Todos somos ingenieros

La ingeniería civil casi siempre ha acompañado a la vida en comunidad. El hecho de compartir el espacio obliga a aunar esfuerzos para optimizar ciertas tareas, facilitar los accesos y conseguir el abastecimiento del agua o el saneamiento.

Estas necesidades provocaron el desarrollo y la posterior especialización de unas tareas que ahora reconocemos dentro de una titulación de Ingeniería de Caminos, Canales y Puertos, con atribuciones reguladas por los gobiernos.

Pero qué pasa cuando esas labores comunitarias cuyo fin es cubrir necesidades básicas, como el abastecimiento de agua en las ciudades, se olvidan de lo más importante, de la universalidad de los destinatarios del agua.

Qué pasa cuando los servicios públicos quedan en manos privadas y se les permite bien por omisión, bien por interés particular de las personas que conforman el gobierno, el abuso y el enriquecimiento desmedido a costa de un bien de primera necesidad.

En “También la lluvia”, de Iciar Bollaín, el telón de fondo de la historia de esta producción cinematográfica sobre Cristóbal Colón es la revuelta popular conocida como “la guerra del agua” en Cochabamba (Bolivia), acaecida en el año 2000.

La privatización del abastecimiento del agua municipal de la tercera ciudad más grande de Bolivia fue seguida de una ascensión sin límite de los precios de la misma.