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Acabar con el hambre extrema en el siglo XXI
from Ingenio Nº 15
by CICCP Madrid
A finales de septiembre de 2011, varias organizaciones no gubernamentales internacionales y africanas, entre ellas Intermón Oxfam, lanzaban públicamente dos comunicados. En el primero pedían a la comunidad internacional y a las partes en el conflicto “anteponer las personas antes que los intereses políticos” para que la ayuda humanitaria llegase a Somalia. En el segundo indicaban que “la muerte por hambre de mujeres, hombres, niñas y niños no es aceptable. Todas y todos somos responsables, hemos de impedir que esto vuelva a ocurrir”. La acción urgente no debe ocultar nuestra obligación moral para que esta crisis no ocurra de nuevo.
750.000 personas se enfrentan en África Oriental a la muerte como consecuencia del hambre. Esta región de África ha sufrido dos estaciones de lluvias consecutivas con escasa pluviometría. El año 2011 ha sido el más seco desde 1951. Los precios de los alimentos de base han subido debido a la baja producción y el poder adquisitivo de la población ha disminuido al morir o enfermar su ganado por la sequía. En Somalia el precio del sorgo ha aumentado de un 240% desde al año pasado. La combinación de este aumento del precio de los alimentos de base - como el sorgo y el maíz - con la caída de precio del ganado, que usan los hogares de la región como reserva de capital, ha resultado desastroso para los ciudadanos más vulnerables.
Pero esta crisis no es un hecho inevitable, dependiente sólo de factores naturales y aleatorios. Las zonas más afectadas por la sequía son aquellas que están sumidas en un conflicto armado – como ocurre en la zona del Centro y Sur de Somalia – o que han estado marginadas a nivel de inversiones públicas en infraestructuras, en particular carreteras, sistemas de agua y servicios de salud. Ese es el caso de muchas zonas de Somalia, pero también del sur de Etiopía y el norte de Kenia, donde se concentran los afectados por la sequía de esos dos países. La sequía no tiene porque acabar en desastre. Con inversiones adecuadas y poniendo en práctica sistemas apropiados para la gestión del medio ambiente, la producción de alimentos y ganado así como su comercio pueden florecer. Además, los Gobiernos de la región y la comunidad internacional han desarrollado durante los últimos treinta años sistemas muy sofisticados de alerta temprana para la sequía. Sin embargo, como estamos viendo, estos sistemas no sirven de nada si no se actúa con premura ante las primeras señales de alarma y no se abordan los problemas de fondo, como el conflicto, la pobreza y la falta de inversión. Los Gobiernos de la región y la comunidad internacional tardaron en reaccionar. Los sistemas internacionales de ayuda solo comenzaron a funcionar a pleno rendimiento cuando la situación era ya desesperada, con la hambruna declarada en dos áreas del sur de Somalia. Es importante que esta respuesta de emergencia continúe, que reciba la financiación necesaria de la comunidad internacional y que pueda llegar de una manera independiente e imparcial a la población afectada.
Para ello es crucial que las partes en el conflicto somalí cesen las hostilidades y permitan la entrada de ayuda. Pero, además, esta crisis en el Cuerno de África era previsible y evitable. Se podía prevenir: tenemos los conocimientos necesarios que nos permiten detener este tipo de tragedias, sabemos los pasos que es necesario tomar para prevenirlas. Esta crisis debe suponer una llamada de atención para que los gobiernos de la región y la comunidad internacional aborden, como primera medida, los problemas que hacen a la gente vulnerable al hambre. Los Gobiernos del Cuerno de África deben actuar de manera diferente para garantizar la seguridad alimentaria de sus ciudadanos. Hasta ahora han dado un apoyo limitado a las personas que se dedican a la agricultura, en particular a los pequeños agricultores y los ganaderos trashumantes que habitan en las zonas más afectadas. En cambio, esos países se han concentrado en traer alimentos baratos. La comunidad internacional debe apoyar las iniciativas para reducir el riesgo de desastres y no esperar a que llegue una situación de vida o muerte como la actual. En vista de estas sequías, las personas que trabajan en agricultura en el Cuerno de África, no sólo deben pedir que sus gobiernos hagan frente a los efectos globales del cambio climático, sino que los países donantes, quienes son los mayores productores de gases efecto invernadero, deberían pagar también.
Para que esta sea la última hambruna de nuestro siglo, no solo en África si no en todo el planeta, los Gobiernos de la comunidad internacional deben mejorar los sistemas actuales de respuestas a emergencias, apoyar los pequeños agricultores y la producción local de alimentos, asegurar protección y sistemas sociales para lo más pobres, asegurar precios de los alimentos asequibles para todos y reducir la violencia y los conflictos armados. Este plan global para acabar con el hambre en el mundo debe convertirse en la prioridad política de nuestros gobernantes. Hay que convertir en un triste recuerdo del pasado que hombres, mujeres, niños y niñas puedan morir en un día como hoy de hambre. •
Francisco Yermo Responsable de Advocacy Humanitario de Intermón Oxfam