la guerra civil más prolongada y cruel de América Latina, pues duró más de medio siglo. Esta rebelión de origen campesino tiene lugar en una región que, en ese tiempo, se circunscribía básicamente al centro de la Península de Yucatán. Fue un movimiento bélico de la población campesina maya contra las condiciones de explotación, injusticia, despojo de tierras ancestrales, así como al excesivo pago de impuestos al gobierno y a la iglesia a la que fueron sometidos por el sistema colonial a partir del siglo XIX. Esta rebelión inició bajo el liderazgo de Jacinto Pat, Cecilio Chi y Manuel Antonio Ay. A finales del año en que comenzó la conflagración, los mayas rebeldes se habían posesionado del 70% de la pe-
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Marcelo Jiménez Santos La gesta heroica de 1847 Museo de la Guerra de Castas de Tihosuco, Quintana Roo 1993 Acrílico en manta 2.50 x 1.80 m
nínsula yucateca, ocupando todos los pueblos y ciudades existentes. A tal grado se extendió su influencia, que llegaron a estar a sólo 24 kilómetros de la ciudad de Mérida y a 8 kilómetros de la ciudad de Campeche, provocando el terror y de la clase social yucateca adinerada y su huida desesperada hacia Veracruz, ciudad de México y Cuba. Sin embargo, la muerte de sus líderes ocurrida en 1849 y la llegada de la época de lluvia y siembra, originaron la dispersión de la mayoría de los combatientes (los mayas en rebelión eran campesinos, no soldados). Este hecho representó para el gobierno yucateco la oportunidad esperada para organizar la contraofensiva del ejército, que obligó a los rebeldes a replegarse hacia la porción oriental peninsular, justamente lo que hoy abarca el actual estado de Quintana Roo, región que siempre fue refugio a través de los siglos del dominio español denominado en aquel tiempo como “Despoblado de Bacalar». Producto de esta guerra y del sincretismo religioso de trescientos años de colonialismo y subyugación española en aquellas tierras, hoy mexicanas, surgió una
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nueva dinámica sociopolítica-religiosa, que provocó que la religión milenaria y sus creencias ancestrales fueran factor clave de unión y lucha. En la inmensidad y espesura de la selva hoy conocida como Zona Maya Quintanarroense, surgió el culto a la “Santísima Kíichkelem Yúum”, una cruz conocida en el ámbito como La Cruz Parlante. La cruz, vestida de hipil maya, surgida de un gigantesco árbol de caoba (hecho atribuido a José Ma. Barrera) en las orillas de un cenote, comenzó a “hablar” en lengua maya —lo hacía en realidad a través de la ventriloquía de su oráculo Manuel Nahuat—, señalando que había escogido a los “Óotzil máacewal winikóob”, al sufrido pueblo maya, como los Elegidos de Dios. La cruz que hablaba y transmitía mensajes sagrados mediante un oráculo, emitió una de sus primeras proclamas al mundo a través de su secretario y escribano Juan de la Cruz Puc, el 15 de octubre de 1850. El desaliento que agobiaba a los mayas se transformó en una nueva energía, en un movimiento mesiánico cuya proporción podemos constatar en su verdadera magnitud incluso hoy. Con la santísima como centro religioso, militar y político, los mayas autodenominados macehuales estructuraron una nueva sociedad de carácter teocrático-militar, cuyos soldados, conocidos en el exterior como los “Cruzóob”, resguardaron su nuevo símbolo y fundaron en 1850 su ciudad sagrada definida en sus propios textos históricos como: Noj Kaj Santa Cruz Xbáalam Naj K´ampokolché Kaj, ahora llamada Felipe Carrillo Puerto, cabecera municipal del municipio del mismo nombre. A partir del surgimiento del culto a la “Santísima Kíichkelem Yúum” en lo que hoy es el centro del estado de Quintana Roo, se dio una plena autonomía de los pueblos mayas, cuyo territorio fue cercado durante medio siglo por mexicanos y yucatecos. En 1901, con la entrada del ejército al mando del general Ignacio Bravo en el santuario de la Santísima Cruz, y mientras la Cruz callaba, el Estado mexicano se fue apoderando del territorio rebelde. En 1974, una vez posesionado con la creación constitucional del estado de Quintana Roo, se negó sistemáticamente la historia de plena autonomía de este pueblo. Por un tiempo, las autoridades decidieron dejar a los mayas en su aislamiento y su pobreza, pero, a partir de la década de los 80, los politicos se dieron cuenta de que los mayas podían ser generadores de votos y hasta de atractivo turístico, así como mano de obra barata al desempeñar trabajos menores en el proyecto de de-
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sarrollo turístico entonces en creación, por lo cual se les intentó dar nuevo tratamiento mediante la formulacion en la segunda mitad de los años 90 ´s de leyes indígenas a modo. Actualmente, a pesar de pertenecer durante casi cien años a un régimen o sistema político que se presume revolucionario, y con todo el desarrollo y la mercadotecnia de marca maya que se presume y oferta al mundo, la situación de las comunidades mayas vivas siguen siendo substancialmente la misma. Es verdad que ya no se les persigue, pero tampoco se les hace justicia. Hace falta un largo trecho por recorrer para que se concreten las condiciones propicias para que los descendientes de este pueblo que aún sobrevive y defiende su identidad histórica y cultural, participen integralmente en la vida económica, social, política y cultural, no solo de la entidad, sino de México y del mundo. Tropo
Marcelo Jiménez Santos. Artista plástico y promotor cultural.
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La Guerra Social Maya de 1847 Por Mario Baltazar Collí Collí La Guerra Social Maya de 1847 ha sido nombrada de diferentes formas —Lucha de Liberación Campesina, Guerra Social Maya, Guerra de Castas, Guerra Campesina, Movimiento Campesino de 1847, etcétera—. El concepto “guerra de castas” (el más reconocido) se ha popularizado por el libro La Guerra de Castas en Yucatán de Nelson Reed, empresario y viajero estadounidense (no un historiador) que recopiló datos de la guerra. Este autor ignoraba que el concepto “castas” era obsoleto en el México que empezaba su fase independiente. Y consideró natural utilizar el término empleado en la Colonia para determinar clases sociales o linajes con características propias de religión, comunidad, territorio al que se pertenece, matrimonio, nacimiento y ocupación (*). El autor de este artículo manejará el nombre Guerra Social Maya de 1847.
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Inicios de la Guerra Social Maya
os tres líderes principales de la Guerra Social Maya fueron Manuel Antonio Ay (de Chichimilá, Yucatán), Cecilio Chí (de Tepich) y Jacinto Pat (de Tihosuco, municipio de Felipe Carrillo Puerto). Hay otros, como Crescencio Poot, Bonifacio Novelo, Bernardino Cen, Florentino Chan, Venancio Pec, etcétera, quienes al morir el batab (o gobernante en turno), se convertían en generales mayas. Varios fueron los motivos de fondo de esta Guerra Social: la lucha política entre los que querían el poder, la explotación de indígenas, el cambio de agricultura tradicional a explotación del ganado vacuno y el cultivo de caña de azúcar en las regiones sur y oriente de Yucatán.
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Y un hecho determinante desencadena la revuelta: la carta leída por el mestizo cantinero Antonio Rejón, que delata a Manuel Antonio Ay como conspirador contra del gobierno yucateco, y que motiva el fusilamiento de éste el 26 de julio de 1847 a las 15:00 horas en el atrio de la iglesia del barrio Santa Ana, Valladolid, Yucatán. Cuando Cecilio Chí se entera de este hecho, incendia cuarenta domicilios de mestizos en Tepich, el 30 de julio. En represalia, el gobierno yucateco envía militares a Tepich, captura a los niños y adultos que quedaban en el pueblo (abandonado ya en ese momento), los encierra en sus domicilios mayas y los quema vivos. En los tres primeros años de la guerra, Tepich y Tihosuco (hoy municipio de Felipe Carrillo Puerto) fueron los bastiones militares dominantes. Y los líderes al frente de los mayas rebeldes fueron Florentino Chan (por la región central del oriente), Jacinto Pat (por el sur) y Cecilio Chí (por el centro de Yucatán: Yaxcabá y Sotuta). Por su parte, Venan-
m e s a cio Pec era un comandante móvil, enviado a donde se le necesitara; y Bonifacio Novelo, vallisoletano, era el encargado de comprar armas en Belice (Quintal, pp. 23-55). A partir de 1850, y a raíz de la fundación del santuario sagrado de la Cruz Parlante, el 15 de octubre de ese año, la antigua Noj Kaj Santa, hoy Felipe Carrillo Puerto, se convirtió en el segundo bastión de esta guerra que duró cincuenta y cuatro años. Aunque oficialmente para el gobierno mexicano el conflicto finalizó en 1901, para los actuales mayas cruzo’ob la guerra no ha terminado. Los componentes culturales y sociales de la guerra —la mayapax (música maya), los rezos mayas en los centros ceremoniales, el mini hipil usado por las mujeres, el relleno y el matan (regalo de comida para todos en los días de fiestas patronales), etcétera—, se crearon en el Territorio de Quintana Roo.
Desarrollo de la Guerra Social Maya Durante los primeros seis meses de la guerra, los mayas obtuvieron resonantes triunfos: en cada pueblo yucateco adonde llegaban, según el frente de avance, sitiaban la zona, destruían las casas de los ricos, quemaban los documentos del cura en la iglesia y, en general, robaban dinero, oro y plata. Debido a la guerra con Estados Unidos, el presidente mexicano en turno no se preocupó por atacar y exterminar a los mayas, y el gobierno yucateco, por su parte, envío al abogado Justo Sierra O’Reilly para vender la soberanía de Yucatán al vecino del norte. Es el momento en
Estatua de Jacinto Pat en Felipe Carrillo Puerto
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que los hacendados yucatecos tienen mucho miedo, que se ejemplifica tan solo por este hecho: cuando durante un carnaval en Mérida, se anuncia por medio de altavoces la inminente llegada de los mayas rebeldes, se suspende dicho carnaval y los hacendados ricos venden sus haciendas para ir a refugiarse con sus sirvientes en Cuba. El momento culminante que determina el giro del conflicto es la suspensión de la toma de Mérida por parte de los mayas rebeldes. A 30 kilómetros de la capital del estado, Jacinto Pat, que llega a Umán, y Cecilio Chí que se halla en Tecoh, Yucatán, deciden detener el avance y dar marcha atrás. Varias razones explican este hecho histórico: 1. la llegada de la temporada de lluvias que hizo que los líderes retornaran a Tihosuco y a Tepich para sembrar sus milpas; 2. la idea surgida entre los batabo’ob mayas de Ixil, Conkal, Uman, Mérida, etcétera, quienes al analizar el momento determinan que no conviene tomar la capital de Mérida debido a que, al constituirse como gobierno, perderían sus ranchos, haciendas y propiedades; 3. la reacción de los ricos de Mérida, quienes se reagrupan y comprenden que los mayas son incapaces para gobernar la capital debido a su ignorancia (Trebarra, p.102).
José María Barrera Después de haber renunciado como soldado institucional del gobierno yucateco, José María Barrera solicitó su ingreso en las filas militares de Jacinto Pat, quien al saber de antemano su tenacidad en las luchas, no dudó en aceptarlo ni en comisionarlo en tareas bélicas específicas en la ruta Xcabil, Sabán, Sacalaca. El éxito en estas encomiendas, le ganó la confianza total de Pat.
Cecilio Chí, por Marcelo Jiménez Santos.
Manuel Antonio Ay, por Marcelo Jiménez Santos.
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Pasados los meses, el gobierno yucateco obtuvo un financiamiento por parte de los Estados Unidos para reabastecerse de pertrechos de guerra, reagrupar las tropas e incursionar por Tihosuco /Tepich e iniciar el contraataque, en un momento en que además Jacinto Pat ya había muerto. Esto hizo que Barrera buscara para los mayas otro sitio donde reponerse de la contraofensiva de los soldados yucatecos. Y el lugar que más le pareció, fue el cenote de la actual Cruz Parlante, además de los alrededores: Bacalar, algún sitio de la ribera del río Hondo, y Kampokolché Viejo (ubicado en la parte trasera de Santa Rosa), que él ya había visitado.
Fundación de la antigua Noj Kaj Santa Cruz Balam Naj Kampokolche´ Kaj Al llegar al cenote con los primeros mayas rebeldes, y para no extraviar el sitio, Barrera marcó con una cruz el tronco de una caoba, árbol ubicado a la izquierda del cenote mencionado. A partir de dicho momento, el primer pueblo de Santa Cruz inicia su vida. Ahora faltaba convencer a los primeros mayas para trasladarse a este lugar y establecer ahí el segundo bastión de la Guerra Social Maya. Barrera recordó entre sus lecturas que la palabra divina era la mejor propuesta para que los mayas se hincaran y rezaran ante la cruz, idea que secundó Manuel Nahuat, un sabio x’men de la comunidad de Kanxoc, Yucatán, quien fungió como ventrílocuo. El ardid surtió efecto. Por las tardes, al compás de la música militar, reunidos los mayas y Barrera junto al cenote, la voz de Nahuat provenía de la parte trasera del caobo diciendo: “Hijos míos, deben seguir la guerra. Aunque las ba-
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las traspasen sus cuerpos, ustedes no morirán”. Acto seguido y en forma inmediata los mayas que presenciaron este sagrado acontecimiento, se hincaron y alzaron las manos pidiendo una bendición para que la guerra siguiera. Ese momento, 15 de octubre de 1850 (fecha oficial de la fundación del pueblo de Noj Kaj Santa Cruz), fue culminante para la continuidad de la guerra. Al iniciarse el culto a la cruz que habla, el conflicto pasó de ser militar a teocrático o religioso, y se acompañó de una música maya significativa para acompañar los rezos: la danza de la mayapax. Tanto fue el poder de la Santa Cruz, que el primer pueblo de la hoy Felipe Carrillo Puerto, fue habitado por otros cientos de mayas hasta llegar a cinco mil rebeldes. Pronto, los nuevos pobladores se extendieron por la zona, buscaron otro sitio más amplio y con mejores condiciones para vivir y eligieron el actual centro de Felipe Carrillo Puerto, cerca de otro cenote ubicado a tres cuadras del centro, que surtió de agua a los nuevos habitantes. A la muerte de José María Barrera, la segunda patrona de Noj Kaj Santa Cruz fue su tía o hermana Hilaria Barrera. Es importante aclarar que en la historia de los centros ceremoniales mayas solamente dos mujeres han sido patronas de sus respectivas santas cruces, Hilaria Barrera en Noj Kaj Santa Cruz, y María Uicab en Tulum. Tropo Referencias: (*) artecolonial.wordpress.com / 2011/02/08/ las castas de la nueva españa, consultado el 15 de agosto de 2018. Baqueiro, S. (1990). Ensayo Histórico sobre las revoluciones de Yucatán, desde el año de 1840 hasta 1864. Tomo IV. Mérida, Yucatán: Universidad Autónoma de Yucatán. Quintal Martín, F. (1982). Biografías campesinas del siglo XIX. En Boletín de la Escuela de Ciencias Antropológicas de la Universidad de Yucatán, julio-agosto 1982. Año 10, No 55. Mérida, Yucatán: Universidad de Yucatán, pp. 23-55. Trebarra, N. (1864). Los Misterios de Chan Santa Cruz. Mérida, Yucatán. Imprenta de M. Aldana Rivas.
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Marcelo Jiménez Santos Fragmento del mural “Mosaico cultural maya” Centro internacional de convenciones de Chetumal, Q. Roo 2010 Acrílico en lona 12:00 x 4:00 m
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El viaje del aprendiz Por José Castillo Baeza
1. Luciérnagas de mar
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n antiguo novio de mi hermana era buzo. Fue él quien por primera vez me habló de la zona abisal de los océanos. Entonces yo era un niño y escuché fascinado acerca de la existencia de un lugar, profundo, profundo, donde ni siquiera llega la luz del sol. ¿Has buceado ahí?, recuerdo haber preguntado. No, nadie puede. Algún tiempo después, la ya extinta enciclopedia Encarta me mostró una ilustración donde las tonalidades de azul daban cuenta de la profundidad de los mares. Así fue como visualicé por primera vez el relato del antiguo novio de mi hermana. Ahí estaba representada la zona abisal, la oscuridad de lo inexplorado. Dicen que el azul celeste no existe pero creo que lo que realmente carece de existencia es la tonalidad para nombrar un espacio irreal, fantástico. Porque, sin “la mirada ciclópea de la luz” y sin vegetación, en medio del frío y las tinieblas ¿Cómo puede existir un ser vivo en el abismo? Finalmente, con el Internet a entera disposición pude ver fotografías de esos seres que abrazan la monstruosidad para sobrevivir. Ahí, atemporales o “fusionado[s] al mineral del tiempo” estos animales son puro instinto de supervivencia. Algunos peces, incluso, se fabrican su propia luz: una luz que no viene de arriba, del cielo; una luz que está hecha de células y de vísceras, una luz de carne y de escamas: peces bioluminosos como poemas, poemas como luciérnagas de mar con lamparitas para inventariar fantasmas. Manuel Tejada, como los seres abisales, aprende a cantar desde la profundidad oceánica de nuestra condición. El primer canto de Inmóvil en el viento nos muestra a una conciencia que ha sido arrojada a la playa con la oscuridad de las zonas abisales todavía pegada en la voz:
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soy esta arena desparramada. Este sargazo que en medio del pecho finge una herida. O soy también esta misma herida. Se trata de una voz agonizante, un cadáver que habla, una ausencia que impregna de dolor la playa, una herida en el paisaje. Como aquel Odiseo irreconocible —“afeado por la salmuera”— que naufraga en Esqueria, la isla del rey Alcínoo luego de sentir que “su corazón morir barruntaba”. La voz lírica de este primer canto viene de las profundidades del dolor. Algo se ha perdido entre las olas: Algo de mí, un botón, una nariz, una sandalia, el crayón con que solía escribir mi nombre en las paredes de los barcos, la galleta que escondía en el bolsillo inquieto del pantalón, algo, alguien se perdió para siempre en el naufragio Pero el naufragio no es un acto sino una condición para la conciencia que nos habla desde los poemas del primer canto. Una condición de desamparo que, sin em-
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Fotografía: El Naranjo Estudio
bargo, anuncia un parto ¿Qué puede nacer desde el sargazo y la tristeza, la sal y la desolación? ¿Qué alumbra la soledad de la playa y sus despojos? ¿A dónde va este viaje inmóvil de ida y vuelta mineralizado en el tiempo?
2. La superficie ilusoria Hace poco mi abuelo decidió colocar un cuadro en su habitación. Quería, dijo, tener una vista agradable, un paisaje, “algo de mar”. Le mostré varias imágenes a través del teléfono y eligió un cuadro de Turner en el que un viejo barco de velas es remolcado hacia el astillero: el último viaje de una nave que ha perdido su utilidad. A un lado el crepúsculo que seguramente tantas veces el barco vio en altamar, ahora atestigua el final. El segundo apartado del libro, titulado “Humo y espuma”, es la crónica no de un viaje, sino de un andar a la deriva. La voz que nos habla desde los poemas de Manuel Tejada sabe que navegamos sabiendo que no habrá tierra posible a la cual llegar: flotamos en la existencia, sin sentido, sin dirección (buscando ¿qué?), con los instrumentos de navegación, inútiles todos, a nuestro alcance. Una bitácora, un catalejo, una brújula, un astrolabio, un sextante. Navegamos y nos damos cuenta de ello; navegamos por el tiempo más que por el espacio: pesan la vida, los años, el deterioro; la sal corroe, los cuerpos se oxidan. Como el barco del cuadro de mi abuelo, la voz lírica de Inmóvil en el viento está cansada, se descascara en la conciencia de la finitud y el sinsentido mientras solamente fuma, inhalando y exhalando humo como si con la respiración se marcara el paso de los segundos que se extinguen como la espuma, el pneuma del mar: La salinidad de los años. Son las manos que tuvimos que soltar,
los silencios untados en el ataúd, el desprendimiento brutal del último beso, el naufragio por no saber partir Las marcas que deja el tiempo son como “todo lo que en tránsito se ha pegado…” a la carena. ¿Qué buscamos a través de un catalejo si no hay tierra posible? ¿Para qué la brújula? ¿Qué distancia real puede existir entre lo que miramos y la soledad de las aguas? Y de pronto, ahí, en medio de la zozobra, en el horizonte del poema “un ser/ emergido de las profundidades del universo,” aparece: ¿sirena o espejismo? ¿O acaso son lo mismo? Durante su viaje de regreso, dos veces se encuentra Odiseo con las sirenas. La primera vez asiste al encuentro de esos seres monstruosos que matan a través del arrobo que causan el canto y la belleza. El segundo encuentro sucede mucho tiempo después cuando todos los compañeros de navegación han muerto y el héroe ha zarpado desde la isla de Calipso luego de pasar varios años ahí. Poseidón le hace naufragar y Odiseo pierde sus fuerzas en medio de la bravura de las olas aferrado a un pedazo de madera. Ahí aparece Ino, “de hermosos tobillos”, una ninfa marina que le pide que deje de aferrarse, que se suelte de la madera y sobrevivirá. Pero Odiseo duda, desconfía de los dioses y de cualquier divinidad, desconfía, sobre todo, de sí mismo. Y se aferra a lo único que lo mantiene a flote. Finalmente, cuando al náufrago no le quedan fuerzas ni voluntad ni esperanza, se deja sumergir e Ino lo ayuda a llegar a tierra. Pero, ¿cuál es la naturaleza de la sirena que aparece en Inmóvil en el viento? De “cabelleras altisonantes, rojas”, que reflejan su doble naturaleza porque son: “áureas como cenit de este medio día, / oscuras como el sargazo que nos espera”. Es alada e inasible como el colibrí, “materia del aire” como una exhalación de humo (o de espuma).
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No te expulsa el mar. Estás naciendo. La sal es el alimento primigenio de los que nacen en el mar.
Siempre las imaginaron los navegantes y las proyectaron sobre las olas pero las sirenas son nuestras, están adentro. La voz que emana de estos poemas lo sabe: “Tampoco hay sirenas posibles. Nada/ ni en la escritura de las viejas bitácoras/ puede existir una doncella de mar”. Pero sí existen las manufacturas del dolor o las formas falsas de la esperanza: “Qué extraña manía de añorar/ lo que nos mata”. Y sin embargo, ¿podemos decir que tenemos algo más que espejismos?
3. Primeros pasos No es el final. Mi abuelo no escogió el cuadro de Turner porque se sentía como el viejo barco de velas remolcado. El que hizo esa asociación fui yo. A él, simplemente le gustaba el mar. Contrario a lo que uno podría suponer, el final del libro de Manuel Tejada no nos deja inmersos en un agujero negro acuático. Una vez que ha pasado la tempestad, con sus espejismos y su sed, con su dolor y su salinidad, en los últimos apartados del libro, el poemario resignifica sus elementos y lo que antes fue muerte ahora también es un origen:
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El aprendizaje que nos dejan las muertes cotidianas de la vida, convierte al animal mitológico que nos habita en un animal histórico. La sirena deja de ser tal y se transforma en un ichthyostega: un pez que aprende a caminar, el primer espécimen en pisar tierra firme. Una especie de híbrido capaz de nadar en las aguas que lo arrojaron y al mismo tiempo apto para dar los primeros pasos en un mundo desconocido. Es una imagen que surge desde lo profundo de la conciencia del hablante, poderosa metáfora que alude tanto a los orígenes de la humanidad como a la evolución y la adaptación a la vida. Nos preguntábamos al inicio ¿Qué puede nacer desde el sargazo y la tristeza, la sal y la desolación? ¿A dónde va este viaje inmóvil? La imagen del ichthyostega se constituye como respuesta. Mitad fábula, mitad historia, este animal que pertenece y no pertenece al mundo, conjuga nuestros anhelos más celestes con nuestras necesidades más primarias. Y entonces uno no puede sino imaginar, como se imaginan las sirenas, a este pez aprendiendo a caminar, ahí enredado entre las raíces del tiempo, escurriéndose en medio de la tierra y las plantas y los gusanos y las piedras; en medio de las flores y las resinas y las babas, sintiendo la perplejidad de estar vivo, abrazando su monstruosidad y la interrogación de estar aquí, rodeado de una belleza muda y amenazante. El acto de aprender a caminar como única respuesta posible ante los avatares de la existencia: Ya van mis pies sobre la tierra a rastras, como mis palabras al vuelo todavía aprendiendo Todavía.
José Castillo Baeza (Chetumal, 1987). Es licenciado en Letras Hispánicas por la Universidad Modelo, y cuenta con una especialización en Docencia en la Universidad Autónoma de Yucatán. Ha publicado dos novelas: Hojas recicladas (IQC y Escuela Modelo, 2005) y Garabato (Secretaría de la Cultura y las Artes de Yucatán, 2014), y el libro de cuentos A la espera (2008). Actualmente, se desempeña como profesor de Literatura e Historia en la Escuela de Creación Literaria del Centro Estatal de Bellas Artes. josecastillobaeza@gmail.com
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Un canto a la fertilidad Por José Antonio Íñiguez
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Fuego que florece Wildernain Villegas mk ediciones 2018
ocos poetas hay en la península de Yucatán como Wildernain Villegas (Mérida, 1981) para transmitir su infancia y la fertilidad de la tierra maya con tanta intensidad y color poético. Así lo pueden ratificar sus tres libros publicados: El canto de la estirpe (Premio Nezahualcóyotl de Literatura en Lenguas Mexicanas 2008), La lluvia que la noche dicta y Girándula. En su audiolibro bilingüe (maya-español), Fuego que florece (“K´áak Ku Lóolankil”), Wildernain —poseedor ya de una cosmogonía poética más definida— hace muestra también de estos atributos que lo han llevado a ser considerado una de las voces más consistentes de la literatura en lenguas indígenas. En esta ocasión, el poeta nos entrega una breve pero intensa invocación que pareciera encender los sentidos de toda la naturaleza y avivar la mitología, las fragancias y las texturas que habitaron su infancia. Bajo ese estado de exacerbación, este poema se desarrolla con el impulso de sus dos figuras centrales: una es el ciricote —árbol de frutos dulcísimos, y cuyas hojas son utilizadas para baños medicinales—-; y otra, su trasunto, la abuela, símbolo al mismo tiempo de la sabiduría y la herencia de la tierra del Mayab: “Abuela anciana niña / madera de ciricote / donde el corazón de música danza/ y seduce a los dioses más antiguos”. Frutos de la intensidad y la mirada con la que Villegas retrata su herencia milenaria, los versos de Fuego que florece despliegan, como consecuencia, sus mejores
imágenes, ricas en plasticidad, para que el hablante lírico a través de la evocación nos vuelva partícipes de este canto a la fertilidad que le debe a sus antepasados: “Eres fronda de ciricote/ raíz de ciricote/ murmullo/ palabra/ ensalmo/ En la fronda cuelgo mi suspiro/ para que lo lleve el aire hasta los dioses// En la raíz descifro huellas que enseñan el sendero”. Con paciencia de artesano, tratando siempre (con y sin éxito) de aportarle frescura a la retórica de la poesía indígena, Villegas muestra de nueva cuenta en este audiolibro su capacidad de extraer de su memoria los minerales preciosos suficientes para que le sirvan de tributo a sus ancestros “en este hoy/ que es el verdadero/ y el siempre”. La investigadora del mundo maya, Michela E. Craveri, con motivo de la publicación de El canto de la estirpe, apunta: “El mundo poético de Wildernain es una maravilloso himno a la vida natural, a su magia y a su misterio. Es una celebración de los significados más profundos de la existencia cósmica, de sus ritmos y de su poder de regeneración, según una concepción sacra vinculada con la lluvia, el relámpago, la fertilidad femenina y la noche”. Quien lea y escuche ahora Fuego que florece, podrá confirmar, sin duda, la vigencia de estas palabras. Tropo José Antonio Íñiguez (1991). Ha publicado en diversas revistas y suplementos culturales como Rio Grande Review, Puf!, Bistró y El humo. Ha sido incluido en antologías como Los caminos de la lluvia: muestra poética de Cancún (Ediciones Del Lirio, 2013) y Parkour Pop.ético. Mapa poético (SEP, 2017). Becario de poesía en la categoría de jóvenes creadores del PECDA. Es autor de Nueva tierra (Ediciones O, 2018).
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Bula Matari o Henry Morton Stanley,
¿un sujeto transculturado? Por David Anuar
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…concediendo que sé poco de mi verdadero yo, soy, a pesar de todo, el mejor testigo de mí mismo. Henry Morton Stanley
utobiografía. Bula Matari. Historia de un explorador, es la recopilación y edición póstuma que Dorothy Stanley hizo de los diarios personales de su esposo, Henry Morton Stanley, alias Bula Matari o Rompedor de rocas, apodo que los nativos del Congo le dieron, probablemente por su terquedad y porque se contaba que el mismo Stanley trabajaba hombro a hombro con los nativos en la edificación de una vía de tren, que sería “el camino de la civilización” al corazón de África. Bula Matari comienza narrando los duros años de su infancia en un orfanato de pobres y sus peripecias como grumete en el barco trasatlántico de Windermeer que viajaba de Liverpool a Nueva Orleans, al más puro estilo de Charles Dickens en la novela de tintes autobiográficos David Copperfield (1850). También cuenta sus andanzas periodísticas alrededor del mundo y sus expediciones al África, entre ellas, el rescate del misionero protestante escocés David Livingston (1869); la Expedición del Río Congo (1874-1877), que duró 999 días y donde sólo sobrevivieron 114 de las 356 personas que iniciaron el viaje, y cuyo objetivo era determinar el curso del río; a la par, durante esta expedición, fungió como agente imperial en la apropiación de terrenos —a
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punta de compras y asesinatos— para el rey Leopoldo II de Bélgica, quien soñaba con fundar un nuevo Estado belga en el Congo africano. Y también la Expedición en Auxilio de Emin Pasha (1886-1889), cuyo objetivo era rescatar a Emin Pasha, el alemán Eduard Schnitzer, gobernador provincial del Sudán anglo-egipcio, quien se encontraba supuestamente bajo el asedio musulmán mahdista. Algunos críticos literarios como Andrew Griffiths (2015) consideran que el relato de esta última expedición fue la base en que se documentó e inspiró Joseph Conrad para escribir El Corazón de las tinieblas (1899). Por último, cabe recordar aquí que durante el siglo XIX el imperialismo vivió su apogeo, naciones como Gran Bretaña, Francia, Alemania, Bélgica, Portugal y Holanda, se repartían a diestra y siniestra los territorios y recursos naturales de África y Asia (Briones Quiroz y Medel Toro, 2010). De vuelta a la autobiografía, ésta cierra con los últimos años del explorador, ese punto donde escritura, relato y enfermedad se tocan y coinciden en el tiempo. Y es desde esa última parte de su vida, en el cansancio de los padecimientos y al borde de la muerte, que Bula Matari nos escribe, nos relata su pasado desde el espejo borroso de la memoria, un pasado sobre el cual ya no tiene nada que ocultar, y son, precisamente éstas, las palabras iniciales del autor: “Ya no hay motivo para que continúe ocultando la historia de los primeros años de mi vida, ni nada que me impida dar a conocer la verdad sobre mi persona. Mi vitalidad va decayendo. La rudeza de la vida en África, las fiebres, las múltiples privaciones, el exceso de sufrimiento físico y moral, han ido acercándome al periodo crítico de la existencia” (Stanley, 2002: 21). Ahora bien, en este breve ensayo me ceñiré a la parte referente a las exploraciones de África y del río Congo, donde se manifiesta con mayor fuerza la mirada imperialista de Henry Morton Stanley y que se expresa en el texto a través de recursos retóricos específicos. En Imperial Eyes, Mary Louise Pratt propone tres estrategias retórico-discursivas del mirar imperial: la estilización del paisaje, la densidad de significado1 y el establecimiento de relaciones de dominación (Pratt, 2000: 204). Por otra parte, Edward Said, en su ya clásico e indispensable libro El Orientalismo (1990), señala cómo los exploradores y estudiosos orientalistas —léase occidentales interesados en ese ambiguo y fluctuante lugar llamado Oriente— se construyen a sí mismos como héroes portadores de las semillas de la modernidad: “el orientalista moderno era, desde su punto de vista, un héroe que rescataba Oriente de la oscuridad, de la alienación y de la extrañeza” (1990: 171).
Respecto a la estilización y la densidad de significado en la representación del paisaje, la narración de Henry M. Stanley abunda en ejemplos, ya que esta forma de presentar el entorno era lo esperado dentro del horizonte de expectativas de aquella época. Además, hay que agregar que este tipo de textos tienden a exotizar e idealizar el paisaje, a la vez que lo rodean de un aura de peligro primigenio, como ha hecho notar David Arnold: “detrás del temor reverente y las sugerencias de un paraíso terrenal, se agazapaba una constante sensación de peligro, enajenación y repugnancia […] el interior de África central estaba pasando al dominio europeo, pero el cual, para las mentes europeas, era una presencia oscura y perturbadora (2000: 137). La estilización del paisaje se percibe en la siguiente descripción de Stanley, en la cual se pinta el medio natural como exuberante y, al mismo tiempo, repulsivo como estiércol: Día tras día la selva nos presentaba, sin solución de continuidad, los mismos bosques patriarcales, los mismos crepúsculos grises a la mañana, la misma melancólica sombra al mediodía. Frondosidad, espesa de diez a treinta metros, arriba; un caos de impenetrable vegetación alrededor; un humus negro, impregnado de humedad, y una tierra oscura, pingüe como estiércol, debajo de los pies (Stanley 2002, 389). La densidad semántica también se percibe en el pasaje anterior, pero en el siguiente fragmento se muestra con mayor contundencia pues hay, por lo menos, 12 adjetivos. Asimismo, en ambas citas se puede ver la construcción de la otredad espacial, donde la ambigüedad oscila entre exuberancia y repulsión, amenaza y fascinación: La variada vida animal de las orillas, la cara efervescente de las aguas grises, el sigiloso emerger y sumergir de los voraces cocodrilos, el incesante zambullirse y el resoplido de corneta de los hipopótamos, el espeluznante grito de los implacables caníbales […]. Si miraba al frente, veía el áspero río fluir a la lejanía, en pos de un trémulo, brumoso océano (Stanley, 2002: 355, cursivas mías). Junto a estos dos recursos retórico-discursivos, Pratt menciona uno más, la relación de dominación, que en la autobiografía de Stanley se nos presenta desde la mera presencia del convoy de cargadores negros, quienes son casi una prenda o pertenencia del explorador, nótese
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el adjetivo posesivo: “en cuanto a mis negros, no había en ellos cualidad más relevante y firme que la placidez” (Stanley, 2002: 284, cursivas mías). Siguiendo la línea de dominación, resalta el pasaje sobre Mtesa, emperador de Uganda, con quien Stanley traba una relación amistosa a tal grado que el explorador ensaya introducir el cristianismo entre los nativos. Aquí da inicio un proceso de transculturación. Pratt señala que este término es usado por etnógrafos para describir cómo los grupos marginales o subordinados seleccionan e inventan a partir de los materiales culturales que un grupo dominante o hegemónico les transmite. Lo fundamental para la autora es que si bien los grupos marginales no pueden controlar el material que reciben, sí pueden determinar qué absorben y cómo lo integrar dentro de su cultura, incluso, en formas de resistencia (2000: 6).2 La evangelización que ensaya Henry Morton Stanley pone de relieve la colonización por medio del pensamiento religioso, que históricamente ha sido clave en los procesos de dominación. En este caso específico se busca imponer una visión religiosa hegemónica sobre la realidad, y que entraña en el fondo una valoración de una “mejor” fe sobre otra “primitiva”: “el entusiasmo que mostraba cuando se le mostraban las maravillas de la civilización, me incitaron a insinuarle el tema del cristianismo, demorando por tal causa mi partida de Uganda más tiempo del que la prudencia hubiera aconsejado, pero dándome tiempo a grabar en su mente los primeros rudimentos de nuestra religión” (Stanley, 2002: 342). Por último, tenemos la figura central y “heroica” de esta narración, nuestro explorador imperialista Henry Morton Stanley. Y cabría cuestionarse si existe la posibilidad de encontrar en su personaje un incipiente proceso de transculturación, y de ser así, ¿en qué forma opera? Considero que un elemento clave para responder la pregunta yace en su apodo, Bula Matari, pues éste no procede del “inglés”,
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lengua imperial, sino de la lengua nativa. En algún punto del viaje que no se precisa en la narración, el explorador toma el apodo, que bien podría funcionar como evidencia lexical de una posible transculturación. Sin embargo, ¿cambia algo en el personaje la adquisición del exótico apodo? Me parece que ocurre todo lo contrario, es decir, este nombre alterno no conlleva una reformulación identitaria respecto al grupo étnico con el que convive —no adopta sus costumbres ni sus prácticas—, antes bien, el significado del apodo refuerza el sentido estereotípico de héroe moderno u orientalista, que ha venido a salvar y a sacar de la oscuridad a las tierras de África: “Bula Matari, <<Quebrantador de rocas>> […]: energía concentrada, luchando vigorosamente con lo más duro que la tierra puede ofrecer, todo para tornarla atrayente y accesible al hombre. ¡Constructor de caminos, quebrantador de rocas, lo fue toda su vida! ¡Bula Matari!” (Dorothy en Stanley 2002, 383). Transculturación fallida, Bula Matari es un trofeo lingüístico que sólo favorece al lado imperialista, que lejos de redefinir sus fronteras, lejos de desarticular la identidad imperial, la refrenda y la multiplica en lenguas que se apropia para contar la misma triste historia de tierras lejanas, riquezas mal habidas, héroes con complejo de superioridad y nativos ensoñados con ser siempre otro.
Viaje y dominación: Una trilogía de ensayos En la medida de lo posible, haré una síntesis de la trilogía de ensayos sobre distintas formas de viaje y dominación que aparecieron en los últimos números de TROPO (15, 16 y 18), y ofrecer una reflexión en torno a ellos. En primer lugar, en “Lasana Sekou: turismo e inautenticidad del ser” ensayé mostrar a través de dos poemas del autor la paradoja que entraña el viaje del turista desde la pers-
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pectiva de los subalternos, es decir, las personas locales que dan servicio a los que llegan por un momento de descanso. El poema, como espacio de contacto textual, pone al descubierto una transculturación obligada o impuesta por el turismo y su componente económico altamente discriminatorio que otorga descanso a unos y sonrisas de servicio y cansancio a otros. El turismo, en los poemas de Sekou, reconfigura en un nivel externo las identidades de los pobladores, por ello, podría decirse que hay una transculturación “superficial”. Ésta niega en parte el ser-ahí-caribeño de los locales quienes viven exiliados en sí mismos, y produce una risueña inautenticidad, pues aquello que me alimenta, me niega. En el segundo ensayo, “Lucy, de Jamaica Kincaid: identidad en movimiento”, sugería desde una perspectiva poscolonial, cómo a través del viaje migratorio se va creando una conciencia respecto a que el ser-caribeño es un ente que siempre está en movimiento, y que su identidad no es fija, sino fluctuante como un castillo de arena que es destruido una y otra vez por las olas, y reconstruido una y otra vez por una multiplicidad de experiencias dentro, fuera y más allá de casa. La transculturación en la novela Lucy ocurre de una forma “profunda”, en tanto que hay una efectiva presencia del otro —el contexto estadounidense— en la protagonista a tal grado que se vuelve parte de ella, creando así una identidad híbrida que se entreteje con su pasado insular caribeño. En el tercer ensayo, “Bula Matari o Henry Morton Stanley, ¿un sujeto transculturado?”, intenté mostrar cómo los viajeros-exploradores del siglo XIX representaron desde su cultura imperialista y eurocéntrica a los otros. Sin embargo, existe en la narración de Stanley un atisbo de transculturación que yo denominaría “en pañales”, pues no es lo suficientemente fuerte como para impactar la identidad del sujeto imperial, al contrario, refuerza las identidades hegemónicas, pues el apodo de Bula Matari enfatiza y exalta las cualidades imperialistas del protagonista. A modo de conclusión, creo que no debemos perder de vista la matriz económica que subyace en cada uno de los tipos de viaje analizados en los textos (poemas, novela, autobiografía): el viajero imperial que busca recursos naturales en otras tierras para enriquecer a la metrópoli, la migrante caribeña que sale de la isla para encontrar un mejor futuro en Estados Unidos, y la industria turística que genera cuantiosas divisas a los Estados nacionales modernos pero con un alto costo de precariedad social en las poblaciones receptoras donde se crean cinturones de pobreza y explotación desmedida de los recursos naturales.
Cada contexto histórico construye formas particulares de llevar a la práctica las relaciones de dominación, ya sea a través del turismo, de los migrantes del siglo XX y XXI, o del viaje de exploración decimonónico. Lo medular, pienso yo, es que la literatura además de ser un discurso estético también puede llevarnos a reflexionar sobre el mundo y los problemas que hoy en día vivimos, hacernos abrir los ojos a nuestro contexto, captar la omnisciencia del sistema mundo capitalista y sus formas político-económicas de dominación. Y cuestionarnos si existe una forma de deconstruir y reinventar el sistema, de reformular nuestra identidad social, de escapar del círculo, en definitiva, ¿podemos imaginar y construir hoy un mundo diferente? Tropo BIBLIOGRAFÍA Arnold, David (2000), La naturaleza como problema histórico. El medio, la cultura y la expansión de Europa, Ciudad de México: FCE. Briones Quiroz, Félix y Juan Carlos Medel Toro (2010), “El imperialismo del siglo XIX”, Tiempo y espacio, núm. 25, pp. 1-9. Griffiths, Andrew (2015), “A Scramble for Authority: Stanley, Conrad and the Congo”, en The New Journalism, the New Imperialism and the Fiction of Empire, 1870–1900, Londres: Palgrave Macmillan, 122-154. Pratt, Mary Louise (2000), Imperial Eyes. Travel Writing and Transculturation, Londres: Routledge. Rodríguez Monegal, Emir (1978), “Las metamorfosis de Calibán”, Vuelta, vol. 3, núm. 25, pp. 23-26. Disponible en: http://www.robertexto.com/archivo11/ metamorf_caliban.htm Said, Edward (1990), El Orientalismo, Madrid: Libertarias. Stanley, Henry Morton (2002), Autobiografía, Bula Matari. Historia de un explorador, Barcelona: Ediciones B, Grupo Z. NOTAS Según Mary Louise Pratt, la densidad de significado se refiere a la representación del paisaje como extremadamente rico en substancia material y semántica. Esta densidad se logra, según la autora, a través de un uso exagerado de adjetivos calificativos (2000: 204). 2 Quizá el ejemplo más ilustrativo y literario de esto sea la figura shakesperiana de Calibán de La Tempestad, personaje colonizado en la pieza dramática y que ha sido reinterpretado por la crítica literaria como una figura de resistencia, un caníbal cultural (Rodríguez Monegal, 1978). 1
David Anuar (Cancún, 1989). Reside en Mérida desde hace una década. Es licenciado en Literatura Latinoamericana por la UADY (2008-2013) y estudiante de la Maestría en Historia por el CIESAS-Peninsular (2016-2018). Becario del PECDA Quintana Roo (2012) y de Yucatán (2015). Becario del Festival Cultural Interfaz (2017). Ganador del Concurso de Cuento Corto Juan de la Cabada (2011). Autor de las plaquettes de poesía Erogramas (2011, Catarsis Literaria El Drenaje) y Estrellas errantes (2016, UAEM). Autor de los libros Cuatro ensayos sobre poesía hispanoamericana (2014, Ayuntamiento de Mérida) y Bitácora del tiempo que transcurre (2015, Ayuntamiento de Mérida).
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EKAM 2018 Festival de la Paz Mundial Por Cristina del Razo Con la intención de crear conciencia de paz en el mundo y alcanzarla como estado permanente, del 9 al 19 de agosto se celebró el Festival de la Paz EKAM 2018 en 8 mil 630 puntos del planeta, a fin de reunir a miles de personas en meditación universal. De entre los 20 Puntos de Luz que se abrieron en México, Quintana Roo destacó por su nutrida participación (con cerca de 500 participantes), y marcó un precedente al realizar un “Corredor de Paz”, que llevó el fuego, los cuarzos, la paloma y la pipa de la paz a ciudades de un mismo estado: Cancún, Playa del Carmen, Tulum y Bacalar.
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na de las mayores inquietudes del ser humano ha sido la búsqueda de la paz, sin importar raza, religión o nación alguna. Por ello, el Festival de la Paz EKAM 2018 hizo historia al reunir a miles de personas en todo el mundo, a través de 8 mil 630 puntos en todo el planeta, con la
intención de crear esa conciencia y alcanzar el estado de paz tan anhelado del ser humano moderno. La convocatoria se lanzó desde el templo EKAM (palabra en idioma sánscrito, que significa “unidad”), dentro del O&O Academy, en el Estado de Chennai, en la costa oriental del sur de la India. En esta majestuosa construcción, se sostienen meditaciones multitudinarias, cursos y actividades durante todo el año, orientadas a nutrir un estado de paz, promo-
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Punto de Luz: Casa Holística Cabán, Cancún. Inauguración Festival. (Fotografía: Rubén Landa).
Altar sagrado con paloma y pipa de la paz (Cancún). (Fotografía: Rubén Landa).
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Punto de Luz: Casa Holística Caban, Cancún. Unificación de tradiciones. Fotografía: Rubén Landa.
Punto de Luz: Casa Holística Caban, Cancún. Inauguración Festival. Fotografía: Rubén Landa
vido por los fundadores del lugar, Sri Amma Bhagavam, Krishna Ji y Pretha Ji. Una familia con una visión global, que promueve la paz mundial más allá de la resolución de conflictos. Ellos comparten que la paz es un estado de conciencia en el cual la humanidad, como un todo, tiene que entrar a nivel individual, para desde ahí, crear un mundo mejor. En el caso de México, el tema de la paz cobra mayor relevancia en la actualidad, después de que ha sido catalogado como el segundo país más violento del mundo, después de Siria (Jalife, A., 2018), por lo que la iniciativa fue abrazada inmediatamente por diversas ciudades donde se establecieron “Puntos de Luz”. Las miles de personas que se reunieron realizaron su registro en la página oficial de Ekam, como “Creadores de Paz” o “Peace Makers”. ¿Qué es un “creador de paz” y a qué se compromete? Un creador de paz es un individuo pacífico que busca impactar con sus acciones la vida de las personas alrededor y contribuir en la transformación de la conciencia mundial. Un creador de paz comienza con uno mismo, por lo que la primera reflexión que tuvieron que hacer los participantes fue cómo se vive el estado de paz a nivel personal, con la familia y con el entorno.
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En México se abrieron más de 20 Puntos de Luz. Sin embargo, Quintana Roo destacó a nivel nacional por su nutrida participación, al contar con el registro oficial de 462 participantes, más los que se fueron sumando a lo largo de los 10 días que duró el festival. También se marcó precedente al realizar, con el permiso de abuelos de diversas tradiciones mexicanas, un “Corredor de Paz”, que llevó desde Cancún a cada punto el fuego, los cuarzos, la paloma y la pipa de la paz, que fueron unificando cuatro ciudades dentro de un mismo estado: Cancún, Playa del Carmen, Tulum y Bacalar. Del 9 al 19 de agosto, se realizaron ceremonias, reflexiones y una meditación diaria bajo una temática específica, alrededor del gran tema de la paz mundial. Cada meditación, llamada Dasa Shanti Siddhi, fue transmitida simultáneamente, con una intención especial por día para cesar el conflicto en diferentes áreas, como las guerras, la explotación económica, la discriminación racial, la intolerancia religiosa y la violencia contra las mujeres, los niños, los jóvenes, los animales y la flora La gran culminación del Festival, se realizó el 19 de agosto con una gran fiesta de música y un mensaje final emitido en tiempo real en diversos idiomas. Diez días que
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Punto de Luz: Casa Holística Caban, Cancún. Unificación de tradiciones. Fotografía: Rubén Landa.
Punto de Luz: Casa de los Aluxes, Playa del Carmen. Inauguración Festival.
Punto de Luz: Centro Akalki, Bacalar. Inauguración Festival.
unificaron a personas de diversos credos, prácticas, nacionalidades y formas de pensamiento, donde se “bajaron” las banderas personales para unirse en un mismo fin: la Paz en el mundo. Diez días que quedaron marcados en el corazón y en el caminar de los activistas. En particular, en Quintana Roo, este movimiento ofreció una enorme oportunidad de crear un espacio de visibilidad, reconocimiento y promoción de iniciativas con enfoque similar. Contribuyó a la reflexión acerca de las fortalezas y áreas de oportunidad que la entidad tiene y el compromiso que asume para seguir trabajando de manera permanente para que los ojos del mundo valoren a este destino también por su calidad humana y capacidad de organización para realizar acciones de impacto global. ¿Qué sigue después de este gran movimiento? Una oleada de iniciativas y proyectos, a partir de la integración de un grupo organizador de líderes espirituales y representantes de centros holísticos, que continúan sosteniendo la intención y que comenzarán a expandir el regalo recibido en otros estados de la República, para sumar a más gente a participar y estar listos para un próximo llamado mundial.
Punto de Luz: Cenote Dos Ojos, Tulum. Inauguración Festival.
Si deseas sumarte a este movimiento, visita la página: https://www.ekamworldpeacefestival.com/?lang=es o bien escribe a crisdelrazo@gmail.com para conocer las actividades locales. Tropo
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Estudiantes al cierre del Curso de Verano ¡Uf, prueba superada!
Sembrando comunidad, fuera y dentro
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Caminar con los vecinos
Esperados todos los viernes. El equipo de animadores del CAT
“Amigos adoptados” por estudiantes.
Tutores del Programa PERAJ-Adopta un amig@
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ue lo que hagamos sirva, es el lema del Servicio Social de la Universidad del Caribe. Fue concebido por Celina Izquierdo en el momento en que le tocó fundar el departamento que se haría cargo de organizar esa prestación universitaria, e imaginar de qué manera podría ser lo más significativa para ambas partes: los prestadores y los beneficiarios, los/las estudiantes y su comunidad de pertenencia. La visión de la Ingeniera era procurar que la existencia misma de la Universidad operara como factor de movilización, para que las familias que habitan en sus alrededores se aproximaran entre sí y vieran en el ámbito de la educación superior posibilidades de atender necesidades comunes y una perspectiva de progreso a futuro. A este fin, la comunidad universitaria podía hacer inmediatamente lo que sabe hacer, que es organizar oportunidades de aprendizaje. Con ello, además de hacer efectiva la función de extensión universitaria y agregarle un cariz pragmático, se podía activar la convivencia de los vecinos y estimular la formación de comunidad. Del encuentro con diversas iniciativas ya existentes en esos barrios, y tras varios ensayos, surgió el programa Vínculo Comunitario que acaba de iniciar su onceava edición. Este programa consiste en una oferta de cursos y talleres gratuitos para todo público, impartidos por los/las estudiantes de la Universidad, con base en sus habilidades personales, asesorados por profesores o expertos en la materia.
t e r t u l i a s El programa se ha realizado durante casi 10 años, beneficiando a un promedio de 400 usuarios por semestre. En cada edición se imparten alrededor de 20 cursos o talleres sobre temas como: matemáticas, computación, inglés, cocina, bailes, guitarra, teatro, pintura, manualidades, eco-huertos, etc. A la larga, otro de sus resultados positivos ha sido la estimulación del voluntariado, tanto entre estudiantes que continúan su participación después de haber cumplido sus horas reglamentarias, como entre personas y organizaciones de la comunidad que enriquecen la oferta de aprendizajes y el horizonte de requerimientos sociales.
Echarnos la mano dentro de nuestra casa Paralelamente, la Universidad ha consagrado otros programas mediante los cuales el estudiantado puede cumplir el servicio social, que es requisito para su titulación. A raíz del reciente cambio de Administración, la Ing. Izquierdo pasó a ocupar la posición de Secretaria de Comunicación y Extensión Universitaria de UNICARIBE, pero el espíritu del servicio social permanece. Actualmente, el Departamento es encabezado por la Maestra Zayra Díaz Antonio, egresada del programa de Negocios Internacionales de la propia Universidad, cuarta generación, quien como temprana colaboradora del Departamento, tras concluir su licenciatura, participó activamente en la ampliación de los programas de descarga del servicio social para dar cabida a la creciente población de estudiantes que hoy suman alrededor de 3 mil. En cierto momento de esta colaboración, siempre en contacto con el resto de departamentos que aportan asesoría y apoyos al servicio social, captaron la necesidad de apoyar a los docentes y empleados con la creación de un curso de verano para facilitar el cuidado de sus hijos menores durante una parte de sus vacaciones que no coinciden con el tiempo libre de sus padres. Habiendo probado la nutritiva interacción de estudiantes universitarios con grupos de infantes y de jóvenes dentro del programa Æfectos, tanto en escuelas primarias como en el Centro de Atención Temporal (CAT), del DIF; así como la mentoría, uno a uno, a través del programa PERAJ: Adopta un amig@, el Departamento se sintió preparado para ofrecer a los docentes un conjunto de actividades para sus hijos durante dos semanas de verano. La experiencia se ha replicado durante 5 años. La última edición se llevó a cabo del 31 de julio al 10 de agosto. Al igual que el año pasado, pero con mayor ánimo, el evento incluyó una convivencia de padres/madres con hijos/hijas en un divertido (y mojado) rally. Las fotos del curso hablan por sí mismas. (Para mayor documentación, acceda al sitio https://www. facebook.com/UniversidadDelCaribeSocial/)
(Curso de Verano 2018) Docentes, infantes, estudiantes.
La voluntaria Diana Amador, tras su plática/práctica
Rally del Curso de Verano. ¡Hasta los papás se remojaron!
Curso de Verano.
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A mayor cultura, ¿menor inseguridad? Macarena Huicochea El concepto de cultura podría definirse como el conjunto de valores permanentes, conocimientos científicos, creencias y experiencias que van siendo acumulados generación tras generación por la humanidad. Civilización no es sino la plasmación objetiva de esa cultura. Sin cultura no hay civilización viva, capaz de reproducirse y regenerarse. Sin cultura solo caminamos sobre un cadáver civilizatorio que cada vez huele peor, y donde las hienas arrancan sus pedazos de carroña.
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Jorge Ángel Livraga
ace algunas semanas, varios escritores y periodistas compartíamos en Facebook nuestra visión de que la cultura podría contribuir en la disminución de la violencia y, de inmediato, hubo quienes nos tildaron de ingenuos o de superfluos. Sin duda, el problema de la violencia que nos aqueja —y la inseguridad que conlleva— son producto de múltiples factores: la falta de oportunidades y de capacitación, el hacinamiento, la violencia familiar, las adicciones y el
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desarraigo social (debido a la migración itinerante), causas más evidentes que detonan conductas agresivas y autodestructivas. El presente comentario pretende proponer algunos conceptos que tal vez nos permitirían entender cómo las políticas públicas en materia de cultura pueden resultar muy eficaces, siempre y cuando podamos vislumbrar la transversalidad y entretejido que representa la cultura, pues ésta, como una trama, une los diversos ejes y forma la urdimbre de lo social, político, económico, religioso, moral, educativo… etc. Uno de los malentendidos más comunes es creer que cultura son los “eventos culturales”, de “artistas o genios” y, en el peor de los casos, de mero esparcimiento” (o “pan y circo”, para muchos funcionarios que no distinguen entre las actividades artísticas… y los “artistas” de las telenovelas o de las disqueras, por ejemplo). En su acepción más amplia, todo lo que hacemos los humanos para transformar la realidad y la naturaleza es cultura: desde el lenguaje, la religión, los valores, la comida, la manera de relacionarnos en la familia, la identidad y todo lo que nos hace humanos es precisamente lo que hemos construido a través de la cultura. Desde esta perspectiva, sin duda, los valores morales y éticos, las normas de conducta y las relaciones sociales dependen de la cultura en la que crecemos y de las enseñanzas que recibimos tanto en la familia como en las instituciones educativas y en nuestro desarrollo en sociedad.
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Así que, partiendo de este punto de vista, resulta indudable que la cultura define qué es lo que le da significado y sentido a nuestras vidas: el dinero, el poder, el beneficio personal a costa de otros… o los ideales, el trabajar y colaborar para el desarrollo de la comunidad, y el descubrir y aprovechar nuestros talentos. Todo ellos son parte de esa cultura. “Redescubrir la condición humana —escribió M. Sándalo—, su maravilloso potencial. Redescubrir los valores universales que hacen al hombre como tal y no una bestia o un objeto de consumo; valores que al desplegarse han dado a lo largo de las civilizaciones tantos frutos maravillosos que han beneficiado a toda la humanidad, ya sea en la música, la arquitectura, la medicina, las ciencias, las condiciones sociales, la filosofía o la mística, con obras que despiertan en el hombre las más elevadas intuiciones y conocimientos. Esa es la misión de la cultura que aspira a plasmarse en una nueva civilización.” En el devenir del hombre, las civilizaciones han sido huellas del esfuerzo por acercarse a esos arquetipos que intuimos de lo justo, lo bello, lo bueno y lo verdadero. Cada pueblo, cada grupo humano, al recrear esa cosmovisión, valorización y sentido de la vida, con las características propias de su momento histórico, crea una cultura, reflejo de ese acercamiento a los arquetipos inmóviles, y su caída es precisamente la pérdida de esa visión, de ese motor interno que da origen a la forma cultural y civilizatoria que desarrollaron.
Estoy convencida de que el trabajo cultural no depende solamente de las instituciones y de los artistas, sino que es en el hogar en dónde se siembran y cultivan las almas y mentes de los futuros mexicanos que, sin principios, sumidos en la ignorancia, las carencias, la falta de oportunidades, la violencia intrafamiliar y social pueden convertirse en individuos frustrados, resentidos y agresivos… Es aquí donde las políticas públicas entran en juego y en dónde los gobiernos y la sociedad civil (incluidos los empresarios y universidades) debemos poner la atención para tratar de disminuir en lo posible el efecto nocivo que estas condiciones económicas y sociales desencadenan: desesperanza y búsqueda de satisfactores a cualquier precio. Más allá de nuestra visión idílica de un Cancún de oportunidades, podríamos cuestionar qué tanto influyen en la psique de los migrantes las diferencias abismales entre los lujos y modelos aspiracionales que oferta la mercadotecnia, y la brutal y contundente incertidumbre y explotación laboral que es “lugar común” en nuestro paraíso. Si a ello aunamos el efecto que puede tener el trabajar en lugares donde se desperdicia la comida y se tira a la basura, mientras los sueldos no alcanzan para lo esencial; el hacinamiento en el que se vive en las regiones, en contraste con las proporciones de un yacusi en un cuarto de hotel de lujo dónde trabaja una camarista que todos los días regresa a su cuartucho de Villas Otoch —considerado por las corporaciones policiacas como “el fracciona-
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miento más peligroso del municipio, y al que las mismas corporaciones policiacas se refieren como “las favelas de Cancún”, por reportar de 70 a 90 hechos delictivos ¡al día!, según nota del Novedades de Quintana Roo del 2017), podremos entender que estas condiciones generan un “caldo de cultivo” para la violencia y la inseguridad. El alcohol, las drogas y la delincuencia son muchas veces la respuesta a la frustración y la desesperanza de quienes apuestan por la evasión, la anestesia o el placer efímero en medio de un panorama lóbrego en el que no encuentran salida. Y si bien es cierto que las actividades deportivas y culturales pueden encaminar y catalizar talentos y dar sentido de vida a muchos jóvenes, también es fundamental asumir la responsabilidad del Estado, la sociedad, las empresas y universidades para prevenir y contrarrestar las causas y evitar la normalización de conductas que se gestan por falta de recursos económicos, emocionales, intelectuales y sociales. Los medios de comunicación también juegan un papel importante y relevante en la construcción de una cultura de la violencia. Resulta cuestionable que las televisoras apuesten por series en las que la agresividad, la drogadicción, la mafia y los personajes del narcotráfico resulten héroes, al poner de manifiesto que sus elecciones les permiten no sólo estar fuera de la ley y obtener todos los placeres imaginables, sino también corromper e incluso tener a su servicio a la autoridad. El rating de estos programas da muchas ganancias a las empresas que, sin duda, siguen buscando psicópatas, desadaptados sociales y personajes tortuosos que, al parecer, resultan muy populares y que incitan al morbo y el disfrute de la crueldad en pantalla. Me gustaría plantear una hipótesis y ponerla a consideración de los colegios de profesionistas y de los investigadores de las universidades (sociólogos, urbanistas, antropólogos, criminólogos, pedagogos, psicólogos, abogados, etc.), a fin de que las ciencias y humanidades pudieran abordar la problemática de la violencia y la inseguridad desde una panorámica multidisciplinaria. Se trata de poner en evidencia las causas, detonadores y consecuencias de seguir ignorando que la educación y la cultura son realmente el eje transversal a considerar en todas las políticas públicas, a fin de estimular y recuperar el sentido de identidad y pertenencia multicultural (que nos caracteriza como territorio de migración constante). Nuestro reto es comprender que somos un crisol de toda la república y un caleidoscopio, incluso, del mundo (con la llegada e integración de migrantes de otros países).
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La tarea es realizar un trabajo colectivo que inicie en el hogar, continúe en la escuela y estimule el sentido de identidad en los diferentes contextos sociales, propiciando una visión amplia de la problemática a través de las redes y los medios de comunicación. Este esfuerzo también implica un quehacer “político” que busque una verdadera transformación en las relaciones ciudadanos-Estado, pues los ejemplos de corrupción e impunidad en poco abonan a la coherencia, que es la que determina los “códigos aceptables” de convivencia, credibilidad y respeto a la autoridad y a la legalidad. Si aceptamos que nuestra cultura incluye el lenguaje, la educación, las convenciones de lo socialmente aceptable, las aspiraciones y valores colectivos y, sobre todo, la existencia de lazos comunes de cohesión entre los individuos pertenecientes a un grupo, podremos ver claramente que el sentido de pertenencia y de relaciones interpersonales juega un papel fundamental en la construcción de un colectivo social que se identifica en, con y para el otro y que, al menos en teoría, busca el bienestar común. Países como Noruega, Finlandia y Japón (por citar algunos) han demostrado que este tipo de acciones han logrado disminuir los índices de violencia y criminalidad, fortaleciendo el tejido social y el sentido de respeto por la vida, promoviendo el estado de derecho y la gobernabilidad. Si no usamos el poder de la cultura y los recursos que ésta nos da: valores, formación, oportunidades, significados comunes y sentido de vida… el tejido social seguirá desconectándose y la trama que debería unirnos se convertirá en un drama o en una tragedia que nos seguirá obligando a permanecer aislados, temerosos e inseguros. Tropo
Macarena Huicochea. Estudió Letras, Psicología y Ciencias humanas. Ha publicado dos libros de cuento fantástico: Blasfematorio (Colección Becarios del Centro Toluqueño de Escritores) y La Caricia de la Esfinge (Colección: Biblioteca del Bicentenario del Instituto Mexiquense de Cultura). Umbrales (editado por el Consejo Editorial del Estado de México) reúne sus dos libros anteriores y algunos cuentos publicados en revistas e incluso inéditos. En el Instituto Mexiquense de Cultura se desempeñó como Coordinadora de Difusión Cultural, jefe del Departamento Editorial, y subdirectora de la revista Castálida. Ha sido fundadora y directora de varias Casas de Cultura en el Estado de México y ha combinado su labor literaria con el trabajo en medios, en donde se ha desempeñado como guionista, conductora y productora de programas de radio y televisión.
F i l o s o f í a
C i e n c i a
R e l i g i ó n
E s p i r i t u a l i d a d
El método dialéctico Marcos Constandse
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lo largo de la historia del pensamiento humano, el hombre ha empleado varios medios para acceder a un conocimiento cabal de la realidad que le rodea y del mundo en el que vive, con el objetivo de comprender el misterio de la existencia. En su inacabada búsqueda de la verdad, la justicia, la belleza y la felicidad, el hombre se ha acercado a cuatro herramientas —filosofía, ciencia, religión y espiritualidad— para acceder a tan altos objetivos. Sin embargo, muchas veces ha descubierto también que estos medios, estos caminos, no solo se han opuesto entre sí en el transcurso de su historia, sino que incluso algunas veces han intentado erigirse como el único camino y, a veces, hasta han tratado de restar importancia a los otros. Y no obstante, a pesar de esas diferencias, es posible afirmar que debajo de todas ellas, hay un común denominador mediante el cual es posible unificar sus búsquedas por el bien de la felicidad humana. Este común denominador es el método dialéctico. El método dialéctico, que se originó en la antigüedad griega, fue retomado en la modernidad por Hegel y Marx. Su esencia está determinada por las fuentes teóricas y científicas y por las categorías fundamentales del movimiento, del espacio y del tiempo. Este método ha tenido distintos significados a lo largo de la historia: se ha entendido como el arte del diálogo y la discusión; como la lucha de los contrarios por la cual surge el progreso de la historia; como una técnica de razonamiento que procede a través del despliegue de una tesis y su antítesis, resolviendo la contradicción a través de la formulación de una síntesis final. En suma, el método dialéctico constituye el método científico de conocimiento del mundo. La dialéctica presenta las siguientes características: a) todo está unido,
nada está aislado, hay una conexión universal; b) todo cambia. La realidad está en constante transformación. El cambio es debido a la lucha de fuerzas contrarias en la esencia de las cosas. Recordemos que la filosofía, que surge en el maravilloso pueblo griego quinientos años a. C., es una forma de búsqueda del conocimiento a través de la reflexión lógica, que a través de los siglos ha trazado caminos, y a los cuales la ciencia les ha dado continuidad. Recordemos también que los conocimientos científicos son demostrables por la vía de la experimentación física y tangible y esa característica la hace aparentemente predominante sobre la filosofía y la religión, lo cual es un error conceptual. Por su parte, para la mayoría de las personas la religión se basa fundamentalmente en la fe, para darle solución a problemas existenciales del ser humano, que ni la ciencia ni la filosofía solucionan y que la espiritualidad puede suavizar y teóricamente solucionar. La característica de las diversas religiones es ser dogmáticas, lo que las ha enfrentado permanente con la ciencia, que no tolera dogmas, sino verdades demostrables. Pero debajo de estas cuatro herramientas —filosofía, ciencia, religión y espiritualidad—, con las que el ser ha tratado de “encontrar” soluciones, de comprender su realidad y la del universo que le rodea, se encuentra el método dialéctico. Con la aceptación de las dos verdades fundamentales de la dialéctica, el hombre puede transitar en su inmensurable e inacabada búsqueda de la verdad, la justicia y la belleza, al igual que la razón en la que todos coincidimos, para la búsqueda de la felicidad. Tropo Marcos Constandse. Empresario cancunense. Autor de los libros Yo soy nosotros. Una visión transpersonal del mundo (Diana, 2002) y Ecología y espiritualidad (Diana 2003). Su más reciente libro es, Déjalo ser, una novela sobre la historia de Cancún. Correo-e: marcos@xcaret.com
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20,000 megas de viaje submarino Fotografía: David Doubilet
Por Angélica Mercado Ahí, donde todo es silencioso y secreto, la luz se desliza como cardumen pasajero, sincronizando danzas con el cielo, brillando como pedacitos de luna suspendidos en el negro. Ahí, la luz dibuja misterios creando imágenes que ya son recuerdos.
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uando la luz entra en contacto con el agua, muestra todo su potencial artístico, revelando a su paso pistas sobre el complejo universo bajo el agua. Para David Doubilet, esta fascinante combinación de luz y agua lo sumergió en un sueño que aún no termina y que, inspirado por una fotografía de Jacques Yves Costeau con Luis Marden a bordo del legendario Callypso, se convirtió en uno de los maestros de la fotografía submarina. Doubilet descubrió en la fotografía una forma de otorgar voz visual a la vida marina y a su pasión por el mar, creando una visión sobre el océano que nos ha educado, iluminado y hasta avergonzado. Su trabajo combina el peso de la ciencia, la conservación y la poesía. A los 12 años experimentó hacer fotografía con una máscara de buceo y una bolsa de anestesiología que su padre le llevó del hospital, pero la calidad no era la que buscaba, así que fabricó una caja sumergible para una Argus C3, un modelo de cámara muy accesible. Después saltó a su primera caja submarina, la clásica Rolleimarin, que sólo tenía un lente y permitía una única imagen cuadrada con 12 disparos por rollo e iluminación con flash de bombillas. Para cambiar el rollo había que salir a la superficie y perder un valioso tiempo, por lo que cada escena debía estar bien pensada o sumergirse llevando varias cámaras. Con el apo-
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yo de National Geographic, creó su propio equipo, pulía sus lentes, ideaba filtros y experimentaba con iluminación; en su trabajo con anémonas y corales por ejemplo, iluminó con luz ultravioleta, mostrando un mundo nunca antes visto. Actualmente, las cajas herméticas que protegen la cámara, llamadas housing, como la Seacam, entre otras maravillas, permiten manipular funciones básicas de la cámara sin tener que salir del agua. La nueva tecnología en cámaras digitales ha resuelto muchos de los retos para el fotógrafo que trabaja bajo el mar, como la resistencia a la temperatura o la aberración cromática y la óptica. Técnicos expertos en fotografía marina han integrado el uso de cámaras robot y vehículos controlados a distancia, como el Argo, que encontró los restos del Titanic y que se ha sumergido en las profundidades para mostrarnos un universo paralelo de criaturas que cohabitan nuestro planeta desde hace siglos. Pero no siempre fue así. La primera fotografía submarina data de 1856, solo 17 años después de la presentación de la fotografía al mundo; aunque la imagen original ya no existe, vale la pena rendir homenaje a los pioneros William Thompson y su amigo Kenyon. No fue hasta 1893 cuando el naturalista francés Louis Boutan recurre a la fotografía para resolver el problema que presentaba sacar del agua especímenes marinos para ser estudiados en el laboratorio. Así, con ayuda de su hermano Auguste, que era ingeniero, lograron adaptar las voluminosas cámaras al entorno acuático. El reto era complejo; además de crear un housing, debían resolver el tiempo de exposición, que en aquel entonces oscilaba entre 3 y 5 minutos, por lo que se necesitaba de luz artificial extra para congelar el movimiento. También se tenía que utilizar material que soportara la presión; así que usaron planchas de cobre para construir una caja con ventanillas para el visor y el lente, además de mandos para accionar el disparador y regular el obturador de la cámara. Y lo mejor de
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Fotografía: Zena Holloway. Sea Women o ”Haenyeo”.
Primera Fotografía submarina, Louis Boutan, 1893.
todo, un revolucionario flash acuático que consistía en un barril con oxígeno y una pequeña campana de cristal en la parte superior, en la que se mantenía encendido un mechero de alcohol. Por medio de una pera de goma, el fotógrafo
calculaba, según la intensidad de luz requerida, y enviaba una cantidad de magnesio en polvo, que al hacer contacto con la llama, producía un intenso resplandor. Todo ese peso y volumen para media hora bajo el mar. Poco a poco fue perfeccionando su técnica y para el año de 1900 rompió récord al lograr fotografías a 50 metros de profundidad. Finalmente en 1972, se publica en la revista National Geographic, la primera fotografía a todo color de solo un pez, que en su momento, representó toda la vida marina. Desde entonces, hemos visto bosques bajo el agua, inertes barcos perdidos, corales que se reproducen, criaturas con luz propia, alfombras de microrganismos, volcanes dormidos, montañas de hielo que transitan y hasta el inframundo de los mayas. Además de cautivarnos, la fotografía funciona como catalizador en la creciente sensibilización medioambiental. La tecnología ha permitido avances significativos. Hoy en día, menos es más. Y entre más rápido, mejor; se ha reducido considerablemente el tamaño y peso de cámaras, housings y flashes; se ha aumentado la eficacia y resuelto la parte técnica para que el fotógrafo dedique su valioso tiempo a crear. El arte generado en un ambiente ajeno a su creador es más interesante de lo que parece. El artista terrestre crea con base en lo que imagina, sueña o conoce, representa sus inquietudes y propuestas con pasión, conocimiento y destreza, mientras que el artista acuático explora y enriquece su visión a partir de sensaciones que nos llevan a nuestro propio origen. Una nueva percepción deriva en nuevas interpretaciones. Quien haya experimentado un viaje bajo el agua, lo sabe. Tan solo estar bajo el agua, genera una sensación de asombro permanente que hace feliz a nuestro cerebro, un tipo de íntasis que lleva a la paz. Ahora pensemos en hacer fotografía flotando. Es como ilustrar una metáfora experiencial. La relajación mental y muscular que la flotación sugiere, debe influir en el proceso creativo de forma extraordinaria. Lo demuestra el trabajo de múltiples y diversos fotógrafos, como Zena Holloway, cuya estética subacuática invita a cuestionarnos lo que sabemos sobre el reino del agua. En su serie Sea women, recrea sirenas coreanas llamadas Haenyeo, de la isla de Jeju, que se adentran en profundidades de hasta 20 metros sin equipo de respiración en busca de abulón, pulpo y otros mariscos. Las Haenyeo son parte de una tradición que ha pasado de madre a hija durante mil años, y ya que las últimas sirenas son ancianas, Zena las retrata como lo fueron antes: jóvenes y libres. Su trabajo muestra la magia del agua y nuestra relación con ella, una relación íntima, natural, casi irreal. La fotografía ha trascendido límites al presentarnos un universo paralelo bajo el agua, donde ya no basta representar lo que se descubre, sino que ahora, también se embellece para cautivar la conciencia y acercar, a todos, imágenes de lo desconocido. Tropo
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Pepe Rojo
Pepe Rojo. Profesional de la fotografía submarina y de cavernas, Pero Rojo realiza y dirige videos así como asignaciones especiales de fotografía. En la imagen inferior, el fotógrafo con su equipo antes de una inmersión en cuevas.
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