Alexander Krichel / XLVI Festival Internacional Cervantino

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Música

Alexander Krichel Viernes 12 17:00 horas Templo de La Compañía Alemania



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Alexander Krichel, piano PROGRAMA Maurice Ravel (1875-1937) La tumba de Couperin 1. Preludio. Vif (mi menor) 2. Fuga. Allegro moderato (mi menor) 3. Forlane. Allegretto (mi menor) 4. Rigodón. Assez vif (do mayor) 5. Minueto. Allegro moderato (sol mayor) 6. Tocata. Vif (mi menor) Intermedio Robert Schumann (1810-1856) Estudios sinfónicos, Op. 13 Tema: Andante Estudio I (Variation I): Un poco piú vivo Estudio II (Variation II): Marcato il canto Estudio III: Vivace Estudio IV (Variación III) Estudio V (Variación IV): Vivacissimo Estudio VI (Variación V): Agitato Estudio VII (Variación VI): Allegro molto Variación póstuma I: Andante, tempo del tema Variación póstuma II: Meno mosso Variación póstuma III: Allegro Variación póstuma IV: Allegretto Variación póstuma V: Moderato Estudio VIII (Variación VII): Andante Estudio IX: Presto possibile Estudio X (Variación VIII): Allegro Estudio XI (Variación IX): Andante con espressione Estudio XII (Finale): Allegro brillante

Duración: 60 minutos


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Notas al programa No hay fichero musical que no incida en señalar que Ravel fue un compositor francés del siglo xx cuya obra, frecuentemente vinculada al impresionismo, muestra además un audaz estilo neoclásico y, a veces, rasgos del expresionismo, siendo fruto de una compleja herencia y de hallazgos musicales que revolucionaron la música para piano y para orquesta. Reconocido como maestro de la orquestación y por ser un meticuloso artesano, cultivando la perfección formal sin dejar de ser al mismo tiempo profundamente humano y expresivo, Ravel sobresalió por revelar “los juegos más sutiles de la inteligencia y las efusiones más ocultas del corazón” (Le Robert). Más allá de esta información genérica y wikipédica, es el propio Ravel quien a través de su Esbozo biográfico nos da la clave sobre la génesis de gran parte de su obra. Más que sorprendernos cuando nos revela que su iniciación musical se debió a su padre y que nunca estudió formalmente solfeo pero, eso sí, le entró al piano desde los seis años, es ahí donde nos enteramos de cuánto le pesó el no poder enrolarse con las tropas francesas durante la Primera Guerra Mundial dada su corta estatura, aunque, finalmente, logró ser aceptado como chofer. Para abundar en lo que vivió y creó como resultado de los sufrimientos vividos durante estos años, me permito compartirles las siguientes líneas, tomadas de su Esbozo: “A comienzos de 1915 me enrolé en ejército y debido a ello mi actividad musical se interrumpió hasta el otoño de 1917, en que fui licenciado. Entonces terminé Le Tombeau de Couperin, un homenaje que está dirigido menos a Couperin que a toda la música francesa del siglo xviii.”


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Por Pierre Petit sabemos que, “desde el siglo xvi, un tombeau es un género literario bien definido, un homenaje póstumo tributado a la memoria de un gran desaparecido. A través de Couperin, Ravel trata de celebrar a toda la música francesa del xviii, por lo tanto, no hay que buscar en la obra el menor atisbo de pastiche. Es más bien, un estado de ánimo, una actitud ante la música, lo que Maurice Ravel quiere encontrar. El xviii será siempre su siglo favorito, en el que ama la profundidad oculta bajo apariencias de ligereza, el brillo un poco agudo, la pudorosa sensibilidad”. De esta obra existen dos versiones: la primigenia, para piano, fue comenzada en 1914 y consta de seis movimientos, estando cada uno de ellos dedicado a sus amigos muertos en el frente. Estrenada el 11 de abril de 1919 en la Sala Gaveau por quien fuera una de sus amigas más cercanas y notabilísima intérprete, Marguerite Long, se distingue de la segunda versión, orquestada por él mismo, porque aquella omite la Fuga y la Toccata, dada la natura-


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leza esencialmente pianística de los mismos. Presentada bajo la dirección de Rhené-Baton el 28 de febrero de 1920 en los Conciertos Pasdeloup de Paris, esta versión fue tan exitosa que, meses después, los Ballets Suecos de Rolf de Maré ofrecieron en el Teatro de los Campos Elíseos una versión danzada de la forlane, el minueto y del rigodón, con coreografía de Jean Borlin y la dirección musical de Desiré-Emile Inghelbrecht. Contra la tradición que aquí Ravel reivindica, Michel Parouty señala que “no hay aquí nada de nacionalismo y menos aún, de fúnebre, pese al dibujo de una funeraria que ilustra la cubierta de la partitura para piano, y que es, también, de la autoría de Ravel”. En dicha partitura podemos enterarnos, también, de quiénes fueron los dedicatarios de cada inciso: el preludio, al teniente Jaques Charlot; la fuga al teniente Jean Cruppi, la forlane al teniente Gabriel Deluc, el rigodón a Pierre y Pascal Gaudin, el minueto a Jean Dreyfus y la tocata al capitán Joseph de Marliave, quien además de haber sido un eminente musicólogo a quien se debe un notabilísimo análisis de los cuartetos de Beethoven, fue marido de la ya citada Marguerite Long. Petit es más explícito: “Las seis piezas le permiten expresarse en seis registros diferentes, que van desde la sencillez más ascética al más amplio despliegue sonoro. Según la costumbre de Ravel, cada pieza trata de resolver un problema concreto. La flexible volubilidad del Preludio precede a una Fuga, cuyo rigor contrasta sorprendentemente con la ternura de la Forlane, danza italiana del siglo xvii que, por su ritmo ondulante, permite a Ravel dar libre curso a su sensualidad armónica. Un Rigodón de ritmo arrogante, cortado por un pasaje melódico, antecede a un Minueto, sin duda, el trozo que


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mejor evoca al glorioso antepasado inspirador de la suite. Cediendo a su pasión por el virtuosismo deslumbrante, Ravel cierra la serie con una Toccata que, pese a su enorme dificultad no está exenta de la sensualidad que se trasluce en cada inciso de esta obra en la que, aun dejándose llevar por la ternura, Ravel respeta las obligaciones de un rigor que le es cada vez más necesario”. Nomás por no dejar y no hacer menos al gran Robert Schumann, he optado traer a este espacio una escueta ficha biográfica suya, al igual que lo hice al con Ravel al inicio de este texto, enriqueciendo un poco las mínimas líneas que darían paso a una versión más amplia de su biografía en cualquier espacio de la red; en ellas se limitan a decir que fue “un destacado compositor y crítico musical del siglo xix, y que es considerado uno de los más grandes y representativos compositores del Romanticismo musical”. Ya en un exceso, no sabría si de concisión o de cinismo, fuentes como la Wikipedia añaden juicios tan ambiguos como el siguiente: “Su vida y obra reflejan en su máxima expresión la naturaleza del Romanticismo: pasión, drama y alegría. En sus obras, de gran intensidad lírica, confluyen una notable complejidad musical con la íntima unión de música y texto”. Lástima que sean tan breves, porque pocas vidas ha habido tan ricas e interesantes como la suya. No solamente fue el “descubridor” de Chopin y el modelo e inspiración de Brahms en sus mencionadas facetas de crítico y compositor, a él también le debemos la “exhumación” musical de colegas suyos como Schubert y qué tal habría sido de dramática su vida –fue enloqueciendo poco a poco al grado de intentar suicidarse tirándose al Rin, de


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donde fue rescatado para internarlo en el manicomio donde moriría un par de años más tarde– que la industria cinematográfica se ha servido de ella en no menos de cuatro ocasiones para llevarla a la pantalla, siendo Song of love (1947) la más popular de todas, tal vez por el hecho de haber contado con una despampanante Katherine Hepburn encarnando a su virtuosa (moral y pianísticamente) y muy sufrida esposa, Clara Wieck de Schumann.


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Poseedor de un vasto catálogo en el que a la par de un numeroso corpus de lieder y piezas para piano figuran numerosas obras de cámara, tres conciertos (piano, violín y chelo) y otras obras concertantes de menor calado, cuatro sinfonías y una ópera, Genoveva, Schumann le ha complicado bastante la vida a los musicólogos con varios Opus de su apartado pianístico que cuentan con más de una versión (vgr. sus Impromptus Op. 5, las Davidsbündlertänze Op. 6). Al igual que ocurre en La Tombeau de Couperin, que Ravel legó en sendas versiones, una para piano y otra para orquesta, Schumann publicó dos versiones del Opus 13 que corona esta velada, solamente que, aquí, las dos fueron compuestas para el piano y, en justicia con la obra, podemos decir que, más que distintas, son complementarias. Cualquier búsqueda superficial en la red nos informará que “Los Estudios sinfónicos Op. 13 tienen su origen en el barón Ignaz von Fricken, flautista aficionado y autor de un Tema y variaciones para solo de flauta, del cual envió un arreglo para piano a Schumann, pidiéndole su opinión. A partir de dicho tema, Schumann creó una serie de variaciones de gran planteamiento formal, dado el carácter orquestal de su propio estilo pianístico, deslumbrante y profundo. Dichos estudios recorren toda la gama de estados anímicos por medio de elementos armónicos, melódicos y rítmicos muy bien logrados, en los que los momentos poéticos se alternan equilibradamente con otros, de agitada turbulencia”. Abundando más sobre la génesis de ambas versiones, Nicholas Marston precisa: “la primera de ellas fue compuesta entre diciembre de 1834 y enero de 1835”. Antes de ser publicada por primera vez, Schumann le asignó tres diferentes títulos,


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ninguno de los cuales fue el que llegó a las planchas editoriales. Estos nombres fueron “Variaciones patéticas sobre un tema quasi marcia funebre”, “Estudios de carácter orquestal para Eusebio y Florestán” (sus dos eternos alter ego, el soñador y el apasionado) y “Fantasía y final sobre un tema del Barón von Fricken”. Cuando finalmente fueron editados por primera vez, en 1837 por la casa Haslinger de Viena, aparecieron con el título de XII Etüdes symphoniques. La revisión, publicada por Schuberth & Co de Hamburgo en 1852 cambió su título a Etudes en forme de Variations y en dicha versión fueron omitidas las piezas tercera y novena de la secuencia original, entre otras cambios mucho menores y menos evidentes. La edición póstuma definitiva que suele tocarse actualmente consta de trece incisos (a saber: el tema, once estudios y el final) fue publicada en 1857 con el título de XII Symphonische Etüden in form von Variationen (XII Estudios sinfónicos en forma de Variaciones). Sin embargo, ahí no para la historia de las diferentes posibilidades que hay para interpretar esta obra que Schumann le dedicó a su colega, el compositor inglés William Sterndale Benett, quien la tocó mucho y con gran éxito en Inglaterra para sorpresa y molestia del propio Schumann, quien creía que no era una obra interesante para el público, prohibiéndole consecuentemente a Clara, su esposa y más notable intérprete, incluirla en sus recitales. Poco más de tres lustros después de la edición definitiva, en 1873, aquel compositor que fuera tan cercano a los afectos de Robert y Clara, Johannes Brahms, editó cinco variaciones que permanecían inéditas, restituyéndolas a manera de suplemento


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en la reedición que tuvo a su cuidado en 1890. Considerando el añadido de estas últimas cinco variaciones, tenemos que, en total, Schumann compuso dieciséis variaciones con base en el tema del barón von Fricken. Esta precisión viene a colación dado que, además de la dedicatoria a su amigo Benett, el Finale es, también, un guiño en su honor: el tema de von Fricken aparece ahí muy fugazmente, pues esta brillante conclusión está compuesta con base en un tema de la romanza Du stolzes England, freue dich (¡Orgullosa Inglaterra, regocíjate!), de la ópera de Heinrich Marschner Der Templer un die Jüdin (El templario y la judía) que, a su vez, está basada en Ivanhoe, la popular novela de uno de los más célebres compatriotas de Benett: Sir Walter Scott. Tras toda esta historia de enmendaduras y añadidos, se preguntarán ustedes qué vamos a escuchar en esta ocasión, pues cabe señalar que no todos los pianistas que afrontan esta obra incorporan en ella estas cinco Variaciones póstumas y, quienes lo hacen, a veces no las tocan todas, quedando a su discreción el tocarlas juntas a manera de bloque, o bien, intercalar las que gusten y en donde lo consideren, según su propio criterio. Una versión más completa no habríamos podido anhelar: el maestro Krichel ofrece la versión “definitiva” de 1857, a la que incorpora la totalidad de las Variaciones póstumas, a manera de bloque, intercaladas entre los Estudios VII y VIII, enriqueciendo así la veta poética de esta obra capital de la literatura pianística decimonónica. Lázaro Azar Boldo


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Alexander Krichel A sus 28 años, el pianista alemán Alexander Krichel está situado como una de las voces más promisorias y articuladas entre los jóvenes artistas de nuestros días. Su primer álbum, grabado para Sony Classical (Frühlingsnacht), obtuvo el premio Echo Klassic al “Mejor nuevo artista” en 2013. Entre otros discos realizados para el mismo sello destacan el Piano Concerto no. 2 de Rachmaninov, con Michael Sanderling al frente de la Filarmónica de Dresde, y Miroirs, grabación integrada solo con obras de Maurice Ravel. Alexander Krichel se ha presentado con orquestas como la Sinfónica de Bamberg dirigida por Jonathan Nott, la Orquesta Sinfónica de la Radio de Frankfurt dirigida bajo la dirección de Antonio Méndez, las orquestas sinfónicas de Tokio y Kyoto, y la Orquesta Ensamble Kanazawa. En 2016/17 interpretó el Concierto para piano núm. 2 de Rachmaninov, con la Orquesta Filarmónica de Bremen dirigida por Michael Schønwandt; también ha sido invitado para la apertura de su temporada 2018/19, ahora bajo la guía de Marko Letonja. Alexander Krichel realizará una serie de conciertos en Polonia y Alemania, con la Filarmónica de Cámara Polaca, además de que hará su debut con la Orquesta Sinfónica de San Petersburgo. También debutará con las orquestas filarmónicas de Belgrado y de Dortmund, ambas bajo la dirección de Gabriel Feltz, y con la Filarmónica de Kiel bajo la dirección de Johannes Fritzsch. En ese lapso también ofreció dos presentaciones en el Festival Musical de Schleswig-Holstein, donde interpretó el Concierto para piano de Clara Schumann acompañado por la Orquesta Filarmónica de Gyor; más adelante tuvo oportunidad de


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colaborar con la Orquesta Sinfónica Nacional de Venezuela y la Real Camerata de Rumania, así como de presentarse en el Festival de Cuerdas de Lucerna. En 2016 ofreció recitales en la Kleiner Saal de la Filarmónica del Elba en Hamburgo, así como en Radio Bremen, Schloss Elmau, Berlín, Luxemburgo y Londres. Para la temporada 2017/18 ofrecerá conciertos con la Filarmónica de Essen y en el Beethovenfest de la ciudad de Bonn, así como en el Festival de Piano “Blanco y Negro” de la Ciudad de México. También se presentará en la Ton Halle de Innsbruck, en el Festival de Bregenz, en el Performing Arts Centre de Hyogo y en la ciudad de Tokio, para de ahí continuar su gira en Estados Unidos, en el marco del programa de conciertos de la Frick Collection en Nueva York. Entre sus conciertos recientes como solista destacan los ofrecidos en recintos europeos como la Konzerthaus de Berlín, el Teatro del Príncipe Regente de Múnich, la sala Philarmonie de Colonia, la Tonhalle de Zúrich, la Konzerthaus de Viena y la Liederhalle de Stuttgart, así como en el Festival de Música de Rheingau, Festival de Mec-


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klenburg-Vorpommern, Festival de Schwetzinger, festival Piano aux Jacobins de Toulouse, L’ésprit du Piano en Burdeos y el Ocean Sun Music Festival. Alexander Krichel nació en Hamburgo 1989, y a los 15 años ingresó a la Universidad de Música y Drama de esa ciudad. A partir de 2007 estudió en Hannover con Vladimir Krainev, y con Dmitri Alexeev en el Real Colegio de Música en Londres. Entre 2012 y 2015 fue parte del programa stART de la Fundación Baye, y también se le otorgaron becas de la Oscar y Vera Ritter Foundation, Berenberg Bank Foundation y de la PE Förderungen.



María Cristina García Cepeda Secretaria de Cultura Marcela Diez Martínez Directora General de Promoción y Festivales Culturales

Diego Sinhué Rodríguez Vallejo Gobernador Constitucional del Estado de Guanajuato Alejandro Navarro Presidente Municipal de Guanajuato Dirección General del Instituto Estatal de la Cultura de Guanajuato

Luis Felipe Guerrero Agripino Rector General de la Universidad de Guanajuato

© XLVI Festival Internacional Cervantino

www.festivalcervantino.gob.mx @cervantino

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