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Grupo 7 Algo más que obras en los años previos a la Expo’92

Texto: Valentín J. Alejándrez

Estamos acostumbrados a ver películas que nos cuentan historias contemporáneas y también otras que nos trasladan muchos años atrás en el tiempo. Estas últimas suelen ser grandes producciones porque necesitan mucha inversión en vestuario, dirección de arte, maquillaje y peluquería. Alberto Rodríguez se atreve esta vez con una historia que no es ni lo uno ni lo otro. Un rebobinado en el tiempo (como en las viejas cintas de VHS) de tan solo veintitantos años. Algo que puede parecer sencillo, pero que no lo es tanto, máxime cuando no se barajan grandes presupuestos, como es el caso. Los coches, los teléfonos, los calendarios, las camisetas, los televisores, todo nos recuerda a esos tiempos en los que, en general, no éramos tan ricos. Pero lo más chocante son las ausencias. No hay móviles, los niños juegan sin necesidad de aparatos electrónicos y en las casas no hay aire acondicionado. Este detalle, en palabras del propio Alberto Rodríguez, fue lo que más les costó de la producción: borrar los aparatos de todas las fachadas. No éramos tan ricos como hace un par de años, pero tampoco nos podíamos quejar. Vivíamos un boom provocado por la futura Olimpiada de Barcelona y la Expo de Sevilla. Y es aquí donde se centra la película, en las censurables y controvertidas prácticas de un grupo especial de la policía sevillana para limpiar de drogas el centro de Sevilla de cara a los millones de visitantes que pasarían por allí en el 92.

Y qué mejor forma de situarnos en el tiempo y contarnos el paso del mismo que con imágenes de archivo de la evolución de aquellas famosas obras de la Expo. El puente de la Barqueta (de Arenas y Pantaleón) o el del Alamillo (de Calatrava) se convierten en hojas del calendario que van cayendo, así como los incipientes pabellones que van levantándose, creciendo, al mismo tiempo que las dudas sobre la legalidad del ya famoso “Grupo 7”. Ambiente policial bien recreado, drogas, corrupción, denuncias y extorsión, miradas hacia otro lado, unas magníficas interpretaciones (con alguna excepción), un precioso plano nocturno del puente de Triana y un par de persecuciones dignas del mejor cine de acción. Todo eso es “Grupo 7”, sin olvidar que además… es cine de autor. Alberto Rodríguez, hasta ahora, se ha encargado del guión de todas sus películas. Un director que empezó apostando sus ahorros a un proyecto, junto a su amigo Santi Amodeo, que llegó a la cartelera española del año 2000 como un soplo de aire fresco. Después de ese “Factor Pilgrim”, ya en solitario, repitió frescura y buen hacer en “El traje”; aunque no sería hasta el estreno de “7 Vírgenes”, en 2006, cuando su nombre sonase entre los favoritos a conseguir el Goya a la mejor dirección y al mejor guión. En la edición de este año de nuevo estuvo nominado en ambas categorías. •

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