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MENTIROSO YO?
PSICOLOGÍA Y DESARROLLO HUMANO
¿MENTIROSO YO?
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Pues sí, aunque hay quien no lo reconozca, todas las personas hemos mentido y lo seguiremos haciendo. Porque la mentira es parte de las relaciones humanas; es imposible tener el mismo comportamiento frente a la pareja, al jefe, al amigo, al desconocido…, utilizamos “máscaras” para adaptarnos a cada situación. Según el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, mentir es decir o manifestar lo contrario
de lo que se sabe, se cree o se pien-
sa. Consecuentemente, mentira es la expresión o manifestación contraria a lo que se sabe, se cree o se piensa. Se puede decir que para que se considere mentira, ésta debe llevar la intención de engañar (dar a la mentira apariencia de verdad o inducir a alguien a tener por cierto lo que no lo es, valiéndose de palabras y de obras aparentes o fingidas). Se puede mentir por acción (creación de información falsa) o por omisión (escondiendo o callando un hecho u opinión). Los mentirosos saben cuándo pueden usar la mentira de omisión o la de acción (la primera ofrece siempre más vías de escape y la creación exige mayor esfuerzo mental).
La mentira es una declaración intencionalmente falsa, ya sea en todo o en parte; tiene la intención de ocultar la realidad o la verdad. Mentir implica falsear a voluntad y con intención. La mentira, entonces, crea lo que denominamos “el engaño”. La mentira suele ser una estrategia para eludir la realidad y, por consiguiente, la responsabilidad de afrontar las consecuencias de determinados actos o situaciones. El que miente sabe que lo hace, por tanto, también sabe que hay verdades. La verdad es la correspondencia entre lo que intuimos o sabemos con la realidad; la coincidencia entre una afirmación y los hechos, o la realidad a la que dicha afirmación se refiere o la fidelidad a una idea. En este sentido, la verdad supone la concordancia entre aquello que afirmamos con lo que se sabe, se siente o se piensa; de ahí que el concepto de verdad también abarque valores como la
honestidad, la sinceridad y
la franqueza. Algunos autores piensan que las mentiras están motivadas por fantasías inconscientes que generan vergüenza y culpa, y por el miedo a que éstas sean descubiertas; otros piensan en la mentira como una forma de negar y esconder partes desagradables del mundo interno del sujeto. Podríamos decir, entonces, que el mentiroso alberga miedo, fundado o no, a que la verdad se sepa porque piensa que le puede llegar a perjudicar de alguna manera. Por eso piensa mucho lo que dice y calcula sus palabras, controlando la información que da, con el objetivo de no ser descubierto. Esa vigilancia extrema se traduce en la lentitud del habla y puede, incluso, pedir que le repitan las preguntas para ganar tiempo y elaborar una respuesta que sea coherente. Hay personas que hacen de la mentira una fiel aliada y la convierten en una parte más de su propia personalidad. En ocasiones, las personas se enredan tanto en sus mentiras, que dejan de distinguir entre lo verdadero y lo falso, o se creen sus propias creaciones. En este sentido ya se estaría entrando al campo de lo patológico. Los mentirosos patológicos suelen carecer de habilidades sociales, por lo que intentan suplirlas recurriendo a las mentiras para parecer más interesantes, atractivos y competentes ante quienes les rodean. Para el mitómano, mentir es su forma de relacionarse. Esta persona no sólo siente la necesidad de mentir en las situaciones que percibe amenazantes para evitar las consecuencias sino también en los pequeños detalles, aunque, aparentemente, no gane nada con ello. Son sujetos que tienen mucha dificultad para construir un “sentido de la realidad” acorde con su tiempo y lugar. Hay varios tipos de mentiras, pero como aquí el enfoque está en
las personas, será mejor hablar de los diferentes tipos de mentirosos. En base a la clasificación de Jewell, los mentirosos pueden ser: El mentiroso patológico: el mitómano del que se habló anteriormente, que miente constantemente, por cualquier motivo o sin motivo alguno. No se sabe cuándo están mintiendo y son incapaces de ser honestos no sólo con los demás, sino con ellos mismos. Debido a esto, es imposible tener una relación auténtica con el mentiroso patológico; su realidad cambia a su antojo. El mentiroso intencional: este
Victoria Molina / Psicoterapeuta
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tipo de mentiroso disfruta provocando a los demás. Mienten por diversión, por entretenimiento, ya que los hace sentir poderosos y en control. Las personas a las que les mienten son sus peones. A menudo desean una audiencia. En ocasiones se hace pasar por bromista, pero es malicioso y cruel. La única razón por la que no se clasifican como mentirosos patológicos es que poseen conciencia, no crean su propia realidad y al menos tienen la capacidad de cambiar. El mentiroso manipulador: estas personas mienten para conseguir lo que quieren. Tienen un objetivo final y harán o dirán lo que sea necesario para lograrlo. A menudo usan halagos o dicen lo que creen que los otros quieren escuchar para conseguir sus objetivos. Al igual que con el mentiroso patológico, es muy difícil “leer” al mentiroso manipulador. En general se puede decir que no son maliciosos, pero aun así pueden llegar a causar daño. El mentiroso protector: este tipo de mentiroso a veces es peligroso, pero también puede percibirse como noble; todo depende de qué (o a quién) estén protegiendo. Harán todo lo posible para proteger un secreto, sea cual sea (bueno o malo). No tienen objeciones morales a mentir siempre que sirva a su propósito, lo que, al estar dispuestos a mentir para guardar el secreto de otra persona, les convierte en amigos o cónyuges leales. El peligro radica en a quién o qué eligen proteger. Este tipo de mentiroso puede poseer secretos muy oscuros. Nunca se sabrá lo que mantienen oculto y, por lo tanto, nunca se sabrá realmente quién es. El mentiroso evitativo: estas personas se esfuerzan por evitar todo lo que encuentran desagradable; en lugar de ser honestos, ofrecen verdades parciales o desvían la verdad. Puede ser que el mentiroso evitativo esté huyendo de un conflicto o no quiera completar una tarea en particular. En lugar de ser directos, inventan excusas o brincan alrededor de la verdad. Los mentirosos evitativos pueden ser frustrantes porque a menudo no dicen lo que piensan; nunca se puede saber si están diciendo la verdad, una verdad a medias o una excusa inventada. El mentiroso impresionante: como lo indica el nombre, el objetivo de estos mentirosos es impresionar. Es posible que no se vean a sí mismos como personas mentirosas, incluso que ni siquiera se den cuenta de que están mintiendo. Inventan para obtener la aprobación de los demás. Pueden estirar la verdad para hacer una historia un poco más divertida o interesante. Fingen un sentimiento para aparentar ser más seguros de sí mismos de lo que en verdad son. Mentir para impresionar es más un hábito que un acto consciente. Creen sus propias historias después de contarlas una y otra vez. Estos mentirosos suelen ser inofensivos, pero pueden ser molestos, especialmente cuando tienden a exagerar todo. El mentiroso perezoso: el mentiroso flojo pretende simplificar la verdad porque, papa él, es menos complicado que dar la narrativa completa; algunas veces hablar con franqueza requiere una explicación. El mentiroso perezoso no comparte la historia completa, mejor opta por contar su versión de la verdad. La mentira perezosa es relativamente inofensiva; el único momento en que puede ser problemática es cuando este mentiroso considera que un detalle no es importante cuando, de hecho, sí lo es. El mentiroso con tacto: estas personas suelen ser consideradas y bien intencionadas. Ofrecen garantías demasiado optimistas cuando las cosas no van bien y dicen cosas como: “No fue tan malo” incluso cuando sí fue muy malo. Este tipo de mentiroso es discreto y tiene las mejores intenciones; no quieren molestar o herir los sentimientos de los demás. Lo que les falta de sinceridad, lo compensan con amabilidad, por eso suele ser agradable estar cerca de ellos. Es obvio que a nadie le gusta que le digan mentiras, como que nadie aceptará públicamente que en una o varias ocasiones ha dicho mentiras. Pero es un hecho que más de una vez hemos caído en algún tipo de los mencionados. Al estar consciente de esta situación, será más fácil detectar nuestras trampas o hábitos para tratar de ser personas más sinceras. Y también, cuando estamos frente a un “mentiroso” o ante una persona que sospechamos que nos podría estar engañando, lo más importante es entender la razón por la que lo hace, así como la forma en que lo está haciendo, ya que logrando entender esto, dejaremos de ser la víctima de aquellas personas que dicen algo que saben que no es verdad. Decir la verdad es una manera de empatizar y construir relaciones fuertes y duraderas; nos hace más humanos, más cercanos y nos permite relacionarnos más y mejor. En ocasiones, por ser demasiados sinceros tocamos ciertas fibras difíciles de controlar y por eso nos justificamos pensando que es preferible mentir “piadosamente”; esto sigue siendo un pretexto para mentir. Lo fundamental es aplicar la sensibilidad en todo lo que decimos, cómo lo decimos, cuándo, donde lo decimos. Es aplicar un criterio en el que se toma en cuenta a las personas involucradas; dicho de otra manera, es tener y poner en práctica el conocimiento de lo que significa la comunicación empática.