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HACEN LA MARACA OCOEÑA CON MADERA DE YAGRUMO
Por Fradique Lizardo
Los fabricantes y tocadores se limitan a llamarle maraca, denominando a su vez al instrumento que acostumbramos a llamar así como "guiritos". Por eso, y tomando en consideración que solamente se fabrica y se toca dentro de la jurisdicción de Ocoa, la hemos denominado Maraca Ocoeña, para diferenciarla de nuestra tradicional maraca.
Su uso constante se circunscribe a las secciones de El Canal y el Naranjal de San José de Ocoa, y nos han reportado que la han visto en El Cacao. Aunque administrativamente pertenece a la provincia de San Cristóbal, culturalmente pertenece a San José de Ocoa. Este último reporte no hemos podido verificarlo aún.
Son idiófonos de golpe indirecto; los cuerpos sonoros están encerrados en un vaso y chocan unos contra otros, contra la pared del vaso y contra los palitos o estaquitas que se han colocado dentro del vaso para este propósito.
Construcción
Se ahueca un cilindro de madera de yagrumo (Cecropia peltata), de unos 62 centímetros de largo, y se deja aproximadamente 1 centímetro o más de espesor en la pared que será el instrumento.
También pueden hacerlo con un canuto de bambú (Bambusa vulgaris), pero con este último no queda muy bien, pues se raja fácilmente.
Aparte, se fabrican 24 estaquitas de guaconejo (Amyris marítima), de 6.5 centímetros de largo, es decir, del diámetro del cilindro de yagrumo, y 0.5 centímetros de diámetro, y se atraviesan en dos hileras de 12 palitos cada una, en el centro del cilindro. Pero cada fila es perpendicular a la otra y cada palito queda a unos 4 centímetros del próximo de su misma hilera, pero a unos 2 centímetros de la hilera perpendicular.
En vista frontal, estos palitos forman una cruz. Las estaquitas de guaconejo no deben sobresalir por fuera del cilindro.
Hecho esto, se introducen unos 4 a 6 cc. de semillas de cigarrón (Canna coccinea) dentro del cilindro. Estas semillas son duras, negras y redondas, y su apariencia es de municiones gruesas.
En cada extremo del cilindro se coloca una latica de conserva de unos 8 centímetros de largo y el diámetro igual al del cilindro, unos 6.5 centímetros, y se procura que cada latica cubra por lo menos unos 4 centímetros del cilindro. Hecho esto, se procede a su pintado y decoración externa. La que hemos visto estaba pintada de azul celeste con rayas rojas.
El tocador, de pie o sentado, agarra con las manos ambos extremos del instrumento y lo agita, dándole un movimiento lateral a la altura de sus hombros, ladeándolo de cuando en vez, hasta ponerlo casi vertical. Mientras más lo remueve, mayor oportunidad tendrán las semillas de producir sonido en su choque contra los palitos y contra las paredes.
Este instrumento forma parte de un conjunto típico compuesto de acordeón, marimba y guayo, y tocan la música usual en la zona, que son carabiné y merengue en su mayor parte.
No hemos podido encontrar reporte de instrumento parecido a este ni en Isabel Aretz, ni en Carlos Vega, ni en Curt Sachs ni en Izikowitz, ni en las publicaciones del Bureau de Ethnologie Haitienne. Nos ha sido difícil consultar a Ortiz, pero no recordamos haber visto nada parecido en Cuba.
Queda abierta una sola posibilidad, ya que el instrumento no es europeo ni se encuentra en nuestro libro sobre los instrumentos indígenas: buscar en África algo parecido y luego rastrear en qué forma o con cuál grupo vino a nuestro país. Hacia allí es donde debemos dirigir nuestras pesquisas.
El Caribe, 18 de enero de 1975.