Alborada y Penumbra del Alma

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Al b o r adas y Penumbr a d el Al m a poesĂ­a reunida


Al b o r adas y Penumbr a Al m a PoesĂ­a Reunida

del



Alborada estallido de luz que nos ofrece libertad, poder, esperanza y amor. La plenitud de existir. C. Espadas

Penumbra lenta‌ sin dolor, fluye de un manso declive. Es toda dulzura, un regresar por caminos de paz. J. L. Borges


Este libro se terminó de imprimir en Mérida, Yucatán, marzo de dos mil catorce. Autor: César Espadas Sosa Tels. 9991297519 Correo electrónico: cesarespadas@hotmail.com


PRÓLOGO Junto al médico, psiquiatra y maestro César Espadas Sosa, sabemos que está el cronista… y el poeta, entonces y con motivo de este hermoso libro que hoy nace, saludemos y leamos al César Espadas que escribe, que hilvana versos con poesía y que no puede evitarlo. Preguntémonos en dónde está el acento de sus poemas, la fuerza de sus versos, qué nos dicen sus líneas, sus palabras. Él mismo nombra tres secciones en el total de este conjunto: la búsqueda, su ansiedad existencial; amores, su hondura familiar; y piedras sueltas, una muestra de sus seducciones. En la primera sección, se refiere abiertamente a ciertas constantes: la huella de su hermano, ido tan pronto; su gente, su pueblo, su tierra, el monte, el hombre del campo; su temprana y duradera hambre de saber, crear, ser; su amada juventud corporal, integrada toda ella al monte, a su hábitat… y en las otras dos, acude primero al fervor íntimo y después, a su apego al mundo de afuera, de la gente. En ambas, descuella claridad y ofrenda. Todo este pensar y sentir que sostiene su mensaje poético, viene envuelto por atractivas imágenes. Dosificadas sin proponérselo, aparecen acá y allá, surgen de repente y nos estremecen. El suelo, la tierra campesina “comal del sol, hierve en silencio”; su semilla “soñará con la lluvia” y el maíz bebido y comido “alargará tu agonía interminable”. Aparece siempre en sus sueños “un llanto que perdura”, “una lágrima que al pasar por el pecho formó un racimo de gritos”. Las palabras que nacen son “muros que permanecen”, “altar de piedra”, “relámpago contenido”, “caracol del pecho”; o “las estrellas vacías de tus ojos”, “gritos sumergidos en polvo”; o “beso dormido”, “seco rocío”, “bestias presas”. 1


Él es, completito, un Walt Withman “en el monte (…) el ramaje ocre humedecido”, donde “mi cuerpo joven y fornido quedó tendido sobre las hojas”, y miraba “el oro de la luna bañando mi cuerpo tembloroso”. ¡Y el amor! “tu mirada (…) removió el monte que dormía en mi pecho”. “Viaja el deseo en el río de mis venas (…) las ramas de mi lenguaje buscan la salida”. Con Kavafis –y también con Yupanqui, digo yo—el árbol sagrado le dio todo sin mentiras, “un viaje que sin él no hubieses hecho”; la riqueza humana como hija del monte, del árbol, en donde sus manos “fueron venados y garzas (…) viaje, avispa y viento”; mismas que “ahora están cerradas (…) como mariposas, sólo sueñan con sus alas”. “Volver al pueblo”, “las ruedas del tren que nos llevaron a nuevas estaciones de la vida”. Pero también punza la fugacidad: “Somos tiempo, por nuestras venas corren los segundos rojos”. Y, más aún, la asechanza: “Como la diosa Xtab, enloquecida me atrapaste”. Esto ocurre así porque en César Espadas, indiscutiblemente, hay un poeta. Su imaginación y originalidad, su hondura y sensibilidad que ocupan todo este poemario así lo demuestran; y quiero agregar explícitamente que se trata de un poeta que, en ejercicio de su soberanía literaria, no requiere de moldes definidos, de estrofas predecibles. Él practica el verso libre (libre de metro y de rima) pero resulta que a veces se excede y lo sabe, porque él mismo se vuelve, más bien, un “poeta libre”. Así lo ha querido. Si en pleno uso del verso libre de repente se tropieza con pies de verso medidos, ya sean juntos o separados, él sigue adelante. Si casualmente está en el verso blanco y le nacen de pronto rimas asonantes, no las rehuye, qué va, eso no le preocupa mientras la idea siga firme y las imágenes continúen surgiendo; mientras su oído -voluble pero presente- se los dicte con sinceridad, él no se inmuta. Sigue de frente 2


y corona el trayecto, sin mermar concepto ni metáfora. (Y afirma con una sonrisa de travesura infantil- que eso mismo hizo Beethoven en su novena sinfonía coral al incluir el poema de Federico Schiller, o aquel músico canadiense que mezclaba lo clásico con el jazz). Tampoco se le puede considerar un versificador, porque los versificadores puros suelen no crear conceptos ni producir imágenes. A César, en cambio, sus neuronas, su biografía y su oído lo atenazan para que, sin darse cuenta, salgan de su mente y su corazón esas palabras que a veces no siguen la preceptiva con tal de decir siempre lo suyo, de significar y de sonar lo que piensa su cerebro espontáneamente y lo que su alma sueña y su sangre canta, para hacernos reflexionar, emocionarnos, conmovernos, y eso… se festeja y se agradece. Carlos Peniche Ponce

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Umbral Desde que el hombre es sapiens sapiens, ha querido descubrir quién es él, para qué está aquí, qué tiene o debe de hacer. En todas las épocas y en todas las culturas en diferentes formas, ha hecho peregrinajes físicos o mentales tratando de encontrar respuestas a su búsqueda para entender las causas adversas que lo hacen caer en angustia, de la esperanza que lo levanta pero que lo lleva de nuevo a cuestionar la confusión del mundo, de la vida, del sufrimiento y de la inminente muerte. Busca alivio a su soledad inevitable, quiere aprender y tener un apoyo y aferrarse a algo o alguien para no sufrir de nuevo. Este anhelo es más intenso en estados de crisis emocionales. Su alma sufre y la destrucción amenaza. Busca solo o acompañado el sentido de su existencia, de la importa de su paso por esta a veces brillante, otras, obscura vida, además con conciencia de que dejará de existir, que morirá. Los caminos para encontrar respuesta a sus interrogantes, pueden ser variados y muchas veces combinados o amalgamados. Se recurre a familiares, amigos, maestros, misticismos, ciencia, que ayudan en esta jornada. La lectura, la palabra hablada y escrita son formas maravillosas de acompañarse en este ansioso caminar por los senderos que nos harán descubrir los misterios de la vida en general y de la muerte misma. Mi peregrinaje ha sido intenso y aún es inacabado. Desde mi infancia me hacía pensar mucho mi padre cuando cantaba: … “el hastío es pavorreal que se aburre de luz en la tarde”…, o Aurora:… “tú dónde estás, yo quisiera saber de tu vida…” 4


Después de una infancia llena de magia, juegos y amigos mayas, en un ambiente familiar romántico lleno de música, canciones, poesía, afectos y amores, comencé a encontrar respuestas teniendo como marco el embrujo del monte, el descubrimiento de su universo, cuando me internaba en la verde maraña para entender sus secretos. La huella imborrable de los maestros de mi vida y los libros de mi alma marcaron para siempre mi destino. Los poemas contenidos en este libro, fueron quizá el andamiaje que en diferentes situaciones y circunstancias, me permitió vislumbrar en el vasto horizonte del mundo, la ruta hacia el logro de las metas que en el remolino de la utopía, se fueron concretando para dar sentido a lo que hasta ahora ha sido mi existencia. Llevan en sí la incertidumbre, el valor, el coraje, la esperanza, la felicidad y de manera constante la fe en la fuerza del sublime amor, que siempre dirigió mis pasos, en este laberinto maravilloso y mágico que es la vida. César Iván Espadas Sosa

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LA BÚSQUEDA

… somos tiempo, por nuestras venas corren los segundos rojos…

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GÉNESIS Naciste aquí donde la tierra como comal del sol hierve en silencio. Aquí donde las lágrimas se convierten en piedras; miomas calcificados en la matriz estéril de redondas lajas. Petrificadas grietas en la piel enmudecida y deprimida. Tierra agonizante, pedregosa. Aquí, campesino maya, te tocó sembrar la semilla primigenia que soñará con la lluvia 7


que no llega, que no cae. El lento crecer de la milpa fatigada, con la tortilla y el pozole que alargarĂĄn tu agonĂ­a interminable.

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PADRE MONTE

El monte con sus olas airosas, serpenteantes, refrescando la tierra ardiente para nuestros pies desnudos. El monte es nuestro mar que nos cobija y alimenta, nos protege como padre bondadoso, nos castiga sin dar explicaciones. Monte bello y feroz, implacable y amoroso.

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AUN DUELE La partida temprana, fue un desgarro que en el alma joven dejó un llanto que aún perdura . . . Fue una lágrima que al pasar por el pecho, formó un racimo de gritos, y siempre aparecen en mis sueños.

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ARQUEOLOGÍA La arqueología emocional ya destruida antes, cambió su forma; ha reverdecido, se bañó en la lluvia y con el viento, transformó su dolor en corazón alado y comenzó a mirarse en las estrellas verdes y espumosas, rebosantes de amor y de ilusiones.

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TODAVÍA

Todavía los muros permanecen negándose al alumbramiento de la palabra, al estallido de la idea que se encierra en el altar de piedra, en la memoria central del agua estática, relámpago contenido en pájaros presos, en estrellas verdes. Sube y baja por el caracol del pecho. Quisiera desgarrar el alma, quisiera desatar la frente, dejarla salir en un poema, pero no es tiempo… todavía.

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CONSTANTE ESPERA A pesar de la lluvia contenida en la gota silenciosa y escondida en la grieta de tu pecho ya tan nuestro, a pesar de los golpes que sacuden y mutilan las estrellas ya vacías de tus ojos que no ríen, de la luz que no nos llega, que a veces está ciega de callar el parto luminoso sin alas y sin nombre, de los gritos sumergidos en el polvo. A pesar de todo, surgimos de ti en la noche, nos sentamos en el camino, esperamos… otra vez.

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ACASO Acaso estas ansias de encontrar invisibles caminos, rebosan en las venas prolongadas, temblorosas. El fluir de la idea roja que como gota o como roca, cae despacio, desvaneciendo su carcomido tiempo de ausencia. Acaso solamente es una imagen en el espejo, ennegrecido, sin realidades, sin chispa-viento, sin roca-polvo, sin hora-tiempo.

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IMPOTENCIA Voz en el centro de la ya cerrada piedra, fuerza concentrada en el ya duro puño. Inasible como un amanecer perdido, beso dormido y olvidado en el ya seco rocío. Muerde el anhelo en la dormida espera, los intensos sueños de la piel intacta; y braman como bestias presas, sin más remedio que beber sus propias lágrimas.

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DESTIEMPO Querer tener el futuro en nuestras fatigadas manos, mirar la lejanĂ­a vaga con nuestros tristes ojos. Insostenible anhelo de saber lo que se espera, angustioso gotear de incertidumbre acumulada. Vano esfuerzo. El futuro reside en el presente, tambiĂŠn en el pasado oscuro, carcomido, abandonado y por muchos olvidado. Descubrirlo es hallar una luz en el presente, es hacer renacer el tiempo que muriĂł y que de nuevo vuelve.

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ILUSION O ENSUEÑO Caminé mucho, internándome en el monte casi cerrado por el ramaje verde y ocre humedecido. Subí por montículos y piedras, hasta llegar a la meseta de un cerro alfombrado de oréganos y hierba fresca. El bullicio de vecinos no existía, el silencio sonaba a melodía que mecía las silvestres flores. Mi cuerpo joven y fornido quedó tendido sobre las hojas, mis ojos buscaban los venados en pareja y en partida, mientras los sacpacales espulgaban su plumaje y se hacían caricias con sus picos.

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Me sorprendió mirar el oro de la luna bañando mi cuerpo tembloroso. Ella comenzó a bajar hacia mi. Yo la abracé y un resplandor de luz amarillenta nos envolvió. La hija de Zeus pronunció mi nombre, el tiempo se detuvo y palpitó la tierra.

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MI VIAJE Con la voz grave de Kavafis, escuché en un reciente sueño que el vetusto ceibo me decía: “El monte de tu pueblo te sostuvo al nacer aquí, te vió correr y jugar hasta llegar a ser un joven fuerte. Lloró cuando te fuiste, un viaje que sin él, no hubieses hecho. Todo lo que tenía, te lo había dado. Aunque era pobre cuando partiste, nunca te engañó. Hoy regresas con triunfos, rico en conocimientos, lo que te hará comprender cuánto te ama”.

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MI ROSTRO Aún continúo buscando mi rostro, leyendo perfiles que dan mis amores, escuchando voces que repito siempre, sintiendo las manos que tocan mi frente. Lo busco en el aire que vive en el monte, lo sigo en las grietas que marcan la tierra, entre los caprichos de las nubes surge, dándome figuras que agradan o aterran. Me llegan mis líneas con la lluvia fresca, me veo en la luz del relámpago verde, en mis ojos vive el rocío del campo y en mi piel descansa el sol de la tarde. Me sigo buscando en los libros que leo, me escucho en pacientes que acuden a verme, me busco en mis hijos, hermanos y amigos, me busco en la sangre que en mis sueños duerme.

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NUNCA SABRÉ Sólo me gusta el nombre de mujer que llevas. Por qué me escogiste? No te bastan los muchos desdichados que invadiste y les quitaste lo que piensas que te debo? No te sacias de morder los huesos, de beber la sangre, de romper los pechos? Como la diosa Xtab, enloquecida me atrapaste. Te atrapé yo? En qué momento o lugar nos dimos cita? 21


Cuánto tiempo vivirás en mi sangre y en mi vida? Dejarás que mis sueños sigan siendo fieles, que las auroras bañen mis jazmines, que mis amores duerman y canten en el monte, que mis sueños extiendan sus tejidos tiernos, que mi gente recuerde mi partida?

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TU SILENCIO Solamente escuchamos tu silencio caer goteante del fondo de tus ojos, patria del llanto y la sangre derramada en los campos dormidos de tu pecho, pero renace al llegar el alba como en el principio de tu tiempo joven, la brisa de tu ceiba abre tus labios y tus párpados nocturnos y cerrados se bañan y perfuman de sereno. La fatiga del sol de mediodía en cada poro de tu piel se anida, tu pupila se quema en cada milpa y tu sonrisa revienta en cada espiga. Son tus piedras eternas compañeras enternecidas tan sólo por el viento. Tus semillas muchas veces no rompen su corteza y tu sangre, con frecuencia, se agrieta endurecida.

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ContinĂşas tu paso por la vida aferrada a las sombras y a la luna, con tus ojos mirando al infinito, con tu alma goteando en cada espina.

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MIS MANOS Estas manos que fueron enredaderas buscando el infinito, como venados y garzas, que moldearon con sus curvas y saltos, mis incontables sueños. Mis manos que fueron viaje, avispa y viento, que fueron picos de paloma en interminable vuelo. Estas manos que ahora están cerradas, que como mariposas, sólo sueñan con sus alas.

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VOLVER AL PUEBLO Volver al pueblo, siempre es una despedida; volver al pueblo es repasar la infancia, es buscar pedazos del pasado en nuestra vida, es oler la tierra que mojĂł la lluvia, aquella tarde en el traspatio. Volver al pueblo, es ver a los que fueron niĂąos con nosotros, mirarnos de nuevo en el espejo viejo, es escuchar de nuevo aquel chillido de las ruedas del tren, que nos llevaron a nuevas estaciones de la vida.

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Siempre quiero volver al pueblo‌ siempre quiero.

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TIEMPO Y POLVO Somos tiempo, por nuestras venas corren los segundos rojos. Somos polvo, que el milagro de la vida conforma y transforma al paso del tiempo. Mientras los minutos palpitantes duren, amor y esperanza estarån con nosotros, hasta que de nuevo‌ volvamos al polvo.

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AMORES

… mi voz no morirá contigo, se la darás a un corazón que espera mojado en el silencio…

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AMOR Vienes amor de las llamas del gran monte, devorado por el fuego en su sabana, que se levanta por debajo de su suelo para mirar al cielo en la maĂąana. Vienes del centro de sus piedras, donde su voz constantemente es muda, donde la gota de su llanto no se filtra, y su dolor, dĂ­a con dĂ­a, siempre se clava y siempre glorifica.

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MIRADAS Tu mirada se metió por mis pupilas quemándolas. Atravesó laberintos, removió el monte que dormía en mi pecho, haciendo florecer las amapolas que habían sido olvidadas. Despertaron los pájaros, y aún siguen cantando en el misterio obscuro de tu mirada.

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CALLA Que tu palabra no rompa la frágil red que contiene el llanto. Que no desate de nuevo esa tormenta, que sólo deja en el alma el terco dolor y la amargura. Deja que el silencio cubra esta noche interminablemente pasajera. Esperemos juntos el nuevo amanecer, envueltos sólo en la esperanza. Sin lamentar… esperemos callados.

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ESTAS LÁGRIMAS Llévate los infinitos temblores de estas lágrimas tan tuyas, que viven siempre en mi. Desprende de mi piel los dormidos sueños que pensamos nos llegarían, suavemente en la noche. Arráncame los fragmentos desdichados y espumosos, que borran la memoria de las fechas antes fieles. Bebe los anocheceres que aún no han llegado, tira los luceros que a pesar de su luz, sólo oscuridad trajeron. Exprime las cenizas errantes de mi sangre inquieta, dales un soplo, 33


o un golpe para que regresen a ti. Ese listón verde que amarraste a mi espacio, desátalo; aquellas lágrimas que salieron de tu garganta, bébelas. Recoge en fin, todo esto tuyo que tienes en mi, auséntame de tu imagen, déjame sin mi.

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DESEO Nada detiene el ansia de mirarte en el espejo de agua de mis ojos, en los amaneceres secos del insomnio y en los fragmentos del sueño malogrado. Viaja el deseo en el río de mis venas y relampaguea en la palma de mis manos que te buscan y gritan en silencio, alucinan que nadan en tu boca. Las ramas de mi lenguaje buscan la salida, las empujan los tallos de estas emociones que en caracol y laberinto pueblan el pecho palpitante y fatigado, sus raíces ciegas que en desesperada furia sueñan, en quedar para siempre en un poema.

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ETERNAMENTE Mi voz se irá contigo y vivirá en tu pecho, comulgará con otras que heredas del ancestro. Se mezclará en tu mundo de pájaros inquietos, edificando nidos en la paja del tiempo. Caminará ondulante a su paso por tus sueños, en tu lluvia, en tu cielo. No morirá contigo, se la darás a un corazón que espera mojado en el silencio.

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TU CUERPO Sólo vestía tu cuerpo luminoso el temblor de tu llanto suplicante. sólo el profundo azul sin cielo desgranaba mi cuerpo centellante. Paso a paso la vida se fue abriendo en caballo de pecho sudoroso, poco a poco gotearon las estrellas descendiendo de un cielo vaporoso. Fueron manos tejiendo con sudores los senderos de pasos virginales en selvática y profunda lejanía. Fue la carne entrelazada, sollozante, con relámpagos húmedos, eternos, primigenia gota de quejante vida.

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CUANDO NO ESTÁS Sólo tu mirada, con su luz prestada a veces a la luna, remueve siempre en los ríos de mi cuerpo, el impulso de sentir la vida más tranquila y más profunda. Pero a veces no estás, y entonces, los ríos se resecan , el ramaje muere y las hojas palpitantes en mis venas, se vuelven polvo que a mi boca emigra, y ahí te espera.

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JUNTOS SIEMPRE Mojaré con tu llanto el polvo de mi camino interminable, llevaré tu desesperanza amarrada a mi sangre y a mi pecho. Los sueños de ayer que has dejado de darme, caminarán como aire verde, tocando siempre mi piel y mi frente. Iremos juntos sin ti, como agua sin vidrio contenida en mis manos. Como calor de leña ausente y amapolas humedecidas, en cenizas de tu adiós presente.

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ESTÁS CONMIGO Siempre sé cuando has llegado. Tus pasos llenos de latidos, se reflejan en la espuma seca, cuando traspasas la puerta de esperanza que se esfuma. Vienes del regreso que nunca abandonas. Sales de mi próximo reencuentro para llegar a mi trastiempo acostumbrado. Siempre permaneces en tu ausencia y en el verdor de tu llegada. Vives siempre cuando nunca estás.

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LLUVIA DE CAMPO Te admiro y quiero porque eres fuerte, porque a los retos y adversidades siempre haces frente. Porque decides tu propia vida con la firmeza y el brillo intenso de los luceros. Tienes la fuerza en tus ideas en tu sereno pensar primero. Miras la vida con mรกs criterio que con la fuerza del sentimiento, al mismo tiempo, sensiblemente aunas lo bello. 41


Pon por delante siempre tus sueños, suelta tu cuerpo, sepulta el grito, llena tus manos sólo de flores y mariposas, cántale al viento. Yo que te admiro, yo que te quiero, sólo te ofrezco con estas manos, con estos versos, blancos luceros. Así te quiero yo, llena de canto como el sonido alegre del metal sagrado. Como campana joven en el viejo campanario, como plegaria airada que abandona el llanto, para convertirse en grito 42


que reclama el verso que anhelamos tanto. Así te quiero yo‌ lluvia de campo.

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SUBLIMACIĂ“N Todo mi ser convertido en latido y agonĂ­a, por la perpetuaciĂłn del sentimiento sublime del amor y la caricia, por la piel amada, surge y se difunde en mi propia alma, como dolor que poco a poco se convierte en mi profunda esperanza, y en esencia misma de mi existencia.

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NUESTROS HIJOS A Miriam

Tres pequeĂąas luces ayer encendimos, con el sol de mi vida palpitante, con la fe de tu amor perseverante, y la sed de mis ansias insaciables. Han crecido y brillan con luz propia, poderosa palpita la fibra de su alma, fosforecen sus mentes en sus cuerpos y hoy, alumbran el camino que nos falta.

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PIEDRAS SUELTAS

… les tenemos como antorchas, como faros en tormenta, como estrellas palpitantes en el monte que nos sueña…

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OFRENDA A Mimí en su boda.

Al desgarramiento amoroso que como bálsamo tibio llega a la herida luminosa, al dolor de la orilla prodigiosa que buscamos ansiosos, anhelantes, para justificar y hacer valer nuestra sola existencia cotidiana. Al otro nacimiento de la vida, con acrisolado alumbramiento de esperanza y certidumbre que tu estructura de carácter, tu nobleza y tu amor maduro, este día glorioso santifican. A mis sueños delirantes, pueblerinos, que alimentaron la fiebre que me dio sobrevivencia, que me impidió morir para tenerte, 47


para quererte, para hoy soltarte, y mĂĄs tenerte, en este ciclo de la vida irrepetible. Hoy no te pierdo, te gano como nunca, te haces completa con la plenitud lograda sin mi, que sin quererlo, te amarraba. Hoy ganas la parte que mi pecho para ti anhelaba. Queda la niĂąa de la frente ovalada de coneja se va, con fortaleza y esplendor, la siempre amada, la mujer enamorada.

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EVOCACIÓN DE AURORA ¿Cómo llegaron hasta tu alma, cómo se formaron en tu pecho los racimos de amor que brindabas, que salían de tus manos? Tus miradas, tus caricias siempre tiernas, la comida que guisabas, la forma en que la servías; las tortillas como hostias que tus manos del comal sacaban de las brasas y la leña que acumuló el abanico de tus manos incansables. El cacao y la canela que molimos por las noches, y que tus manos batieron, para tomar chocolate con pan de Pomuch anisado. Tu milagro de cantarnos siempre en las noches serenas, que a dormir nos conducía, 49


y a crear sueĂąos contigo. Esos sueĂąos nos nutrieron con la miel y con la leche que tu amor nos prodigaba, que hizo hombres y mujeres portadores de banderas, que ofrecemos a los hijos y a los hijos de tus nietos. Tu gloria sigue avanzando y formando corazones, siempre fieles a tu amor y a tu memoria.

Mayo 2013, DĂ­a de las Madres

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AMADÍSIMO CÉSAR VIEJO En tu cumpleaños 80

Un año más en el llavero de tu vida, como un jonrón en juego decisivo, como un disparo en el monte, o el encuentro de un amigo, la bravura de un toro o un caballo, en un día de hierra en San Jacinto, el sabor de una cerveza, la llegada de un bisnieto. Tu voz y tu guitarra reviviendo a Agustín Lara. Cuántas cosas, cuánta gente ha convivido y hoy habita en tu pecho y en tu alma.

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Mezclan tiempos y lugares para hacer que te visiten compañeros de la infancia, familiares que se han ido; ¿Ves los toros que montaste con Manuel, David y Gollo? ¿Qué te dice Mamá Tuly? ¿Sigue llena de bondades, amantísima con todos los que fuimos sus mil hijos? Sigue fuerte el tío Genaro? con su voz y su coraje templadores del carácter de cualquier ser indomable. Imposible mencionar tantos amores, no me bastan las palabras para evocar tus recuerdos. No me alcanza la garganta para cantar tus canciones; y no puedo con mi pluma, escribir las emociones 52


que has creado con amigos, familiares y tus hijos. ¿Qué podemos ya decirte los que seguimos contigo? La Tía Tuly que adoramos como tía madre nuestra que lavó tus pies de niño, que cantó para que duermas, que hizo hijos sus sobrinos y sobrinas, nuestros hijos y los hijos de los hijos. Ella, tú y nuestra Aurora. ¿Dónde encuentro las palabras para siquiera acercarme a la inmensa y abnegada maternidad con poesía, con canciones, con silencios y fragancias de jazmines y de lirios que mamá bordó en el pecho con blancas manos de arminio? 53


Les tenemos como antorcha, como faros en tormenta, como estrellas palpitantes en el monte que nos sueĂąa, como lluvia y como tierra, como ceibo y como iglesia, con presentes, con ayeres, y con nuestros Santos Reyes.

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CON TUS MANOS, IRENE In Memoriam Irene Duch Gary

Siempre que abril y el viento traigan la lluvia que hizo latir tu pulso, y dio a tu cuerpo la explosión del agua en continua y persistente gota, mojará las raíces del recuerdo; y en el vasto perfil de la memoria, desde la enorme llanura del silencio, volverá tu verso. Viento y abril de amaneceres, que sólo sabes tú en qué mundos y en qué cielos, acaricias con tus manos amorosas, siempre tuyas… siempre nuestras. 55


De la tierra, tus manos atraviesan la herida del silencio, y se consumen las horas detenidas en el vÊrtigo inconsciente donde se acaba el tiempo. Aún el dolor rasga la ropa, y nuestros gritos se mojan de memoria sujeta al horizonte, a la esperanza‌ y a la vida.

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ADRENALINA In memoriam: Roque Sánchez Espadas

La ansiedad que surge al empuñar el bate y pararse en el jom, con el afán de cumplir con la consigna: ligar un buen batazo. Las bases ocupadas y todas las miradas están puestas en ti. La adrenalina invade todo tu cuerpo, el bate y tus puños en una sola pieza como la espada y los puños de Julio César en Farsalia. Sólo el lanzador y tú, dos gladiadores que cruzan sus miradas, como hiciera Máximo ante un emperador espurio en el Coliseo; 57


como las miradas de Héctor y de Aquiles en Troya por honor. El lanzador mueve incesante en su nerviosa mano la pelota, clavas el pie derecho en la suave tierra blanca. ¡El lanzamiento! En fracciones de segundo tienes que descifrar velocidad, trayecto y curvatura. Diriges tus brazos y tu cuerpo al encuentro del bate y la pelota. Después… sólo percibes y sientes en el cuerpo el choque sólido y escuchas el impacto. Los gritos y alaridos de los espectadores, te harán saber que has triunfado, que la pelota voló y tú… y la gloria… van con ella. 58


REJONEO Las tres ardientes horas de la tarde proyectan la sombra de Creta en nuestra arena. En un instante, el río del tiempo retrocede en la memoria y las tres figuras mitológicas: el Minotauro, Teseo y el Centauro una vez más, se enfrentan con la muerte. Egeo abre ventanas en la historia anhelante de ver retornar banderas blancas; Ariadna vuelve a tejer el hilo de sus sueños sin sospechar lo que el destino, incomprensiblemente en Naxos le depara. La sangre corre incendiando laberintos llenos de flores, 59


banderillas y rejones, el pasodoble golpea corazones, y las gargantas sumergidas en euforias y angustias, repiten los mil gritos de los tiempos, despertando a los dioses en sus templos. Las tres ardientes horas de la tarde y el sonido de tambor y de metales, ordenan en el coso de la vida soltar divisas de pasiĂłn y de emociones encendidas.

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IN MEMORIAM DAVID SILVETI. Cuántas veces la muerte, cuántas veces la gloria, cuántas veces naciendo para remorir de nuevo, muerte y renacimiento, vivo romance en el ruedo. Cuántas palomas movían lentamente tu capote, mientras la muerte lamía, en astifina embestida, la tristeza de tu alma en estatua convertida. Tu muleta acariciaba la arena de sangre y muerte, y nacían los luceros, y brotaban los jazmines, 61


el relámpago incendiaba los gloriosos laberintos donde tú nos conducías. La misma muerte que en tu ser vivía, hoy te arrebata; cae el silencio en el gran ruedo, cae tu sangre en la arena deprimida. Renacerás de tu escarlata efervescente? Germinarás de tu arte cristalino?

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EL TORO DE LIDIA A Raúl Espadas Sosa

Cuando nace, sólo se conoce su genotipo; después, comienza su desarrollo hasta que llega a novillo. El ganadero lo observa, su andar y también su rostro, su quietud, trote y galope le dicen que es un buen toro. Lo cuida y lo alimenta, le habla cual padre a un hijo y alienta la esperanza de un día verlo triunfar. Llega la hora de partir, de lanzarse al primer ruedo, el ganadero disfruta, pero a su vez también sufre por el toro, por la suerte, que al demostrar su bravura, va al encuentro de la muerte. Cuando suenan los metales anunciando la salida, los miles de espectadores 63


aplauden la bienvenida; y con estruendosos gritos comienza ya la corrida. Al enfrentarse al torero, hacen revivir la arena aquellos que la han llenado de emoción, valor y gloria, en la afición han quedado y para siempre en la historia: Silverio Pérez, Arruza, Manolete disfrutando, el gran Manolo Martínez y Silveti muleteando. El Cordobés y Armillita, el Niño de la Capea, Fermín, Gaona, Cavazos, Ponce, el Juli y sus faenas, José Tomás capoteando. Angustiado el ganadero, sólo tiene la esperanza de que su toro no muera, que triunfante y con indulto… ¡regrese al viejo potrero! 64


CANTO A “LUNERO” Murió “Lunero”. Lloró la luna con nuestros ojos un llanto negro. Duelo en el ruedo, caen las flores con mil y un gritos de las gargantas que te aclamaron aquella tarde en que forjaste tu propia gloria y tu paraíso. Silveti sueña con tu cabeza, tu cornamenta, tus ojos negros hijos del fuego y la nobleza.

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Tú y él murieron y renacieron en mutua entrega de arte y grandeza. Hoy que te has ido querrá mirarte Don Juan Castillo. Verá tu imagen así en querencia como en el ruedo, hablarán quedo con mirar fijo, libre de olvido. Duerme tranquilo noble “Lunero”. Duerme en la gloria que nos dejaste en la memoria de aquella tarde, y en la bravura de esa tu sangre que hoy en tus hijos nos heredaste. Junio 1995. 66


INDICE Prólogo…………………………………………………….. 1 Umbral…………………………………………………….. 4 Génesis……………………………………………………. 7 Padre Monte………………………………………………. 9 Aún duele…………………………………………………. 10 Arqueología……………………………………………….

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Todavía……………………………………………………

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Constante espera…………………………………………..

13

Acaso……………………………………………………...

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Impotencia………………………………………………… 15 Destiempo…………………………………………………. 16 Ilusión o ensueño………………………………………….. 17 Mi viaje……………………………………………………. 19 Mi rostro…………………………………………………… 20 Nunca sabré………………………………………………... 21 Tu silencio…………………………………………………. 23 Mis manos…………………………………………………. 25 Volver al pueblo…………………………………………… 26 Tiempo y polvo……………………………………………. 28 Amor………………………………………………………. 30 67


Miradas……………………………………………………. 31 Calla……………………………………………………….. 32 Estas lágrimas……………………………………………..

33

Deseo……………………………………………………… 35 Eternamente……………………………………………….

36

Tu cuerpo………………………………………………….

37

Cuando no estás…………………………………………… 38 Juntos siempre…………………………………………….. 39 Estás conmigo…………………………………………….. 40 Lluvia de campo…………………………………………..

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Sublimación……………………………………………….. 44 Nuestros hijos……………………………………………… 45 Ofrenda……………………………………………………. 47 Evocación de Aurora………………………………………. 49 Amadísimo César Viejo……………………………………. 51 Con tus manos, Irene………………………………………. 55 Adrenalina…………………………………………………. 57 Rejoneo…………………………………………………….. 59 In Memoriam. David Silveti……………………………….. 61 El toro de lidia……………………………………………… 63 Canto a “Lunero”…………………………………………… 65

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Ocaso en Xuelén

Junto al médico, psiquiatra y maestro César Espadas Sosa, sabemos que está el cronista… y el poeta, entonces y con motivo de este hermoso libro que hoy nace, saludemos y leamos al César Espadas que escribe, que hilvana versos con poesía y que no puede evitarlo. Preguntémonos en dónde está el acento de sus poemas, la fuerza de sus versos, qué nos dicen sus líneas, sus palabras. Él mismo nombra tres secciones en el total de este conjunto: la búsqueda, su ansiedad existencial; amores, su hondura familiar; y piedras sueltas, una muestra de sus seducciones. En la primera sección, se refiere abiertamente a ciertas constantes: la huella de su hermano, ido tan pronto; su gente, su pueblo, su tierra, el monte, el hombre del campo; su temprana y duradera hambre de saber, crear, ser; su amada juventud corporal, integrada toda ella al monte, a su hábitat… y en las otras dos, acude primero al fervor íntimo y después, a su apego al mundo de afuera, de la gente. En ambas, descuella claridad y ofrenda…

Carlos Peniche Ponce


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