Recopilaciรณn de textos de alumnos UAM
Hacia la nueva normalidad Serie 2
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Coordinaciรณn General de Difusiรณn
mayo - junio 2020
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INTRODUCCIÓN ¿Cómo hacemos comunidad cuando estamos aislados? En el interés de responder esta pregunta La Casa del Tiempo, centro de educación continua y difusión cultural de la UAM, convocó al Taller ONLINE La escritura creativa como herramienta para imaginar y construir otro mundo, como parte del acompañamiento que
la
Coordinación
General
de
Difusión
hace
al
Programa
Emergente de Enseñanza Remota (PEER). La intensión fue convocar a imaginar un futuro post-pandémico, desmenuzarlo, delinearlo y con sus partes imaginar mundos posibles a través de la escritura. El reto incitó a un grupo de estudiantes de las cinco
unidades
de
la
UAM
quienes
durante
ocho
semanas
construyeron un entramado de visiones desde el contexto, los intereses y la historia personal de cada un@. La escritora Martha Patricia Montero, fungió como tallerista y promovió la palabra escrita para nombrar lo que existe y lo que se desea, aprehendiendo al mundo en el que estamos inmersos. La
antología
que
hoy
le
compartimos
a
la
comunidad
universitaria es el resultado del taller que a través de la letras, vislumbra el horizonte que deseamos habitar.
Cynthia Martínez Casa del Tiempo Coordinación General de Difusión
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Una misión extraordinaria Desde que comenzó a anunciarse el inminente inicio del 2020 había un entusiasmo especial en el ambiente. El número remite a la perfección de la visión y parecía traer consigo todas las posibilidades. Y si bien no es como ninguno imaginó, continúa siendo un año singular: junto con el confinamiento obligado nos ha brindado el tiempo para reflexionar sobre las dinámicas vertiginosas de vida sobre las que navegábamos, con muchas voces arguyendo, incluso, que funcionaban de tal manera que no había margen alguno para los cambios que demandaba el planeta. Poner pausa al trajín diario en efecto parecía imposible. Y sin embargo, una arbitrariedad de la naturaleza, que tiene en jaque a los científicos más prominentes del siglo XXI, logró lo que ningún político o empresario: volver desérticas las calles de las grandes capitales, cerrar los comercios y, en el mejor de los casos, reunir a las familias en sus casas,como una forma segura de conservar la salud y la vida. Claro que este panorama va aparejado con el reverso de la moneda: hospitales desbordados, muertes sin despedida, una economía frágil, soledades expuestas y la falta de resolución a problemáticas atávicas que, más por desidia que por falta de
interés,
han
permanecido
como
“inamovibles”
–racismo,
discriminación, clasismo, injusticia social, machismo…–. Un mosaico,
no
grato,
que
es
parte
del
complejo
crisol
de
humanidad que somos. De este tiempo en apariencia sobrado brotan, como en campo fértil, numerosas manifestaciones para dar cuenta del diario 7
acontecer
durante
músicos,
esta
filósofos,
pandemia.
bailarines,
Escritores,
infectólogos,
actores, políticos,
economistas, maestros, fotógrafos, ambientalistas, cineastas… entretejen la historia de nuestros reencuentros, depresiones, esperanzas,
sonrisas
e
incertidumbres.
Los
futuros
historiadores de esta época tienen asegurado, desde hoy, fuentes
valiosas
de
donde
abrevar
para
satisfacer
su
curiosidad y conformar las crónicas pertinentes. En paralelo, desde hace unas semanas comenzó a anunciarse una inminente “nueva normalidad”, porque mientras el virus siga contagiando, enfermando y matando con la misma voracidad, el mundo “de antes”, el de apenas hace tres o cuatro meses, no podrá continuarse. Más allá de las recomendaciones de los expertos y de los códigos sanitarios impuestos, la coyuntura se antojaba idónea para concebir alternativas y proponer hacia dónde llevar la próxima fase de la vida en común. ¿Qué mejor, para esta colosal tarea, que un grupo de mujeres y hombres jóvenes que, desde diferentes ángulos, ya se estaban preparando para hacer suyo este fascinante planeta? Su generación ha sido de las más afectadas, sin duda, porque a la par de sus estudios estaban soltando sus alas, probándose en libertad para fortalecerse e ir tras sus muy diversos y válidos sueños. Ahora, desde sus casas, decidieron sumarse a este
reto
propuesto
por
la UAM y
hacer
de
la
escritura
creativa una herramienta para imaginar y construir otro mundo: primero intercambiando ideas, artículos, fotografías y hasta memes, y casi enseguida haciendo de su voz una vía tangible para andar hacia este porvenir, así menos incierto, menos desigual, más promisorio, empático y posible. 8
Estoy segura de que aceptaron una misión extraordinaria. Si bien cada cambio generacional trae consigo transformaciones, muchas se circunscriben al lenguaje, las modas, las tendencias musicales, las aspiraciones… Pocas personas tienen ante sí una carga histórica como la actual –quizá las que han padecido guerras que las cimbraron por años–, es decir, vivir en carne propia el parteaguas y redefinir a un tiempo los caminos por los cuales volver a transitar. El conjunto de ensayos Hacia la nueva normalidad nos habla de su
alta
calidad
como
estudiantes,
escritores
y
personas
curiosas, pero, sobre todo, de su nobleza como seres humanos. Sus enfoques se enriquecen unos a otros, a la vez que nos refrescan, invitándonos a salir de cualquier letargo, para acompañarlos
en
esta
aventura
única
de
re-pensarnos
y
moldearnos para otro tipo de mejor convivencia, entre nosotros y con el planeta. Tienen además un plus, una estudiante que forma parte del grupo es también fotógrafa, Yolanda Reyes, y con la buena disposición de todas y de todoshizo lo posible, desde la distancia,para
contar
con
retratos
que
complementan
sus
semblanzas. Para mí inmensa fortuna, me tocó guiarlos en este quehacer de la escritura y les agradezco de todo corazón esta oportunidad. La UAM, donde estudié hace ya algunos años Comunicación en el plantel Xochimilco, continua tal y como yo la pienso siempre: fomentando
la
investigación,
el
compromiso
social,
la
realización de las ideas. ¡Qué privilegiados todos! No queda más que dar paso a una lectura fértil y amena. Martha Patricia Montero 9
Comienza una nueva vida Jorge de la Garza Licenciatura en Psicología UAM-X
“La pandemia nos confronta con una posible y perversa forma de control sobre los cuerpos.”
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Comienza una nueva vida Jorge de la Garza En la obra Vita Nova, de Dante Alighieri, aparece la frase “Incipit vita nova” para empezar a adentrarnos en el relato de su experiencia al enamorarse de Beatriz y su renovada vitalidad. Sin embargo, lo que sintió el autor no concuerda con nuestra realidad, ya que como me lo comentaba mi amiga Alejandra, que vive en el municipio de Nezahualcóyotl, en el Estado de México, la cuarentena no existió ahí; la gente tenía que salir a trabajar a las fábricas para poder comer, la mayoría tenía abiertos sus negocios. Lo que coincidió con Dante fue la gran revelación dada por ella, me causó una gran resonancia en mí e interpeló mi mirada de la realidad. “Neza”, al igual que otros municipios de ese estado y de algunas alcaldías de la Ciudad de México, se encuentra en las periferias de esta y ha sido durante mucho tiempo metáfora de la
lejanía:
olvidado,
marginado,
satanizado
por
nuestra
sociedad. Con la actual pandemia, sus habitantes han sido sometidos a una extrema vigilancia por parte de nosotros “los privilegiados”, quienes condenamos la supuesta ignorancia de la gente en este y otros lugares del país, abandonados por la sociedad. Si bien el sol sale para todos, no nos pega igual. Estas formas de vigilancia al otro, ejercidas por nosotros mismos,
me
han
recordado
varios
textos
que
han
escrito
filósofos a lo largo de la pandemia. La primera filósofa que viene a mi mente es Judith Butler, para ella, se abrió un nuevo paradigma en la biopolítica en el punto de quién debiera vivir
y
quién
morir,
de
donde
recoge
el
término
necropolítica; que define como: “La forma en la que las demandas capitalistas para reabrir la economía, aceptan que 11
la economía requiere la muerte de las personas más vulnerables de nuestras comunidades”. Desde siempre las hemos dejado a su suerte, incluso, me parece, de una manera perversa. Otro ejemplo de ello es ahora, en mi edificio, el conserje llamado David, quien tuvo que regresar a su lugar de origen cerca de Perote porque falleció hace un par de semanas su suegra y a la semana falleció su esposa. Posiblemente ha entrado en un dilema, si regresar a trabajar aquí a la ciudad o
quedarse
con
sus
hijos;
desconozco
si
allá
tiene
más
familiares. Aquí en el edificio; algunas voces han pedido que se haga los análisis para cuando ya se encuentre en la ciudad, otras dan a entender que si quiere no regresar también está correcto, pues será su decisión, y hay incluso otras que opinan que ya hay que darle su finiquito pues consideran que ya no va a regresar, todo lleno de supuestos. Igual de perversa es y será la forma de control sobre los cuerpos. Vemos cómo la proximidad con el otro es afectada y continuará durante un tiempo, y tal vez hasta se quede en nuestra cotidianeidad; no tocar hasta nuestros cuerpos por la idea de que estén sucios, infectados, no estrechar nuestras manos,
evitar
abrazar
a
los
demás,
a
los
amigos,
a
los
familiares, en las actividades recreativas mantener una sana distancia. Como ejemplo tenemos las imágenes en otros países, donde en los cines han remodelado sus salas para dar cupo a menos gente, toda distanciada. La desconfianza hacia el otro me parece que aumentará y más sobre estas poblaciones donde no hubo una cuarentena. Comienza una nueva vida nada alentadora, distante de lo que posiblemente Dante sintió. No regresaremos mejores como dicen algunos por ahí, apelando a una positividad, como si no 12
existieran problemas que se arrastrarán y que arrastraremos si no reflexionamos profundamente sobre problemáticas, como la discriminación y el racismo, que han vuelto a ser tema y nunca
se
han
ido,
la
violencia
en
aumento
a
los
grupos
vulnerables y en nuestro entorno, ya sea en la universidad, la familia o los centros de trabajo. Seguramente, si acaso no todo esté perdido, posiblemente esto nos haga pensar el papel que
jugamos
en
nuestros
distintos
contextos
para
poder
proponer otro mundo posible. Comienza una nueva vida.
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¿Qué será de ese día? Daniela Gómez Licenciatura en Arquitectura UAM-A
“La “nueva normalidad” da miedo, pero estoy segura que saldremos delante de esto, juntos.”
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¿Qué será de ese día? Daniela Gómez “El momento que da más miedo es siempre justo antes de empezar”, es una frase que últimamente tengo muy presente, hasta el día de hoy.¿Qué será de aquel día en que regresemos? ¿Qué será de ese día en el que tengamos que comenzar desde el principio? ¿Qué será de esas reuniones con nuestros amigos y familia después
de
tantos
meses
sin
verlos?
¿Qué
pasará
con
las
demostraciones de afecto? ¿Por qué tenemos que vivir algo así? Estas son algunas de las preguntas que me he estado haciendo dentro de estas cuatro paredes, que nos mantienen a salvo, pero también lejos de nuestras personas amadas. Reflexionando sobre eso vienen a mi mente recuerdos de hace un par de meses, el principio de año rodeada de mi familia, estando fuera de la casa de mi abuelita jugando con mis primos y mis sobrinos, estando sentada en el comedor esperando esa cena tan deseada para toda la familia, aguardando que el conductor del televisor anunciara esos doce minutos tan anhelados para las doce, gritando, festejando y llorando de emoción por un nuevo año; un nuevo año lleno de nuevos propósitos por comenzar, abrazando a mi familia. Vienen a mi mente también aquellos días que pase con mis amigos, tomando selfies para publicarlas en las redes sociales una vez que llegáramos a casa, el hecho de estar platicando largas horas con ellos o el hecho de regresar a mi amada universidad, a esos pasillos de CyAD, en los cuales los compañeros de otras carreras exponían en las vitrinas alguno que otro trabajo. ¡Oye UAM!, ¿qué será de ti? Recuerdo cuando nos paniqueamos por el rumor de que iba a explotar una nueva huelga, ¡quién iba a pensar que este virus sería el que nos dejaría sin clase 15
y no sólo a nosotros, sino también a otras universidades! Nos tuvimos que adaptar a una nueva forma de enseñanza: la virtual. Pero también nos está permitiendo tener un mejor conocimiento y superar esta adversidad con la comunidad. También creo, y estoy segura, de que los profesores están aprendiendo al igual que
nosotros
con
este
nuevo
método
de
enseñanza;
estamos
aprendiendo de la mano con esos profesores de edad avanzada, a los cuales muchas veces debemos tenerles paciencia cuando explican en las clases. Estamos entrando a aquello que las personas llaman “la nueva normatividad”.
Pero
siendo
sinceros
¿estamos
realmente
preparados para lo que conlleva esta nueva etapa?, ¿puede alguien decirme sí después de esto podremos cumplir esas metas planeadas con tanto anhelo? Leyendo uno de mis libros favoritos, El diario de Ana Frank, encontré una frase que me hace reflexionar, la cual dice así: “Es difícil en tiempos como estos pensar en ideales, sueños y esperanzas, sólo para ser aplastados por la cruda realidad”.Y vaya que tiene razón. ¿Cuántas metas se vieron impedidas? ¿Cuántas graduaciones, fiestas y celebraciones se pospusieron? ¿Cuántas vidas fueron vencidas por este virus? Y es que hay que hablar con la verdad, no todo es protegerse a uno mismo, hay que tener en cuenta a esas personas que están perdiendo la vida ahí afuera, y muchas más arriesgando su propia seguridad y salud por cuidarnos a ti y a mí y a muchas personas. Sigo sin comprender cómo todavía hay personas bastante imprudentes respecto a esto, ¿cómo puede ser eso posible? Hay personas sufriendo por no poder estar en el hospital apoyando a sus familiares, a esa persona amada, ¿y qué tal si es la última vez que los pudieron ver? No puedo imaginarme el dolor por el 16
que
pasan,ya
que
no
pueden
ni
siquiera
darle
la
última
despedida, el último adiós a esa persona. Muchas veces me siento un bicho raro en la calle, ya que, al salir
con
el
cubrebocas
y
otras
medidas
de
seguridad
requeridas, me encuentro con un 80% de las personas ahí afuera que no tienen ni el más mínimo cuidado delque se pide. Muchas de ellas te voltean a ver como si estuvieras loco. ¿Conoces a alguien así?, porque yo sí y no cabe en mi cabeza que no estén tomando enserio esto. Más adelante, en el mismo libro, hay otra frase con la que también me identifico: “Es un milagro que no abandonase todos mis
ideales.
Sin
embargo,
me
aferro
a
ellos
porque
sigo
creyendo, a pesar de todo”. Y cómo no creer, si aún con todo esto que está pasando hay vidas nuevas en el mundo, hay recién nacidos luchando por seguir aquí, hay pequeños en incubadoras peleando con una enfermedad que traen desde el vientre de su madre. ¿Cómo no creer? Si todavía nos queda mucho por vivir, quedan muchos museos que visitar, muchos momentos que capturar con una cámara fotográfica, muchas salidas a los cines, muchos viajes por realizar, muchas sonrisas que dar y ¿por qué no? muchas más por recibir, pero, sobre todo, muchos abrazos y besos por dar. Sé que esto de “la nueva normatividad” da miedo cuando alguien la menciona, ya que muchas veces no alcanzamos a comprender el giro que van a dar a nuestras vidas, pero ¿te digo algo? Estoy ansiosa porque llegue ese día, estoy ansiosa para ver cómo saldremos adelante de esto, juntos.Seremos como ese pequeño que empieza a caminar, a tomar sus primeros pasos y después 17
comienza a correr. Ahora me atrevo a preguntarte: ¿tú estás listo para esta nueva etapa que está por empezar?
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¿Destejiendo realidades Diana Belén González Cortezano Licenciatura en Lingüística UAM-I
“El Internet sacó nuestros peores demonios e inequidades. Es tiempo de reflexionar.”
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Destejiendo realidades Diana Belén González Cortezano Las desconexiones, los malos y medios entendidos suscitados en estos tiempos de concurrencias cibernéticas, se han generado a través de la lengua o lenguas que compartimos con los otros. El filósofo Ludwig Wittgenstein expone en múltiples de sus textos que venimos de universos contextuales diversos, los cuales “nacen, se envejecen o se olvidan.” Las palabras que enunciamos en la cotidianidad, en la mayoría de las ocasiones, se encuentran en una lengua compartida con quien nos escucha, sin embargo, los abismos entre nuestros mundos nos posicionan constantemente en desencuentro con quienes nos rodean. ¿Cuántas veces nos hemos encontrado en el espacio virtual y, por más que el intento resulta arduo, las palabras siempre nos faltan para lograr comprender la otredad y hacer que nos comprenda? Alejandra Pizarnik, en uno de sus grandiosos versos, escribe que: “Cada palabra dice lo que dice, y además otra cosa”. Los significados como olas gigantescas en el mar de nuestra mente, en la constante posesión y desposesión de las letras, incluso antes de que salga el sol, o de que nuestro gallo digital suene, para despertarnos del sueño atropellado por las rutinas agobiantes del vernos sin sentirnos en esta inmensa lejanía digital. Acumuladores de palabras, nos llamaría yo. Pocas veces nos detenemos a reflexionar si la palabra, que hoy con tanta calma se menciona en nuestro espacio, será ruidosa o dolorosa para los demás en su respectivo “aquí nos tocó vivir.” Nuestros cuerpos, después de este encierro, no existirán de la misma manera, ni latirán al mismo ritmo. Al regresar a las calles, nuestras vidas cambiarán. El uso de cubrebocas,
la
sana
distancia,
las
manos
llenas
de
gel 20
antibacterial y la vida con olor a cloro no serán las únicas nuevas medidas que se adoptarán. Se rompieron todos nuestros esquemas en los andares cotidianos y se llenaron de nuevos términos,
y
de
otros
cuantos
viejos
que
tendremos
que
resignificar. De repente y sin avisar, las redes sociales se convirtieron, hoy más que nunca, en ese espacio en donde nuestras opiniones atraviesan las fronteras y taladran cual sea nuestro dispositivo electrónico seleccionado para romper con nuestra tranquilidad diariamente. El
Internet
ha
sacado
nuestros
peores
demonios,
los
ha
escondido detrás de una pantalla y en muchos casos ha remarcado nuestras
diferencias
y
nuestras
inequidades.
Porque
las
injusticias nunca estuvieron de cuarentena y nuestras palabras retumbaron las pantallas, unas para llenarnos de apoyo y otras cuantas más para insistir que hay cosas que en nuestro México no suceden, que son producto de la exageración de muchas personas, porque en esta sociedad, al no encontrarte en un cuerpo y posición que es igual a lo establecido tienes una o varias fallas. Y eso se hace visible en las palabras con las que estamos tan acostumbrados a nombrar a esas “fallas” porque, al parecer, lo que nos define ante los ojos ajenos es el cómo se ve la piel que habitamos, nuestra posición en la cadena económica y nuestro género, por mencionar unos cuantos aspectos que nos caracterizan. Estas últimas semanas los medios de comunicación, especialmente en
sus
versiones
digitales,
han
creado
una
gran
ola
de
indignación social debido a los asesinatos de George Floyd, en Estados Unidos, y de Giovanni López, en Jalisco, ambos a manos de cuerpos policíacos. Noticias que despertaron en muchos de nosotros
una
profunda
reflexión
acerca
de
cómo
es
que
contribuimos a perpetuar acciones racistas y clasistas en las calles de nuestros respectivos lugares de origen y residencia, 21
a causa de la normalización de muchos comportamientos y frases. Pienso en todo el daño que nos hemos hecho los unos a los otros en esta ausencia corpórea, a través de los posts que con tanta ligereza hacemos ir y venir en los caudales de las redes sociales. No pretendo apropiarme de una lucha que no me corresponde, más bien, reflexiono sobre este tema desde la responsabilidad que poseo ante el peso de mis palabras en las vidas y contextos de las personas que me rodean. Porque qué sencillo se nos ha hecho avanzar y hacer juicios sobre los cuerpos de otras personas y seguir sin detenernos. Cuántas veces nos hemos posicionado en superioridad respecto a otro individuo por poseer más objetos, por contar con servicios (que se supone tendrían que ser para todos sin importar nuestra condición social), por tener acceso a ciertas oportunidades de desarrollo e incluso por tener un color de piel más alejado de aquel que estamos mirando. Ninguna lengua del mundo y ninguna de sus palabras contienen en
sí
mismas
una
carga
negativa,
somos
nosotros
los
responsables de la construcción de sus significados y son nuestros usos los que les dan un valor específico. Pensemos en las palabras naco, indio y prieto. Hasta se nos olvida que no sólo las hemos escuchado, sino que las hemos repetido para referirnos Adjetivos
a y/o
alguien
que
sustantivos
suponemos que
tanto
inferior hemos
a
nosotros.
empleado
para
dañarnos y ofendernos mutuamente, y lo cierto es que nos han puesto muy lejos de los demás. Si bien, como hablantes de una lengua nos encontramos distantes de saber de pe a pa cuáles son las estrictas reglas gramaticales que esta sigue, eso no nos exime de hacernos críticos y responsables de lo que con ellas le decimos al mundo. 22
Por último, me gustaría invitarles a reflexionar sobre lo que Yásnaya Aguilar, lingüista y activista indígena, escribe en uno de sus ensayos: “Lo lingüístico es profundamente personal y
como
ya
lo
dijeron
las
mujeres
del
Women’s
Liberation
Movement de los años sesenta: lo personal es político… los comportamientos
cotidianos,
personales,
no
escapan
a
la
configuración de las relaciones de poder. En ese sentido, hablar una lengua es político”. Vivimos la lengua, narramos en ella al pie de la letra cada una de nuestras experiencias, sentires y profundos pesares.En lo personal, en ella me escribo y
me
pronuncio
vulnerable
en
la
inconformidad,
en
la
injusticia, al tiempo en que también me proclamo firme e incendiaria ante todo lo que me duele y le duele a otros. El clasismo y el racismo no son ajenos a nuestra realidad como nación y ya es hora de que comencemos a empatizar con las diarias luchas de los otros y tomemos acciones, desde cada una de nuestras posiciones, para ser grandes aliados en cada una de nuestras batallas como sociedad. La cercana nueva realidad resultará un reto enorme para cada uno de nosotros, no sólo por la vida con cubrebocas y llena de medidas de limpieza extrema que tendremos que mantener, también porque al estar en casa al pendiente de todo lo que ocurría afuera de ella, se despertaron múltiples inconformidades respecto a nuestra vida como colectivo. El estar en casa no nos privó de expresar nuestra rabia, ahora, en nuestro regreso a las calles, quedará en nosotros no dejarla únicamente en estos posts y pensamientos de
molestia,para
darle
vida
en
nuestras
diversas
cotidianidades.
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Pronto más textos.
Collage en portada: Alejandra Osorio Olave.
® Derechos Reservados Universidad Autónoma Metropolitana.
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