Nueva Época tropo 14

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Revista del Centro de Creatividad Literaria

Distribución gratuita

año 3 (segunda época) octubre de 2017

Fotografía de la calle El muralismo de Uzala; fantasía y sentido social Arguedas y Revueltas: intertextualidad latente Hermenéutica: los signos vivos Ana V. Clavel y el Territorio Lolita Poemas de José Antonio Íñiguez

Martí: el registro de la memoria cancunense





MUESTRA DE ARTES VISUALES DE QUINTANA ROO 20017-20018 • FOTOGRAFÍA Con el objetivo de fomentar, difundir y promover la creación artística, a través de la expresión de las artes visuales y con fundamento en los artículos 30 I y VII; 40 fracciones I, II; XL de la Ley Orgánica de la Administración Pública del Estado de Quintana Roo, 10 y 12 de la Ley de Cultura y las Artes del Estado de Quintana Roo, El instituto de la Cultura y las Artes de Quintana Roo

C O N V O C A A todos los artistas residente en el Estado de Quintana Roo a la muestra de

ARTES VISUALES QUINTANA ROO 2017-2018 • ESPECIALIDAD: FOTOGRAFÍA Que se celebrará el mes de noviembre de 2017 bajo las siguientes

BASES 1. Podrán participar todos los artistas residentes en el Estado de Quintana Roo. 2. La participación podrá ser en cualquiera de las siguientes

MODALIDADES (Deberán comprobarse mediante carteles, invitaciones o recortes de prensa) • Nuevos creadores. Edad mínima de 15 años. Deberán haber participado al menos en dos exposiciones colectivas en Quintana Roo. • Creadores con trayectoria. Deberán tener en su historial al menos dos exposiciones individuales en Quintana Roo. 3. Cada artista puede participar con una obra inédita realizada durante los últimos 12 meses contados hasta la fecha de la publicación de la presente convocatoria. 4. El formato de la obra no debe ser menor de 16” x 20” (sin incluir marco). 5. Esta convocatoria es exclusiva para fotografía artística. 6. INSCRIPCIÓN: llenar formulario en línea: https://fotografiaqr2017.blogspot.mx/ y enviar al correo artesquintanaroo@gmail.com las imágenes y documentos que el formulario solicita. 7. Se elaborará el catálogo de la Exposición, por lo que el participante deberá enviar al correo mencionado imágenes en calidad semi-profesional de la obra y del artista. El comité se reserva el derecho de no incluir en el catálogo las imágenes que no cumplan con la calidad requerida. 8. Fecha límite para inscripción: viernes 13 de octubre de 2017 a las 24 hrs. 9. Se notificará a los participantes el lunes 23 de octubre para la entrega de obra. 10. Recepción de la obra: se realizará entre el 27 de octubre y el viernes 3 de noviembre de 2017 en un horario de 11:00 a 19:00 horas. En los casos de obra enviada por paquetería, el comprobante de envío deberá mostrar la fecha previa al cierre de la recepción estipulada. 11. Los lugares de acopio serán las Casas de Cultura del estado cuyos datos de localización, horarios y contactos podrán encontrarse en la página http://www.culturaquintanaroo.com/ Para los municipios Solidaridad, Isla Mujeres y Puerto Morelos, así como para envíos por paquetería, el sitio será la Casa de la Cultura de Cancún. 12. Gastos de embalaje y traslado. El embalaje y traslado de la obra de ida y vuelta correrán por cuenta del artista a los lugares de acopio. Las obras deberán presentarse debidamente enmarcadas o listas para su colocación. 13. Inauguración: noviembre de 2017. 14. Seguridad: la integridad y resguardo de la obra son responsabilidad del Instituto de Cultura y las Artes de Quintana Roo desde el momento de recepción y hasta su entrega a los artistas o sus representantes, dentro del periodo previsto. 15. Después del periodo de exhibición, las obras deberán ser recogidas por su autor o persona debidamente autorizada en un plazo no mayor a 15 días hábiles a partir de la fecha en que se notifique su recepción en los centros de acopio. El Instituto no se hará responsable de las piezas que no sean recogidas en dicho plazo, pudiendo deducir libremente de su destino. 16. La participación en esta convocatoria implica la aceptación de las bases. Cualquier caso no previsto en la presente convocatoria será resuelto por el Comité Organizador integrado por funcionarios del Instituto de la Cultura y las Artes de Quintana Roo y reconocidos especialistas.


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30 En Cancún encontré el sentido de mi mensaje: Uzala Gena Bezanilla / Miguel Meza

I

Revista del Centro de Creatividad Literaria, A. C. Director Miguel Meza

R

Directora CCL Cristina Del Razo Consejo directivo José Luis Gaytán Saules (Director) Marcos Constandse Madrazo (Fundador) Carlos Constandse Madrazo (Fundador)

A

Norma Quintana Lourdes Cabrera Martín Ramos Lorena Careaga Agustín Labrada David Anuar Ramón Suárez Caamal Jorge Cortés Ancona

U

Consejo artístico Gena Bezanilla Leonard Escamilla Angélica Mercado Norma Ordieres Jesús Montalvo

DEVEZENCUENTO

16 Polilla Saulo Matasanos

4 Los signos vivos: la hermenéutica de lo inefable Marién Espinosa Garay 12 Nueva tierra, de José Antonio Íñiguez David Anuar 18 Martí: tras el registro de la memoria cancunense Lorena Careaga

Corresponsal en Playa del Carmen Ana María Moreno Pérez

S

Corresponsal en Cozumel Karen Correa Corresponsal en Felipe Carrillo Puerto Ángel Sulub

Administración Servicios Corporativos de Cancún, S. C.

10 Cuatro poemas breves José Antonio Íñiguez

LATINTATENTA

Diseño Mauricio Cejín

Corresponsal en Yucatán Svetlana Larrocha

TRASLUZ

14 Un místico Moisés Nájera

M

Consejo editorial Javier España José Díaz Cervera Wildernain Villegas Carrillo Carlos Torres Marién Espinosa Antonio Leal Elvira Aguilar Angulo Rodolfo Novelo

ENTREVISTA

22 Arguedas y Revueltas: la intertextualidad latente Jesús Koyoc

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TROPO a la uña es una publicación trimestral del Centro de Creatividad Literaria, A. C. Oficinas: Av. Contoy 48, SM 17, Esq. Av. Nichupté, Cancún, Quintana Roo. Teléfonos: 01 (998) 887 4374 y 01 (998) 887 4364. No se responde por originales no solicitados. Las opiniones contenidas en los artículos firmados son responsabilidad exclusiva de los autores. Se autoriza la reproducción total o parcial de los artículos incluidos en TROPO a la uña, siempre que se citen la fuente y el autor. Certificado de licitud y contenido: en trámite. Número de Reserva al título en Derechos de Autor: 04-2000-032217031500-102. Visítenos en nuestra página web: www.centrodecreatividadliteraria.org Consulte la revista digital en: issuu.com/centrodecreatividadliteraria Envío de colaboraciones: revistatropo@cclcancun.com tropoalauna@gmail.com


27 Don Quijote y el caso de doña Rodríguez José Castillo Baeza 35 La humildad, ¿virtud o debilidad? Héctor Hernández PAPIROS 39

No voy a pedirle a nadie que me crea, de JP Villalobos Miguel Miranda

40 Rendición, de Ray Loriga Juan Carlos Serrano 41 No deje de leerlos 42 Terciopelo violento, de Juvenal acosta Mariel Turrent 43 Besar al detective, de Élmer Mendoza Ofelia Arruti 44 Del amor y otros engaños, de José Díez y Andrea Iacona Roberto Parra / Víctor Cantero

P U N T O S

46 Cuentos de terror financiero, de Huberto Vergara Silvia Singer 47 Las chicas, de Emma Cline Habib Sánchez 48 Cuaderno de faros, de Jazmina Barrera Guadalupe Gerónimo Salaya 50 Territorio Lolita, Ana V. Clavel Sevetlana Larrocha

Dherzu Uzala. Bacalar. Mural.

58 2018: el sistema político, a prueba Marcos Constandse

TERTULIAS 53 Periscopio Carlos Torres 54 Equidad y futbol femenil Vanesa González-Rizzo K.

60 En la calle… disparando justo en el ojo Angélica Mercado

55 Libre Cinema Festival Katia Rejón

PORTAFOLIO

57 Conservación, lenta pero segura Flora, Fauna y Cultura

A rt -TROPO- do

D E

62 Juan Robledo

64 Carlos Varela

D I S T R I B U C I Ó N

CANCÚN: LIBRERÍAS: Porrúa • Dante • Educal • Iztaccíhuatl

HOSPITALES, CLÍNICAS, NOTARÍAS Y COMERCIOS: Galenia

Needful Things • Colibrí • Utopía City

Hospiten • Notaría 6 • Notaría 2 • Estética Yareri • C. Dental Evolución

CENTROS CULTURALES : Casa de la Cultura • Instituto de Cultura y

OTROS: Talleres y salas de lectura, ferias de libros, cruzadas poeticas y

Artes • Café Divertimento • Teatro Xbalanqué • La Pitahaya • El Pa-

encuentros de escritores y medios de difusión

bilo • Centro de Creatividad Fotográfica • Talulah • Galería de Plaza

PLAYA DEL CARMEN: Café Andrade • Jardín El Edén

Caracol • Biblioteca Barocio

Le Lotus Rouge Galería Escamilla • Galería de Arte 5ta. Avenida

RESTAURANTES: Pasteletería • 100% Natural • Tapioka Café

Biblioteca Jaime Torres Bodet

Bisquets Obregón • La Casa de los Abuelos • Marakamé • Mangiare

COZUMEL: Magenta Centro • Cultural • Restaurante del Museo de

UNIVERSIDADES: U. del Caribe • La Salle • U. del Sur • Anáhuac

la Isla * El Coffee Cozumel.

UNID • Universidad de Quintana Roo (Chetumal y campus Cancún).

CARRILLO PUERTO: Museo Maya Santa Cruz Xbáalam Naj • Casa de

EMPRESAS Y ORGANISMOS: Grupo Xcaret • CCE • Delphinus

la Cultura de FCP • Centro Cultural La Casa de los sueños • Tierra Café

AMMJE • Ayuntamiento

MÉRIDA: Centros culturales, librerías y cafeterías


Los signos vivos


La hermenéutica de lo inefable Marién Espinosa Garay En congruencia con un afán intelectual por enlazar el pasado con el presente y hallar la línea del tiempo que nos une con orígenes culturales y valores de formación, Marién Espinosa —ella misma también una exégeta generosa de visos humanistas—, propone en el siguiente ensayo las posibilidades de una nueva hermenéutica, aquella “que combine lo profano y los sagrado, la biología con la historia, la razón y la locura.” Desde Hermes hasta Borges, pasando por el medioevo, Heidegger, Gadamer y Ricoeur, Espinosa sugiere llevar al límite las epifanías del mensaje y seguir la inquietante frase de Nietzsche: “No hay hechos, sólo interpretaciones.”.

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Oh ponientes, oh tigres, oh fulgores del mito y de la épica… J. L. Borges

pesar de ser el mensajero favorito de los dioses griegos quienes, apoltronados en el Olimpo querían comunicar venturas o desventuras a los mortales, Hermes no brillaba por su buena reputación. Aún usaba pañales cuando ya era ladrón oportunista, comerciante astuto y merolico interminable, pero al crecer supo convertirse en heraldo elocuente, orador apasionado, así como servicial mensajero para hacer llegar los decretos divinos a sus destinatarios. Ayudó al rey troyano Príamo a encontrar al terrible Aquiles en el campamento enemigo, y así el anciano monarca pudo solicitar al semidiós el cuerpo de su hijo, el príncipe

Héctor. Tiempo después, Hermes advirtió a Odiseo que debía alejarse de dos hermosas hechiceras, Circe y Calipso y, en otras mitologías, auxilió a Perseo en la tarea de matar a la Gorgona Medusa, para contar sólo algunas anécdotas. Como puede verse, su presencia como mediador de los recursos celestiales en las vicisitudes humanas aparece desde las más tempranas literaturas. Sin duda era hermoso, como hermano menor que fue de otro guapo, el dios Apolo. Pero Hermes resulta inconfundible con sus talarias aladas, su pétaso —sombrero alado también—, y su caduceo, ese bordón inconfundible, símbolo de comerciantes y viajeros, con el cual golpeó a dos serpientes que peleaban, demostrando así su ecuanimidad ante los conflictos ajenos.

Página anterior: Arriba: Paul Ricoeur, Hans-Georg Gadamer y Martin Heidegger Izquierda: Hendrick Goltius. Mercurio. 1611 (Frans Halsmuseum, Haarlem). Derecha: Del Códice Mendocino. Tlamanimine.

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Crátera de Eufronios (510-500 a. C.) Llamada así por el alfarero que la creó. Cerámicas de arcilla cubierta con barniz negro. Muestra un episodio de la Guerra de Troya: Hipnos (la personificación del sueño) y su hermano gemelo Tánatos (la personificación de la muerte sin violencia) retirando a Sarpedón (hijo de Zeus y Europa) del campo de batalla, en presencia del dios olímpico Hermes, para enterrarlo.

Cuando los romanos conquistaron Grecia —pero fueron a su vez conquistados por la filosofía, el arte, el teatro y muchas otras gracias de los antiguos habitantes de la Hélade—, la divinidad mensajera fue adoptada con el nombre de Mercurio, y así hasta nuestros días lo recordamos el día miércoles. Sin embargo, es notable que al paso del tiempo la reputación de Hermes fue mejorando, pues se codeó con intelectuales y escribas. En Egipto se le equiparó con el dios Thot, ejemplo de sabiduría, inventor de la escritura, promotor de la música, maestro en hechizos y examinador de almas. Además, en sus respectivas culturas, ambos inventaron la lira, instrumento que en manos de los rapsodas, llevó a los límites del mundo conocido las heroicas hazañas de las epopeyas. Cabe destacar aquí que los mensajes divinos en estas épocas habían evolucionado desde aquellos primeros recados que Zeus confiaba a Hermes al oído, porque las palabras de las divinidades estaban ahora registradas en textos que, por cierto, se mostraban en un lenguaje bastante hermético. Sobra decir que en aquellos tiempos no solamente las culturas griega, egipcia y romana se preocupaban por comprender las palabras sagradas, frecuentemente resguardadas en escrituras crípticas. Por supuesto, toda civilización alrededor del planeta hizo lo mismo para preser-

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var su legado cultural, moral y religioso. De esta manera, los antiguos israelitas atesoraban sus libros sagrados y llevaron registro cuidadoso de la historia, las leyes y las profecías. Más tarde los cristianos también escribieron, organizaron, tradujeron y compilaron textos de inspiración divina, que abundan en símbolos, arquetipos, alegorías y parábolas. Entonces, ¿cómo interpretar acertadamente tan primordiales documentos? Estos eruditos sabían que sobre sus capacidades de intuición y reflexión pesaba una tarea fundamental: tender un puente interpretativo entre lo sacro y lo profano, pues la exégesis de los inestimables manuscritos era al mismo tiempo una función social y trascendente. Por estas y otras razones, tropezaban frecuentemente con dificultades cuando buscaban extraer el sentido —o la posible multitud de sentidos—, que se esconden a varios niveles de profundidad en las revelaciones celestes. Y de alguna manera la palabra hermenéutica fue colándose en medio de las elucubraciones de los esforzados exégetas, quienes así llevaron al antiguo Hermes hasta los confines del Medievo y los inicios del Renacimiento. El dios de la talarias aladas volvía a aparecer en su función de mensajero, pero ahora, asimilándose lentamente a la interpretación, metódica y exigente, de los sig-


l a t i n t a t e n t a nos de la Trascendencia y, de esta manera, asegurándose un lugar en medio de los vaivenes de la Edad Moderna. Queda anotado que la hermenéutica se afanó, en un primer momento, en la interpretación de textos religiosos. Más tarde se extendió a todos aquellos escritos que poseían diversos niveles de significado, literaturas, historiografías o poemas. Pero su área de influencia fue creciendo. Desde el siglo XIX el trabajo interpretativo fue abarcando campos y disciplinas cada vez más amplias, como si Hermes revoloteara sobre las sesudas cabezas de los filósofos cuando descubrieron que, al final de cuentas, toda la realidad es interpretable. Entonces se buscaba que los textos del pasado arrastraran al hermeneuta hasta la inmersión heroica en aquellos mundos perdidos, y que el aprendiz de heraldo tuviera un método seguro para volver al presente con un mensaje auténtico, puente entre dos espacios y dos cronologías. Sin embargo,

ya en el siglo XX, Heidegger y Gadamer amplían aún más este horizonte, afirmando que nuestra existencia entera es un ejercicio hermenéutico, pues queramos o no, interpretamos cada acontecimiento —no solamente los libros antiguos— y además, esas interpretaciones no son asépticas, ni el hermeneuta ha de resultar impune de su aventura, porque al dilucidar estos misterios, el aventurero ha descifrado el mensaje desde su propia singularidad: una cultura, un tiempo histórico, una óptica, un lenguaje. Entonces lo interpretado se ha revertido como una ola, arrastrándolo hasta los confines de sí mismo. Así al interpretar, este ejercicio incluye al intérprete, y al final, la revelación lo revela también. Otros eruditos abundaron en estas ideas, recordando la famosa frase de Nietzsche que dispara estas elucubraciones hasta el infinito: “No hay hechos, sólo interpretaciones”. De esta manera, Heidegger, Gadamer y Ricoeur toma-

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l a t i n t a t e n t a

“...nuestra existencia entera es un ejercicio hermenéutico, pues queramos o no, interpretamos cada acontecimiento (...) y además, esas interpretaciones no son asépticas, ni el hermeneuta ha de resultar impune de su aventura (...).

Manos surrealistas. Tomado del blog Fotografíahermenéutica.mx

ron de la mano a Hermes para llevarlo hasta los límites de lo posible. Porque la comprensión de los textos, contextos y pretextos de los acontecimientos cotidianos implica una fusión de horizontes: una inmersión desde mi tiempo y mis espacios hasta las profundidades de los fenómenos sociales, políticos, culturales y de todo tipo, que me increpan con sus signos de polisemias infinitas. Entonces dentro del círculo hermenéutico los acercamientos serán más y más próximos —porque cada vez que interpreto al otro me interpreto yo también—, y así jamás agotaremos las sorpresas y los extrañamientos. Estos filósofos le cortaron las alas a Hermes, y ahora el heraldo divino cae desde su pedestal en un vaivén interminable, enlazado en la suerte de los mortales, porque al final de cuentas el intérprete y lo interpretado se reconocen en las semejanzas y en las diferencias, sin fusionarse jamás. Ante estas perspectivas, me pregunto si en lejanos tiempos pero más cercanas geografías existieron otros iluminados que ya sabían estos secretos. Porque en este lado del mundo hubo también estudiosos que guardaron la tinta negra y roja de la sabiduría para comprender los mensajes de otros dioses, más próximos pero igualmente inescrutables. Sin embargo, antes de pretender siquiera desentrañar los oráculos, y como requisito necesario, había que dejar el corazón propio en las manos divinas, y así, el mensaje no podía

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resultar ajeno. Mayas, toltecas, mixtecos, mexicas —y muchos pueblos de las llamadas Américas—, eran heraldos de revelaciones cifradas en poemas, dibujadas con escrituras ideográficas, silábicas o fonéticas que se iban desgranando en murales, en tiras de amate, en pieles dobladas una y otra vez sobre sí mismas. Fueron mensajeros de horizontes más cercanos, pero al fin intérpretes de la sabiduría ancestral, los sabios tlamatinime, así como todos los artistas y poetas que transmitían en sus obras los mensajes sagrados porque sus corazones estaban inflamados de lo divino: yoltéotl.1 ¿Y más allá de muros, códices o pergaminos, hubo alguna vez un dios que encriptara sus mensajes en escrituras de sangre, en células de animales vivos, en alfabetos que se decantaran a través de los tiempos en los secretos de los amores de las bestias, quienes sin saberlo van convirtiéndose en pizarra de lo inefable? Borges sabía algo de esto. Porque refiere la historia de aquel Tzinacán, sacerdote indio torturado por Pedro de Alvarado, que ha permanecido prisionero en una jaula contigua a un jaguar, también cautivo. Tzinacán recuerda que los dioses prometieron un mensaje para el fin de los tiempos, un prodigio rotundo, que terminaría con las calamidades, con los hombres barbados, con Pedro de Alvarado. Pero en medio del infinito dolor es sacudido por una hierofanía: viéndolas sola-


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Miradas. Tomado del blog Fotografíahermenéutica.mx

mente cuando la luz toca la piel felina, ha descubierto que las manchas del jaguar contienen aquella escritura prometida. Los dioses habían cifrado en las generaciones de tigres la fórmula de la restauración del mundo, para que algún día un prisionero pudiese interpretarla, y así volviera a las manos de los sabios la tinta negra y roja: hermenéutica que arrastra a la biología. Pero esta revelación tiene como consecuencia un atisbo fugaz de lo Absoluto, y entonces el visionario deja a un lado su venganza y el dolor para fundirse en el éxtasis. Porque ya nada es más grande que la contemplación de Aquel “…dios sin cara que hay detrás de todos los dioses…”2, que lo ha llevado a comprender la futilidad de los actos humanos, inclusive los propios. Pero… ¿tienen algo que decir en medio de las elucubraciones filosóficas las extravagancias de los cuentistas y los poetas? ¿Será mejor renunciar a las intuiciones para abrazar a la razón desnuda? No. Inventemos una hermenéutica, que combine lo profano y los sagrado, la biología con la historia, la razón y la locura. Porque entonces el mensaje se habrá apropiado de tu carne, te atrapará en las hebras del sueño y te darás cuenta que eres uno con él. No más Hermes, ni jaguares, ni Pedro de Alvarado, ni exégetas, ni poetas, sólo el Mensaje, Logos otra vez. Rompimiento y dislocación de horizontes en una epifanía sin límites.

Criptografía de signos vivos, hermenéutica inefable: quizá exista en cada cosa un lenguaje por descifrar, mensajes en cada ola, en cada palabra, en toda escritura, en cada flor. En las revueltas de la sangre de cada corazón. Tropo BORGES, Jorge Luis (2012) El Aleph, La escritura del Dios, Barcelona, DeBolsillo. http://23.253.41.33/wp-content/uploads/10.208.149.45/ uploads/2013/03/1972-El-Oro-De-Los-Tigres-Poes%C3%ADa.pdf Gadamer, H.G. (1994) Hermenéutica como tarea teórica y práctica. En Verdad y Método II (pp. 293–309). Salamanca, Sígueme. http://www.ugr.es/~pgomez/docencia/fr/documentos/Gomez. Pedro_Antropologia-y-religion-en-MirceaEliade.pdf FERRARIS, Maurizio (2000) La Hermenéutica, México, Taurus. LEON PORTILLA, MIGUEL (1993) Los antiguos mexicanos, México, FCE. 1 2

León Portilla, en Los antiguos mexicanos. Borges, La escritura del Dios, en El Aleph.

Marién Espinosa Garay (Monterrey, NL, 1953). Maestra en estudios humanísticos y Licenciada en Ciencias Humanas. Primer Lugar Premio FIMPES 2012 a la Innovación Educativa y Segundo Lugar Premio FIMPES 1996. 1er. Lugar concurso de cuento “Como el mar que Regresa”, 2000, Casa de la Cultura, Cancún. Premio Sor Juana Inés de la Cruz 1990. Docente universitaria. Artista plástica, pintora y escultora. Correo: marien46@hotmail.com

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Cuatro poemas breves José Antonio Ìñiguez Epitafio anticipado el día que yo muera nada de lo que observo pensará en la misma postura de siempre esto que soy y fui sólo será un altar de sangre en honor al futuro

Últimas palabras de (otro) Robinson Crusoe he sido tan sólo un turista de mi propia ebriedad nada ni siquiera la belleza fue conquistada por mí hoy solo y enfermo en esta selva sin nombre no me queda otra opción: le he declarado la guerra al mar con una flor marchita en la mano

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t r a s l u z

El kamikase

Itinerario

escribo estas palabras en el lugar justo en donde no he de morir para que alguien me recuerde

a Torquemada

sé que si son despreciables no lo sabré nunca por la boca del poema

cruzo la memoria para entrar a la sala de espera del infierno

escribo estas palabras en el único sitio en mi última estancia del cuerpo que es mi rabia original

cruzo la avenida Juárez para entrar directo a la memoria

cruzo el infierno para sentarme debajo de los ojos de Adonai cruzo los ojos de Adonai para mirar de frente el infinito

no importa que no exista amor donde recline mi cabeza

cruzo el infinito para entrar directo a la Pregunta

ni muerte que olvide el olvido que seré

cruzo la Pregunta para verme sucio acostado en la banqueta José Antonio Íñiguez (Cancún, 1991). Ha publicado en diversas revistas como Tropo a la uña, Rio Grande Review, Bistró, entre otras. Ha publicado el libro Nueva tierra (Sikore, 2017). Actualmente es coeditor del fanzine de poesía Cracken (de próxima publicación) y coordina el laboratorio de poesía del CCL.

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l a t i n t a t e n t a

Senda hacia la nueva tierra David Anuar

J

ack Kerouac, cultor del haiku en Occidente y miembro de la Generación Beat, decía en Los vagabundos del Dharma que “un auténtico haiku tiene que ser tan simple como el pan y, sin embargo, hacerte ver las cosas reales” (1996: 48). Todo aquel que ha cultivado este género poético sabe que detrás de esa aparente sencillez de 17 sílabas dispuestas en tres versos (5-7-5), se esconden honduras contemplativas que rozan lo filosófico. Y es que el haiku y la filosofía abrevan de una misma fuente: el asombro ante el mundo, en particular, el natural. Ese asombro me ha asaltado al leer Nueva tierra, de José Antonio Íñiguez, pues éste florece detrás de muchos de los haikus que el autor nos regala en esta breve pero intensa y afortunada obra poética. Mi asombro ha sido diverso, no sólo por el virtuosismo técnico que Íñiguez despliega en la factura métrica de los poemas, sino también por la limpieza, variedad y originalidad de las imágenes, así como por la riqueza estilística y léxica que ostenta. Pero quizá lo que más ha asombrado es el profundo conocimiento que muestra de la tradición poética del haiku,1 no sólo por respetar la forma métrica sino por el diálogo que logra entablar con el desarrollo histórico del haiku y por estructurar el poemario a partir de kigos, es decir, palabras que hacen referencia a una estación del año y que son una característica propia del haiku nipón. Y en esto de los kigos

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encuentro o interpreto una importante sutileza, pues las dos primeras secciones están cifradas en kigos estacionales, pero la última carece en apariencia de esta característica. No obstante, si aguzamos la mirada podremos penetrar en una especie de kigo epocal. Así, propongo que José Antonio Íñiguez realiza un salto mortal de la sutileza, pues si el kigo tradicional marcaba el tiempo en su dimensión cíclica (las estaciones del año), el kigo epocal pone el dedo sobre la cualidad sincrónica del tiempo, al enfatizar lo que hace especial a un momento histórico, a una época. Así, la primera sección titulada “Tiempo de lluvia” está compuesta por 15 haikus donde prevalece la presencia del elemento acuático con vocablos como beber, copos de nieve, estanque, lluvia, empañado, rana, puerto, arroyo, nube… En este primer apartado hay un predominio del mundo natural y de lo contemplativo, que muchas veces desemboca en un cuestionamiento de la realidad, de lo aparente, ahí su dimensión filosófica, como en el siguiente haiku: Sobre el estanque nada una hoja reseca, ¿o surca el cielo? “Solares” es el título del segundo apartado y cuenta también con 15 haikus. En éste predominan los elementos vinculados al fuego, que se aprecia en vocablos como aceite, flores o sol; y al aire, como en cielo, árbol, aves, colibrí, canto, tiempo… En estos haikus comienzan a apare-


l a t i n t a t e n t a cer tímidamente elementos urbanos o modernos, como el viaje en camión que abre el primer poema de la sección o los obreros que aparecen en el último haiku del conjunto. José Antonio Íñiguez nos ofrece diversas impresiones sensibles que florecen en forma de iluminaciones o revelaciones, como en el siguiente haiku, testimonio del asombro ante el mundo y, al mismo tiempo, alegre lamento del sujeto poético:

nuevos senderos del haiku en el mundo contemporáneo, moderno y occidental. En cierta forma, celebro este libro como una especie de homenaje a la historia del haiku y, como buen poeta, Íñiguez pareciera insinuar que toda innovación poética está indisolublemente ligada a la tradición, pues ésta siempre —aun siendo negada, aun siendo polvo— permanece viva en el corazón de la novedad: Ni hojas ni lluvia, la brisa sólo trae polvo de ayer.

Flores silvestres, ¡si las viera crecer qué sabio fuera! “Nueva tierra”, última sección del libro, propone una innovadora aproximación a este género poético, que a veces se ha dado en llamar haiku urbano y haiku existencial. El hilo conductor de este apartado está ligado al mundo moderno de la ciudad, como en el primer poema, donde aparece la armonía del televisor; pero sobre todo a la acción transformadora del ser humano sobre el mundo, en particular el natural, como se deja sentir en el siguiente haiku: Por pura estética, un hombre corta un árbol en la avenida. Vistos en conjunto, “Tiempo de lluvias” y “Solares” se encuentran más cercanos al haiku clásico o tradicional, donde predomina la naturaleza y el instante contemplativo. En cambio, en la última sección, José Antonio Íñiguez, ganándose a pulso el título de haijin, nos invita a explorar

BIBLIOGRAFÍA —Kerouac, Jack (1996), Los vagabundos del Dharma, Barcelona: Anagrama. —Íñiguez, José Antonio (2017), Nueva tierra, Puebla: Sikore. —Cuartas Restrepo, Juan Manuel (2005), Los 7 poetas del haiku, Cali: Universidad del Valle. —Zaera Plaza, Cristina (2016), La influencia del haiku japonés en escritores occidentales, tesis de grado en Traducción e Interpretación, Soria: Universidad de Valladolid.

Una sintética introducción a la tradición nipona del haiku se puede encontrar en Los 7 poetas del haiku (2005), de Juan Manuel Cuartas Restrepo. Otra interesante aproximación introductoria a la tradición del haiku, aunque con un enfoque hacia Occidente, se encuentra en La influencia del haiku japonés en escritores occidentales (2016), de Cristina Zaera Plaza. 1

David Anuar González Vázquez (Cancún, 1989). Licenciado en Literatura Latinoamericana por la UADY. Autor de la plaquette de poesía Erogramas (Catarsis Literaria - El drenaje, 2011). Radica en Mérida.

Fotografía: Agustín Labrada. Designios.

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d e v e z e n c u e n t o

Un místico Moisés Nájera

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aminando por valles y colinas, el hombre encuentra un pedacito de tierra. Señala el lugar con el dedo. Un punto. Y surge lo que él llama su propiedad. Desenrolla un trapo y, sentándose sobre él, retoma su vida cotidiana, en perfecta meditación. Al Sur hay un árbol de manzanos. Al Norte, un camino de terracería. Al Este, una sarteneja donde se deposita el agua de lluvia y, al Oeste, tres piedras para prender fuego y calentarse. La región es tranquila y el sitio está en mitad de la nada. Sin falsas ilusiones y con el único anhelo de ver el sol detrás de las nubes, ayuna sintiéndose libre en su exilio. Los esporádicos transeúntes que pasan por ahí lo miran, algunos con burla y otros con temor. El hecho provoca revuelo. Viaja la noticia a toda la región, lo que origina un tránsito de curiosos. Pronto llega a los oídos del gobernante del Sur, y este, no sin antes darse una vuelta por el lugar, se adjudica el terreno, planteando, además, que existe un problema de catastro, de impuestos y uso del suelo. Los gobernantes del Este y Oeste protestan tal adjudicación. Los topógrafos acuden al lugar para resolver el conflicto. Miden de manera exacta la geometría del terreno. Y descubren que esta persona está exactamente sentada en donde los tres pueblos cruzan sus límites territoriales. El plano topográfico y el GPS arrojan con precisión que el hombre, por las mañanas, en su meditación, es ciudadano del Oeste. Al mediodía, cuando toma sombra, es ciudadano del pueblo del Sur. Por la noche duerme como un ciudadano del Este y, en ocasiones, camina por la vereda de terracería sin ser ciudadano de nadie. En este caso la ley determina que él debe elegir dónde estar.

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Fotografía: Agustín Labrada. Cinco

Entonces, de manera misteriosa, la gente de la comunidad del Este le lleva pan y leche. Al enterarse, la gente de la comunidad del Sur le poda el árbol de manzanos y pinta su tronco con cal, para que no lo molesten las hormigas. Días después la comunidad del Oeste le lleva unas frazadas para que se cubra en las noches frías. Todos tienen la intención, de una vez por todas, de hacerlo ciudadano de alguno de los pueblos. Pero aquel individuo observa sin preocupaciones desde lejos. Por alguna razón nadie le ha comunicado la situación y, por supuesto, él no ha preguntado nada. Se sorprende aún más cuando le ofrecen entre otras cosas, una casa, jóvenes bonitas para casarse o algún dinero en efectivo. Meses después, el líder del pueblo del Oeste, decidido, manda a su mejor emisario con una comitiva para pedirle que tome una decisión terminante. Sentado en total concentración, sin abrir los ojos y, antes de que le hagan alguna pregunta, sonríe diciendo: —Un momento, por favor: siéntense y mediten conmigo.


d e v e z e n c u e n t o

Fotografía: Agustín Labrada. El tren que nunca llegó.

Nadie lo hizo, por supuesto, pero todos lo rodean con ansia expectante. El tiempo pasa y el interés va decayendo. Uno a uno, se van retirando todos los curiosos. El emisario, ya desesperado, y con las instrucciones de convencerlo a como diera lugar, se anima a interrumpirlo. —Señor, ¿le puedo proponer algo? El sujeto abre los ojos, sorprendido. —Dígame. —Le quiero proponer la mejor inversión de su vida. El sujeto, sin emitir un sonido, escucha atento. Son palabras de un discurso astutamente elaborado. Al cabo de unos minutos, el emisario ya con más confianza, le exige una respuesta. —Bueno —dijo, al fin—. En teoremas pitagóricos en donde A, B, y C buscan la decisión de un X, y X tiene un resultado derivadamente ilógico, la resultante es una bilis con vórtices desesperantes. El emisario, incapaz de entender, queda mudo. —Es algo así como tener el poder de dividir el océano —agrega el hombre. Ahí, el enviado queda definitivamente paralizado. —Ahora entiendo que la cuerda del reloj me vuelve a lamer con su tiempo. Imploro a usted perdón por mi conducta, así como por las consecuencias que puedan resultar en la economía de sus comunidades. El sujeto se incorpora irguiendo su altísimo cuerpo mientras el emisario lo mira impresionado. —Y sin nada que ofrecerle para resarcir la cólera que pudiera provocar, esta criatura se despide, movida por la forzosa vida. Que el mundo siga su curso. Con una sonrisa, el sujeto enrolla su trapo, da las gracias haciendo una reverencia, y se echa a andar por la pequeña vereda de terracería hacia el Norte, desapareciendo entre las grandes puertas de la tarde.

“Y ahora qué digo en el pueblo”, pensó el emisario, y miró al cielo. Durante varios años aquel pedazo de tierra fue objeto de disputas. El pueblo del Sur, gente radical, ha ofrecido comprar el metro cuadrado con un valor del doble de lo que valía el pueblo entero. No se pudo. Por dignidad, ninguna de las otras dos comunidades quiso vender su parte. Años después, la comunidad del Este planteó perforar el sitio y abrir un pozo para desaparecer el lugar. Como si nunca hubiera existido. Los notarios dijeron que eso era ridículo y que, legalmente, no se podía. Desesperada, la comunidad del Oeste amenazó con declarar la guerra a los dos pueblos vecinos si no se resolvía el problema. La noticia del conflicto se publicó en los diarios del país. El gobierno pidió traer a los líderes de cada comunidad para empezar las negociaciones. Pero no se llegó a nada. El Arzobispo, entonces, pidió permiso al Vaticano para erigir un pequeño mausoleo, que llevara la imagen de aquel místico hombre. Con el tiempo, comenzaron las procesiones. Cientos de fieles iban y regresaban, atravesando día y noche aquella región. Peregrinaciones interminables, entre danzas, alabanzas, humo saliendo de los incensarios, ríos de flores, gente que caminaba a rastras llorando, junto a mujeres de la vida, fervientes. Todos iban con fervor, como en gran día de fiesta hacia aquel lugar. En los alrededores, se oían gritos en coro. “Viva el místico patrono”. Al llegar al sitio, la gente murmuraba en voz baja, como si entrara en la habitación de un moribundo. Hacían discretos pero extasiados comentarios. “Es tan milagroso”, “vive en nuestras almas y corazones”, “toda la región ha venido a conocerle”. Un día, arrastrado por la corriente de la muchedumbre, el sujeto, el místico, llegó a aquel pedazo de tierra, donde nadie lo reconoce. Se acerca a la estatua, la mira. Es su viva imagen y, al mismo tiempo, la imagen angustiosa de los santos. Un ruido, igual a una campana que golpea el suelo desvía su mirada. El rostro de un viejo se paraliza ante él. Es aquel emisario que, agachado, recoge con desesperación las hostias que se le ha caído al suelo, mientras lo ve fijamente a un lado de la estatua. El místico solamente sonríe, y da media vuelta. “Este es el ídolo más pequeño de todos los que me han hecho”, piensa. Luego se pierde en el mar de gente. Tropo

Moisés Nájera (Mérida, Yucatán). Radica en Cancún. Estudió la licenciatura en Derecho en la Universidad del Mayab. Fue integrante de dos talleres de cuento en la ciudad. Ha publicado poemas en antologías locales y cuento en revistas digitales e independientes. Un cuento suyo apareció en TROPO 10 como parte de la Muestra del Taller de Creación Literaria del Centro de Creatividad Literaria (CCL).

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Polilla Saulo Matasanos

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a cascada de humo asciende acariciando sus labios, su nariz, sus pómulos, hasta formar un velo a la altura de sus ojos. Exhala lento, mirando espirales danzar hasta perderse. Preciosa como siempre. Solo puedo abrir un ojo, pero con eso me basta para darme cuenta. Entonces digo su nombre casi como un susurro, como siempre lo he repetido para mí: Leticia… dejando que mi lengua sea una ola rompiendo contra la roca para después arrastrarse de nuevo hacia el mar. Así me arrastraría ahora hacia sus pies si estos dos simios no estuviesen sosteniendo lo que queda de mí, con mi pantalón empapado de sangre. Leticia... Leticia... Leticia. Los dos hombres me llevan hacia la luz donde está ella, la única luz en medio de la oscura bodega. Alguien hala una silla y me dejan caer ahí. Ella está del otro lado de la mesa. Cuando me ve aprieta los labios y lanza una aguja de humo hacia donde estoy. Ahora es ella quien dice mi nombre como en nuestras mejores noches: ¡Mario! Después voltea la cara y se tapa la boca con la mano, cierra los ojos, llora. Le digo que estoy bien, pero la sangre que escupo al balbucear solo empeora las cosas. Trato de sonreír, no sé si lo logro con la cara toda hinchada, pero me esfuerzo en ello. Otra voz irrumpe exigiendo silencio. La voz de su esposo, El Bueno, como se le conoce. Ella se muerde la mano y logra transmutar el llanto en un simple sollozo. Sigo pensando en repetir su nombre, pero eso sólo la haría llorar de nuevo. Sonrío, no hay nada más que pueda hacer. El Bueno dice cosas que no entiendo porque la cabeza me palpita y me da vueltas. En lugar de escucharlo pienso en que Leticia se ve igual de hermosa que el día en que la conocí en aquella fiesta con su blusa de escote en la espalda y sus jeans ajustados. Recuerdo haber visto los tatuajes en su brazo desde lejos. Una gama de colores exótica que me llamaba a mirar más de cerca. Nunca esperé que me hiciera caso, pero las cosas a veces ocurren sin tener mucho sentido y a quién le importa el maldito sentido de las cosas cuando aprendes a apreciar el momento en el que levanta su labio superior un poco para sonreír o la manera en la que ladea su cabeza cuando me mira.

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Fotografía: Chica con tatuaje de liga con una Derringer. vix.com

Para cuando me di cuenta ya estábamos fumando un toque a solas. El mejor toque de mi vida. Como no iba a serlo si su marido es el sujeto que mueve la mierda más fina de toda la ciudad. Todo porro, toda línea, toda pastilla diluyéndose en un trago llega a las calles gracias a él. Gracias a El Bueno. No fue sino hasta la segunda vez que nos vimos que me dijo quién era él y cuáles eran los riesgos. Acepté todo mientras la miraba perderse entre las sábanas del hotel, con su piel de lienzo llena de arte y sus labios rojos como la sangre que ahora me cubre, mientras besaba cada poro de su piel humedecida por el sudor. Estaba hipnotizado, ciego como una polilla kamikaze volando directo hacia la trampa eléctrica, en medio de la noche. Para ese entonces yo era nuevo en la ciudad y me ganaba la vida vendiendo un poco de clonazepam o diazepam que Roberto, mi primo, se robaba de la farmacia en donde trabaja, así que no conocía nada sobre El Bueno. Pero mi primo, sí, porque fue uno de sus dealers durante un tiempo. Me dijo que al menos dos de cada tres muertos provienen de los ajustes de cuentas de sus hombres. Mis preguntas no eran sólo las de un curioso, así que tuve que contarle a mi primo sobre Leticia. Fue el único que lo supo durante mucho tiempo. En cuestión de semanas ya lo sabía todo: de quienes debía cuidarme y lugares en donde no debía aparecerme, por si acaso. Para andar por ahí pegado a las paredes sin que nadie pudiese verme.


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Fotografía: Agustín Labrada. Sin horizontes.

Mientras tanto seguía viendo a Leticia en secreto y hablando con ella por el whats durante todo el día. Leyendo sobre lo que me contaba, compartiendo opiniones de distintas cosas e intercambiando links de canciones de rap (porque ella tenía algo con el rap y aunque yo era más del punk también conocía algo de eso) que luego utilizábamos para hacer playslists que reproducíamos en nuestros encuentros. Así pasamos de vernos ocasionalmente a acostarnos toda la semana, en donde fuera que hubiese unos minutos para estar a solas. Parques, pasillos de supermercado, camiones con rumbos inciertos. Pero nuestra estrategia de camuflaje no duró para siempre. Pronto todas nuestras precauciones se fueron a la mierda y los hombres de su marido comenzaron a sospechar, a seguirnos sin que nosotros nos diéramos cuenta. La rutina nos tendió una trampa. Ella comenzó a ponerse cada vez más nerviosa. Me decía que estaba preocupada, que sentía que tarde o temprano iban a descubrirnos, que sería mejor no vernos. Pero yo hice caso omiso de sus labios rojos de oráculo, de sacerdotisa mirando el futuro. Boca de bruja. Por el contrario le propuse que escapáramos y ella solo soltó una carcajada para después comenzar a besarme. Esa fue la última vez que estuvimos solos: un viernes cualquiera en un motel cualquiera en el que por primera vez no recurrimos a las posiciones más complejas ni a las pruebas de resistencia física sino a un sexo lento pero esmerado, de lengüetazos estratégicos y ritmos cadenciosos, sincopados. Fue ahí, mirándonos a los ojos y apretando los dientes que me dije a mí mismo que podría pagar el precio más alto, sea cual fuere, a cambio de esto.

Me detuve para venirme sobre su vientre. Entre jadeos ella dejó caer correr las lágrimas y me preguntó si alguna vez podría perdonarla. En ese momento un sujeto entró con un bate y comenzó a molerme a golpes. No tardé en perder el conocimiento. Heme aquí ahora. Leticia... Leticia... Leticia. ¿Quién lo diría? Hasta los malditos fármacos son controlados por El Bueno en esta ciudad. Ojalá Roberto coma mierda por el resto de sus asquerosos días. Ella llora más cuando El Bueno comienza a darle puñetazos a la mesa. Luego la abofetea e intento levantarme pero luchar contra la pesada mano que me sujeta es imposible. Cuando deja de golpearla da la orden y los dos simios me levantan y me bajan el pantalón para mostrarle que me han cortado la verga y los huevos. Alguien tira el pedazo de carne cercenada sobre la mesa, envuelto en un periódico chorreante. Escucho otra vez su llanto. Me dejan caer en aquella silla. El Bueno toma su arma plateada y la asienta frente a Leticia. Le dice que ya sabe qué es lo que tiene que hacer, pero ella pide que por favor no, que de eso no habían hablado. Uno de los simios también empuña un arma y le apunta. Su marido dice que no es un juego, que él no puede asesinarla, pero cualquiera de sus hombres sí. Levanta el arma con las dos manos temblorosas. Mira lo que queda de mí y yo la miro a ella tan preciosa como siempre y miro sus lágrimas caer de sus ojos hinchados, bajar por sus mejillas como hilitos negros por el delineador mientras su marido comienza a gritar que lo haga, que acabe conmigo antes de que lo haga enojar en verdad. Los gritos cesan, se hace un breve espacio de silencio como los que antes usábamos para besarnos. La miro y logro reunir fuerzas para decirle que esté tranquila, que ya la he perdonado. Suspiro. Leticia... Leticia... Let...

Saulo Matasanos (Chetumal, 1993). Estudiante de Maestría en Apreciación y Creación Literaria en el Instituto de Estudios Universitarios. Coordinador y editor en Editorial Gazapo, colaborador en el fanzine digital Letrina, autor de la plaquette “Héroe y otros relatos”. Ha participado en el 1er Encuentro Literario del Sureste, el Encuentro de escritores “Hala Ken” de la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco y los dos Encuentros de Escritores “Bakhalal” de la Casa Internacional del Escritor de Bacalar. Becario Festival Interfaz Mérida, Yucatán, 2017. Correo electrónico: saulobernes@gmail.com

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Tras el registro de la memoria cancunense Lorena Careaga Viliesid El periodista y empresario editorial Fernando Martí presentó en fecha reciente el segundo volumen de su libro Cancún: fantasía de banqueros, la obra referencial por excelencia sobre el origen de este destino turístico (publicada en 1985) y que le valiera el ser nombrado Cronista de la Ciudad en 1992. Compuesto por 31 crónicas, este segundo volumen trata de explicar mediante la voz de sus protagonistas en qué se ha convertido la ciudad fundada en los 70. El texto que ahora publicamos fue leído por la autora durante dicha presentación y sitúa de manera lúcida y honesta los activos del libro actual, pero señala con puntualidad las deudas pendientes del cronista con la otra historia de la ciudad.

¿QUIÉN ES Y QUÉ HACE EL CRONISTA DE UNA CIUDAD?

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l cronista relata qué ocurrió, cuándo ocurrió, dónde ocurrió, cómo ocurrió y, si es posible, por qué ocurrió, siempre y cuando no se trate de su interpretación personal. Es decir, se ciñe a los hechos. Por ello, la crónica es la materia prima por excelencia de la nota periodística. Por ello también, al cronista se le pide “integridad sin identificación política”; a nivel personal por supuesto tiene, como todos, el derecho a su opinión, valores y convicciones, pero éstos no deben permearse a su tarea narrativa. Pensamos que el cronista documenta historias y costumbres, y en efecto, así es, y lo hace con concisión y precisión, siempre en aras de la verdad. En palabras de un lúcido cronista español: “El trabajo del cronista es altamente valorado por la capacidad de captación de lo más importante o novedoso en un suceso y de los detalles que

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resulten significativos o emocionalmente impactantes” y, podríamos añadir, incluso anecdóticos. Y cito nuevamente: “El cronista debe estar alejado de todo vínculo que pueda desvirtuar su crónica. Aunque los contactos con toda clase de personas y entidades son necesarios y, en ocasiones imprescindibles, esto no debe significar excluir de su crónica a ningún habitante ni suceso histórico de la población que representa, por lo que siempre deberá atender con la mayor objetividad posible cualquier dato histórico o acontecimiento local, independientemente de su condición y su opinión personal.” Un cronista echa mano de las herramientas de la historia, pero de una forma muy particular. Por supuesto hace uso de documentos, pero también y forzosamente de la metodología de la historia oral, es decir, aquella que consiste en entrevistar al informante clave, esa fuente viva de la historia, haciéndole preguntas pertinentes y dejándole hablar, dejando que fluyan libres los temas y quizá en momentos acotándolos o precisándolos con nuevas preguntas. Un cronista debe saber escuchar e identificar en el relato que escucha, los puntos destacados. Su tarea, sin embargo, no es reproducir tal cual la entrevista, ya que


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eso no es hacer crónica. Y dado que cada quien habla de la feria según le fue en ella, debe de confrontar y verificar numerosas veces lo que le cuentan, decantando la veracidad del relato y distinguiendo los puntos de vista, a la vez que respeta el de cada uno de sus informantes. Y ya que hablamos de historia oral, justo es decir que es muy difícil historiar lo contemporáneo. ¿Por qué? Porque sencillamente falta la perspectiva del tiempo, la distancia necesaria que permite ver los acontecimientos con más objetividad, desde varios puntos de vista, con mayor cantidad de datos, con desapego. Cuando queremos historiar el presente nos encontramos con cientos de temas, en una maraña de relaciones vivas y cambiantes. Sobre todo, somos parte de esa misma realidad que queremos narrar. De ahí que la crónica sea tan importante y el papel del cronista también. Pero de ahí, también, el reto de contar aquello que sucedió hace tan corto tiempo.

FANTASÍA DE BANQUEROS II Fernando Martí, cronista de Cancún, ha logrado hacer una excelente crónica de los últimos 32 años, con base en 31 entrevistas, en las que a veces están acotadas las pala-

bras textuales de la persona entrevistada, pero que mayormente es una narración muy bien escrita y caracterizada por una fina ironía. Encontró una resolución genial a una historia tan nueva como compleja y cambiante: un entramado de historias capaces de revelar distintos caminos, derroteros, direcciones, hacia donde se dirigen las múltiples facetas de una ciudad que apenas tiene 47 años. La variedad de temas que aborda incluso da para más: subtemas relacionados que se van entretejiendo con el relato y enriqueciéndolo. Así, a propósito del nombre de Cancún, con sus distintas ortografías y todos sus posibles significados, se abunda sobre el famoso cartógrafo francés D’Anville, primero en colocarlo en el mapa del mundo dieciochesco, y así vamos aprendiendo algo de cartografía, de heráldica, de toponimias, de fonética, de lingüística maya, y hasta de meteorología, mientras vamos saboreando —y a veces padeciendo— la historia de nuestra querida ciudad. Cancún está lleno de historias increíbles (¡qué placer y qué reto para el cronista!). A cada paso hay anécdotas que nos hacen exclamar “¡No puede ser!”, con auténticos signos de admiración. Una de ellas es la del aeropuerto en sus orígenes, escenas inolvidables que perdurarán alimentando el mito y la leyenda urbana: un jet 707 que aterriza por error en una pista clausurada, donde aún no había ni siquiera una torre de control de palitos, y por donde 47 años después todos transitamos en nuestros vehículos sin siquiera sentir un pequeño escalofrío de asombro. No nos falta historia. Nos falta la preservación de esa historia, el registro de la memoria, la visión de futuro que requiere el resguardo del pasado, aunque suene paradójico. Ese aeropuerto que hoy en día está en manos extranjeras, que es el negocio más productivo de Cancún, que destaca entre los aeropuertos de México y América Latina, aunque no haya una sala de espera internacional ni pantallas que avisen la llegada de los vuelos, ese aeropuerto es el lugar donde debiera abrirse una sala de exhibiciones con un concepto museográfico moderno, a través del cual se le cuente a propios y extraños la extraordinaria historia —completamente excepcional— de este destino turístico. En vez de eso, hasta con relación a la torre de control de palitos, que es sin duda uno de los principales símbolos de Cancún, hay experiencias tristes e indignantes, de descuido e indiferencia, de —y cito al cronista— “desamor absoluto por la suerte de la ciudad”. La primera casa de la zona hotelera, la Casa Maya, de José de Jesús Lima, es otro ejemplo, incluyendo la colección documental y fotográfica que albergaba cuando se la trasladó al Parque Kabah, antes de colapsarse por completo. Podría decirse que Fantasía de Banqueros II es también un atisbo a la historia económica y política del México contemporáneo, en el sentido de que, en el devenir de Cancún,

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están insertas las decisiones presidenciales, incluyendo las prácticas imprudentes de Echeverría y las suicidas de López Portillo, las manos invisibles de los gobiernos estatales, y los caprichos de los gobiernos municipales, quizá los más corruptos y costosos, así como también las decisiones y el control que ejercen numerosos inversionistas nacionales y extranjeros, muchos de los cuales son responsables del rosario de ilegalidades, incumplimientos, recriminaciones, acusaciones, fraudes y litigios que han asolado tanto a la zona hotelera como a la ciudad.

LOS FANTASMAS QUE NOS ACECHAN Debo advertir que un fantasma recorre estas páginas. Se esconde en una frase aquí, reaparece en un párrafo allá. Cuando inicié la lectura de esta crónica, tomé la decisión de abrirla al azar, y el azar me llevó a toparme directamente con el fantasma en la página 249. Empecé a leer y ¡oh sorpresa! Ese capítulo, a la mitad exacta del libro, no es sobre Cancún, pero tiene todo que ver con Cancún. Se trata de la increíble y triste historia del más grande y famoso destino turístico de México: Acapulco. El fantasma de Acapulco y sus ominosas lecciones: no le vaya a pasar a la Perla del Caribe lo mismo que le ocurrió a la Perla del Pacífico. El costo de desatender los problemas urbanos, ecológicos y sociales de Acapulco, sin duda ha resultado demasiado alto, y no parece haber vueltas atrás. El capítulo “De pueblo a ciudad”, uno de los más reveladores, es una excelente crónica de la planeación urbana de Cancún, a quien el cronista define como “la ciudad mejor planeada de la historia de México”, agregando un cauteloso “quizá” y un “en el papel” como advertencia. Sin entrar en detalles, lo que se puede decir a este respecto es que Cancún seguramente ha sido el mayor desafío a la planeación que ha existido en México. Todos, absolutamente todos los planificadores que alguna vez han tenido algo que aportar a la planeación urbana de Cancún —y por supuesto de la Riviera Maya— se han quedado cortos y por mucho. ¡Nadie le atina a los pronósticos!, con las consecuencias graves que ya padecemos todos los días. Hay quienes dicen que sí hay planeación, pero que siempre faltan recursos. Sin duda, pero también ha faltado la voluntad de apegarse a lo planeado. Se analizan en este apartado cuáles fueron los problemas de Cancún desde el principio: la ubicación, el tamaño físico, la expectativa demográfica, la traza urbana, la indiferencia de gobiernos estatales y de FONATUR ante las invasiones y el crecimiento desordenado, la falta de recursos y, aun cuando se tomasen medidas adecuadas, la rápida obsolescencia de los mejores planes. Frases lapidarias de la crónica describen mejor que yo el contenido de este

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A todo esto, ¿qué quedó fuera de la crónica? ¿Qué faltó contar? ¿Quiénes no fueron incluidos? Los protagonistas de esta historia ya no son banqueros, pero siguen siendo únicamente políticos y empresarios, como un eco del mito fundacional y de la primera crónica. La sociedad civil, los habitantes de Cancún, las y los cancunenses están sin duda ahí, pero no se oye su voz. capítulo: una ciudad colapsada, una ciudad divorciada de la realidad, una colección de parches urbanos desarticulados, un contraste escandaloso con la zona hotelera, un centro histórico que se muere de inanición, un ambiente de saqueo, una zona hotelera saturada y reventada donde seguir construyendo es un suicidio. Para mi fortuna, la lectura al azar me trasladó a otro capítulo, y en este caso el texto me arrancó sendas carcajadas. La afinada pluma del cronista se da vuelo para describir el extraordinario y caótico recuento del “peculiar rompecabezas” y “sabroso tuti fruti” que constituyen los nombres y numeración de las calles, avenidas, supermanzanas, regiones, manzanas y lotes de Cancún, o lo que es lo mismo, “¿Me puedes decir dónde diablos queda...?”, que así se llama este capítulo. Y por favor, que no se nos olvide la ironía: todo esto ocurre ¡en la ciudad mejor planeada de la historia de México! Me dio mucho gusto la mención que se hace del querido Max Vega Tato y sus intentos individuales por nombrar algunas calles, y ahora siento más respeto por los taxistas y admiro aún más la capacidad mnemotécnica de los carteros. No podían faltar en esta crónica Gilberto y Wilma, junto con una decena de huracanes y tormentas tropicales, que no por menores dejaron de ser temibles. En Fantasía de Banqueros II, la destructividad de los huracanes humanos va de la mano de los huracanes naturales, y hasta en ese rubro Cancún es el protagonista de lo más grande, lo más diferente, lo más insólito, lo más sorprendente, lo más inesperado. Me pareció un acierto incluir en esta obra el texto de Fantasía de Banqueros I, la original, uno de los libros más consultados sobre Cancún; “a must”, como dirían los anglos, si es que uno quiere saber algo de Cancún; probable-


mente durante mucho tiempo el único libro que existía sobre Cancún y que sigue siendo primordial dentro de una bibliografía que aún podría considerarse escasa, dada la importancia y el significado de esta ciudad. Asimismo, la obra enfoca su mirada hacia afuera, para incluir un análisis de la Riviera Maya, Cozumel e Isla Mujeres, para quienes Cancún resulta “un vecino incómodo”, por decirlo mesuradamente. Y aún más allá, nos acerca a las hermanas gemelas, pero deslucidas, de Cancún, donde la fantasía de los banqueros no tuvo el mismo éxito: Ixtapa, Huatulco, Los Cabos… Resulta interesante el apéndice, que revela dónde anda cada uno de los actores principales o al menos destacados de esa historia de historias. De igual manera, es muy útil el índice onomástico al final, que facilita la búsqueda de personajes y lugares. Excelente es también la edición, el diseño, el cuidado editorial, las imágenes que cuentan de manera paralela esta historia de historias. Si Fantasía I tenía, entre sus cualidades y aportes, un sinfín de imágenes invaluables, Fantasía II no se queda atrás. Leer Fantasía de Banqueros II brinda la oportunidad de reflexionar acerca de lo que significa vivir en una de las ciudades más jóvenes de México, en la mejor planeada, en quizá la más conocida junto con la CDMX, la ciudad líder del turismo mexicano. Y reflexionar también acerca de su desarrollo asombroso en tan solo 47 años, para preguntarnos qué le espera y cómo será cuando cumpla otros tantos.

LO QUE FALTA POR CONTAR Fantasía de Banqueros I termina con un capítulo subtitulado “Tratando de adivinar el futuro”. A 32 años, todos los pronósticos, salvo uno, la salida al mar, se hicieron realidad y con creces, más allá de cualquier expectativa, superando todo lo imaginado. Fantasía de Banqueros II cuenta también con un capítulo al final titulado “2050”, el Cancún de aquí a tres décadas. No dudo que será igual de sorprendente e inimaginable el derrotero de esta fantasía paradisíaca en la que vivimos, y me pregunto si para entonces habrá dejado de serlo, si todavía será una fantasía, una realidad o una pesadilla. Un paraíso o un infierno. A todo esto, ¿qué quedó fuera de la crónica? ¿Qué faltó contar? ¿Quiénes no fueron incluidos? Los protagonistas de esta historia ya no son banqueros, pero siguen siendo únicamente políticos y empresarios, como un eco del mito fundacional y de la primera crónica. La sociedad civil, los habitantes de Cancún, las y los cancunenses están sin duda ahí, pero no se oye su voz.

Fotografía: Agustín Labrada. Nada traerá la tarde.

El tema de la educación no se aborda para nada. ¿Es verdad que Cancún es una de las ciudades mexicanas con más universidades? ¿Qué impacto pudiera eso tener en nuestra sociedad? Tampoco está incluido el fenómeno religioso, si bien las maniobras de los Legionarios de Cristo dan para mucha tinta y papel, y no digamos la proliferación de toda clase de iglesias de corte cristiano. ¿Qué papel están jugando estas empresas de la espiritualidad en el devenir de Cancún? La violencia, la inseguridad y el crimen organizado con todas sus variantes y lacras son, por desgracia, otros aspectos que la siguiente crónica no podrá soslayar. Finalmente, el hecho que esta crónica carezca de bibliografía, subraya aún más la necesidad de abordar el tema de las publicaciones de y sobre Cancún, en especial aquellas que aportan a su historia: La revista Pioneros, Latitud 21, Cancunissimo, Tropo a la Uña, Esta boca es mía, Gaceta del Pensamiento, así como en general la prensa cancunense y por supuesto su bibliografía, hasta el día de hoy tan parca. Por fortuna, ahora se integra Fantasía de Banqueros II a esa lista, donde seguramente ocupará el lugar distintivo y destacado que le corresponde. Tropo Lorena Careaga Viliesid es antropóloga e historiadora. Su vida académica ha girado en torno a la historia de Quintana Roo, del Yucatán decimonónico y de la Guerra de Castas. Actualmente se desempeña como directora general de Cooperación Académica de la Universidad de Quintana Roo. Ha escrito numerosos libros, ensayos y artículos en revistas especializadas, tanto de México como del extranjero. Su más reciente obra es Invasores, exploradores y viajeros: la vida cotidiana en Yucatán desde la óptica del otro, 1834-1906 (Secretaría de la Cultura y las Artes de Yucatán, Col. Libro Abierto, 2016).

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Arguedas y Revueltas La intertextualidad latente * Jesús Koyoc Contrariamente a lo que se ha venido haciendo desde el surgimiento de la vida literaria de José Revueltas (1914-1976), es muy difícil hablar del Revueltas-hombre sin hablar del Revueltas-filósofo-político y del Revueltas-escritor: se le ha enterrado en el cementerio de los escritores periféricos, aun sin considerar la estética de sus textos, anteponiendo sus ideales y convicciones políticas que lo llevaron desde muy joven, y de manera recurrente, a las principales cárceles que el régimen priista había establecido en el país.

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pesar de esto, el hombre José Revueltas nunca renunció a sus ideas políticas y abrazó el encierro solo para remarcar que también los de afuera que se creían libres, vivían —y vivimos— en un encierro todavía. Prueba de esto es El apando (1969), escrita desde el Palacio Negro de Lecumberri, o Los muros de agua (1941), concebida con la experiencia del joven José Revueltas durante su encierro en las Islas Marías, sólo por mencionar un par de títulos dentro de la extensa obra del duranguense. José Revueltas no se limitó tampoco a escribir literatura: en primer lugar, no podía ignorar los hechos que lo rodeaban, y dejó que su contexto complementara su obra, y viceversa, estableciendo siempre un diálogo crítico con lo que pasaba a su alrededor: por eso su expulsión del Partido Comunista y, posteriormente, de la célula que él mismo había fundado, conocida como Los Espartacos. Tampoco se limitó a escribir textos creativos en los que dejaba ver su crítica a la realidad que vivía, sino que escribió, inevitablemente, textos que en algún momento de su vida lo colocarían como el principal ideólogo del Movimiento Estudiantil de 1968, y que lo llevarían a la cárcel de Lecumberri. Esta parte de su obra, la política y filosófica, es de igual forma la que lo lleva a las grandes discusiones que lo expulsan de las organizaciones que ya he mencionado líneas arriba. Dentro de este apartado, podríamos destacar Ensayo sobre un proletariado sin cabeza (1962), México, 1968: juventud y revolución (1971), entre otros. El duranguense fue asimismo un hombre rebelde en su formación académica, literaria y política. Si bien por hechos desafortunados tuvo que dejar la escuela cuando cursaba la secundaria, eso no lo limitó para ser un autodidacta comprometido con la sociedad y con la literatura. Lo paradójico es que ahora la academia se detenga a estudiar la obra de una persona que no concluyó su educación básica. Y aunque la parte más estudiada de su obra se encuentra dentro de su prolífica narrativa, Revueltas también incursionó en el género del teatro y la poesía. A este trabajo le concierne hablar sobre su narrativa breve, y más en especial, de un cuento titulado El dios vivo, que se incluye en el volumen de relatos Dios en la tierra (1944), de recién compilación en la Obra reunida de Revueltas. Y de todos los aspectos que se podrían escoger para estudiar dicho texto, iré por el camino del paratexto como detonante de la intertextualidad con la obra del peruano José María Arguedas (1911-1969). Hay que resaltar la importancia de estos aspectos en la obra de Revueltas y cómo dejan en claro la ideología política del duranguense (comunista), y su manera tan directa de poner en duda las instituciones religiosas: Los motivos de Caín (1958), Los días terrenales (1949) y, para concluir

con este apartado, Dios en la tierra, incluido en el volumen del mismo nombre, e incluso el título del cuento del cuál tomaremos la dedicatoria para estudiar: El dios vivo. Sobre José María Arguedas se ha de resaltar lo curioso de su caso: el quechua encerrado en el cuerpo del blanco, a raíz de la infancia vivida con la servidumbre quechua. Es importante destacar la bandera indigenista que el peruano toma. A diferencia de Ciro Alegría, contemporáneo suyo e indigenista, Arguedas escribe desde dentro, desde la provincia —como podemos recordar, esto en algún momento de su lucha le trajo una fuerte discusión con el argentino Julio Cortázar1, sobre quién y cómo debía pertenecer a Latinoamérica—. Tampoco debe olvidarse el latente bilingüismo en su obra.

LOS PARATEXTOS Según Genette, podemos entender por paratexto lo siguiente: [Define] el paratexto como lo que hace que el texto se transforme en libro y se proponga como tal a sus lectores y al público en general (Genette, 1987). Además

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l a t i n t a t e n t a de los elementos verbales (prefacios, epígrafes, notas, etc.), Genette incluye manifestaciones icónicas (ilustraciones), materiales (tipografía, diseño) y puramente factuales (hechos que pesan sobre la recepción, información que circula por distintos medios acerca de un autor, por ejemplo (en Alvarado, 2014: 3). Hay que saber también que estos paratextos pueden dividirse —lo cual no tiene que ser siempre así, ni siempre de esta forma— en paratextos autoriales y paratextos editoriales. Dentro de los editoriales podemos encontrar, en ocasiones, las portadas, los nombres de la editorial en las mismas, el uso de la tipografía, el material con el que se imprime y en el que se imprime, entre otros más. Entre los paratextos autoriales, claramente podemos ver los títulos de los libros2, los epígrafes y las dedicatorias, etcétera. Estos últimos dos pueden funcionar perfectamente como detonantes de la intertextualidad. Es más sencillo verlo en los epígrafes que en las dedicatorias, pero ambos pueden funcionar como esto, como nos hacen ver dos contemporáneos de Revueltas: Carlos Fuentes y Gabriel García Márquez, por tomar sólo dos ejemplos; podemos entender entonces, que un paratexto es además una forma de guiar una lectura3. En Aura se incluye, entre otros, un epígrafe de Michelet, de un texto titulado La bruja, lo cual, de acuerdo con el contenido del hipertexto, podría darnos una guía de lectura para comprender un poco más a los personajes de Aura y Consuelo. Por su parte, García Márquez, en Del amor y otros demonios, nos habla de la resurrección por medio de Tomás de Aquino, y cómo éste la aborda desde el cabello: de nuevo, tomando los textos —el hipertexto y la novela del colombiano— este epígrafe nos ofrece una guía de lectura para seguirle el paso a Sierva María. Pero no es siempre el epígrafe una guía con la

José María Arguedas con artesanos chilenos.

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que el escritor tiene que estar de acuerdo: en ocasiones, es necesario discutir con el mismo paratexto. En el caso de la dedicatoria de El dios vivo, que simplemente dice “A José María Arguedas” (Revueltas, 2014), el hipertexto sería el escritor peruano, además de la irrefutable referencia a su obra. Esto se justifica por la temática indigenista que el peruano trata, al igual que Revueltas. No es éste el único texto del duranguense que hace referencia a esta cuestión social. Como nos dice José Fuentes en La impronta indígena de José Revueltas: Revueltas dio lugar discreto, pero intenso y permanente a la problemática indígena. Por eso su escritura muestra la huella del indio, no sólo de los habitantes de México, también de los asesinatos en Guatemala y de los descendientes del Antiguo Imperio de los Incas. La presencia india es observable en sus novelas, narraciones breves, reportajes periodísticos, análisis históricos, políticos y culturales, sin olvidar el guion cinematográfico y en el texto autobiográfico (2014). Es claro, entonces, que este asunto social no es ajeno a Revueltas, si bien no es tampoco el fundador de la corriente ni tampoco el más importante. Hay fragmentos en donde Revueltas parece imitar a José María Arguedas, que, como ya se dijo, dejó latente en su obra el andar que tenía entre una y otra lengua, el quechua y el castellano, aunque por supuesto, Arguedas no fue el único que brincó las barreras del lenguaje en un mismo texto. El escritor mexicano, por su parte, transgrede las fronteras lingüísticas, brincando del yaqui al español. Escuchemos a los dos escritores por medio de sus textos. En primer lugar, Arguedas nos canta lo siguiente, moviéndose entre los ritmos del quechua y el español:


l a t i n t a t e n t a Eran más grandes y más extrañas de cuanto había imaginado las piedras del muro incaico; bullían bajo el segundo piso encalado, que por el lado de la calle angosta, era ciego. Me acordé entonces de las canciones quechuas que repiten una frase patética constante: “yawar mayu”, río de sangre; “yawar unu”, agua sangrienta; “puk-tik’ yawar-k’ocha”, lago de sangre que hierve (Arguedas, 1988: 11). Después Revueltas nos dice: Miró, inclinado como estaba sobre la silla de su caballo, sin que, no obstante, pudiera vérsele, la noche apretándolo, él mismo nocturno, hecho de negros elementos. —¡Yoris! (blancos) —gritó en su lenguaje yaqui—. ¡Yoris malditos! (2014: 194). Es importante resaltar otro elemento de la obra de Revueltas, y que por momentos se puede ver en la de José María Arguedas: la violencia. Como bien se sabe, en toda la escritura creativa —cuando no también en la crítica y la crónica— de José Revueltas está presente este tópico: basta presenciar la violencia con la que es tratado el cuerpo de los encerrados en esa magnífica prosa que es El apando, o cómo puede quedar encerrado el cuerpo entre dos bandos para luego terminar de manera brutalmente humillada como ocurre en Dios en la tierra, que de nuevo nos remite a esta discusión violenta entre la narrativa revueltiana y los discursos teológicos. Siguiendo con esta idea de los textos bilingües, Revueltas nos vuelve a hablar en yaqui, en repetidas ocasiones. Escuchemos algunas más: —Ahí está un yoreme (que quiere decir “hombre de la tribu yaqui”) —exclamaron, sin pavor, pues la ronda de los federales recorría Vicam-Pueblo para que los yoris, los blancos, no fuesen importunados por los indios (Revueltas, 2014: 195) Llevó la botella de bacanora a los labios para que penetrase por su cuerpo esa tristeza, esa obstinación, esa lujuria triste. “Yoris —pensó otra vez tercamente—, fiesta de yoris.” No lo invitaban, era como un animal, como un perro, cuando esa debía ser su casa (Revueltas, 2014: 195). De manera similar que con el peruano Arguedas, los sistemas de verdades y de poderes están en constante discusión. Como podemos leer en la cita de los yoreme en Revueltas, se busca que los hombres blancos no sean importunados por los indios, teniendo como medio a los soldados federales. En Arguedas no es tan violento el choque. Podemos pensar, en función de los sistemas de verdades, en el momento en que el niño Ernesto se topa con el muro de los Incas en el Cuzco, fragmento ya citado líneas arriba. Pero ese no es el único momento en el que se pueden

ver los sistemas de verdades en una lucha frontal. La escuela a la que llega Ernesto, como se ha mencionado en otros estudios, puede ser tratada como un microcosmos, como una representación de un país como lo es Perú, como lo es México. Ernesto continúa siendo el extranjero, como si trajera el exilio dentro de sí. Si pensamos entonces en la escuela como el reflejo del macrocosmos, estamos obligados a fijarnos en lo que rodea a este macro/microcosmos. Es ahí también donde las dos lenguas chocan; pero no sólo son las lenguas, sino los dos sistemas a los que responden. Para Ernesto, el personaje de Arguedas, esto es más latente. En Revueltas, la acción ocurre en campo abierto, no se limita a un espacio cerrado, lo cual puede llevarnos a múltiples interpretaciones. Si recordamos lo que se trató al inicio del presente trabajo, de que el paratexto es una guía de lectura, no sería tan descabellada esta idea de que el choque de los dos sistemas es más tangible para Ernesto, más que para la voz narrativa del cuento de José Revueltas. O también puede ser que, debido a la extensión de los textos a los que me refiero (Los ríos profundos —1958— y el cuento de Revueltas), el duranguense se haya visto en la necesidad de condensar en mucho menos páginas el fenómeno que se repite una y otra vez en la novela de Arguedas, de la cual podemos extraer un fragmento. Escuchemos: ¡Ay siwar k’enti! Amaña wayta tok’okachaychu siwat k’enti. Ama jhina kaychu Mayupataman urayamuspa, k’ori raphra, kay puka mayupi wak’askayta k’awaykamuway. ¡Ay picaflor!, ya no horades tanto la flor, alas de esmeralda. No seas cruel baja a la orilla del río, alas de esmeralda. No seas cruel baja a la orilla del río, alas de esmeralda, y mírame llorando junto al agua roja, mírame llorando (Arguedas, 1986: 37). Podemos ver, de nueva cuenta, esta transgresión de

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l a t i n t a t e n t a las fronteras del lenguaje en el peruano, la confrontación de sistemas de poder, ya que no hay que olvidar que este es un extracto, y no hay que olvidar lo que rodea a este fragmento del texto de Arguedas. Tenemos, entonces, claramente, un diálogo entre la obra de los dos autores. Y no es solamente por la dedicatoria, ni por el bilingüismo que se presenta en ambos textos. Lo es también por el uso de la violencia (que en Arguedas es más velado y dirigido hacia otras cuestiones sociales) en ambos textos. Podemos ver, entonces, que no es necesario que siempre haya un epígrafe o una cita para dirigir una lectura. La dedicatoria puede funcionar también como este intertexto, y en un caso como este —y bajo la concepción de que todo es una escritura, o que todo puede ser escrito—, el mismo nombre de la persona a quien va dirigido puede funcionar como hipotexto, mientras que la obra de dicha persona —siguiendo con el mismo hilo— puede ser el hipertexto. Tropo   Bibliografía Alvarado, M. (2014), Paratexto, Buenos Aires: Edición del Instituto de Lingüística de la Universidad de Buenos Aires. Rescatado: https:// tallerproduccionoralyescrita.files.wordpress.com/2011/03/paratexto-maite-alvarado.pdf Arguedas, J. (1986), Los ríos profundos y cuentos selectos, Caracas: Fundación Biblioteca Ayacucho. Fuentes, M. (2004) La impronta indígena en los escritos de José Revueltas, Pacarina del Sur. Edición digital. Rescatado: http://www.pacarinadelsur.com/home/huellas-y-voces/244-la-impronta-indigena-en-los-escritos-de-jose-revueltas Gil, S. (2006), Introducción a la literatura comparada, Valladolid: Universidad de Valladolid. Revueltas, J. (2014), Obra reunida tomo 3: Relatos completos, Ciudad de México: Ediciones Era / CONACULTA – Dirección General de Pu-

Fotografía: Rogelio Cuéllar (s/f). José Revueltas en la cárcel de Lecumberri. Tomado de José Revueltas. Iconografía (FCE, 2014).

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blicaciones /Gobierno del estado de Durango – Instituto de Cultura del estado de Durango / Secretaría del Estado de Guerrero / Universidad Autónoma de Coahuil. Sabia, S. (2005), “Paratexto. Títulos, dedicatorias y epígrafes en algunas novelas mexicanas”, en Espéculo, Revista de estudios literarios, Madrid: Universidad Complutense de Madrid. Zavalo, L. (2006), “Elementos de análisis intertextual”, en La precisión de la incertidumbre: posmodernidad, vida cotidiana y escritura, Ciudad de México: Universidad Nacional Autónoma de México. NOTA DEL EDITOR: El título original del ensayo de nuestro colaborador es El paratexto como detonante de la intertextualidad en un cuento de José Revueltas. Se ha modificado por razones estrictamente editoriales y con autorización del autor. Notas 1 Para más información al respecto, revisar la novela de José María Arguedas titulada El zorro de arriba y el zorro de abajo. 2 Hay que tener cuidado con esto: el título no es siempre un paratexto autorial. Por ejemplo en el caso de César Vallejo, si bien se han editado una serie de poemas que reciben el título de Poemas humanos, es ésta una publicación póstuma, que no había sido titulada por Vallejo. 3 El mismo Revueltas, por citar uno de sus poemas, Nocturno de la noche, escrito en 1937 y dedicado a Efraín Huerta. Si bien recordamos, 1937 está aún dentro de la primer etapa del poeta guanajuatense, quien escribe en este período buena parte de Los hombres del alba (ver Prólogo de Solana en la edición facsimilar de Los hombres del alba, publicado por CONACULTA en 2014), y aunque no es el único en usar el largo aliento, los poemas huertianos de esta etapa destacan, entre otras cosas, por este aspecto: versificación y poemas de largo aliento.

Jesús M. Koyoc Kú (Cancún, Quintana Roo, 1992). Estudiante de la licenciatura en Literatura Latinoamericana por la Facultad de Ciencias Antropológicas de la UADY. Ha impartido varios talleres en los estados de Yucatán, Quintana Roo, y Campeche. Ha publicado en la revista delatripa… narrativa y algo más, y Simulacro, de Tijuana.


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Don Quijote y el caso de doña Rodríguez De la descomunal y nunca vista batalla que pasó entre don Quijote de la Mancha y el lacayo Tosilos en la defensa de la hija de la dueña doña Rodríguez.

Un lunar escrito al margen José Castillo Baeza

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En memoria de Nilda Blanco Padilla

s bien sabido que Cervantes, en el Quijote, descompone la luz en muchas historias que revolotean alrededor de Sancho y don Quijote de la Mancha. Parece ser que esta proliferación de relatos, más evidente en la primera parte, no fue del agrado de muchos lectores, pues el mismo Cervantes —en distintos momentos de la segunda parte— alude a tales críticas, con mucha

ironía y no sin una sonrisa bien dibujada en la boca. Así lo observamos, por ejemplo, en palabras de Sansón Carrasco: —Una de las tachas que ponen a tal historia —dijo el bachiller— es que su autor puso en ella una novela intitulada El curioso impertinente, no por mala ni por mal razonada, sino por no ser de aquel lugar, ni tiene que ver con la historia de su merced del señor don Quijote. El propio don Quijote critica a su autor afirmando no saber por qué este introduce «cuentos ajenos, habiendo

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Cervantes muestra, en este relato escrito al margen, un mundo nuevo que está comenzando a formarse en su tiempo y que ya es bastante conocido para nosotros. Un mundo donde los marginados no tienen una opción real de existir y donde la simulación del político se impone a la ficción redentora que representa don Quijote.

Ilustración de Eleazar (artista plástico español, 1954). De la serie El Quijote en conmemoración del IV Centenario de la publicación de esta obra (2005).

tanto que escribir en los míos» , y aun enfatiza que con solo hablar de sus pensamientos, lágrimas y acontecimientos, hubiera podido Cervantes escribir un volumen todavía de mayor extensión. Más allá de la consciencia que el novelista tiene de su propio quehacer y de la mirada burlona hacia sí mismo, cabe mencionar que aun hoy el lector moderno que se acerca al Quijote suele considerar engorroso que el autor “se desvíe” de la historia personal o “caiga” en digresiones “aburridas”. Pero como el propio Cervantes dice: «podría ser que lo que a ellos les parece mal fuesen lunares, que a las veces acrecientan la hermosura del rostro que los tiene». La historia de doña Rodríguez y su hija es un lunar entre las páginas más comentadas de la segunda parte de la novela, puesto que se encuentra dispersada entre el reality descomunal que los duques construyen alrededor de don Quijote con el fin de burlarse él. Y dado que el relato no está contado de un tirón, sino que se desgrana a lo largo de diversas páginas, es posible que el lector esté más pendiente de las impensadas y tragicómicas peripecias que vive Sancho como gobernador de la ínsula Barataria o de los consejos políticos y morales que don Quijote brinda a su escudero. Tras la muerte de su esposo en Madrid «y con hija a cuestas, que iba creciendo en hermosura como la espuma del mar», doña Rodríguez llega al reino de Aragón para servir a la duquesa. Es ahí donde, entre lágrimas y lamentos, le cuenta a don Quijote que su hija ha sido deshonrada por el hijo de un labrador riquísimo. «[...] y,

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debajo de la palabra de ser su esposo, burló a mi hija, y no se la quiere cumplir; y, aunque el duque mi señor lo sabe, porque yo me he quejado a él, no una, sino muchas veces, y pedídole mande que el tal labrador se case con mi hija, hace orejas de mercader y apenas quiere oírme, y es la causa que, como el padre del burlador es tan rico y le presta dineros, y le sale por fiador de sus trampas por momentos, no le quiere descontentar ni dar pesadumbre en ningún modo». A través de las palabras de doña Rodríguez se nos revela que el duque, encargado de vigilar que se haga justicia en sus tierras, se niega a ello porque existen intereses económicos de por medio. En concreto, se trata de la ya muy conocida relación entre empresarios y políticos, donde los segundos responden a los intereses de los primeros. Y ante el peso brutal de la realidad y ante la impotencia, doña Rodríguez recurre a don Quijote para vengar sus agravios, porque la misión del caballero andante es «enderezar tuertos y amparar a los miserables». Es así que el duque decide organizar un duelo entre don Quijote (defensor de la víctima) y el hijo del labrador (el agraviante) para resolver el conflicto. Aunque podría parecer que el duque tiene la intención de hacer justicia, en realidad, solamente ve una oportunidad más para seguir riéndose a costa de don Quijote, pues, para aquel todo sigue siendo un juego. El duelo está próximo a celebrarse, ha llegado gente de todos lados a presenciar el espectáculo, los dos caballeros están próximos a luchar. Sin embargo, resulta que el burlador de la hija de doña Rodríguez ha huido a


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De lo que sucedió a Don Quijote con Doña Rodríguez la dueña de la Duquesa, con otros acontecimientos dignos de escritura y de memoria eterna.

Flandes, por lo que quien se encuentra detrás de la celada del rival de don Quijote es el lacayo Tosilos, a quien le han dado instrucciones precisas de lo que debe hacer. Tosilos, al ver a la hermosa muchacha decide no pelear y casarse con ella. La hija de doña Rodríguez acepta: «más quiero ser mujer legítima de un lacayo que no amiga y burlada de un caballero, puesto que el que a mí me burló no lo es». Parece que el relato terminará de manera feliz, pero el duque está furioso porque el espectáculo no ha salido como él quisiera. En esta parte, Cervantes abandona la historia y sigue contando las andanzas de don Quijote y Sancho, quienes parten a Barcelona pensando que se ha hecho justicia. Muchas páginas más tarde, cuando don Quijote ha sido derrotado por el Caballero de la Blanca Luna y ya regresa, enfermo de melancolía, a su aldea, Tosilos aparece por el camino y remata el relato: «el duque mi señor me hizo dar cien palos por haber contravenido a las ordenanzas que me tenía dadas antes de entrar en batalla, y todo se ha parado en que la muchacha es ya monja, y doña Rodríguez se ha vuelto a Castilla». Golpe de realidad no menor a los que ha recibido don Quijote a lo largo de la segunda parte. A diferencia de otros relatos interpolados en la novela, el caso de doña Rodríguez y su hija es tristísimo. Las mujeres quedan desamparadas, el labrador rico y su hijo no responden ante la justicia porque cuentan con la complicidad del duque que no piensa comprometer sus relaciones con los que ejercen el poder económico. Cervantes muestra, en este relato escrito al margen, un mundo nuevo que está comenzando a formarse en

su tiempo y que ya es bastante conocido para nosotros. Un mundo donde los marginados no tienen una opción real de existir y donde la simulación del político se impone a la ficción redentora que representa don Quijote. Un mundo donde la frivolidad aplasta cualquier posibilidad de justicia y de dignidad. El reality show del duque, de haber sucedido hoy, seguramente hubiese sido transmitido vía Facebook Live y más de uno hubiese aplaudido como foca porque, en medio de nuestra podredumbre social, transformar la tragedia del otro en espectáculo es cosa de presionar un botón. No es difícil imaginar lo que Cervantes dice sin necesidad de escribirlo: doña Rodríguez despedida y cansada camina por los campos de Aragón buscando acomodo en el mundo; su hija mastica la soledad eterna que vivirá encerrada en el convento hasta el final de sus días. La imagen cabe en el lunar de un rostro que es también nuestro retrato. Tropo

José Castillo Baeza (Chetumal, 1987). Es licenciado en Letras Hispánicas por la Universidad Modelo, y cuenta con una especialización en Docencia en la Universidad Autónoma de Yucatán. Ha publicado dos novelas: Hojas recicladas (IQC y Escuela Modelo, 2005) y Garabato (Secretaría de la Cultura y las Artes de Yucatán, 2014), y el libro de cuentos A la espera (2008). Actualmente se desempeña como profesor de Literatura e Historia en la Escuela de Creación Literaria del Centro Estatal de Bellas Artes. Parte de su trabajo literario y periodístico puede leerse en el sitio: www.hojasrecicladas.blogspot.com

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e n t r e v i s t a con

Dherzu Uzala

En Cancún encontré el sentido de mi mensaje Gena Bezanilla / Miguel Meza Inspirado inicialmente en el folclore urbano, que lo dota de una singular mirada —al principio surrealista, luego entre mística y fantástica—, Dherzu Uzala (México, 1985) necesitó poco tiempo para imbuir de un sentido social a su trabajo como muralista. Esta toma de conciencia —centrada en la preservación de los ecosistemas y las culturas— ocurrió en Cancún, donde desarrolló una estética muy personal de denuncia que lo ha destacado entre los modos de expresión del muralismo contemporáneo. Los personajes que habitan sus muros, seres místicos ancestrales con atuendos de colorido folclore, no solo cuidan y celebran el ecosistema donde viven, sino que lanzan un mensaje al espectador: no vivimos solos, somos parte de un todo y nuestras acciones tienen consecuencias no solo para nosotros sino para todo ser vivo.

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e n t r e v i s t a

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uego de más de quince participaciones como muralista en festivales, encuentros y colectivos —desde Cancún, Isla Mujeres, Playa del Carmen y Holbox hasta Cholula, Vallarta, Monterrey, Zacatecas y Los Ángeles—, en donde ha dejado una obra en mural como una auténtica huella de sí mismo, Dherzu Uzala comparte en la siguiente entrevista una serie de reflexiones sobre su evolución como artista plástico (que inició a los 14 años) y de su definición apenas hace tres como muralista con una clara conciencia de lo que quiere hacer y lo que quiere decir.

Los retos frente al muro “Comencé pintando paisajes (porque veía a Bob Ross) — recuerda Uzala— y luego fui integrando figura humana de manera surrealista, en cuadros tristes que reflejaban la etapa por la que estaba pasando cuando recién llegué a Cancún y no tenía claro a lo que me iba a dedicar. Pintaba por pasatiempo hasta que se me presentó la oportunidad de pintar un mural (poco antes de salir de la universidad) donde descubrí que no tenía sentido seguir pintando sin tener antes un mensaje que transmitir.” Era su primer mural (en un muro pequeño, de unos 3 m de alto por 6 de largo) y pensó que no lo terminaría en el tiempo estipulado (cuatro días). Aún no tenía idea de los tiempos para trabajar un mural en un festival, donde se trabaja contra reloj, así que lo más sensato fue pintar algo no muy complejo con pocos elementos, concentrando el detalle más en el personaje principal que en otros aspectos. Así, descubrió que el mural le permitía pintar con menos detalle, el cual se iba a perder dada la lejanía del observador, e incluso le daba la posibilidad de dejar “al-

Mural en Cancún.

gunos errores”, como salpicaduras de pintura u otros accidentes. Lo enfrentó también al reto de la textura de la pared, que absorbe más pintura si es rugosa, pues la brocha o pincel no entra en el poro, y a descubrir la técnica del aerosol, que sí entra en el poro. Finalmente, integró las ventajas de una pared que tiene ventanas, balcones o puertas, como elementos con los que puede jugar y adaptar al diseño.

Mural en Cancún.

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e n t r e v i s t a Todo esto lo fue aprendiendo sobre la marcha, durante sus participaciones en festivales donde tuvo la oportunidad de conocer a muralistas que admira, y de ver cómo pintan, cómo resuelven el espacio, de qué manera combinan los colores: así pudo pasar de una técnica de puras plastas, sin degradar el color, a una estética colorida de mucho más cuidado en el detalle y manejo de texturas. “Uno de los retos a los que aún me sigo enfrentando —confiesa el artista— es el de las proporciones: no es lo mismo pintar o dibujar en una hoja o lienzo, donde siempre ves todo el soporte y controlas la armonía, que en un muro donde la cercanía del trazo es tal, que solo alcanzas a ver una parte del dibujo. Así que debes alejarte frecuentemente del muro para verificar las proporciones”. Uzala comenta que otro reto de pintar en la calle es el clima, que lo expone a la incidencias de los elementos: del sol, tan fuerte a veces que no lo aguanta, y que lo obliga a detener la obra hasta esperar la sombra que caerá sobre su muro; o de la lluvia, que igualmente lo obliga a parar, pues de lo contrario corre el riesgo de que el agua deslave la pintura si está fresca.

en la calle, por el contario, no tiene más opción que ver el mural si pasa por donde se encuentra, pero no lo estaba buscando, quizá no lo quiere ver, quizá no le gusta, pero lo tiene que ver, porque está en un lugar público a la vista de todos. “Es como un anuncio espectacular publicitario —explica— que busca venderte algún producto. La diferencia está en que el mural te propone una idea que puedes entender o no; aunque también hay murales que solo son un adorno, que no tienen un significado, que son decorativos y solo se ven bonitos por sus colores y composición. Mis primeros murales eran así: pintaba personajes coloridos que transmitían cierta paz, pero no iba más allá de eso”.

Dos soportes: mural y caballete El también escultor e ilustrador habla del compromiso que implica los dos soportes con los que trabaja: el mural y el caballete. “Uno como espectador pensaría que pintar un cuadro es más sencillo que un mural. Pero no necesariamente es así. El trabajo a detalle en el lienzo es muy exigente, pues el espectador lo va a ver de muy cerca”. Incluso afirma: “el caballete es un poco más tímido, por así decirlo” y carece del alcance del mural. La gente que va a una galería busca ver arte; la gente que camina

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Mural en Cancún.


e n t r e v i s t a

El mural como denuncia “Ir más allá de eso” fue, entonces, su siguiente meta. Y la halló en esta ciudad: “El discurso o mensaje lo encontré en Cancún” —asegura—, donde vio una ciudad joven y en crecimiento que se puede explotar para bien o para mal, según donde se ponga el acento. “Pero como el hombre es muy codicioso, siempre está pensando en tener más: y mientras él esté bien lo demás no importa. Es así como comenzamos a destruir la naturaleza y lo seguimos haciendo, justo como pasó en Tajamar, donde vendieron un área supuestamente protegida para construir edificios. De esos acontecimientos nació mi discurso”.

En este sentido se identifica con el muralismo clásico, que comenzó en México como una denuncia, en aquel entonces con temas sociales como la injusticia laboral, el abuso de las autoridades sobre los indígenas y la diferencia de clases, pues estaban muy frescos los acontecimientos de la Revolución Mexicana. Ahora, los temas de denuncia han cambiado —pues cada época tiene sus problemas— y prevalece la preocupación ambientalista, la responsabilidad social y el cuidado de los ecosistemas en el planeta. Así, fue integrando a su estética colorida, a su técnica pictórica ya definida, una temática que combina varios elementos reinterpretados por su visión personal: deidades de nuestras culturas prehispánicas que de pronto son seres elementales con poderes mágicos, capaces de viajar en el tiempo “y que regresan para tratar de hacernos entender la importancia de cada ser compartiendo un mismo lugar, que debemos cuidar, pues cada acto nuestro, para bien o mal, directa o indirectamente, afecta a los demás seres que nos rodean”. En cada mural aparece un personaje o varios, casi siempre una deidad con un animal. Las deidades son robustas, antropomorfas, en su mayoría con solo cuatro dedos, lo que da a entender que no son humanos. “Son gigantes si los comparas con el hombre, y sus vestimentas son muy coloridas con patrones de las culturas indígenas: bordados, plumajes, aretes, collares y armaduras, todos inspirados en atuendos de la cultura azteca (mexica) y maya”. En cuanto a los animales, Uzala intenta transmitir, por un lado, su integración a la naturaleza, que les da lo necesario para vivir y a la que no explota, y, por otro, un énfasis en sus características físicas que son resaltadas por el artista. Por ejemplo, las manchas de un tiburón ballena no aparecen como tales sino como bordados o patrones con símbolos prehispánicos relacionados en este caso con el mar. Dherzu Uzala ha creado de esta forma un estilo muy personal que se reconoce de inmediato. El espectador que

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ve un mural con esas características (con esos personajes fantásticos con vestimentas prehispánicas, con esa combinación de colores, con esas luces y sombras para dar volúmenes) sabe que se trata de una obra de este artista que es muy consciente de su estilo y de su discurso. Desde 2014, cuando comenzó a pintar mural, a la fecha, en que su trabajo ya es conocido y valorado en Quintana Roo y el país, Uzala reconoce una evolución en su

Mural en Cancún.

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obra y evalúa lo que ha logrado y lo que le falta: “me gusta compararme conmigo mismo, no tanto con otros artistas, y trato de ponerme retos en cada nuevo mural para ir practicando cosas que aún siento que me fallan”. Por la calidad de su obra y su propuesta ha sido invitado a muchos festivales y encuentros, lo que le ha permitido viajar por gran parte de Q. Roo y conocer a muchos artistas con los que sigue teniendo contacto, que ahora son sus amigos y con los cuales se reúne a platicar “o nos ponemos de acuerdo para pintar un mural juntos”. Sin embargo, este reconocimiento lo ha enfrentado a las paradojas de la fama: él, que se sabe introvertido y que tiene un perfil más bien humilde, es ahora admirado por sus colegas y hasta muchos le piden consejo. “Nunca llegué a pensar que habría alguien que llegara a admirarme y mucho menos a pedirme alguna opinión de su trabajo”. Lo bueno de todo esto, admite, es que se va formando una red de amigos por toda la República, incluso de otros países. Y si bien aún no se le ha dado la oportunidad de salir a pintar fuera del país, no cree que falte mucho para que alguien lo invite, pues cree en la calidad de su obra. Sin embargo, sabe que para dar ese salto, tendrá que ingresar en una red de marketing: “el artista no sólo depende de su trabajo, sino de los contactos que tiene y de saberse vender; y ese es mi problema: soy introvertido.” Tropo


l a t i n t a t e n t a

La humildad, ¿virtud o debilidad? Héctor Hernández “El amor propio, al igual que el mecanismo de reproducción del género humano, es necesario, nos causa placer y debemos ocultarlo.”

E

Voltaire

n un versículo del antiguo testamento aparece una clara descripción de una cualidad del profeta Moisés: “Moisés era un hombre muy humilde, más que cualquier otro hombre sobre la faz de la tierra.” (Números 12:3, La Biblia de las Américas). No parece haber nada raro en esta afirmación hasta que pensamos en quién la escribió: ¡el propio profeta Moisés! ¿Pero cómo puede alguien ser humilde y al mismo tiempo presumir de ser el hombre más humilde de todo el planeta? ¿No dejaría de ser humilde una persona al afirmar que lo es?

Esta situación parece originar un tipo de paradoja pragmática en la que alguien contradice lo que dice mediante lo que hace. Es como si alguien dijera en voz alta: “Soy incapaz de articular una frase en voz alta”, al hacerlo estaría articulando una frase en voz alta y de esa forma estaría contradiciendo lo que afirma. Sin abordar ese tipo de cuestiones, se puede pensar que la humildad es una virtud simplemente pensando en su opuesto, la soberbia: un sentimiento de superioridad frente a los demás que suele llevar a tratarlos despectivamente. A primera vista podríamos pensar que, como la soberbia es un defecto, su opuesto debe ser una virtud. Pero no todos han visto la soberbia como un defecto. Por ejemplo, el filósofo alemán Friedrich Wilhelm Nietzsche consideraba que la soberbia es una virtud de hombres superiores que lleva a una honestidad absoluta consigo mismo y a una superación constante porque el soberbio siempre está buscando estar por encima de los demás y no lo oculta ante nadie. Y sin duda Nietzsche actuaba en consecuencia, pues consideraba su propia obra “el regalo más grande que

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hasta ahora la humanidad ha recibido”. Y comentó: “Tomar en las manos un libro mío me parece una de las más raras distinciones que alguien puede concederse —yo supongo incluso que para hacerlo se quitará los guantes, por no hablar de las botas…” De hecho, en su autobiografía los primeros tres capítulos son titulados así: Por qué soy yo tan sabio Por qué soy yo tan inteligente Por qué escribo yo libros tan buenos Sin embargo, el problema del soberbio no es cómo se siente consigo mismo, sino cómo ve a los demás. En una carta, Nietzsche comentó: “hoy no vive nadie por quien yo tenga interés; las personas que me agradan han muerto hace mucho, mucho tiempo”. Se podría pensar que esta actitud suele ser propia de los intelectuales ateos como Nietzsche, pero incluso entre ciertos líderes religiosos se ha encontrado una similar. Por ejemplo, entre los judíos surgió la leyenda de que en cada generación existen al menos 36 hombres justos que son quienes impiden la destrucción del mundo así como la existencia de diez justos en Sodoma hubieran evitado su destrucción. En el Midrash Rabbah hay un texto de un rabino que dice así:

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“En el mundo hay no menos de treinta hombres tan justos como Abrahán. Si hay treinta, mi hijo y yo somos dos de ellos; Si hay diez, mi hijo y yo somos dos de ellos; Si hay cinco, mi hijo y yo somos dos de ellos; si hay dos, esos somos mi hijo y yo; pero si solo hay uno, ese soy yo”. Se considera que un sinónimo de “soberbia” es arrogancia. La palabra “arrogancia” proviene del latín arrogare que significa apropiarse o tomar honores que no se merecen. Pero también exagerar las capacidades mentales que se tienen. El naturalista sueco Carlos Linneo consideró que nunca había existido un botánico ni un zoólogo más grande que él mismo y calificó su sistema de clasificación de especies de vegetales y animales como el “mayor logro en el reino de la ciencia”. Congruente con esta creencia propuso que su lápida llevara la inscripción Princeps Botanicorum (El príncipe de los botánicos). Sin embargo, Linneo como la mayoría de la gente de talento no requería alabarse a sí mismo. El filósofo Jean-Jacques Rousseau dijo que “no conocía a un hombre más grande en la tierra”, y el escritor alemán Goethe escribió refiriéndose a él: «Con la excepción de Shakespeare y Spinoza, no conozco a nadie, entre los que ya no viven, que me haya influido más intensamente». Pero no


l a t i n t a t e n t a es lo mismo alabarse a sí mismo que ser admirado por otros. Como dice un proverbio: “Que te alabe otro y no tu propia boca” (Proverbios 27:2). Cuando alguien realmente es digno de honra es muy probable que la consiga aun sin buscarla o procurarla llamando la atención. Un ejemplo nítido es el caso de Isaac Newton. El astrónomo inglés Edmond Halley escribió sobre él lo siguiente: «Ningún mortal puede aproximarse más a los dioses». Por supuesto, se puede objetar que Halley era amigo de Newton. Pero incluso el gran matemático alemán Gottfried von Leibniz, adversario de Newton en una prolongada, larga y áspera disputa sobre quién inventó el cálculo, consideraba sus aportaciones a las matemáticas “equivalentes a todo el trabajo acumulado que le había precedido”. Debido a que Newton nunca tuvo novia, alguien lo describió como “aquel que dominó el movimiento de todo cuerpo celeste, con excepción de las mujeres”. Newton fue enterrado en Londres, en la abadía de Westminster entre grandes personalidades y monarcas del Reino Unido. En su tumba hay un mensaje en latín que traducido dice: “Aquí yace lo que era mortal de Isaac Newton”. En el pedestal del monumento a Newton de 1732 hay un mensaje largo dedicado a él. La última parte dice así: “defendió en su Filosofía la Majestad del Todopoderoso y manifestó en su conducta la sencillez del Evangelio.
Dad las gracias, mortales, al que ha existido así, y tan grandemente como adorno de la raza humana.” El poeta inglés

Alexander Pope también escribió un epitafio para Isaac Newton que decía: “La naturaleza y sus leyes yacían ocultas en la noche; Dijo Dios “que sea Newton” y todo se hizo luz.” Pero en la abadía de Westminster no le permitieron ponerlo en el monumento. Es curioso que a ciertas personas imponentes se le compare con los dioses, la cuestión es si los dioses pueden ser arrogantes o no. Por ejemplo, hay quien ha pensado que el Dios del antiguo testamento es arrogante por la forma de abordar ciertos casos. Pero si suponemos que el Dios del antiguo testamento es omnipotente, omnisapiente y veraz, como se suele creer, entonces por definición sería imposible que sea arrogante, ya que no puede atribuirse algo que no pueda hacer, ni creer falsamente que tiene ciertos méritos que no tenga y mucho menos decir algo que sea falso. El problema es que con esas cualidades tampoco podría ser modesto porque la modestia implica reconocer los errores y defectos propios, o al menos las limitaciones, y una deidad así no tiene defectos ni errores ni limitaciones. Lo que sí podría manifestar es la condescendencia (positiva), en el sentido de no tratar a los demás despectivamente aunque todos sean inferiores a él, sino adaptarse a los demás y acomodarse a sus gustos por bondad. Si no se hace por bondad, se puede hacer lo que dijo Woody Allen: “Debemos ser modestos recordando que los demás son inferiores a nosotros”. En la arrogancia la gente se aparta de la realidad al creer estar en un nivel superior al que realmente se encuentra y auto-concebirse siempre como superior a los demás. Como

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l a t i n t a t e n t a

Fotografía: Agustín Labrada. Para llegar a ti.

dijo Napoleón: “Haríamos un gran negocio comprando al hombre por lo que vale y vendiéndolo por lo que él cree que vale”. Esta es una tendencia muy común en la humanidad. Los antiguos griegos llamaron despectivamente “bárbaros” (literalmente “los que balbucean”) a los extranjeros porque su lengua les sonaba como un balbuceo incomprensible (bar-bar.) Pero se cree que nuestros antepasados mexicas hicieron lo mismo al llamar “popolucas” (pol-pol) a ciertos pueblos vecinos. Esa actitud es la que en el fondo dificulta la equidad, la no discriminación y la solidaridad, y su libre desarrollo es el espíritu de la xenofobia, el racismo, la intolerancia y con frecuencia también de la violencia. Sin embargo, la humildad es compatible con un sano reconocimiento de las propias fortalezas y debilidades que puede llevar a alguien a sentirse cómodo consigo mismo y actuar con confianza sin ofender a los demás. En esos casos la gente no es arrogante, sino segura, y no teme expresar ciertas afirmaciones de auto-reconocimiento. Como el famoso ajedrecista armenio Levon

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Aronian, quien es conocido por su carácter afable, que recientemente dijo: “Me respeto mucho: ¡Soy mi jugador favorito de ajedrez!”. En síntesis, por sus efectos positivos en la paz con uno mismo y los demás, creo que la humildad es una virtud y su contraria, la soberbia o arrogancia, es un defecto, pero no solo por ser su contraria, ya que puede haber dos extremos opuestos que ambos sean defectos; más bien por las consecuencias negativas a las que lleva: engaño, hostilidad, envidia, odio, discriminación, intolerancia, etc. Tropo

Héctor Hernández (México, D. F.). Licenciado en Actuaría y Matemáticas, doctor en Filosofía de la Ciencia y doctor en Educación. Actualmente es profesor del departamento de Desarrollo Humano en la Universidad del Caribe.


pap i r o s

La negra risa Miguel Miranda No voy a pedirle a nadie que me crea Juan Pablo Villalobos Anagrama 2016 280 p.

A

unque la risa no está restringida a los humanos, solo los hombres y mujeres nos reímos intelectualmente, es decir, tenemos la facultad (y hasta la obligación) de provocar la risa entre nuestra especie. Está demostradísimo que reír es sano y provoca salud, algo que algunos evitan u olvidan, sobre todo cuando entramos al terreno de lo literario. En esta novela ganadora del Premio Herralde Juan Pabo Villalobos (Guadalajara, 1973) hace un homenaje a la facultad de la risa intelectual y utiliza la literatura como vínculo-vehículo y a la biografía como recurso rocambolesco de una ficción delirante que no se encuentra muy alejada de la realidad. Con un inicio potente en su planteamiento, Juan Pablo (el personaje) nos habla de su primo, afecto desde adolescente a los negocios de “alto nivel”, en un relato que va desembocando en la evolución de los —pésimos— negocios del primo, relatados con un humor negro que va in crescendo. La narración de sucesos es tan inaudita, pero al mismo

tiempo tan verosímil que provoca la risa inmediata: el lector cae en cuenta de que el relato es ficticio; sin embargo, la maestría de Juan Pablo (el escritor) lo lleva a sumergirse en la historia y vivirla y creerla hasta el final. Pero no solo el primo y las peripecias de Juan Pablo (el personaje) nos imbuyen en la trama, también el diario de Valentina, su novia que lo acompaña en su periplo y después se convertirá en su exnovia casi indigente. Y la madre. Las cartas de la madre de Juan Pablo (el escritor) son un auténtico homenaje a la ya de por sí homenajeada madre mexicana cada 10 de mayo, esa madre clase media, más sobreprotectora que una madre judía y tapatía por añadidura. La madre escribe en tercera persona y con una soltura que envidiaría una Sor Juana ex hippie divorciada. Juan Pablo (el escritor) se recrea en Juan Pablo (el personaje) en una novela que se antoja biográfica sin serlo y viaja a Barcelona a estudiar un doctorado “sobre los límites del humor en la literatura latinoamericana del siglo XX”. En este punto y en tono balbuceante, ya ha narrado las andanzas con su primo, quien ha sido cooptado y asesinado por la mafia, la cual, a su vez, lo asedia para construir en la Ciudad Condal un “negocio” de lavado de dinero. Mediante situaciones cáusticas y dislocadas intervienen los relatos de Valentina, quien también es escritora y va siendo testigo de la transformación de Juan Pablo debido a los pedimentos cada vez más agobiantes

de El Licenciado, líder visible de los mafiosos, junto con sus achichincles: un chino-catalán, un pakistaní sentimental y el “Chucky”, un matón diabólico-académico. También se apersona el primo de manera epistolar, de quien sabemos ya no transita por el reino de los vivos, dando indicaciones del “negocio” a Juan Pablo (el personaje). Juan Pablo (el escritor) entrelaza toda la historia y la lleva por todas las Ramblas, los parques, las plazas y las calles, por la Barceloneta en invierno; la adereza con personajes que sazonan con boludeces argentinas y poemas de Oliverio Girondo y Alejandra Pizarnik y hasta aparece un perro que se llama Viridiana, en un posible homenaje secreto a Buñuel y a Silvia Pinal. Escritor cáustico e iconoclasta, este mexicano que reside desde hace tiempo en Barcelona nos deja un final sin concluir, donde el lector tiene que sacar sus propias conclusiones, pero es la inteligencia del texto la que amarra la historia y seguramente le dejará un esbozo de sonrisa negra en la boca. Tropo

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pap i r o s

Manipulación y poder Juan Carlos Serrano

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Rendición Ray Loriga 2017 Premio Alfaguara PP.

a novela Rendición del escritor Ray Loriga es una fábula literaria sobre la manipulación que el poder ejerce sobre el individuo común, con el objetivo de que este se adapte al sistema impuesto. De esta manera, se va gestando la ausencia sistemática de la crítica, el pensamiento libre, la disidencia, con el consecuente castigo de la violencia, la represión y hasta la muerte de los infractores, si fuese necesaria. En un mundo convulsionado por una guerra global, divido en dos bandos, habrá un vencedor y un vencido. El personaje principal y protagonista de esta historia (un campesino de mediana edad) nos narra sus vicisitudes y las de su entorno como si llevase una cámara montada en su hombro, que nos acerca a los hechos, sin que podamos evadirnos, ni alejarnos demasiado de él y sus circunstancias. En una primera parte, el personaje nos relata la historia de sus orígenes. Jornalero en una Hacienda de regular tamaño, será capataz en poco tiem-

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po, y a la muerte del dueño, su viuda (bastante menor que el fallecido) lo seduce y lo convierte en el nuevo señor de la propiedad. De esta unión, habrá dos hijos, jóvenes al momento del relato, que están luchando en el frente, y de los que no volveremos a conocer su destino. Nunca sabremos si han sido apresados, si aún están con vida o si ya han muerto. Aparece en escena un huérfano de cinco o seis años, que no habla y que ellos deciden adoptar, al que le pondrán por nombre Julio y sobre el que mentirán alegando que es un sobrino cuyos padres han muerto en la guerra. En la segunda parte, nos iremos enterando de que la guerra está llegando a su fin y el protagonista y su familia han quedado del lado de los vencidos. El nuevo gobierno provisional les dará la orden de abandonar la comarca a ellos y a sus vecinos. Los obligaran a quemar sus casas y sus pertenencias, como una forma tal vez, de acabar con la memoria del pasado. Les propondrán un exilio obligado a un lugar de diseño especial al que denominan “La ciudad transparente”. Aquí el autor introduce un elemento fantástico. Al llegar comprueban que lo que se contaba era verdad. Esta ciudad es una inmensa media esfera construida de un material transparente, que resguarda en su interior una incontable cantidad de edificios hechos del mismo material. Las

características más importantes del lugar, lo constituye el hecho de que la luz es constante y permanente, impidiendo disfrutar del día y la noche. Si bien el tiempo transcurre como en el afuera, los habitantes para dormir usaran antifaces que le proporcionaran la oscuridad necesaria. Al ser todo transparente no existe la intimidad. A través de las paredes se ve todo pero no se escucha nada. No se percibe ningún tipo de olor. Los desechos humanos son inodoros. Al tiempo el protagonista irá descubriendo que el agua (que le denominan la cristalización) les causa a él y a los habitantes una sensación de placer, donde nada importa y todo se siente y se ve de un modo positivo, como le ocurre cuando comprueba que su mujer vive una relación paralela. Pero un día el protagonista en su soledad, decidirá experimentar evitando el agua. Deja de ducharse, de beber, es entonces que la nostalgia regresa. Comenzará a pensar nuevamente en sus hijos, a recordar su comarca abandonada, hasta que finalmente huye solo de la ciudad y regresa al pasado. Un pasado que lo hará reflexionar. Tropo


No deje de leerlos P intar sueños , crear palabras . D aniel C abrera P adilla (Edición de autor, 2017). Con una intención declaradamente didáctica, que busca que los padres de familia convivan con sus hijos leyendo, jugando con las palabras, cantando rondas o haciendo adivinanzas, el poeta quintanarroense Daniel Cabrera publicó recientemente su libro “Pintar Sueños, Crear Palabras”, una compilación de juegos verbales que conjugan estrategias de lecturas e incluye poemas para ser leídos en los distintos meses del año, con lo que se busca convertir la lectura en algo más divertido para los niños. Para Agustín Labrada —autor del prólogo de este volumen—, en los poemas para niños de Cabrera Padilla “convergen la tradición estrófica hispánica muchas veces asociada a los juegos, el imaginario televisivo-cinematográfico de los superhéroes y los ideales cívicos de la historia oficial en una amalgama que trae música, ternura y fantasía”. “Son textos en los que el autor se propone crear una suerte de oasis sobre un mundo que se va, ante la avalancha de la tecnología y su mal uso, lo que conduce a la frivolización y el vacío, (para que) niñas y niños tengan un contacto con el arte (de manera) lúdica y didáctica”. Daniel Cabrera Padilla (Chetumal, 1972) es profesor de enseñanza primaria. Como poeta fue formado en el Taller Literario “Syan Ka´an”, en Bacalar, en el grupo de la generación de los 90´s. A esa época pertenecen sus plaquettes de poemas Crisol del alba, El egoísmo de la flor y Piedra bestial. Tropo L a noche de la U sina . E duardo S acheri (Premio Alfaguara 2016). Situada en la provincia de Buenos Aires durante el llamado “corralito bancario”, esta novela coral relata el meticuloso plan de ocho amigos para recuperar el dinero de una estafa de la cual fueron víctimas. Los diálogos, que provocan más de una carcajada, dan vida a singulares personajes que a partir de su experiencia vital y su tenacidad por hacer justicia, involucran al lector en una historia plena de acción. El narrador, en ocasiones anticipatorio, permite armar los hechos a partir de la introspección psicológica y los diferentes puntos de vista de los protagonistas. Narrativa llena de suspenso y emociones encontradas. (MÓNICA AGUILAR ÁLVAREZ) T rabajar cansa . J avier M orales (Editorial Baile del Sol, 2016). Novela corta que describe los acontecimientos cotidianos, las relaciones interpersonales y la vida laboral de dos parejas frente a la incertidumbre económica española y plantea el inevitable derrumbe emocional de la persona cuando el amor o el trabajo se deterioran. A partir de la vida de los protagonistas Silvia y Félix, se alternan varios capítulos con dos historias independientes, que al paso de las páginas se entrelazan como piezas de un rompecabezas hasta cerrar con un final claramente chejoviano que le exige al lector un papel activo en la historia imaginando aquello que se calla. Novela que refleja la realidad de una época con situaciones que, como dice el autor, “sacan lo peor y lo mejor de cada uno”. (MÓNICA AGUILAR ÁLVAREZ)

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Papiros

La ebriedad poética Mariel Turrent Eggleton Terciopelo Violento Juvenal Acosta Tusquets 2003, 2017 194 pp.

“Para sobrevivirse, cada uno construye con sus caprichosos sustantivos el pequeño imperio de su historia”.

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ste es un libro para escritores, una metáfora de la escritura que seduce a los borrachos de ideas, enfebrecidos por plasmarlas. A los que buscan asir la quintaesencia sabiendo de antemano lo inefable de la empresa, pues cada historia escrita no es más que una vida menor, un pedazo del monstruo: del Frankenstein que va inventando a su creador. Terciopelo Violento, el segundo libro de la trilogía Vidas Menores, inicia con un prólogo que retoma el primer libro situándonos en el punto de partida: después de tres meses en el hospital, Julián Cáceres regresa a su apartamento y se derrumba en su sillón, mientras un chelo invocando a Bach, lo sumerge en el recuento de su vida. Aislado del mundo, se entrega a la escritura de un manuscrito que llegará a manos de sus amantes cuando decida abandonar definitivamente ese mundo.

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En el primer libro, el sexo abre las puertas de los universos internos, y los personajes encuentran una parte de sí mismos desconocida; sin embargo, en esta segunda parte, los personajes ya desnudos de toda apariencia, del sexo transitan al amor y al reencuentro. La novela consta de tres partes (diez, doce y diez capítulos respectivamente) en cada una de las cuales Acosta desarrolla un personaje diferente cuyas cuitas van completando el rompecabezas de la historia principal: Julián, Marianne, La Condesa. Abordando temas como la escritura, la muerte, el suicido y la pasión, el escritor no abandona ese tono seductor con el cual inició su trilogía. Valiéndose de un narrador que se va adentrando poco a poco en lo más íntimo de sus personajes —la narración poética de la situación de Julián, el diario erótico de La Condesa y la investigación obsesiva de Marianne para llegar a la raíz de los hechos— va zurciendo los retazos del pasado antes velado. Con gran dominio del lenguaje, Acosta se muestra como un autor culto, capaz de hacer una reflexión filosófica y entretejerla poéticamente con una intriga y escenas perversas del más refinado erotismo. El capítulo diez, último de la tercera parte, le da sentido a toda la novela. Es una obra maestra per se. Un valioso texto de dieciocho páginas brutales, poéticas, magistrales, en las que Juvenal Acosta expone el estado extático que

le provoca la escritura y se consagra como un escritor cuyos textos son considerados entre los más sensuales de la narrativa mexicana. Juvenal Acosta (DF, 1961) en su calidad de poeta, ensayista y narrador de lo urbano, asegura que su ambiente natural son las urbes. Actualmente habita en San Francisco y comenta que ahora percibe más sexual a la ciudad de México que cuando la dejó en 1986. Para él, escribir es mentir de forma verosímil, explicarse a sí mismo, para entender sus propias obsesiones. Y lo hace en un estado de ebriedad poética, asegurando que si la escritura no se hace en la embriaguez física o espiritual, no vale la pena. Tropo

Mariel Turrent Eggleton (México, D. F., 1967). Ha publicado los libros “Desde adentro” (aforismos) y “Cajón de muertes y amores” (cuentos), y “La jornada del viento” y “Desnudeces de agua” (poemas). Obtuvo el primer lugar en el segundo Concurso de Cuento Juan Domingo Argüelles (1999). Correo electrónico: marielturrent@gmail.com


Justicia y ambigüedad moral Ma. Ofelia Arruti Besar al detective Élmer Mendoza Literatura Random House 2015 256 pp.

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esar al detective es la cuarta entrega de la serie protagonizada por el entrañable personaje creado por Élmer Mendoza, el detective Édgar, el Zurdo, Mendieta. La novela empieza con una emboscada a la capisa Samantha Valdés, la jefa del cártel del Pacífico. En el tiroteo que se desata durante la emboscada, la capisa sale gravemente herida. Sangrando por nariz y boca, es trasladada de inmediato por su gente a un hospital para que la atiendan. Al mismo tiempo, los detectives el Zurdo Mendieta y Gris Toledo se encuentran investigando la escena de un asesinato. El muerto, Leopoldo Gámez, es un conocido adivinador y los detectives no tienen idea de quién habría podido querer matarlo. Por su parte, el Cuerpo, la conciencia lúdica de Mendieta, se divierte con la organizadora de la boda de Gris, que lleva a

goces inesperados al Zurdo Mendieta. Custodiada por la Policía Federal en el hospital de Culiacán donde se recupera muy lentamente, Samantha Valdés ya está preparando su huida y, para ello, le pide ayuda al Zurdo Mendieta a cambio de ayudarlo en sus pesquisas del asesinato del adivinador. Así, sin quererlo realmente, el Zurdo se ve involucrado en la fuga de la capisa, pero esta no sale nada bien y, en la nueva balacera que se desata, se hace evidente la colaboración de Mendieta con Valdés. El comandante Briseño, el jefe del Zurdo, le ordena que se esfume, pues se ha convertido en objetivo de la policía federal. Se entera entonces de que secuestraron a su hijo Jason y, con el apoyo del cártel, se traslada a Los Ángeles, donde Jason vivía con su mamá. Ahí, se topa con el FBI que quiere ayudarlo a encontrar a su hijo a cambio de que entregue a Samantha Valdés. Como dice la sinopsis de la editorial, “Besar al detective” es una novela policiaca donde se explora la ambigüedad moral que existe en el entorno del narcotráfico y en las distintas instituciones que supuestamente lo combaten”. No cabe duda de que Élmer Mendoza, considerado por muchos como el padre de la novela negra mexicana,

es un maestro de este género. Su peculiar estilo de integrar los diálogos en la prosa sin ningún tipo de marcas convencionales y los abundantes giros coloquiales que impregnan toda la novela le imprimen al relato un dinamismo trepidante. El narrador prácticamente desaparece y tenemos que adentrarnos en los pensamientos de los personajes a través de sus relaciones con los otros personajes que, con sus diálogos, nos van dando cuenta de la acción. Entre sus innovaciones estilísticas, hay algo que en lo personal no me gustó y es ese juego que hace con el uso de las mayúsculas y minúsculas que pueden confundir al lector inexperto y que, en mi opinión, no está de acuerdo con el carácter de miembro de la Academia Mexicana de la Lengua Española que ostenta el escritor. Pese a todo, es una novela que ningún lector debería perderse. Tropo

María Ofelia Arruti. Es traductora, editora y correctora de estilo. Radica en Cancún desde 2003.

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Papiros

Falacias del amor Roberto Parra Dorantes / Víctor Cantero Flores El Dr. Andrea Iacona (de la Università degli Studi di Torino) uno de los autores del libro Del amor y otros engaños, presentó esta obra en el marco del X Seminario de Desarrollo Humano de la Universidad del Caribe, celebrado en julio-agosto pasado. La siguiente es la reseña de ese trabajo en colaboración especial para esta revista. Díez, José A.; Iacona, Andrea Del amor y otros engaños. Breve tratado filosófico sobre razones y pasiones Salamanca: Alpha Decay 2016 160 pp.

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enemos creencias sobre muchas cosas: sobre nosotros mismos, sobre las personas que nos rodean y, en general, sobre el mundo en que vivimos. Cuando nos enamoramos (como Romeo de Julieta), formamos creencias: que somos los más afortunados por encontrar a alguien tan especial, o que somos muy guapos e interesantes dado que tal persona se interesó en nosotros, que la persona que amamos es la más bella y virtuosa sobre la tierra, y que el mundo es un lugar

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hermoso lleno de esperanza. ¿Por qué creemos esto? ¿De dónde vienen tales creencias? Y lo más importante para los autores: ¿hay justificación para tenerlas? ¿Realmente hay buenas razones para creer todas estas cosas cuando nos enamoramos? Responder estas preguntas es el objetivo del libro Del amor y otros engaños: Breve tratado filosófico sobre razones y pasiones de Andrea Iacona y José A. Díez. El objetivo de este ameno y divertido libro es estudiar los fundamentos de nuestras creencias cuando estamos enamorados. El resultado de este estudio puede parecer negativo, pues los autores arguyen que, en el fondo, no tenemos realmente buenas razones para creer lo que creemos cuando estamos enamorados. Esto puede sugerir una concepción negativa y sombría de la condición humana. Sin embargo, los autores insisten que su postura no requiere esta visión negativa: aunque estar

enamorado no sea algo racional, bien puede ser positivo en muchos sentidos. Por ejemplo, al estar enamorado, podría estar dispuesto a hacer ciertas cosas buenas o provechosas que de otra manera hubiera sido muy difícil hacer. Los autores afirman que la gente enamorada tiene muchas creencias amorosas injustificadas. Y, pese a no tener una justificación, la gente cree sinceramente que sí la tiene. Esto es lo que les permite a los autores pensar que quienes se enamoran son presa de un autoengaño: se autoengañan al creer que tienen una justificación para sus creencias amorosas irracionales. Para explicar mejor este mecanismo los autores echan mano del concepto de creencia de segundo orden, es decir, una creencia acerca de otras creencias. Una persona puede, en general, tener creencias sobre sus propias creencias; y estas creencias, como cualesquier otras, pueden estar acertadas o


Fotografía: Agustín Labrada. Eternizadamente

equivocadas. En particular, una persona enamorada generalmente tendrá la creencia sincera de que sus creencias amorosas (falsas) están bien justificadas. En eso consiste este tipo de autoengaño, que a su vez lleva a los enamorados a caer en una serie de falacias o creencias irracionales. Los autores examinan algunas de ellas. Varias de estas falacias involucran un proceso de racionalización, es decir, un proceso por medio de cual los enamorados tratan de justificar sus creencias irracionales —por ejemplo, cuando alguien justifica continuar con una persona amada que es infiel y siempre llega tarde, diciendo que seguramente ha habido mucho trabajo extra en su oficina las últimas semanas. También entre las falacias que examinan está el fenómeno del wishful thinking (expresión común en el inglés, traducida a veces como ‘creencias motivadas’, o ‘ilusiones vanas’): creer que algo es verdad

simplemente porque se desea que así sea. Digamos que estoy enamorado perdidamente de Ella. Y creo que Ella también lo está porque creo que su trato conmigo es especial. Sin embargo, puedo ver que su trato no difiere del trato amable que Ella da a todos sus colegas de la oficina. Así, mi creencia de que ella está enamorada de mí está injustificada. Es mi fuerte deseo de que mi amor sea correspondido lo que hace que crea esto. Hacia el final del libro, los autores examinan cuatro casos en los que están presentes varias falacias. Estos son el caso del amor escindido (¿qué es lo que pasa por la mente de quien cree amar a dos o más personas al mismo tiempo?), el caso del don Juan (¿qué lleva a alguien a seducir a tantas personas pueda, y por qué cae en sus manos alguien más?), el caso del príncipe o la princesa (¿por qué las personas esperan siempre al hombre o mujer perfecta?) y el caso de lo que los autores llaman “el terrorista emocional”: aquella per-

sona que quiere controlar a otra diciéndole que la ama, y luego la deja, para después decirle de nuevo que la ama, y así indefinidamente. Para cerrar el libro, los autores muestran que las falacias también aparecen al momento en que el amor se acaba, y examinan la serie de creencias injustificadas en las que los enamorados pueden incurrir cuando se percatan que ya no se aman. Aunque los autores nos advierten que su libro no busca tener utilidad práctica, y que quizá no nos ayudará a prevenir los efectos negativos del enamoramiento, creemos que esta obra, contrario a lo que los mismos autores afirman, puede ser de utilidad para comprender, en nuestros momentos más reflexivos, qué nos pasa cuando estamos enamorados y aminorar algunos de los problemas que puede traer consigo. La lectura de este libro es agradable y entretenida, pero al mismo tiempo arroja luz sobre la condición humana. Tropo

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Papiros

Ideas prácticas para unas finanzas sanas Silvia Singer Cuentos de terror financiero Humberto Vergara Ediciones Money Kids 2017

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a educación es una herramienta necesaria para hacer buen uso de los instrumentos financieros disponibles en nuestra vida diaria; nos permite tomar elecciones que se refieren al uso de nuestro dinero. Las personas necesitamos planear nuestros ingresos y gastos, establecer metas y diseñar estrategias para cumplirlas. Una administración adecuada y responsable de nuestros recursos monetarios nos ayudarán al buen manejo de nuestras finanzas personales. Con ejemplos y un lenguaje sencillo, Humberto Vergara nos lleva al terreno práctico de la vida diaria. En Cuentos de Terror Financiero se combina el uso de instrumentos financieros con historias imaginarias de terror, para comunicar temas

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como el ahorro, la planeación, el buen uso de los créditos y la elaboración de presupuestos y cómo ajustarse a ellos. Esto con el fin de estar mejor preparados para enfrentar situaciones imprevistas que puedan afectar nuestras finanzas personales, como por ejemplo contar con un seguro. Además, nos invitan a no confundir las finanzas personales con las finanzas empresariales, y otros temas que nos ayudarán a mantener nuestras finanzas personales sanas. El adecuado manejo de las finanzas inicia con una planeación que nos permitirá ser capaces de establecer metas, con orden y constancia. Es importante fortalecer el vinculo de la educación financiera con la toma de decisiones, ya que nuestras necesidades son muchas, pero los recursos para satisfacerlas, incluyendo nuestro tiempo y dinero son escasos. De aquí la importancia de divulgar el conocimiento económico y financiero que nos ayude a generar consumidores mas informados y críticos, así como a descubrir nuevos horizontes de conocimiento.

Con libros como el de Humberto Vergara se demuestra una vez más que las finanzas son para todos, que aprender para organizar adecuadamente nuestra economía personal y familiar nos permite crecer y desarrollarnos en nuestro contexto cercano y mejorar como país en lo colectivo. La educación económica y financiera es fundamental en estos tiempos y para que ésta se integre a la cultura de lo cotidiano debemos sumar esfuerzos en la divulgación de los conocimientos básicos de Economía y Finanzas, es fundamental utilizar estrategias sencillas que sean cercanas a nuestros públicos: libros, talleres, ferias y desde luego los museos, juntos vamos construyendo un colectivo de comunicación, que poco a poco irá rindiendo frutos y estos se harán notar en el manejo de las finanzas personales y en el bienestar de los individuos, familias y comunidades. No se trata de una tarea sencilla, habrán de pasar varias generaciones, pero hemos iniciado el camino y celebro que a este esfuerzo se sumen iniciativas como la de “Money Kids” y los “Cuentos de Terror Financiero”. Tropo


Juventud a ritmo de Helter Skelter Habib Sánchez

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Las chicas Emma Cline Anagrama, 2016 344 pp.

mma Cline debuta como escritora con Las chicas, ganando elogios por parte de la crítica y dejando un precedente de lo que puede dar en su futuro literario. Ha sorprendido también la elección de su inspiración: los asesinatos perpetrados por la familia de Charles Manson. La narración ocurre en dos tiempos. El actual, donde la protagonista, Evie, acaba de perder el trabajo y vive retirada en la casa prestada de un amigo. Visitada por una pareja de jóvenes, se detonan los recuerdos y la otra narración: la de su juventud, en un rancho alejado de California en el verano de 1969. Llega ahí por casualidad, por una discusión con su madre divorciada y el encuentro con una belleza pálida y de cabello negro, Suzanne. Esta última será coprotagonista y objeto de la devoción de Evie, desarrollando una compleja relación de amigas, hermanas y amantes que se pondrá a prueba en más de una ocasión. En el relato conoceremos a Las chicas, sus distintas personalidades, sus espectros emocionales y la veneración

por Russell, el gurú y líder de la comuna. Él las ha guiado en su visión de un nuevo orden social y las arrastra en la decadencia y su sueño de fama. Drogas psicodélicas, manipulación mental y sexual son solo algunos de los medios con los cuales Russell logra doblegar la voluntad de sus seguidores, orillándolos poco a poco a una tragedia visible. Nos convertimos en parte de esa comuna gracias a la narración reflexiva y pausada, sin ser lenta, de Evie, ya como una mujer madura y sobreviviente de los embates de una juventud de excesos, y las consecuencias posteriores. Ella expone su visión sobre los procesos de la transición a la adolescencia como la búsqueda de aceptación, de una personalidad propia y la difícil afinidad que uno puede tener con la persona en que se está convirtiendo. Muestra sus ideas sobre los hábitos y pensamientos de las mujeres de ese entonces, y lo que las actuales conservan de ellas. Emma Cline dosifica la tensión obligándonos a volvernos adictos a su prosa. Retrata varios aspectos vulnerables de la juventud como la rebeldía hacia los padres, la segregación social y la falta de autoestima. Hace uso de la familiaridad en los recuerdos del lector para promover la empatía hacia Evie y otros de sus personajes. Nos asfixia con un ambiente opresor, construido por el relato de la infancia desgarrada de un grupo de chicas y su lucha constante contra los depredadores de una sociedad que les pres-

ta atención hasta ya demasiado tarde. Las semejanzas entre la historia original y la ficticia también son puntos fuertes en la novela. Cline creó una amalgama de hechos con base en los que constituyen el mito real, como el asesinato de Sharon Tate. Pero esos detalles son simples cuadros en la pared, un gancho para empujarnos a leer la novela; a medida que avanzamos cambia ese tema por uno más común, pero no por eso menos impactante. La escritora pudo hacer un relato más del famoso sociópata, pero se aleja y enfoca en aquellas chicas que cometieron varios crímenes en nombre de él y que, sin embargo, durante el juicio no perdían su sonrisa. ¿Qué las llevó a ello? ¿Cuáles fueron las consecuencias? Emma nos recuerda que muchas de nuestras decisiones de vida no dejan una lección, sino enormes cicatrices que duelen para siempre. Tropo Habib Sánchez. (Mérida, Yucatán. 1993). Ha tomado distintos talleres, incluyendo el de Creación literaria y Laboratorio de poesía del CCL. Participó en la coordinación del Festival de Cultura del Caribe 2017, zona norte. Becado del Festival Interfaz-ISSSTE, 2017.

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Coleccionar faros Guadalupe Gerónimo Salaya Cuaderno de faros Jazmina Barrera Fondo Editorial Tierra Adentro 2017

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ue en la niñez que Jazmina tuvo el deseo de atrapar las aves del jardín de su madre. Un instante es todo lo que pedía para admirarlas. Las ganas hicieron que aprendiera a manejar una cámara Nikon. El vuelo de aquellos colibríes quedaría eternizado en una imagen palpable y la pequeña podría admirarlo cada vez que quisiera. Sin embargo, todas las capturas salían movidas, e invariablemente aparecía un lado borroso en la fotografía. Sin embargo, esos intentos de conservar las aves con el disparo de la cámara fueron el primer acercamiento a la tarea imposible de terminar una colección. La obsesión por objetos inasibles regresó en un viaje a la ciudad de Newport, ubicada en el estado norteamericano de Oregon, a la orilla de un mar grisáceo, durante un via-

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je familiar donde Jazmina se hospedó en el sueño de cualquier lector, el Sylvia Beach Hotel. Las habitaciones de esa casa eran temáticas, el decorado cambiaba de acuerdo a la época y personalidad de un escritor famoso. El avistamiento del faro de Yaquina Head en esos días de playa coincidió con la lectura de la novela To the Lighthouse, de Virginia Woolf. El faro de Oregon y el faro de Woolf la motivaron a documentarse sobre la historia de estas edificaciones y la relación que tienen con el mar. La lectura absorbente de su figura, desde la literatura y la arquitectura, desembocó en los deseos de conocerlos. Cuaderno de faros es el libro de ensayos en el que Jazmina Barrera cuenta las visitas a los faros de Yaquina Head, Jeffrey’s Hook, Montauk Point, de Goury, Blackwell y de Tapia. Este cuaderno es la bitácora de una coleccionista. Barrera menciona que escribir es un modo de estar en el mundo. Ahora bien, estos ensayos —que comenzaron desde sus años de becaria de la Fundación para las Letras Mexicanas— tomaron el tono del cuaderno de bitácora de un farero sobreviviendo a la soledad de la isla.

En un ensayo Jazmina confiesa que en un principio vivir en New York fue como estar encerrada dentro de un faro, era sobrevivir a la angustia causada por la falta de horizontes en una ciudad de rascacielos. Temió que su pensamiento se acortara sin el estímulo visual de unos bordes, mientras que escribir sobre faros se volvió el modo de resistir: (…) cuando visito faros, cuando leo o escribo sobre faros, me voy de mí. A algunos les gusta mirar dentro de los pozos. A mí me da vértigo. Pero con los faros dejo de pensar en mí. Me alejo en el espacio y voy a lugares remotos. Me alejo también en el tiempo, hacia un pasado que sé que idealizo, en el que la soledad era más fácil. (…) Es difícil hablar de los temas asociados a los faros: la soledad o la locura. A la manera de la ensayista, Jonathan Franzen encuentra un escape por medio del coleccionismo. Jazmina sabe que la crisis personal de este escritor fue controlada por el anhelo de observar pájaros de diferentes lugares del mundo, una pasión parecida a la que ella siente ha-


esta reencarnación de Polifemo es aceptar que nunca verá todos los faros del mundo, los que nunca existieron más que en la ficción y los extintos, como sucedió con el de Alejandría. La colección de faros va más allá de la simple acumulación de réplicas en miniatura, mapas y libros. Coleccionar es contemplar y aprehender experiencias mediante el ensayo. Cuaderno de faros es una bitácora de imágenes en la mente de Barrera, los viajes familiares, en compañía de amigos o realizados con fines académicos. Al final la colección consiste en rescatar historias de la humanidad junto al mar en el que el faro fue mediador: Jazmina Barrera.

cia los faros. En un ensayo escribe sobre un viaje que Franzen realiza a una isla de Chile para soltar las cenizas de David Foster Wallace. A diferencia de ellos, ante un inminente suicidio, Wallace no pudo sortear el fin del escapismo una vez que finalizó la novela Infinite Jest (1996). La ficción era lo que daba dirección a su vida, la huida que le permitía crearse un sentido, tal como las colecciones de aves y faros que a su vez terminaron siendo material de creación para los ensayos de Franzen y Barrera. “Quizás es cierto que me gustan los faros porque soy desorientada. Me siento todo el tiempo a la deriva y por eso la imagen del marinero perdido en altamar me parece tan angustiante”, se lee en Cuaderno de faros. Encontrar faros en la ficción, analizar lo que significan dentro de la trama y la repercusión que tienen en los personajes, permitió a Jazmina deducir la cercanía con la condición humana, principalmente hacia quien vive en carne propia la soledad y el tedio de habitar estas construcciones: el guardafaros. En todo el libro hay características, anécdotas y testimonios de antiguos fareros. Seres solitarios que deben sobrellevar los días

en el mar, al modo de cualquier marinero, lejos de las poblaciones y a la intemperie de catástrofes marinas, a favor de salvaguardar el faro que debe encenderse y guiar a las embarcaciones, o advertir de zonas peligrosas. En otros ensayos desmitifica el imaginario romántico del guardafaros y asegura que han existido comunidades alrededor de los faros, mujeres que fueron fareras y familias del guardafaros viviendo con él noches de mar embravecido por tormentas. En la lectura de La corrupción de un ángel (1974), novela de Yukio Mishima, el huérfano Toru es un faro más que pasa el día observando el mar. Cuando es adoptado y alejado de la estación de transmisiones en la costa, los problemas comienzan y más tarde pretende suicidarse. Jazmina se pregunta si el cielo vacío con el que cierra el libro sería visto por Mishima mientras se realizaba el seppuku. Es después de esta lectura que la ensayista decide concluir la colección de faros: “Me estoy enamorando de una idea de belleza que por momentos se parece demasiado a la muerte. Ciertas colecciones estarán para siempre incompletas y a veces es mejor no persistir”. Terminar la obsesión hacia

Me pregunto si algún día serán abandonados por completo, si entonces volverán a ser templos de fuego para el mar, fetiche de supersticiosos y esotéricos que conocerán las leyendas de naufragios, de fareros y fantasmas que los rodean. O si se volverán (como parece ser su destino) hoteles, museos, reliquias para el disfrute de millonarios, retirados, arqueólogos, historiadores y curiosos. Ya despojados de su función se vuelven objetos coleccionables. Desde el ensayo Jazmina es la última farera de la memoria de estos faros de la ficción, del pasado remoto y los que nunca serán vistos pero que sabemos que están en alguna playa gélida o tropical. Tropo Guadalupe Gerónimo Salaya (Tabasco, 1992). Egresada de la Licenciatura en Literatura Latinoamericana de la Universidad Autónoma de Yucatán. Es columnista sobre temas de educación y literatura en el periódico Milenio Novedades. Ensayos, entrevistas y artículos suyos han aparecido en las publicaciones de arte y cultura Tropo a la uña, Morbífica y Unicornio, Suplemento Científico y Cultural del periódico PorEsto! Fue becaría en el Encuentro de Literatura “Los Signos en Rotación” del Festival Interfaz-ISSSTE, Mérida 2014.

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Infancias seductoras y maléficas Svetlana Larrocha

A Virginia, para quien lo único que Alicia tiene en común con Lolita y Caperucita es la infancia.

Los pedófilos que se las arreglan para vivir con la vergüenza de su deseo, y nunca realizarlo, merecen una maldita medalla. Nymph()maniac

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Territorio Lolita Ana V. Clavel Alfaguara 2017 256 pp.

n Territorio Lolita, el libro más reciente de ensayos de Ana V. Clavel (Ana Clavel), se explora una vez más un área que tiene génesis en sus libros anteriores — Las ninfas a veces sonríen (Alfaguara, 2013) y El amor es hambre (Alfaguara, 2015)—, donde las ninfas son las protagonistas entre el amor, el deseo y la perversión. Territorio Lolita se divide en cuatro secciones: “Lolita: fundación de un mito”, donde se aborda el tema del personaje creado en 1955 por Vladimir Nabokov. El término “Lolita” describe a aquellas preadolescentes y adolescentes que —bellas e “ingenuas”— indujeron deseos prohibidos en hombres maduros y “perver-

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tidos”. Un recuento interesante del ruso que, en 1922, tradujo a su idioma Alice in wonderland (1865), lo que seguramente fue el inicio de su obsesión por las ninfas perversas. En el segundo segmento, “Algunos antecedentes del deseo edénico”, se habla de Alice Liddell, la niña a quien el autor de Alicia en el País de las Maravillas fotografió con embeleso. “Mucho se ha hablado de Carroll como pederasta pero, hasta donde sabemos, él sólo contempló, se fascinó y fotografió a muchas niñas, incluida la protagonista de su libro”, sentencia Ana; sin embargo, este personaje “sí contribuyó a forjar el mito (…) su imagen aparece y desaparece en los entretelones de un diario censurado (…) pero sobre todo resplandece en las imágenes que le tomó Carroll con la seducción y belleza del misterio fotográfico”. Posteriormente, menciona que Meritxell Torrent Lozano, en su ensayo “De Lolita y otros males”, ve en el personaje Salomé un antecedente bíblico de Lolita, porque en realidad la hija de Herodes Filipo I y Hero-

días era una niña, el arquetipo de niña-hembra que seducía para conseguir sus propósitos, por muy distorsionados que fueran. Personajes míticos como Helena de Esparta (también conocida como Helena de Troya, raptada por Teseo siendo una niña), o reales como Virginia Clemm, de trece años (prima-esposa de Edgar Allan Poe), y Murasaki, de nueve años, amor idealizado del príncipe Genji (en Novela de Genji, Romance de Genji o Historia de Genji, de la japonesa Murasaki Shikibu), son presentados para mostrarnos ejemplos de estas niñas terribles. Otro antecedente indiscutible de las Lolitas son las Josefinas, término que surge de Josephine Mutzenbacher, la historia de la vida de una prostituta vienesa (Josefine Mutzenbacher oder Die Geschichte einer Wienerischen Dirne von ihr selbst erzählt, en alemán), novela erótica publicada por primera vez de forma anónima en Viena, Austria, en 1906, y cuya autoría posterior se atribuye a Felix Salten, también autor de Bambi, una vida en el bosque, novela en que


se basó la famosa película de animación del cervatillo Bambi (1942). Clavel afirma que Josephine “era una tierna Lolita a sus escasos cinco años… su primera relación consumada la tiene a los nueve años de edad, con un hombre de 50”. Varios hombres después, entre ellos un vicario y su propio padre, esta nínfula obtiene a los 12 años su licencia como prostituta. Asimismo, la autora de Las violetas son flores del deseo (Alfaguara, 2007) nos recuerda las versiones masculinas de las Lolitas, los fáunulos (faunúnculo para otros autores), niños maliciosos y aviesos. “Si convenimos que Alicia es la hermana menor de Lolita, Peter Pan lo sería del fáunulo. Como si los hados literarios se confabularan para trazar las genealogías pertinentes, el apellido de Peter alude directamente a la mitología y al dios Pan, deidad de los pastores y rebaños, la fertilidad y la sexualidad masculina desenfrenada.” “Caperucita roja fue mi primer amor. Tenía la sensación de que, si me hubiera casado con ella, habría conocido la felicidad completa”, dijo Charles Dickens. Le petit Chaperon Rouge, cuento popular que originalmente tomó Charles Perroult en 1697 —con el conocimiento de que se trataba de un schreckmärchen, tipo de relato que los alemanes usaban para prevenir a las niñas del trato con desconocidos—, y que luego los hermanos Grimm en 1812 recrearon con un final feliz. Clavel refiere “la escena de seducción por partida doble” entre el lobo y Caperucita: “primero por el lobo que la invita a la cama a ‘calentarse’; segundo, por las preguntas

aparentemente ingenuas de la niña que, cual Alicia curiosa, interroga sobre el tamaño de los atributos corporales de su predador”. Curiosamente, en la versión de Perrault, el cánido no se disfraza de la abuela, sino que “simplemente se acuesta en la cama”. “Cuando me metí al tema de El amor es hambre, en su versión de lo que será una Caperucita contemporánea —señala Clavel—, empecé a indagar un poco como una extensión de las ninfas. La versión original de Caperucita, en todo su simbolismo de cuento de hadas, lo que maneja es cómo una pequeña virgen incursiona en el bosque de la vida con los lobos que se tiene que topar, no para esconderse, sino aprender a lidiar con ellos”. En la tercera parte, “Territorio virgen: la interioridad de la nínfula”, se aborda el meollo de las ninfetas, un tema no muy explorado. Es interesante que Clavel mencione la clasificación que hace R. H. Durán respecto a las Lolitas: la bobby-soxer (de bobby sox, media tobillera), de niña hasta los trece años, y la teen-ager, de los

trece a los diecinueve, aunque en su opinión, Lolita no es solamente una niña, sino “es un ser que coletea entre dos aguas: la niñez y la adolescencia núbil. Un ente anfibio, ambiguo, que se resiste a las definiciones, escurridizo por naturaleza”. En la literatura es necesario mencionar obras como El amante (1984), de Marguerite Duras, donde una chica de 15 años seduce a un rico comerciante chino que casi le dobla la edad, y con quien mantiene relaciones durante año y medio. Desigualdad social y racial se aúnan a esta relación prohibida, además de que en la novela la protagonista hace énfasis de que no lo hace por amor, sino por razones económicas, lo que no le impide disfrutar plenamente del sexo. Entra en esta lista Claudia, de la novela Entrevista con el vampiro (1976), de Anne Rice, descrita por Louis —vampiro que es su padre y amante— como “niña pequeña, pero también una asesina feroz”. “… cuando la nínfula pasa de ser una Alicia fotografiada de pordiosera, a descubrir, manipular y confrontar la

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realidad del abuso en la Lolita errante con su padrastro y amante Humbert Humbert, el camino de la ritualización del deseo pareciera llegar a un callejón sin salida: fatal precisamente”, sentencia Clavel. En América Latina, Juan García Ponce, en homenaje a Nabokov, nos presenta a Enedina —en el cuento “Ninfeta”, incluido en su libro Cinco mujeres (CONACULTA/Del Equilibrista, 1995)—, prepúber que desata poco a poco en Santiago, su padrastro, un deseo que lo conduce a un final trágico. Personaje apegado al fenotípico original de Dolores, Enedina presume ante su misma madre de captar la atención de Santiago. “Juego, inocencia o perversidad, comienzan a desplegarse los rasgos característicos del estereotipo de enfant fatale como en el momento en que Santiago, de ser un hombre que ‘siempre supuso tener una sexualidad normal’, empieza a desarrollar una inclinación por la pequeña ninfa ya de doce años.” Julio Cortázar, por su parte, nos ofrece una visión menos tipificada de las ninfetas: la imagen de Silvia, del cuento del mismo nombre, incluido en el libro Último round (1969), es “la femme enfant surrealista, idealizada, inspiradora, redentora. Un hada-mujer de sensualidad y pureza, una suerte de Melusina…”. El cuento del argentino tiene como fin mantener el efecto de fascinación, un “espejismo” lejano del demonio fatal lolitesco. La cuarta sección, “Nínfulas en otras artes”, aborda algunas de las más destacadas creaciones de estos personajes en la pintura, la fotografía, la literatura y el cine, entre otras artes. Ana Clavel hace un recuento

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de cómo en diversas artes, con la presencia de las Lolitas se captura “la inocencia y el estado edénico de la infancia y la preadolescencia”: pintores, grabadores e ilustradores como John William Waterhouse, Dante Gabriel Rossetti, Joanna Boyce, John Everett Millais, Arthur Hughes, James Sant, John Collier, John Roddam Spencer, Stanhope, William Blake Richmond, Gustave Doré, Adolphe-William Bouguereau, Carl Larson y William S. Coleman son “adoradores” de la ninfulidad. No podía faltar, en la fotografía, el mismo Lewis Carroll o Julia Margaret Cameron, “cuyas niñas suelen estar dotadas de una impenetrabilidad desafiante, con una profundidad trágica que las acerca a las fotografías post mortem,” comunes en aquellos tiempos. Sin embargo, es la propuesta estética renacentista de Balthus la que más llama la atención de Clavel, quien cita un fragmento de las Memorias del autor del célebre cuadro El sueño de Teresa (1938): “Me siento atraído por los textos cuyo mundo imaginario, insólito y extraño, te deja entrever el famoso ´país de las maravillas´ tan anhelado (…) Lewis Carroll, con su Alicia, fue el que me permitió plasmar el encanto de la infancia”. En el séptimo arte, no podían faltar las Lolitas, y Clavel enumera famosas proyecciones donde la figura de la enfant fatale es inmortalizada: desde la Lolita “maléfica”, de Kubrick, y de Lyne (adaptación más fiel a la novela), pasando por Baby Doll, de Elia Kazan (1956), basada en la obra teatral de Tennessee Williams, hasta Pretty baby, filme que nos habla

del tema de la prostitución infantil en Nueva Orleans a principios del siglo XX, donde vemos a una Brook Shields como Violet, quien incluso habiendo pasado toda su corta vida en un burdel, solamente aparenta ser una mujer fatal: en realidad no ha dejado sus juegos infantiles, y el espectador no puede sino conmoverse ante este ser violentado. Clavel hace énfasis en lo que recalca María Silvestre Marco sobre cómo en el siglo pasado el cine ha explotado “el estereotipo de la inocencia infantil con el icono de la preadolescente erotizada, (…) con tintes principalmente sexuales o maléficos”, perspectiva que ha permitido a ciertos medios —entre ellos, la industria de la explotación sexual—, “legitimizar las explicaciones de los mecanismos de funcionamiento de la seducción y sexualidad de la preadolescente” vistos desde el ángulo adulto. En el epílogo de Territorio Lolita, Ana Clavel hace hincapié en —lo que el poeta Paul Valéry dice sobre la piel— que no hay nada más profundo que ésta. “Supongo —dice la autora de A la sombra de los deseos en flor. Ensayos sobre la fuerza metamórfica del deseo (UNAM/Fósforo, 2008)— que es así cuando las ninfas sonríen y lo sumergen a uno en el misterio de su sonrisa tenue, perturbadora, gozosa, carnal. Un misterio único, individual y tan infinito como sus múltiples formas.” Finalmente, no deja de llamar la atención que el castigo siempre será para el paidófilo: las Lolitas nunca merecerán condena. Como dice Roberto Calasso: “La paradoja de la ninfa es ésta: poseerla significa ser poseídos”. Tropo


C a r l o s

T o r r e s

Confesiones de un lector monomaniaco

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is innumerables enemigos afirman, con sobrada razón, que sólo he leído —y mal— a Borges, de modo que para no contradecirlos, voy a comentar un caso más de placer intelectual proporcionado por este singular escritor, cuya figura subyugante fue comentada con su acostumbrada brevedad hilarante y elocuente por Augusto Monterroso en su ensayo Beneficios y maleficios de Jorge Luis Borges. Resulta ser que el cuarto tomo de las Obras Completas de Borges, compiladas por Emecé Editores, libro que releo y releo con enfermiza reiteración, me ofreció recientemente un “descubrimiento” que se me había escapado durante previas y añosas lecturas, el cual quiero compartir. Durante mucho tiempo, creí que cierta oración contenida en el cuento “La biblioteca de Babel” era una efusión filosófico-sentimental de Borges semejante a la expresada en “La escritura del dios”, donde se lee: “¡Oh dicha de entender, mayor que la de imaginar o la de sentir!”, atribuida a un sacerdote maya que, prisionero de los conquistadores hispanos, accede a la revelación del absoluto que le procura su afición a las cosas del espíritu. En “La biblioteca de Babel” se lee lo que quizá sea la antítesis de la referida oración feliz de “La escritura del dios”: “No me parece inverosímil que en algún anaquel del universo haya un libro total; ruego a los dioses ignorados que un hombre —¡uno solo, aunque sea, hace miles de años! — lo haya examinado y leído. Si el honor y la sabiduría y la felicidad no son para mí, que sean para otros. Que el cielo exista, aunque mi lugar sea el infierno. Que yo sea ultrajado y aniquilado, pero que en un instante, en un ser, Tu enorme Biblioteca se justifique.” Antes de proseguir, debo confesar que siempre que leo estas dos sentencias, lágrimas incontenibles acuden a mis susceptibles ojos, como en esta ocasión —lo digo, para alimentar la burla de mis susodichos enemigos. El caso es que en el apuntado tomo de las Obras Completas, vi de pronto el origen de esta última exaltación, que

Periscopio proviene de Sören Kierkegaard, de quien Wikipedia dice que centró su filosofía “en el individuo y la subjetividad, en la libertad y la responsabilidad, en la desesperación y la angustia”, frase que mucho tiene que ver con la que citaré a continuación, también suya, y que inspiró a Borges para escribir lo que se citó de “La biblioteca de Babel”. Kierkegaard escribió: “Si después del Juicio Final hubiera un solo réprobo en el infierno y me tocara ser ese réprobo, yo celebraría desde el abismo la Justicia de Dios.” Esta especie singular de plegaria se explica bien si se atiende el hecho de que su autor fue un filósofo y un teólogo, pero los rigores de la dialéctica lo condujeron a un cierto escepticismo religioso, aunque Borges afirme que fue más un teólogo que un filósofo, pero después de haber escrito esto, el mismo Borges apunta que Kierkegaard “negó los argumentos que prueban la existencia de Dios (…) por considerarlos absurdos”. En suma, Kierkegaard se parece mucho a Borges en esta oscilación entre creer y no creer en la Divinidad, de modo que cuando uno lee que “yo celebraría desde el abismo la Justicia de Dios”, parece que se está oyendo la voz de Borges, y es evidente que las palabras citadas de Kierkegaard son equivalentes a “Que el cielo exista, aunque mi lugar sea el infierno. Que yo sea ultrajado y aniquilado, pero que en un instante, en un ser, Tu enorme Biblioteca se justifique.” Es decir, que ambos, Kierkeegard y Borges, desearon desde lo más profundo de su alma estar seguros de la existencia de Dios, pero como la duda al respecto es un pecado, se confesaron culpables de un modo elusivo pero extremadamente conmovedor. De cualquier manera, compláceme citar estas líneas del epílogo de su libro El hacedor, que se aplican con asombrosa exactitud a su propio autor: “Un hombre se propone la tarea de dibujar el mundo. A lo largo de los años puebla un espacio con imágenes de provincias, de reinos, de montañas, de bahías, de naves, de islas, de peces, de habitaciones, de instrumentos, de astros, de caballos y de personas. Poco antes de morir, descubre que ese paciente laberinto de líneas traza la imagen de su cara.” PD. Aprovecho para rendir un tributo de veneración a la escritora Ludmila Kapschutschenko, quien demuestra erudición y alta sensibilidad sobre mis autores predilectos, entre ellos Erich Fromm, en su libro El laberinto en la narrativa hispanoamericana contemporánea, donde desmenuza este emblema y otros más de Borges con una lucidez sobrehumana. Este tributo en realidad es un mensaje de amor para Ludmila, lanzado al mar cibernético, que espero llegue a su destino algún milenio de estos. Tropo

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Tertulias

Equidad y futbol femenil Vanesa González-Rizzo Krasniansky

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ios es redondo versa una de las frases célebres que festejan al fútbol como el deporte mundial. Es cierto: negocio, manipulación y muchos otros aspectos suceden redondos en él. También la pasión, enorme cuando hablamos del tema, porque la gente se desencaja por su equipo y hasta el amor por la camiseta puede derivar en divorcios, rupturas familiares y grandes tragedias. Sobre el fenómeno se han escrito tratados, se han elaborado teorías de tipo social e incluso desde enfoques de psicología social, como la maravillosa aproximación del psicoanalista Enrique Pichon Rivière, quien a partir de su observación desarrolla parte de su conceptualización sobre los grupos y sus comportamientos. Pero más allá del eslogan que afirma que el fútbol nos une, lo cierto es que quienes se unen en ese deporte son los hombres, inventado y jugado por ellos desde finales del siglo XIX. ¿Cabían y caben las mujeres en él? Al igual que en muchos otros ámbitos de nuestra vida, la historia no deja dudas: las mujeres han sido relegadas, señaladas y discriminadas por querer acercarse a la cancha y amar lo redondo dentro de ella. Apenas hace menos de cuarenta años que a las mujeres se les permite participar en clínicas en las que se enseña el balompié. Sí, es poco tiempo y no por permitirles ingresar sufren menos maltrato social. “Eso no es de nenas, son marimachas, es muy rudo…” La perseverancia es parte del

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juego y el “partido acaba hasta que termina”. Y sin embargo, a pesar de esto, ellas han sabido morirse en la raya y no han claudicado en el empeño de participar y tener además una liga oficial en nuestro país. Lo cual se logró en julio del 2017. Lo que resulta impactante es cómo nos cuesta culturalmente darle cabida a expresiones que no han sido concebidas como humanas, sino que han sido creadas para hombres o para mujeres, en este caso para ellos. Permitir que jueguen fútbol libremente sin poner condiciones en ello hubiera sido una excepción frente a la cantidad de mecanismos de control que existen sobre los cuerpos y vidas de las mujeres. Pero no parece que nuestra sociedad, la mexicana, tenga esa posibilidad aún. Es necesario aclarar que si las mujeres quieren ingresar al reino futbolero tendrán que hacerlo dentro de reglas que continúan su opresión. Es así como circularon por las redes comentarios que atribuían a ciertos clubes prácticas discriminatorias y que atentan contra derechos elementales de las jugadoras. Por ejemplo: no deben mostrarse masculinas; si se embarazan, se anulan automáticamente sus contratos; no se permiten manifestaciones homosexuales; no tendrán prestaciones ni seguro médico; y tienen un tope salarial. De qué nos hablan tales premisas. Sean ciertas o no, por el simple hecho de que aparezcan como posibles verdades nos invitan a pensar en el imaginario colectivo, nos invitan a reflexionar sobre cómo las mujeres no pueden dejar de pertenecer a ese lugar asignado por el deseo masculino. Es decir, ellas lograrán entrar siempre y cuando sean espectáculo para ellos y a sabiendas de que el poder del balón no les pertenece, pero


PeriscopioCine tampoco el de sus decisiones, sus cuerpos, su sexualidad, sus afectos, sus manifestaciones… y cualquier intención que puedan mostrar que desafíe esas cadenas impuestas. Cabe resaltar la riqueza subjetiva que tiene cada mujer que juega al fútbol, ya que desafía el poder impuesto. Se resisten a la obediencia y se suman a ese mínimo grupo que claramente dice NO. A pesar de todos los artilugios que construyan en torno a que abandonemos la cancha, a pesar del mandato social que nos señala y denigra, nosotras no quedaremos alienadas a una autoridad, pues ello significa quedarse despojadas de los resortes de la propia acción (y elección). Estas mujeres futboleras se ubican en las fisuras del poder, esas que señala Foucault. Son mujeres que se levantan, que se sublevan. En este juego hay otras razones: ellas tienen razón deseante. Parafraseando a Foucault podemos decir que hacen un desgarramiento que interrumpe el hilo de la historia, y sus largas cadenas de razones. Es así como prefieren el riesgo del estigma, incluso el riesgo de la muerte a la certeza de tener que obedecer y declinar en su pasión. Ello nos resitúa en la subjetividad, el sujeto: el deseo, el querer, el no saber que se sabe. Mujeres que se recolocan, que pueden ser lo que quieran con un balón entre los pies, que se burlan de ellos con gambetas, túneles, que hieren orgullos con dominadas, esas que las liberan y recolocan la postura de sus pares. Son mujeres que saben muy bien lo que tienen, aunque no sea un ejercicio consciente y lo despliegan con la magia y el arte que sólo el fútbol permite. Es por ello que allí están las fanáticas, las que quieren llegar al ideal, a quienes les gustaría poseer parte de ese talento revolucionario que elige su campo de batalla en el terreno de juego. Y entonces, la historia nuevamente plantea disyuntivas, las hay apoyando la resistencia, acompañando a las jugadoras, beneficiando sus causas y defendiendo sus sentires y deseos. También están las que no soportan la diferencia, las que por dentro se carcomen al ver ese gesto de rudeza ante una ráfaga que patea la pelota y la incrusta en el ángulo de la portería. Se saben parte del grupo, se reconocen mujeres, pero como las valientes son otras, extrañas, distintas, raras… Son eso que se desea en lo inconsciente y se ataca desde lo profundo, hasta manifestarse en el discurso. Sí, allí están las mujeres que no pueden con el fútbol femenil, que no permiten a una igual una fisura en lo establecido. Mujeres que repiten el modelo instaurado y denigran a sus pares. Son parte de la cadena que perpetúa el poder reinante. Esperemos que la proliferación de mujeres dentro de la cancha, les invite a un nuevo juego, les permita cuestionarse y dudar de su pseudo confortable lugar. Va pues el reconocimiento a las amantes de lo redondo a esas apasionadas que en cada pase hacen revolución. Tropo

Libre Cinema Festival Katia Rejón

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a no es una sentencia aventurada decir que en Mérida se están gestando proyectos culturales de calidad. Lo dicen los congresos de industrias creativas, las revistas independientes y los discursos oficialistas. El hecho de que las iniciativas artísticas se estén gestionando desde adentro —por parte del público o los artistas— es un respiro necesario tanto para los burócratas que proponen actividades sin visión nada más por cumplir la agenda, y para el público que comienza a sentir que por fin están sucediendo cosas en la ciudad. Como la mayoría de los proyectos exitosos, Libre Cinema Festival es un movimiento independiente que surge de una necesidad localizada por productores jóvenes y amantes del cine. Emmanuel Tatto y Fernanda Camacho eran estudiantes de la licenciatura de comunicación en la Universidad Modelo e hicieron de una tarea uno de los festivales independientes de cine más esperados cada año desde el 2014. “Estábamos en el último semestre de la carrera y como entrega final surgió la idea de hacer una proyección de cortometrajes independientes. Nos dimos cuenta de que no había espacios para personas como nosotros, que nos gustaba el cine mexicano y también deseábamos compartir nuestro trabajo”, dijo Tatto en entrevista. Durante la muestra no solo participan cortos, también cineminutos, largometrajes, reportajes, videos musicales o videoarte, y, sobre todo, documentales. Y aunque está pensada como una categoría nacional, la convocatoria está abierta para cineastas de cualquier parte del mundo. En la selección del año pasado había trabajos de Veracruz, Guadalajara, Tijuana, Ciudad de México y Barcelona. A su vez hacen una selección local para películas de todo el estado. En las primeras dos ediciones, Libre Cinema Festival entró a la convocatoria para los eventos de Mérida Fest

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CinePeriscopio

y quedó seleccionado. A principios de este año, en su tercera edición lo hizo a través del Fondo Municipal de la Cultura y las Artes. El primer año el festival se realizó en el Centro Cultural Olimpo y se proyectaron largometrajes mexicanos independientes como Muerte en Arizona y Somos Mari Pepa, y ocho cortos de Yucatán. El siguiente año, también en el Olimpo, la muestra incluyó dos trabajos que recibieron reconocimiento nacional durante el 2015: La Tirisia de Jorge Pérez Solano que ganó un premio Ariel, y Carmín Tropical de Rigoberto Perezcano, seleccionada como mejor película en el Festival de Morelia 2015. Este año, tres de los largometrajes presentados en Libre Cinema Festival, Tempestad, Bellas de noche, El sueño de Mara’akame fueron nominadas para los premios ARIEL. Además del festival, hace unos meses realizaron la proyección de una serie de documentales de la Universidad de Guadalajara. Sierra Wixarika se hizo en el Centro Cultural El Colibrí en marzo, y Daniel Hernández, uno de los directores de los cortos, vino desde Guadalajara para platicar con el público al finalizar la proyección. Para Emmanuel Tatto lo mejor de hacer Libre Cinema Festival es conocer más gente, darse cuenta de que existe talento cuando mandan su trabajo a la convocatoria. “Creen en ti, en exhibir y exponer acá. En las salas ves a personas interesadas, que hacen preguntas, comentarios. En lo personal, no me interesa tener una sala llena con tres mil personas, sino que los que vayan se claven, que les guste, que les tenga que decir ‘oye, sabes qué, ya vamos a cerrar’, eso queremos”. También se presentaron en las jornadas de Talavera Cultural 2017 en la Biblioteca Carlos R. Menéndez con una pequeña muestra de cine nacional y si bien les gustaría mantener el festival como algo más íntimo, donde pue-

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das conocer a los directores y platicar con ellos, también les gusta que cada año proponga más actividades, talleres, clases y películas. “Cualquier evento artístico es difícil. La parte económica creo que es la más importante, pero siempre nos arreglamos. Atraer nuevos públicos también es una de las prioridades más duras de cubrir. Cuando proyectamos Fogo que son casi dos horas de paisajes y cine más contemplativo pensamos que no iba a ir nadie. Y sí fue gente y les gustó”. Entre los planes a mediano plazo están una serie de proyecciones en algunos municipios del interior del estado y les gustaría hacer otras actividades en conjunto con otros cineastas del país como “Sierra Wixarika” e incluso algún tipo de Red Libre para generar contactos entre Mérida y otras ciudades. “Para el próximo año estamos pensando meter el proyecto para alguna convocatoria federal, pero más dinero son menos libertades. El dinero siempre viene cagado, es un cagadero”. Para los espectadores, el festival ayuda a consolidarlos como un público que consume otro tipo de cine además de los largometrajes populares, a generar crítica y feedback a los realizadores, y a que las producciones locales dejan de verse como un hobby adolescente. “Siempre me he preguntado eso, si hemos inspirado a alguien o ayudado a que descubra películas que no hubiera visto en otra parte. Quiero pensar que sí, siento que sí hemos aportado algo a alguien”. Tropo Katia Rejón Márquez (Cd. del Carmen, Campeche, 1993). Egresada de la licenciatura en Periodismo, es estudiante de Comunicación Social en la UADY. Colabora en medios digitales e impresos sobre cultura y arte como La Vieja Guardia. Dirige la revista digital Memoriasdenomada.com. Ha publicado poemas en Enter Magazine y Círculo de Poesía. Vive en Mérida, Yucatán.


Meriscopio edio Ambiente P

La conservación, lenta pero segura e 2002 a la fecha, Flora, Fauna y Cultura de México, A. C. (FFCM) ha dado continuidad al hoy llamado Programa de Conservación de Tortugas Marinas Riviera Maya-Tulum, proyecto que nació en 1982 liderado por el Centro de Investigaciones de Quintana Roo (CIQRO) y luego dirigido por otras dos instituciones (Colegio de la Frontera Sur y Parque Xcaret) entre 1995 y 2002. El objetivo del Programa es contribuir a la conservación, investigación y recuperación de las poblaciones de especies de tortuga marina que arriban a las costas de Quintana Roo, específicamente a 13 playas a lo largo de 120 km de costa (aproximadamente 35.4 km efectivos) ubicadas en los municipios de Solidaridad, Cozumel (Xel-há) y Tulum. En las playas de Aventuras DIF, Chemuyil, Xcacel, Xel-há, Tankah, Kanzul, Cahpechén y Lirios Balandrin la protección es nocturna, mientras que en Punta Venado, Paamul, Punta Cadena, Yu-Yum y San Juan se realizan prospecciones diurnas. El Programa está integrado por personal con vasta experiencia, con el conocimiento necesario sobre biología de los especímenes, técnicas de campo adecuadas para el manejo y cuidado de las tortugas, así como para el registro de datos de acuerdo con estándares nacionales e internacionales. El seguimiento de las poblaciones anidadoras se realiza con el manejo de hembras mediante la toma de datos morfométricos así como el marcado (técnica marcado-recaptura) con placas metálicas de acero inconel. Además, se lleva a cabo el manejo de nidos y el cuidado de las crías hasta su liberación al mar.

El Programa colabora además en proyectos de investigación cuyo objetivo es la caracterización de las zonas de anidación, con el fin de obtener un registro del impacto causado por factores naturales y antropogénicos y compararlo con los resultados de temporadas anteriores. Además, se lleva a cabo el seguimiento del proyecto de telemetría en alianza con Pronatura Península de Yucatán y National Oceanic and Atmospheric Administration (NOAA), en el cual se marcaron 30 hembras anidadoras con marcadores satelitales para evaluar la población de tortuga caguama en México y compararla con aquella que anida en la costa Atlántica de Estados Unidos de Norteamérica. Finalmente, se da seguimiento al proyecto de marcado por autoinjerto con la finalidad de conocer el comportamiento anidatorio de los especímenes. La principal problemática que enfrentan los programas de conservación, en especial de tortugas marinas, es el incremento poblacional humano y el acelerado desarrollo turístico sin la debida planeación. De ahí la importancia de inculcar en la población el adecuado aprovechamiento de sus recursos, estableciendo un equilibrio entre las necesidades de protección del entorno y las actividades productivas y de recreación. La estrategia de protección contempla las siguientes actividades: capacitaciones externas, campañas de concientización (“Tortutips”, “Juntos por la conservación”, “Tortugaton”), pláticas de educación ambiental en campamentos, limpiezas de playa, festivales (“Festival de la Tortuga Marina en el municipio de Tulum), proyectos de integración (“Tortuguero Comunitario Chemuyil”) y convocatorias a estudiantes y voluntarios (prácticas profesionales, servicio social y tesistas). Creemos que mediante estas acciones que involucran a la comunidad local, grupos hoteleros, turistas, autoridades, organizaciones civiles y voluntarios, es posible contribuir a mejorar la calidad de vida de nuestra sociedad fomentando siempre el patrimonio natural y cultural de México como algo propio y de beneficio para todos. (comunicacion@florafaunaycultura.org).

Desove

TM-Tortuguita-Lalo 2015

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Filosofía, Ecología, Economía y Política

2018 el sistema político, a prueba Marcos Constandse

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os comicios federales de 2018 —donde se elegirá nuevo Presidente de la República, 128 senadores y 500 diputados federales— serán sin duda determinantes para el futuro de México. Luego de lo ocurrido este año en el Estado de México, en Coahuila, en Nayarit y Veracruz, que resultó ser un auténtico “cochinero”, con resultados tan discutidos que pusieron a prueba a las autoridades electorales, el sistema político mexicano se ha visto forzado a reestructurarse. Los partidos políticos han emprendido acciones radicales que van desde una posible alianza en la oposición para sacar del poder al PRI hasta una posible reforma al sistema electoral que permita una segunda vuelta. Pero lo cierto, además, es que todo esto responde también a dos fenómenos crecientes ocurridos en el país en los últimos años, fenómenos que están marcando la pauta de la mencionada reestructuración. En primer término una terrible decepción de la ciudadanía con respecto a su clase política. Pocas veces como

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ahora la opinión pública ha tenido tan mala percepción de la honradez y honestidad tanto de funcionarios públicos como de senadores y diputados. La impresión generalizada es la de una partidocracia deshonesta separada de las realidades y necesidades del país. Nunca en la historia de México, se había percibido una corrupción–perversión tan vergonzante como la ocurrida hoy. El ejemplo más claro y aberrante es el de los gobernadores que, como muchos otros políticos, consideran que los presupuestos federales y estatales son parte de un patrimonio personal, del cual tienen derecho a disponer para fines propios en vez de asignarlo al servicio de la comunidad. Actualmente, ocho gobernadores se encuentran presos, o en proceso de persecución, por sus abusos y latrocinios. Y cientos de funcionarios federales, estatales y municipales están siendo perseguidos o castigados, si bien lo que ha prevalecido es una absoluta impunidad, que es la principal causa de la corrupción. En cifras oficiales, tan solo 2% de los delitos denunciados alcanzan penalidades reales o son consignados; y de ese pobre 2% aún muchos logran la disminución de sus penas.


Nunca en la historia de México, se había percibido una corrupción–perversión tan vergonzante como la ocurrida hoy. El ejemplo más claro y aberrante es el de los gobernadores que, como muchos otros políticos, consideran que los presupuestos federales y estatales son parte de un patrimonio personal (…). En segundo término, la reacción de la sociedad civil, que se ha empezado a organizar para enfrentar y cambiar esa realidad. Día con día aparecen más asociaciones civiles y ONG`s que proponen un seguimiento más puntual, más cercano y exigente a la clase política mexicana, la cual reacciona desconcertada. En lugar de ver esta movilización como una oportunidad para trabajar en conjunto, los políticos ven a estos organismos como enemigos, y utilizan a los medios de comunicación alineados con el oficialismo para descalificarlos. Asimismo, la nueva realidad partidista permite prever los cambios sistémicos que se avecinan. La fuerte presencia del partido Movimiento de Renovación Nacional (MORENA), fundado y encabezado por Andrés Manuel López Obrador, ha reconfigurado los equilibrios entre las fuerzas políticas dominantes hasta el momento: el PRD, teórico representante de la izquierda; el PRI, representante del centro, y el PAN, representante de la derecha —más los otros pequeños partidos políticos sin definiciones precisas, como el Verde Ecologista (franquicia familiar), o el PT, que no representan más de 10% de la votación general, y no tienen ideología determinada. La visión de país de López Obrador —populista y poco objetiva— y su fuerte carisma personal —que lo ha mantenido en la mente de muchos mexicanos, sobre todo los pertenecientes a las clases más humildes—, le han rendido grandes frutos: posee al momento el voto duro de 28% del electorado mexicano, muy por encima de cualquier otro político del país. En sus dieciocho años recorriendo los rincones más alejados del territorio nacional, el tabasqueño ha llevado un mensaje de cambio y redención muy voluntarioso. En su discurso de centro izquierda destaca su respeto a la iniciativa privada y a la propiedad —él mismo es un político que no tiene ambición económica personal, y ha demostrado ser honrado—, pero que no esconde su verdadero interés, que es el poder, con el fin de transformar a México utilizando el sistema, que él conoce muy bien (como producto del mismo). Así pues, con su partido se ha reconfigurado el panorama político nacional: PRI (28%), Morena (28%), PAN (20%), PRD (18%), Verde (3%), Otros (3%), lo cual nos lleva a cuatro conclusiones fundamentales:

1. No existe ya en el espectro político una visión definida de valores, ni de izquierda, ni de centro, ni de derecha: todas las visiones se mezclan y no dan al elector una visión clara de cuáles posiciones tomar. 2. No existe un partido realmente mayoritario, que domine, salvo en regiones específicas. 3. Si en el futuro se desea ejercer el poder, con un voto realmente mayoritario, se tendrán que hacer coaliciones. 4. Aparece, por primera vez fehacientemente, la necesidad de establecer una segunda vuelta electoral, si se desea un consenso mayoritario para gobernar. Así como en el siglo XX eran claras las posiciones de izquierda, centro y derecha (que con el derrumbe del comunismo y la prevalencia del capitalismo se mimetizaron), hoy existen en el mundo dos corrientes dominantes, ambas encuadradas en la economía de mercado y en la idea de democracia: por un lado, la izquierda liberal, que se dice representar los intereses del pueblo, tendiente a la libertad de género, al libre comercio, a la apertura de mercados internacionales, a la globalización, etcétera; y, por otro, la derecha conservadora, que tiene un ejemplo muy visible y mediático en la figura de Donald Trump, que tiende al cierre de fronteras, la disminución de impuestos en comercio interior, la subida de aranceles al mercado internacional, una línea capitalista dura, y una ideología conservadora, que no promueve, entre otros logros liberales, ni la libertad de género, ni las reglas pactadas para el calentamiento global, etcétera. Ante esta realidad, tal vez convenga replantearse las bases del sistema democrático que nos rige, y repensar la economía capitalista que orienta el sistema financiero global. De la combinación positiva de los mejores valores de ambas representaciones del mundo, tal vez aparezca una nueva tendencia, un “capitalismo humanista” como nueva visión del mundo, una visión muy necesaria en estos tiempo tan convulsos. Tropo

Marcos Constandse. Empresario cancunense. Autor de los libros Yo soy nosotros. Una visión transpersonal del mundo (Diana, 2002) y Ecología y espiritualidad (Diana 2003). Su más reciente libro es, Déjalo ser, una novela sobre la historia de Cancún. Correo-e: marcos@xcaret.com

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Fotografía

Fotografía: Nacho López. La Venus se va de juerga. 1958.

En l calle…disparando justo en el ojo Angélica Mercado

“S

i quieres conocer una ciudad, camínala”, dicen por ahí con toda razón. Caminando, la calle se palpa, se escucha, se contacta sin tocar. El fotógrafo de calle camina la ciudad para conocerla frente a frente. Es el campo de juego ideal para los fotógrafos, donde te pierdes a propósito y encuentras sin buscar, donde la ansiedad y la paciencia hacen tregua para atrapar momentos significativos e irrepetibles sobre la condición humana y su entorno.

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Cuando fotografías la calle te llenas el ojo. Es como un festín semiótico: todo escondido a la vista. La calle está llena de escenas, de actos que elegimos para ordenar en una secuencia única, una sola toma que codifique todo a la vez y debemos hacerlo con luz en una fracción de segundo. “El momento decisivo”, como lo llamaba Cartier Bresson, está ahí, en cualquier instante puede ocurrir y habrá que estar alerta para hacer click justo cuando la imagen mental embone con el espacio y tiempo real. Como decía Lewis Hine: “siempre estoy fotografiando todo mentalmente para practicar”; una imagen creada se proyecta desde antes de tener la cámara en mano, solo queda intentar reproducirla. Caminas, esperas, vigilas, esperas, invocas, esperas, y de repente sucede. Pleno vuelo y has disparado justo en el ojo. En la calle, más que en cualquier otro espacio, se toman tantas decisiones en tan poco tiempo que se convierte en el desafío que marcará la diferencia en el impacto visual de una fotografía. Cinco grados de inclinación más, centímetros menos a la izquierda o una milésima de segundo después definen el significado de la imagen o lo pierden para siempre. El fotógrafo interpreta el caos que ve y lo compone para comunicar su mensaje; define un plano y un ángulo de toma, mide la luz, la manipula para crear, programa cada toma eligiendo la velocidad, el diafragma y el ISO, todo esto en


una diminuta fracción de segundo. En la calle no hay margen para el error ni tiempo para la duda. El fotógrafo de calle llega con la mente en blanco para darle cabida a la sorpresa; se camufla, se mueve sigiloso con la mirada alerta y el instinto como guía para acechar y actuar. Actuar con respeto y empatía; no se trata de arrebatar imágenes con alevosía, más bien se trata de un intercambio. Tanto fotógrafo como transeúnte son extraños relacionándose íntimamente por un instante que se pretende perpetuar. Es como retratar secretos que solo el fotógrafo atestigua para revelarlo a la memoria colectiva. Fotografías como La Venus se va de juerga, de Nacho López, han construido el relato visual de la historia social de México. Esta fotografía pertenece a una serie fotográfica que narra el trayecto de una peculiar pareja en los barrios bajos del D. F, “la Venus” y su creador deciden irse de juerga antes de llegar a su destino final, un aparador en Casa Aurora. A través de la serie caminamos con ellos, los vemos en el taller donde el maniquí fue pulido, viajando en camión, bebiendo en una cantina y hasta jugando carambola en la calle; el enfoque narrativo de López y la crítica social que ejercía con humor trazaron el cambio de la fotografía registral a la autoral. A mediados del siglo pasado, se privilegiaba lo mexicano con temas que adornaban la vida rural y el folclor. Lo bonito y el aparente progreso si bien generaron fotografías memorables, tener un ojo en lo documental y el otro en la intención personal otorgaba voz al discurso visual. ¿Y quién mejor que un pata de perro para hablar de la calle? Héctor García creció en el barrio de La Candelaria de los Patos en el D. F., el rincón excluido por la Sra. Sociedad debido a sus peligrosas calles, escenario que García convirtió en hogar desde niño. Deambulaba por los tianguis, la plaza, el día y la noche rodeado de personajes que Javier López bien describe en una de las estrofas de la rola La Chilanga Banda: “pachucos, cholos y chundos, chichinflas y malafachas...”, cómo no hablar sobre la calle si hasta sabía hacerlo en caló. “El fotógrafo de la ciudad” —como lo llamó Monsiváis— encontró en la fotografía el medio ideal para expresar su cariño y respeto por el barrio y, por qué no, seguir de pata de perro. Su audacia lo llevó a estudiar con maestros como Manuel Álvarez Bravo y Gabriel Figueroa, influencia que marcadamente vemos en su trabajo. Poco a poco, la fotografía de calle pasaba de ser una práctica informal a una de las disciplinas más completas y exigentes. Ya no solo se trataba de capturar momentos sino de contar la historia inmediata con objetividad, profesionalismo, dominio de la técnica y del lenguaje visual. Alinear el ojo con el corazón y la mente es un tipo de virtuosismo que culmina en estilo y originalidad.

Fotografía: Lázaro Blanco. Limpieza (1978).

Otro trabajo auténtico es sin duda el de Lázaro Blanco. El gran maestro de la luz parecía tener el ojo calibrado. En sus composiciones hace implícito el papel de la luz como creadora de formas; sabía ver cómo se escabulle y sabía cómo atraparla. Nada se mueve más rápido que la luz y todo cambia a su paso. Para retenerla, habrá que dejarla pasar y hacer lo suyo, así podríamos aspirar a capturar una millonésima de ella, suficiente para el ojo de Blanco, que convertía la sencillez de una banqueta en una especie de haikú fotográfico. Veía la calle por dentro, donde es sencilla, aparentemente ordinaria como una pared o un niño corriendo y desde esa generalidad abstraía un discurso visual completo. En su trabajo no existen justificaciones artificiales a la casualidad, al desorden, al azar, al comportamiento incierto de los peatones; sus fotografías son resultado de un arduo entrenamiento visual y trabajo intelectual. La fotografía de calle resulta más compleja de lo que parece. No basta con tener una historia que contar, ser audaz o dominar la técnica. Se trata de aplicar todo a la vez, de disparar en pleno vuelo. A través de la fotografía de calle, más que conocer una ciudad la vemos directo a los ojos. Tropo Angélica Mercado. Fotógrafa independiente, egresada de la Escuela Activa de Fotografía y docente de historia del arte, fotografía y técnicas de laboratorio blanco y negro. Como teórica de esta disciplina, se ha especializado en la difusión cultural de la fotografía.

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Juan Robledo Juan Robledo. Fotógrafo independiente y docente de fotografía por más de 30 años. Las fotografías de esta sección son parte de la serie “Orita vengo”, que relata con gran sentido de pertenencia y dominio del lenguaje visual el uso de la bicicleta como parte de nuestra identidad social. Como letrado de la imagen, en esta serie damos un rol por el significado de una bicla, convirtiendo lo desapercibido en propio de nuestra identidad cultural.

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